Capítulo 35.- Epílogo (I)

«I think the tough times are finally behind me. There'll always be bad things, but... my life is good. It is as I want it to be. It's good. It's good being here with you.»

Leaving Las Vegas (1995)

Twilight volvió del todo en sí pocos días después, en una cama de hospital humano. Allí le dijeron que se encontraban en Las Vegas, en un pequeño hospital llamado Elite Medical Center. Rainbow Dash, en muletas y con una pata y un ala enyesada, le contó que una vez aterrizaron en el aeropuerto la prioridad había sido atender a los ponis heridos, en especial a Derpy Hooves, Spike y a ella.

Twilight sentía que su cabeza y su cuerno iban a explotar, pero al menos estaba segura de que seguía de una pieza.

—¿Cómo está Spike? ¿Y Derpy?

—Están bien, no sufras —la tranquilizó Dash—. Spike va a tener que llevar algo de yeso encima durante unas semanas y Derpy necesitará algo más de tiempo, pero se recuperarán. En un par de días podrás escaparte de la cama como yo e ir a verles. Les diré que preguntas por ellos.

—Hemos tenido mucha suerte —murmuró Twilight.

—¡Eh! ¡Creo que también ha habido bastante habilidad por nuestra parte! —se jactó Dash—. Aunque admito que hubiese sido menos estresante no tener que pasar por todo lo que hemos pasado. Las vendas y los yesos, especialmente. Los odio. Me pican cantidad por debajo.

Twilight asintió. La verdad era que no se sentía muy bien, pero no envidiaba el aspecto de momia de la pobre Dash.

—¿Dónde están las demás?

Rainbow Dash pareció encontrar mucho más fácil estudiar la puerta de la habitación, y Twilight comprendió que aquello no había acabado todavía.

—Spitfire está siguiendo tu protocolo D9 —resumió—. Todas están con ello. Hemos saqueado el National Atomic Testing Museum en busca de todos los contadores Geiger que hemos podido encontrar, y Celestia, Applejack y el comando Muffin deben estar evacuando en este momento a los ponis que viven en Rachel, el pueblo más cercano a la base. Vamos a establecer un perímetro de cuarentena en torno a Groom Lake de varias decenas de millas y asegurar que la radiación de esa cosa no se extiende y... ¿Qué se supone que estás haciendo? ¡Quédate en la cama, insensata!

Twilight se estaba levantando, pero Dash le puso un casco en el hombro y la volvió a tumbar.

—¡Rainbow Dash! ¡No puedo quedarme aquí mientras vosotras...!

—¡Claro que puedes! ¡Y lo vas a hacer! —ordenó Dash—. De todos los heridos eres la que más preocupa al Doctor Horse. ¡No sabemos lo que esa cosa te hizo ni como te habrá afectado!

—¿Qué dices? ¡No me ha afectado para nada!

—¿Ah, sí? ¿Me puedes decir qué es lo último que recuerdas?

Twilight parpadeó, confusa. Recordaba el centro de proceso de AIMAQCA y cómo la había engañado para acercarse a ella... Luego... Todo era confuso... Recordaba algo en la base... Muchos ponis reunidos tras una alambrada pero... Poco más. El avión. El hongo nuclear...

—Creo que... Cuando estuve dentro de la computadora, pude hablar con ella, con AIMAQCA. Con su parte buena, al menos —explicó Twilight—. Me dijo que... Ella pararía el ataque... Pero me hizo ver... Que AIMAQCA destruiría la base si acabábamos con ella…

—¿Algo más?

—¿Recuerdas aquel último misil que no nos alcanzó cuando lo de Serena? (*1).

—¿Cómo olvidarlo? Casi mojo el traje de presión con aquello. ¿Qué pasa con él?

—Desde entonces me he preguntado por qué no nos derribó. Por qué no explotó. Creo que la AIMAQCA que me encontré dentro de la computadora, pudo tener algo que ver…

Rainbow Dash pareció quedarse sorprendida durante unos segundos, pero finalmente acabó por recomponerse.

—Es difícil creer que esa cosa tuviese una parte buena —pensó en voz alta.

—Pues la tenía. Sólo… La había apartado de ella.

—Vale, es bueno saber todo eso —admitió Dash—, pero no me refiero a eso exactamente. Me refiero a tus recuerdos imposibles. A tu vida de alicornio. ¿Recuerdas algo de eso?

—¿Qué vida de alicornio? ¡Yo no soy una Princesa, Rainbow Dash, ni nunca lo he sido!

—¿Ves? —señaló triunfante—. ¡Estás fatal! ¡Tienes que descansar!

—¿Pero qué…? ¡No me importa! ¡Necesitáis ayuda!

—¡Pues a mí sí me importa! ¡Y a Applejack también! —volvió a tumbarla—. ¡Me ha dicho que como te deje levantarte me va a romper el ala que me queda sana!

Twilight iba a protestar, pero al intentar volver a incorporarse sintió todo dar vueltas y acabó dándose por vencida.

—Estoy bien, no tienes porqué preocuparte.

Rainbow Dash asintió y volvió a sentarse en la silla de hospital, al lado de su cama.

—Pues estarás mejor dentro de unos días. Estas sillas humanas son incomodísimas, por cierto —murmuró mientras echaba casco de una revista—. ¿Quieres algo de la cafetería? Pinkie y los Cake han hecho funcionar un catering por aquí cerca y tenemos pastelitos de más.


¡Pinkie Pie pasó aquella semana muy atareada! Había sido simple volver a arrancar el establecimiento de «The Art of Cooking», ¡pero el destacamento de Spitfire había resultado ser un pozo hambriento y sin fondo! Cuando Applejack volvió de evacuar a los pocos ponis que vivían en Rachel, tuvo que unirse a ella y a Fluttershy para seguir preparando comidas. Afortunadamente, pasados unos días, tenían las suficientes provisiones para aguantar unas buenas vacaciones en Las Vegas. ¡Además muchos más hoteles y casinos se habían vuelto a inaugurar desde que habían estado la última vez! ¡Por fin podrían divertirse un poco después de tanta sensación de muerte cercana e inevitable!

—¡Adiós, señor y señora Cake! —les dijo aquella mañana—. ¡Me voy a la reunión súper, súper, súper secreta y clasificada con las Presidentas!

—Hasta luego, Pinkie, cielo —sonrió la señora Cake—. ¡Pasadlo bien y haced muchas cosas secretas y clasificadas!

—¡No se preocupe, señora Cake! ¡Las haremos!

Pinkie llegó brincando a la pirámide de cristal del hotel Luxor y en la puerta, tras la esfinge, se encontró a las demás disfrutando del sol de la mañana. ¡Incluso Twilight había salido del hospital por fin!

—¡Twilight! —dijo abrazándola con alegría—. ¡Tu cuerno no se ha caído!

—¿Por qué iba a...?

—¡Oh, es que tendrías que haber visto cómo estas brutas tiraban del cable antes de saber que había que abrirlo como un bote de mermelada! —recordó Pinkie—. ¡Me sorprende que no se te haya roto y te hayas convertido en algún tipo de unicornio traumada que se haya cambiado un nombre súper bonito por un apodo molón, pero algo más soso, y te hayas unido a un villano genérico sin encanto!

—¡Pinkie Pie! —se escandalizó Rarity—. Eso es... Extrañamente detallado...

—Y no es mi estilo —sonrió Twilight—. Vamos. Luna y Celestia nos esperan para el informe.

Pinkie Pie no pudo evitar resoplar porque encontraba los informes muy aburridos, pero se animó un poco porque todas sus amigas estaban allí. Aunque los detalles de la reunión pasaron para ella con lentitud, también se alegró de que Celestia estuviera de una pieza. ¡Y de que Luna hubiese venido de visita!

¡Además! ¡El salón de conferencias del hotel Luxor era muy elegante y limpio y aunque no tenía la decoración egipcia de fuera, lo hacía parecer todo muy profesional con el suelo enmoquetado y las sillas blancas y la mesa de madera buena!


Celestia encontró el informe sumamente tranquilizador; con más satisfacción pudo ver en la mirada de su hermana la misma calma.

—Entonces, ¿los niveles de radiación no son peligrosos? —preguntó Luna.

Twilight negó.

—Los vuelos de reconocimiento que hemos realizado sobre la zona indicaron que no —explicó—. Dentro de la primera zona de exclusión la radiación no es buena, pero tampoco es terrible (*2). Más allá, los niveles son prácticamente normales. En cualquier caso, no recomendaría que los ponis de Rachel volvieran allí hasta pasados unos años, como medida de precaución.

—Los humanos que diseñaron ese sistema de autodestrucción debieron poner mucho cuidado en no contaminar su propio territorio —aventuró Rainbow Dash—. No hemos encontrado más radiación que en otras zonas de tests nucleares antiguos.

—Tampoco hemos detectado contaminación en los acuíferos ni en la fauna local —completó Fluttershy—. Todo es… Normal. Excepto el entorno de la base.

—Las reservas de agua seguirán siendo monitorizadas por los ponis que quieran quedarse en Las Vegas, Presidenta —añadió Rarity—. Ante cualquier lectura anómala, darán la alarma.

Celestia asintió, satisfecha.

Pasó otra hoja del informe con su magia agradeciendo tener a todas de vuelta y sorbió un poco más de té. Había decidido dejar el café. No todas las costumbres humanas, había concluído, debían ser mantenidas.

—¿Qué me decís de esa inesperada nueva amiga? —recordó Luna—. ¿Jane, se llamaba?

—Seguimos... Sin noticias de ella —musitó Fluttershy—. Aunque tampoco esperamos tenerlas. Sus padres parecían muy enfadados y es posible que la hayan castigado en su planeta por un tiempo.

—¿Y esa... Cosa? AIMAQCA —recordó entonces Celestia—. Esa... Robot poni. ¿Algún rastro de ella?

—Por lo que sabemos, debió ser absorbida por el evento anterior a la explosión —completó Twilight—. En las fotografías aéreas hemos encontrado rastros de muchos modelos 1488 completamente destruidos. Aunque faltan por catalogar al menos una docena de unidades, creemos que pudieron haber sido vaporizados por la explosión o absorbidos por la singularidad. Gran parte de la base lo fue. Parece razonable pensar que lo mismo sucedió con AIMAQCA.

Celestia asintió. Las imágenes aéreas daban cuenta de ello: un enorme cráter en el desierto, lleno de hierros retorcidos era lo único que quedaba de aquel horrible lugar y dudaba de que algo, incluso aquel robot, hubiese podido sobrevivir a semejante destrucción.

Se alegró por saber que aquella cosa era por fin historia.

Aún tenía pesadillas y no sólo por haber peleado contra ella; había pedido otro informe a los pegasos encargados de vigilar el arsenal nuclear americano, y en él se detallaba cómo durante unos momentos durante el incidente en el Área, varios sistemas de silos se habían activado para luego desactivarse por sí solos. Celestia comenzaba a creer que el temor de Twilight por un posible ataque de AIMAQCA y los avisos de aquellas extrañas ponis pequeñitas de otro universo, estaban basados en un peligro muy real.

El cual afortunadamente parecía ya pasado.

—Nos seguimos preocupada por esas extrañas apariciones diminutas de vosotras mismas —recordó Luna—. ¿Han vuelto a contactar?

—¡No! —saltó la poni Pinkie Pie—. ¡Y me parece de muy mala educación! ¡Yo tenía muchas ganas de volver a ver a miniPinkie! ¡Me parecía adorable!

—Pero no todo van a ser despedidas —intervino entonces Rainbow Dash—. Las increíblemente buenas noticias son que en cuanto se recupere Derpy va a poder iniciar el puente aéreo entre la costa Oeste y la Este sin novedad. Ningún vuelo de reconocimiento fue atacado como lo fue Serena. ¡Hemos empezado a recibir noticias de muchos más ponis que no pudieron llegar al DC!

—Eso sin duda son buenas noticias —asintió Celestia. Luego cerró el informe, sin poder ocultar su satisfacción y le guiñó un ojo a su hermana—. No obstante, creo oportuno que las Portadoras se queden algún tiempo por aquí, en Las Vegas, con el destacamento de Spitfire, en caso de que algo imprevisto suceda.

Luna sonrió, a su lado.

—Y si nada sucede, Nos creemos que podrán disfrutar de unas merecidas vacaciones.


Scootaloo sorbió de su leche con cacao y decidió tragarla en vez de escupirla, porque para empezar era difícil encontrar leche, luego estaba muy buena, y aunque aquella noticia en el periódico la sorprendía e indignaba y por lo tanto merecía la pena remarcarlo con esparcir escupiendo toda la bebida, intentar conseguir alguna Cutie Mark relacionada con modales y educación primaba sobre sus instintos más impulsivos. Tragó la leche educadamente y puso morritos finos.

Cuando miró su flanco y comprobó que seguía completamente vacío, suspiró de desesperación. Al cuerno los modales.

—¡No es justo! —gruñó Scootaloo—. ¡Siempre se lo pasan genial y viven aventuras increíbles! ¡Yo he estado el último mes peleándome con cómo hacer funcionar una caldera de gas! ¡Y si al menos hubiese ganado una Cutie Mark de fontanera hubiese merecido la pena! ¡Pero no!

La nueva y provisional sede de las Cutie Mark Crusaders tembló con los gritos. Scootaloo temió por un momento que las cuatro tablas sostenidas en algo parecido a una cabaña sobre el regazo de la estatua del monumento a Lincoln acabasen por caerse, pero aguantaron con estoica fortaleza. No entendía por qué no les había salido ya una Cutie Mark de carpinteras por levantar la sede, por cierto; había sido un trabajo muy bien terminado e incluso el Presidente Lincoln parecía dar su aprobación con aquella mirada tan agradable.

Sweetie Belle bajó su revista de moda humana con algo de alarma en la mirada.

—¿Ya hemos dejado de tener buenos modales y ser muy finas? —preguntó.

—¡Por fin! —gritó Applebloom entusiasmada—. ¡Creo que si nos llega a salir una Cutie Mark finolis me hubiese dado algo! ¿A qué te referías Scoots?

Scootaloo puso el periódico abierto sobre la mesa por la noticia que acababa de leer para que sus amigas se enterasen de la aventura de las Portadoras en el Área 51.

—¿Un alien? —murmuró Applebloom como hipnotizada—. ¿Existen de verdad?

—¡Una explosión atómica! —exclamó Sweetie Belle.

—¡Y robots asesinos! —chilló Scootaloo sin poder contenerse—. ¡Y mirad! ¡Medallas para todas! ¡Incluso para Trixie! —añadió señalando la foto—. ¡Y ella ha hecho un amigo robot! ¡Sabía que teníamos que haber ido con ellas!

—¡Ya lo intentamos y mi hermana me dejó castigada! —gruñó Applebloom.

—La verdad es que parece que fue muy peligroso —sostuvo Sweetie Belle.

—¡No hay recompensa sin peligro! ¡Tenemos que cambiar de estrategia, Cruzadas! ¡Este mundo es mucho más exagerado y difícil! ¡Es posible que ante la falta de magia que existe en él, nunca consigamos nuestras Cutie Marks!

—¡Eso nunca! —protestó Sweetie Belle.

—¡Jamás! —apoyó Applebloom.

Scootaloo asintió con aprobación y apartó el periódico de la mesa, para poner el mapa.

—¡Bien, Cruzadas! ¡Me alegro de que penséis lo mismo que yo, porque tengo un plan! ¡Nos vamos al Perú! (*3)

—¿Al Perú? ¿Qué hay en el Perú? —se extrañó Applebloom.

—¡Aventuras! ¡Ruinas! ¡Peligro! ¡Posiblemente nuestras Cutie Marks!

—¿Y… Cómo llegaremos? —se preguntó Sweetie Belle.

Scootaloo puso las patas en jarras con decisión mientras miraba de reojo al Presidente Lincoln. Sin duda a él le hubiese gustado aquella idea.

—¡En avión, por supuesto!

—¿De dónde vamos a sacar un avión humano?

—¿Y cómo vamos a pilotarlo?

Scootaloo carraspeó.

—Admito que el plan tiene un par de cabos sueltos —contestó—, y que puede que tardemos un poco en ponerlo en práctica porque incluye que alguna de nosotras aprenda a pilotar, pero creedme si os digo que merecerá la pena. ¡Cruzadas! ¡Cutie Marks o muerte!

Applebloom y Sweetie Belle se levantaron muy serias.

—¡Cutie Marks o muerte! —repitieron con decisión.


NdA: (*1) Ver «Lo que fuimos: SR-71»

(*2) No esperaríais que con radiación de por medio no hiciese una referencia a la increíble serie «Chernobyl», ¿verdad?

(*3) Ver «Lo que fuimos: Perdidas en la selva»

NdA: Hay un epílogo (II) en breve.

Edit: Correcciones y erratillas menores. Gracias cmdr Maya Fey!