Disclaimer: Naruto y todos sus personajes son propiedad de Masashi Kishimoto. Este fanfic no tiene ánimo de lucro.
Beta: Usura-tialmant, Funeral-Of-The Humanity & Noin no Nogitsune
Advertencias: Shonen ai, Pov Sasuke. Este fanfic tiene todos los derechos reservados © solochely (2019). La distribución del mismo, parcial o total, en cualquier otro medio -físico o digital- no autorizado será motivo de las acciones oportunas.
Sábado, 18 de octubre
14:05
—Eres tonto de remate, ¿te lo había dicho ya?
Al tanto que trazaba de forma ausente el contorno de la espalda que estaba dibujando en su libreta, suspiró irritado, más consigo mismo que con Sakura. Sabía que tenía razón en echarle la bronca tras contarle lo que ocurrió con Naruto días atrás… Pero le repateaba escuchar aquellas palabras de boca de su amiga.
—Sí, Sakura, ya me lo habías dicho -contestó malhumorado por lo bajo.
Había querido relajarse cuando salió al porche de la parte de atrás de su casa a dibujar y a que le diera el sol un poco. Se había pasado la mayor parte de la mañana intentando limpiar su cuarto de dibujo, sin mucho éxito, y también había salido con su madre para comprar la pintura para las paredes.
Si se había llevado fuera el móvil consigo era sólo por si acaso Naruto le contestaba al mail que le había mandado por la mañana y que el dobe de las narices no había respondido aún.
Pero había cogido la llamada de su amiga porque se había propuesto hablar más con todos ellos, y empezar a expresarse. Ésa era la intención. Debía comenzar a enmendar todo el caos que había estado provocando a su alrededor.
«Todo irá bien, Sasuke. Todo irá bien.»
Así pues, volvió a coger aire profundamente para serenarse. Ella no tenía la culpa y lo sabía.
—Ahh… —suspiró la chica con resignación. —Pero entonces, ¿lo habéis arreglado o qué?
—Unn —asintió levemente. —Se ha ido a visitar a su abuelo unos días para despejarse un poco.
—Normal —replicó ella al instante. —Parecía estar al borde de la histeria cuando hablé con él.
Comentario que le hizo dejar lo que estaba haciendo, y cerró los ojos al tanto que se mordía el labio. Y es que… Verdaderamente era un idiota. Había llevado a Naruto al borde de la locura por su egoísmo, y por querer vivir dentro de una burbuja cuando sabía que, más tarde o más temprano, Naruto comenzaría a impacientarse por querer saber más de él.
—No sé con qué cara le voy a mirar cuando vuelva —dijo en un suspiro, apoyando la cabeza en la mano. —No se merecía todo esto, él no…
—Sasuke-kun —le cortó antes de que pudiera seguir—, entiendo que tuvieras miedo de contárselo… Pero confía un poco más en él. Ese chico te quiere de verdad.
—Ya lo sé —contestó al tiempo que se agarraba un mechón del flequillo, tirando levemente. —Precisamente.
Ambos suspiraron a la vez con resignación. Sabía que ella entendía su conflicto interno. No en vano ella conocía el por qué de que sus relaciones fueran tan cortas. Y es que nunca quiso apegarse a ninguno de ellos, a sabiendas de que tarde o temprano le iban a dejar por el ritmo de vida que llevaba, entre la diálisis y el hospital. Cosa que el tiempo se encargaba de darle la razón, por lo que nunca pensó en ninguno de ellos como parejas. Tan sólo alguien con quien pasar el tiempo.
Pero con Naruto era diferente. Todo era diferente con ese bobo…
—En fin —pareció dar por zanjado el asunto. —¿Y Karin y éstos? ¿Les has contado algo?
—Aún no. Esta tarde he quedado con ellos.
—¿Vais al billar?
—Unn…
—Ahh… Qué envidia… Yo en cuanto cuelgue tengo que seguir estudiando —comentó con frustración. —Aún me quedan cinco meses para terminar la residencia.
—¿Sabes ya si te van a contratar ahí?
—Ni idea —resopló. —Pero ojalá. Me han dicho que si me quedo aquí, tengo más papeletas para poder ir al hospital donde está tu nefróloga.
—Unn… —asintió levemente.
Se le ponían los pelos de punta cada vez que Sakura hablaba de eso. Siempre había querido ser médico… Pero cuando le diagnosticaron la insuficiencia renal, Sakura empezó a interesarse más por esa rama de la medicina, hasta que pareció convertirlo en su meta. Y al mismo tiempo le enfadaba y le alegraba que lo hubiera decidido así. Por un lado, no le agradaba la idea de que alguien tan cercano a él supiera mejor que él mismo lo que padecía… con la consiguiente "supervisión" a la que se veía sometido cada vez que quedaban juntos. Pero por otro lado… Si algún médico le hubiera podido diagnosticar a tiempo, quizá ahora estaría en una situación muy diferente. Quizá hubiera podido salvar al menos un riñón. Y aunque sabía que Sakura era consciente de que nunca iría a una consulta con ella, por muy buena amiga que fuera, en verdad deseaba que nadie más tuviera que pasar por lo que estaba pasando él. Si hubiera más médicos como su nefrólogo, continuamente pendiente de los avances que hacían por todo el mundo para poder aplicarlos y dándole seminarios a los médicos de atención primaria...
—Además —lo sacó de sus pensamientos—, ahora que mi tutor empieza a hacerme un poco más de caso no me gustaría tener que irme a la otra punta del país.
—Unn…
—Es algo así a lo Richard Gere, ¿sabes?
"Ahí va…", puso los ojos en blanco.
No le había prestado demasiada atención cuando estuvo en el hospital la semana anterior, pero vaticinaba un monólogo sobre cuán atractivo y seductor era su mentor.
—Tiene el pelo todo canoso, pero es que le sienta tan bien… —suspiró.
—No sabía que te fueran los vejestorios —no pudo evitar burlarse, riendo entre dientes.
—¡No es un vejestorio! —replicó enseguida. —B-bueno… Tiene doce años más que nosotros… ¡Pero no es tan viejo! —defendió.
—Hmmm… Doce años más. Para cuando tengas cuarenta, él estará a punto de jubilarse.
—Eres un borde, ¿lo sabías? —gruñó.
—Me lo dicen bastante últimamente, sí —resopló para sí resignado.
Cierto era que le gustaba hacer de rabiar a los demás, Itachi le había criado así. En cuanto tenía la oportunidad, no podía dejarla pasar. Más, si quien le estuviera hablando era tan fácil de picar. Le parecía mentira que no le conociera.
—¿Por qué será? —gruñó de vuelta ella.
Sin embargo, antes de que pudiera agregar nada más, escuchó un par de pitidos provenientes del móvil que conocía bien. Alguien más le estaba llamando.
"Naruto", le palpitó el pecho ante la idea de que fuera él.
—Sakura, tengo que colgar —dijo con fingida calma.
—Vale. ¿Te conectas luego?
—No sé, quizá.
—Ahh… —suspiró pesadamente. —Vaaale. Ya hablamos.
—Unn...
Y sin más, se apartó el móvil para corroborar si sus sospechas eran ciertas. Tras colgar la llamada, vio que había recibido ya un mensaje de la llamada perdida… Con el número de Naruto.
Apretó los labios queriendo esconder la sonrisa que empezaba a formarse en su cara, a pesar de que no hubiera nadie viéndole. Aunque, sólo por si acaso, se apoyó con su mano diestra en el suelo para inclinarse y echar un vistazo al interior de la casa por la puerta de la cocina al tiempo que le devolvía la llamada. Sabía que su madre no era de ésas de estar espiando conversaciones ajenas, pero por si acaso.
—¡Hey! ¿Qué tal? —le saludó animado Naruto tras apenas dos tonos.
—Aquí… —murmuró sintiendo que se le acelerase el pulso.
—¿Qué es aquí? ¿Estás en casa?
—Unn…
Y sintió que le subiera el rubor hasta las orejas. No habían vuelto a hablar por teléfono desde la otra noche…
«Naruto…
»Dime.
»Te quiero.»
… Y no le había dado un pensamiento antes de marcar su número. ¿¡Qué se suponía que tenía que decirle ahora!? Esperaba por los Dioses que Naruto no le hiciera ningún comentario al respecto. Se sentía como un idiota por no ser capaz de encontrar nada de lo que hablar ahora que le tenía de nuevo al otro lado de la línea.
—¿Y qué haces? ¿No sales?
—Luego he quedado con éstos.
—¿Con Suigetsu y Karin?
—Unn… Y Juugo. Hemos quedado para ir a jugar al billar.
—Jo, qué morro —se quejó aquel. —Yo me aburro como una ostra…
—Pensaba que te gustaba salir a pasear por el campo —rebatió perplejo.
—Sí… Pero mi abuelo sólo me quiere para hacer de 'paparazzi' —dijo con un tono un tanto oscuro.
—¿Cómo?
—Hmm…
"¿De paparazzi...?", repitió confuso en sus adentros, esperando que se explicara.
¿Es que había alguien famoso por el lugar o qué?
—Es un pervertido —susurró tan bajo que hubo de hacer un esfuerzo para escucharle. —Se pasa el día escondido entre los matorrales.
"¿Escondido entre los matorrales…?", repitió confundido para sí.
Y le vino a la cabeza la imagen mental de un viejo, más bien calvo, con la cara pintada de camuflaje y observando todo a su alrededor con unos prismáticos, fundiéndose entre el follaje.
«Es un pervertido…»
«Lo que me mola un webo es que hay un onsen no muy lejos de aquí, y va casi a diario. Qué ganas tengo de pasar un rato allí en las termas…», recordó que le dijo en un email.
"Ah…"
Y no pudo evitar soltar una carcajada al caer en la cuenta. Debía de estar utilizando a Naruto para sacar unos buenos planos…
—¡No te rías de mí, cretino! ¡No tiene gracia!
—Lo siento —trató de contenerse.
—¿Tú sabes en el follón que me va a meter como nos pillen?
—Pues dile que no vas —rio con sorna.
Aunque la gracia le duró lo que tardó en hacerle un 'clic' en la cabeza, y darse cuenta realmente de lo que estaba haciendo Naruto. No era sólo que su abuelo seguramente querría que hiciera fotos de las tías… en cueros… Naruto tenía razón, se podían meter en un buen lío legal si alguien los pillaba, aunque nadie más las viera.
—¿Y qué se supone que va a hacer con las fotos? —preguntó algo más serio.
—Dice que son su fuente de inspiración —dijo con hastío. —Se dedica a escribir novelas eróticas y dice que viendo a las mozas, las palabras se escriben solas.
La carcajada se le escapó sin su consentimiento. Era incapaz de visualizar a un abuelo sentado delante de un ordenador, escribiendo sobre sexo. Aunque, bueno, desde la antigüedad había pintores de todas la edades retratando escenas sexuales… Pero nunca había tenido a nadie cerca que se dedicara a esas cosas, y no podía imaginar que alguien en la familia de Naruto se ganara la vida con ello. Más, con lo que le costaba al bobo hablar de esas cosas, y siendo su padre un experto en leyes fiscales.
—Tú ríete —le contestó con una risilla cínica—, pero el viejo se ve que es famoso en ese género.
—No jodas —siguió riendo.
—Sí, tío. Tiene por ahí en el salón unos cuantos premios.
Ahora sí, se le pasó la risa y le empezó a dar curiosidad.
—Va, ¿en serio? ¿Tú las has leído?
—No —contestó enseguida.
—¿Por qué no?
—Tío… —bajó la voz. —¿T-tú crees q-que podría dormir leyendo esas cosas sabiendo que lo ha- que lo ha escrito él?
Y de nuevo, no pudo contener una carcajada.
—¿Por qué? —preguntó sin poder dejar de reír. —¿De verdad piensas que estarías viéndolo a él en lugar del personaje?
Supo que había dado en el clavo según pasaban los segundos sin que Naruto le diera una respuesta. Y sólo por tal de no seguir haciéndole pasar un mal trago, reunió todas sus fuerzas para contener la risa, a pesar de los calambres que empezaban a darle en el vientre.
—De todas maneras… —carraspeó para despejarse la garganta, e intentar mantener la seriedad que requería el tema—, dile que si quiere fotos, en internet hay de sobras.
—¿Tú crees que no se lo he dicho ya? —respondió resignado. —Dice que no le gustan porque no son naturales. Que se nota tanto que están posando que más que inspirarle, con tanta superficialidad le quitan las ganas de escribir.
—Hmmm… —suspiró profundamente.
No se lo había planteado nunca hasta ahora, pero esto era un debate moral demasiado complejo en el que no quería entrar. Entendía perfectamente lo que quería decir su abuelo… Pero no podía olvidarse que estaban invadiendo la intimidad de otras personas. Pero, ¿y si nadie se enteraba... y esas fotos no salían nunca de la casa de su abuelo…? Seguía siendo ilegal, pero entendía el punto como artista…
—Dále tu cámara y que las haga él.
—No —contestó tajante Naruto.
—¿Por qué?
—Porque me la va a romper.
—Pero como te pillen a ti haciendo eso, a saber la multa que te cae.
—Ya lo sé… —gimoteó. —Pero no tengo dinero para comprarme otra cámara como esa si me la rompe.
—Que te la pague él —contestó sin darle ni un pensamiento. —¿No dices que tiene éxito?
—Sí…
—Pues enséñale cómo funciona, y si te la rompe que te compre otra igual.
—Hmmm…
—Naruto, en serio, si os pillan haciendo ese tipo de fotos, la multa no es pequeña. Si les hicierais fotos a los tíos, quizá con suerte ni os denunciarían. Pero a las tías ni de coña.
—Lo sé… —suspiró.
Y pareció darse por vencido, pues no le siguió replicando.
Empezaba a comprender por qué la madre de Naruto se enfadó cuando le dijo de ir con su abuelo. El viejo parecía ser un caso en sí mismo. Aunque quizá si Naruto no hubiera sido gay, ni siquiera le habría mencionado el tema. Si le gustara recrearse la vista con las mujeres...
Ciertamente el tema era espinoso. Desde que dejó la universidad, cada vez que quería dibujar un desnudo se pasaba más tiempo buscando alguna buena imagen por internet que dibujando al no poder tener a nadie que le hiciera de modelo. Y aunque quizá el abuelo de Naruto tuviera dinero para pagarse una, si lo que buscaba era naturalidad en los movimientos… La tarea era complicada, sí.
Pero de todas maneras era un tema que no quería debatir, a pesar de que seguramente Naruto lo entendiera, pues en cierta manera, si tanto le gustaba hacer fotografías, debía entender él también el punto de vista de su abuelo.
O quizá no, a saber.
Tras dar una profunda bocanada de aire, decidió apartar el tema de su mente, dándolo por zanjado al ver que Naruto se quedó en silencio como asimilando la conversación que acababan de tener. Esperaba por los Dioses que atendiera a razones y no se metiera ahora en ningún lío. Más aún teniendo en cuenta que se había ido allí para relajarse y reflexionar.
—Naruto —le llamó tras un rato en silencio.
—Dime.
—Aparte de eso... ¿Cómo estás? —dijo en un murmullo.
—Bien... —contestó en el mismo tono, quedándose un momento en silencio—, ...pero te echo de menos.
Tras esas palabras, Sasuke sintió que se le encogiera el pecho, y ya notaba un calorcillo invadirle por entero con la sinceridad que transmitía su voz. Y supo que si no frenaba lo que estaba sintiendo, aunque de alegría, se pondría a llorar. Quería pedirle que regresara ya de una vez, y así no tendrían que extrañarse mutuamente…
—Y yo a ti, bobo —contestó con afecto.
...Pero no quería estresarle ni coaccionarle a que apresurase su vuelta. Al igual que le dijo Naruto, esta vez quería hacer las cosas bien.
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Sábado, 18 de octubre
17:45
«Te echo de menos...»
Sasuke dio un profundo suspiro al recordar la conversación con Naruto, al tanto que caminaba de forma ausente junto a Karin y Suigetsu, dirección al pub donde habían quedado con Juugo.
Le tranquilizaba saber que no era el único que echaba en falta al otro… Pero por otro lado, se le encogía el pecho. Si por él fuera, ahora mismo pondría fin a la distancia que les separaba para poder aliviar ese sentimiento de añoranza.
Bien podría coger el coche de su madre, ir a ver a Naruto, y volver esa misma noche si es que el pueblo de su abuelo no estaba demasiado lejos, o podría volver al día siguiente. Pero antes de hacer algo así, tendría que saber el nombre del pueblo… Y de todas maneras, no estaba del todo seguro que a Naruto le fuera a hacer mucha gracia que se presentara allí de imprevisto.
No es como si le hubiera dicho que no quisiera verle… Pero debía ser paciente por una vez en su vida.
Confiaba en Naruto y en su palabra. Si le había dicho que no era por Sasuke que necesitaba tiempo, sino por sí mismo, debía respetarlo.
—Vaya, vaya, ¿en serio? —escuchó a Karin reír traviesa, hablando con Suigetsu. —Eso no me lo habías contado.
—¿Tú qué dices?
—Puede que hagan migas, sí.
—¿De qué habláis? —quiso saber intrigado Sasuke.
—De Fuu —contestó ella.
—Y Juugo —afiló la sonrisa su amigo.
"Ah… Sí…", recordó.
Estaban esperando a Juugo para marchar al pub. Pero se había olvidado completamente de la enana hasta ese momento.
Quizá, después de todo, no estaría mal que se les uniera. Con lo escandalosa que era haría que sus amigos centraran más su atención en ella y menos en él…
—Pero bueno, bueno —interrumpió sus pensamientos Karin. —Creo que tenías cosas que contarme.
… O quizá no.
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Sábado, 18 de octubre
18:55
—¡Au! —se quejó apartándose de ella tras el fuerte tirón de oreja que le dio.
—¿¡Tú eres tonto o te lo haces!?
Con el ceño profundamente fruncido, frotándose su palpitante oreja, se la quedó observando algo cabreado mientras aquélla cerraba los puños y apretaba los labios, igualmente enfadada, tras contarle lo que sucedió en casa de Naruto y cómo se marchó de allí. Ya había supuesto que al igual que su otra amiga se iba a cabrear… Pero no la había visto venir.
—¡Y no te quejes! —lo amenazó con un dedo. —Parece mentira con lo que te quiere ese chico… —bufó. —¿¡Por qué nunca nos haces caso!?
—¿Quieres bajar el tono? —murmuró irritado echando un vistazo a su alrededor.
Como ya se imaginó, Fuu andaba entretenida jugando al billar con Suigetsu y Juugo. Pero aunque no estaban demasiado cerca de los billares, Karin era una escandalosa y no le apetecía que aquélla se enterase de su vida personal.
—Mira, Sasuke, entiendo que no es una situación fácil, pero tienes que empezar a intentar controlar esos ataques que te dan. Nosotros porque ya te conocemos de antes y entendemos que no es algo que hagas a propósito. Per-
—Vosotros qué vais a saber —la cortó.
¿Que ellos entendían… qué?
Ni por asomo podían empezar a comprender la desesperación que era tener que estar pensando siempre que, antes o después, iba a quedarse solo; nadie estaría toda su vida al lado de alguien como él: se cansarían antes por no poder ir aquí o allá con ellos por lo fatigado que se sentía la mayor parte del tiempo; o de no querer acompañarles muchas veces por no tener que estar pasando por el mal trago de verles disfrutar bebiendo y comiendo hasta reventar, todo lo que les daba la gana.
No podían ni empezar a imaginar de lo celoso que se sentía de ellos por eso. Incluso ahora, debía de hacer durar la cerveza que se había pedido hasta que se marcharan de ahí. Por mucho que sintiera la garganta algo irritada y seca.
—No sabéis nada —zanjó el asunto, cruzándose de brazos, perdiendo la mirada en los billares, sin realmente ver nada.
Simplemente, le daban ganas de llorar.
—Sasuke —lo llamó ella, ahora más seria—, no podemos comprenderte si te encierras en ti mismo. Yo de verdad que ya no sé cómo hablarte.
Y una punzada de culpa hizo que se le oprimiera el pecho.
«Sasuke, háblame, por favor…
»Hoy no, Naruto.
»¿Cuándo, Sasuke, cuándo? Sasuke, no puedo ayudarte si sigues encerrándote en ti mismo. Déjame ayudarte.»
¿Por qué era que Naruto había decidido irse solo unos días?
Justamente por esto.
«No puedo pensar cuando estoy contigo, Sasuke. No cuando te veo sufrir. Duele… Duele mucho…»
"Naruto…"
—Lo siento, Karin —dijo en un susurro.
¿No se había dicho a sí mismo que tenía que empezar a sincerarse con sus amigos? Se lo debía a todos ellos, pero es que simplemente las palabras no salían. No como con su hermano, y mucho menos como con Naruto. Ni tan siquiera se sentía capaz de dejar salir las lágrimas que estaban empezando a provocarle un escozor casi insorportable ya.
Simple y llanamente, era como si de repente su cuerpo y su mente fueran incapaces de reaccionar, quedándose ahí inmóvil, incapaz de pensar en nada perdiendo la mirada en el infinito. Aunque escuchó perfectamente cómo su amiga arrastraba su silla, y le puso la mano en el hombro, acariciándole en lo que le pareció un triste intento de reconfortarle.
Pero quería pensar que no se estaba compadeciendo de él. No quería volver de nuevo a esa espiral de agonía. Así que cuando aquella tiró levemente de él, se dejó llevar hasta que apoyó la frente sobre su hombro, suspirando profundamente.
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Sábado, 18 de octubre
20:00
—Ya estoy en casa —dijo al aire tras cerrar la puerta.
Podía escuchar la televisión de fondo, pero por lo demás, todo estaba completamente en silencio. Quizá llegaba algo tarde para la cena, si bien no esperaba encontrarse más que con su madre pues seguramente Itachi habría salido ya.
—Oh, bienvenido.
Por eso no pudo evitar sorprenderse cuando su hermano asomó la cabeza por la esquina de la escalera, desde la planta de arriba. Al parecer recién salía de la ducha.
—¿Qué haces aquí? —preguntó al tiempo que se quitaba las zapatillas.
—Oh… —se llevó la mano al pecho. —Ya sabía que no me querías pero no era necesario que fueras tan directo —dijo con fingido pesar.
Cosa que le hizo arrugar el entrecejo, y estaba notando que se le iba a formar un puchero pero pudo mantenerse serio finalmente. Itachi siempre estaba igual cuando se levantaba de humor, pero últimamente ya no sabía si tomárselo a broma o no después de todos los problemas que había estado causando...
—¿No te vas hoy con Konan?
—No… —sonrió levemente. —Ha tenido que quedarse en la oficina hasta tarde hoy.
—Ah… —se le escapó la decepción.
Ya sabía lo que significaba eso: noche de chicos.
Siempre aprovechaba cuando Konan tenía cosas que hacer para quedar con sus amigos. Y lo entendía, de veras que sí. Hacía años que salía con ella, antes incluso de que empezara con la diálisis. Pero ya desde algo antes de que tuvieran que operarle la primera vez, con todas las pruebas médicas y todo aquel infierno… las veces que veía a sus amigos eran cada vez menos. Ahora apenas se veían unas cuantas veces al cabo del año.
Pero aún así…
—Podríamos ver una peli si no tienes nada que hacer —le dijo al tiempo que encaminaba sus pasos hacia la cocina.
Se sentía miserable de pedirle de esa manera que se quedara.
No quería quedarse solo, encerrado en su cuarto. Quizá su madre podría haberle hecho compañía igualmente si se lo pidiera… O tal vez Sakura, quizá, estaría pendiente de su móvil esperando a que le dijera si se iba a conectar o no —aunque por la hora que era ya, lo dudaba—, pero tenía la repentina necesidad de sentir a alguien cerca que pudiera calmar el revoltijo que se le había formado en el pecho. Hablar un poco con Karin le había quitado algo de peso de encima, pero tener que pronunciar cada palabra…
—Oh, coge tu cena y súbete a mi cuarto —le dijo su hermano desde la distancia. —Había pensado en ver el DVD de Diabolos juntos.
Sasuke detuvo en seco sus pasos, sintiendo que se le acelerase el pulso.
Esa era su gira favorita de Gackt. Itachi lo sabía. Lo que quería decir…
"¿Pensaba quedarse conmigo…?"
Aunque quería sonreír, el temblor que le dio en el labio hizo que apretara fuerte los dientes. Si bien no pudo contener un par de lágrimas que se le escaparon, respirando conscientemente para controlarse.
Y tras una profunda bocanada, se pasó la manga por la cara para secarse, acelerando sus pasos para recoger su cena de la cocina.
—¿Qué tal te ha ido, cielo? —le preguntó su madre, haciéndole dar un respingo.
Aquélla entró en la cocina como si nada. A veces tenía la sensación de que fuera descendiente de ninjas.
—Bien, hemos ido a jugar al billar —contestó sin darle más importancia.
Bueno, no es que él hubiera estado jugando. Y no es como si realmente lo hubiera pasado bien: al final se había marchado de allí porque no quería estar entre ellos, sintiéndose tan vulnerable. Incluso se había ido sin despedirse más que de Karin.
—¿Y…? Esto… —empezó a decir dubitativa. —¿Y Naruto-kun? ¿No vas hoy con él?
Sasuke permaneció en silencio durante unos segundos, centrando su atención en colocar las cosas sobre una bandeja. Aún no podía creerse que realmente le hubiera hablado a su madre de él...
—No —murmuró. —Está de viaje.
—Ah… Bueno... Otro día.
En silencio, su madre comenzó a sacar la vajilla del fregaplatos para colacarla en su sitio. Y por alguna razón, se quedó estático ahí, observándola yendo y viniendo por la cocina. ¿Por qué le preguntaba por Naruto y ahora hacía como si nada? ¿Es que realmente estaba esperando que le llevase a casa?
«¿Qué le gusta de comer?
»Ramen.
»Oh, hmmm… Tendré que echarle un vistazo a alguna receta…»
De una ojeada rápida, y terminando de colocar sus palillos con suma lentitud junto a su plato, vio que no había nada en los fogones. Así que seguramente no era por eso. Pero entonces, ¿qué? ¿Quería que le trajera para, como dijo Itachi, presentárselo como su… como su…?
"Aún no hemos hablado", puntualizó para sí.
No quería hacerse falsas ilusiones. Pero aún así no pudo evitar que le subiera el calorcillo a las mejillas sólo de pensarlo.
—Bueno, así pasas un rato con tu hermano —le sonrió ella levemente tras un rato.
E hizo que se le fueran las tonterías de un plumazo.
—¿Ha pasado algo?
De repente, algo hizo 'clic' en su cabeza.
No era habitual que Itachi estuviera en casa un sábado por la noche aunque Konan tuviera que quedarse hasta más tarde en el trabajo: su hermano se adelantaba para ir a su piso y hacerle la cena y esperarla allí. Y pasaban la noche juntos.
Y tampoco era normal que Itachi desperdiciara una oportunidad como ésta para salir con sus amigos, si es que realmente no podía quedar con ella.
—Sasuke, cariño… —se acercó a él tomando aire profundamente.
No sabía qué esperar, pero la actitud de su madre le estaba poniendo tenso.
—Es tu hermano.
Sin más, le puso ambas manos en la cara, acariciándole ligeramente las mejillas. No le apartó la mirada, sus ojos clavados en los de ella.
—Él también te echa de menos —le dijo antes de atraerlo para darle un beso en la frente, dejándolo sin palabras.
Y no es que fuera algo que no supiera, pero en ese momento lo sintió como si le estrujaran el corazón. Últimamente todo era demasiado abrumador; cualquier cosa le hacía perder el aire, por estúpida que fuera.
Sin añadir nada más, su madre le dedicó una suave sonrisa antes de retirarse para volver al salón. ¿Había ido sólo para decirle eso? ¿Que su hermano le echaba de menos y que había preferido quedarse en casa con él, antes que salir a despejarse con su novia o sus amigos?
Necesitó dar un par de bocanadas, lenta y profundamente, para oxigenarse el cerebro. Sinceramente, no sabía cómo tomarse aquéllo. ¿Sentía pena por él y por eso se quedaba en casa? Aunque después de la última semana…
"Todo irá bien...", se dijo para sí, respirando profundamente de nuevo.
Después de todo, era normal que tanto su madre como su hermano estuvieran preocupados. ¿Quién no lo estaría habiendo visto el caos que había provocado él solito?
Así pues, sin querer volver a darle un pensamiento, cogió la bandeja y se encaminó hacia la habitación de su hermano.
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Sábado, 18 de octubre
21:40
Tras regresar de tomarse las pastillas, y embadurnarse con el 'bodymilk', se pasó la mayor parte del tiempo tumbado en la cama junto a su hermano, chateando con Naruto. Al parecer su abuelo le había llevado en una larga caminata, monte a través, y se estaba quejando de que "el viejo" no paraba de burlarse de él. Le costaba seriamente creer que en verdad Naruto no le pudiera seguir el paso a un anciano, pero si lo que le decía era cierto... Ya pensaba de Naruto como una fuente incombustible de energía, así que ese hombre debía ser algo así como 'Superman'.
No es que quisiera ignorar a Itachi, pero a aquél tampoco pareció molestarle pues también estaba concentrado en la pantalla de su móvil, escribiendo de vez en cuando. Quizá hablaba con Konan, o con alguno de sus amigos.
Y tampoco es que anduviera ignorando el DVD que había puesto su hermano: cuando el concierto llegaba a alguna de sus partes favoritas, levantaba la vista para quedarse por unos minutos embobado con los movimientos y juegos de color que hacían sobre el escenario.
Ciertamente era algo que le gustaría compartir con Naruto, aunque no estaba del todo seguro que le fuese a gustar tanto como a él lo que era una de sus obsesiones. No sabía si era el carácter desafiante —e incluso maleducado a veces— de ese cantante, su buena forma física, o todo el derroche de energía que dejaba en cada una de sus actuaciones, pero le tenía fascinado desde el primer día que lo vio por televisión.
En cualquier caso, era algo que quería compartir con el dobe, pero no podía ni planteárselo hasta que no regresara. ¿Cuántos días hacía ya que se había marchado?
—Se te va a escapar el alma —dijo con sorna Itachi.
—¿Y a ti no? —medio gruñó sin apartar la mirada del televisor.
¿Cuándo había suspirado? Procuraba controlar esos impulsos cuando estaba con su hermano, precisamente para evitar sus burlas. ¿En qué momento se le había escapado?
Pero Itachi tampoco se quedaba atrás. De tanto en tanto, y aunque fuese por lo bajo, lo escuchaba tomar aire profundamente. Tan sólo esperaba que no tuviera que ver con su trabajo y esa maldita tarde por la que un poco más y lo tira todo por la borda…
—Ahh… —suspiró de nuevo aquél. —Konan está cabreada conmigo.
—¿Qué? —preguntó perplejo. —¿Por qué?
Eso era nuevo. Nunca había escuchado de boca de su hermano que hubieran peleado. Con lo tranquilos que eran ambos, era casi como hablar del apocalipsis.
—Hoy se ha quedado hasta tarde por mi culpa —murmuró.
Con aparente calma, bloqueó el móvil dejándolo en la mesita, y se acomodó mejor, tapándose los ojos con un brazo. Sasuke no pudo sino quedarse esperando a que decidiera continuar, observándole con la sola luz de la televisión.
—La cagué cuando cité a un cliente para una reunión hoy. No me di cuenta de que ya me había comprometido con otro y, como comprenderás, no puedo estar en dos sitios a la vez. Pero se suponía que la reunión que le asigné a ella debería de haber quedado zanjada a media tarde y mira las horas que son. Acaba de terminar y esperaba encontrarme en su piso.
—¿Y por qué no has ido?
—Pensaba que preferiría descansar —se encogió levemente de hombros.
Y sin saber qué decir, permaneció en silencio, observándole ahí tumbado, casi inmóvil.
Aunque ciertamente aún no era excesivamente tarde. Si realmente quisiera, todavía tenía tiempo de llegar al piso de Konan y arreglar las cosas antes de que el enfado le fuera a más.
—Pero ya da igual —murmuró aquél, como leyéndole el pensamiento. —Una vez se enfada es mejor dejarla estar. Ya se le pasará.
—Si tú lo dices…
Itachi debía saber mejor que nadie cómo tratarla. Aunque sabía por Suigetsu que había veces en las que daba lo mismo, se hiciera lo que se hiciera: si pedía perdón, mal; pero si la ignoraba, peor todavía.
Pero bueno, eso era asunto de su hermano y él no se iba a meter. Si bien sabía que esto no hubiera pasado si…
—Itachi —lo llamó clavando la mirada en la pantalla de su móvil.
No es que realmente viera nada, pero con lo que iba a decirle sentía que se le oprimiera el pecho. Aunque era algo que debía empezar a asumir.
—¿Por qué no te has ido aún a vivir con ella?
Nada más vocalizarlo, su pulso se empezó a acelerar. Era algo que sabía que tarde o temprano pasaría si las cosas les iban bien. Sin embargo, su parte egoísta comenzó a reprocharle el haberle preguntado. No quería que se marchara. No quería porque entonces se sentiría como si le abandonasen a su suerte, dejándolo solo ante el vacío. Por mucho que tuviese a su madre, y por mucho que Naruto pareciera querer aún seguir con él. Itachi era el único que siempre había estado ahí para él.
—Eso no es algo que te deba preocupar a ti —le dio una leve palmada en la pierna.
—Entonces deja tú también de preocuparte por mí —le reprochó.
"¿Tú sí, pero yo no?", resopló para sus adentros.
—Cada uno tiene sus prioridades en la vida, bobosuke. Además, para eso están los hermanos mayores.
—Lo que tú digas —resopló.
¿Por qué ellos sí podían meterse en sus asuntos, pero él no? Sabía que no es que pudiera ser de mucha ayuda pero podía ayudarles a pensar. Tal vez divagando pudiera encontrar alguna respuesta que no se les hubiera ocurrido a ellos.
Aunque de todas maneras no era asunto suyo por lo que finalmente suspiró resignado. Y de igual modo Itachi era lo suficientemente inteligente para saber qué era mejor. Se le daba bien tratar con las personas así que, seguramente, no podría darle ningún buen consejo. Además de que la experiencia es un grado también.
Terminó por restarle importancia y dejarlo pasar. Itachi tampoco añadió nada así que supuso que quizá se encontraba demasiado cansado del trabajo incluso para hacerle rabiar como otras veces, por lo que decidió volver a centrar su atención en el concierto.
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Sábado, 18 de octubre
23:55
Con una rampa que le recorrió por toda la pierna, se despertó sobresaltado tras golpearse la rodilla con la pared.
—Joder —siseó por lo bajo apretando los ojos.
Dejó escapar contenidamente el aire por la nariz y tomó unas cuantas respiraciones controladamente hasta que se le pasó.
Odiaba su vida. No había noche que pudiera dormir del tirón sin despertarse por algún motivo. Hoy porque no habría parado de mover las piernas mientras dormía. ¿Mañana qué? ¿Un calambre? ¿O se le quedaría enganchada otra vez la espalda como la noche que le tuvieron que hospitalizar?
Suspiró profundamente, dejando escapar el aire en un gruñido de irritación. Mejor sería que se fuera a su dormitorio.
Lentamente echó un vistazo a su lado para cerciorarse de que su hermano seguía durmiendo. No sabía en qué momento se quedaron dormidos pero Itachi debía de estar agotado ya que ni tan siquiera había apagado la televisión: el menú del DVD hacía que la habitación estuviera algo iluminada.
Iluminación de la que se sirvió para no tropezar con nada al bajarse de la cama, pasando por encima del otro, y buscó el mando para apagarlo todo.
En esos momentos, se sentía frustrado al encontrarse solo, de pie en mitad del pasillo en completa penumbra. Y en completo silencio. Su madre también debía de haberse ido a dormir.
Permaneció ahí inmóvil durante unos minutos, escuchando el segundero del reloj que había en el pasillo de la planta inferior sin que su cerebro pudiera dar orden alguna a su cuerpo para que se moviera. Todo su ser se sentía tan pesado que hacer cualquier movimiento ahora le parecía un esfuerzo descomunal.
Y las lágrimas empezaron a escapársele solas, sin aviso y sin su consentimiento.
Así permaneció, ahí de pie, sin saber siquiera cuánto tiempo había pasado hasta que la humedad en sus mejillas le hizo sentir lo suficientemente incómodo como para secárselas con la manga de su camiseta.
"¿Cómo va a querer nadie a alguien tan patético…?"
Con pesadez, comenzó a dirigir sus pasos a su cuarto. Lo último que le faltaba era que alguno de los otros dos se despertara y lo encontrara en mitad del pasillo, compadeciéndose de sí mismo como alma en pena. Pero al entrar allí, y encender la luz, se sintió como si fuera un extraño en su propio dormitorio.
Fue haciendo un barrido visual observando todo lo que allí tenía, desde el escritorio a un lado, hasta la cama al otro. Aún guardaba en la estantería los libros del instituto y de la universidad, junto todos los libros que se había comprado desde pequeño y las carpetas llenas de dibujos. No había tirado ni uno en su vida y ahora se amontonaban apenas dejando espacio para nada más.
Sin mucho ánimo, pero sin nada mejor que hacer —y sabiendo que aunque se volviera a acostar pasaría un buen rato antes de poder conciliar de nuevo el sueño—, se acercó a coger una de esas carpetas. Hacía ya años que no le echaba un vistazo a los dibujos más viejos. Si Naruto viera alguno de esos, fijo que se burlaría de él en lugar de clamar lo bien que pintaba. Porque no es que Sasuke mismo pensara que lo hacía tan bien como decían los demás: por más que observara cada cuadro que creaba, lo único que podía encontrar eran todos los errores que cometía y la falta de vida en cada una de sus pinturas. Pero es que no sabía encontrar qué era lo que le faltaba por más que indagara.
"El de Kushina fue el mejor…", pensó para sí, ojeando por encima alguno de sus dibujos sin prestarles apenas atención.
Sí. De todos los trabajos que había creado, ése fue el mejor de todos.
No terminaba de entender cómo funcionaba el color, pero sin duda en ese cuadro supo utilizar los colores más vibrantes que tenía sin que el conjunto se viera afectado. Si hubiera de repetir aquello en ese mismo instante, estaba seguro de que el resultado sería un fracaso absoluto.
Suspiró irritado al tiempo que cerraba la carpeta.
¿Qué fue lo que le movió en aquel momento para poder pintar casi sin pensar en lo que estaba haciendo y que diera tan buen resultado?
"El cielo", pensó para sí, recordando el fondo del paisaje. "No", se corrigió en el acto. "Sus ojos…"
Se mordió levemente el interior de la mejilla pensando en ello. No sabía si Naruto era consciente de ello, pero sus ojos transmitían una energía y unas ganas de vivir que eran sin duda inspiradoras.
En cambio él…
Suspiró profundamente de nuevo, y con la desazón recorriéndole el cuerpo, cogió su libreta de dibujo, la goma y el lápiz, y apagó la luz al salir de la habitación, dirigiendo sus pasos al piso de abajo.
Se detuvo un momento en la cocina para enjuagarse un poco la boca y llenó un vaso con agua sólo hasta la mitad, al no estar demasiado seguro de cuánto había bebido en el día de hoy... Y con otro suspiro salió al porche. Se quedaría un rato ahí haciendo garabatos hasta que le entrara el sueño de nuevo.
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Domingo, 19 de octubre
01:15
—¿No puedes dormir?
La voz de Itachi le hizo dar un respingo, cerrando de golpe su libreta.
—Podrías avisar que estás ahí —gruñó.
Observó con recelo cómo aquél salió y con calma tomó asiento a su lado, riendo algo burlón por lo bajo. Itachi sabía que no le gustaba que anduvieran mirándole por encima del hombro qué hacía cuando dibujaba, a pesar de que no fuera nada que no pudiera enseñar.
—¿Tengo que ponerme un cascabel? —sonrió.
—¿Te crees un gato ahora? —alzó una ceja.
—Hmmm… —alzó el mentón, cerrando los ojos.
Incluso pareciera que realmente le estuviera dando un pensamiento.
—No estaría mal, la verdad. Todo el mundo te da mimos, te dan de comer, y de lo único que te tienes que preocupar es de jugar con lo primero que encuentras y buscar un sitio donde dormir —se giró a sonreírle de nuevo.
Y aunque sabía que no había ninguna segunda intención tras aquel comentario, no pudo sino fruncir el ceño, volviendo a centrar su atención en la libreta.
¿Qué diferencia había entre él y un gato, aparte de estar atado a aquella maldita máquina…?
—¿Qué dibujas?
—Nada —contestó seco.
Con cuidado de que no pudiera mirar, inclinó la tapa lo suficiente para poder seguir con el boceto que había estado haciendo. No era la gran cosa, un simple esbozo de lo que recordaba de una de las fotos que le había enviado Naruto de un río por el que había estado paseando. Pero se sentía ridículo ahora pensando que éso era lo único que podía hacer: fantasear con los lugares que le gustaría visitar y dibujarlos.
—¿Qué pasa, Sasuke?
—¿Tú qué crees que pasa? —murmuró con voz ronca.
Y sabía, lo sabía, que estaba empezando a entrar en ese estado en el que lo mandaba todo a la mierda, sin importar quién fuera el que tenía al lado… Aún así no fue capaz de controlar el manotazo que le dio con toda su rabia cuando a Itachi no se le ocurrió otra cosa que acercarle el vaso de agua para que le diera un trago, haciendo que se le escapara de las manos. Si no se rompió, fue por puro milagro.
Ambos se quedaron en silencio mirándose fijamente a los ojos, Sasuke intentando controlar el ritmo de su respiración, el otro observándole severo.
—Niisan… Yo n-
—No, Sasuke. Ya está bien. ¿No te das cuenta de que el único que sale mal parado con esta actitud eres tú?
Sin atreverse a contestarle, agachó la mirada aferrándose a su libreta.
Si fuera sólo eso, le importaría una mierda si terminaba por hacer el mundo entero arder con tal de poder desfogarse y hacer que desapareciera de su pecho esa presión que siempre estaba ahí presente. Pero claro, eso era algo que no podía ni pensar en querer vocalizar. No cuando sabía que dañaría así a quienes más le importaban.
—Sasuke —lo llamó.
Pero no quería mirarle a la cara porque sabía que podría intuir sus pensamientos. A pesar de que no supiera del todo cierto qué era exactamente lo que le estuviera pasando por la cabeza, Itachi podía leerle con demasiada facilidad.
Y así permanecieron un buen rato en silencio, él tratando de retener el nudo que tenía en la garganta, aferrándose al cuaderno, y su hermano inmóvil a su lado, sin quitarle el ojo de encima. Fue Itachi quien finalmente, resignado, abandonó su postura.
Sasuke pensó que, como tantas otras veces, se marcharía de ahí dejándolo solo con sus pensamientos. Sin embargo, para su sorpresa —o quizá no tanta después de las últimas semanas—, se acomodó mejor a su lado, pasándole un brazo por encima de los hombros y tirando levemente de él para que se apoyara en su hombro.
Y a pesar de que se sentía irascible, hizo el esfuerzo consciente de no reaccionar por impulso, dejándose arrastrar.
—Y pensar que antes me lo contabas todo sin que tuviera que preguntarte —suspiró Itachi resignado.
—Era joven e ingenuo —no pudo evitar decir con cierta sorna al recordarlo.
—En serio, hermano, para poder ayudarte primero nos tienes que dejar. No sé de dónde has sacado la idea de que es mejor guardártelo todo, pero nadie en este mundo es todopoderoso.
—¿Ni siquiera el jefe de ventas, el gran Itachi-sama*?
—No me cambies de tema.
Y quiso evitarlo, pero lo tenía bien sujeto del hombro y no pudo esquivar el golpe en la frente que le dio. No es que realmente quisiera burlarse de su hermano con ese comentario, sabía que tenía talento y gracias a ello estaba en la posición que estaba.
Pero es que ya no sabía qué hacer consigo mismo y con todos aquellos pensamientos que no hacían más que hundirlo cada día un poco más. Y no quería arrastrar a nadie más con él.
—No puedo contarle a nadie lo que pienso —terminó por decir.
—¿Por qué no?
—Porque no.
—¿Tengo yo la culpa?
—¿¡Qué!? —se apartó confuso a mirarlo a los ojos. —¡No!
¿De dónde se había sacado esa idea?
—¿Entonces? —alzó una ceja.
Y de nuevo, se quedó en silencio.
¿Cómo podría explicarle que había veces en las que simplemente… se quería morir? Que había veces en las que firmemente pensaba que, si él no estuviera ahí, todos serían más felices. Si él no estuviera, muy seguramente Itachi se habría casado ya, o al menos se habría marchado con Konan para vivir juntos. Si él no estuviera, quizá su madre habría rehecho su vida con otra persona al no tener que estar cuidando de él.
Si él no existiera… Naruto estaría ahora con sus amigos de fiesta, en lugar de estar recluido en la montaña, meditando qué hacer, por culpa de toda la agonía por la que le había hecho pasar.
Si no le hubiera conocido, Naruto sería feliz.
Y sin poder ni querer evitarlo, comenzó a encogerse sobre sí, en un intento de controlar el temblor de su cuerpo y en un intento de ocultar las lágrimas que comenzaban a brotar.
—No puedo contártelo —consiguió decir de nuevo con la voz quebrada.
¿Cómo podía decirle a alguien que le quería... que quería dejar de existir? Que seguir viviendo era su mayor infierno…
Dejó escapar un leve gimoteo para aliviar un poco la presión que sentía en el pecho. Era tal, que comenzaba a sentirse ahogado. ¿Cuándo iba a terminar toda aquella agonía…?
Aunque él conocía bien la respuesta.
Nunca.
Nunca, hasta que muriese de una maldita vez.
—Sasuke —sintió la mano de su hermano posarse sobre su hombro—, háblame, no te encierres en ti mismo.
—¿¡Para qué, Itachi!? ¿¡Qué va a arreglarse si hablo!? —explotó. —¡Nada! ¡No va a arreglarse nada!
—Sasuke, baja la voz —murmuró aquel.
—¡Lo único que va a cambiar es cómo me miráis! —dijo entre dientes. —¡Y lo que pensáis de mí!
—Sasuke —volvió a llamarlo.
Pero no añadió nada más cuando Sasuke rompió a llorar.
Si ellos supieran qué era lo que pensaba…
No se sentía más que escoria. Todos le mirarían compadeciéndose de él, y de lo miserable de su vida. Y si ellos supieran en lo que pensaba, entonces sería cuando se sentiría completamente incapaz de estar rodeado de nadie a sabiendas de que cualquier cosa que hicieran a partir de ese momento sería nada más que por compasión. Y no quería la lástima de nadie.
—Vamos dentro —tiró Itachi de él.
Pero no quería moverse de ahí. Bastante era ya que, de nuevo, lo estuviera viendo en ese lamentable estado como para enseñarle la cara, sintiéndose incapaz de dejar de llorar. Y tampoco encontraba las fuerzas para levantarse de ahí.
Fue entonces que Itachi se removió, poniéndose frente a él, y le empujó con algo más de fuerza por los hombros, obligándolo a levantar la cabeza.
—¿En serio quieres que madre se despierte? —le preguntó severo. —¿Quieres que te vea así?
Con las lágrimas resbalándole por la cara, y la respiración totalmente alterada, lo único que fue capaz de hacer fue negar levemente con la cabeza. ¿Con qué cara la miraría si le viera? ¿Qué excusa pondría esta vez?
—Vamos dentro —le instó su hermano, cogiéndole con firmeza de su brazo diestro.
A pesar de que sentía su cuerpo totalmente entumecido y pesado, y tras darle un pensamiento, se dejó ayudar para levantarse de ahí. Lo cierto era que había escogido el peor lugar y el peor momento para estallar… Con el silencio de la noche, seguro que incluso los vecinos debían de haberle escuchado si es que había alguien despierto aún. Y con la ventana dando al jardín, sería un milagro si su madre no se había enterado.
Por eso en cuanto cruzaron la puerta de la cocina, y cerraron, se quedó ahí de pie, incapaz de levantar la mirada del suelo mientras Itachi fue derecho al otro extremo para cerrar la puerta que daba al pasillo.
"No soy más que un estorbo…", pensó apretando los labios para impedirse de romper a llorar de nuevo.
Estaba harto de todo aquello. Harto de sí mismo, y de todo lo que sentía cada vez que caía en ese estado. Su parte racional siempre le decía que era normal, se lo habían explicado numerosas veces antes de empezar con todo ese infierno e incluso después, durante meses, cuando estuvo atendiendo al psicólogo. Pero nada de lo que le dijeran, ninguna explicación racional, era capaz de aliviar toda aquella angustia.
"¿Cuánto tiempo voy a estar así…?", se preguntó al tiempo que se dejó escurrir por la pared hasta quedar sentado. "¿Cuándo voy a dejar de sentirme así…?"
Era como estar en el fondo de un pozo desde donde no se podía ver la salida. Todo era completa oscuridad, y nada ni nadie era capaz de llegar a donde él se encontraba. Nadie podía hacerse una idea de todo el vacío que sentía cada día. Lo único que le había dado algo de esperanza… era ese rayo de luz que había sido Naruto.
"Naruto…", le llamó en su mente.
«Todo irá bien, Sasuke. Todo irá bien».
Aunque en aquel momento sus palabras sirvieron para que quisiera dar un nuevo intento… Aún seguía preguntándose cómo Naruto era capaz de seguir adelante. Hasta ahora, con lo que sabía de él, podía hacerse una idea de que él también debió pasar por un estado similar al suyo después de lo que le ocurrió en el instituto. Lo que no encontraba era cuál fue la razón, o la excusa, que Naruto encontró para poder seguir viviendo con la energía que lo hacía. Porque no sabía de Naruto, pero él necesitaba encontrar una excusa. Y su madre y su hermano comenzaban a ser insuficientes para sacarle de esa agonía.
"Naruto… No me dejes solo…"
—Sasuke, ten.
Abrió los ojos al llamado de su hermano y levantó la cabeza lo suficiente para ver qué le tendía… Sólo para encontrar una maldita pastilla que conocía bastante bien: era un relajante. Antidepresivo más bien.
Lentamente alzó la mirada para encontrarse con la de su hermano, obviamente preocupado. Y una punzada de culpa hizo que se le encogiera el pecho. Aún así, no pudo contener su rabia.
—No quiero depender de una puta pastilla —siseó entre dientes.
—Sasuke, si no te tranquilizas te va a subir la tensión.
"¿Y qué?", resopló en su interior.
¿Qué podría pasar? ¿Que le diera un infarto?
Lo cierto era que, en ese momento, era algo que le importaba bien poco. Así se terminaría todo aquello de una buena vez. Y así dejaría de sufrir.
Pero cuanto más miraba fijamente a Itachi, más fuerte sentía las palpitaciones en su pecho.
¿Cómo podía desechar lo que sentían los demás tan fácilmente? Era repulsivo.
—Sasuke…
—¡Déjame!
De golpe, echó a Itachi a un lado para poder levantarse de ahí, haciendo que aquel perdiera el equilibrio y hubiera de apoyarse en la encimera para no caer. Pero en ese momento le importó bien poco, dirigiendo a prisa sus pasos hacia la salida. Si bien, antes de llegar hasta la puerta, sintió como si algo dentro de su cabeza fuera golpeado con fuerza, perdiendo la visión por un instante. Todo se volvió completamente negro. Y para cuando abrió los ojos de nuevo, tan sólo pudo estirar los brazos para encontrar algo a lo que aferrarse y no caer. Todo le daba vueltas, escuchando un fuerte pitido en los oídos. A duras penas era consciente de su entorno.
Comenzó a respirar por la boca sintiéndose asfixiado, sin encontrar nada a lo que sujetarse. Sentía que fuese a desmayarse en cualquier momento. Aunque justo cuando pensaba que iba a caer de bruces contra el suelo, sintió una fuerte presión en el pecho y en el abdomen antes de quedarse de rodillas.
Y aunque sabía que había sido su hermano quien le sujetó, y que estaba a su lado… Aunque no quería que le viera así… La presión que había sentido en el estómago, y que por un momento le había quitado el aire, hizo que comenzara a toser con violencia. Se estaba ahogando él solo, presa del pánico. Pero por más que buscaba el aire, no le llegaba. Y al final, tosiendo de aquella manera, lo único que consiguió fue que le dieran arcadas.
"No…", quiso cerrar la garganta, tragando con fuerza, para impedir que se le contrajera en el estómago. "No…"
Sin embargo, aquello no hizo más que incrementar la sensación de asfixia… y terminó por vomitar.
Era patético. Todo aquello era patético. ¿Cómo había acabado así esta vez? Él sólo había querido tomar el aire y relajarse cuando decidió bajar al jardín a dibujar…
Pero, de nuevo, la había cagado hasta el fondo. Con su hermano delante.
—Sasuke…
—Déjame —dijo con la voz rota. —Déjame…
El sabor amargo que sintió en el paladar al hablar hizo que de nuevo le dieran arcadas. Aunque consiguió escupir deshaciéndose de la sensación antes de que le vencieran las náuseas.
Le daba asco. Aunque más asco se daba a sí mismo por haber llegado de nuevo hasta este punto.
Y a pesar de haberle pedido que le dejara… En el momento en el que Itachi se levantó de ahí y se separó de él, se sintió completamente abandonado a su suerte, completamente solo con su agonía. Por eso no pudo retener las lágrimas que otra vez comenzaban a escaparse sin permiso.
Ya no le quedaban fuerzas ni para dejar escapar el llanto, alejándose lentamente a gatas de todo aquel desastre. ¿Por qué no era capaz de controlarse? ¿Por qué siempre tenía que estar amargándole la vida a los demás de esa manera?
Poco a poco, cuando se hubo alejado lo suficiente, se fue irguiendo hasta quedar sentado contra el mueble de la cocina. De repente tuvo la sensación como si todo aquello no fuera más que un mal sueño; como si no fuese él quien estaba ahí tirado; como si no estuviese ahí cuando vio a su hermano acercarse con el cubo de la fregona y se puso a limpiar todo aquel empastre, a pesar de que era consciente de que debería ser él quien tenía que limpiar aquel asqueroso charco de vómito. ¿Por qué lo limpiaba Itachi? ¿No le daba asco o qué? ¿Y por qué no le decía nada?
"Das pena..."
Por eso debía de ser que ni tan siquiera le miraba. Sí. A cualquiera le daría asco verle en ese instante. Podía notar incluso la humedad en su flequillo. Debía de haberse manchado hasta la ropa.
Pero no tenía fuerzas ni para bajar la mirada y comprobarlo. Simplemente se quedó ahí, con la cabeza apoyada en el mueble, observando a su hermano.
Y queriendo desaparecer.
De tanto en tanto la visión se le volvía borrosa cuando las lágrimas se le acumulaban en los ojos antes de caerle por las mejillas… Sin embargo, después de lo que acababa de ocurrir, era completamente irrelevante que le viera llorar. ¿Cómo tenía que enfrentarle?
—Sasuke —lo llamó cuando hubo terminado—, va, levántate de ahí.
Respirando con contenida calma, vio de reojo que aquél se arrodilló a su lado tendiéndole la mano para ayudarlo. Pero no encontraba las fuerzas ni de levantar los brazos, ¿cómo esperaba que se levantara de ahí? Es más, ¿cómo podía estar tan tranquilo después de lo que acababa de ocurrir? ¿Ni tan siquiera le iba a echar la bronca?
—Va, Sasuke —le pidió de nuevo.
Sin embargo… Sentía su cuerpo tan pesado, que no sabía por dónde empezar a moverse. Era consciente de lo mucho que estaba colmando la paciencia de su hermano y sin embargo, su cerebro no era capaz de mandar ninguna señal. Era como si su cuerpo y su mente estuvieran en planos diferentes. Sí, esa era la sensación: era como si su cuerpo no fuera más que un recipiente vacío, sintiéndose caer de nuevo en aquel pozo completamente en penumbra.
"Itachi… Abrázame…", le pidió en su mente. No quería hundirse otra vez en aquel torbellino de agonía. Necesitaba con desesperación que alguien lo rescatara de sí mismo. "Abrázame…"
Pero se sentía patético simplemente de pensar en vocalizar aquella súplica.
Y el nudo que tenía en el pecho se acrecentó al sentir el tacto de la mano de Itachi en su mejilla, secándole las lágrimas, sin apartarle la mirada. Podía ver claramente en sus ojos cómo le rogaba que le hablara. Pero aquellas palabras eran algo que no podía dejar escapar.
Por mucho que lo deseara, por mucho que lo necesitara… Si le dejaba saber a su hermano de toda aquella desesperación que sentía, se convertiría en una carga aún más pesada para él.
Sasuke apartó la cara, cubriéndose con el flequillo, y apretó fuerte los dientes para no dejar escapar el sollozo que luchaba por salir de su garganta. Tenía que empezar a calmarse si realmente quería que Itachi dejara de preocuparse por él, y volviera a irse a dormir. Para un día que tenía para descansar...
Escuchó como aquél suspiraba profundamente antes de levantarse, y dirigió sus pasos hacia el fregadero. Sasuke le siguió con la mirada a pesar de que sentía los párpados terriblemente pesados. Si bien encontró las fuerzas suficientes para quitarle de las manos el trapo húmedo que trajo su hermano cuando se arrodilló a su lado otra vez, con todas las intenciones de limpiarle el flequillo.
"Deja de ser tan patético, idiota…", se reprochó a sí mismo.
Si fuese capaz de aceptar que ésta era su vida, la gente a su alrededor dejaría de mirarlo de esa manera que tan sólo le hacía sentir minúsculo. No hacía más que provocar caos alrededor de él, fuese quien fuese quien estuviera a su lado.
«Vosotros qué vais a saber. No sabéis nada.
»Sasuke, no podemos comprenderte si te encierras en ti mismo. Yo de verdad que ya no sé cómo hablarte.»
Y lo único que iba a conseguir así era alejarlos más aún.
«No sé con qué cara le voy a mirar cuando vuelva. No se merecía todo esto, él no…
»Sasuke-kun, entiendo que tuvieras miedo de contárselo… Pero confía un poco más en él, ese chico te quiere de verdad.
»Ya lo sé. Precisamente.»
—Sasuke —lo llamó Itachi, sacándole de sus pensamientos. —Enjuágate la boca y vamos al salón, anda.
Suspiró profundamente viendo cómo se levantaba, tendiéndole la mano de nuevo. Nadie se merecía aquella situación, ni Naruto, ni su hermano, ni su madre, ni sus amigos, ni nadie.
Se dijo a sí mismo que utilizaría los días que Naruto estuviera fuera para poner en orden sus pensamientos, y lo único que estaba haciendo era desperdiciar ese precioso tiempo esperando que alguien le diera alguna solución que pusiera fin a todo aquel caos. Solución que nadie más que él mismo le podía dar.
Con poco ánimo, cogió la mano de Itachi y con cuidado se levantó de ahí. Aún se sentía mareado, por lo que se aferró a la encimera para acercarse al fregadero y hacer como le había pedido su hermano. A estas alturas ya no sabía qué era lo mejor para sí mismo, así que no pensaba discutir más. Motivo por el que no rechazó esta vez la pastilla cuando su hermano se la tendió de nuevo, y se dejó arrastrar hasta el salón, sentándose ambos en el sofá. Permanecieron en completo silencio, en penumbra salvo por la tenue luz de una de las lámparas que encendió Itachi, únicamente con la compañía del otro, hombro con hombro.
Era una suerte que su madre no se hubiera despertado para verlo así… Con todo lo que había ocurrido las últimas semanas, sólo le faltaba que de nuevo le viera llorar. Y aunque en parte le aliviaba ahora tener el hombro de su hermano para apoyarse en él, tampoco le hacía sentir mejor que hubiese habido de presenciar otra vez ese lado suyo que tanto odiaba.
«Bueno, así pasas un rato con tu hermano.
»¿Ha pasado algo?
»Sasuke, cariño… Es tu hermano. Él también te echa de menos.»
Si hubiese sabido que iba a terminar la noche así, habría tratado de convencerlo para que saliera con sus amigos, o se marchara a casa de Konan, en lugar de emocionarse por que se quedara en casa con él.
De verdad… Sólo sabía cómo joderle la vida a todo aquél que se atrevía a rodearlo.
«Hijo. Tú no le estás jodiendo la vida a nadie más que a ti mismo. Deja de culparte por cada cosa que haces.»
¿Así cómo quería su madre que creyera en sus palabras? Por muy buenas intenciones que tuviera, al final los hechos acababan por demostrar todo lo contrario. Aunque fuera sin querer. Aunque no quisiera… Al final siempre terminaba por hacerlos sufrir a todos.
«Hijo, quiero que entiendas una cosa. No hay nada en este mundo que sea capaz de reemplazar lo que una madre siente por su hijo. Lo que a mí me preocupa no es lo que vaya a costar limpiar el cuarto, sino cómo te sientes tú. No hay nada más doloroso para una madre que ver cómo su hijo sufre.»
«Te quiero, cielo. Y quiero que seas feliz. Pero no sé qué más hacer para ayudarte, hijo… No puedo hacer nada más por ti…»
«Todo irá bien, Sasuke. Todo irá bien…»
¿Y cómo quería Naruto que creyera en sus palabras, si a la más mínima oportunidad que tenía para hablar terminaba por cagarla aún más?
Sintiendo que de nuevo su cuerpo comenzaba a temblar, se encogió hasta abrazarse por las rodillas y hundió la cara entre los brazos para que Itachi no pudiera verle. Se sentía totalmente minúsculo, sobrepasado con toda aquella situación. Nada parecía poder darle el consuelo que necesitaba.
—¿Por qué yo… Itachi? —dijo con la voz rota. —¿Por qué yo…?
Pero su hermano no le contestó. Permaneció inmóvil a su lado en completo silencio mientras él sentía hacerse añicos por dentro.
No es que de pequeño hubiera visualizado nada en particular para su futuro, a parte de seguir pintando y dibujando todo lo que le venía a la cabeza. Pero siempre había vivido con ganas de que llegara el mañana, para ver qué era lo que le deparaba el destino. Tampoco es que hubiera tenido muchos amigos puesto que siempre se le había hecho complicado relacionarse con los demás… Pero siempre se lo había pasado bien en el colegio y en el instituto, jugando con sus compañeros de clase. Sin embargo, cuando los daños en sus riñones comenzaron a manifestarse y comenzó a quedarse atrás… Cuando poco a poco fue percatándose de que cada vez más le era casi imposible seguirles el ritmo… Cuando empezaron a hacerle pruebas y descubrieron que sus riñones estaban dañados, sin manera posible de volver atrás… El mundo entero se le cayó a los pies.
Si ya hasta entonces no había visualizado un futuro para sí mismo, desde aquel día fue casi como si lo enterrasen vivo.
Sabía que todo no había sido más que una trágica cadena de mala suerte lo que le llevó a perder los dos riñones… Pero aún así, no podía dejar de maldecir su destino.
No pudo retener el sollozo pensando en ello. Si tan sólo alguien, algún médico, se hubiese dado cuenta en los análisis que le hicieron después de aquella reacción alérgica… Pero los daños provocados fueron invisibles durante años. Nadie pudo sospechar que algo no iba bien. Ni tan siquiera él, cuando empezó a notar la fatiga años después. Lo único que le diagnosticaron durante aquel tiempo era eso, fatiga, creyendo que era una anemia puntual lo que padecía. No fue hasta que el primer riñón dejó de funcionar que se dieron cuenta. Y ya era demasiado tarde para salvar el otro.
—¿Por qué…?
—Créeme, hermano… —le dijo Itachi en un susurro, atrayéndolo para abrazarle—, ...créeme que si pudiera, me cambiaría por ti.
.
.
.
CONTINUARÁ…
sama* = honorífico utilizado para dirigirse a los dioses, al emperador o, quien se dirige a sí mismo con él, para darse aires de grandeza. Sasuke lo utiliza aquí en tono burlón.
21/02/21
Bueno… Hasta aquí el capítulo de hoy.
Prometo que de ahora en adelante la cosa se irá aligerando =/ Pero es que el personaje no me dejaba seguir avanzando sin pasar por aquí… Así que nada. Doy por concluida la parte más dramática de la historia ^^U
En lo personal… Por fin he empezado con el tratamiento x_x A ver qué tal me va, aunque le tengo pánico ;_; No sé qué esperar y me está desesperando -.- Los efectos no se ven de inmediato… Así que tendré que tener paciencia para ver si funciona o qué pasa *suspira*
Y pues… este capítulo tendría que haberlo publicado hace un par de semanas pero entre exámenes, comienzo de semestre con un montón de trabajos, y el tratamiento… se me ha pasado el tiempo sin que me entere, gomen v_v Espero que el siguiente no tarde tanto en subirlo, y quizá en dos semanas lo tenga listo.
Como siempre recordaros que podéis encontrarme prácticamente en cualquier plataforma como "solochely", y que en Tapas (tapas punto io barra solochely) iré publicando el siguiente capítulo poco a poco de forma más o menos regular (una vez a la semana, aprox.).
Gracias por haber llegado hasta aquí TTwTT
¡Nos seguimos leyendo!
genesis
Personalmente a mí los niños me desesperan xD Pero desde buen principio creí que en esta historia a Sasuke le pegaba que le gustaran los niños precisamente por lo transparentes que son =P
Toshi
Muchas gracias por tus buenos deseos ;w; Como digo más arriba, he empezado ya y pues de momento no noto la gran diferencia ^^U Espero que con el tiempo los efectos sean más visibles.
