Harry Potter pertenece a JK Rowling.

Star Wars pertenece a George Lucas (y a Disney)

Harén de Harry.

HP: Hermione Granger, Daphne Greengrass, Padma Patil y Susan Bones.

SW: Aayla Secura, Ahsoka Tano y Maris Blood.

36: Beauxbatons, Durmstrang y el Cáliz.

Las clases con Moody seguían siendo interesantes. Aunque, eran bastante curiosas: entrenarse en contra-hechizos, entrenarse en diversos encantamientos, en algunos maleficios.

—Por la forma en la cual, nos entrena, se diría que estamos por ser atacados, de un momento a otro. —Se dijo Harry, mientras abandonaba el salón de clases.

—Aun así, ha sido muy interesante —dijo Padma, quien sonreía. Ella jamás se esperó, llegar a emplear de esa forma, algunos hechizos, como el Protego o el Expelliarmus, incluso el Relashio (hechizo de repugnancia).

— ¿Y qué me dicen, de los hechizos sanadores? —dijo un emocionado Terry. —Yo no sabía sobre ellos. Aunque, tiene sentido, ¿no?

— ¿Tiene sentido? —preguntó una curiosa Lily Moon, una Slytherin.

—Sí, ya sabes: Saber sobre Medimagia, en el campo de batalla. —Dijo Terry, ante aquello, todos asintieron.

Los alumnos de cuarto año, tenían un incremento en su trabajo, para ese año. La profesora McGonagall les explicó a qué se debía, cuando recibió con quejas, los deberes de Transformaciones que ella acababa de ponerles. — ¡Están entrando en una fase muy importante de vuestra educación mágica! —dijo McGonagall. —Se acercan los exámenes TIMO.

— ¡Pero si no tendremos TIMO, hasta el quinto curso! —objetó Dean Thomas.

—Puede que sea verdad, Thomas. Pero los TIMO, les permitirán saber a qué clases se matricularán para los EXTASIS, y de acuerdo con las calificaciones en EXTASIS, se sabrá qué trabajos podrán tener el día de mañana. —Dijo McGonagall.

Cada semana, tenían que escribir redacciones sobre las revueltas de los duendes, del siglo XVIII.

El profesor Snape, los obligaba a realizar toda clase de antídotos, y había dicho entre líneas, que envenenaría a alguien.

Y tenían que leer tres libros más, para conocer a fondo sobre los Encantamientos Convocadores.

Incluso Hagrid los estaba cargando con bastante trabajo, y los Escregutos crecían a un ritmo sorprendente.

La profesora Babbling, dividía sus trabajos en dos partes: creaban círculos rúnicos, con diversos fines, y aprendían a escribir en Futhark y glagolítico.

Luego que dos semanas, en los tableros de las Salas y en el tablero del Gran Comedor, apareció un mensaje, que los emocionó a todos.

TORNEO DE LOS TRES MAGOS

Los representantes de Beauxbatons y Durmstrang, llegarán a las 18h. del día viernes 30 de octubre. Las clases se interrumpirán media hora antes.

Los estudiantes deberán de llevar sus mochilas y todos sus útiles a los dormitorios y reunirse a la salida del castillo para recibir a nuestros huéspedes antes del banquete de bienvenida.

Durante la semana siguiente, no se habló de otra cosa, que no fuera sobre los visitantes. Y algunos Ravenclaw, querían ver si podrían intercambiar o comparar hechizos pronunciados en francés y en noruego.

Quienes se postularían para campeones de Hogwarts, en qué consistiría el torneo, en qué se diferenciarían los alumnos de Beauxbatons y Durmstrang de ellos, etc.

Los cuadros fueron restregados y su polvo y otras suciedades, fueron eliminadas, para gran vergüenza de los retratos.

Las armaduras ahora estaban relucientes y no rechinaban.

Y Argus Filch, el conserje, se veía y mostraba como un acusador buitre, castigaba a todo aquel, que ensuciara algo.

Los maestros también estaban nerviosos.

— ¡Longbottom, ten la amabilidad de no decir ante ningún alumno de Durmstrang que no puedes realizar un sencillo hechizo Permutador! —chilló McGonagall, a causa de su nerviosismo.

Así mismo, la mañana del día 30, al cruzar al gran comedor, encontraron cuatro estandartes de las casas de Hogwarts.

Cuando finalizó el desayuno, todos vieron a Susan con una cara de cansancio. Como era lógico, Harry se acercó a ella, y le pasó una mano por los hombros.

— ¿No pudiste dormir, Susy? —preguntó, mientras le acariciaba la espalda.

Aquel gesto cariñoso, y en el cual, quizás no había segundas intenciones, causó que su corazón palpitara rápidamente. Le regaló una sonrisa al pelinegro. —Dormí bien. El problema es la hermana de Hermi. Zoe, ha estado quejándose, sobre los Elfos Domésticos, o bueno: Sobre el hecho, de que... carecen de una paga y que no se les trata como trabajadores, sino como esclavos, y.… bueno, ¿te haces una idea, ¿no?

Harry se quedó en silencio, por un momento. — ¿Está viéndolo todo, desde el punto de vista del trabajo Muggle?

—Exactamente. Y encontré estos, sobre su cama y su mesa de noche —dijo Susan, enseñándole, que, dentro de uno de sus bolsillos, tenía un diminuto sombrero, parecido a una kipá (pequeño sombrero judío), de su interior, extrajo un diminuto cuadrado de papel. —No estoy en contra, de... algunas de sus cosas de aquel pergamino, pero tampoco estoy totalmente de acuerdo.

— ¿Qué quiere hacer mi hermana? —preguntó Hermione, asustando a Susan y a Harry. Rápidamente, le quitó el cuadrado de papel a Susan, lo desdobló y leyó lo que había allí. —Pero... ¿Qué...? ¿Qué demonios es esto? —su rostro decía, que estaba entre asombrada e indignada. —Susan, ¿estás totalmente segura, de que esto estaba sobre la cama, de mi hermana?

— ¿Crees que le haría algo así, a una persona solo por no agradarme, Hermione? —preguntó Susan, mirando a su amiga, de una forma desafiante.

Hermione negó con la cabeza, lo guardó ella. — "Está demente" —susurró.

— ¡Hey! —dijo Harry, asustando a sus amigas, y señalando un pedestal, sobre el cual estaba una de sus esculturas, la de un Thestral. —Esa es mía.

—Esas también —dijo Susan sonriente, señalando otro par de pedestales, donde se veían un Toyariano, un Tauntaun, un hipogrifo, un fénix, un varactyl y un centauro.

—Señor Potter —dijo la voz de Snape, detrás de ellos. —Lamento, no haberle notificado, sobre... bueno: que algunas de sus esculturas, serían usadas en este evento. —Señaló una por una, y los pedestales crecieron en tamaño, lo mismo que las esculturas.

Harry solo suspiró, y sonrió, porque no le quedaba más. —No hay problema, profesor.

Había un ambiente de impaciencia, que lo hacía curiosamente agradable.

Nadie estuvo muy atento a las clases, por más que muchos alumnos estudiosos así lo intentaron, pero todos querían ya poder ver e interactuar, con los alumnos extranjeros.

A las 18 horas, estaban todos atentos, bien vestidos, en las puertas del colegio, a la espera.

— ¡Weasley, colócate bien el sombrero! —rugió McGonagall. — ¡Patil, quítate esa cosa ridícula del cabello! —la hindú, tuvo que quitarse una moña con forma de mariposa.

— ¡Potter, deje de jugar con la varita y demuestre interés! —gruñó Snape, Harry la guardó.

— ¿Creen que lleguen en el tren? —preguntó un interesado Ron Weasley.

— ¿En escoba? —preguntó Draco.

—Demasiado lejos, Malfoy —dijo Zabini.

— ¿Y si se aparecen? —preguntó Ron.

—Nadie puede aparecerse en Hogwarts, hay encantamientos que lo impiden —gruñó Hermione.

—Pero quizás: al ser de séptimo año, puedan hacerlo —dijo Fred Weasley.

— ¡Aja! —Gritó Dumbledore repentinamente. — ¡Si no me equivoco, veremos en pocos instantes, a la delegación francesa!

— ¿Por dónde? —preguntó alguien.

— ¡Por allí! —dijo Luna Lovegood, apuntando al cielo.

A primera vista, a algunos les parecía una especie de casa, tirada por caballos voladores.

Eran caballos muy grandes, llamados Abraxan, y estaban tirando de un carruaje de gran tamaño, pintado de azul, y tenía el símbolo de Beauxbatons, del carruaje descendió un joven, luego la directora, de cabello negro corto, ojos negros, nariz respingona y abrigo violeta, era tan alta como Hagrid.

Dumbledore aplaudió, todos lo imitaron, y pronto descendieron los alumnos de Beauxbatons, de capas y ropajes azules.

Dumbledore y Maxime, conversaron un poco, y justo cuando los alumnos de Beauxbatons, iban a ingresar y a tomarse un momento de paz, en lo que llegaba la delegación de Durmstrang, un alumno de sexto año, apuntó al lago, todos se quedaron asombrados, y al mismo tiempo, maravillados, cuando un barco pirata emergió desde las profundidades del lago, y descendieron los alumnos (y alumnas), con abrigos pieles.

Un anciano tan alto, como el profesor Dumbledore, con cabello corto y larga barba. — ¡Dumbledore, mi viejo compañero! ¿Cómo estás? —El profesor Karkarov, saludó al profesor Dumbledore, con un efusivo abrazo. — ¡Maxime, querida!

—Kagkagov —dijo la mujer, dándole un abrazo al otro director. —Vamos, hay mucho por haceg.

Primero ingresó Beauxbatons, luego Durmstrang y al final, Hogwarts.

Rápidamente, los gemelos Weasley, le colocaron una mordaza a su hermano menor, porque Ron no dejaba de hablar, sobre el alumno Viktor Krum, quien además estaba en la selección de Quidditch de Bulgaria.

Los de Beauxbattons, se sentaron con los Ravenclaw, y los de Durmstrang, con los de Slytherin.

Pronto, aparecieron alimentos ingleses, franceses y búlgaros, cosa que fue muy bien pensada por Dumbledore, teniendo en cuenta, los hábitos alimenticios de los visitantes, y eso los hizo sentirse como en casa.

— ¿Por qué Filch coloca cuatro sillas, si solo contamos como visitantes, a la directora Maxime y al director Karkarov? —susurró Harry, a nadie en particular.

Dos personas ingresaron en el gran comedor.

—Ludo Bagman: Director del Departamento de Juegos Mágicos y el sr. Reevers: actual director del Departamento de Cooperación Mágica Internacional, organizaron este torneo, trabajando sin descanso, para que las pruebas resulten ser... demandantes, pero no mortales —dijo Dumbledore. —Nosotros cinco, seremos los jueces del Torneo de los Tres Magos, en el tribunal que juzgará los esfuerzos de los campeones. —Filch llegó, trayendo en una mesa de ruedas, un cofre, del cual extrajo una copa de madera, toscamente tallada, que tenía tres "ventanales" de color azul, y fue colocado en el suelo, donde un circulo rúnico brilló. Nadie notó la ligera mueca de molestia. —Se calificará a cada uno de los tres participantes, según la perfección, con la cual realice la prueba. Todo aquel que quiera lanzarse como candidato a competidor, solo deben de ingresar su nombre, con su escuela, en el cáliz, el cual estará encendido a lo largo de la noche. Mañana en la noche, el cáliz nos dará los nombres. —El atardecer del día sábado llegó. — ¡Llegó la hora! —anunció. — ¡Es la hora, de que sepamos, quienes serán los competidores del Torneo de los Tres Magos! —pasaron algunos minutos, y no pasó nada, cuando alguien quería decirle al profesor Dumbledore, que se apurara, el Cáliz, por sí mismo, se encendió, primero con llamas azules, luego violetas y después, con rojas. Un botón surgió del interior. —El campeón de Durmstrang es... ¡Viktor Krum! —Durmstrang aplaudió, mientras que al jugador de Quidditch, le indicaban ir a una puerta, en el mismo Gran Comedor. Los alumnos de Hogwarts, se asombraron, pues estaban seguros, de que esa puerta nunca había estado allí. Nuevamente, el cáliz se encendió. Escupió un papel, pasados diecisiete segundos —La campeona de Beauxbatons es... ¡Fleur Delacour! —todos aplaudieron, aunque algunas chicas de Beauxbatons lloraban, como si les hubieran dicho que falleció un ser querido. Un minuto, luego otro, y uno más, hasta que el cáliz se encendió. —El campeón de Hogwarts es... ¡Cedric Diggory! —todas las mesas aplaudieron, pero los de Hufflepuff, incluso llegaron a colocarse de pie. El chico se dirigió, junto a los otros tres. —Ya tenemos a nuestros tres campeones. Estoy seguro de poder confiar, en que ningún alumno, de ninguna escuela rival intente algún tipo de sabotaje. Y de que apoyaremos a nuestros respectivos campeones... —el cáliz se encendió una vez más, y escupió un papel. —Harry Potter.

Harry, se colocó de pie enfadado, mientras que la magia (y la Fuerza) oscura, se liberaban. Harry se había entrenado tanto tiempo, en ambos lados, que, en su cuerpo, la fuerza lumínica, neutral y oscura, estaba muy claramente definidas. Al instante, la sala se volvió terriblemente fría. Y Dumbledore abrió los ojos, sorprendido, cuando se dio cuenta, de quien estaba provocándolo, mientras que alumnos y maestros, miraban de un lado a otro, buscando la amenaza, sin poderla encontrar. — ¿Qué ha dicho? —Harry comenzó a caminar, y el frio, se centró en él, era él.

Aquello los asustó a todos.

Incluso a Dumbledore. —T... Tu nombre, ha salido del...

Harry llevó su mano derecha, a su bolsillo, desenfundando y empuñando su varita, apuntándola a su sien. —Yo: Harry Potter Evans. Hijo de James y Lily Potter. Alumno, e hijo adoptivo de Sheda Obaset y Athric Kevazz. Heredero de las casas Potter y Black: Juro, por mi vida y mi magia, que no he colocado personalmente, mi nombre en el Cáliz de Fuego. No intenté en ningún momento de la noche pasada, la mañana de hoy, la tarde de hoy, ni al anochecer, ingresar mi nombre en el Cáliz de Fuego. No he pedido a nadie colocar mi nombre en el Cáliz de Fuego. Y estoy siendo obligado a participar en este torneo. Lo juro, así sea. —Una luz dorada iluminó su cuerpo, extendió su mano derecha, en la cual, aún llevaba la varita. —Lumos. —Aun poseía su magia. Estaba siendo obligado a participar.

No lo hizo él.

Ni quería hacerlo.

Para todos, aquello quedó aclarado.