Yuma miraba el techo atentamente. Hace poco que él había despertado y justo ahora esperaba el ansiado momento del desayuno. Astral por otro lado, seguía dormido. Pues justamente ayer pudo percatarse de que el bebé pidió más energía que de costumbre. Supuso que era porque en el tiempo que estuvo dormido. Casi no le hicieron tocar a su amado. Por tanto su bebé solo absorbió su energía.
Así que después de unos minutos, solo se limitó a mirar el techo. Era tan blanco como siempre. Apenas y tenía unas ligeras manchas, quizá era por una fuga de agua. O quizá por haber atornillado algo con anterioridad, ya que parecía un parche en algunas zonas. Una pintada de rápido. Y listo, así lo habían dejado.
Siguió mirando a su alrededor. Su madre reposaba en el sillón. Sin ser molestada, recostada en su totalidad. Su padre se había ido más temprano, pues tenía una junta a la cual no podía faltar. Y que después de una negativas, esta era su última advertencia, así que apenado, les dejo con su esposa. Él solo le asintió, y con un, buena suerte, le dejo marchar.
Siguió pasando la mirada por el lugar, notando el reloj en la pared, el cual marcaba las ocho de la mañana. Hn. ¿Por qué es que despertaba tan temprano? El quería seguir durmiendo. Pero por más que lo intento, no pudo conseguirlo, así que resignándose se quedo de esa manera.
Esperaba que alguien llegara de sorpresa. Como por ejemplo III o Vector. Al menos así se podría entretener. Pues Astral no daba señales de despertar ni querer dejarlo ir, pues aun le tenia abrazado de tal manera que le era imposible separarse. Y no es que le disgustara. Pero quería ir a asaltar la cafetería.
Hizo un puchero. Quería comer. Tenía hambre, y así se lo hizo saber su estomago, pues escucho un leve gruñido proveniente de él. Cruzo sus brazos en protesta. Esto era demasiado aburrido. Giro un poco sobre su costado, queriendo acostarse boca abajo. Más algo le detuvo de esa acción. Y no eran los brazos de su amado Astral. No. Era otra cosa. Distinta. Extraña.
Bajo entonces sus manos hasta su vientre, y tentando apenas un poco alrededor. Pudo sentirlo. La piel de su vientre estaba levemente abultada. Apenas y le era perceptible a sus dedos el sentirla. Y de hecho no se notaba a simple vista. Pero. Ahí estaba.
Su bebé. Su pequeño hijo hacía acto de presencia en voz de protesta en no querer ser aplastado por parte de su madre. Pues eso lo hacía incomodo para él. Pero también con aquello le llamaba en silencio. Diciéndole, aquí estoy.
Yuma sintió sus ojos nublarse. No podía creerlo. ¡De verdad era su bebé! Su niño o niña estaba ya mostrándose. Creciendo poco a poco. Movió sus manos de arriba a bajo tratando de calmar la emoción creciente. Así como de no derramar lágrimas de orgullo. Estaba tan feliz. Hoy nada podría arruinar su humor gracias a lo recién descubierto. ¡Tenía que decírselo a alguien!
Miro a su pareja la cual estaba dejando salir un pequeño hilo de saliva por la comisura de su boca. E importándole poco que la cama era pequeña, dio leves empujones hasta que no pudo más, pues el cuerpo de su amado por alguna razón salió volando de la cama. Azotando sin querer en el frío suelo.
Yuma dio un pequeño ups. Y se limito a mirar a ver si todo estaba bien. Astral entonces enojado le miro desde el suelo. Exigiendo explicaciones del despertar tan poco cariñoso por parte de él. El menor solo sonrió con culpabilidad, e invitando de nuevo a su pareja a subir, fue que le extendió su mano.
Astral dudo. Más suspirando la tomo, siendo guiado de nuevo a la cama. Donde un Yuma sonriente le esperaba. Miro de soslayo a la mujer dormida, más teniéndole la suficiente confianza, le dejo estar ahí. Recordando que después debía recompensarla por tan lindo cuidado. Y hablando a través de sus corazones, pregunto.
-¿Puedo saber por qué me empujaste de la cama?-Yuma sonrió en disculpa. Pero aun así contesto.
-Bueno. No despertaste los primeros cinco empujones. Así que... Fue tu culpa técnicamente ¿sabes?
-Ajá-El peliblanco le miro escéptico.
-Esta bien. Esta bien. Perdón... Pero debías despertarte-Menciono el menor tomando las manos del mayor-Descubrí algo fascinante, mira toca- Y dirigiéndolas a su vientre, fue que le mostro aquello que descubrió hace unos minutos atrás.
Astral entonces pudo sentirlo. Podía sentir el leve abultamiento en el vientre de su amado. Y despertándose totalmente, fue que sonrió radiantemente. Su bebé esta creciendo. Poco a poco. Y ya estaba haciéndose notar. Eso le encanto. Pues a respuesta de su toque, aquel pequeño y bello ser, transmitió un poco de su propia energía. Como respondiéndole con un hola, a su padre.
Yuma miraba ansioso las reacciones de su prometido, y sonreía a cada mueca que daba. Ambos estaban realmente felices. Orgullosos. Y sobre todo decididos a protegerlo a como diera lugar. Astral entonces miro a su pareja, y abrazándolo de nueva cuenta depósito muchos besos pequeños en la cara y cuello del menor, haciéndolo reír por las leves cosquillas causadas. Y recordando algo fue que se separo.
Abrió su dimensión de bolsillo con un ademán de su mano y saco algo que llego a cautivar a su amado. Un obsequió que había olvidado por el momento ahora hacía acto de presencia.
Yuma se sorprendió y mirando a su amado, pregunto.
-¿Cariño?... ¿Y este regalo?
-Es obvio que es para ti. Quería darlo en lo que ustedes llaman " Día Blanco" pero, bueno... Sucedieron muchas cosas. Así que... Hemos aquí...-Menciono el mayor dando aquel bello obsequio, quitando discretamente la bella caja de terciopelo. Yuma apenas noto esto. Y observando el bello arreglo, noto algo distinto. Pues aquellas bellas rosas que intuía habían sido blancas, ahora parecía que fueron bañadas por las mismas estrellas. Pues eso es lo que proyectaban a simple vista. Era como sí hubiesen recortado un pedazo del universo, para después darlo en forma de flores.
Eso le alegro de sobremanera y acercándolas a su rostro. Fue que pudo distinguir un tenue olor fresco. Uno que le hacia recordar a la naturaleza de cierto mundo en el que era Reina. Y que le recordaba al bosque en el que alguna vez se vio envuelto junto a su amado Astral. Con grandes lagos y ríos de agua cristalina y bella. Con animales exóticos y raros. Y en donde la libertad era percibida en cada rincón, incluso era desprendida por su amado. Esa manera en como actuaba y como tomaba sus decisiones aunque fuese la más pequeña, eso le mostraba lo perfecto que era a sus ojos. Yendo siempre de frente ante las adversidades. Tomando impulso para después lanzarse sin contemplaciones a sus rivales. Esa libertad de hacerlo. Eso era algo que amaba infinitamente de Astral. Y aquella fragancia le recordaba todo eso.
Astral noto el lindo sonrojo en el menor. Pero sin querer interrumpir a su amado, se limito solo a observarlo. Siempre tan sonriente, tan amable. Y tan carismático. Él amaba cada pequeña cosa de Yuma, desde cosas invaluables como sus bellos sentimientos y pensamientos, así como los lindos haceres de su amado. Parecía que todo lo que tocaba pasaba a ser lindo, bello. Interesante. Incluso si era algo que él pudo haber hecho. Sentía que Yuma terminaba de embellecerlo. Esa manera tan particular de proceder ante lo que se avecinaba y lo que se proponía. Eso lo hacía tan perfecto a sus ojos. Aún si cayera al suelo por un accidente, Astral apostaba a que crecerían flores en el lugar. Él sentía eso. Y eso le enorgullecía de sobre manera. Y el qué su amado cargara con su primogénito, eso lo hacía la persona más invaluable de lo que ya era.
Yuma entonces dejo de oler aquellas flores para posar su mirada a la caja. La cual de un momento a otro le llamo poderosamente la atención. Pues eran simples y deliciosos chocolates, más su estomago y un cierto instinto depredador hizo que los tomara con cierta brusquedad para abrirlos.
Comenzando de esa manera a comerlos. ¡Oh por los Dioses habidos y por haber! ¡Eran tremendamente deliciosos!
Astral seguía mirándolo con cariño infinito a su amado ahora cubierto de chocolate. Y saliendo un poco de su ensoñación. Fue que una idea se le cruzo por la mente. Asegurándose de que la bella Dama seguía dormida, fue que entonces en un descuido por parte de Yuma, ataco la boca del menor.
Yuma se sorprendió por lo repentino de la situación, más nublando por la felicidad y el delicioso sabor del chocolate, correspondió a su amado. Quien parecía querer devorarlo ahí mismo.
Sus lenguas jugando con aquel chocolate que ya estaba a punto de derretirse, fue que Yuma sintió un escalofrío por su espalda. Uno placentero. Y uno que le hizo dar un pequeño gemido. Astral noto esto, y se aprovechó de ello. Pues ahora el estaba recostado encima de su amado. Saboreando y tocando dulcemente lo que sabía agradaba a su amado. Yuma entonces se limito a disfrutarlo. Sintiéndose amado y mimado.
Y después de unos minutos. Ambos optaron por terminar con aquella sesión de besos y caricias algo subidas de tono. Pues aún debían recordar donde estaban. Y quién les estaba cuidando. Así que sonrojados, separándose volvieron a acomodar sus ropas y a relajar su respiración. Prometiéndose con sus ojos, que más tarde terminarían lo que iniciaron.
Y volviendo a tomar la caja de chocolates, ambos chicos terminaron por comerla. Ambos sintiéndose agradecidos y juguetones.
Al menos unos quince minutos más pasaron para que Astral decidiera sacar aquella caja, la cual ahora había sido modificada. Pues ahora era de un bello color azul eléctrico, con detalles dorados y platas.
Armándose de valor, fue que tomo sin previo aviso la mano de su amado. Llamado su atención y acercándose a su oído fue que le susurro.
-Te Amo Yuma... Mucho más de lo que crees... Y por eso-Menciono colocando aquella cajita de terciopelo en la mano del contrario- Deseo estar contigo lo que reste de mi vida y más...
Separándose un poco fue que pudo distinguir los ojos brillantes de su pareja. Los cuales derramaron un par de lágrimas. Y una sonrisa tan bella que termino de conmover su corazón.
Y lo siguiente que supo fue que de nuevo ahora estaba en el suelo, pero con un muy feliz Yuma encima. El cual le besaba sin parar, agradeciendo infinidad de veces. Astral entonces ignorando el dolor en su cabeza, fue que abrazo a su amado, dando caricias a su espalda. Correspondiendo los torpes besos salados. Sintiéndose satisfecho y enormemente afortunado. La vida era buena. Sí, definitivamente muy buena.
Yuma entonces después de calmarse un poco más fue que le cedió aquella cajita al mayor. El cual la tomo, y abriéndola saco aquellos anillos blancos a juego. Uno un poco más grueso que el otro. Siendo el elegido aquel que se mostraba delgado y bello. Con un bello diamante en la punta, el cual era envuelto como si de una bella rosa se tratase. Brillando tenuemente por el sol de un bello tono rojizo y rosa, fue que Astral lo tomo, para con delicadeza, colocarlo en el dedo anular de su prometido.
Una bella promesa era el símbolo de aquella joya.
Yuma entonces hizo lo propio con el anillo faltante. Y colocándolo en el dedo anular de su amado. Fue que aquel íntimo y bello ritual termino. Siendo sellado por un beso, lento y cariñoso.
Ellos no necesitaban mucha más ceremonia que esa. En donde solo los dos estuviesen juntos. Mirándose mutuamente y diciéndose tantas palabras bellas que eran selladas en besos tímidos o fogosos. Así eran ellos. Y así les gustaba ser.
Aquella escena vivió en ellos. Y se guardo en su mente y corazón. Imperfecta y perfecta a la vez. Siendo como único testigo, aquella bella Dama que despertó por el alboroto que ambos amantes armaron. Los cuales apenas y salían de su ensoñación. Contemplando a una sonriente y llorosa Mira. La cual estaba segura, pronto escucharía campanas de boda.
Yuma sonrió apenado. Astral se mostro orgulloso. Pero ambos inmensamente felices. Justo como debía ser.
