Hola hermosas, muy buenas días, antes de iniciar a leer este capítulo les recuerdo que esta historia al igual que todas mis historias son para mayores de edad (21+) y para las personas que no se sienten incómodas con los temas de contenido adulto y con amplio criterio, esta escrita sin ánimo de ofender, es solo con fines de entretenimiento, así que recuerdo una vez más que es clasificación M, te pido de la manera más atenta y educada posible que si no tienes la edad suficiente para leer por favor retírate, de lo contrario eres bienvenida. Gracias por tu comprensión.

ENTRE CARTAS Y MENTIRAS

SÍ O NO

CAPÍTULO 35

La fiesta de compromiso de Neal se había convertido en boda, el padre de Gabriela no estaba nada conforme con la decisión de haber tenido que hacer parte de la familia a aquel individuo, no porque tuviera alguna referencia anterior de ellos, de hecho Neal era el primer Leagan que trataba pero por los antecedentes que había investigado con Anthony no estaba muy feliz con ello, sin embargo no dejaría que un tipo como él se saliera con la suya así que estaría muy al pendiente de él, conocía tipos de su calaña había estado mucho tiempo cuidando a su hija de un vivales como ese y de todas formas había pasado, ahora lo único que le quedaba era vigilar que realmente se comportara como un caballero y sobre todo que cuidara y respetara a su hija o sufriría las consecuencias.

Neal no estaba muy contento con aquella decisión tampoco sobre todo porque a pesar de que le gustaba Gabriela no se veía como un esposo para ella, pero la verdad era que el padre le causaba miedo y le daba más miedo vivir en la pobreza y ese había sido el aliciente principal para casarse con ella y pensándolo bien no estaba nada mal vivir en un lugar como aquel tan bello y paradisíaco, tendría dinero, comodidades a las que ya estaba acostumbrado y una bella esposa que presumir porque al parecer Gabriela era una chica bastante asediada en aquella ciudad, hubiera tenido al mejor prospecto para casarse sin embargo su capricho por Anthony no la dejó voltear a otro lado y eso la llevo a dejarse influenciar por los Leagan.

Elisa era la que menos estaba de acuerdo con la decisión de Anthony, tenía que quedarse ahí y no le gustaba para nada sobre todo con lo referente a la relación que vivía con Patrick el cual había asistido a la boda y aún no sabía de la restricción de su odiosa novia.

Candy y Anthony eran otra pareja que había asistido a aquella boda, más por la invitación del padre de Gabriela que por la relación forzada que tenían gracias a la tía abuela, ya que si este no hubiera insistido tanto en que asistieran el representante del clan se hubiera excusado con las muchas ocupaciones que tenía en Chicago, solo por eso se habían quedado en Florida.

Sara no se dignó a acercarse mucho a la familia solo para saludar de mala gana, solo por las apariencias y porque había comprendido que no le beneficiaba en nada estar en contra de los Andrew, sin embargo ya había hecho el daño y Anthony no estaba dispuesto a tolerar sus desplantes, la única que los aceptaba y disculpaba era Elroy quien si había mantenido una comunicación con la que era su hija adoptiva.

La pareja principal de los Andrew llamó mucho la atención de los presentes y a casi nadie sorprendió que él estaba a cargo de forma interina de tan importante familia y mucho menos que su prometida fuera nada más y nada menos que la hija del verdadero jefe del Clan, la señorita Andrew una joven hermosa que se había ganado la admiración de muchos jóvenes y la envidia del sexo femenino. Su presencia y su porte no demeritaba en nada en la de las chicas de familias de abolengo y mucho menos su sencillez y frescura que como siempre dejaba a más de uno deslumbrado, sin embargo las atenciones que tenía el joven Brower con ella dejaba a todos con la certeza de que eran el uno para el otro, incluso Patrick había cambiado mucho la opinión de la rubia desde la presentación del patriarca mayor y la adopción de Candy de pronto no le molestaba en absoluto.

Llegó el día de regreso a Chicago y a pesar de estar felices los rubios eran los que más extrañarían aquel lugar, que si bien era la mansión de Anthony no podrían regresar hasta que regresara Albert o bien cuando pudieran darse una escapada pretextando que tenía que hacerse cargo de sus cosas personales. James se quedó con la encomienda de estar al pendiente de todo como si él estuviera presente lo mismo que los demás empleados quienes se dieron a la tarea de preparar a Pegaso porque viajaría de regreso a Chicago.

El camino en el tren fue muy tranquilo, salvo las miradas que Elroy les dedicaba a la pareja que iba acompañando, los Cornwell iban ellos en su mundo platicando entre ellos mientras Candy y Anthony se dedicaban mimos un tanto melosos para el gusto de la matriarca.

-¿Estás cómoda? – Preguntó Anthony una vez más a Candy, le preocupaba que el viaje le resultara incómodo o que estuviera cansada de ir en aquellos asientos que a pesar de ser de primera clase distaban mucho de ser confortables.

-Estoy bien no te preocupes. – Respondió Candy de nuevo con una sonrisa divertida al ver que Anthony seguía preocupado por ella. Anthony le sonrió y aprovechó que nadie los veía para besar el hombro de su amada. Candy se sonrojó por aquel gesto y no pudo evitar suspirar, Anthony la acercó más a él y recibió su cabeza en su hombro para refugiarla en su pecho, adoraba tenerla junto a él y aún se preguntaba cómo iba a hacer para no dormir junto a ella, los días que habían estado en su casa los habían compartido todos y cada uno de ellos como una pareja ya casada, aquel pequeño pasadizo había resultado muy conveniente para ambos, sobre todo para él quien era el que estaba más agradecido con la prueba de amor que le había proporcionado Candy, una que no pidió pero que tampoco se negó a recibirla.

Anthony no podía dejar de pensar en cada una de las noches y las mañanas que habían compartido, la manera en la que se habían descubierto y amado y sobre todo lo maravilloso que era hacer el amor con ella, con su amada Candy algo que le había parecido imposible solamente seis meses atrás ya que nunca pensó que realmente podría recuperarla y que al tenerla ahí junto a él lo llenaba de una felicidad que creía era irreal para él.

El cansancio acumulado de las noches apasionadas y las madrugadas para amarse en secreto, les había pasado factura a los dos y se habían quedado dormidos por fin recargados uno al otro, ninguno había querido irse a un camarote de los que había en el tren por el simple hecho que no querían estar separados, ya no más, habían estado mucho tiempo separados y aunque nadie sabía que habían pasado su relación a otro nivel un par de sabios ojos que no dejaba de observarlos discretamente pensaba que tenía que hacer los arreglos necesarios para anunciar el compromiso y la boda para evitar lo que había pasado con Neal. Bien decían que más sabía el diablo por viejo… que por diablo.

Llegaron por la tarde a Chicago y a pesar del cansancio que sentían ninguno quería demostrarlo ya que los Cornwell se metieron a bañar y a cambiarse para ir de inmediato con sus damiselas, Stear muy emocionado porque volvería a ver a Patty, la había extrañado tanto y seguía contando los días para la boda la cual ya estaba a menos de un mes de realizarse. Archie por su lado estaba algo nervioso ya que esa noche hablaría con los padres de Annie, él le había advertido a su damita que en cuanto llegara era lo primero que haría y así lo iba a hacer, iba a cumplir con su promesa y a solicitar la mano de su novia, no perdería más tiempo en aquello que había retrasado por terco. Gracias a que Anthony y Stear lo habían ido a acompañar a comprar el anillo que daría a Annie estaba preparado para lo que iba a hacer mientras que su corazón seguía bombeando sangre cada vez con mayor velocidad al estar cada vez más nervioso.

-Tranquilo hermano. – Fueron las palabras que le dio Stear a su hermano en cuanto lo vio bajar de su habitación, mientras el castaño agitaba sus manos en señal de que intentaba tranquilizarse.

-Estoy tranquilo. – Decía con una sonrisa que se le volvía a cerrar por los nervios.

-Sí, se nota. – Decía Anthony con un tanto de burla en su voz, sabía lo perfeccionista que era Archie y que si bien estaba decidido también temía que algo saliera mal en el proceso. – No te preocupes el señor y la señora Britter no pondrán ningún inconveniente en su relación. - Decía a manera de ánimo para que su primo se tranquilizara un poco.

-Además Annie no podría ser más afortunada de que un chico tan noble como tú la ame de esa manera. – Dijo Candy con sinceridad a su primo. Archie le sonrió un tanto melancólico por aquellas palabras, ya que meses atrás se hubiera cuestionado ¿Entonces por qué tú no pudiste aceptar mis sentimientos? Sin embargo ahora era diferente él estaba seguro de su amor por Annie y a pesar de que siempre guardaría en un lugar muy especial a Candy por ser la primera chica de la cual se enamoró comprendía que había sido un amor más infantil lo que sintió por ella y que el amor por Annie era un amor más maduro y lo mejor de todo era que ella le correspondía de la misma manera.

-Gracias gatita. – Le contestó con sinceridad viendo a su primo con una sonrisa al tener a la rubia abrazada por los hombros, no se habían despegado mucho desde que regresaron. - … aunque pensándolo bien no se han despegado para nada en Florida solo para dormir… - Pensaba Archie.

-Sigo sin estar de acuerdo en que tú solo hagas esa propuesta. – Dijo Elroy aun negándose a que su nieto asistiera solo a un evento de esa magnitud.

-Ya te lo he dicho tía abuela, quiero hacer esto por mí mismo y después haremos la fiesta de compromiso formal. – Dijo Archie de nueva cuenta.

-¡Pero se juntará con la de Anthony y Candy! – Dijo de nuevo la matriarca quien rápidamente obtuvo la atención de los aludidos. - ¿Qué pensaban? ¿Qué se iban a comprometer y a salir su compromiso en los diarios de todo Chicago sin hacer la fiesta de inmediato? – Dijo de nuevo mostrando algunos de los diarios que habían salido publicados después de la noche de teatro donde solo habían "comentado" de una forma muy superficial que estaban comprometidos, sin embargo los diarios habían estallado en noticias casi diarias en las que se preguntaban cuándo sería la maravillosa fiesta donde se diera a conocer tan importante acto a la sociedad.

Anthony tomó el diario un tanto sorprendido porque nunca había sido su intención que se descubriera de esa manera su compromiso, no le molestaba en absoluto al contrario, le gustaba que se dieran cuenta quién era la persona más afortunada no solo de Chicago, sino del mundo entero que se había quedado con el amor de su pecosa.

-Sales bellísima en la foto. – Le dijo un tanto coqueto a Candy quien de inmediato se sonrojó por el comentario mientras la tía abuela lo veía un tanto molesta porque se anunció aquel compromiso antes de que se hiciera por medio de una fiesta.

-Bueno no nos distraigamos. – Dijo Archie de nueva cuenta. – Aquí lo importante en este momento es que hablaré con los padres de Annie. – Dijo una vez más deformando su rostro mientras los demás lo veían divertido.

-No te preocupes hijo, la señora Britter tendrá que entender que ustedes se aman, y si no tendré que hablar con ella muy seriamente… nadie rechaza a un Andrew. – Dijo Elroy un tanto ofendida de saber que la señora Britter prefería al joven McGregor en vez de su guapo Archivald Cornwell Andrew.

-Tranquila tía abuela. – Dijo Anthony como siempre mediando entre la familia. – La señora Britter tiene derecho a dudar de las intenciones de Archie. – Dijo ante la mirada de desconcierto de Archie. – Sin embargo creo que Archie sabrá muy bien cómo convencerla, confiamos en ti hermano. – Le dijo con cariño dándole el ánimo y apoyo necesario a nombre de toda la familia para que por fin hiciera aquello que estaba postergando por tanto tiempo.

-Gracias hermano. – Le respondió con el mismo cariño que él le demostraba. Atrás habían quedado los rencores y los sinsabores que los habían envuelto por tantos años, atrás habían quedado la soledad, angustia y remordimiento que había sentido Archie cuando decidió hacer aquella jugada en contra de dos de las personas que más amaba. Anthony fijó sus ojos en su primo y le sonrió adivinando que aquel "gracias" encerraba más que aquello que decía. Ambos sonrieron sinceros perdonándose uno al otro por el sufrimiento causado.

Stear y Archie salieron de la mansión con rumbo cada uno a la mansión de su dama, Stear llevaría a Archie hasta con los Britter para que no caminara esta vez y él iría a los brazos de su amada Patty quien lo esperaba impaciente en su hogar.

Anthony por su parte se disponía a acompañar a Candy a su habitación, sin embargo la tía abuela no los dejaba solos por el contrario se había mantenido en el salón junto a ellos sin decir una sola palabra tan solo los había estado observando.

-Te acompaño a tu habitación. – Dijo de pronto Anthony para salir de aquel escrutinio que sabía bien no le traería algo bueno.

-Bien. – Dijo Candy también incómoda de las miradas que le lanzaba la matriarca, sintiendo que le hurgaban en lo más profundo de su mente aquellos ojos tan intensos que la miraban.

-Un momento Anthony. – Dijo por fin la matriarca al ver que ambos querían escapar de su vigilancia. – Creo que Candy podrá llegar sola a su habitación. – Dijo observando a la rubia. - ¿Verdad Candy? – Preguntó mientras bajaba sus anteojos para observarla directamente.

-Ssií...- Dijo Candy un tanto nerviosa por aquel escrutinio. Anthony la observó extrañado por aquel comportamiento de la abuela.

-Necesito hablar contigo. – Le dijo para impedir que se ausentara de su vista.

-Con permiso. – Dijo Candy un tanto incómoda buscando la mirada de Anthony quien la miró tranquilo para que no se inquietara, con la pura mirada pudieron comunicarse que él iría más tarde a verla. Candy comprendió y se retiró nerviosa a su habitación ya que presentía que de aquella plática no saldría nada bueno.

Una vez que se hubo alejado Candy, Anthony siguió a la tía abuela quien no quiso hablar con él en el salón principal sino que se dirigía a su despacho para hablar con mayor confianza.

-¿Qué es lo que sucede tía abuela? – Preguntó Anthony una vez que estuvieron a solas y con la puerta cerrada detrás de ellos. Elroy hizo el ademán que se sentara para que prestara atención a lo que tenía que decir y así poder estudiar bien sus reacciones, a pesar de ser mayor tenía muy buen ojo para ese tipo de cosas.

-¿Qué ha sucedido entre tú y Candy? – Preguntó directa, sin necesidad de hacer una introducción larga y tediosa como estaba acostumbrada a hacerlo ante la gente que la rodeaba. Anthony se sorprendió bastante con aquella pregunta.

-Ya te había dicho que nada que pudiera lamentar. – Respondió lo mismo que había respondido cuando él y Candy se había quedado más tiempo de lo normal en la playa, cuando por primera vez habían sentido sus cuerpos y aumentado su curiosidad por descubrirlos por completo.

-¿Qué lo pudiera lamentar tú… o ella…? – Preguntó de nuevo Elroy, observando como el rostro de Anthony se sorprendía ante la pregunta. – Anthony a través de los años las relaciones entre hombre y mujer van cambiando. – Comenzó con su relato y Anthony se acomodó al saber que le esperaba una larga plática, una que nunca había tenido con nadie más que con su padre. – Pero lo que nunca cambia es el descubrimiento de la pasión que se tienen entre sí. – Decía como si conociera perfectamente el tema. – Cuando una pareja está realmente enamorada es bien sabido que las demostraciones de afecto no son suficientes entre ellos, y a pesar del respeto, las buenas costumbres y la educación no son impedimento para que se demuestren este tipo de sentimientos. Sin embargo la reacción de la sociedad siempre es la misma, la deshonra, la mala fama y el desprestigio de la mujer en cuestión, en cambio el caballero es admirado y respetado incluso por las mismas mujeres quienes se vuelven las verdugo de su mismo género. – Decía sin dejar de observarlo. – Cuando los matrimonios son impuestos el respeto y las buenas costumbres se anteponen a ello, descubriéndose después del matrimonio y a partir de ahí es donde comienza a nacer el amor, es por ello que has escuchado decir en más de una ocasión que "el amor viene con el tiempo" sin embargo no siempre es así. – Decía un tanto melancólica.

-Nada de lo que ha pasado entre Candy y yo es algo en lo que ambos tengamos que lamentar, por el contrario tía abuela. – Dijo seguro de sus palabras, dando con ello la respuesta que Elroy esperaba en Anthony sin este saberlo.

-Te aviso que no son los primeros que han llegado a ese punto antes del matrimonio. – Dijo para asombro del rubio. Elroy lo miró con una sonrisa de lado no porque estuviera feliz al haber corroborado sus sospechas, sino por haberlo descubierto sin que él lo hubiera querido. – Hubo algunos en la familia que se enamoraron tanto que no pudieron esperar a casarse, así como también hubo varios que no tocaron a su prometida porque no estaban interesados en ella al ser un matrimonio arreglado, pero eso no quiere decir que no hayan buscado los placeres insanos por fuera de su relación. – Dijo comunicándole al rubio que muchos de los Andrew si habían respetado a sus novias no era por gusto, sino porque no estaban enamorados de ellas, sin embargo no se detenían en sus ganas en la búsqueda del placer.- Muchas mozas han servido de "campo de tiro" para estos caballeros. – Decía no muy orgullosa de ellos, sin mencionar nombres. – Y la verdad a pesar de que yo los eduqué para ser todos unos caballeros, siempre temí que alguno de ustedes fuera a seguir los pasos de sus antecesores. - Dijo un tanto orgullosa de que los cuatro fueran cabales para no involucrarse con las jóvenes del servicio.

-Ninguno de nosotros lo ha hecho. – Dijo Anthony hablando también por sus primos quienes también habían sido muy respetuosos del personal de las mansiones que habían habitado.

-Eso lo sé muy bien Anthony, sin embargo como Andrew te digo que siempre los mismos Andrew han brincado las leyes de las buenas costumbres para beneficio propio, pero cuando es con sus propias hijas o descendientes no son nada tolerantes con romper esas buenas costumbres. – Hablaba la matriarca, dándole a entender que a ninguno le gustaría que sus hijas fueran burladas en su honra. - ¿Entiendes lo que te digo? – Decía Elroy. Anthony asintió, entendía perfectamente que Albert no estaría feliz con lo que había hecho y que tampoco él lo estaría si fuera una de sus hijas la que estuviera en el lugar de Candy, sin embargo había podido más el amor y el deseo que tenía por la rubia que la buena educación que le había sido inculcada desde pequeño, pero a pesar de ello sabía bien que él no lo había hecho por lujuria o por hacerle daño a Candy, se había dejado llevar por el amor que ella le provocaba y que ella le profesaba.

-Entiendo tía abuela. – Dijo sintiéndose culpable de lo que había sucedido entre ellos, no por lo que había sucedido, sino por lo que implicaba para su tío aquel comportamiento.

-Dentro de una semana anunciaremos el compromiso. – Dijo de pronto y Anthony se sorprendió.

-¿Y el tío Albert no estará presente? – Preguntó confundido.

-William ya me envió su autorización para anunciar el compromiso, sin embargo él no podrá estar presente más que para la boda y regresará a Europa para continuar con su preparación. – Dijo Elroy. - ¿Estás de acuerdo? – Preguntó la matriarca de nuevo y Anthony sonrió feliz.

-Por supuesto. – Él también estaba ansioso al igual que Candy de estar por fin juntos sin que nadie los juzgara o los condenara por amarse, necesitaba que el tiempo pasara rápidamente para por fin tenerla a su lado y poder despertar con ella todas y cada una de las mañanas de su vida.

-Anthony. – Dijo Elroy antes de que este abandonara su despacho. Anthony se detuvo en la puerta y volteó a ver a su abuela.

-No la embaraces por favor. – Le dijo ante la mirada sorprendida de Anthony y el sonrojo repentino que apareció en el bello rostro del rubio. Anthony no dijo nada solo salió de aquella habitación y se dirigió al segundo piso con dirección a las habitaciones.


Archie esperaba en la sala de los Britter, tenía las manos sudorosas, estaba nervioso y más de una vez había checado en la solapa de su saco si traía la cajita tallada en madera que había elegido para guardar aquella costosa joya, era una muy parecida a la que Anthony había obsequiado a Candy cuando le dio el anillo, solo que la de Anthony al haber sido comprada años atrás era un poco más antigua.

-Buenas tardes joven Cornwell. – Saludó el señor Britter con una sonrisa de satisfacción al ver sentado con tanto nerviosismo al menor de los Cornwell, un chico que él siempre había apreciado a pesar de que en un tiempo no le vio mayor interés por su hija. Por el contrario la señora Britter lo veía no muy convencida de saber qué era lo que hacía ahí esa noche y el por qué quería hablar con ambos, ya que ella seguía empeñada en que Annie regresara con Wilberth, si no hubiera sido porque el tierno chico McGregor se había ido de Chicago al haber terminado la relación con Annie ella misma hubiera ido a hablar con él para que insistiera en su cometido a conquistar a su hija.

-Buenas noches señor Britter. – Dijo Archie poniéndose de pie para saludar respetuosamente a su ahora sí futuro suegro y besando de una manera respetuosa la mano de la señora Britter se inclinó ante ella para saludarla. – Señora Britter. – Dijo tratando de tranquilizarse.

-Siéntese por favor. – Anuncio el señor Britter quien esperaba que Archie fuera a pedir la mano de su hija como él ya lo había advertido semanas atrás. - ¿A qué debemos el honor de su visita? – Preguntó para hacérselo un poco más sencillo, mientras la señora Britter miraba a su esposo con súplica porque también se imaginaba a lo que iba Archie.

-Señor Britter. – Dijo armándose por fin de valor. – Como le había comentado hace unas noches atrás, he venido con la intención de solicitar a ambos la mano de Annie. – Dijo sin muchos rodeos, recalcando que no solo se lo había pedido al señor Britter que era con el único que tenía que hablar ya que así se acostumbraba, sino que también solicitaba el permiso de la señora Britter, sintiéndose ella halagada de haber sido tomada en cuenta.

-¿Ya ha hablado usted con mi hija? –Preguntó el señor Britter haciéndose el desentendido ya que bien sabía él de las llamadas que había hecho aquel joven que sudaba frío frente a él por el esfuerzo que hacía al presentarse como todo un hombre ante él para pedir la mano de su hija.

-¿Y ha venido usted solo? – Preguntó la señora Britter pareciéndole muy poco formal por parte del joven. Archie asintió.

-He decidido hacerlo así para enfrentar esta decisión que he tomado, y si cuento con su aprobación pronto haré lo necesario para que el anuncio se haga de manera pública. – Dijo Archie sintiéndose un tanto inseguro porque pudo reconocer que la señora Britter no vio con buenos ojos que nadie de su familia lo acompañara.

-¿Está haciendo esto en contra de la voluntad de los Andrew? – Preguntó un tanto ofendida.

-De ninguna manera señora Britter, al contrario mi tía abuela deseaba acompañarme, al igual que mi primo Anthony Brower quien es el que está a cargo de los negocios familiares en la ausencia del tío William, sin embargo él me dio la confianza de venir ante ustedes con su pleno respaldo para solicitar la mano de Annie. – Decía sin imaginar lo que pensaban ambos.

Después de permanecer un tiempo callados, la pareja de Britter por fin habló.

-Me parece muy bien que haya tenido el valor de venir directamente a hablar con nosotros. – Dijo el señor Britter. – Eso habla muy bien de usted, del valor y la determinación que ha demostrado siempre, pero me gustaría saber la opinión de Annie al respecto. – Dijo para alivio de Archie.

El señor Britter mandó llamar a Annie, ante la mirada de desacuerdo de su esposa quien seguía sin estar de acuerdo con ello y más porque sabía que Annie aceptaría con gusto, cosa que ella creía no era necesario que hiciera, ya que Annie estaba educada para casarse con la persona que ellos decidieran, así lo habían hecho en su casa por generaciones y no le parecía que su esposo decidiera tomarla en cuenta para ello.

-Pero querido, creo que Annie tiene que aceptar el marido que tú le encuentres. – Decía recordándole con ello, que ella le había sugerido a Wilberth más de una vez para su hija.

-Creo querida. - Dijo firme en su forma de hablar. – Que esos tiempos deberían quedar atrás, creo firmemente que para Annie será mucho mejor estar de acuerdo con el prometido que ella decida, después de todo ella será la que tendrá que tolerarlo lo próximos cincuenta años. – Dijo con un poco de gracia, palabras que Archie pudo agradecer del señor Britter.

-Pero querido, Wilberth… - Dijo de nuevo la señora Britter sin importar la presencia de Archie.

-Querida... – Dijo un vez más un tanto disgustado el señor Britter. – Creo que el compromiso que habías acordado con la señora McGregor en el pasado deberá expirar. – Le dijo mientras la señora Britter bajaba la vista un tanto apenada y con tristeza al recordar que ella había hecho un compromiso con aquella familia cuando tuvo a su hija Cassie y por más que insistiera en cumplirlo definitivamente ella veía que su hija Annie no era feliz con aquella decisión. Archie miró a la señora Britter comprensivo, ahora entendía el interés en que Annie se casara con aquel joven.

Annie bajaba las escaleras después de que había sido llamada por su padre. Archie se puso de pie al observar a aquella chica que había extrañado tanto aquellas dos semanas que había estado ausente. Annie llevaba un vestido azul cielo que hacía perfecta armonía con sus ojos, el brillo que estos desprendieron al ver a Archie fue correspondido de inmediato al hacer contacto con los de su chico. La señora Britter no pudo no apreciar aquella mirada de enamorado que veía en el joven Cornwell sintiendo por fin aquella paz que buscaba en su alma a ver que realmente él la amaba, su mirada no podía mentirle, era una mirada llena de amor y admiración por la joven de la que se había enamorado.

Archie se acercó de inmediato a ella para tomar su mano y saludarla y así acompañarla hacía donde estaba sentado él frente a sus padres. Annie se sonrojó al sentir la mano de Archie sobre ella y le sonrió de la manera más dulce que podía hacerlo, recordando una vez más los labios de su amado sobre los de ella, ansiando una vez más ambos el quedarse solos por lo menos un momento y así poder expresar su amor libremente.

-Hija el joven Cornwell ha venido a hacernos una propuesta inesperada. – Dijo el señor Britter ante el asombro de Annie ya que ella había hablado anteriormente con él contándole los planes que tenía Archie con respecto a su relación y el mencionarle que había hecho una propuesta inesperada no comprendía a lo que se refería. Annie observó a su novio un tanto sorprendida. – Ha venido para solicitar tu mano. – Dijo con una sonrisa traviesa para ver la cara de sorpresa de su hija quien no pudo evitar lanzar un suspiro de alivio y las lágrimas de pronto se asomaron a sus ojos demostrando la ilusión y la alegría que le causaba aquello que ella ya sabía sucedería. Archie la miró enamorado sin atreverse a abrazarla para reconfortarla, así que sorpresivamente se arrodilló ante ella y sus padres para hacer la pregunta necesaria.

-Annie Britter, quiero aquí ante tus padres solicitar formalmente tu mano para dedicarme todos los días que me faltan por vivir a adorarte y demostrarte cada uno de ellos que eres la mujer de mi vida, la única que amo y la única que quiero como compañera de vida. – Dijo con verdadera sinceridad, mientras Annie no podía dejar de derramar sus lágrimas por la felicidad que le embargaba en ese momento, con aquellas palabras hasta la señora Britter quedó enamorada de su futuro yerno. - ¿Aceptas? – Preguntó un tanto ansioso al ver que Annie no respondía a su propuesta.

-¡Sí! – Dijo Annie emocionada extendiendo la mano para que Archie le colocara aquel solitario que la mostraría de esa noche en adelante como la prometida de Archivald Cornwell Andrew. Ninguno de los presentes pudo evitar notar que el solitario estaba adornado con un zafiro de un buen tamaño que encabezaba la punta del anillo, era un anillo muy fino y único, un anillo costoso que solo se merecía aquella chica que él había elegido.

Archie se levantó del suelo para recibir a Annie en sus brazos ante la presencia de sus padres quienes solo se limitaron a felicitar a la joven y feliz pareja.

-Cuídala mucho Archie. – Dijo el señor Britter con un abrazo sincero al chico. La señora Britter se acercó a él de una manera diferente, ya no tenía duda de que él amaba a su hija.

-No la hagas sufrir de nuevo por favor. – Le dijo demostrándole que volvía a poner su confianza en él.

-No se preocupe señora Britter, aprendí mi lección. – Le dijo con una sonrisa mientras la señora Britter se unía a su esposo para ambos retirarse y dejar un momento a solas a la pareja, necesitaban hablar entre ellos antes de que Archie tuviera que retirarse.

-Espero pronto recibir a su familia. – Dijo la señora Britter una vez más. Archie asintió con una sonrisa.

Annie lo observaba enamorada de la misma forma que él lo hacía, esperando quedarse solos por fin unos momentos, ambos caminaron a la parte más aislada del salón para sentarse en un rincón de aquel lugar. Una vez que estuvieron a solas Archie pudo romper el silencio.

-Te extrañé. – Le dijo mirándola a los ojos. Annie sonrió tímida.

-También yo. – Dijo con una sonrisa, parecía que esos días les habían regresado la timidez del principio de su relación, sin embargo Archie no estaba dispuesto a volver a ser el mismo de antes, ni que ella fuera la misma chica tímida con él, así que la tomó por su rostro con ambas manos con una sutil caricia y la acercó a su rostro para besarla primero con delicadeza. Annie se dejó envolver por aquel beso que le comenzaba a quemar los labios, mientras Archie recordaba la noche que la había besado por primera vez, la noche en la que sin querer le habían dado su primer beso y había besado también por primera vez a Annie.

-Se sintió como si fuera la primera vez. – Dijo el chico enamorado perdidamente de ella. Annie asintió cerrando de nuevo los ojos para que él volviera a tomar sus labios. Archie no se negó por el contrario la tomó ahora de la cintura para acercarla más a su cuerpo y apegar así sus formas a él y poder sentir la suavidad de su pecho en el de él, acariciando su nuca por debajo de sus cabellos para acercarla en un beso más necesitado y apasionado. Introdujo su lengua para explorar su boca y poder deleitarse con su sabor, Annie se sorprendió por aquella atrevida caricia que él le proporcionaba, sin embargo no se negó a ella por el contrario también se atrevió con cierta timidez a saborear la frescura de su boca.

Las manos de Archie recorrían el cuerpo de Annie con sutileza, no quería propasarse con ella, sin embargo los días en los que habían estado separados le urgía la necesidad de demostrarle su amor, de sentir más de ella y dar más de él, conformándose por el momento con acariciar su cintura y sentir la suavidad de sus senos rozar con su pecho, no pudo evitar observar que ambos sobresalían de su escote, se veían suaves, sugestivos, Annie pudo percibir aquella mirada y sintió el deseo en aquellos ojos que no se apartaban de ella ni por un segundo, deseando ambos explorar aquella zona prohibida.

Annie hizo su cabeza hacia atrás como invitándolo a que observara con más detenimiento, era la primera vez que sentía que alguien la miraba con ese deseo que él emanaba por su piel y que no la incomodaba. Archie con aquel movimiento se atrevió a acercarse a ella y besar en medio de su escote, provocando que Annie sintiera una descarga eléctrica recorrer su cuerpo a la velocidad de la luz y llegar a su parte baja que comenzaba a palpitar con la urgencia de sentir más. Archie estaba igual que ella quería continuar y explorar más de lo que había besado, sin embargo no se animó a ir más abajo y comenzó a subir sus besos por su pecho hasta dirigirse a su cuello, mientras Annie ahogaba sus suspiros y gemidos para que no escaparan de su boca y delatarse así ante los habitantes de la mansión. Archie no se detuvo en su cometido y siguió besando el cuello de Annie dejando un rastro húmedo en él, saboreándolo una y otra vez hasta que Annie no pudo más y dejó salir un gemido que sonó como una melodía para los oídos de Archie quien se dirigió a su boca para acallar aquel reclamo de pasión de su cuerpo.

-Shhh. – Le dijo mientras atrapaba su boca para callar lo que ambos querían expresar. – No querrás que tu mamá me corra. – Le decía mientras la besaba de una manera tan tierna y apasionada mientras la mantenía por su cintura, cada beso, cada caricia aumentaba el deseo en Archie quien comenzó a sentir cómo su pantalón le iba estorbando cada vez más, mientras Annie se dedicó a acariciar sus largos cabellos acercándolo más y más a su cuerpo hasta que ambos sintieran muy bien lo que guardaban bajo sus ropas.

-Te amo Archie. – Le decía Annie mientras Archie seguía explorando de nuevo su cuello, no podía dejar de acariciar aquella parte tan delicada de la ojiazul y volvía a sus labios de nuevo, mientras con una mano la sostenía de su cintura y con su otra mano se atrevió en un aumento de pasión en estrujar uno de sus senos. Movimiento que obligó a Annie a separarse de él de un brinco.

-Lo siento mi amor. – Le dijo Archie con el corazón acelerado y la respiración agitada, su pecho subía y bajaba y Archie no podía apartar la vista de aquel lugar que había besado solo una vez. Annie sonrió tímida, no estaba ofendida por el contrario aquella caricia le había gustado más de lo que ella se pudiera permitir.

El sonido del claxon del coche de Stear se escuchó fuera de la mansión y Archie de inmediato tomó su abrigo para ponerlo frente a él y poder cubrir su cuerpo al advertir el incómodo abultamiento que se levantaba sobre su ropa. Se despidió de la señora y el señor Britter quienes bajaban al escuchar el auto de Stear y Archie un tanto avergonzado se despedía de ellos, mientras Annie seguía con el corazón acelerado y las ganas de más.

-Muchas gracias Archie puedes venir cuando gustes. – Dijo el señor Britter dándole la confianza de entrar a su hogar una vez más. Archie agradeció nuevamente aquella confianza y conteniendo sus ganas se despidió de su novia y su suegra con un beso delicado en el dorso de sus manos.

-Gracias señor Britter, señora Britter, amor. – Le dijo guiñándole un ojo, el cual fue correspondido con un sonrojo.

Stear veía como su hermano caminaba un tanto incómodo y no le pareció extraño lo que tal vez había sucedido con Annie, sino que empezó a reírse de él cuando lo vio sentarse intentando ocultar su incomodidad y sus ganas de devolver el estómago.

-Ni se te ocurra vomitar mi auto. – Le dijo en cuanto entró a su convertible.

-¡Cállate y conduce! – Le dijo algo frustrado.

-¡Vamos! ¿Tan mal te fue? – Preguntó Stear temiendo haberse confundido con la incomodidad del rostro de su hermano.

-¿Mal? De ninguna manera. – Dijo con una sonrisa. – Annie es formalmente mi prometida, solo falta que se anuncie el compromiso. – Dijo feliz.

-¿Entonces no tienes ganas de vomitar? – Preguntó de nuevo con una sonrisa bribona.

-¡Cállate! – Le dijo con una sonrisa a modo de queja, Stear no pudo aguantar más y comenzó a reírse de su hermano ya que semanas atrás se había burlado de Anthony cuando se había encontrado con la misma situación.

Continuará…

Hola hermosas de nuevo aquí les dejo otro pequeño avance espero que les haya gustado y sobre todo les pido su comentario al respecto.

Julie-Andley-00, Hola hermosa siento mucho no haber recibido todos tus comentarios, sé que eres una persona que siempre está al pendiente de mis historias y que siempre deja su opinión. Muchas gracias por comentar cada una de ellas. Te mando un fuerte abrazo, saludos y bendiciones.

GeoMtzR.