Llorando a Lágrima Viva
La habitación de Lily no había cambiado mucho. No es que él hubiera esperado que ella hiciera eso, ya que sólo quedaban unos pocos días más hasta que regresaran a Hogwarts. La mayoría de las pertenencias de Lily seguían aquí, pero no las suyas.
'Si estás dispuesto a ello, Severus,' dijo Erwin desde el umbral, 'podemos ir a Spinner's End y coger tus cosas.'
'No estoy seguro de si estoy listo para eso.'
'Cuanto antes lo hagamos, antes podrás despedirte de ese lugar.'
Erwin tenía razón. En su vida anterior, la casa de Spinner's End siempre le había pertenecido, pero ahora nunca lo volvería a hacer.
'¿Cuándo llega el Profesor Dumbledore?'
'Mañana por la noche alrededor de las ocho.'
'¿Podríamos hacerlo mañana por la tarde, entonces? Sólo- sólo quiero sentarme aquí un rato.'
'Podemos hacerlo.'
Lily había subido las estrechas escaleras hasta su antigua habitación del ático, llevando dos grandes tazas de humeante chocolate caliente.
'Os dejaré solos,' y Erwin se marchó para unirse a Árnica y Petunia en la sala de estar.
'Toma,' dijo Lily mientras le tendía una taza.
'Ni siquiera sé cuándo es el funeral de mi madre,' dijo Severus con tristeza cuando se sentaron en la cama.
'Acabo de oír a mamá hablando de ello. Es pasado mañana, en el pequeño cementerio en la colina.'
Después de los últimos días cargados de emociones, Severus finalmente sintió que se relajaba un poco.
'Dumbledore también viene al funeral; y el Profesor Slughorn.'
La idea de que vinieran más personas que conocieron a su madre, lo hizo sentirse un poco mejor.
Levantó la mirada hacia Lily y sonrió. 'Me alegra que venga más gente que sólo nosotros.'
'Por favor, toma un poco de chocolate caliente, Sev, te hará sentirte mejor.'
Él bebió un poco de chocolate caliente, sintiendo sus entrañas calentarse con dulce deleite.
'Desearía que pudiéramos hacer un poco de música,' dijo Severus. 'Lástima por esto,' levantó su muñeca rota, 'me impide tocar.'
'Puedes preguntarle a Dumbledore si podría curártela cuando venga mañana,' sugirió Lily.
'Buena idea. Necesito mi mano dominante curada antes de regresar al colegio, de todos modos. No puedo elaborar pociones así.'
'Hablando de manos dominantes, ¿tu varita todavía está en Spinner's End?'
Severus dejó escapar un suspiro. 'Él las rompió,' dijo con frialdad.
'¿Las?'
'Ambas, mi varita y la de mi madre. Las partió por la mitad.'
Lily lo miró absolutamente conmocionada. '¿No hay manera de que puedan repararse?'
'Me temo que no.'
'Podríamos pedirles a mamá y papá que nos lleven al Callejón Diagon un día de éstos, para comprarte una nueva varita de Olivander antes de que regresemos al colegio.'
'¿Crees que querrían hacer el viaje hasta Londres sólo para eso?'
Lily tomó un sorbo de su chocolate caliente. 'Oh, por favor, ir al Callejón Diagon es como entrar en una tienda de caramelos gigante para papá. Además, Tuney nunca antes ha ido conmigo por resentimiento, pero quizá haya cambiado un poco y quiera venir esta vez.'
'Se lo pediré yo mismo, pero quiero pasar los próximos dos días sin que planeemos nada más.'
'Puedo comprenderlo. ¿Quieres escuchar un poco de música?'
'¿Qué tal si tocas la guitarra para mí?' dijo él con una amplia sonrisa. 'Yo sólo me apoyaré contra la pared, sorbiendo mi chocolate caliente, mientras tú me tocas nuestra canción favorita.'
'Muy bien, puedo hacerlo.'
Fue un día extraño. De algún modo se sentía como cualquier otro día que viniera a visitar a Lily. La idea de que este lugar era ahora su hogar permanente, no le había calado todavía realmente.
Pasaron la mayor parte de la tarde arriba en lo que ahora era su habitación. Escuchando música. Charlando. La habitación del ático fue su propio universo por sólo un rato.
A la hora de la cena, Petunia vino y se sentó a su lado. Algo que ella siempre había evitado hacer al máximo los años anteriores.
'Parece que tienes algo que decir,' le dijo Severus.
'Lo tengo,' dijo ella mientras amontonaba patatas en su plato. 'Y creo que te va a gustar.'
'Di.'
'He estado pensando un montón en lo que me dijiste en Navidad, y he decidido seguir tu consejo.'
'¿Mi consejo? No recuerdo darte ningún consejo.'
'Bueno,' el resto de la familia estaba mirando a Petunia como si estuviera a punto de decir algo importante, y la cara se le puso un poco roja. 'Sobre mi arte, ya sabes, mi propia magia. He decidido presentarme a la escuela de arte en Oxford. Con suerte puedo comenzar después del verano.'
Árnica dejó su tenedor y miró a su hija sorprendida. 'Petunia, no nos has dicho nada de esto todavía. ¡Son estupendas noticias!'
'Quería que fuera una sorpresa,' dijo ella tímidamente.
'¡Tuney, eso es estupendo!' dijo Lily emocionada.
'Esperaba que entraras en razón,' dijo Erwin con orgullo.
'¿Qué piensa Vernon de esto?' preguntó Severus un poco más seriamente.
'Todavía no se lo he dicho. Simplemente tendrá que aprender a vivir con ello,' dijo ella con toda naturalidad. 'No me importa hacer un montón de dinero con mi arte o no. Me hace feliz y eso es lo que importa.'
'Bien por ti, Petunia,' le dijo Severus con una sonrisa. 'La próxima vez te presentaré un unicornio y veremos qué pasa entonces.'
El resto de la noche fue tranquilo y silencioso. Severus estaba esperando con ganas ver a Dumbledore mañana. La policía muggle le había ofrecido terapia, pero el único hombre que sabía que podía poner su mente en orden en situaciones estresantes era Dumbledore.
Se disculpó para subir a su nueva habitación después del té de la noche, sintiendo la necesidad de estar solo un rato. Se sentó en la cama un rato, mirando fijamente la pared cubierta de pósters.
Su mente se extravió y comenzó a girar en círculos, reproduciendo todo lo que había sucedido, una y otra vez en su cabeza.
Cada pelea que ha tenido alguna vez con su padre. Cada discusión que ha tenido alguna vez con su madre. Los gritos. El dolor. Las muertes.
Dejó su rostro descansar en las palmas de las manos, esperando que se alejara. Durante años, había tenido todos esos sentimientos metidos en algún oscuro lugar de sí mismo, y ahora todo estaba comenzando a verterse fuera de él.
Escalofríos le recorrieron la espina dorsal, pero no se sentía como cuando tenía un ataque de pánico. Era aún más frío, y lo congelaba desde el interior, como si un dementor hubiera comenzado a crecer dentro de él.
Se acostó, pero envolverse en las mantas de la cama no parecía ayudar ni un poco. Rodeándose de la oscuridad de la manta, siguió deseando una y otra vez quedarse dormido, pero su mente no se lo permitía, como si tratara de torturarse a sí misma hasta un estado de locura.
En algún lugar en la distancia, podía oír a la familia preparándose para ir a la cama. Puertas abriéndose y cerrándose. Grifos de agua usándose. El crujir de las escaleras. Intentó cubrirse los oídos en un débil intento de protegerse de todos los sonidos.
Por un momento, le dio envidia la sordera de su madre. Vivir una vida en absoluto silencio. Sin sonidos ásperos de cristales rotos. Sin chirriar de neumáticos de coches que corren por la calle. Sin ruidos de la fábrica que bloqueaba la mayor parte del sol de su casa en Spinner's End. Pero quizá, sólo ser capaz de ver era peor.
Se apartó la manta de la cabeza con frustración y se encontró rodeado de oscuridad. Las luces se habían apagado. La familia se había ido a la cama.
Había pasado varias noches aquí arriba en el pasado, durmiendo en un colchón en el suelo, aquí mismo en el cuarto de Lily. Se quedaban despiertos toda la noche, o al menos lo intentaban, y él le contaba historias sobre el mundo mágico. Incluso llevaba los viejos libros de su madre para mostrarle todo lo que había que saber.
Sin duda, ella estaba utilizando ahora el mismo colchón para dormir en la habitación de Petunia. La idea de que él estaba ahora acostado en su cama no se sentía del todo correcta.
Una parte de él quería bajar las escaleras y despertar a Lily, sólo para poder charlar con ella de la manera que solían hacerlo cuando eran pequeños. Pero sabía demasiado bien que había una razón para que Lily se quedara con Petunia y no aquí. Se habían hecho demasiado mayores y tener fiestas de pijama ahora estaba fuera de discusión.
Sus ojos se habían acostumbrado a la oscuridad de la habitación y miró alrededor para ver el desastre monocromático que era tan típico de Lily.
Oyó un ruido sordo muy suave en la distancia, que al principio pensó que era el latido de su propio corazón, hasta que el sonido se hizo más fuerte con cada latido.
La puerta crujió, revelando a Lily en su pijama de seda, y su cabello rizado más enredado que nunca.
'Hola, Sev,' dijo ella suavemente, 'Imaginaba que estarías despierto.'
Sin esperar a que Severus respondiera, se acercó a él, se acostó en la cama y echó la manta sobre ambos.
'Tuney no dirá una palabra, lo prometió.'
Lily envolvió los brazos alrededor de él y descansó la cabeza en su pecho. Severus la atrajo más cerca y la abrazó estrechamente contra sí, su rostro enterrado en su cabello.
Un nudo había comenzado a formarse en su garganta, y su cuerpo comenzó a sacudirse mientras sentía que una ola de dolor lo cubría.
'Está muerta por mi causa,' dijo con voz ronca, las lágrimas cayendo en el cabello de ella.
Lily enredó las piernas entre las suyas. 'No es culpa tuya, Sev.'
'Lo es. Debería haber sido yo.'
Ella levantó la mirada hacia él con lágrimas formándose en sus ojos. 'Por favor, no digas eso de ti mismo.'
Con su mano buena él le pasó los dedos por el cabello, atrayéndola lo más cerca posible. 'Él nunca me quiso,' dijo con voz apenas audible.
'Pero yo te quiero,' dijo Lily, mientras le plantaba un beso en la frente. 'Eso debería ser suficiente.'
Por primera vez desde que Severus era un niño pequeño, toda la tensión que se había acumulado en su cuerpo se liberó y lloró a lágrima viva.
