Elle abre los ojos y se ve forzado a cerrarlos de nuevo debido a la molesta luz que ha inundado parcialmente la habitación, lo que significa que Light ya debe haberse levantado y que de nuevo no cerró por completo las persianas al salir de la recámara. Se ladea y tantea la mesita de noche que está al lado de la cama, en busca del pequeño control, cuando lo encuentra ubica el botón correcto sin necesidad de verlo y lo presiona. Las persianas se cierran y ahora puede abrir los ojos. Suelta un bostezo mientras patalea para deshacerse de las sábanas, luego busca el reloj digital sobre la otra mesita de noche. Faltan diez para las siete, en otra ocasión le sorprendería haberse despertado antes de que sonara la alarma, pero no hoy, ha esperado que sea sábado desde que empezó la semana. Hace tres días cumplió veinticinco años y se supone que todos acomodaron sus horarios para poder celebrarlo hoy, no es que le emocione volverse un año más viejo, tampoco le molesta, en realidad le da igual, pero Light le ha organizado una sorpresa y eso es motivo suficiente para haber empezado a tachar los días en el calendario desde que por error escuchó una conversación con Near, donde le pedía ideas sobre qué hacer.

Tal vez no está saltando de emoción, de hecho le está costando mucho ponerse de pie, sin embargo tiene una estúpida sonrisa dibujada en el rostro. Está cansado, no lo va a negar, estar al mando de una compañía no es fácil, menos cuando los fundadores están detrás de ti en cada paso que das. Estar trabajando en un nuevo proyecto es estresante, eso es todo, no quiere repetir los errores de su última presentación y no lo dice solo por el escándalo que hubo en los medios, sino por otros detalles que Roger y Quillsh le hicieron ver.

«No es momento de pensar en trabajo, Elle» se reprende mientras da unos golpecitos en sus mejillas para despabilarse. Se estira hasta que escucha el satisfactorio sonido de algunos huesos crujir, como si volvieran a su puesto.

Sale de la cama con pereza, arrastra los pies por la fría madera y camina hasta el buró, toma otro control remoto y apaga el aire acondicionado. Las noches de primavera no suelen ser calurosas, pero él es alguien que duerme con aire acondicionado en cualquier estación menos en invierno, dormir con un clima helado es lo mejor. Sin embargo, ha tenido que regular la temperatura porque mientras él detesta el calor, Light no soporta el frío y no deja de tiritar si la temperatura es muy baja.

Suelta un suspiro, es tan extraño despertar y de la nada ser consciente de cuánto ha cambiado su vida en tan poco tiempo. Siempre vio ese lugar como su espacio, su territorio. Desde que terminó con Alex, no buscó ninguna otra relación estable, estaba seguro que nadie nunca le llegaría ni a los talones a su ex, disfrutó su soltería y pensó que así sería por mucho tiempo, pero desde hace unos meses ya no es así. Eso no significa que le moleste, de hecho ocurre todo lo contrario, lo está disfrutando. No puede evitar sonreír cuando entra al baño y ve dos toallas colgando del toallero, dos cepillos de dientes detrás del espejo del gabinete y dos esponjas. Es cierto que todo esto era su territorio, pero con gusto lo comparte si es con Light.

Se para frente al espejo y abre el grifo del lavabo para echarse agua en la cara y luego lavarse los dientes. Toma una toalla pequeña y se retira el exceso de agua del rostro, acto seguido se inclina hacia adelante para contemplar mejor su reflejo, como por inercia, se pasa los dedos por las mejillas, sintiendo la textura. No es alguien que se preocupe mucho por su aspecto, es decir, siempre trata de lucir presentable porque presidir la compañia lo requiere, así que en varias ocasiones ha visitado algunos spa para realizarse masajes, faciales o incluso en extrañas oportunidades alguna manicura. Sin embargo hace unas noches Light le comentó que según un artículo comenzamos a perder colágeno a partir de los veinticinco años, el castaño parecía más preocupado que él por ese dato. No le preocupa envejecer, es algo inevitable, pero de alguna forma que no comprende, Light lo convenció para comprarse una crema, casi cien dólares por un bote que es del tamaño de su meñique.

«Más vale que me dejes la piel como nalguitas de bebé» murmura frunciendo el ceño luego de haber sacado el bote guardado detrás del espejo. Deja caer unas gotas en su mano y luego se frota las palmas, acto seguido se las pasa por la cara para aplicar el producto de forma poco delicada, no es así precisamente como Light se lo explicó. Lo peor de todo es que el castaño ni siquiera sabía sobre esa crema hasta que su nueva youtuber favorita lo mencionó en el último vídeo que publicó, bien podría estarse echando caca de caballo y él ni enterado, en todo caso es su culpa por dejarse convencer. La youtuber en cuestión es una chica con un canal sobre manualidades, rutinas de belleza y recetas. Tiene un nombre raro que no logra memorizar, Light la ha estado viendo desde hace unas semanas, lo que le llama la atención es que antes el castaño no la veía, rara vez usaba el celular, pero lo más curioso es que el rostro de esa chica se le hace conocido. Está casi seguro de que ha visto a Mello observando vídeos de ella, así que supone que el repentino fanatismo es influencia de Mihael, aunque es algo sorprendente ya que según ellos no se llevan bien. Pero incluso si no fuera el caso, tampoco le sorprende que Light disfrute esos contenidos, es lo que los chicos de su edad hacen. Tal vez él también podría hacerlo, tampoco está tan viejo, sin embargo a diferencia del resto, él no tiene tiempo.

Usualmente siempre tiene algo del trabajo que revisar o alguna llamada que hacer aunque esté en casa, pero esta vez le dejó muy en claro a Kiyomi que no lo llamara por nada del mundo y menos por motivos laborales. Es por eso que ha esperado este día con ansia, no es solo por la celebración de su cumpleaños organizado por Light, aunque siendo sincero esto último es motivo suficiente, sino que también a dicho festejo se le suma de que por primera vez en mucho tiempo tendrá un verdadero día libre.

Sale del baño y atraviesa la habitación, todavía suelta un bostezo al bajar los dos escalones, no obstante debe correr al momento que escucha algo parecido a una explosión viniendo de la cocina. Tan pronto como empuja la puerta, se queda inerte bajo el umbral. Si alguno de los presentes estuviera herido, hubiera corrido a auxiliarlos, pero como no es el caso lo único que sus pupilas registran es todo el caos del lugar.

—¿Nunca te dijeron que no se mete aluminio al microondas, Lucecita? —Reprocha Beyond, cubriéndose nariz y boca con el antebrazo mientras tose debido al humo.

—¡Yo no sabía! —Agita las manos, intentando dispersar la pequeña nube de humo que se formó— ¡Pero todavía sirve! —Agrega al ver a Elle, luego presiona los botones para demostrarle que el tablero digital aún funciona.

Lawliet se relame los labios y debe tragar saliva. Es cierto que él adora ir descalzo, usar ropa una o dos tallas más grande y no peinarse cuando está en su casa, pero detesta el desorden. De hecho puede sentir que le tiembla el párpado al ver una mancha de salsa en el techo, ¿¡cómo mierda llego hasta ahí!?

—¿Y tú qué haces aquí? —Pregunta, dirigiendo la mirada a su hermano como si nada pasara.

—Lucecita me prometió que me daría dos tarros de mermelada si lo ayudaba a cocinar —Elle frunce el ceño, ¿Light pidiéndole ayuda a Beyond?— A Mello se le escapó decir que yo una vez hice una lasaña que quedó deliciosa —explica como si le hubiera leído la mente—. Supongo que es lo que sucede cuando se es tan bueno en todo. —Se encoge de hombros mientras coloca sobre la barra desayunadora una fuente de pyrex rectangular.

—¡Es que a mi mamá le encanta la pasta! —Se justifica Light al instante, pero sin moverse ni un centímetro, como si estuviera esperando ser regañado por el desastre que hizo.

Sin embargo, esas palabras son suficientes para que la tensión abandone su cuerpo. Sonríe enternecido al enfocar su mirada en Light, ignorando todo lo demás. El castaño lleva puesto un delantal que pareciera que es o que fue blanco, pero entre tantas manchas ya no se sabe, ve que también tiene algo embarrado en las mejillas y algunos mechones de cabello llenos de salsa, ¿quién podría seguir molesto después de ver esa imagen?

—¿A qué hora tienes la cita? —Pregunta mientras se adentra a la cocina para tomar un trapo y limpiar un poco.

—¡A la una! —Responde. Esta sería la segunda vez que le permiten verla y solo será por una hora, pero aún así quería cocinar algo rico para que comieran juntos. El problema es que no sabe cocinar, así que pidió ayuda o algo así.

—¿¡A la una!? —Se queja Beyond después de haber sacado un bloque de queso mozzarella del refri—. ¿¡Y me hiciste venir a las seis de la mañana!?

—Por eso te prometí dos frascos. —Explica con seguridad, como si el trato que hicieron fuera el mejor.

—No puedo creer que me dejé convencer por dos frascos de mermelada —murmura mientras comienza a cortar el queso—... dos frascos que me pude haber comprado por mi cuenta, podría estar durmiendo en este momento.

Beyond se continúa quejando, aunque solo lo hace para mantener su reputación. Jamás se lo confesará a nadie, ni siquiera a su hermano o a Matt que es su mejor amigo; menos al pelirrojo luego de lo que pasó entre ellos, pero la verdad es que accedió a ayudar al castaño porque quería hacerlo y no por la mermelada. Aunque claro, dos potes nunca están de más. Está seguro que Light no le cae mal, ya no, sin embargo lo que terminó por borrar esa imagen de niñato engreído y desagradecido que tenía de él fue cuando vio lo emocionado porque le habían programado otra visita para ver a su madre. Entonces ese mismo día, mientras estaba en la hora del almuerzo junto a Mello, él se acercó para preguntarles alguna receta de cualquier pasta que fuera fácil de hacer. Kheel y él se vieron extrañados, puede que ahora no se lleven mal, pero tampoco es que interactúen todo el tiempo. Aún así el rubio habló de su lasaña y Light sin dudarlo le pidió ayuda o bueno, más bien lo persuadió diciéndole que seguramente no era capaz de repetir la receta y que le quedara igual de bien. Fue un "tira y afloje" hasta que llegaron a un acuerdo por la mermelada, solo porque no podía acceder tan fácilmente, pero se da cuenta que la primera imagen que tenía de Light no se parece en nada al muchacho que tiene enfrente, quién a pesar de estar hecho un desastre, está feliz porque está cocinando para su madre.

—¿¡Qué te pasó!?

Beyond da un respingo al escuchar el grito de su hermano, al levantar la mirada lo ve sosteniendo la mano izquierda de Light, quien tiene unas cuantas banditas en los dedos.

—Emmmm me corté... —Murmura rascándose la mejilla.

—Por eso me estoy haciendo cargo de todo lo que tenga que ver con el cuchillo —explica Beyond, terminando de cortar el último trozo de queso—. Creo que es suicida.

—¡No, no lo soy! —Lo contradice Light al instante.

Elle había estado concentrado en limpiar y acomodar, como Light estaba todo sucio ese detalle de las banditas le pasó desapercibido hasta que le pidió que le alcanzara un cucharón y vio su mano extendida.

—¿Y ahí...? —Pregunta con miedo al notar una venda que rodea uno de los brazos del castaño, cosa que tampoco noto hasta ese momento.

—¡Eso sí fue culpa de tu hermano! —Responde, señalando al pelinegro, quien no puede evitar abrir la boca de asombro— ¡Me puso a hervir agua en una olla de presión y no me dijo que la olla no debía cerrarse!

—¡Error! La olla de presión tiene una válvula que va liberando el vapor —corrige—. No es mi culpa que mi hermano compre mierdas que no sirven.

—La cosa es que no podíamos abrir la olla y cuando lo logramos, el agua salió disparada —se muerde los labios, está seguro que esta vez Elle se molestara—. Creo que la arruinamos...

—La arruinamos me suena a manada.

Light le lanza un trapo a Beyond para que se calle si no piensa ayudar, luego voltea hacia Elle de nuevo para pedirle perdón, sin embargo antes de que pueda decir algo, el otro le toma el brazo y comienza a retirar la venda.

—Déjame ver esa quemadura... —a decir verdad en esa cocina tiene utensilios que no tiene ni idea de para qué sirven, y aunque lo supiera, no le importaría si alguno se daña, su preocupación es Light— ¿Te arde? —suspira aliviado al ver que la piel solo está un poco rojiza y no llena de llagas como él temía.

—No, de hecho no me cayó mucha agua. Tu hermano me untó algo y me puso la venda.

—Solo le dije que mantuviera el brazo bajo el grifo mientras yo buscaba algo, mientras no veía saqué un cubito de hielo y lo deshice frotando mis manos, luego las puse en su brazo diciéndole que era una crema fría y le puse la venda. —Explica, encogiéndose de hombros.

Light abre los ojos por completo y le recrimina de inmediato.

—¡Podría tener una quemadura de tercer grado y tú curándome con hielo!

—Ay, tanto drama... —Beyond agita una mano de arriba a abajo, restándole importancia—. No entiendo cómo a esta altura tú y Mello no son súper amiguis si se parecen tanto—pone los ojos en blanco mientras se acerca a la cocina para sacar un poco de la carne molida y pasarla a un recipiente, dejándolo después sobre la barra desayunadora—. Lucecita, no vayas a quemar la salsa —dice porque se da cuenta que mientras él está acomodando todo lo que van a necesitar para armar la lasaña, el otro está ahí, siendo atendido por Elle. A decir verdad fue él quien preparó la carne también, no puede creer que le haya cobrado tan solo dos tarros de mermelada y no más.

—No me digas "Lucecita" —responde, formando las comillas en el aire y haciendo una mueca de desagrado después de que Elle le aplicará un verdadero ungüento—. No me llamo así.

—A tus espaldas te llamo zorra.

—¡Beyond! —Intercede Elle de inmediato.

—¿Qué? No lo digo en mal plan, es hasta un halago. Los zorros son astutos, prueba de ello es que me tiene aquí desde las seis de la mañana cuando yo odio madrugar. De hecho me gusta más ese apodo, va más con tu personalidad.

—Yo no soy así... —murmura Light frunciendo el ceño y viéndolo directo a los ojos.

Beyond ríe, esa mirada asesina lo hace parecer aún más a un zorro, sin embargo menea la cabeza.

—Supongo que entonces nos quedamos con Lucecita, ¿no? —Light infla los cachetes, indignado, pero sin contradecirlo y eso es respuesta suficiente—. Vamos, mueve la salsa, Lucecita. Se te va a quemar.

El castaño suelta un bufido y masculla algo que ninguno entiende, pero tampoco se preocupan por preguntarle, con esa cara es mejor no molestarlo, solo lo ven dar media vuelta y tomar el cucharón para remover la salsa con poca delicadeza.

—¿Hay algo en lo que yo pueda ayudar? —Pregunta Elle, él no sabe ni hacer un huevo, a pesar de eso puede intentarlo si se lo piden.

—¡No! —Responde Light, volteando sobre su hombro de manera abrupta. En un principio el pelinegro se ofende, creyendo que no lo acepta por su poca habilidad en la cocina, y parece que su rostro demuestra la molestia porque de inmediato el castaño le aclara—. Es que hoy es tu día. —Explica tras acercarse y tomarle las manos.

Beyond pone los ojos en blanco, ya no sabe cuántas veces hizo ese gesto en lo que va del día, pero no puede evitarlo y no es solo por lo cursi que se le hace la escena sino por lo tonto que es Light. En todo caso también tendría que ser su día, ¿acaso se le olvida que son gemelos? ¡Él también acaba de cumplir años!

—Coincido con Lucecita en que no te necesitamos —intercede Beyond, acercándose a la cocina para apagar la salsa ya que, como ha sucedido desde que llegó, él tiene que hacerse cargo de todo—. No te ofendas hermanito, pero se te quema hasta el agua.

—No le hagas caso —Light lo toma del rostro y lo hace voltear para que lo vea solo a él e ignore al idiota ese—. ¿Por qué no vas a bañarte mientras tanto?

Elle se muerde los labios, no muy seguro de dejarlos solos. Sin embargo mira el brillo en esos ojos color miel y se le olvida todo.

—Está bien... —dice resignado con una leve sonrisa, luego camina hasta su hermano, y muy cerca para que el castaño no escuche, agrega—. Te culparé a ti de cualquier cosa que le pase a Light o a mi cocina...

Beyond abre los labios debido al asombro y antes de que pueda defenderse, lo ve dar media vuelta. Frunce el ceño y termina de acomodar todo para finalmente montar la lasaña. No habría tanto desastre si "su castañito", como le dice Elle a espaldas de él, no estuviera en la cocina. Sin embargo no vale la pena ponerse a discutir por eso, quiere terminar lo más pronto posible para regresar a casa y dormir un rato, se supone que a las tres de la tarde se reunirán todos en la casa de su hermano para que Light los guíe a donde sea que ha planeado llevarlos.

oOo


Light se remueve en el asiento, no sabe cómo debería sentarse para no lucir tan nervioso, sin embargo tampoco quiere lucir como si estuviera completamente relajado. Procede a acomodarse el cuello de su camisa negra y luego se abrocha un botón, había dejado tres abiertos y ahora que lo piensa con dos luce mejor. La camisa es nueva, la compró ayer después del trabajo, iba por otra cosa cuando la vio y no pudo evitar entrar al local por ella, le pareció perfecta para usarla en una ocasión especial, como hoy. Mira la hora en su reloj y comienza a tamborilear los dedos sobre la mesa, faltan cinco minutos para la hora acordada, pero tiene la sensación de que el tiempo va demasiado lento. Intenta relajarse, así que pasea la mirada por el lugar. Tal vez no es el centro de rehabilitación más costoso, pero tampoco es el más barato, casi todo su sueldo junto a las propinas se va en las mensualidades, y se nota en las instalaciones.

No puede decir que conoce el sitio en su totalidad porque es bastante grande, pero le mostraron buena parte cuando llegó a pedir información, le dieron un tour mientras le explicaban sobre cómo trabajan, los protocolos que siguen y las normas del lugar. No solo está satisfecho con la forma en que han llevado el proceso, siempre manteniéndolo al tanto, si no que también está fascinado con lo que observa. Es la segunda vez que prefiere esperar en esas mesas que están un poco alejadas, rodeadas de árboles y flores, dan una leve sensación de privacidad y tranquilidad, el sonido del agua chapoteando de la redonda y enorme fuente que se encuentra casi en medio ayuda también a dar ese efecto. Cerca hay un bebedero de pájaros, donde ha visto a más de uno posarse para empaparse un poco. Al menos todo lo que sus ojos alcanzan a registrar, le da la impresión de estar en un parque, y en uno muy bonito. Sabe que es imposible ignorar las paredes que rodean el sitio, pero eso no cambia el hecho de que tiene lugares agradables y lo más importante es que se siente seguro con los especialistas. Han pasado un poco más de dos meses, en otra ocasión y en otro sitio su mamá ya estaría de vuelta en casa, sin embargo esta vez no ha sido el caso. La extraña pero no podría estar más contento, al fin puede pagar un centro de rehabilitación que valga la pena, es lo que ella necesita para sanar, y mientras eso pasa, él va a trabajar mucho para poder darle la vida que se merece una vez salga.

Sigue observando los alrededores, descubriendo detalles como una enredadera que tapiza completamente una de las paredes y una roca enorme cerca de un árbol que tiene un poco de musgo en la superficie. Desplaza la mirada para seguir admirando el lugar, sin embargo se detiene de pronto, siente como su corazón también lo hace al vislumbrar a su madre a lo lejos, caminando hacia él. De inmediato se acomoda en el asiento y se pasa los dedos por el cabello para asegurarse que esté ordenado, echa un vistazo a la mesa solo para corroborar que todo esté perfecto. Compró un pequeño mantel cuadrille violeta y en medio colocó un ramo de rosas rojas, sin espinas, dentro de un florero de plástico ya que uno de vidrio no está permitido.

Se pone de pie cuando la distancia disminuye, por unos segundos su cerebro entra en conflicto, no sabe si salir corriendo y abrazarla o esperar a que ella se acerque, al final ocurre lo último. Su cuerpo se encuentra rígido, como si se hubiera congelado junto a todo lo que los rodea. Solo es capaz de reaccionar al tenerla en frente y percibir un característico aroma a sandía que, según le dijo la última vez que se vieron, es por el shampoo. Adora ese olor.

—Mamá... —le es imposible que la voz no se le quiebre un poco cuando la distancia es prácticamente nula. Tampoco puede evitar casi lanzarse sobre ella y envolverla en un abrazo, ha esperado ansioso por ese día.

No solo ha esperado para verla, sino que lo que sucede a continuación lo ha anhelado por años. Los brazos de ella le rodean la cintura por voluntad propia y no porque él los haya tomado para rodearse a sí mismo, el contacto no es frío ni lánguido, en cambio se siente resguardado, como un niño pequeño pese a que hace mucho creció más que ella.

—Mi Light... —murmura, hundiendo el rostro en el pecho de su hijo y cerrando los ojos, queriendo que el momento fuera eterno.

Sin soltarla, el castaño echa un vistazo al jardín, es un hecho que no están solos, algunas mesas también están ocupadas por pacientes con sus familiares, o quienes solo están disfrutando de su rato libre leyendo bajo un árbol o hablando entre ellos. A lo lejos también puede vislumbrar a algunos enfermeros sentados o paseando por el patio para asegurarse que todo esté en orden. No puede evitar pensar que el sitio es bastante parecido a una cárcel: visitas programadas y limitadas, control sobre lo que puedes o no ingresar a las instalaciones, supervisión constante e imponentes paredes que se alzan recordando que hay otro mundo detrás de ellas. Sin embargo, no quiere que esa idea le arruine el momento, la abraza más fuerte y hunde la nariz en el cabello de ella, inhalando profundo con la intención de que su aroma se le quede adherido en las paredes nasales el día entero.

—Son para ti... —se separa despacio y toma las rosas para entregárselas—. Las puse en un florero para que después les eches un poco de agua.

—Se verán perfectas en mi mesita... —responde sonriente mientras acerca el racimo a su rostro para sentir los pétalos acariciándole las mejillas. No recuerda la última vez que alguien le regaló rosas—. Están hermosas...

—No más que tú. —Responde en un acto reflejo mientras la observa embelesado. Adora verla sonreír y también adora ver como esas mejillas se tiñen un poco después de ese comentario—. ¡Pero qué poco amable de mí parte! —Dice de repente, sacudiendo la cabeza. Luego la rodea para jalarle la silla—. Ven, mamá... —Le ofrece su mano y Sachiko la toma gustosa, acto seguido toma asiento. Nota en los dedos de su hijo unas banditas, pero decide ignorarlas.

El castaño hace lo mismo, se dirige a su silla y quedan frente a frente, la mesa es redonda y no muy grande, por lo que fácilmente Light puede estirar un brazo y acomodarle detrás de la oreja un mechón rebelde que se había salido de su sitio.

—Gracias... —murmura Sachiko avergonzada mientras se pasa los dedos en el flequillo para asegurarse de que siga en su lugar—. Mira, es una de las que me dejaste la otra vez. —Dice, agachando la cabeza para mostrar el turbante color rosa.

Light asiente y sonríe. La primera vez que se vieron, ella se veía hermosa y llevaba el colorido turbante que le había dejado, le gustó tanto como se le veía que hace una semana compró muchos más en diferentes colores y los entregó en recepción para que se los hicieran llegar.

—Me preguntaron si había algo que te gustaba hacer en tu tiempo libre como leer o hacer crucigramas y recordé que te gustaba ir a las clases de crochet —le explica, tomándole la mano sobre la mesa—, así que ayer te compre un kit de agujas, algo de lana y lo entregué en recepción... ¿te parece bien? —Pregunta con una notable preocupación, buscando su aprobación.

No fue fácil decidirse por el crochet, tuvo que pensar mucho tiempo sobre algún pasatiempo que ella disfrutara, pero nada le venía a la mente y eso lo entristeció. Incluso llegó a sentirse un mal hijo por no conocerla. Al final optó por lo único en lo que ella mostró interés en estos últimos años y espera no haberlo arruinado.

Para su alivio, Sachiko asiente con cierto entusiasmo. No sabe si en verdad la idea le gusta o solo asiente para no hacerlo sentir mal, sin embargo cualquier duda queda descartada cuando ella vuelve a hablar.

—¿Sabes por qué me gustaban esas clases? Porque sé que odias el frío y quería tejerte un suéter. —Es cierto que comenzó a ir para estar ocupada en algo, pero cuando estaba en la clase, sentada en una silla con lana y agujas en mano, le gustaba imaginarse como una madre tejiendo alguna prenda para su pequeño, quien seguramente andaba jugando en la calle y regresaría corriendo a la hora de la cena—. Recuerdo que todo me salía horrible —ríe—, pero voy a practicar para al menos hacerte unos guantes antes del próximo invierno.

Light asiente despacio, sin saber qué decir. Agacha un poco la cabeza, no quiere que le vea el rostro, siente que los labios le tiemblan, formando una sonrisa que de seguro debe lucir extraña. Se siente tonto de que cada palabra o gesto le provoque un agradable cosquilleo en el estómago, como si fuera un niño pequeño. Si alguien le preguntara en este momento si hay algo que desea tener con todo su ser, diría que esos guantes.

—Mamá... —carraspea la garganta y levanta la mirada, no quiere que su mutismo se malinterprete. Sachiko lo ve a los ojos, esperando—. Yo sé que lo harás bien —ella sonríe y de inmediato siente que la vista se le nubla. A pesar de todo su hijo sigue confiando en ella— ¿Te puedo decir algo? —Para Light, la mirada acuosa de su madre pasa desapercibida porque en él ocurre lo mismo. Ambos están saturados de emociones—. Te ves muy linda. —Le dice a pesar de que está vestida con un simple uniforme celeste, el mejor accesorio es esa sonrisa que no veía hace mucho y la cual quisiera que no se volviera a borrar nunca.

Sachiko sonríe, sin embargo agacha la cabeza, apenada.

—Tú tampoco te quedas atrás —susurra, levantando un poco la mirada—. Estás más guapo que la última vez. — Aún sonrojada, no titubea al decir lo último, y lo acompaña con un pequeño pellizco en la mejilla de su hijo.

Esta vez es Light quien agacha un poco la cabeza, sintiendo el rostro caliente, tampoco sabe muy bien cómo reaccionar al halago así que solo susurra un: «gracias».

—¡Ah, casi lo olvido! —La emoción lo sobrepasa de tal manera que casi había olvidado uno de los motivos por los que venía tan contento en el auto. Se inclina hacia un costado y recoge del césped una mochila, de la cual saca un objeto cuadrado envuelto en una tela furoshiki y lo coloca en la mesa. Él nació en este país, pero sus padres son de Japón y esa es la manera en la que su mamá solía envolverle la merienda cuando estaba en la escuela o cuando salían de paseo—. Traje ensalada... —comienza a desarmar el paquete y a acomodar los recipientes sobre la mesa—, pan con ajo, lasaña y este termito tiene té helado. —Finaliza con una sonrisa, luego le da un tenedor de plástico y le acerca el tupper que contiene la lasaña.

Sachiko toma el cubierto y corta un trozo. No tiene mucha hambre, pero puede sentir los ojos de su hijo puestos en ella, esperando ansioso.

—Está rica... —afirma, asintiendo con una sonrisa.

—¿¡Verdad que sí!? —Toma una servilleta y estira el brazo para limpiarle con delicadeza la comisura de los labios—. La hice yo solito. —Es una pequeña mentira piadosa de la cual Beyond no tiene porqué enterarse.

—¿Por eso las curitas? —Pregunta tomándole la mano preocupada, sin embargo el castaño la aparta y hace un movimiento con ella, restándole importancia.

—No es nada, ni me duele. —Para demostrarlo, con los dedos de su otra mano presiona sobre las curitas, creyendo que no pasaría nada, aunque la verdad si le dolió un poquito hacerlo, así que evitara repetirlo.

Light reparte la comida en partes iguales, ahora que lo piensa quizá la mitad de la lasaña y una lechuga entera es mucho para dos personas. Eso no significa que sus ánimos van a decaer por ese detalle, todo lo contrario. Quizá la felicidad le nubla la mente porque lo único en lo que puede pensar es en concretar algo que ha querido por años: sentarse a comer como una familia mientras los dos se cuentan sobre su día. Intenta ignorar las paredes que los rodean e imagina que están en un parque. Comienza a relatarle sobre lo que ha hecho los últimos días, le cuenta sobre los vídeos de una chica que ve en su celular, como en uno de ellos hizo cupcakes y quiere intentarlo. Evita hablar de Near, inconscientemente teme que a ella no le agrade su amistad con él, tampoco menciona a Elle, ni siquiera habla de Lisa pese a que solo es una compañera con la que se lleva bastante bien.

Sachiko lo escucha atenta, por un momento ella también se ve invadida por la sensación de estar almorzando junto a Light un sábado cualquiera, hasta el punto que casi se olvida del uniforme celeste que lleva puesto. Le cuenta lo que ha hecho últimamente, ha comenzado a hablar con algunos compañeros en los ratos libres aunque aún le cuesta un poco. Habla también sobre su compañera de cuarto, una chica joven de piel morena con la que apenas empezó a interactuar más hace unos días. Uno habla de su vida fuera del centro y la otra sobre lo que ha hecho ahí adentro, pero los dos lo hacen tan casual y con una sonrisa en los labios que pareciera que las paredes que los separan no existen.

—¿Crees que sea muy difícil hacer ravioles? La chica que te dije de YouTube subió una receta —dice Light, pinchando un tomate— ¿Quieres que te traiga eso la próxima vez? —En caso de que la respuesta sea afirmativa, deberá comprar más tarros de mermelada para persuadir a cierta persona— ¿O qué quieres que te traiga?

—Con que vengas tú, me basta... —Responde con una tierna sonrisa mientras que toma la mano del castaño— ¿Cómo va la escuela?

Es una pregunta normal, acorde al escenario que ambos se han creado en su cabeza. Sin embargo, Light no puede evitar desviar la mirada por un segundo. En toda la conversación ha evitado deliberadamente ciertos temas para no verse invadido por la culpa de estarle mintiendo, prefiere pensar que ocultar ciertos detalles no es mentir, solo son verdades a medias.

—Hace unas semanas fueron los exámenes finales. —Pese a ser cierto, su voz y emoción bajan unos decibeles—. No sé por qué me preocupe tanto, fueron fáciles, aunque creo que química sigue sin ser mi fuerte —ríe y menea la cabeza—. Pero al fin terminé, oficialmente estamos de vacaciones. —En su afán de parecer el típico adolescente que espera con ansia la culminación del año escolar desde que empieza, termina sintiéndose peor. Esa no fue una verdad a medias, fue una mentira en toda la extensión de la palabra. Ella no sabe sobre la expulsión, menos la manera en la que ocurrió y tampoco quiere decírselo, así que cambia de tema—. En el trabajo todos mis compañeros son muy amables y me va bastante bien con las propinas...

—Yo sé que te estás esforzando... —algo insegura entrelaza los dedos de su mano con los de su hijo—. No es fácil estar aquí, Light... siento que no encajo... —la voz se le quebranta un poco, motivo suficiente para que el castaño se arrastre con todo y silla hasta quedar a su lado—. La terapeuta dice que es normal que me sienta así, pero ya di el primer paso... —No quería llorar, de verdad que no, sin embargo no puede evitar que algunas lágrimas desciendan—. Pero te extraño Light, extraño mi casa...

—Mamá... —murmura, temiendo que ella diga algo que él no quiere escuchar. Siempre se había quejado que los centros de rehabilitación la dejaban ir a la primera, pero no cree que vaya a ser capaz de negarse si ella con esa carita le dice que ya no quiere estar ahí.

La ve con la mirada empañada y eso le parte el alma. Está a punto de ofrecerle buscar otro lugar si éste no es de su agrado, no obstante antes de que pueda decir algo, los delgados dedos de ella se posan sobre sus labios.

—Yo también me voy a esforzar, Light... —dice con apenas un hilo de voz—. Quiero ser la mamá que tú te mereces...

—Nunca has dejado de serlo... —Le asegura envolviéndola en un abrazo. No lo dice solo por hacerla sentir mejor, él de verdad la ama. No la cambiaría por nada del mundo a pesar de todo lo que han pasado, nunca ha deseado tener otra mamá, en sus sueños siempre ha sido ella.

oOo


Beyond no sabe qué hizo para merecer esto. No solo fue el cocinero de Light en la madrugada de ese día, sino que ahora también es su chofer.

—¿Explíquenme por qué debo manejar yo? —Refunfuña cuando se detiene en un semáforo en rojo.

—Porque es una sorpresa para tu hermano. —Responde Light, asomando la cabeza entre los dos asientos delanteros.

El menor de los Lawliet pone los ojos en blanco antes de mirar por el rabillo del ojo al susodicho que ocupa el asiento del copiloto. A Light se le ocurrió que era una buena idea vendar los ojos de Elle para mantener la sorpresa hasta el final. Así que ha venido vendado todo el camino, sin decir nada, como si la sonrisa idiota que tiene le impidiera hablar. Ojalá hubiera podido sacar provecho de esa idiotez, no se quejaría si lo que estuviera conduciendo ahora fuera un Lamborghini, pero no, resulta que su hermano para eso si tiene cabeza y le dio las llaves del Sedán.

—¡Ya está en verde, ojos falsos! —Interrumpe Matt, estirando el brazo para darle un zape en la cabeza—. Ya quiero llegar para saber cuál es la sorpresa de Elle.

—¿¡Y por qué no manejó uno de ustedes!?

—Yo no puedo manejar. —Light de nuevo asoma la cabeza entre ambos asientos al responder, sonsacándole un bufido al pelinegro.

—No hablaba de ti, Lucecita... —Masculla, presionando el manubrio.

—Porque eres su hermano —dice Mello, acomodándose las gafas oscuras sobre el cabello—. Eso lo hace más especial.

—Yo también cumplí años... —Murmura entre dientes y frunce el ceño, viendo a través del espejo retrovisor intentando enfocar a los dos idiotas con los que vive.

—¿Y acaso no te compramos tu pastelito el jueves? —Cuestiona Matt, abrazándose al asiento de adelante para intentar encajar la cara en el espacio que queda vacío.

—Déjalo, solo está celoso. —Añade Mello mientras dobla las mangas de su chaqueta de cuero hasta los codos.

—¡No estoy celoso! —O tal vez si lo está, aunque solo un poquito. No tiene nada en contra de que alguien quiera celebrar a Elle, pero ¿no tendría que ser también su día especial? Después de todo son gemelos.

—No seas egoísta y aguafiestas, gasparín. —Dice el rubio, cruzándose de brazos.

—Si quieres a la noche le pido prestada la ropa de puta a Mello y te hago un baile. —Sugiere Matt.

—Pero si tú no necesitas de esa ropa para serlo, Matty —responde con una sonrisa ladina y enfocando sus brillantes pupilas azules en el pelirrojo—. No tengo idea a qué hora volviste de tu "trabajo" ayer —forma las comillas en el aire—, pero ahora en la mañana que metí la ropa en la lavadora, una parte de tu camisa tenía una mancha blanca. Espero que al menos te estés cuidando.

—Me cayó pasta de dientes cuando me cepillaba después del almuerzo —explica frunciendo el ceño. No es la primera vez que Mello le insinúa que va al trabajo solo a coger y la verdad no le importa, ya que en cierto punto es verdad, tiene encuentros con algunos compañeros, pero no le gusta presumir cogidas que no ocurrieron. Esta vez no miente con respecto a la pasta de dientes—. ¿Cuánto tiempo llevas sin sexo como para que ya no reconozcas la diferencia?

—Desde que se le dio por jugar al fiel. —Contesta Beyond.

Los tres comienzan a discutir cómo es usual en ellos, buscan atacar al otro haciendo uso de manías, rasgos físicos o vergüenzas pasadas. Light se siente como si estuviera en medio de una riña entre niños de preescolar, se aferra al asiento del copiloto, porque si Matt y Mello se llegan a soltar un golpe no quiere ser él quien lo reciba. Le sorprende que Elle pueda ir tranquilo y con una sonrisa mientras en su auto se está librando una batalla campal. Sin embargo le gusta que sea así, si el pelinegro se la estuviera pasando mal, él se sentiría peor porque se supone que hizo todo esto para que tuviera un día especial. Mientras los otros siguen como perros y gatos, Light abanica una mano frente a Elle solo para asegurarse que la venda está haciendo realmente su trabajo.

—Cuando regresemos... ¿los puedes mandar en taxi? —Le susurra casi al oído.

—Hecho. —Responde Elle sin dudarlo, ladeando el rostro en dirección al castaño.

—Saben que puedo oírlos, ¿no? —Interrumpe Beyond, haciendo que todo el auto quede en silencio. Light solo se limita a encogerse de hombros, dejándole claro que no le importa—. Otro cruce, mejor mira el mapa Lucecita y dime si debo seguir recto.

—Oh, sí es cierto... —Light toma el celular que había dejado sobre sus piernas y mira la flechita que aparece apuntando hacia a un lado—. Según esto, vas a cruzar a la derecha en la siguiente calle... —indica, y Beyond asiente—. Aaahh no, era en la que acabamos de pasar.

—¡Ay, Yagami! ¿¡Por qué no activas el audio para que dé las indicaciones!? —Espeta Mello, intentando arrebatarle el teléfono.

—¡Porque yo puedo hacerlo! —Responde, haciendo lo posible por resguardar su móvil.

—¿¡Y qué hago!? —Farfulla Beyond, entre molesto y nervioso, los demás no tienen la presión que él tiene al estar detrás del volante sin saber qué puto camino seguir.

Light abraza su celular contra el pecho para protegerlo mientras Mello continúa con sus esfuerzos de quitárselo. Se lo aleja un poco solo para seguir las nuevas indicaciones que muestra el mapa en la pantalla. No piensa activar las indicaciones por voz, Elle se haría una idea del sitio donde se encuentran y quiere que sea una sorpresa. Tampoco quiere darle el control a Mello y Matt porque no sabe si serán capaces de dar las instrucciones sin revelar información de más.

Cuando salieron de casa, la aplicación mostraba un tiempo aproximado de veinte minutos, llevan media hora y aún no llegan a su lugar de destino. El viaje se prolonga entre griteríos y jalones, Elle se sorprende de poder mantener la calma, él es alguien bastante paciente, pero está seguro que sus amigos lograrían sacar de quicio hasta a un monje. No sabe si debería sentir miedo por llevar los ojos vendados y no ver el caos que ocurre a su alrededor, o si debería sentirse feliz por el mismo motivo. De repente el auto se detiene, pero es solo hasta que el motor se apaga que todos dejan la algarabía, pudiendo al fin soltar un suspiro.

El primero en salir, pese a que venía en medio, es Light luego de haber pasado sin permiso y de forma poco delicada por encima de Mello, quien suelta un gruñido y algún improperio. El castaño no le presta atención, lo único que tiene en mente es que debe ser él quien le abra la puerta a Elle para darle la sorpresa.

Toma al pelinegro de la mano y lo hace caminar aún con los ojos vendados unos metros, su emoción es tanta que no percibe que los rostros de los otros se volvieron antipáticos de pronto.

La venda cae, pero luego de haber tenido los ojos cubiertos por tanto tiempo es difícil que la luz del sol no le moleste, así que usa una mano como visera y poco a poco todo comienza a tomar una forma definida.

—TA-DA! —Exclama Light, extendiendo los brazos de espaldas al lugar.

Dos imponentes pilares marcan la entrada, unidos por una brillante placa en lo más alto donde se lee: «AMUSEMENT LAND»

—Un parque de diversiones... —murmura Elle, con una leve sonrisa mientras sus pupilas recorren el sitio.

—¡Sí! ¿Te gusta?

—Pues la verdad no. —Responde Beyond, caminando hacia ellos mientras se guarda las llaves en el bolsillo.

—Pero como dicen... —Agrega Matt, colocándose los goggles sobre el cabello—. A lo regalado no se le busca lado.

—Exacto, Beyond... —Intercede Mello, buscando un chocolate en su chaqueta de cuero—. Ya bastante está haciendo Yagami al invitarnos.

—¿Invitarlos? —Light alza una ceja y pasea la mirada por cada uno— ¡Puff! ¡Ya quisieran! Yo solo estoy invitando a Elle. Ustedes pobretones vean quien los invita. —Toma la mano del pelinegro y da media vuelta, dirigiéndose hacia las vallas donde la gente hace fila para entrar.

—¿En serio nos dijo pobres? —Cuestiona Beyond perplejo, sintiendo que el párpado le tiembla.

—¿¡Él a nosotros!? —Continúa Mello, apretando los puños.

—¿¡Después de que fui yo el que manejó hasta acá!?

—Y mientras sigan reaccionando así, Light seguirá molestándolos. —Interrumpe Matt, pasando los brazos sobre los hombros de sus amigos para llevarlos con él—. Creo que es su manera de decirles que los quiere.

—¡Iugh! —Responden los dos al unísono, haciendo una mueca de asco.

Matt ríe y menea la cabeza. Él no se considera alguien maduro, pero es fácil lucir menos infantil al lado de esos dos. Ahora se pregunta si realmente Near es alguien sensato o solo era que la estupidez de ellos lo hacía lucir más maduro.

—Tres, por favor. —Le indica al joven que se encuentra dentro de una cabina, quien con una sonrisa le extiende tres entradas tras recibir el pago.

Tras ser revisados por agentes de seguridad y pasar las entradas sobre un sensor para que los torniquetes les den acceso, se reencuentran con Elle y Light.

—¿Y bien? ¿Dónde nos subimos primero? —Pregunta el castaño con palpable emoción mientras gira levemente, viendo que hay una atracción diferente hasta donde le llega la vista.

Pese a que la pregunta es en plural, queda bastante obvio quién es el destinatario. El problema es que Elle no sabe cómo responder. Hay algo que ellos, a excepción de Near, tienen en común: todos odian los juegos mecánicos. No puede decirle eso, y si lo hace, debe ser muy cuidadoso en cómo lo dice.

—A ninguno de nosotros nos gustan los parques de diversiones, Lucecita. —Dice Beyond, ignorando el sinfín de improperios que su hermano le está dedicando mentalmente.

—¿Es eso verdad...? —Murmura, deteniéndose de pronto, sin un ápice de la emoción que tenía hasta hace un momento.

—¡No, no! —Responde Elle de inmediato, acercándose hasta él para tomarle las manos— Sí me gustan, ¡lo juro!

Light lo escucha, pero su ánimo ya no es el mismo.

—¿Me disculpan un momento?

Elle asiente mordiéndose los labios. Lo ve dar media vuelta y alejarse, pero es hasta que se pierde entre la gente que el pelinegro gira, dirigiendo una mirada acusadora a su hermano. Por instinto, Matt y Mello dan un paso hacia atrás, dejando a Beyond solo.

Light se aleja lo suficiente antes de sacar su celular del bolsillo. Él planeó este día con tanto esmero y le pidió ayuda a Near para que fuera perfecto, ¿¡por qué no le dijo que era una mala idea!?

—¿Puedes hablar? —Pregunta tan pronto como la llamada se conecta.

Del otro lado de la línea, Near frunce el ceño mientras abre el refrigerador en busca de una manzana. El tono de voz de su amigo no es el usual, pero el que no lo haya ni saludado es lo que le parece más extraño.

—Iba a ducharme. Hace un rato vine del gimnasio, ¿ocurre algo? —Hace unos meses, se hubiera preocupado desde el primer instante, pero lo va conociendo cada vez más y la mayoría de veces son más dramas que problemas reales. En eso se parece mucho a cierto rubio.

—¡Que estoy al borde del colapso! —Nate se muerde los labios para no reírse, justo a esto se refiere con drama— ¡Me dijiste que adoraban los parques de diversiones!

—¿¡Qué!? No, no. O sea, sí, lo dije, ¡pero era sarcasmo, Light! —Responde el de cabello blanco, abriendo exageradamente los ojos.

—¿Y cómo se te ocurre decirme eso si no era verdad? —Murmura, escondiéndose detrás de una cabina de un juego de dardos—. Yo estaba emocionado, ¿cómo iba a notarlo?

—La última vez que hablamos, mencionaste la playa. —Se siente fatal al escucharlo con la voz quebrantada, en ningún momento fue su intención. Todo fue un malentendido—. Supuse que ibas a llevarlo a una.

—Tú sabes que yo nunca he ido a la playa. No quería arruinarlo —se pone de cuclillas, está seguro que nadie lo ve—. Por eso pensé en un parque de diversiones y me decidí por este porque vine hace un año con Misa y Teru —ríe con amargura. Se decidió por ese lugar en específico porque si estaba a la altura de Misa y Teru, seguro debía ser digno para Elle—. Lo traje a Amusement Park, ¿sabes cuánto cuesta la entrada? Todos los meses luego de mi paga me gusta comprarme algo rico para comer, es mi manera de no sé, consentirme luego de trabajar tanto, pero este mes que pasó no lo hice para ahorrar dinero, y no me importó, yo solo quería darle a Elle el mejor cumpleaños. ¿Qué hago, Near?

Hay algo que le ha rondado la cabeza desde hace semanas. Tiene la sensación de que la infancia de Elle no fue la más feliz, ¿qué niño podría serlo si solo le permiten jugar en contadas ocasiones? ¿Qué niño podría serlo si en lugar de acumular juguetes, acumulaba libros? Tal vez por eso pensó en un parque de diversiones, porque quiere darle un pedacito de infancia. O quizá solo lo hizo como una manera de agradecimiento después de todo lo que él pelinegro ha hecho por él. Por lo que sea que haya sido, este día debía ser perfecto.

—Escucha, Light... lamento el mal entendido, pero créeme que Elle te quiere tanto que estoy seguro que no le importa a donde lo lleves.

—Pero yo no quiero que me mienta, yo quiero que de verdad la pase bien.

River suspira mientras toma asiento en el comedor y le da una mordida a la manzana.

—¡Ya sé! —Dice de pronto elevando levemente la voz, como si se le hubiera ocurrido la mejor de las ideas—. En esos lugares hay todo tipo de cosas dulces, estoy seguro que Elle va a ser muy feliz si le compras algunos.

—¿No hay posibilidad de que se suba a alguna atracción? —Al seguir agachado, apoya el mentón sobre sus rodillas, sintiéndose decaído.

—Te seré honesto, todos ellos son unos miedosos, pero ¡hey! Si logras convencerlos que se suban a algo, toma fotos.

Light forma una pequeña sonrisa, tal vez es un acto reflejo al sentirse decepcionado. Como sea, prefiere finalizar la llamada y salir de su escondite. Al hacerlo, lo primero que enfocan sus ojos en un señor que vende algodones de azúcar, como si la vida lo hubiera puesto ahí para que lo viera. Recordando el consejo de su amigo, decide acercarse y comprar el más grande antes de volver.

—¿¡Dónde estabas!? —Light debe retroceder un paso por inercia cuando de la nada Elle aparece frente a él— ¡Nos tenías preocupados!

—¿¡Nos!? —Pregunta Beyond, caminando hacia ellos junto a Mello y Matt. Parece que la misión "encontrar a la zorra" acaba de terminar.

—¡Tú cállate, Beyond! —Espeta Elle. Para comenzar fue por su falta de tacto que Light se marcho. Supuso que el castaño solo necesitaba un momento a solas, pero comenzó a preocuparse cuando lo perdió de vista entre la gente. Así que no quiere que su gemelo diga otra tontería.

—Solo fui por algo... —susurra Light, esperando que el tono bajo de su voz lo tranquilice— ¡Te tengo una sorpresa! —Añade, esta vez con una sonrisa. Ha mantenido las manos atrás, los dedos le tiemblan, pero está seguro que esta vez no fallará.

Elle se relaja, aliviado de que el castaño haya aparecido, pero no puede evitar fruncir el ceño. No esperaba que le tuviera otra sorpresa cuando se supone que estar ahí es su regalo. No obstante, su mente se pone en blanco y cree estar seguro que sus pupilas se llenan de destellos cuando aparece frente a él un enorme algodón de azúcar multicolor Dicha reacción no pasa desapercibida para nadie, sobre todo para Light.

El castaño se muerde los labios para evitar que su sonrisa sea tan obvia. De pronto todos su ánimo vuelve y una idea lo acompaña: encontrar la atracción perfecta para Elle. El parque es bastante grande y entre tantos juegos mecánicos debe existir alguno que sea del agrado de Lawliet.

—¿Y si nos subimos a ese mientras Elle come su algodón? —Pregunta, señalando la montaña rusa. Es uno de los juegos más altos, seguramente desde arriba podrá ver buena parte del parque. Cuando estaba a punto de comentarles eso los tres de inmediato se negaron a subir.

—¿¡Quééé!? —Exclama Light, abriendo los ojos de par en par— Pe-Pero ¿cómo? ¿¡Po-por qué!?

—No me gusta. —Interrumpe Mello, deteniendo los balbuceos.

El castaño frunce el ceño y aprieta los labios. Elle está a punto de hacer sus miedos a un lado, no puede dejarlo solo después de todo el esfuerzo que puso planificando ese día especial para él. Pretende decirle que lo va a acompañar, sin embargo en ese momento Light continúa.

—Claro, Near me lo advirtió, ustedes son todos unos cobardes—Se cruza de brazos y levanta levemente el mentón, tomando una pose altiva.

—¿¡Perdón!? —Mello enarca una ceja, llevándose una mano al pecho.

—Atrévete a repetirlo. —Demanda Beyond, dando un paso al frente de forma amenazante.

—CO-BAR-DES. —Repite, sin mostrarse intimidado en ningún momento.

Mihael empuña las manos, que dicha palabra venga de Near le afecta. Mientras que a Beyond le cala que sea justamente Light quien se lo diga.

—Pues vamos a ver quién es el cobarde. —Responde el pelinegro. El rubio asiente, dándole su apoyo.

Light se muerde los labios para contener un grito, atacar el orgullo para conseguir lo que quieres es algo que solo había visto en las películas, no pensó que iba a funcionar. Dirige la mirada a Matt, pensando cómo persuadirlo, no obstante el pelirrojo habla antes de que pueda decir algo.

—Confórmate con ellos. —Dice, buscando una cajetilla de cigarros en el bolsillo trasero de su pantalón—. No voy a caer con ese truco barato.

El castaño pone los ojos en blanco, pero se limita a encogerse de hombros. Lo divertido de subirse a la montaña rusa es hacerlo con alguien, con uno que aceptara se hubiera sentido satisfecho, ahora con dos puede decir que obtuvo más de lo que esperaba.

—Elle, ¿me tienes mis gafas? —Pide Mello, retirándoselas para ponerlas sobre la mata de cabellos negros— Más te vale cuidarlas, son costosas.

—Se nota que las compraste en esas tiendas de todo por un dólar. —Opina Light, haciendo una mueca.

—Y tú conoces bien esas tiendas, ¿verdad, Lucecita? —Añade Beyond animado, pasando un brazo sobre los hombros del castaño para emprender el camino—. Dense prisa, la fila se va a llenar.

Todos, a excepción de Light, enarcan una ceja confundidos ante la actitud del menor de los gemelos, como si realmente quisiera subirse al juego. Por su parte, Beyond está convencido que su miedo a los juegos mecánicos quedó en el pasado. La última vez que visitó un parque de diversiones fue cuando apenas empezaba su adolescencia, ahora tiene veinticinco años, es imposible que les siga temiendo.

—¿Dónde les gustaría sus asientos? —Pregunta uno de los encargados del juego luego de recibirles los boletos. Al ser casi los primeros, la mayor parte aún se encuentra vacía.

—Hasta adelante. —Pide Light con una sonrisa, antes de que los otros dos puedan opinar.

El joven los acompaña, el espacio es suficiente para que los tres vayan en un solo asiento. El problema es ¿quién irá en el medio? De alguna forma, ir en medio da una sensación de seguridad al tener alguien a cada lado.

—Pues obvio que yo. —Declara el castaño, empujando a Beyond para que se apresure a entrar—. Los más valientes siempre van a los lados. Además yo toy chiquito.

El mismo chico les ayuda después a abrochar los cinturones y luego les ajusta la barra de seguridad.

—Con esto puesto no saldremos volando, ¿verdad? —Cuestiona Mello, lamiéndose los labios. A cada minuto que pasa sus nervios crecen.

—Pues ni modo que te diga que sí. —Beyond pone los ojos en blanco, aún sintiéndose demasiado tranquilo.

El juego tarda unos minutos en llenarse, en algún punto Light voltea hacia atrás para ver cuántos asientos vacíos quedan todavía.

—Hay que tomarnos una selfie. —Dice el castaño, sacando su celular. El problema es que al estar en medio, para que todos salgan los otros dos deberían acercarse, pero ninguno se mueve—. Ush, que aburridos. A ver, Beyond, tómala tú —le pasa el móvil al pelinegro y se ladea un poco antes de hacer la señal de amor y paz con los dedos, Mello también asoma la cabeza, sin acercarse demasiado— ¡Me encanta! —Confirma tras ver la fotografía, podría subirla ahí mismo a su perfil, aunque todavía debe pensar si le pondrá filtros o no, así que lo hará después.

De pronto el juego comienza a moverse, de inmediato Light busca con la mirada a Elle para sacudir la mano. como lo hacía con sus padres cuando era niño. El pelinegro le devuelve el gesto como puede ya que tiene una manzana caramelizada en cada mano, ¿en qué momento las compró?

Mello cierra las manos alrededor de la barra e intenta respirar despacio, quizá por fuera luzca un semblante estoico, pero por dentro está deseando no llegar a lo más alto del juego. Beyond por su parte va tranquilo, el carrito va subiendo despacio, lo que confirma su teoría de que ya no le teme. Sin embargo voltea y se da cuenta que las personas cada vez se ven más pequeñas.

—Cuando comencemos a bajar, hay que subir los brazos. Es más divertido. —Indica el castaño, notablemente ansioso.

Desde abajo, Matt no les quita la mirada de encima. Es cierto que por la distancia no puede distinguir sus facciones, pero todos ellos siempre odiaron este tipo de parques, aún no cree que esos dos estén justamente arriba de uno de los juegos más extremos. No solo por lo alto, sino por la cantidad de curvas que tiene.

—¿Crees que si le doy zoom con la cámara alcanzare a ver algo? —Pregunta mientras usa las manos como viseras para protegerse los ojos del sol mientras intenta ver hacia arriba.

Elle solo se encoge de hombros, está demasiado ocupado como para pensar en esas cosas.

—¿No es demasiado dulce? —Matt hace una mueca de asco, no entiende cómo a su amigo no le da un coma diabético con tanta azúcar.

—Técnicamente es fruta, envuelta en caramelo, pero fruta al fin y al cabo. —Es lo único que dice antes de darle una mordida a una manzana y luego engullir la otra.

El pelirrojo menea la cabeza y vuelve su vista a la montaña rusa. Están a nada de llegar a la cima y él no quiere perderse ese momento. Así que toma a Elle del brazo y lo lleva con él, caminan hacia las vallas metálicas que rodean al juego, buscando el sitio correcto desde donde puedan verlos. Saca su móvil y ajusta la cámara. Justo en ese momento el juego comienza a descender a una velocidad sorprendente, añadiendo más gritos al ambiente. La rapidez del carrito les mueve el cabello cuando pasa cerca de ellos.

—¿Crees que estén bien? —Pregunta Elle con una pizca de preocupación, dejando hasta sus manzanas de lado al ver que el carrito entra a la zona de las vueltas.

—Veamos...

El pelinegro se pega a Matt para ver el vídeo que logró grabar. No es la mejor definición, pero se logra distinguir alguno de sus gestos. En un principio solo se ve al carrito llegar despacio a lo más alto y quedarse ahí por unos segundos. Se alcanza a ver la sonrisa de Light y como el castaño levanta los brazos cuando comienzan a descender, pero contrario a él, las muecas de Beyond y Mello demuestran que no la están pasando bien. Matt pausa el vídeo y no puede retener una carcajada al ver el pánico en esos rostros, Elle también se ríe, pero trata de no ser tan escandaloso, a decir verdad hasta siente un poco de pena por ellos. El pelirrojo reanuda el vídeo, solo faltan unos segundos y cree que lo más gracioso ya lo vieron. Sin embargo, ninguno de los dos da crédito a lo que ven a continuación: Mello y Beyond, en su angustia, no atinan a hacer otra cosa más que abrazarse de repente a Light, quien sigue riendo y gritando con los brazos arriba.

—Esto lo vamos a guardar como foto. —Comenta Matt, retirándose los goggles tras haber pausado el vídeo de nuevo.

—De hecho está bastante bonita. —Responde Elle enternecido mientras pone dos dedos sobre la pantalla y los estira con la intención de agrandar la imagen—. Me la pasas.

Pese a que esos tres insistan en no llevarse del todo bien y que el abrazo se haya dado en una situación de desesperación, le da gusto verlos así. Sobre todo a Light, tiene la sensación de que cada día le cuesta menos sonreír.

Tan pronto como bajan, a Mello y Beyond se les nota que apenas y pueden estar de pie. No obstante el castaño no les da tiempo para recuperarse.

—¡Ahora hay que ir a ese! —Con toda la euforia y el cabello despeinado, señala la siguiente atracción.

Es un juego mecánico compuesto básicamente de tazas, cada una con un límite de personas. La idea es ir sentado dentro de las tazas mientras éstas giran, la diversión es que en el centro de la taza hay algo parecido a un timón, el cual las personas pueden girar para que la taza vaya dando vueltas cada vez más rápido al mismo tiempo que van rotando junto a las demás.

Sin preguntarles ni darles tiempo de respirar, Light los toma de las manos y los lleva con él. Desde lejos, los otros dos observan que la tacita de ellos es la que más gira. Mello y Beyond se bajaron mareados de la montaña rusa, por lo que dudan que sean ellos los que tienen el control del timón, así que el responsable puede ser solo una persona. Matt se da cuenta que Elle está más ocupado comiendo unas gomitas que no sabe en qué momento compró, por lo que supone no debe estar prestando tanta atención a lo que ocurre. Él en cambio se pregunta si acaso Light lo hace por maldad o porque le divierte. Puede ser que sea una combinación de los dos, le queda claro que esos tres adoran molestarse porque son demasiado orgullosos para admitir que se caen bien, pero en cada ocasión que la tacita pasa por donde están ellos, puede más o menos ver al castaño, y no va a negar que esa sonrisa sea genuina.

La misma acción se repite varias veces. Cada vez bajan más despeinados, pero también más eufóricos en el caso de Light y más pálidos en el caso de los otros. Matt considera que podría detener al castaño, sin embargo no lo hace porque es muy divertido verlos tambalear en cada descenso, además si esos dos prefieren seguir de orgullosos, pues que se jodan. Al menos uno de ellos está disfrutando.

—Me parece que Light la está pasando mejor que tú. —Comenta con una sonrisa ladina. Se supone que es la celebración del cumpleaños de Elle, pero quien realmente parece estarse divirtiendo es el castaño.

—¿Qué dices? Yo me la estoy pasando bien. —Asegura Lawliet, metiéndose un puñado de palomitas acarameladas en la boca.

—No lo dudo... —responde con ironía, luego enarca una ceja al verlo engullir otro puñado de palomitas. No hace mucho lo vio con una malteada y antes con una conserva de coco— ¿estás seguro que no te hará daño comer tantos dulces?

—Solo ha sido un poco... —murmura, chupándose los labios.

Cuando los tres bajan de una nueva atracción, Matt y Elle deben seguirlos rumbo a la siguiente. Lawliet ve un puesto de churros y debe pasar de largo con todo el dolor de su alma para no ser dejado atrás, ya volverá después mientras sus amigos están dando vueltas arriba del juego mecánico. Continúan caminando y Elle sonríe, no puede ignorar el hecho que los tres de adelante van de la mano, bueno más bien Light los lleva casi a rastras, pero van de la mano al fin y al cabo.

—¿Y si nos subimos ahí? —Pregunta Matt de pronto, haciendo que todos se detengan y dirijan la mirada hacia la atracción que señala: una rueda de la fortuna pequeña.

—O a esa. —Light señala el mismo juego, solo que este es de mayor tamaño.

—Es para que Elle se suba también. —Insiste el pelirrojo. Había dicho que no se iba a entrometer, pero Mello bajó hasta verde del último juego.

—¿Es en serio? —Pregunta Light con una sonrisa, soltando la mano de los otros dos y dirigiéndose al pelinegro.

—Hazle huevos, Elle. —Le susurra Matt—. Ni siquiera es tan alta...

—Yo... —el pelinegro traga lo último que le quedaba de sus palomitas y luego sube la mirada hacia el juego.— Sí... supongo... —Responde, no muy convencido. No fue a muchos parques de diversiones de pequeño, quizá por eso no encuentra divertido el poner en riesgo su vida en esos juegos. Sin embargo, no puede negarse ante esa carita que lo ve con tanta ilusión.

—¡Genial! —Exclama, sonriendo más que antes— ¡Vamos por las entradas! —Sin darle tiempo de reaccionar, lo toma de la mano y lo jalonea entre la gente, apartando a Beyond y Mello en el proceso.

Están a punto de comprar cinco entradas cuando Mihael pide que no lo incluyan.

—¿Estás bien? —Le pregunta Matt, extendiendo un brazo para tocarle la frente. Lo ve más pálido.

—Sí, sí... ustedes vayan... —toma asiento en un banco que hay cerca mientras intenta respirar despacio—. Yo necesito estar aquí... en tierra... quizá vomitando...

—Yo lo veo bien. —Comenta Light, haciendo un gesto con la mano para restarle importancia.

—La rueda de la fortuna es muy pequeña para mí... —sigue murmurando, esta vez acostándose sobre el banco—. Eso es lo que le diremos a Nate... y que me subí a la montaña rusa, al péndulo, al barquito, a las putas tacitas... —se cubre los ojos con el antebrazo y respira hondo, ¿por qué todo le da vueltas?

Elle no está muy seguro de dejar al rubio solo, pero supone que estarán en la rueda de la fortuna por solo unos minutos, así que le pide que no se aleje y que si debe vomitar que lo haga en un cesto de basura, que por nada del mundo se vaya solo a los baños. Light y Elle entran juntos en una góndola y Matt junto a Beyond son guiados hacia la góndola que sigue.

—Gracias por salvarnos de Light... —dice el menor de los Lawliet, tomando asiento y dejando ir la cabeza hacia atrás para cerrar los ojos. Él también se siente mareado.

—Eso les pasa por dársela de machitos. —Matt toma asiento frente a él mientras el encargado cierra la puerta.

—Accedimos a la montaña rusa —abre un poco un ojo para verlo—, a lo demás ya ni nos preguntó. —Concluye, soltando un bufido.

—Y desde la montaña rusa ya tenían los huevos en la garganta. —Se encoge de hombros. Nadie les puso una pistola en la cabeza para que se subieran—. Siguieron porque cayeron en el juego de Light.

—Es que te digo que es una zorra... —murmura agotado. Tiene el estómago tan revuelto que no es capaz de refutar nada.

—Un día Elle te va a dejar sin dientes, te lo advierto.

Beyond no se molesta en responder, no quiere interrumpir la quietud en la que se encuentra, sin movimientos peligrosos, vueltas pronunciadas o gritos despavoridos, que gran parte de ellos eran de Mihael y suyos. Sin embargo, su tranquilidad desaparece de pronto cuando la góndola se mueve un poco, por inercia abre los ojos de par en par y se sostiene de unos tubos que están arriba.

—Tranquilo, solo dio inicio.

—Tienes mi permiso para dejarme inconsciente de un golpe si algún día digo que quiero volver a subir a una de estas mierdas.

Matt asiente, lo golpearía aún sin su permiso, pero es bueno saber que tiene autorización para hacerlo. El recorrido empieza en silencio, por su parte Beyond cierra los ojos y se concentra en respirar para calmar las náuseas, mientras tanto Matt observa por el vidrio, es cierto que hay una versión más alta del mismo juego, supone que desde esa se debe ver todo el parque. Para ellos que detestan este tipo de cosas esta rueda pequeña es perfecta. Y si decidió intervenir es porque sintió pena por Beyond y Mello, sin embargo tampoco se iba a subir a algo que le diera miedo.

Pese al mutismo, no se percibe incomodidad entre ellos. Luego del beso, las cosas volvieron "a la normalidad", es como si eso era lo que Beyond necesitaba para relajarse. Han vuelto a ser los mejores amigos: se cuentan todo, pasan tiempo juntos incluso cuando cada quien tiene sus responsabilidades y es difícil, han vuelto a jugar a la play y a veces cuando Matt está trabajando en alguna aplicación o blog, el pelinegro está ahí aunque no entienda nada. También han vuelto a tontear, una nalgada de repente, un arrimón de verga, un piropo subido de tono, pero nada demasiado explícito, y el menor de los Lawliet parece estar conforme con esa situación. Sin embargo, no es lo que Matt esperaba.

—¿Podemos hablar? —Pregunta, rompiendo el silencio. Tal vez no es el mejor lugar, pero es difícil coincidir y cuando están juntos, es muy raro que estén solos.

—¿De qué o qué? —Abre apenas un ojo para verlo, se siente tan cómodo que no quiere ni moverse.

—De nosotros. —Se encoge de hombros, no hay motivo para andarse con rodeos.

Beyond se ve forzado a abrir los ojos y a fruncir el ceño.

—¿Cómo que de nosotros?

—Escucha... —se inclina hacia adelante, apoyando los codos en las piernas—. Yo creo que he sido bastante claro en cuanto a mis intenciones... —Ya intentó persuadirlo, seducirlo, acorralarlo, pero siguen sin llegar a nada. Así que el último recurso es hablarlo.

—A mí me gustan las mujeres, Matt. —Responde tras un suspiro, esperando dar fin a la conversación.

—De eso no me quedan dudas... —se encoge de hombros y continúa—. Sé que entre más tetona tú más te apendejas. Sin embargo también te van los hombres, ¿cuál es el problema? Es más, hasta te envidio. —Beyond ríe y menea la cabeza, preguntándose de dónde le salen tantas idioteces— ¿Qué? Es cierto, ya quisiera yo que me gustaran las mujeres también para disfrutar el doble.

—¿Sabes...? —El pelinegro carraspea la garganta, luego comienza a mover la pierna. No es algo de lo que pueda hablar con facilidad, pero con Matt siempre se siente cómodo—. El considerar que soy bisexual es un choque para alguien que se ha considerado hetero la mayor parte de su vida... el problema es que no me atraen los hombres. —Confiesa, provocando que su amigo frunza el entrecejo—. Y antes de que digas algo, yo de verdad no recuerdo a los tipos del club. Cuando voy por la calle, puedo voltear para ver a una mujer bonita y eso no me sucede con los hombres, pasan desapercibidos para mí.

—Entiendo... —Murmura con un aire de derrota—. A lo mejor yo lo malinterprete todo. Hay muchos heteros que se toquetean entre ellos, pero no son jotos... o al menos eso dicen ellos.

—No he terminado... —Interrumpe, más rígido y pálido que nunca—. Lo que pasa es que... —siente que el cabello se le adhiere a la nuca debido al sudor, agacha la cabeza mientras mentalmente trata de obligarse a sí mismo de completar la frase—. Lo que pasa es que... no sé por qué pero tú sí me atraes. —Susurra con apenas un hilo de voz, sin levantar la cabeza ya que está seguro que debe tener el rostro del color de un tomate.

Matt suelta una carcajada, soltando la tensión que él mismo tenía y a la vez aligerando el ambiente.

—¿Y cuál es el problema, entonces? Tú sabes que te quiero dar desde hace meses.

—Si fueras al menos copa C ya te hubiera puesto hasta un anillo. —Ríe un poco, levantando la mirada y disfrutando de esa complicidad que solo tiene con el pelirrojo—. Es que es extraño, Matt. Me atraes, sin embargo cuando me imagino de novio con alguien, no me veo con un hombre, es algo que no entiendo aún... —Concluye, encogiéndose de hombros. Le ha dado vueltas al asunto, no entiende cómo le puede atraer su amigo y a la vez rechazar la idea de ser pareja con alguien del mismo sexo.

—Insisto, ¿cuál es el problema? Yo no pretendo que seamos novios.

—¿Me quieres solo como tu esclavo sexual? —Pregunta el pelinegro, enarcando una ceja divertido.

—Iba a decir amigos con derecho, pero esclavo sexual me gusta más. —Responde, ganándose un golpe en el hombro.

—No lo sé, Matt... —Se lleva las manos a la cabeza con notable desesperación—. Eres mi mejor amigo, fosforito. Tenemos hobbies en común, me la paso bien contigo, nos reímos de pendejadas que creo que solo nosotros entendemos. No sé, no quisiera que nos pasara lo mismo que a Mello y Near... —Confiesa tras un suspiro, agachando la cabeza de nuevo.

El pelirrojo no responde al instante, en cambio se pone de pie y toma asiento a su lado, lo cual es un error ya que dicho movimiento provoca que la góndola se balancee. Los dos se sostienen de lo que tienen al alcance y se quedan quietos, esperando que la cabina se estabilice.

—No nos va a pasar lo mismo que a ellos... —Dice Matt luego de unos minutos, pasando un brazo sobre los hombros de su amigo, lo hace con sumo cuidado para evitar otro zangoloteo—. Por eso lo estamos hablando, y mientras dejemos las cosas claras no habrá ningún problema.

—¿Y si nos pasa lo mismo que a Elle? —Voltea a verlo, dejando en evidencia su preocupación. Todos saben que la relación que su hermano empezó con Light en el inicio fue meramente sexual, y ahí lo tienen ahora, poniendo cara de pendejo cada vez que lo ve.

—Mira, Mihael y Nate estaban destinados a fracasar, uno de ellos siempre estuvo enamorado del otro. Ese no es nuestro caso, ¿verdad? —Beyond lo medita y luego menea la cabeza, a pesar de no comprender la atracción que siente por su amigo, tiene claro de que no está enamorado ni nada por el estilo—. Y tu hermano... todos sabemos que tiene corazón de pollo, el único que creyó que podía mantener una relación free era él. Tú nunca has tenido novia, la mayoría han sido para pasar el rato, ¿no?

—Sí, supongo...

—Podríamos decir que los dos tenemos experiencia en eso... —Aún rodeándolo del hombro, se acerca hasta que sus labios quedan muy cerca del oído del otro—. Podemos seguir siendo amigos y pasarla bien sin compromisos.

Beyond percibe el cálido aliento de Matt bañándole la mejilla, las mismas que en este momento seguramente están teñidas de un intenso color carmesí. Pese a estar demasiado nervioso debido a la cercanía, no se atreve a rechazarlo al instante.

—Me he estado viendo con una chica del trabajo —dice de repente, logrando que Mail enarque una ceja confundido—. No se lo digas a nadie, no quiero que nadie la juzgue en el trabajo y tampoco quiero que tengamos problemas... hemos estado cogiendo...

—¿Y se supone que debo ponerme celoso?

—Es la única chica que me he tirado últimamente —continúa, ignorando al pelirrojo—. No te pido exclusividad, pero bájale al número de amantes.

Matt deja salir una sonora carcajada, creyendo que se trata de una broma.

—Hablo en serio. —Interrumpe Beyond, sin una sonrisa en el rostro—. Mira, no lo digo por posesivo. No soy Mello, que no soportaba ver a Near con otro mientras él hacía de las suyas. Lo digo por mi seguridad, no quisiera que me contagiaras algo.

—Siempre me cuido. —Afirma, sintiéndose un poco ofendido por la insinuación.

—Pues es lo único que pido —se encoge de hombros y voltea hacia el vidrio que rodea la góndola, viendo el paisaje—. Si no puedes cumplirlo, entonces olvídalo.

Matt arruga la nariz y se cruza de brazos. De inmediato vienen a su cabeza sus compañeros de trabajo, hace mucho no salen de noche, de algún lado tenía que abastecerse. Repite con muy pocos, pero ha tenido encuentros con la mayoría de la oficina. Está consciente que existen las ETS, es por ello que se cuida, no va por la vida deseando contagiarse de alguna. Sin embargo, Beyond parece bastante firme con esa petición. Suelta un suspiro mientras mentalmente sopesa las opciones, no es un buen trato vea por donde lo vea. Por un lado tiene un puñado de hombres guapos que se ven muy bien con uniforme, pero lucen mucho mejor sin ellos, por el otro tiene a este desgarbado con el que nunca ha llegado ni siquiera a meterse mano bajo la ropa, ¿quién en su sano juicio lo elegiría?

—Trato. —Dice luego de varios minutos, extendiendo una mano para sellar el pacto. No solo está accediendo debido al morbo, lo hace también porque al final de cuentas están hablando de Beyond y ese ojeroso no tiene comparación.

—¿Estás seguro? —Pregunta nervioso, viéndolo a los ojos. No recibe respuesta, pero esa mirada fija es suficiente. No obstante, él duda, cree saber en lo que se está metiendo y esa idea nunca estuvo tan a su alcance, nunca fue tan tangible — Está bien... —murmura. Logra que su cuerpo reaccione, aún con miedo y temblando de nervios, estrecha esa mano—... Trato.

La rueda de la fortuna continúa girando, despacio como es usual. En algún punto la góndola donde van Elle y Light queda en lo más alto, y permanece ahí por unos minutos.

—¡Mira, Elle! Desde aquí Mello no luce tan pálido. —Dice el castaño, pegando el rostro al vidrio.

Lawliet se sujeta de donde puede, Light no ha dejado de moverse en ningún momento y por ende esa cosa ha estado tambaleándose todo el recorrido.

—Si nos hubiéramos subido a la otra, hubiéramos podido ver toooodo el parque. —Continúa el menor con notable emoción. Se cambia de asiento, pasándose al lado de Elle.

No es la primera vez que lo hace, pero el pelinegro desearía que fuera la última, ya que esos movimientos son los que más hacen columpiar la góndola.

—Desde aquí también se pueden ver muchas cosas, ¿no crees? —Pone las manos de forma casual sobre las piernas del otro, con el fin de mantenerlo quieto aunque sea por un instante.

—¡Tienes las manos frías! —Dice alarmado mientras le cubre las manos con las suyas.

Lawliet en ningún momento lo hizo para preocuparlo. Light lleva un pantalón de jean oscuro y para que su temperatura atravesara la tela es porque casi debe estar por llegar al punto de la congelación.

—¿Por qué están tan heladas? —El castaño sopla en repetidas ocasiones el huequito que queda entre sus manos para calentar las de Elle— ¿Tienes frío? ¡Ya terminó el invierno! ¿Te sientes mal? ¿Es la presión? ¿El azúcar? Puedo comenzar a gritar para que nos bajen —Al decir lo último, voltea con intención de arrastrarse por el asiento para acercarse a la puerta, no obstante el pelinegro lo detiene.

—Solo... no te muevas. —Pide sosteniéndolo. Intentó soportarlo, de verdad que sí, pero la estúpida rueda de la fortuna no sigue girando, ellos están en lo más alto y esas góndolas tiemblan hasta con el más mínimo movimiento. Ya no puede más.

Sin embargo, ignora que está haciendo demasiada presión en los brazos del castaño, dejando en evidencia su nerviosismo.

—¿Tienes miedo? —Pregunta con apenas un hilo de voz.

Solo hay una manera de responder esa pregunta y no tendría que haber ningún problema en admitir la verdad. No obstante, puede percibir cierta culpa y desilusión en esa voz.

—Hace mucho no venía a un parque de diversiones... —responde, forzando una sonrisa—. Eso es todo.

—Fue una mala idea, ¿verdad? —No puede evitar agachar la cabeza avergonzado, sin embargo unos fríos dedos lo toman del mentón y lo hacen levantarla.

—No, no, no. Es el mejor cumpleaños que he tenido.

—Lo dices solo para hacerme sentir bien... —murmura, esbozando una leve sonrisa.

—Lo digo en serio —insiste, acariciándole una mejilla—. ¿Sabes? Yo no me quejo de la crianza que tuve, Roger y Watari siempre celebraban los cumpleaños de todos los niños aunque es cierto que conmigo era diferente. La celebración de mi cumpleaños debía seguir un horario, recibía juguetes, pero solo podía jugar con ellos ese día, después los terminaba regalando a los otros niños porque nunca tenía tiempo para jugar con ellos. Me acostumbré a eso... —Se encoge de hombros y toma las manos del castaño—. Al salir del orfanato, mis cumpleaños prácticamente eran ir con los idiotas a un buen restaurante, pedir el mejor platillo y charlar —también lo hacía cuando estaba en Italia con Alex, aunque luego de lo ocurrido entre ellos prefiere no mencionar a su ex—. No te diré que no me gusta hacerlo, salir con ellos es una de las cosas que más disfruto, están medio tarados pero son mi familia. Sin embargo, nunca alguien me había hecho sentir que un día entero giraba alrededor mío, toda la semana les dijiste que hoy iba a ser mi día, Mello hasta me contó que los amenazaste para que hicieran cambios o sobornaran a otros compañeros con tal de que tuvieran el día libre.

Light suelta un jadeo y abre los ojos de par en par, ¡Mello es un bocón! Si esa rubia oxigenada no ha vomitado para el momento que bajen, él mismo le va a sacar las tripas.

—Yo jamás haría algo así... —dice haciendo un mohín con los labios.

Elle ríe y le pasa la mano por el cabello, en otra ocasión sería para revolvérselo, pero luego de todas las atracciones en las que se ha subido, más bien hasta se lo acomoda un poco al pasarle la mano.

—Yo sé que no. —Responde con una sonrisa. Quien no conoce a Light, le creería de inmediato; tiene una facilidad para modular la voz y hacer muecas que lo hacen lucir inofensivo, y esa carita inocente le ayuda mucho. Sin embargo él lo conoce, no va a caer ante esos ojitos... al menos no tan fácilmente—. El punto es que me he divertido mucho hoy, jamás se me hubiera ocurrido venir a un parque de diversiones, me alegra que hayamos venido. Mi pancita está feliz aunque no me haya subido a muchas atracciones.

—¿Estás seguro que no es malo que comieras tantos dulces? —Pregunta sonriente, colocando una mano sobre el estómago de Lawliet.

—Nah, de hecho quiero más cuando bajemos de acá.

Light menea la cabeza y sonríe mientras sigue con la mirada fija en el estómago del otro, acariciándolo. Este gesto no pasa desapercibido para Elle.

—De verdad gracias, Light. —Susurra, tomándolo del mentón para hacerlo levantar el rostro.

Lawliet sabe que lo de ellos se ha reducido a solo una amistad, es lo que el castaño le ha pedido que sean y él está dispuesto a respetarlo. Él no espera algo a cambio por ayudarlo, ni siquiera que sus sentimientos sean correspondidos solo por permitirle seguir en su casa. No hablan al respecto, pero siempre ha procurado darle su espacio para que Light no se sienta obligado a hacer cosas que no desea. No obstante, está enamorado, lo quiere, se atrevería a decir que el sentimiento va más allá, y el tratar de contenerlos todos los días no es fácil, menos en días como este. Quizá es por culpa del azúcar, o tal vez está demasiado feliz, al punto que todas sus demás emociones se desbordan, haciéndolo acortar la distancia. Sabe que puede arruinarlo todo, pero tiene la mente tan nublada que no le importa, necesita rozar esos labios, ni siquiera un beso, tan solo quiere sentirlos.

Light sostiene el aliento, sus labios entreabiertos aún perciben el cosquilleo que el breve contacto le provocó. El tiempo se detiene y el castaño está seguro que el incesante latir de su corazón retumba por toda la cabina. Él también está consciente de que podría arruinarlo todo, por motivos diferentes a los de Elle, pero comparte el sentimiento. No piensa a futuro en ningún aspecto de su vida, tiene planes a los cuales aferrarse, pero son planes que ha tenido por años y todos involucran a su mamá. No tiene algo propio, todo es tan difuso cuando se trata de él, y nunca le ha dado importancia. Quizá es esa misma incertidumbre la que le da valor para sujetar la barbilla de Elle y acortar la distancia de nuevo, esta vez profundizando el beso.

No tiene idea qué sucederá en su futuro, nunca ha sido alguien muy consciente al respecto. Se acostumbró a vivir el día a día, nada más. No sabe si es correcto, no sabe si se está equivocando, todo siempre es tan difícil entre lo que debería hacer y lo que desea hacer. Procura no pensar en su madre porque sabe que su ánimo se vendrá abajo.

Hay algo que cruza fugazmente por su cabeza mientras esa lengua se adentra con delicadeza en su boca: nada que se sienta así de bien, puede estar mal. Es solo una idea vaga que se pierde entre un sinfín de tantas otras. Son palabras que se filtran de una grieta que se rehúsa a romperse del todo, pero que se niega a seguir cerrada. Una idea que toma fuerza unos días y otros se desvanece. Es una imagen difusa que intenta reprimir la mayoría del tiempo, una en la que no aparece solo, en ella Elle siempre aparece a su lado.


N/A:

Solo diré una cosa: hay que proteger a Light. Ta shikito.

Tercer capítulo tranquilo? Que está pasando, doctor Garcia!?

Se me hace muy difícil escoger una parte favorita. Creo que disfruté mucho escribiendo cada parte... a ver si la beta tiene su parte favorita? Y ustedes? Si me inclinara por una creo que sería la última escena, jaja es que poner a todos en una situación siempre resulta hilarante, un bautizo puede ser y aún así la cagan.

El capítulo fue un poco largo, pero espero lo hayan disfrutado. Muchas gracias por leer! :3