Capítulo Treinta y cinco
EXTASIS
-Creo que está aquí escondido desde que lo usaron para proteger la piedra filosofal-.
-¿Cómo sabes eso?- dijo Hermione, dando varios pasos atrás.
Él se encogió de hombros y la miró con ojos misteriosos.
-Los cuadros de este castillo cuentan muchas historias si los escuchas-.
-¿Cuándo lo has descubierto?- preguntó ella, aún muy sorprendida.
-Hace algo más de un mes, estaba aburrido y siempre me he preguntado qué es lo que hay aquí dentro-.
-¿Y qué es lo que ves cuando te acercas a él?- susurró Hermione, observando a Draco con curiosidad.
Él se cruzó de brazos y torció el gesto.
-La primera vez que vine te veía a ti. Me mirabas de una forma... justo como me miras ahora. Entonces no lo entendí, pero ahora sé que es por lo que siento por ti- confesó en voz baja.
Hermione sintió que estaba a punto de derretirse, no se podía creer que él le estuviera diciendo todo eso.
-Ahora ya no sé lo que vería ni me interesa, tengo todo lo que quiero- añadió Draco, rascándose un brazo mientras bajaba la mirada.
Ella sonrió y se abalanzó sobre él, besándolo con ansiedad. Con un movimiento de su varita, él convirtió una vieja alfombra en una enorme cama y se dejó caer sobre ella con Hermione encima.
Los dos se rieron y ella se alejó unos centímetros de su rostro.
-¿Vamos a dormir aquí?-.
El chico rubio asintió, acariciándole una mejilla con su mano.
-Dormir no sé si dormiremos mucho, la verdad-.
-¿Tan necesitado estás?- preguntó ella con voz burlona.
-Hace más de un mes que no estoy contigo así... imagínatelo-.
Hermione empezó a reírse y él escondió el rostro en su cuello haciendo lo mismo.
-Yo también tengo muchas ganas de ti-.
Draco movió la cabeza, sorprendido, y tras mirarla un momento la besó lentamente en los labios.
-¿Y tú qué verías si te miraras en ese espejo?- preguntó, alejándose un poco y escudriñando el rostro de Hermione con sus ojos.
-Solo hay una cosa que quiero y que nunca podré tener... a mis padres de vuelta. Al menos sé que son felices, con eso me basta- respondió ella, suspirando.
A Draco se le hizo un nudo en el estómago y volvió a besarla con desesperación, girando para quedar encima de ella. Empezó a desnudarla lentamente sin dejar de besar sus labios y su cuello.
Cuando a los dos no les quedaba nada de ropa puesta, él se apartó de su rostro jadeando suavemente.
-Te quiero, aunque no te lo diré mucho. Prefiero demostrártelo- susurró, mirándola a los ojos.
Ella notó que estaba a punto de llorar, pero pestañeó varias veces para controlarse.
-Y yo a ti... ya te lo dije un día, se me escapó pero por suerte no me escuchaste- confesó, volviendo a besarle.
Draco sonrió entre sus labios y se los mordisqueó, levantando una de sus piernas para colocarla sobre su hombro.
-Siento todo lo que te dije cuando éramos más pequeños... era un idiota y lo pasaste mal por mi culpa, incluso este curso... ¿podrás perdonarme?- preguntó, deteniéndose y buscando su mirada.
Hermione se mordió el labio inferior mientras contemplaba el cuerpo de Draco.
-Te lo perdono todo si hoy me haces el amor-.
-Eso es lo que hemos hecho siempre, Hermione... aunque ni tú ni yo lo sabíamos- murmuró Draco, lanzándose de nuevo a por sus labios mientras entraba en su interior lentamente.
Sus cuerpos se fundieron y los dos jadearon a la vez.
Siguieron disfrutando el uno del otro hasta bien entrada la noche, cuando se acurrucaron y se quedaron dormidos.
Los EXTASIS empezaron y todos los alumnos de séptimo curso, tanto los repetidores como los nuevos, se enfrentaron al que sería su nuevo destino en el mundo mágico.
De esas notas dependerían sus futuros trabajos, y todos lo sabían.
El ambiente estaba cargado de nervios y de crispación cada vez que tenían que ir al gran comedor para hacer uno de esos exámenes, más de un estudiante vomitó antes de entrar y las píldoras tranquilizantes de sortilegios Weasley se agotaron en menos de dos días, el mismo Ron escribió a su hermano pidiéndole que enviará más a la tienda de Hogsmeade urgentemente.
Para cada examen las cuatro gigantescas mesas del gran comedor desaparecían, y en su lugar había cientos de pupitres con pergaminos y recipientes de tinta anti-trampa.
Al salir del examen de defensa contra las artes oscuras, Hermione sonrió al ver que Harry y Ginny estaban esperándola junto a la puerta. Draco se encontraba a unos metros, apoyado en una columna y mirando a Harry con una mueca de desprecio.
-¿Cómo te ha ido, Hermione? ¿Por qué has tardado tanto?- preguntó Harry, nervioso.
Acababan de hacer la parte escrita y Hermione se había quedado de las últimas, sin dejar de escribir con su pluma de la suerte.
-Creo que me he pasado poniendo datos sobre los hechizos de defensa, pero no he podido evitarlo- respondió ella, enredando el dedo índice en uno de sus rizos.
Sus dos amigos pusieron los ojos en blanco y se escuchó la suave risa de Draco.
-Sabelotodo hasta el final- murmuró el chico rubio con burla.
Hermione le dedicó una mirada de odio que solo consiguió ampliar la sonrisa de Draco.
-Ya solo os queda la parte práctica- comentó Ginny con voz nerviosa.
Hermione palideció y Harry hizo una mueca.
Enseguida ella sintió el brazo de Draco alrededor de sus hombros y cerró los ojos al notar el aroma de su colonia, ese olor que tanto la alteraba antes se había vuelto una fuente de tranquilidad para ella.
-No tengas miedo, Hermione. Pase lo que pase lo harás bien, recuerda que no es real- dijo Draco con voz grave.
-¿Tú no estás asustado?- preguntó ella, alzando la mirada.
-Estoy acojonado- susurró él cerca de su oreja, de forma que solamente ella pudiera escucharlo.
-A mí tampoco me agrada, Hermione... pero somos fuertes, hemos pasado por mucho como para que esto nos afecte tanto- murmuró Harry.
Ella suspiró y asintió, bajando la mirada.
-Nos están llamando ya, tenemos que volver a entrar-.
Los tres se giraron al escuchar la voz de Luna, y la vieron junto a Ron y Neville cerca de las puertas del gran comedor. Draco le dio un apretón a Hermione en los hombros y la soltó, alejándose hacia donde estaba el resto de Slytherins de su curso.
Cuando entraron en el gran comedor, se escucharon varios jadeos al ver el baúl de madera en el centro de la estancia. Hermione apretó los labios y se dirigió a las sillas de la izquierda, donde se encontraban sus compañeros de Gryffindor.
El profesor empezó a llamarlos uno por uno, pidiéndoles que se colocaran dentro del círculo de protección que había dibujado en el suelo. Les lanzaba hechizos de los que la mayoría de estudiantes se defendían bien, y después les pedía que le atacaran a él hasta conseguir desarmarlo.
Pero lo peor venía después, cuando el profesor salía del círculo blanco y agitaba la varita apuntando al baúl. En ese momento, a cada estudiante le tocaba enfrentarse a su peor miedo, ese que tenían escondido en el rincón más oscuro de su mente.
Tenían que demostrar valor y concentración, plantándole cara y volviendo a meter al boggart lo más rápido posible en el baúl... y Hermione sabía que iban a ver cosas muy desagradables.
Todo el mundo contuvo el aliento cuando la nombraron a ella.
Sujetó con fuerza su varita en la mano derecha y se levantó, colocándose dentro del círculo blanco. No tuvo que esforzarse para repeler los ataques del profesor, y fue la más rápida en conseguir desarmarlo.
Él salió del círculo felicitándola, pero la sonrisa de Hermione desapareció al escuchar el crujido que hizo el baúl al abrirse.
Juntó los pies y respiró hondo, levantando la mirada... y vio con horror a Bellatrix Lestrange saliendo del baúl lentamente, con su típica sonrisa malvada. En una mano llevaba su varita retorcida, que ella conocía bien porque la utilizó para colarse en Gringotts, y en la otra un puñal del que goteaba sangre.
La cicatriz de su brazo empezó a dolerle al reconocer el cuchillo que se la había hecho, y supo que lo que goteaba era su propia sangre. Se quedó paralizada unos segundos, con la mente en blanco mientras la risa aguda de Bellatrix resonaba por todo el lugar.
-Cuánto tiempo, cariño... estaba deseando volver a cortarte con esto- murmuró la maga, volviendo a reír mientras levantaba el puñal.
Hermione apretó los puños, sus manos no dejaban de temblar y no podía hacer nada para evitarlo.
-¿En serio pensabas que él podía querer a alguien como tú? Niña estúpida, mi sobrino fue el que más disfrutó cuando te torturé... recuerdo que después de ese día lo pillé más de una vez masturbándose mientras pensaba en tus gritos- añadió Bellatrix, volviendo a carcajearse.
Hermione sonrió levemente.
-Mientes- respondió en voz baja.
-Pregúntale, tú misma sabes que no tiene sentido que esté contigo. Lo único que quiere es utilizarte y después acabará con tu vida, lo que debería haber hecho yo- dijo Bellatrix, enseñándole los dientes con rabia.
Levantó la varita a la misma vez que Hermione.
-¡Crucio!- gritó Bellatrix con una sonrisa cruel.
-¡Expulso!- chilló Hermione, apuntando a su pecho.
Los dos hechizos se encontraron y el de Hermione desintegró el otro, dándole a Bellatrix en el pecho. La mortífaga salió despedida y chocó contra el campo de protección que las rodeaba, cayendo al suelo.
-¡Accio varita!- gritó Hermione, y la varita de Bellatrix levitó hasta su mano.
Sonrió al cogerla y volvió a mirar a la maga, que estaba gritando y se abalanzaba sobre ella con el puñal levantado.
-¡Levicorpus!-.
La mortífaga empezó a flotar, gritando insultos y maldiciéndola sin parar. Hermione la ignoró y siguió controlándola con su varita, hasta que la colocó encima del baúl. Con un movimiento rápido, la metió dentro y cerró la tapa de madera.
El silencio del gran comedor era ensordecedor.
La varita de Bellatrix desapareció de la mano izquierda de Hermione y ella resopló, mirando al profesor.
-Puedes volver a tu asiento, Granger. Bien hecho-.
Ella asintió y se sentó otra vez al lado de Harry, que sujetó una de sus manos y se la apretó, todavía las tenía temblorosas.
Dirigió su mirada hacia donde estaban los estudiantes de Slytherin y enseguida encontró los ojos grises que estaba buscando. Draco estaba muy serio, pero en cuanto la vio mirando le guiñó un ojo y levantó una de las comisuras de sus labios, dedicándole una pequeña sonrisa forzada.
Los alumnos siguieron pasando por el círculo, más de uno acabó llorando tras plantarle cara al boggart.
Ella y Harry apartaron la mirada al ver salir del baúl a la madre de Luna, era una especie de zombie y la culpaba de su muerte. Por suerte Luna no tardó en deshacerse de ella con un hechizo aturdidor y la volvió a encerrar en el baúl.
Todo el cuerpo de Hermione se tensó cuando llamaron a Draco. El chico rubio entró en el círculo y combatió contra el profesor, fue también de los más rápidos en desarmarlo aunque le costó un poco más protegerse de sus ataques.
El profesor se alejó y llegó el turno de que se enfrentara a sus miedos.
Una nube negra salió del baúl, colocándose delante de Draco. En cuanto tocó el suelo, se transformó en un cuerpo que se retorcía y gritaba muchísimo, como si estuviera sufriendo un dolor increíble.
Hermione sintió que toda la sangre abandonaba su rostro de golpe al reconocerse a ella misma, llevaba la misma ropa que el día que Bellatrix la torturó con la maldición cruciatus. Solo de recordar el dolor se estremeció, y la mano de Harry sujetó más fuerte la suya.
Draco no tenía ninguna expresión en la cara, Hermione le vio tragar saliva y apuntar con su varita.
-Silencius-.
Sus gritos dejaron de escucharse, pero el boggart con forma de Hermione seguía convulsionando sin control y había empezado a sangrar.
Draco usó el hechizo levitador y, lentamente, volvió a meter el cuerpo de Hermione en el baúl. Lo cerró de golpe y tanto Harry como Hermione soltaron el aire que no sabían que estaban conteniendo.
Draco salió del círculo sin mirar al profesor y sin buscarla a ella, y volvió a su sitio.
Siguió evitando su mirada mientras Harry se enfrentaba a un fantasma que cambiaba de forma, mostrando el rostro de Sirius, Lupin, Tonks, Fred, Ojoloco...
Cuando el examen terminó por fin, todos salieron del gran comedor y Hermione se despidió de Harry y Luna, corriendo hacia las mazmorras. No tardó en alcanzar al grupo de Slytherins, y vio que Draco iba delante de todos ellos, andando demasiado deprisa.
Lo alcanzó y sujetó una de sus manos sin hablar. Draco la miró y bajó el ritmo de sus pasos al verla a su lado, entrelazando sus dedos.
Entró con él en la sala común de Slytherin y subieron las escaleras hacia su dormitorio, el resto de estudiantes los observaron y se quedaron comentando sus boggarts. En cuanto estuvieron dentro y Draco cerró la puerta, Hermione rodeó su cuello con los dos brazos y le abrazó.
-No digas nada- pidió él en voz baja.
Ella asintió y se apartó un poco para mirarle a los ojos. Le acarició la mejilla con los dedos, fijándose en que sus ojos grises seguían igual de fríos que cuando miraban al boggart.
Se acercó más y lo besó, él no tardó en responder al beso y rodear su cintura, apretándola contra su cuerpo con demasiada fuerza, como si quisiera fundirse con ella.
Se besaron con desesperación durante lo que a Hermione no le pareció mucho tiempo, hasta que alguien tocó en la puerta y escucharon la voz de Zabini.
-Draco, tenemos que ir a comer ya-.
Sus pasos se alejaron y ellos dos se miraron, intentando recuperar el aliento. Hermione miró el reloj que había en la pared y soltó una risita.
-No me puedo creer que llevemos más de media hora aquí-.
Draco sonrió y volvió a besarla un momento, tras lo que abrió la puerta y bajó las escaleras sujetando su mano.
Solo dos exámenes más y sus estudios habrían terminado para siempre.
Bueno, ya solo nos queda el epílogo que lo publicaré el domingo.
¡Hasta dentro de seis días!
