Nikolai: Que raro, yo siempre he cocinado tocino con aceite, aunque bueno, suelo usar mas el tocino de pavo que el tocino de verdad, pero aun asi lo he cocinado asi.

Camilaski: Definitivamente alguien va a morir :c lo averiguaras en este capitulo, diviertete :D y gracias por comentar! :3 Besos

Cristina: Creo que tus dudas seran respondidas en este capitulo! ojala lo disfrutes :3 saludos y cuidate!


Narrador

–¿Mamá?– El joven peliblanco llamó de nuevo a su madre adentrándose cada vez más en la tétrica casa que en las noches no se parecía en nada a la suya.

–Soy yo, Jack– él caminó hacia la cocina y encendió el interruptor alejando así la oscuridad y transformando el ambiente en uno más familiar. De todas formas, la vibra rara persistía en el lugar y Jack no se estaba tranquilo.

Se giró al escuchar un gemido ahogado.

–Shhhh– de las sombras del pasillo apareció un rostro pálido de ojos avellana que parecían casi dorados.

–Pitch– el joven, temeroso y en estado de alerta, retrocedió hacia la puerta de la cocina que daba al patio trasero, estaba preparado para huir de ahí, de no ser por el horripilante detalle que el hombre le dejó ver.

–¡Mamá!– Jack quiso correr a su madre pero el sujeto le encañonó aún más la pistola contra la sien.

–No, Jack, ni un paso más– lo regañó como si estuviera hablando con un niño.

–¡Déjala ir!– gruñó él colérico –Ya tienes todo de nosotros, ¿Por qué volviste?– sintió las lágrimas de impotencia formándose en sus ojos.

Pitch Black siseó –Yo no diría que lo tengo todo– dijo con una voz burlona –Veras, tu padre no era tan ingenuo como creía, no puedo vender los derechos de los libros ni la editorial sin la firma de los dueños, que son tú y tu hermana, pero hasta que ustedes sean mayores de edad es su madre la que tiene la autoridad de firmar por ustedes. Realmente solo quería venir cuando fuera oportuno, recabar la firma que necesito y largarme de este país sin necesidad de lastimar a nadie… pero eres Jack Frost, tienes la mala costumbre de interferir. Siempre echas todo a perder– escupió con odio.

–Jack, aléjate, déjalo tener lo que quiere– la mujer de mediana edad logró quitar la mano de Pitch que cubría su boca.

Miles de cosas pasaron por la mente de Jack, lo más sensato era permanecer al margen de esto y dejarlo irse con lo que quería, pero él estaba harto de eso, Pitch ya se había robado lo mejor de su familia; por su culpa su madre tuvo que soportar un infierno, tuvieron que alejar a su hermana de su hogar, a él lo hirió incontables veces y luego esta aquel horroroso día en el que Pitch, en un ataque de ira, terminó quemando todas las pertenencias de su padre y, por ende, incendiando la mitad de la casa. Nunca habían podido decir nada sobre él, de hacerlo se quedarían en la calle, ni siquiera su familia podía saber de esto, ellos seguían creyendo que Pitch era una persona decente que cuidaba de la familia de su difunto amigo… siempre era lo mismo, ¿Por qué tenía que ser así?

–¡Firma!– el hombre de negro empujó con brusquedad a la mujer contra la barra de la cocina donde había una carpeta con documentos sin dejar de apuntale con el arma.

Elenoy gimoteaba mientras firmaba lo que Pitch le pedía, no podía evitar llorar ante la pérdida del patrimonio de sus hijos, todo aquello por lo que tan duro había trabajado su amado Emmanuel.

Jack observó el lavavajillas abierto con los platos recién lavados, fijó la vista en la gran y pesado sartén que Emma y él usar en la mañana para cocinar. Recordó la vez en la que Rapunzel lo había dejado casi inocente golpeándolo con una sartén en la cabeza. Aprovechó que Pitch se encontraba distraído ordenándole que se callara y se agachó a tomar esto, y se abalanzó hacia adelante estrellándoselo a Pitch con todas sus fuerzas rogando porque quedara inconsciente. Lamentablemente esto no sucedió, el sujeto solo se tambaleó sumamente adolorido, afortunadamente el golpe había sido tan intenso que el arma había salido volando al otro lado de la habitación.

Jack vio su oportunidad y corrió para alcanzarla.

Pitch Black rio al recuperarse –No seas ridículo, Jack, ¿Qué vas a hacer con eso?, ni siquiera sabes usarla–

Jack arrugó las cejas con coraje y reafirmó el agarre de su mano en la pistola semi-automática, quitó el seguro, jaló la corredera y apretó el gatillo en dirección al hombre.

Él se cerró los ojos asustado, al no sentir dolor y al escuchar el sonido del casquillo golpeando contra el piso, se atrevió a abrirlos para ver que la bala había impactado en la pared a un lado de su cabeza. Tal vez, solo tal vez, había cometido un error al juzgar al niño tan pronto.

–Okey– aceptó su derrota en un estado todavía anonadado –Tú ganas, me iré– retrocedió con calma.

–¡No!– Jack lo amenazó haciendo que él se detuviera de inmediato –No esta vez Pitch– le hizo una seña a su madre para que corriera al teléfono que se encontraba fijo en la pared de la cocina a un lado de Pitch, la mujer sabía que debía de llamar al 911 cuanto antes y se apresuró a tomar el teléfono, pero este cayó de inmediato girando como un péndulo del cable en forma de resorte. Pitch había logrado sujetarla del cuello y ahora la tenía como escudo humano.

–Anda, dispárame– amenazó el hombre de traje negro apretujando el frágil cuello de Elenoy –Solo déjame ir y nadie saldrá lastimado–

Jack se maldijo por no haber actuado con rapidez antes y haber dudado de tirar del gatillo, sus manos comenzaron a temblar, lo cual era peligroso ya que podía accionar por error el gatillo y decidió dirigir el cañón hacia otro punto. Pitch sacó ventaja de esta debilidad para patear el arma de la mano de Jack, un disparo se accionó por error terminando por reventar la lámpara de la cocina, el vidrio voló en mil pedazos por todo el lugar, aunque el principal afectado fue Jack, quien se encontraba debajo de esta.

–¡Ah!– gimió el chico al sentir los pequeños pedazos de vidrio incrustársele en la piel desnuda.

Al quedar a oscuras, Pitch golpeó a Elenoy dejándola inconsciente y ahora se dirigía a por Jack, el arma había quedado perdida en medio de esa oscuridad y desastre, posiblemente se había deslizado por el piso hasta quedar oculta tras uno de los muebles.

–¡No aprendes nada todavía, Jack!– Pitch lo noqueó con un gancho en la mandíbula, él tenía que huir, logró escurrirse por debajo de los brazos que se abalanzaban para atraparlo y corrió hacia las escaleras, sabía que él no le haría nada a su madre, la bronca la tenía con él, tal vez porque se parecía mucho a su padre y le tenía la misma envidia.

–¡Sigues siendo ese niñito que corría a esconderse a su armario!– se burló de él siguiéndolo a paso lento por las escaleras.

Jack corría jadeando por el pasillo hasta llegar a su habitación, tenía que llegar a su cama, ahí estaba su salvación.

–Vamos, Jack, no puedes temerle toda tu vida al coco– Pitch se reía como un maniaco con una risa digna de un villano.

Justo cuando estaba por llegar a su almohada sintió como alguien lo tiraba de su camiseta y lo arrastraba hacia el suelo.

–No huyas– el muchacho se aferró a una de las patas de la cama mientras Pitch lo tiraba por los pies, desafortunadamente este hombre era más fuerte que él y logró arrancarle los dedos del objeto arrastrándolo por el suelo hasta arrinconarlo en las puertas de su armario, lo inmovilizó subiéndose sobre él; colocó sus piernas sobre las suyas y sujetó su brazo izquierdo apoyando su mano sobre este y con el puño libre procedió a golpearlo en el rostro varias veces hasta que vio la sangre fluyendo de forma abundante, pero esto no era suficiente, quería aplastarlo.

–Eres tan inútil, un debilucho incapaz de proteger a nadie y eso te hace tan patético, además de tu rostro bonito no tienes nada más– le pisó las costillas con cizaña una y otra vez.

Jack escupió sangre al escuchar sus interiores crujir.

–No pudiste proteger a tu padre, ni a tu madre u hermana, tampoco a tu novia y mucho menos a ti mismo…– chasqueó la lengua repetidas veces –Que desperdicio de persona–

Le dio un golpe final en el estómago. Él muchacho se retorció de dolor en el suelo queriendo vomitar sus entrañas.

Pitch se acomodó el saco y el cabello ya revuelto por el ajetreo y caminó fuera de la habitación seguro de que nadie podría levantarse en esas condiciones, seguramente los golpes internos lo matarían antes de que el pudiera salir por la puerta principal de la casa con los papeles que necesitaba, solo debía bajar las escaleras y buscarlos, solo eso.

–Hey, Pitch– la sangre se le heló al escuchar la voz del muchacho que tanto aborrecía, con los ojos bien abiertos de giró para verlo ahí, recargado contra la pared, escupiendo sangre y jadeando de dolor –Olvidaste algo…– gruñó el muchacho apretando la quijada ya algo suelta por los golpes.

–Выше только звезды!– Jack dijo de forma diga y heroica antes de accionar el resorte que propulsó la hoja afilada del cuchillo balístico.

Pitch jadeó al sentir la hoja incrustarse en su abdomen.

Jack no tenía la intención de matarlo, él no era un asesino, solo buscaba frenar su huida, pero no contaba con el hecho de que Pitch tropezaría hacia atrás y terminaría rodando por las escaleras.

Después de acercarse al barandal para ver que el hombre se encontraba en el piso de abajo tendido boca arriba con los ojos abiertos y el cuello en una posición extraña terminó por desplomarse en el suelo.

Afuera de la residencia Hipo corría hacia la entrada después de encontrar el auto de Jack aparcado en la calle y la puerta principal entreabierta.

–¿Jack?– Hipo entró corriendo al recibidor presintiendo que algo iba mal.

Al no obtener respuesta se adentró en el interior con valentía en busca de alguien, al entrar en la cocina se tropezó con el cuerpo de Elenoy, de inmediato encendió la lámpara de su celular y comenzó a ver lo que sucedía con ella, se dio cuenta de que afortunadamente presentaba pulso, este hallazgo fue razón suficiente para comenzar a marcar al 911 mientras se adentraba más en la casa para encontrarse con la perturbadora escena de Pitch tendido en el suelo y Jack en el piso de arriba. El pobre Hipo ya no sabía qué hacer, solo le restó esperar a que alguien viniera a auxiliarlo.

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Elsa corrió desplomándose sobe el mostrador donde se encontraba la enfermera –Jack Frost, por favor, busco a Jack Frost– jadeó desesperada.

–Elsa– los brazos de Astrid la rodearon apartándola del mostrador –Ven, siéntate– le dijo al verla temblar incontroladamente.

–¿Dónde está Jack?– gimoteó mordiéndose las uñas.

–En quirófano– respondió una mujer de lentes y cabello castaño recogido en una coleta floja, la mujer usaba un uniforme de enfermera –Tu debes de ser Elsa– extendió su mano.

–¿Usted es la tía de Jack, no es así?– preguntó estrechando su mano lo mejor que pudo.

Ella asintió con una sonrisa que reflejaba preocupación –Por ahora solo nos queda esperar lo mejor para Jack– la consoló frotando sus manos –¿Dónde está Emma?–

–Jack apareció en la mañana con ella en mi casa– respondió en medio de sollozos –Insistimos en que la cuidaríamos el resto del día para que él pudiera buscar un trabajo–

–Ya veo– le ofreció un pañuelo y ella lo tomó con gusto –¿Viniste sola?–

Elsa negó con la cabeza –Rapunzel esta estacionando el auto y hablando con sus padres para avisarle lo que sucedió– respondió mirando a Astrid.

–¿Crees que puedas llevarme con ella?, necesito encontrar la manera de darle la noticia a Emma… no sé si lo sepas, pero su madre sufrió un infarto al enterarse de lo que le sucedió a Jack, está estable, pero tendrá que quedarse un tiempo para ser monitoreada–

Elsa volvió a romper en llanto apoyándose de Astrid quien la abrazaba.

–Yo la llevaré con Rapunzel, acabo de recibir una llamada de ella– Hipo apareció con un porta café, sus ojos estaban enrojecidos, él quería seguir llorando por su amigo, pero a la vez quería ayudar lo más que pudiera. Le entregó los vasos de café a Rapunzel y acompañó a la mujer al estacionamiento del hospital donde estaba Rapunzel.

–¿L-los demás ya lo saben?– Elsa levantó la mirada hacia Astrid sin despegarse de ella, en este momento era su único soporte.

Astrid soltó un suspiro tembloroso –Vienen en camino– se limitó a responder.

–¿Qué es lo que le sucedió?– Elsa sabía que escucharlo solo le traería más llanto, pero debía de saberlo, tenía que saber lo que le había pasado a Jack.

–N-no estamos seguros– admitió Astrid –Pero ese sujeto, Pitch Black, está muerto–

Los ojos de Elsa se abrieron como platos al escuchar esto, nunca se imaginó que el día de hoy pudiera terminar de una forma tan escabrosa. No conocía mucho al sujeto, ni lo que le había hecho a Jack, pero sabía que su destino era más que merecido y también estaba segura de que lo sucedido era resultado de legítima defensa propia por parte de Jack.

Las horas transcurrieron y la sala se comenzó a llenar de los inseparables amigos, los familiares de Jack, a excepción de los niños quienes habían ido a quedarse a casa de uno de sus amigos, y los padres de Rapunzel. Todos estaban a la expectativa del resultado de la operación.

–¿Jack Frost?– un hombre llegó por el largo y blanco pasillo vociferando el nombre del paciente.

Todos se paralizaron en ese momento, nadie hacia ningún ruido, ni siquiera querían respirar.

–Soy el Dr. Mind– habló el hombre de barba Soul patch y ojos verdes –Debo de decirles que el paciente se encuentra fuera de peligro– todos soltaron un sonoro suspiro –Quiero decir, su situación todavía es crítica, pero por ahora se encuentra estable. Tiene tres costillas rotas y sus órganos internos estaban muy dañados, tuvo suerte de sobrevivir a aquello–

Elsa se cubrió los labios tratando de contener el llanto.

–¿Podemos verlo ya?– preguntó Norte.

El hombre de facciones finas asintió –Solo puede entrar una persona a la vez–

Todos se miraron entre sí.

–Norte, tu deberías de entrar primero– sugirió la madre de Jamie.

El sujeto asintió agradecido y siguió al médico hasta la habitación de Jack donde no permaneció más de 10 minutos.

–Aster– Norte puso una mano sobre la del muchacho pasándole la batuta para ir al lado de su primo.

Después de Aster entró Sandy y por ultimo su tía.

–Elsa, ¿quieres ir tu primero?– preguntó Rapunzel a la rubia platinada quien aguardaba pacientemente en su lugar aferrándose a su vaso de café y al brazo de Anna.

Ella asintió levemente y se puso de pie caminando a la habitación del hospital que no le era desconocida, ella misma se había quedado en una de estas habitaciones hace un tiempo atrás.

Al entrar escuchó el monitor que emitía pequeños pitidos de forma constante y a un ritmo un poco más bajo de lo normal.

Los labios le temblaron al verlo tendido en aquella cama, su piel era más pálida de lo normal, su rostro estaba amoratado y con cortes; la mitad de su rostro estaba cubierto por una máscara que le proporcionaba oxígeno.

Acercó la silla aún más a la cama y tomó su mano la cual estaba canalizada. Ella recordó lo mucho que él les temía a las agujas y besó su mano con dulzura, seguro al despertar él haría un berrinche sobre aquella aguja en el dorso de su mano.

Como si este beso hubiera tenido un efecto mágico, Jack comenzó a parpadear batiendo sus largas pestañas.

Elsa pegó un pequeño brinco al escucharlo gemir –¿Elsa?– llevó su mano libre a su rostro tratando de librarse de la mascarilla.

–No, no, no– Ella soltó su mano para impedir que se la quitara –Shhh– apartó los mechones húmedos por el sudor de su frente y la besó intentando tranquilízalo. Pero no funcionó, ella se alteró al ver su mueca de dolor y las lágrimas escurriendo por sus mejillas.

–Me duele mucho– fue lo único que pudo decir el chico.

–Tranquilo, Jack, iré por ayuda– ella no dudó el correr al pasillo y tirar del brazo de la enfermera que pasaba por ahí –Por favor, tiene que hacer algo, está sufriendo– la enfermera se alteró al ver al paciente rodar entre las sabanas ya manchadas de sangre debido a la herida que se había abierto.

La mujer salió del lugar y activó el código correspondiente, más enfermeras y médicos llegaron a la habitación y sacaron a Elsa de esta.

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A la mañana siguiente Elsa despertó a un lado de Jack, les había suplicado a sus familiares que la dejaran quedarse con él cuidándolo. Ellos accedieron, la hermana de la madre de Jack se quedó con ella a su lado esa noche y Norte permaneció en las sillas de afuera junto a los reacios amigos del joven que insistieron en quedarse hasta que pasara lo peor.

–Elsa– la mano del muchacho que acababa de despertar tocó su mejilla –¿Dónde está mi madre?– preguntó.

–Ella está bien– respondió Elsa restregando su mejilla contra la fría palma de Jack –Sufrió un infarto, Jack, pero se está recuperando en una habitación a la vuelta de este pasillo, tu tía esta con ella– buscó tranquilizarlo.

–¿Y Pitch Black?– preguntó con sequedad –¿De verdad está muerto?–

Elsa asintió –Si, ya no volverá a hacerte daño a ti o a tu familia–

–Aguarda, ¿no deberías de estar camino a Alemania?– preguntó el peliblanco confundido.

Elsa rio –¿En serio crees que íbamos a irnos y dejarte así?– lo señaló –Todos quieren hablar contigo– le hizo saber la rubia platinada.

–No se que decir– suspiró –Les he causado tantas molestias–

Ella negó con la cabeza –Por supuesto que no– se sentó en la orilla de la cama –Eres nuestro amigo–

Jack le sonrió débilmente.

–¿Estas listo para ver a los demás?– preguntó ella.

Él asintió ensanchando su sonrisa.

Esa misma noche, mientras Jack tomaba su cena, sus amigos llenaban la habitación.

–Mira eso, lo tratan como rey– Hipo bromeaba al lado de su amigo –Omelette acompañado de una sopa, una ración de fruta e incluso tiene un postre de pudin–

–Mientras nosotros hemos sobrevivido a base de café y galletas– rio Eugene.

–Jack, ¿es verdad que encajaste un cuchillo a Pitch?– preguntó Merida emocionada.

Jack asintió mientras Rapunzel lo ayudaba a cortar su comida en pequeños trozos –Creo que nunca les he contado esto, pero mi familia paterna proviene de un largo linaje perteneciente a las fuerzas especiales rusas, mi padre fue el primero en romper esa tradición–

–Aguarda, me estás diciendo que Norte, el entrenador Norte, pertenecía al ejército ruso– Preguntó Kristoff incrédulo.

Jack asintió –Él fue un Spetsnaz, pero se retiró cuando sufrió una herida que casi lo mata y en mi cumpleaños número ocho me regaló ese asombroso cuchillo balístico con el que había salvado su propia vida–

–Wow, eso suena asombroso, adoro a tu familia– comentó Astrid sorprendida.

–Bueno, veo que todo esto retrasara nuestros planes de viaje– le dijo Hipo a Jack.

–Oh, no, no tiene que ser así, cambiar todo el itinerario será una pesadilla–

–Mhh, ya está hecho– Hipo se rascó nerviosamente la nuca.

–¿Qué?– Jack lo miró.

–Durante estas horas volvimos a reajustar todos los planes, ya lo arreglamos, todo queda pospuesto hasta la primavera–

–Chicos– Jack les dio una reprimenda.

–No, no, no, no, no digas ni una palabra Frosty– Hipo lo frenó –ya está hecho–

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Los días pasaron hasta cumplirse las dos semanas, esa sería la última noche de Jack en el hospital, su madre había sido de alta desde hace varios días y lo había estado cuidando durante el día mientras que en las noches volvía a casa para cuidar de su hija y sus sobrinos. En ese lapso de tiempo sus amigos se habían rotado para pasar la noche con él.

–Tu rostro se ve mucho mejor– le dijo Elsa acariciando con cuidado los moretones de su rostro mientras reposaba a su lado en la cama –¿estás seguro que es buena idea dormir así?– preguntó ella.

–Ese sillón es muy incómodo y aquí hay suficiente espacio– le dijo él a ella dejándose mimar.

–Me llamaron de la universidad hace unos días– comenzó a decir ella –Tengo una cita programada para mañana–

–¿Por qué no me habías dicho?– preguntó sorprendido ante la noticia.

Ella se encogió de hombros –No quería que me impidieras venir hoy– suspiró –No sé lo que sucederá mañana–

Jack se rio –Sabes que te amaran–tomó su barbilla con sus dedos índice y gordo.

–Mis tíos nos preguntaron si todavía queríamos ir de viaje, ahora que estas mejor– ella se sonrojó –Les dije que no estaba muy segura de querer ir–

–¿Por qué no quieres ir?–

–Porque si nos vamos y me aceptan en Penn… esta sería la última vez que nos veríamos– respondió con tristeza.

Él le sonrió –Sabes que no es así, no podrías deshacerte de mí tan fácil.

–¿Crees que debería de ir?– le preguntó ella.

–Absolutamente, no quiero quedarme sin una camiseta de recuerdo– bromeó.

–Te voy a extrañar, Jackson– se acurrucó contra su brazo.

Lo que ambos no sabían era que cada uno tenía palabras sin decir para el otro, había muchas cosas que deseaban decirse y confesarse, pero a la vez tenían aquella incertidumbre, ¿realmente era lo correcto?, ¿estaban listos para esto?, ¿y que si el otro no se sentía igual?, ¿Por qué interferir en los planes del otro?

Palabras sin decir.