— Parece que te empezó a gustar eso de meterte en los sueño, Reino.

En un estudio de grabación de Karuizawa, Miroku observaba con diversión y curiosidad a Reino, quien se reía recostado en un sofá mientras escribía en un cuaderno de apuntes.

— Es más divertido de lo que pensé... Pero, claro, si te metes a la cabeza adecuada...

— ¿Y cómo va a letra?

— Míralo por ti mismo...

Reino le dio el cuaderno y Miroku sonreía.

You can call me monster

I'm creeping in your heart babe

Voy a confundirte, vas a enloquecer

Te cazaré y te disfrutaré

No te tendré piedad

Siempre estaré grabado en tu piel

Te marcaré para la eternidad

Come here girl

You call me monster

Pero tu corazón mío va ser

— ¿Te gusta?

— Lo que me esperaba de ti...

— ¿Y los chicos...?

— Escúcha por ti mismo...

La banda tocaba, y la sonrisa de Reino se ampliaba.

"Esto solo es el principio... "


— Si no cierras la boca van a entrar las moscas —decía con una sonrisa, mientras seguía ofreciéndole la bebida.

— Pa...

— Hizuri-san, para ti—arqueó la cejas, supuestamente molesto, pero el brillo en sus ojos y su sonrisa delataban su alegría—... Niño malcriado —murmuró en ruso.

Kuon se recuperó de la sorpresa, arqueó las cejas al igual que su padre, y le respondió en el mismo idioma.

— Es extraño que digas eso cuando fuiste tú el que me crió —sonríe de lado.

Kuu se quedó pasmado, examinando al joven ante él de pies a cabeza.

Sencillamente no se lo creía y una insensata lágrima se le escapó de los ojos, mientras muchas otras luchaban por hacer lo mismo.

¿Hijo...? —le preguntó, de nuevo en ruso, y este solo le sonrió en respuesta con una mirada rendida y a la vez feliz.

Este gesto para Kuu significaba lo que siempre deseó: su hijo al fin se aceptaba a sí mismo, por fin se perdonaba y dejaba de detestarse... Finalmente volvió a ser su hijo.

— ¿Cómo es que al fin sabes ruso?

— Instinto de supervivencia—suspira, relajando su conmovida sonrisa—. Verás, Julie no dejaba de hablarme en ruso para castigarme por dejarte ir, así que aprendí...

— Lo siento...

— Ni lo digas —suspiró con alegría.

—... ¿Qué haces aquí? —agarró por fin la botella que Kuu le trajo y empezó a beber.

— Ah... ¿Tú qué crees? —se secaba las lágrimas y volvía a su estado normal, pero vio que su hijo seguía confundido— ¿En serio? ¿Ni si quiera cuando estás en privado te preocupas en saber en lo que anda tu padre...? —se entristece, haciendo que Kuon se ponga nervioso, pero luego sonríe y suspira— Es que este viejo está en una nueva película —toma un trago—, y una de las locaciones es aquí—chocan botellas—, la otra en Karuizawa, Guam, Tokio y Kioto — lo mira fijamente—... No te vas a librar de mí en mucho tiempo...

— Parece que sí —vuelven a chocar botellas y siguen tomando en silencio, uno cómodo, ha pasado toda una eternidad desde que padre e hijo tuvieron un momento como este, juntos, ambos sueltan un suspiro teniendo lo mismo en mente.

— Aparte está lo de la fiesta —reacciona, se acuerda de algo y finalmente sonríe como quien tiene una idea—... Por cierto, yo también tengo preguntas que hacerte —Kuon lo miró confundido y Kuu con seriedad—... ¿Por qué aceptaste ir a la fiesta de tu tía Saori, es decir, "Dimitri"? —Kuon suspiró— ¿Es que...? ¿Por fin tú decidiste enfrentarnos? —le dedica una mirada ilusionada, pero luego piensa más, ladea la cabeza— No —lo reconsidera—... ¡Oh! —finalmente llega a una conclusión, y se vuelve a mirarlo con una sonrisa— Es por "Kuon #2"... ¿Verdad? —Kuon se tensó y lo miró sorprendido.

Siempre pensó que su padre no sabía, o que no lo sabía del todo, pues no dijo nada, nunca dijo nada. Maldijo a Lory y cuando regresó de sus pensamientos se volvió hacia su padre, quien lo miraba con una sonrisa extraña, no era maliciosa, tampoco era burlona, era sinceramente extraña, como de resignación... No, era una mirada paternal y enternecida, como si estuviese a punto de darle un consejo, y era así, Kuu iba a decirle algo pero escucharon pasos.

— Ren —Yashiro se encontró con ambos, vio a Kuu, e hizo una reverencia— Hizuri-san —se volvió a levantar—, disculpen si interrumpo...

— No, no se preocupe, Yashiro-san —Yashiro se quedó helado, demasiado sorprendido de que el actor internacional supiese su nombre— Yo ya me retiraba... Fue una buena charla, Tsuruga-kun —le dio palmadas en el hombro a "Ren", sorprendiendo más a Yashiro, mientras que disimuladamente le metía en el bolsillo una tarjeta— Nos hospedamos en el mismo hotel —le susurró y luego se dirigió a Yashiro— ¡Que tenga un buen día! —le dedicó una reverencia, una sonrisa amistosa y luego se fue.

"Así que ese viejo no se queda callado..."

En su oficina, en Tokio, Lory sintió un escalofrío en la espalda, cerró las ventanas pero no podía evitar sentirse inquieto. Tenía el presentimiento de que su vida estaba el riesgo, ¿por qué sería?


En un auto Kanae se encontraba refunfuñando, mientras Kyoko dormía en su hombro. La talentosa actriz recordaba y meditaba sobre todo lo que le contó su mejor amiga, sobre el video con Sho, lo que Sho le dijo y sobre lo que le dijo Lory de no decirle nada a nadie. En ese momento en el que Kyoko soltó toda su frustración sufrió mucho y Kanae tuvo que jurarle que no diría nada. Ah, en verdad tardó mucho en calmarla y fue agotador. Además de eso le comentó sobre los motivos que dijo Lory para hacerla hacer eso, también los que tuvo para meter a Sho a Demonds Heaven, pues hasta ese momento no habían hablado de ello. Sí, Kyoko le contó absolutamente todo. No, eso sería mentira, prácticamente no le contó nada pues omitió el verdadero y principal motivo de su preocupación: Su amor por Ren, el reto que Sho le hizo para que no se enamore de Ren, el miedo de que Sho se enteré de que ya le ganó, y el miedo de que Reino probablemente lo sepa todo y esté planeando algo. Kyoko se moría de miedo y de pronto, luego de contarle a su amiga lo que se pudo permitir a sí misma, se quedó dormida pues era de esperarse que estaba por completo drenada de energía.

Pero, volviendo a Kanae, a ella no le agradaba para nada la situación y mucho menos le agradaba nada esas pruebas de Lory. No entendía para nada sus planes, y menos le agradaba Fuwa Sho. Su ego al principio le pareció estúpido, y hasta le causó risa, pero luego le pareció irritante —más cuando lo conoció e intentó coquetearle— y ahora le daba dolor de cabeza de solo tener que verlo; aunque no le causaba tanta migraña como el presidente y sus juegos locos, que ya no sabía si era para unir a Ren y a Kyoko o para separarlos. Cansada de sus pensamientos, movió a Kyoko para que deje de usar su hombro como almohada, pero al instante volvió a hacerlo. Eso se repitió varias veces por lo que la pobre se rindió finalmente. Entonces puso los ojos en blanco pues de repente escuchó el tono de celular de Kyoko.

Justo como se lo esperaba, era esa canción de Disney, la de la Bella Durmiente, pero solo la melodía en piano... Aunque Kanae ya se podía imaginar a su amiga cantando la letra, a toda voz, con los ojos resplandecientes.

Eres tú

El príncipe azul...

Que yo soñé

Eres tú

Brillando en tus ojos...

El amor pude ver

Kanae suspiraba de resignación, y fue por el móvil, buscó en su bolso y se encontró con lo que inesperadamente se esperaba.

«Llamada entrante: Tsuruga-san»

"Hablando del príncipe azul, ¿eh?"

Kanae iba a contestar, pero antes lo reconsideró, pues se cayó en cuenta que tal vez, Ren, desde Corea había visto el programa y que, de ser así, seguro iba a pedirle explicaciones, cosa que no le parecía muy correcto considerando que no era nada de su amiga aún. Aunque comprendía si estuviese enfadado. Lo comprendería... Pero... ¿Responder por ella o no?

Dudó, pues pensaba qué tal vez no era muy apropiado, no le tenía miedo, pero era sensata... Y de repente se cortó la llamada cuando se había decidido a contestar. Suspiró, y se convenció que de todas formas podrían hablar en privado, pensó que tal vez, si es que contestase, de todas formas no importaría ya que Kyoko estaba durmiendo, y en caso de que la despertase ellos no podrían hablar con toda libertad porque ella y su representante estaban presentes. Se despreocupó, dejó el móvil en su sitio y se dispuso a dormir, porque extrañamente el tráfico parecía más infernal que de costumbre, hasta que volvió a llamar. Kanae rodó los ojos y fue a contestar, pero rememoró sus razonamientos y decidió no hacerlo. Ah, pero, justo cuando cerró los ojos de nuevo, el teléfono volvió a sonar, irritándola. Ya para la tercera vez se decidió a contestar pues... Seguro el pobre hombre estaba desesperado.

— ¡Mogami-san!

Kanae analizó la voz de Ren, era una voz necesitada.

Sí, una voz necesitada y... ¿Aliviada?

Sí, como la de un sediento al que por fin le dan agua.

No, la mejor definición era: voz de un demente enamorado.

"Cielos, Mo, este hombre... Lo tienes tan muerto por ti que da miedo..."

Se asombraba y luego reaccionó, no parecía estar de mal humor por lo que se dio cuenta que no había visto el programa.

— ¿Mogami-san?

Kanae suspiró agotada y respondió.

— Buenas tardes, Tsuruga-san, le habla Kotonami Kanae —le respondió con seriedad y respeto—, lo lameto, siento decirle que ella está durmiendo, tuvimos un largo día de trabajo...

— Comprendo —respiró con pesadez—... Y sí, vi el primer bloque del programa, hicieron un excelente trabajo.

Sí, Kanae podía sentir la decepción de quien le hablaba del otro lado de la línea, pero lo importante es que lo confirmó: él no lo había visto, no había visto la aparición de Fuwa Sho.

— Siendo así, le diré que llamó —le dijo un tanto incómoda, pensando en lo desagradable que será cuando lo descubra, no solo lo del programa, sino lo del video.

Kanae se retorció de desagrado en su asiento, ya hasta, sin querer, se preocupaba por la salud del inconsciente de Fuwa. Y es que no había forma de no hacerlo, porque lo había visto, lo había notado, el instinto asesino de Tsuruga Ren cuando está celoso por Kyoko. Sí, sabiendo eso, solo podía pensar que Fuwa era o un idiota insensato que no temía por su vida o que era un suicida; tal vez ambas cosas.

— De acuerdo, gracias de todas formas, Kotonami-san...

— No hay de qué —iba a colgar la llamada, pero antes de hacerlo suspiró y añadió una última frase—... Y... Tsuruga-san —Ren volvió a atender a la joven, pues ya estaba alejando el celular de su oído para cortar—... Sea lo que sea que esté por ver, ella no tuvo elección, nunca fue por su voluntad —pausa apretando los ojos imaginándose lo que está por venir—... Solo piense en eso—hubo un silencio tenebroso de parte de Ren que a Kanae le dio algo de temor.

— Fuwa fue el invitado sorpresa... ¿Cierto, Kotonami-san?

Kanae quedó en silencio por unos segundos, y luego le respondió, pero sin emoción alguna en su voz, con seriedad y naturalidad.

De verdad era una actriz.

— Que tenga buena tarde, Tsuruga-san —Kanae cortó la llamada al instante, sin dejar que en su voz salga las verdaderas dimensiones de la sorpresa y miedo, sí, esa voz le dio miedo.

Kanae lo sabía, Tsuruga Ren no tendría una buena tarde.

Ren lanzó el teléfono a su cama a la vez que soltó una profunda exhalación.

Apretando sus puños con fuerza se fue a tomar otro whisky.

Sí, otro más.

No era alcohólico, pero, por alguna extraña razón, cuando se trataba sus frustraciones, solo de las frustraciones de las que ella era causante, se le hacía muy tentador tomar una copa o dos... Tal vez tres como máximo, pues no se quería emborrachar por muchos motivos.

Esta vez se sirvió cuatro.

En su mente Fuwa Shotaro había muerto de mil formas, porque ese silencio fue una afirmación para él, la corroboración de que lo que le pareció haber visto por un minúsculo instante en la laptop de Yashiro había sido real; lo cual, dicho sea de paso, explicaba el nerviosismo del mencionado y el porqué estuvo tan callado en todo lo que quedó del día.

Suspiraba, era momento de dormir, era la única oportunidad que tenía pues el resto de las escenas eran en la noche y en la madrugada hasta el amanecer.

Pero con sus emociones y pensamientos así, ¿cómo?

Él estaba con la cabeza alborotada, molesto, frustrado y desesperado.

¿Cómo podría dormir así?

Daba vueltas por todos lados. Lo sentía, la oscuridad iba a consumirlo y el que ya estuviese un poco "picado" empeoraba mucho más la situación. Llegó al punto de darle patadas a todo lo que le rodeaba... Y así sin querer se le cayó algo del bolsillo, como una señal divina. Recogió el misterioso objeto que resultó ser la tarjeta, la tarjeta llave del cuarto de su padre.

Lo pensó, dudó, pero finalmente salió de su cuarto y sin pensarlo mucho más ya estaba ahí. Abrió la puerta, era una enorme suit, incluso un poco más grande que la suya. Buscó en todos los espacios y por último llegó a donde se supone que era la recámara. La puerta estaba cerrada así que la abrió ligeramente, por la rendija pudo ver al hombre que más admiraba de espaldas. Tocó el marco de la puerta ya abierta y el hombre se giró lentamente a verlo.

Sorprendentemente para él, su progenitor no parecía extrañado por su visita, era como si lo hubiese estado esperando todo este tiempo.

— Kuon...