Disclaimer: todo lo que reconozcan es propiedad de Stephenie Meyer.


Capítulo 35.

Royce POV

Emmelie, Jasper y yo estábamos sentados en el sillón mientras observábamos como su madre andaba de un lado al otro de la sala, teléfono en mano, esperando a ser atendida por la juez Wilson. Hacía apenas unas horas habíamos recibido la citación a la última audiencia donde se decidiría la custodia de los mellizos. Lamentablemente, Emmett no se encontraba en el país y Rosalie no estaba demasiado dispuesta a ir sin él. Tampoco quería informarle a éste sobre la audiencia pues apenas hacía dos días Emmett y Kate por fin se habían ido de luna de miel.

– ¿Royce? – Emmie me llamó en voz muy bajita para no interrumpir a su mamá y yo me incliné para escucharla – ¿Por qué mamá está enojada con la juez Julie?

– No está enojada, Emmie – le aseguré – lo que pasa es que tu mami no quiere que su papi y Kate interrumpan sus vacaciones.

– Sí, porque tendrían que regresar de la luna y no debe ser muy rápido el viaje – asintió Jace con su cabeza y yo tuve que contener una carcajada.

– No están en la luna

– La abuela Esme dijo que se iban a la luna

– ¿La luna está hecha de miel? – se preguntó Emmie y yo me tapé la boca para ahogar mis carcajadas…hasta que la mirada furibunda de Rose me hizo guardar silencio.

– La luna de miel no es un lugar, así se le llama al viaje que hace una pareja cuando se casa – les expliqué, tratando de mantener mi semblante lo más serio posible – Su papá y Kate no pudieron hacerlo después de la boda porque él tenía la temporada de fútbol.

– Y luego llegamos nosotros – asintió conforme Jace

– Exacto, llegaron ustedes

– Y luego fuimos a la prueba de sangre

– Y con la juez Julie

– Y luego fue el Superbowl

Mientras los mellizos enlistaban todas esas actividades que habían realizado desde que conocieron a su padre, yo miré a Rosalie con el ceño fruncido. Podía imaginarme por qué no deseaba que Kate y Emmett interrumpieran su luna de miel, sin embargo, esto se trataba de un asunto de vital importancia para ella, estaba seguro de que se moría porque las cosas se aclararan así que no entendía su reticencia a presentarse por los dos. Sabía que podríamos platicar aquello en la cena, así que mientras intentaba convencer a la juez Wilson, yo miré a los niños a mis costados sabiendo que necesitaba distraerlos un poco.

– ¿Qué les parece si vamos a hacerle una sorpresa a su mamá?

– ¡Sí! – los dos se levantaron rápidamente

Cuando estuvimos al pie de la escalera, Rosalie se percató de que no estábamos en el sillón, me dirigió una mirada interrogante y yo le guiñé un ojo para que no se preocupara. Ella me mandó un beso y yo sonreí. Subí con los mellizos a su habitación, donde tomamos algunas fotografías con mi teléfono. Luego, nos dirigimos al estudio y armamos un collage de las que más nos gustaron. Lo dejamos como el fondo de pantalla y prometimos que no le diríamos nada a Rose, de ese modo, cuando lo viera por primera vez, se sorprendería muchísimo.

Justo cuando estábamos saliendo de la habitación, Rose iba subiendo la escalera. Los mellizos se voltearon a ver sorprendidos e inmediatamente se taparon la boca con las manos. Yo me reí y la rubia nos miró con la sospecha brillando en sus hermosos ojos azules.

– Tienen cara de travesura – nos acusó y yo levanté las manos en señal de inocencia

– No hicimos nada malo – respondí mientras me acercaba a ella y le quitaba un mechón de cabello para pasárselo detrás de la oreja – ¿Lograste aplazar el juicio?

– La juez no me prometió nada. Me dijo que tendría una respuesta el viernes – ella suspiró exasperada y yo reí. Siendo martes, imaginaba que sería demasiado esperar tanto.

– Con un poco de suerte tendrás una respuesta positiva – le aseguré dándole un beso en la sien y rodeando su esbelta cintura con mis brazos.

– Eso espero – ella recargó su cabeza en mi pecho y volvió a suspirar.

Por un instante, los dos nos quedamos abrazados y cuando por fin recordé que no estábamos solos, bajé la mirada sólo para encontrarme con que Jace y Emmie estaban sentados en el piso jugando silenciosamente con sus juguetes. Al parecer, los cuatro estábamos ajenos al hecho de que nos encontrábamos a medio pasillo. Rosalie también volteó a verlos y ahogó una risita al percatarse de la tranquilidad de sus hijos.

– Esto es nuevo – susurró en mi oído y yo reí bajito

– Creo que si nos movemos romperemos la paz – le respondí del mismo modo.

– Quedémonos así, entonces – ella me dio un beso en el cuello y volvió a acomodar su cabeza en mi pecho.

Con tantas cosas sucediendo a nuestro alrededor, un momento de calma era justo lo que necesitábamos. Así que me concentré en disfrutar la tranquilidad que se había apoderado de todos. Además, por fin parecía que las cosas iban por un mejor camino: el juicio acabaría, ella podría obtener justicia por lo que habían hecho en su contra y sus hijos por fin gozarían de una vida feliz. Saber que ella estaba tan cerca de cerrar un capítulo tan doloroso de su vida también era un alivio para mí. Por fin podríamos ver a futuro, y yo quería poder disfrutar, por primera vez en mi vida, de esa oportunidad.

Después de unos veinte minutos, en lo que lo único que se escuchó en casa fueron las respiraciones de los cuatro y algunos comentarios al aire de los mellizos al jugar, los cuatro nos fuimos a cenar a un restaurante de comida italiana que les gustaba mucho a los pequeños y que, gracias al cielo, tenía un área de juegos que siempre estaba vigilada por varios animadores que se encargaban de mantenerlos entretenidos. De ese modo, Rosalie y yo podríamos platicar un poco.

Apenas terminaron el postre, Emmie y Jace salieron corriendo hacia los juegos. Rosalie rió y, al asegurarse de que los niños habían llegado a su destino, cambió de lugar para sentarse a mi lado. Yo rodeé sus brazos con el mío y besé su sien.

– ¿Ya me vas a contar qué es lo que te está poniendo tan ansiosa?

– ¿Habrá un día en que dejes de ser tan perceptivo? – respondió a mi pregunta con otra. Yo reí y ella rodó los ojos, pero una sonrisa comenzaba a dibujarse en la comisura de sus labios.

Sabiendo que lo mejor era permitirle poner sus ideas en orden, no repetí mi pregunta y tampoco insistí. Poco a poco, nuestra relación se había vuelto tan sincera que sabía que acabaría diciéndome qué era lo que la tenía tan preocupada. Los dos nos contábamos todo, hasta los detalles más aburridos de nuestros días. Y así como ella había sido valiente al confesarme la existencia de los mellizos, yo le había expuesto mis temores con respecto a mi presencia en su vida.

Yo no tenía hermanos menores, mis padres siempre me habían rodeado de personas adultas y la mayoría de mis primos eran mayores que yo. Todavía estaba aprendiendo a desenvolverme frente a ellos. Y todavía no me sentía muy cómodo con sus muestras de afecto. Era algo completamente nuevo para mí, pero poco a poco iba aprendiendo cómo comportarme con ellos y Rosalie se había mostrado más que dispuesta a darme ese espacio y tiempo para irme familiarizando con lo que implicaba convivir con los mellizos.

– ¿Alguna vez te has enterado, por error, de algo importante sobre una persona cercana a ti y que sabes que no te correspondería saber? – me tomé un momento para meditar la respuesta a esa pregunta.

– Sí…si he de serte cien por ciento sincero, creo que experimenté mucho eso cuando Emmett me pidió que lo ayudara con sus sospechas – respondí mientras entrelazaba mis dedos con los suyos – No es una postura fácil. Para mí fue un alivio poder contártelo todo. Pero, ese día que platicamos y estuve hablando con Kate mientras esperaba a Emmett, tengo que confesar que me sentí muy incómodo por saber cosas de su familia que, dudaba, ella misma supiera

– Entiendo que Emmett y Kate siempre serán parte de mi vida – ella volteó a mirarme y yo asentí. Podía comprender lo que eso implicaría – Pero siento que sé cosas sobre su matrimonio que no debería de saber

– ¿Quieres compartirlo conmigo? – sabía que el enterarme, también podría cambiar mi perspectiva, pero si la ayudaba a desahogarse, suponía que valdría la pena. Ella asintió. Se pasó una mano por el cabello, se mordió el labio y luego me miró

– Kate no puede tener hijos – el simple hecho de decirlo en voz alta pareció quitarle un peso de encima. Y yo entendí por qué podía tenerla ansiosa – Al parecer fue a ver a mi ginecóloga, que además es amiga mía. Kate tuvo cita con ella justo antes de que yo fuera por Aline para irnos a almorzar. Cuando llegué por ella, me sorprendí al ver el nombre de Kate en la lista de pacientes. Entonces fue cuando me percaté de que Aline estaba más seria que de costumbre y me contó sobre sus resultados. Por supuesto que ella no podía ni imaginarse que se trataba de la esposa de mi expareja.

De repente, sus intentos por no interrumpir la luna de miel de Emmett y Kate cobraban mucho más sentido. Y con este nuevo entendimiento, me llegó a un conocimiento más importante. Rosalie tendría todas las razones para odiar a Kate, unas más validas que otras, y debería quererla lejos de sus hijos y del padre de éstos. En vez de ello, empatizaba con ella de una manera sincera y auténtica. Volví a atraerla a mis brazos.

– ¿Por qué te preocupa?

– No me preocupa – ella aseguró vehemente y yo le creí – Es sólo que me gustaría haberme ahorrado el saberlo.

– Por eso quieres aplazar el juicio ¿no es cierto?

– Sí. No sé si Emmett lo sepa o no, pero la última vez que los vi, parecían genuinamente felices. No quisiera que tuvieran que acortar su luna de miel. Se merecen este respiro de tantas cosas negativas pasando a nuestro alrededor.

– Es muy generoso de tu parte pensar así – comenté – gracias a mi amistad con James, sé que su situación es única, y que están tomándolo como una lucha conjunta no un padre contra otro.

– Ya pasé cuatro años pensando que podría mantener a los Cullen apartados de mi vida. Ahora sé que serán siempre la familia de mis hijos así que quiero que todos estén bien para que Emmie y Jace lo estén.

– ¿Señorita Hale? – una voz tímida y joven nos hizo voltear. Traía a Emmelie en brazos y la pequeña tenía una mueca de tristeza en los labios – Disculpen por la interrupción, pero Emmie se resbaló, y aunque no le pasó nada, ya no quiso seguir jugando.

– ¡Oh, mi cielo! Siento mucho que te hayas caído ¿Te sientes bien? – Rosalie tomó a la pequeña y besó su sien. La pequeña asintió, pero no dijo nada – Muchas gracias por traerla

– Es un placer – la joven nos sonrió y luego se dirigió a la pequeña – espero que podamos volver a jugar pronto, Emmie

– Gracias, Jenny – la pequeña le dijo antes de acurrucarse en el cuello de su madre.

– ¿Quieres que ya nos vayamos, mi amor?

– Cuando Jace termine de jugar. Se estaba divirtiendo mucho – ese comentario me hizo sonreír con ternura.

Definitivamente, Rosalie había inculcado en sus hijos sus mejores cualidades, entre las cuales se encontraba su generosidad con los demás. Y, como ya me imaginaba, no pasó demasiado tiempo para que Jace se reuniera con nosotros. Él tampoco se sentía bien jugando si su hermanita no estaba. Después de pagar la cena, fui a dejar a Rose y a los niños a su casa. Era noche de escuela, así que había que estar a tiempo para su hora de dormir. Mientras la rubia cumplía con la rutina de acostarse, yo me fui a la sala a leer un rato.

Cuando terminó y se reunió conmigo, yo ya había avanzado tres capítulos. Fuimos a la cocina y preparamos té.

– ¿Está bien, Emmie?

– Sí, no tiene ni un moretón. De todos modos, mañana tenemos cita con el pediatra para que les pongan sus vacunas, así que aprovecharé para que la revise – ella frunció los labios

– ¿Sucede algo?

– Será la primera vez que vuelva al hospital de los Cullen

– ¿Quieres que vaya contigo? – me ofrecí, inmediatamente revisando mi agenda en mi mente.

– No, gracias. Es algo que tengo que enfrentar sola tarde o temprano

– Muy bien. ¿Me llamarás si necesitas algo? – ella me dirigió esa sonrisa que hacía que me temblaran las piernas y se me acelerara el corazón.

– ¿Y si sólo necesito oír tu voz? – se acercó a mí y me rodeó el cuello con los brazos. Yo correspondí, pasando los míos alrededor de su cintura

– Tú sólo dime lo que necesitas y lo tendrás

– Unas vacaciones no estarían mal – ella me dijo en broma – pero en este momento necesito que me beses.

Por supuesto que no la decepcioné. Es más, tuvimos que detenernos antes de que los mellizos pudieran aparecer y encontrarnos en una situación indecorosa. Cuando los dos tuvimos la ropa acomodada, le anuncié a la rubia que era momento de irme. Sabía que para ella también se iba haciendo cada vez más difícil el que nos tuviéramos que separar cuando los mellizos se quedaban en casa. Ojalá pronto pudiéramos discutir eso. Mientras manejaba camino a mi edificio, me pregunté qué tan "a prueba de niños" sería el departamento.

Rosalie POV

Respiré profundamente mientras apagaba el motor de la camioneta. Ya estábamos en el estacionamiento del hospital. Cerré los ojos y me recordé que hacía esto por mis hijos, que las cosas habían cambiado y que no tendría por qué ir al ala de hospitalización. Podía hacer esto. Habían pasado cinco años y ya había hecho las paces con lo sucedido. Esto sólo sería una manera de hacerlo también con este lugar. Repitiéndome esto como un mantra, por fin me bajé y saqué a los mellizos de sus sillitas. Los dos me tomaron de la mano y nos aproximamos a la entrada. Ellos estaban más tranquilos, después de todo, los dos ya habían venido con su abuelo Carlisle apenas llegamos a la ciudad.

– Mami, cuando salgamos del doctor, ¿podemos ir a decirle hola al abuelo Calile? – Emmie me preguntó mientras nos registraba en la recepción.

– Déjame pregunto si está – le respondí y me volví a la recepcionista – Disculpe, señorita ¿Sabe si el doctor Cullen está hoy en el hospital?

– ¿Quién quiere saber? – me preguntó con profesionalismo

– Nosotros – respondió Jace alzando la mano – El doctor Calile es nuestro abuelo

– Permítanme un minuto – ella descolgó un teléfono y marcó una extensión – Hola, Linda. Están aquí los nietos del doctor Cullen ¿está hoy? ...Ya veo…muy bien. Gracias – ella se volvió a nosotros y les dirigió una sonrisa apenada a los niños que me indicó que no tenía buenas noticias – me temo que el doctor Cullen está en el quirófano en este momento…pero, el señor Cullen está en su despacho, si quieren pasar a verlo

– Le agradezco mucho

– Mami ¿quién es el señor Cullen? – preguntó Emmie mientras nos dirigíamos al elevador

– Seguramente se refería a tu tío Edward

– ¿Podemos ir a saludarlo?

– Primero, vamos a su cita. Y ahorita le mando un mensaje para ver si puede recibirnos – sostuve las puertas del elevador y esperé hasta que hubiéramos entrado para sacar mi teléfono.

"Hola Edward. Traje a los niños al pediatra y la recepcionista nos dijo que estás aquí. ¿Podemos pasar a saludarte cuando salgamos de consulta?

Llegamos al área de pediatría. La enfermera nos recibió y nos indicó que había que pesar y medir a los pequeños para comenzar su expediente. Mientras ella se encargaba de eso, mi teléfono vibró una vez en mi bolso, indicándome que tenía un mensaje.

"Por supuesto. Me encantará saludar a mis sobrinos consentidos"

Cuando pasamos al consultorio, conocí a la doctora Siobhan. Ella había trabajado por muchos años al lado de Carlisle y era la encargada de toda el área de Pediatría. No me sorprendió demasiado que fuera ella quien se hiciera cargo de los mellizos. Y tengo que confesar que estaba encantada, era una mujer muy segura de sí misma y trataba ambos con gentileza y firmeza a partes iguales. No permitió que la distrajeran y les explicó con mucha calma por qué las vacunas eran necesarias. Para cuando hubo terminado, Emmie y Jace seguían calmados y con los ojos abiertos de par en par. Al parecer se imaginaron que las vacunas les dolerían y se habían preparado para llorar. Sólo que jamás llegó el momento para hacerlo.

Conmigo, Siobhan se comportó de igual modo. Me pidió que se les hicieran exámenes de sangre a los pequeños y me pidió también la dirección de correo electrónico de su pediatra en Manchester para poder preguntarle por sus antecedentes. Además, insistió en que se le realizara una nueva radiografía a Jace, quería asegurarse de que todo hubiera sanado a la perfección. Afortunadamente para mí, logré responder a todas sus preguntas sin titubear. Pareciera que me ponía a prueba como mamá, y no pude evitar sentirme como cuando era adolescente y un profesor me hacía una pregunta en clase para evidenciarme. Menos mal me había vuelto menos altanera, porque de no ser así, Siobhan y yo nos habríamos llevado muy pero que muy mal.

Al terminar, me dio algunas indicaciones y me pidió que agendara otra consulta para cuando tuviera los resultados de la radiografía de Jace. Yo me despedí de ella, estrechándole la mano y ella me respondió con una sonrisa. Cuando salí, no pude evitar la sensación de alivio que experimenté: Había pasado el examen. Los niños también se encontraban algo aturdidos, así que antes de ir con su tío Edward, fuimos a hacer la cita de Jace para la radiografía. Al parecer, tenían tiempo para realizarla en ese momento, así que aprovechamos para no tener que hacer un viaje más. Mientras Jace entraba, Emmelie y yo fuimos a la cafetería a comprar unas galletas y un té para mí.

Hasta ahora, no había tenido ni un minuto para pensar en otra cosa que no fueran los niños. No quería abrir mi mente a los recuerdos que no me harían ningún bien. Tomé la mano de Emmie y nos fuimos a Radiología para esperar a Jace. Mi pequeña se sentó en mi regazo y comenzó a mordisquear una galleta. Se le notaba tranquila, lo que me indicaba que Jace también estaba bien. Yo había convivido lo suficiente con Edward y Alice para saber que su conexión era profunda, sin embargo, ni eso logró prepararme para lo que implicaría tener hijos mellizos.

– ¿Mami?

– ¿Sí, mi amor?

– ¿Por qué la doctora Siobhan quiere ver los huesos de Jace? – ella frunció su ceñito – el abuelo Calile lo revisó y dijo que estaba bien.

– Bueno, es que ahora la doctora Siobhan será su pediatra y seguro quiere hacer muy bien su trabajo. Que no haya dudas de que tu hermanito está sano y sin ningún problema – le expliqué mientras pasaba una mano por su cabello.

– Pero Jace está bien – ella aseguró y yo le creí. Si había alguien que sabría si algo estuviera mal con Jace, ésa tenía que ser Emmie.

– Tú lo sabes y yo lo sé. Esta es la manera de que la doctora Siobhan también lo sepa. Con esto no habrá dudas

– Yo conozco a esa hermosa señorita – la voz de Carlisle nos hizo voltear a ambas.

– ¡Abuelo Calile! – Emmie abandonó mi regazo y fue a los brazos de su abuelo – Nos dijeron que estabas ocupado y que no íbamos a poder verte hoy – ella le dio un beso en la mejilla y se colgó a su cuello

– Bueno, acabamos antes de lo que esperábamos y mi recepcionista me avisó que estaban aquí, así que decidí darles una sorpresa – él besó a mi niña y yo me puse de pie – Hola, Rosalie. Qué bueno que pude verlas ¿dónde está Jace?

– Hola, Carlisle. Siobhan le mandó a hacer una radiografía, así que está dentro – le expliqué mientras él reía y negaba con la cabeza.

– Esa testaruda mujer, le dije que Jace estaba bien. Pero le agradezco que sea tan cauta. ¿Estás satisfecha, Rosalie? – el que me preguntara que opinaba me sorprendió.

– Sí…absolutamente. Tiene un buen trato con los niños y es una doctora muy competente – respondí sintiéndome algo cohibida.

– Si tú quisieras buscar a otro pediatra fuera del hospital, todos lo entenderíamos – ah, parece que no disimulé tan bien.

– La doctora Siobhan me cae bien ¿podemos quedarnos con ella, mami?

– Por supuesto, amor – le respondí a mi hija con una sonrisa y luego volví a mirar a Carlisle – Te agradezco el gesto, Carlisle, pero estoy segura de que en este hospital mis hijos estarán en buenas manos.

Él desvió la mirada y yo hice lo mismo. Al parecer no era la única que recordaba el accidente que estaba nublando cada uno de mis pensamientos. Afortunadamente para los dos, en ese momento salió Jace con una sonrisita de suficiencia que yo no pude evitar reír al verla. ¡Dios! ¡Cómo se parecía a su padre! Jace se emocionó al ver a su abuelo y los cuatro nos dirigimos al elevador para poder ir a saludar a Edward. Los niños continuaron charlando con su abuelo en todo el camino y yo agradecí que la atención no estuviera fija en mí. Supuse que Carlisle estaba al tanto de mis emociones, así que mantuvo la conversación centrada en ellos.

Llegamos al despacho de Edward y fue Carlisle el que se acercó a tocar. Escuchamos que él nos indicaba que pasáramos y al abrir la puerta, los mellizos entraron rápidamente y gritando efusivos para ver a su tío. Su abuelo me cedió el paso y yo le agradecí con un gesto de la cabeza mientras entraba. No pude evitar soltar una risita al ver que Emmie ya estaba subida al regazo de su tío, cubriéndolo de besos mientras que Jace ya estaba inspeccionándolo todo.

– ¿Tío Edwad, ésos son papá y mamá? – el comentario de mi hijo me hizo alzar una ceja. Entonces la mirada de Edward se encontró con la mía. La tristeza era evidente en él, así que yo me pregunté qué podría estar viendo. Al oír eso, Emmie también había dejado de abrazarlo y ahora estaba mirando la pantalla

– ¿Por qué mami tiene esa cosa en la boca? – preguntó y yo tuve que rodearme el torso con los brazos.

– ¿Edward? – Carlisle fue el que hizo la pregunta más importante

– Yo…había olvidado que las habitaciones de esa ala tenían cámaras de vigilancia – Edward parecía contrito – creí que podría identificar al doctor que…bueno, que revolvió todo el asunto

– ¿Por qué mamá estaba en cama?

– Porque su papá y yo tuvimos un accidente – les respondí con la voz entrecortada

Las palabras de Emmett resonaron en mi cabeza: "…yo no podía dejarla ir sin antes despedirme. Fui a buscarla. Estuve un momento a su lado, rogándole que no se fuera." Edward y Carlisle sabían perfectamente lo que estaba pasando por mi cabeza. Como si los tres hubiéramos regresado al día en que nos habíamos reencontrado. El menor me miró con empatía y yo quería gritar de la pura frustración que sentía. ¿Por qué tenía que estar viendo eso ahorita? Quería decirle que no importaba, que lo había superado. Y otra parte de mí, probablemente mi corazón y mi alma, anhelaban poder ver esa despedida que nunca tuve oportunidad de vivir.

– Rosalie…

– ¿Pue…puedo verlo?

– Por supuesto – Edward tomó a Emmie en sus brazos y le tendió una mano a Jace – vamos a darle unos minutos a su mamá

– Pero yo también quiero verlos – protestó Emmie

– No es algo que ustedes deban ver, pequeños – Carlisle les sonrió – ¿Qué les parece si les muestro la parte del hospital que es especial para la familia?

– ¿Tenemos una parte para nosotros? – preguntó Jace con los ojos abierto de la sorpresa.

Carlisle salió con los niños y Edward se quedó unos segundos atrás. Me miró con profunda tristeza.

– Tal vez necesites…un poco de espacio después de ver eso – él jamás se había comportado con tanta empatía conmigo, pero en esos momentos le estaba más que agradecida – Si está bien contigo, papá y yo podemos llevar a los niños a cenar.

– Yo…se los agradecería mucho – intenté sonreír, pero me fue imposible

– Muy bien, cuando quieras que te los lleve a casa, me mandas un mensaje – él me dijo con calma y yo, aunque extrañada por esa familiaridad, lo aprecié bastante.

– Gracias, Edward.

Él asintió y cerró la puerta tras de sí. Yo inspiré profundamente tres veces antes de poder sentarme frente a la computadora. Al vernos a Emmett y a mí ahí, hacía cinco años, logró que todo mi estómago se tensara. Me pregunté si sería lo suficientemente fuerte para poder verlo. Mi cuerpo respondió más rápido que mi mente, pues ya estaba pulsando el botón para reproducir el video.

"No te rindas, mi amor, por favor. Tienes que salir adelante, Rose. No puedes dejar de luchar ni un minuto. – un sollozo escapó de mis labios al ver cómo Emmett tomaba mis manos y las dejaba sobre mi abdomen – Perdóname por no saber cómo ayudarte. Perdóname porque no voy a poder cumplir todas mis promesas. Te amo con toda mi alma, mi amor. Ojalá eso fuera suficiente para seguir juntos. Te lo suplico, no te rindas. – las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas sin poder controlarlas – Tienes muchos sueños que alcanzar, Rosie. – durante unos segundos no se escuchó nada más que mi corazón en el electrocardiógrafo – Hubiera estado toda mi vida a tu lado ¿lo sabes, verdad? Hasta arrugarnos como pasitas – sin poder evitarlo, me reí a través de mis lágrimas. Su manera de pedirme matrimonio había sido tan auténtica y divertida como lo era él mismo – Antes de irme, quiero que sepas que…te perdono, mi amor. Sé que jamás fue tu intención que yo saliera herido. Siempre te recordaré como la chica que se sentó a estudiar conmigo las jugadas del equipo de la Universidad, te recordaré diciéndome que me amabas al mismo tiempo que yo te lo decía. Gracias por todo lo que me diste, mi amor. Gracias por ser la mujer de mi vida – no pude más, me cubrí la boca con una mano para que mis sollozos no se escucharan fuera de estas cuatro paredes. Perdonarme por lo que le había causado me había costado muchos años y él me había perdonado apenas salió del peligro. Y aunque me desgarraba por dentro el saber que nos habían separado, no podía evitar sentir cierta paz al saber que él no me había guardado ningún rencor y que me había ido a buscar para poder despedirse. De maneras muy distintas los dos habíamos buscado la manera de hacer las paces con lo que había sucedido.

Tuve que esforzarme para poder recuperar el ritmo de mi respiración. Cuando lo logré, me sequé las lágrimas con un pañuelo desechable que tomé del escritorio. Y mientras lo hacía, pude ver al doctor entrar y explicarle a Emmett lo de mi embarazo. Verlo llorar una vez más me rompió el corazón. No podía imaginarme el dolor que habría sentido en ese momento: siempre había sido nuestro sueño tener una familia numerosa. Escuché cómo él se despedía del bebé y le pedía que cuidara de mí. Sonreí con nostalgia, pues eso es lo que Emmie y Jace habían hecho estos años. La petición de Emmett había sido escuchada por nuestros hijos. Con esa sensación agridulce, cerré el video y apagué la computadora para salir de ahí.

No me esperaba tener una tarde libre, pero no podía negar que me sentía muy agradecida con Edward. De hecho, ahora que ya había pasado toda la tensión de nuestro encuentro, no podía evitar notar que se comportaba increíblemente amable conmigo. Ni siquiera en mis primeros meses al lado de su hermano, cuando todo era perfecto, había sido tan gentil o amable. Resultaba desconcertante, seguramente Emmett ya le habría comentado sobre el papel que había jugado Heidi en mis adicciones y lo poco que tenía que ver yo con ello.

Y aunque Royce y Emmett estaban convencidos de que todo era culpa de terceros, yo no podía desprenderme de toda responsabilidad: quizás Heidi y los Denali me habían vuelto adicta, pero no podía cegarme a mí misma. Porque tenía que recordar mi época anterior a Emmett, cuando recién habían fallecido mis padres, me había vuelto una joven rebelde y había comenzado a beber desde los dieciséis años: Jasper se las había visto negras tratando de mantenerme sobria. Quizás en mi época de modelo, Heidi me había proveído de las drogas, pero había sido yo quien las había aceptado en cada instante aun cuando sabía lo fácil que era para mí desarrollar un vicio.

Afortunadamente, ya había trabajado conmigo misma, había ido a terapia por muchos años y me había perdonado por el daño que había causado, no sólo a Emmett, sino a mí misma también. Había dejado los excesos atrás y ahora vivía una época mucho más sana y feliz. Desde que me enteré de que estaba embarazada, había trabajado mucho en sanar mi vida en todos los aspectos: había asistido a terapia por mi bienestar emocional y también había trabajado en desintoxicarme para equilibrar mi cuerpo. Con la conclusión del juicio por la custodia, yo podría cerrar todos los ciclos que habían quedado inconclusos en mi vida.

Aproveché que tendría el resto de la tarde para mí y fui a comprar una ensalada. Al llegar a casa, me encontré con que Nessie estaba preparando la cena mientras tarareaba y bailaba. Yo sonreí al verla tan feliz, me di cuenta de que traía puestos los audífonos y me pregunté cómo le haría para hacerle saber que ya había llegado sin asustarla.

– ¿Ness? – la llamé y no tuve respuesta – Nessie – volví a hacerlo un poco más alto con el mismo resultado de modo que me acerqué un poco más – ¡Vanessa!

– ¡Ay no hagas eso! – ella me reclamó quitándose un audífono – Nunca me llamas Vanessa

– Pero bien que me escuchaste – añadí burlonamente mientras me asomaba a ver lo que estaba preparando – ¡Uy! Eso se ve bien. Traje una ensalada para poder acompañar el asado.

– ¿Y dónde están Emmie y Jace?

– Se quedaron con su abuelo y su tío Edward. – le comenté mientras iba al refrigerador y sacaba una botella de vino blanco – ¿Y tú? ¿Por qué no estás con Jake?

– Su padre y su hermana han venido a visitarlo, así que los ha llevado a turistear un poco – ella me explicó con tranquilidad – Además, tengo algo que contarte – apagó el fuego y ambas nos sentamos en la barra a esperar que el guiso se asentara un poco – estuve yendo a varias universidades y este verano podré hacer el examen de ingreso.

– ¡Eso es maravilloso, Ness! – exclamé verdaderamente emocionada por ella – ¿Ya pensaste en lo que quieres estudiar?

– Sí, me gustaría estudiar algo de negocios y finanzas, quiero aprovechar mi habilidad con los números – ella sonrió algo sonrojada – además, Jake ha sugerido que, de quedarme en Columbia, podría irme a vivir con él. Me quedaría mucho más cerca y podría ahorrarme el dinero del transporte.

– Royce es egresado de Columbia y me parece que también se licenció en algo así, podrías hablar con él si quisieras saber un poco más – le comenté mientras comenzaba a poner la mesa.

– ¿Te molestaría si me fuera a vivir con Jake?

El temor en su voz me hizo sonreír con ternura. Desde que Nessie entró a mi vida, ella se había convertido en una hermana menor para mí. Había agradecido profundamente cada noche que pude dormir gracias a que ella estaba ayudándome con los mellizos. Se había vuelto una parte importante en mi vida, pero siempre había sabido que, en algún momento, ella querría hacer su vida y que dejaría de vivir con nosotros. Haberlo aceptado no lo hacía más fácil, pues me dolería mucho no tenerla bajo mi techo. Sin embargo, sería algo con lo que tendría que aprender a vivir.

– Ness, eres mi hermanita – le dije sentándome a su lado y tomando su mano – siempre voy a querer para ti lo que te haga feliz. Si estudiar en Columbia y vivir con Jake te hará sentirte así, eso es lo que tienes que hacer.

– No sé si algún día seré capaz de pagarte por todo lo que has hecho por mí

– No tienes que hacerlo, nos encontramos porque nos necesitábamos y gracias a eso volvimos a tener una familia. Ahora, tenemos la posibilidad de empezar otra etapa y está bien si tienes que mudarte. Sólo espero que sepas que esta siempre será tu casa y que te ayudaré a pagar tu matrícula – ella empezó a abrir la boca y yo negué con la cabeza – No me empieces a responder, que para mí es un placer ayudarte a alcanzar tu sueño.

– Pensaba buscar un empleo y solicitar una beca – ella me respondió y yo le sonreí.

– Hazlo, tus notas son más que excepcionales y un trabajo te ayudará a ganar experiencia, pero no vas a decir nada que me haga cambiar de opinión. Pasaste años ayudándome con los mellizos sin esperar nada a cambio, así que no te atrevas a decirme que no te mereces mi ayuda – antes de que me dijera algo más, la abracé – Te quiero muchísimo, Ness.

– ¿Alguien te ha dicho que eres una manipuladora experta? – preguntó y yo no pude más que soltar una carcajada.

– Sí, y sí lo sé. Y como estoy segura de que tú también lo sabes, sabes que esto es tema zanjado – le aseguré mientras le acariciaba el cabello con ternura.

– Estamos hablando de Columbia, es una universidad IVY – ella me miró con una ceja levantada

– ¿Y?

– ¿Alguna vez alguien ha podido contigo?

– Sí, Emmett. Hace meses sobre las colegiaturas de Emmie y Jace – le respondí mientras comenzaba a poner la mesa – ya ves, que se tardó años. Cuando seas dueña de un imperio puedes comprarme un avión privado y estaremos a mano.

– Eres imposible – me dijo con una sonrisa y yo reí.

Las dos terminamos de preparar la mesa y la cena. Mientras comíamos, nos dedicamos a platicar de cosas tan banales como el último capítulo de la serie que estábamos viendo hasta las últimas botas que habíamos comprado. Fue una plática tan ligera que me ayudó a sentirme igual. Cuando Edward me trajo a los mellizos, me sentía más yo misma y fui capaz de saludarlos con la alegría que merecían.

Carlisle POV

El descubrimiento de Edward no me había dejado tranquilo. Así que había esperado a que se marchara de la casa con los mellizos para poder volver al hospital. Cuando me subí a la camioneta, no me sorprendí al encontrar a mi esposa en el asiento del copiloto. Su bolso acomodado al lado de sus piernas y el cinturón de seguridad abrochado me indicaron sus intenciones. Sabiendo que esto correspondía a la familia, no dije nada.

Al llegar a mi consultorio, moví una de las sillas para que los dos pudiéramos estar frente a mi monitor y me puse a buscar los videos de seguridad del día del accidente. Había cosas que ninguno tenía ganas de revivir, así que me enfoqué en la cámara que había en la habitación donde Rosalie había sido internada y que era la misma que Edward había estado revisando. Pulsé el botón de reproducir después de que los enfermeros de turno la hubieran acomodado. Esme me tomó de la mano y yo acaricié sus dedos tratando de transmitirle un poco de calma.

Una versión cinco años más joven de mi mujer apareció para asegurarse de que la rubia estuviera bien acomodada. Ella volvió a salir, la preocupación evidente en sus rasgos. Los dos volvimos a consolarnos. Esto iba a ser tedioso y estresante a partes iguales. Sin embargo, ninguno de los dos estaba dispuesto a dejar de ver. Estaba adelantando una parte donde estaban lavando a Rosalie cuando mi mujer me detuvo.

– ¡Espera! ¿Hay cámaras en ese vestíbulo? – me preguntó

– Sí ¿por qué?

– Mira, afuera de la habitación se ve que el doctor se acercó a alguien – ella me señaló la esquina superior del video.

Así que abrimos los videos del vestíbulo y buscamos el día y la hora que habíamos estado revisando del interior. Cuando el video llegó al momento, mi mujer y yo nos miramos. Ella asintió y yo pulsé el botón de reproducción

– No sé cómo, pero no sufrió un aborto como yo me hubiera imaginado – el doctor se movió de lugar y Esme y yo no pudimos ver con quién hablaba.

– Ese bebé puede arruinarlo todo – esa voz logró que un estremecimiento me recorriera entero al reconocerla.

– Lo que debería preocuparte en este momento no es que Rosalie esté embarazada, si no que Emmett no se muera. De otro modo, todo esto fue para nada – al oír aquello, Esme y yo volvimos a mirarnos.

– ¿Crees que no lo sé? Para empezar, el idiota ni siquiera debió subirse a ese coche. Si tan solo Tanya hubiera logrado enganchar a Edward tendríamos un plan B en caso de que Emmett no sobreviviera – me llevé una mano al rostro, no podía creer lo que estaba escuchando.

– Mira, esto tiene fácil arreglo: yo le diré a Esme que el bebé tiene pocas posibilidades de sobrevivir y tú puedes convencerla de que es mejor que ella se salve a que muera junto con su hijo

– ¿Puedes?

– Por supuesto

– Bien, ahora falta esperar que Kate no arruine todo…

Esme fue la que pausó el video. Yo me pasé una mano por la frente. Quedaba claro que todo esto había estado orquestado. No se había tratado de un error de parte del hospital, ni del manejo que había tenido mi mujer de la situación. Y lo peor del caso, se trataba de algo que había estado gestándose por años. Emmett había sido marcado como blanco, Kate había sido la carnada y Rosalie había sido la víctima.

– Tenemos que llamar a Paul – mi esposa fue la primera en hablar. La frialdad en su tono me sorprendió – si Carmen fue capaz de planear algo así cuando sólo era Rosalie la que estaba en medio ¿qué crees que les podría hacer a Emmelie y a Jasper?

– ¿Crees que…

– Sí – su determinación fue contundente – no permitiré que se atrevan a herir a mi familia una vez más.

– ¿Deberíamos advertir a Rosalie?

– No, creo que ya ha sufrido suficiente por toda esta situación. Llama a Paul, esto ya no sólo se trata de la custodia de los mellizos. Es hora de que las Denali paguen por sus crímenes.


¡Hola a todos! Espero que les haya gustado el capítulo. Como verán, poco a poco nos aproximamos al final. Todo empieza a esclarecerse y el juicio está por terminar. ¿Compartirán Rosalie y Emmett la custodia de los pequeños? ¿Los planes a futuro de Royce se harán realidad? ¿Podrán Emm y Rose superar el pasado y concentrarse en el futuro? ¿Será un futuro compartido?

Y hablando de compartir, sé que me tardé en actualizar, así que les traigo un pequeño adelanto del próximo capítulo:

Ayudé a Alice a bajar del automóvil y apenas estuvo fuera, corrió a platicar con Kate sobre su luna de miel. Yo sonreí al verla tan emocionada y me acerqué a Emmett. Él miró a ambas mujeres con gran satisfacción antes de darme unas palmadas en la espalda.

¿Estás seguro de que quieres atarte a ese monstruito para siempre? Mira que todavía puedes huir – sugirió burlonamente y yo reí.

Si lo hiciera, tu hermana se aseguraría de perseguirme hasta el fin del mundo para traerme de vuelta – le seguí la broma y él soltó una de sus típicas carcajadas.

Antes de que pudiéramos seguir conversando, otro automóvil se aproximó. Edward bajó y se dio la vuelta para ayudar a Bella a bajar. Me sorprendí un poco al verlos llegar después que nosotros, pues Alice y yo habíamos sido los últimos en dejar la iglesia.

¿Te perdiste, hermanito? – preguntó Emmett con sarcasmo y Edward rodó los ojos. Bella se tomó la pregunta con más ligereza y rio mientras le pasaba un brazo por la cintura al cobrizo.

Edward se ha vuelto más precavido tras el volante desde que estoy embarazada – explicó la castaña mientras se pasaba una mano por el abdomen.

La de multas que se hubiera ahorrado papá si se hubieran embarazado hace cinco años – Emmett bromeó e, inevitablemente, Edward, Bella y yo soltamos una carcajada.

Me imagino que ya se hacen alguna idea de a quién pertenece este POV y qué pasará el próximo capítulo. Prometo traérselos lo más pronto posible.

No saben lo agradecida que estoy por todo su apoyo y su paciencia. Gracias por seguir conmigo esta historia.

Mis agradecimientos especiales a:

Nelita Cullen Hale: Sé que todos esperan un acercamiento entre Emmett y Rosalie y, precisamente, en el próximo capítulo veremos desde otros ojos lo que pasa entre ellos. Gracias por seguir leyendo y comentando.

Yese: Muchas gracias por sus comentarios, de verdad que me motivan a seguir escribiendo para ustedes. ¡Un abrazo!

jenni317: hay muchas cosas que no imaginaba que iban a suceder en la historia, pero conforme he ido escribiendo, he tenido que adapta rlo que había pensado por lo que está ocurriendo con cada uno. Gracias por leer y comentar!

sueosliterarios: tú siempre estás un paso adelante, captas perfecto las indirectas que les dejo por ahí. Creo que en este capítulo podrás comenzar a vislumbrar lo que comentabas sobre Royce y los mellizos. De verdad que cada que leo tus comentarios me pregunto en qué te me estás adelantando jajaja. Muchísimas gracias por siempre compartir conmigo tus teorías y tus percepciones, para mí son muy importantes. Te mando un fuerte abrazo y también mis mejores deseos para ti y todos tus seres queridos.

Sally Dollanganger: La verdad es que hay muchas cosas que yo tenía planeadas muy diferentes. Sin embargo, conforme he ido escribiendo, las cosas cambiaron y yo también he tenido que aceptar que las cosas no van a ser como yo las planeaba en un inicio. Sin embargo, me siento satisfecha con lo que va saliendo y me alegra ver que ustedes también están disfrutando de los nuevos enredos. Soy una fan mil de Emmett y Rosalie y verlos alejados también es muy difícil para mí. Con respecto al término de esposa florero, creo que se parece mucho al de esposa trofeo: bonita y lista para ser presumida a todos los demás. Me da gusto leerte y espero que tú y todos tus seres queridos estén bien. Un beso!

jupy: sabemos que las bromas y Emmett vienen incluidos en un mismo paquete. Espero que hayas disfrutado mucho del capítulo. ¡Te mando un abrazo!

Yesenia Tovar: aquí tienes un capítulo más, espero que lo hayas disfrutado. Un abrazo

Guest: No sabes lo que significó para mí leer tu perspectiva sobre mis historias, de verdad muchas gracias. Sí, esta es más madura y también mejor redactada, pero es todo gracias a la experiencia y el que ustedes lectores me sigan apoyando y sigan leyendo y creciendo conmigo. Espero que hayas disfrutado mucho este capítulo. Te mando un abrazo con todo mi cariño y mi agradecimiento.

Esto es todo por el día de hoy queridos lectores. Nos leemos en el siguiente capítulo. Sigan cuidándose.

Con cariño,

Dayan Hale