Hola a todxs!
Aquí estamos un viernes más. El capítulo anterior fue una transición (básicamente), a excepción del final del capítulo, que sí suponía un elemento más de la trama y que permitía hacerla avanzar. Chapa larga hoy, please, si sólo os interesa el capítulo, he puesto un separador para que podáis saltar directamente a la chicha :)
Respecto a todo el feedback que me habéis dado sobre mi comentario sobre el feedback negativo, muchas gracias por vuestras palabras, de verdad, os prometo que sois un encanto y me alegrasteis :) No voy a ahondar más en ese tema porque, como dije, os lo conté más como un desahogo que como otra cosa. Como sabéis mi único objetivo aquí es publicar mi historia, compartirla y mejorar mi aprendizaje como escritora. Se aprende mucho más de lo que una podría llegar a pensar, y creedme, he ido a un curso de escritura creativa y cuando lxs compañerxs te dan el feedback a la cara de lo que les acabas de leer (bueno, cuando esas cosas se podían hacer de manera presencial xD), no se cortan ni un pelo. Es más, son las personas más críticas que he conocido jamás y su crueldad no conoce fronteras jajajaja, así que estoy acostumbrada a críticas de todos los colores. Eso no quita lo que pueda sentir por dentro en un momento determinado, y que necesite desahogarlo, aunque sea con vosotrxs mismxs.
Venga, como me habéis escrito tantas cosas bonitas os comparto una anécdota. Tenía una compañera en escritura creativa que siempre, SIEMPRE, criticaba las historias y capítulos que empiezan con una "descripción climática". A ver, es muy normal intentar ubicar al lector en un lugar concreto (joder, yo también lo hago), ya sea como introducción a la historia o al capítulo, y un recurso muy socorrido es hablar del cielo, la luna o el tiempo que hace en ese lugar, porque eso nos ubica en la escena. Pero a la vez es lo que en literatura se conoce como "error tópico". No es que esté mal, para nada, pero es tópico porque todo el mundo tiende a hacerlo y eso le resta originalidad a la historia, y ya sabemos que hay que huir de los tópicos o al menos si los utilizamos, ser conscientes de lo que estamos haciendo para que la descripción climática "no se quede en sólo eso" (no sé si me explico, de hecho veréis que muchos de mis capítulos incorporan esto, pero lo hago de manera meditada). Así que si yo empezaba algún capítulo con un "ya había anochecido en la aldea, hacía frío y el cielo estaba preñado de nubes que amenazaban lluvia…", cuando ella me daba el feedback siempre me decía: "bueno, superando el horror del parte meteorológico al principio del capítulo…" jajajajaja. Al final teníamos tanta confianza unxs con otrxs que era muy divertido :)
Ahora voy a responder vuestro feedback del capítulo, sólo esa parte, aunque la mayoría de vosotrxs os explayasteis más en comentar lo anterior, jajajaja, me encantó leeros y os lo vuelvo a agradecer, pero no ahondaré más en ese tema.
Vivi-ntvg, pues sí… la verdad es que el capítulo anterior tampoco tenía mucha más chicha que la que has resumido, jajaja.
ElenaGilbert24, muchas gracias :) Mi regalo es leeros a vosotrxs ;) Me alegra que de tes cuenta del cambio en la relación de Zelda y Link en este punto de la historia. Es algo más sutil, puesto que ya se gustan y se llevan bien (y cualquiera diría, bueno, pues ya está todo dicho, jajaja), pero lo suyo está enraizando en algo cada vez más profundo y es lo que intento mostrar. Un abrazo, cuídate! :)
Luna de Tabantha, El capítulo anterior fue de los más cortitos que he escrito, pero la longitud no es algo que me preocupe demasiado, siempre intento que ande en los mismos márgenes, pero que el contenido sea significativo como para constituir un capítulo completo. Mucho ojo con leer fanfic en el trabajo, a ver si un día te van a regañar, jajajaja. Cuídate, un abrazo! :)
Linkzel, me dejaste súper rallada con lo de "en SS la espada estaba en uno de los templos". Y, bueno, pronto tendremos ocasión de recordar todo al jugar de nuevo SS en la Switch, jajaja pero me rallaste tanto que me fui a hacer un "refresh" de la historia, y es que en SS "La espada está dentro de la Diosa". ¿No te parece súper simbólico? Yo es que creo que no había sido tan consciente de eso hasta ahora, y me parece una genialidad. Jajajaja, Ganondorf es sexy, así que seguro que Kahen o cualquier otro se sentiría atraído, ¿por qué no? Una abraçada! :) PD: Ánimo con ese trabajo de final de grado, yo también pasé por ahí y acabas aborreciendo cada palabra que escribes, jajajaja, pero merecerá la pena xD
Nightzz, qué desconfiadxs sois, primero sospechando del pobre Fridd y ahora le ha tocado al tío de Link, me parto con vosotrxs, jajajajaja. Pues mira, por una vez he sido un poco cutre xD No me acordaba de cómo se llamaba ese cañón oscuro en el norte de la región de Eldin, que delimita los límites del mapa en BoTW. Normalmente cuando me entran esas dudas pido la Switch y me meto a mirar o hago algunos teletransportes para refrescar el paisaje, los nombres, etc. Pero es que no tenía cargada la tarjeta de BoTW, tengo metida la de "Link's Awakening" xD y me dio pereza infinita meterme, o abrir el mapa (que también lo tengo en papel porque me compré la guía ilustrada, como buena friki). Así que me inventé el nombre del cañón, y le puse "garganta de Eldin", pero bueno, podría llamarse así ya que esto es un AU, ¿por qué no? :P Un abrazo, cuídate mucho! :) PD: Después de leerte tengo que decirte que soy lo peor, y me fui a averiguar cómo se llama el dichoso cañón de verdad, jajaja, y se trata del Cañón de Tanagar, lo que pasa es que es tan largo que empieza desde el norte hasta el Oeste. Curioso, ¿verdad?
Ai Biam, me encanta leerte y ver cómo siempre disfrutas esas pequeñas pinceladas de Zelink que os dejo, jajajaja. Respecto a los goron, sé que en Breath of the Wild hablan de una forma "menos robótica", pero a mí me gusta imaginarlos con su propio idioma o dialecto, de manera que cuando se comunican en la "lengua común" con el resto tienen algunos problemas porque no dominan del todo el idioma, y suenan un poco Tarzán, jajaja "yo goro, tú bro" xD Tú me entiendes :P También me gustan mucho, Daruk me da muchísima ternura, aunque ya que estamos, aprovecho para contar que mi "champion" favorito o favorita en este caso, es Urbosa. Por muchos motivos, porque es una mujer, una líder fuerte y guerrera, pero también porque sus palabras siempre tienen como "un doble sentido", y eso me encanta :) Gracias a ti, vosotrxs sois mi alegría ;) Un abrazo, cuídate! :)
Bueno... es todo por ahora. Pasad feliz semana, nos vemos el viernes que viene!
-Juliet
34 - La paz de Kakariko
Todo el tiempo tenía miedo de romper algo. Si tocaba uno de los jarrones del patriarca sheikah Ried'ham se haría añicos. Había diez, ordenados de menor a mayor tamaño, cada uno "narraba una escena épica", nos había dicho Barpa, la matriarca.
Ahora esperábamos en un rincón, mis hombres y yo, mientras los patriarcas de la aldea Kakariko hablaban con mi mujer. No es que nos arrinconasen, ni mucho menos, tuvieron la generosidad de ofrecernos cama en su propia casa, una enorme construcción que olía a resina y a antiguo, sobre la base de una cascada. Parecía uno de esos sitios de cuento, que nos leían de niños. Pero no, no nos habían arrinconado. Simplemente nos fuimos echando atrás. Fridd ojos abiertos como platos, manos a la espalda. Ardren me susurró que hacía semanas que no se bañaba y que se sentía sucio. Y yo, simplemente tenía miedo de tocar algo y resquebrajar el extraño equilibrio que había por todas partes.
Los sheikah eran gente rara. No en el mal sentido, ni mucho menos, pero parecían encontrar en la perfección un arte. Y hasta la actividad más sencilla se hacía con cuidado y maestría, como si se tratase de la más importante de las cosas en el mundo. Me infundía respeto y entendía mejor a Impa y su disciplina de hierro.
—Ese de ahí es del Durmiente —me susurró Barpa, la matriarca.
—¿Ha acabado la reunión? —miré a mi alrededor y vi que todos se habían ido del recibidor de los sheikah menos yo. La mujer me sonrió. Tenía muchas arrugas, imposible saber su edad.
—El Durmiente fue el primero —prosiguió —pero siempre vuelve. Tu humo negro.
—¿Esa cosa del jarrón es mi humo negro?
—En una de sus muchas manifestaciones, sí. No tengas miedo, Link. Llenas de energía mi casa, de una luz que no había visto en mucho tiempo. No te sientas tan engarrotado.
—No... no me siento engarrotado —la mujer me hablaba sin ningún tipo de protocolo, como mis conocidos del Oeste.
—En ese caso, ven a disfrutar la cena. Eri ha cocinado para tan nobles invitados, le hará ilusión que probemos su comida.
—No queríamos molestar...
—Bah, bah. Tonterías. Impa avisó de vuestra llegada, y recibir a su alteza real y a su esposo y amigos es un honor. La hospitalidad es importante para los sheikah, créeme. Por cierto, Impa debe estar de camino, no creo que tarde en llegar también.
Antes de que se sirviese la cena, los sheikah nos llevaron a unos baños de agua caliente. La aldea tenía unos baños que eran usados por todos, tras una pequeña arboleda y en esta ocasión los habían reservado sólo para mis hombres y yo. Zelda también fue atendida, pero la perdí de vista y no sé ni dónde se metió, desapareció entre carcajadas con Eri, la nieta de los patriarcas.
—Vas a corromper estas aguas con tu roña —refunfuñó Fridd —me siento mal. Deberíamos hacer algo para no ensuciar. Nunca había visto un agua tan limpia.
—Eh, tú también estás sucio como un jabalí —replicó Ardren.
—No montéis ruido. ¿No veis el silencio que hay? La gente de aquí no habla fuerte, así que bajad el tono —les reñí.
—Jamás pensé que llegaría tan lejos, en toda mi vida... y míranos ahora. En una aldea en el Este de Hyrule. Mi padre no lo creerá —reflexionó Fridd. Todos empezamos a relajarnos un poco con el baño, era muy agradable —¿hay que subir esa montaña, capitán?
—Eso parece —dije. La sombra del Monte Lanayru no me daba buena espina. Era una montaña enorme, amenazante. Sobresalía sobre todo lo demás, sobre los cerros que rodeaban la aldea Kakariko —Zelda cree que es importante que vayamos, y ya has oído a los patriarcas, diciendo que hay historias extrañas sobre gente perdida en la montaña. Puede que los problemas se escondan allí.
No nos dimos cuenta, pero alguien vino a dejarnos unas ropas limpias en el borde de los baños. Me había crecido un poco la barba, pero esta vez decidí dejarla un poco más. A Zelda no parecía molestarle, sí al principio, cuando estaba creciendo se quejaba de que le dejaba la barbilla "roja", pero ahora decía se había vuelto suave y "que le hacía cosquillas" y eso estaba empezando a gustarle. A mí sus labios siempre me hacían cosquillas.
—¿Qué haces, zoquete? Eso no se pone así —dijo Ardren, soltando una carcajada. Me hizo reír, Fridd estaba poniéndose la túnica sheikah del revés.
—Esta cosa no tiene botones, ni cuerdas para cerrarla, vete al infierno —gruñó.
—Creo que funciona así.
Me puse la túnica y la crucé sobre el pecho, para luego usar esa especie de cinturón ancho de tela y ceñirla al cuerpo.
—¿Ves? Así la llevan los sheikah —dije a Fridd, que entrecerró los ojos fijándose en el detalle, y luego se puso la suya.
—Bien, ya estamos limpios y perfumados, como damiselas —bromeó Ardren —estos sheikah han tenido un modo muy cortés de decir que apestábamos.
—Son sus costumbres, es todo —sonreí, agitando la cabeza.
—¿A qué sabrá su comida?
Su comida resultó que sabía a perfección, lo mismo que todo lo demás. Nos sirvieron unas porciones de arroz, pescado y verduras, todo cortado con precisión, del mismo tamaño. Casi parecía como si no fuese real lo que había en nuestros platos.
—No está mal visto comer con las manos, Link —me dijo Barpa, que se había sentado a mi lado en la mesa —¿ves?
Agarró una porción de cada cosa para combinarlo todo y se lo llevó a la boca. Yo la imité y de nuevo... el bocado de perfección. Pero parpadeé dos veces y ya no había más comida en el plato, nos estaban sirviendo un té negro, que ardía. Y unas galletas de un tamaño diminuto. Bonitas y perfectas, eso sí.
—La patrulla que enviamos tuvo que volver porque había demasiada nieve en el monte Lanayru. No es conveniente ascender con ventisca —dijo el patriarca Ried'ham, bebiendo un sorbo de su té.
—¿Hará buen tiempo pronto? —preguntó Zelda. También la habían vestido con ropas sheikah, una túnica parecida a la mía, pero distinta, y un cinturón bordado con flores por el que se pagaría una fortuna en el Oeste, seguro. Estaba guapa. En realidad estaba bien con cualquier cosa y era difícil apartar los ojos de ella.
—Un par de días bastarán, alteza —dijo Barpa, a mi lado —es mejor no impacientarse. Ya sabéis que el ascenso es complicado.
—Podemos enviar ayuda a Akalla —se ofreció el patriarca —a ese grupo que habéis dejado completando el mandato del rey Rhoam.
—No es preciso —sonrió ella —una tropa entera del Bastión de Akalla se ofreció a ayudar cuando les dijimos que no podríamos completar toda la misión por el cambio de planes. Y la región parece segura.
—Su alteza tiene razón, Ried, los problemas están aquí —intervino Barpa —por suerte ha venido Link a ayudarnos.
—¿Quién? ¿Yo? —miré a Barpa, que me sonrió. Sentí calor en las mejillas y deseé que alguien empezase otra conversación.
Había acordado con los muchachos que nos ofreceríamos a ayudar a limpiar todo tras la cena. Éramos tres bárbaros sucios y desaliñados, animales extraños para esa gente, y nos habían tratado tan bien que me sentía en la necesidad de ayudar. Barpa declinó la oferta, pero nos dijo entre risas que si tanto empeño tenía yo en ayudar, podría cortar leña al día siguiente, Ried'ham estaba demasiado viejo y gruñón para eso. Acepté, orgulloso de poder contribuir al fin.
Nos fuimos a dormir pronto, el viaje fue muy agotador, desde que entró la primavera en Hyrule no había hecho más que llover, y el camino pedregoso que conectaba Akalla con la región de Necluda no fue cómodo. En realidad era un placer volver a estar limpio y con la ropa seca, bajo un techo de madera.
—Orejotas, ven —Zelda tiró de mi brazo, mientras subíamos por las escaleras, tras Eri. Nos apartamos a un rincón del rellano.
—¿Algo no va bien? —ella se rio y exploró con la mano mi mejilla, llena de barba. Bien, acerté al no deshacerme de ella.
—Esta es una casa pequeña. Aunque se trate de los patriarcas de un gran pueblo, como ves, es un lugar poco ostentoso.
—No es el Bastión Norte del castillo de Hyrule —bromeé.
—No lo es. Así que quería decirle al señor del Nido que esta noche dormiré con Eri, en sus aposentos. Ha puesto una cama sólo para mí, lleva todo el día haciendo preparativos para que me sienta "como en casa". Tú irás con los chicos al único dormitorio libre, donde reciben las visitas.
—Vaya, otro día más sin estar con mi mujer... qué novedad —volvió a reírse, tan cerca que empecé a sentir las cosquillas.
—Muchas gracias por seguirme en todo esto sin hacer preguntas.
—Sabes que las tengo.
—Lo sé. Las respuestas llegarán pronto.
—Al menos no hay monstruos ni me has arrastrado a lugares horribles. Todo esto está bien. De momento puedo resistir este castigo.
Me besó con suavidad en la boca y después se apartó. Esta vez resoplé y no pude reprimir la frustración que sentía al no poder estar con ella así para siempre.
—¿Te imaginas cuando volvamos al Nido? Los dos en nuestros aposentos de casados, en casa —susurró, mientras me alisaba la túnica con una mano.
—Sí, pensar en eso es justo lo que necesito ahora... —se rio y me negó un segundo beso.
Los sheikah tenían las camas en el suelo. Al principio pensé que sería incómodo, nunca había visto un sistema tan simple para dormir, no en una casa, pero esos colchones finos resultaron ser mucho más cómodos de lo que pensé. En la chimenea ardía un fuego pequeño, pero la habitación era muy cálida. Me fijé en los trozos de leña, todos colocados con cuidado como si fuesen una especie de construcción simétrica, y cortados del mismo tamaño, iba a tener que esforzarme bastante. Desde la ventana se podía ver la plaza que había frente a la casa, y los tejados de otras casas. Todas humeaban, la mayoría con las luces apagadas. Reinaba la misma paz que sentí nada más poner el pie en la aldea.
Mis amigos cayeron rendidos en sus camas apenas se acostaron. Yo no podía pegar ojo. Me asomé por la ventana. Me pregunté si Zelda ya estaría dormida. Me pregunté cuáles serían sus sueños. Entonces empecé a pensar en papá, en mis hermanos. Y, sobre todo, sentía un enorme agujero en el estómago. Eso era lo que me mantenía desvelado, por Or y por todas las diosas de Hyrule, qué maldita hambre. Decidí levantarme y estirar un poco las piernas, había un bonito porche en la entrada de la casa, y la noche no era demasiado fría.
—¿Insomnio, capitán Link?
—Diablos, no te había visto...
Impa también estaba en un rincón del porche, con un té en las manos, observando la calle vacía... Como una aparición. Ni la había visto, ni la había oído respirar.
—¿Cuándo has llegado? —pregunté, más recompuesto tras la sorpresa inicial.
—Hace poco. Todos dormíais ya. El viaje desde Farone es largo, por mucho que yo me empeñe en creer lo contrario.
Asentí y apoyé la espalda contra la fachada de madera de la casa. No tenía ni idea de dónde diablos estaría Farone. Salvo nosotros y un gato que husmeaba los porches de las casas vecinas, no había vida en la aldea.
—¿Qué te pasa, Link?
La miré, un poco sorprendido por esa familiaridad. Me daba igual, lo raro es que sonase tan lejana todas las demás veces.
—Yo... nada. —al infierno —Bueno, es que tengo un poco de hambre y por eso no me puedo dormir. Con esto no quiero decir que la cena de los patriarcas no fuese deliciosa, que lo ha sido. Y me siento honrado por el trato aunque seamos extranjeros aquí. La cena estaba buena, la han preparado muy bien, de verdad. Y estoy agradecido de haber cenado en la misma mesa que los patriarcas.
—Para, para un momento. No pasa nada por quedarse con hambre, debiste haberlo dicho.
—No importa. Si me concentro mucho igual se me olvida el hambre hasta mañana —y por eso estaba ahí, a ver si centrándome en la calma de la aldea se me pasaba.
—Diosas, capitán Link... no creo que un ejercicio de meditación deshaga ese apetito que he visto otras veces. Espera aquí.
Dejó el té en mis manos y entró a la casa. Volvió al rato con un plato lleno de comida. Lleno de verdad, no como el plato de la cena. Había un enorme muslo de lo que parecía algún tipo de ave asada, queso, uvas, arroz, un trozo de una especie de embutido ahumado que no había visto nunca y una hogaza de pan.
—¿Mejor? —preguntó. Yo me senté en el suelo para comer sin contemplación, tenía tanta hambre...
—Siento ser un bárbaro —dije. Tendría que cortar más leña al día siguiente.
—No es cosa de bárbaros. Los ancianos sheikah comen poco. A sus edades ya no entrenan y viven una vida tranquila y discreta. No necesitan la misma energía que alguien como tú o tus hombres. Imagino que también estarán hambrientos.
Me encogí de hombros. Puede que sí, pero estaban tan cansados que el sueño venció al hambre para ellos. Poco a poco empecé a sentirme muchísimo mejor, conforme mi estómago fue asentándose estaba más y más relajado. Me comería otro plato idéntico al que me había traído Impa, pero no era conveniente abusar.
—Cuando estoy en casas extranjeras, intento no parecer descortés —dije, dejando mi plato vacío a un lado —no quiero perjudicar a Zelda. Y esta no es mi casa, no conozco las costumbres.
—Los ancianos no lo tomarían mal si hubieras bajado a las cocinas a buscar algo de comer, tranquilo. Pero te ayudaré con ese problema, mañana se lo diré a Eri.
—Gracias.
—¿Un té?
Sonreí y ella fue a buscar uno para mí y otro para ella. Nos sentamos en el suelo del porche, tés humeando en las manos. Eso sí era muy agradable.
—¿Qué te ha dicho su alteza real sobre el cambio de planes? Sobre por qué estamos aquí ahora mismo y no cumpliendo el mandato del rey Rhoam —dijo, pegando un sorbo pequeño a su té.
—Nada.
—¿Nada?
—Nada. Es en serio. Llegó tu mensaje pidiendo que nos reuniésemos aquí y lo organizamos para que así fuese. No... las cosas con Zelda van muy bien ahora, ¿sabes? Si ella cree que debemos estar aquí, seguramente tenga razón. No quiero estropearlo.
—Me sorprende un poco. Sois muy parecidos en ese aspecto. Si ella no te ha contado nada creo que es por la misma razón.
—No creo que sea eso... —sonreí —serán cosas de su país.
—Conozco a Zelda desde hace mucho.
Volvió a beber del té y no dijo nada más. Yo pensaba que diría algo más sobre mi mujer, pero no fue así.
—Creo que tienes que saberlo todo, Link —resolvió, tras unos minutos de silencio —pero no puedes hacer nada al respecto. Te lo puedo explicar todo, pero tendrás que hacer como que no sabes nada.
—Entonces es mucho mejor que no me digas nada. Yo no sirvo para ese tipo de juegos.
—Me siento más segura si sé que tú conoces la verdad —dijo. Era raro, porque siempre tuve la sensación de que no confiaba en mí. Tal vez estaba equivocado —y sé que te esforzarás en cumplir tu palabra. ¿No?
—Sí, qué remedio... —suspiré.
—Estamos muy cerca de dar con el culpable que envenenó a Zelda.
—¿Qué? ¿Cómo es posible? Diosas, sabía que Zelda tramaba algo, pero no imaginaba que sería algo tan grave...
—Si no vuelves a calmarte, no diré nada más. Me gusta más hablar con el Link meditativo que he descubierto en la aldea que con el bárbaro que se empeña en recibir mis puñetazos en un duelo a espada.
—Soy el Link meditativo, lo prometo —en realidad había una especie de volcán dentro de mí.
Impa no abrió la boca hasta mucho después, incluso creí que no me diría ni una palabra más.
—Bien, ahora que tus aguas han vuelto a su cauce, seguiremos. Su alteza averiguó algo importante mientras estábamos en el castillo. Encontró una muestra de los Ojos de la Muerte. No es seguro que se trate de la misma sustancia, nada más llegar a la aldea le pedí que visitase a mi hermana para que nos ayude a comprobarlo.
—No sé si Zelda ha ido a ver a tu hermana, apenas nos hemos separado todo este tiempo...
—Motivo por el cual aún no habrá ido a verla. Sería conveniente que te hagas el despistado para que ella pueda actuar.
—Sí, sí... está bien.
—La clave de todo esto, es que sospechamos sobre quién puede ser el envenenador. Y es una suposición arriesgada, que hoy por hoy aún me confunde.
—¿Y bien?
—Se trata del príncipe Kahen.
Sentí como si la sangre me abandonase el cuerpo y me quedé helado. El bastardo de Kahen... por supuesto, si ella me lo hubiera contado estando en el castillo, yo habría terminado lo que empecé mucho tiempo atrás, cuando ese imbécil mató a la hermanita de Eve.
—Esto duele mucho a nuestra princesa, como podrás imaginar. Nadie espera eso de un hermano —prosiguió Impa, aunque yo estaba ideando maneras de agarrar del cuello a Kahen para que confesase la verdad.
—Sí. Imagino que sí.
—Y lo peor... vamos, Link, mírame porque sé lo que estás pensando.
Me forcé a levantar la vista y a centrarme por un segundo.
—Como decía, lo peor es que aún no sabemos si es culpable —dijo.
—Diablos, ¡por supuesto que es culpable! Ha intentado matar a mi mujer, ¿por qué? ¿Quién hace algo tan horrible? ¿Qué es lo que teme de ella? Porque te juro que si lo tengo delante y osa admitir que ha hecho eso yo-
—Bien, puedes tener todas esas reacciones ahora, para poder cerrar el pico después de esta conversación.
—¿Qué has averiguado en ese bosque? ¿Por eso has ido hasta allí?
—No gran cosa —resopló —el príncipe parece un poco descentrado, pero no tengo ninguna prueba en su contra. Hemos de ser prudentes y seguir investigando sin levantar sospechas.
—¿Qué le dijiste para largarte de la misión?
—Que me necesitaban en mi aldea. Nunca le gustó que yo anduviese cerca... intentó todo el tiempo que el rey me asignase otra misión diferente...
—¿Y cómo convenciste al rey para ir con Kahen?
—Es el príncipe heredero del reino. No me costó apenas nada hacer ver que su protección es algo importante.
—Eres lista, Impa de los sheikah...
—Bien —se puso en pie —¿estás mejor después de haber llenado el estómago?
Asentí enérgicamente. Ella me tendió la mano y me ayudó a que yo también me incorporase.
—Descansa entonces, capitán Link. No sabemos qué nueva sorpresa nos depara esa montaña.
—¿Vendrás con nosotros?
—Sí, por supuesto —entrecerró los ojos, estudiándome —confío en ti. Espero que no quiebres esta confianza.
—No lo haré.
Al día siguiente, antes de que amaneciese del todo, salí a cortar la leña. Mis amigos seguían roncando, bocas abiertas y sábanas revueltas, como dos niños grandes. Caminé de puntillas por la casa aunque, diablos, las maderas del suelo crujían bastante. Pegué el oído a la puerta de los aposentos de Zelda y reinaba el silencio. Bien. Era bueno que durmiese. Era buena e inocente, ¿cómo podía su hermano hacerle algo así? Todavía estaba vívida en mi mente la imagen de ella, pálida en su cama, con un corazón que parecía estar apagándose poco a poco. El odio me ascendió por la garganta y volví a tragármelo. Había dado mi palabra a Impa.
Los patriarcas tenían varios troncos de árboles apilados cerca de la casa, junto al cobertizo y la cuadra. Alguien ya se había encargado de prepararlos para hacer leña. Eran árboles rectos y de calidad, eso facilitaba el trabajo. Me puse manos a la obra. El sol salió y empecé a sentir calor, se notaba cada vez más la primavera.
—¡Link! ¡Por el Ojo de la Verdad! ¡No pensé que cumplirías tu palabra tan a rajatabla! —exclamó Barpa, que ascendió la pequeña pendiente que había hasta el cobertizo con un jarro de agua en la mano.
Bebí toda el agua de un trago, después me di cuenta de que casi había cortado todos los troncos, era un buen trabajo.
—Gracias —sonreí —sólo me falta un poco para acabar.
—No, ¡ni hablar! Debes estar muerto de hambre, Eri ha preparado un gran desayuno.
No sé por qué, pero sentí calor en las mejillas. Impa tenía razón, seguro que Barpa y su esposo se apañaban con poco y ahora íbamos a arrasar su despensa sin piedad. ¿Y si nadie se había encargado de suministrar bastante comida para esos ancianos?
—Vamos, no te quedes ahí pasmado. Y ponte la camisa porque tienes un pequeño público a tu alrededor.
Levanté la vista y... sí, cierto. Había gente curioseando qué estaba haciendo, y apartaron la vista o se pusieron en marcha cuando los descubrí mirando.
—Eres un regalo inesperado para las jóvenes de la aldea, pero no es conveniente que cojas frío, apenas hemos dejado el invierno atrás. Ven, desayuna, luego quiero que me acompañes a hacer algunos recados en la aldea.
El desayuno fue espectacular. Pero espectacular de verdad, en todos los sentidos. Eri había preparado un asado de cerdo con arroz y judías. No sé de dónde lo sacó, pero había enormes hogazas de pan crujiente en la mesa. Quesos, fruta fresca. Creo que vi llorar al pobre Fridd de felicidad ante semejante banquete.
Levanté la vista y vi a Zelda sonriendo al descubrirnos devorando como tres jabalís. ¿Por qué no me contó lo de Kahen? Vale, entendía que no lo hubiera hecho en el castillo, pero ¿y después? ¿Es que todavía no confiaba bastante en mí?
Más tarde di instrucciones a Ardren y Fridd para que agarrasen arcos y flechas y fuesen al bosque, a cazar algo. Había un bosque antes de llegar a la aldea, por el flanco nordeste, y seguro que podían cazar o recolectar algo con lo que volver a llenar la despensa.
—Link, me gustaría ir con Impa a visitar a su hermana y su familia —anunció Zelda, que había esperado la marcha de mis hombres para hablar conmigo a solas —¿te importa que vaya?
—No, ve.
Frunció el ceño y me examinó, inclinando un poco la cabeza. Alguna idea extraña pareció nublar su gesto, pero la descartó rápido.
—Es muy bonito lo que has hecho por Barpa y Ried'ham. Ahora tendrán mucha más leña de la que seguramente necesiten —sonrió.
—Mis troncos no son todos iguales, aunque lo he intentado de verdad.
Eso le hizo soltar una de sus carcajadas extrañas.
—Te veo más tarde, Orejotas —se inclinó hacia mí y me besó la mejilla antes de marcharse con Impa, que esperaba cerca de la puerta y cruzó conmigo una mirada de complicidad.
Acompañé a Barpa a varios sitios. A una tienda de telas. A otra de grano y especias. Paseamos por los huertos y... demonios, todas las zanahorias que vi en el huerto sheikah eran iguales, ¡iguales! Del mismo tamaño, sanas y naranjas y hasta parecían crecer en la misma dirección. Parecía cosa de magia... si Manroy viese algo así...
Más tarde Barpa dijo que le dolían las rodillas, y nos sentamos a descansar en una fuente que había en la plaza de la aldea. Allí había un artista intentando dibujar la estatua de piedra que había en el centro de la fuente. Tenía bastante talento, y recordé mis días como dibujante. Desde que murió mamá no había vuelto a dibujar, pero ahora había un trabajo en progreso que guardé en mis aposentos, en el Nido. Debía acabarlo en cuanto pudiese, pues era mi regalo de bodas para Zelda. Igual se reía de mí ante la idea, o a lo mejor se había olvidado por completo de esa promesa.
—Pareces decaído —observó Barpa.
—No, estoy bien.
—¿Alguna vez habías visto una efigie de la diosa Hylia? Las hay por todo Hyrule. Normalmente rodeadas de agua, son lugares importantes.
—¿Esa cosa es una estatua de la diosa Hylia? No se le parece en nada.
Esta vez fue Barpa quien soltó una carcajada escandalosa. Era raro ver reír a los sheikah, durante mucho tiempo creí que no reían en absoluto en base a lo poco que conocía de Impa y sus Ojos, pero Barpa era amable y siempre reía.
—Como si supieras el aspecto que tiene... —insinuó.
—No sé qué aspecto tiene. Pero no es así. No se parece en nada.
No sé por qué me vino la imagen de Zelda a la cabeza, riéndose mientras me veía devorar el desayuno. Fridd lo consideraría una especie de sacrilegio.
—Tu madre te educó un poco en la cultura de Hyrule, ¿no es cierto?
—Sí. Me enseñó a rezar a vuestra diosa.
—¿Lo haces?
—No muy a menudo —admití. Los rezos eran cosas de ancianos, la verdad, pero aquella mujer debía tener doscientos años y no me pareció cortés decirle algo así.
—Link, tu luz es especial —repitió —haz caso a tu instinto. El mío me dice que el destino te depara algo más allá que ser el consorte de nuestra princesa.
No añadí nada más y ambos estuvimos en silencio un buen rato. No fue hasta volver más tarde a la casa, que oí de lejos a mi mujer hablando sin parar, y riendo a carcajadas con Eri. Al menos ella estaba alegre, eso era bueno. A lo mejor había buenas noticias tras analizar las setas, no sé. Yo no podía evitar sentirme abatido, porque... ¿por qué no me contaba toda la verdad? Yo era un bárbaro un poco bruto a veces, pero por ella haría lo que fuese. Incluso no retorcer el cuello de su hermano.
Al caer la tarde salí con un té al porche. También desde allí se veía el Monte Lanayru. Habíamos decidido partir al día siguiente y ya teníamos todos los preparativos listos, habría nieve, pero Barpa creía que no habría más ventiscas y que el sendero del peregrinaje estaría despejado. Zelda me encontró allí solo, intentando poner un poco de orden en mi cabeza.
Se sentó a mi lado y me quitó el vaso de la mano, para beber ella un poco de té. Como veía que yo no estaba de muy buen humor, empezó a hablarme de su día, de los sheikah, de Necluda, del Monte... de todo menos de lo que me estaba ocultando.
—¿Estás enfadado por algo, Link?
—¿Mmmm?
—"Mmmm", "sí", "no", "vale", "ve". Sólo salen sonidos y monosílabos de tu boca.
—Qué va, para nada.
—Vamos, sé que te pasa algo. ¿Es culpa mía?
—No.
—Otro monosílabo —carcajeó —Ya te he dicho lo mucho que significa para mí que me acompañes en esto. Y... ¡ey! Mañana al fin sabremos qué es lo que indica el mapa que encontramos en la cueva, ¿no es emocionante?
No dije nada, sólo bebí mi té. No sé por qué complicaba tanto lo que era fácil. "Link, el imbécil de mi hermano ha intentado envenenarme. No vayas a retorcer su repugnante pescuezo, por favor." Fácil.
—Ya te he dicho que tengo ganas de volver a casa para estar contigo —prosiguió —y de que estemos juntos, en paz. Tus hermanos estarán bien, no debes preocuparte. No quiero que te preocupes por nada.
Me giré para mirarla y la vi abatida de repente, retorcía el borde de tela de su túnica. Puse la mano encima de la suya para detenerla, si seguía así iba a arrancarse un trozo. Ella se relajó de inmediato con el contacto. Podía enfadarme con ella por no confiar en mí, pero no podía permitir que se preocupase o que sospechase nada raro. Se lo había prometido a Impa, es todo. Y sí, bajo sus carcajadas y su parloteo, la princesa de Hyrule estaba preocupada y triste. Y eso me dolía más incluso que no me hubiera contado nada.
—No quiero que te preocupes por nada —repitió, acurrucándose en mi hombro.
—Tranquila, no lo haré.
