DOS

EREN

Marley seguía con sus conflictos entre naciones. O era eso lo que había logrado descifrar de uno de los tripulantes del navío de Willy. Su fuente no era más que un niño que no superaba los catorce años y que hacía parte de la tropa de servicio que habían traído los Tybur para que los atendiera. Y por supuesto, era eldiano. A nadie se les escapaba de vista los brazaletes identificatorios obligatorios que portaba gran parte de la tripulación, como el detalle de que los Tybur gozaban del privilegio de excepción. La información recibida no era detallada pero le ofrecía un trasfondo de cómo estaba la situación al otro lado.

Eren había logrado hacer la conexión de los "Taiba", como todos habían pasado por alto, con los Tybur. Sus memorias de los antiguos portadores le ayudaron con ello. No considero la necesidad de compartirlo. ¿para qué? ¿generar controversia? Además, si se suponía que en un principio debían sobrevivir sin ninguna fuente de información ni ventaja quería ver como se desarrollaba todo.

Sin embargo, había momentos en que la duda pesaba sobre él, y a veces el pánico. Quería creer que lo que vislumbro con el toque de Historia solo fue un remanente de su propio poder que le mostro un futuro ya inexistente, una cadena de sucesos que se habrían dado si el día a día dependiera de quien ostentara el poder. Eso era. ¿Qué más habría de ser? Una mala broma de la vida quizás. Aquello estaba más allá de toda lógica o posibilidad existente ya. Y aun así con esa resolución en mente, Eren no fallaba en cada día morderse el pulgar, o hacerse cortes en los brazos o las palmas para confirmarse así mismo que todo estaba bien. El ver su sangre fluir era un consuelo y tranquilizante para él.

Sabía que sus abstractos comportamientos estaban llamando la atención de algunos de los suyos. Eren veía la razón por la cual, él hacia el retorno a las murallas. La razón era que: él no podía quedarse o dejarse en la costa. Hange y Levi parecían pensar que si le quitaban el ojo de encima partiría por si solo a Liberio en busca de sus propias respuestas. Lo veía en la mirada de Hange, siempre analizándolo y disfrazando sus tácticas en muestras de empatía. Lo veía en Levi, el capitán quien solía interesarse por el estado de él ahora mantenía su actitud indiferente. Y a sus compañeros no parecía importarles si participaba o no en las misiones, como lo confirmo al ausentarse del circuito de obstáculos al que estaba designado a participar. Todos parecían tratarlo como si fuera un objeto frágil, un alma en pena que no se debía disturbar. O quizás una bomba de tiempo que podía estallar si se le hacía presión. Lo que más detestaba Eren no era el trato de los demás, sino que quizás todo aquello fuera cierto. Se sentía frágil, débil, un objeto de burla el cual la vida aún no quería soltar.

Y veía como el destino lo ponía a prueba del quiebre. En una de aquellas tardes de abstracción mental vio el primer invasor a su inestable calma. Aunque se hubiera puesto una barba y se identificara como un guardia más, Eren vislumbro a la mujer en la fachada: Yelena. Si aquella mujer estaba en la isla, Zeke no debería estar lejos. ¿Era motivo de alarma? Eren lo descubriría.

- … Eren, ¿me escuchas? – escucho la voz de Armin que cabalgaba a su lado.

De nuevo se había sumido en sus pensamientos, cayó en cuenta Eren. Parpadeo un par de veces para despejar la mente antes de contestar.

- ¿Qué me decías?

- Te decía que creo que es momento de tener nuestro propio hogar. Un lugar que podamos llamar nuestro, y en el que podamos refugiarnos.

- Suena bien.

- Quiero que vivamos los tres en compañía. Tú, Mikasa y yo. Siempre hemos estado juntos, y no imagino un futuro sin que lo estemos. – la expresión de Armin es pacífica.

- ¿Y quieres compartir una casa en vez de tener una propia para ti? Algún día formarás una familia, ¿no crees?

- Ustedes son mi familia -contesta Armin después de un momento de vacilación que Eren no se pierde – No creo encontrar a alguien… - la mirada de Armin se desvía al suelo antes de soltar un suspiro – El caso es que todos necesitamos alejarnos de las mismas cuatro paredes de los cuarteles. Algún día tendremos que dejar la milicia. Pienso que es un buen momento para nosotros – Armin encoge sus hombros - ¿No quieres?

- … Sí quiero – contesta con sinceridad Eren, al mirarse la mano vendada.

- Bien. Empezare a buscar residencias disponibles. Aun no le cuento a Mikasa sobre esto, pero sé que aceptara…

Armin siguió hablando mientras el recuerdo de hace unas horas vino fácilmente a Eren.

Eren estaba distraídamente alistando su montura ya que iniciarían el retorno a las murallas en la madrugada. No había tenido éxito en confirmar si Yelena haría parte del grupo de escolta que acompañaría a Willy. No supo cómo preguntarle a Falco, el niño con el que dialogaba, sin levantar las sospechas de este. El no saberlo creaba cierta incertidumbre ¿debía irse? ¿quedarse para vigilarla?

El escozor en la palma fue el que lo saco de sus turbulentos pensamientos esta vez. Ajustando las correas de la silla inconscientemente había hecho presión en el corte de la palma que aún estaba curándose.

- Eren – Mikasa se las había arreglado para llegar a su lado sin que él lo advirtiera - ¿estas lastimado? – pregunta ella con preocupación mientras observaba el corte en su palma.

- Solo es un corte. No es nada.

- … Sueles lastimarte a menudo – hace la observación ella después de un momento, sin evitar mirar las pequeñas cicatrices que adornaban sus manos.

- Soy algo torpe ahora – expresa Eren mientras esconde sus palmas fuera de la vista de ella – Me acostumbre a la idea de que cualquier herida sanaría de inmediato. – Por eso también había comenzado a hacerse los cortes en los antebrazos para evitar llamar la atención. En especial la de Mikasa que parecía siempre tener un ojo sobre él – No te preocupes, cada vez soy más cuidadoso.

- Déjame atenderte – estira ella su palma en pedido de la suya, su expresión fruncida por el temor del rechazo.

Con un asentimiento Eren extiende su palma arriba para ella.

Casi con la delicadeza que utilizaría una madre, Mikasa limpia, desinfecta y venda su palma con suma concentración. A pesar de que el acto no es nada inusual en ellos, Eren no puede evitar sorprenderse ante los pequeños detalles. Como que ahora podía contemplar la coronilla de Mikasa directamente gracias a los centímetros de más que había crecido cuando antes sus alturas coincidían. Las manos de Mikasa, aunque siempre cálidas se movían como seda sobre su mano. Y ahora podía decir que era cierto lo que decían de que cada persona tenía un olor en particular, la esencia de Mikasa le transmitía tranquilidad.

Es entonces cuando recordó lo que tenían pendiente entre ellos.

- Mikasa, sé que te debo una respuesta. -Mikasa se sobresalta ligeramente y abre su boca varias veces sin emitir ningún sonido mientras su rostro se ruboriza quizás pensando que el momento era ahora – Aun no la tengo – confiesa él rápidamente.

- … Bien -murmura Mikasa, la decepción patente en su rostro mientras desvía la mirada a un lado.

- Pero… - Eren siente sus propias mejillas calentarse – supongo que la tendré cuando nos volvamos a ver.

- Bien – murmura de nuevo Mikasa, la decepción anterior ahora sustituida por una ligera media sonrisa. Ella aún sostenía tiernamente su mano.

Eren aun sentía la calidez transmitida después de eso. De alguna manera aquella sensación lo impelía a seguir lastimándose. Al menos, esa mano.


En el curso que les tomo llegar a las murallas Eren pudo confirmar que Yelena si hacia parte de la escolta traída por Willy. En Shinganshina, el primer distrito al que llegaron recibió a la caravana extranjera los otros dos comandantes del ejército junto con Historia y Darius. A partir de allí, Eren fue excusado por no decir excluido de asistir a las subsecuentes encuentros y diálogos programados. Armin solía darle una mirada de disculpa mientras lo dejaba para asistir a estas reuniones y siempre que volvía le contaba todo lo acontecido como si con eso Eren no se tomara tan a pecho el agravio de apartarlo a un lado.

No pasaba nada. Sin la constante vigilancia y presencia de ellos rotando alrededor suyo pudo vigilar a Yelena. Ella solía excusarse y en vez de adentrarse por las calles salía de las murallas aprovechando que ahora sus puertas mantenían abiertas. Una vez desde la cima de la muralla Eren siguió su trayecto con la ayuda de un telescopio supo a donde se dirigía ella.

Fue entrada en la noche cuando Eren se escabullo del cuartel donde se hospedaban, de las murallas y del cuidado de sus superiores hacia más allá de estas hasta un claro que ahora era muy familiar para él. Sin ninguna prisa, aprovechando el frescor de la noche, de la luminiscencia que ofrecía la luna y con la certeza de a quién iba a encontrar los pasos de Eren fueron estables y su mente se despejo de todo temor.

Por eso, al contrario que Zeke, Eren no se sorprendió de aquel encuentro. Zeke reaccionó como si hubiera visto un fantasma. Tal vez si lo era.

- Eren. ¿Cómo es que…? – es lo primero que acierta a decir Zeke mientras se levanta de un salto. Había estado sentado en un butaco con varios papeles dispersos en el suelo e inspeccionado uno a la luz de una lámpara de aceite.

- Reconocí a Yelena – se encoge de hombros mientras se acerca con soltura hacia él. Ya era un hecho que Zeke tenía intactos sus recuerdos - ¿Se puede saber qué haces acá? En mi isla.

Zeke no parecía salir de su shock, abría y cerraba los puños debatiéndose que hacer. Eren solo lo observo con expresión aburrida esperando que el idiota de su medio hermano soltara la lengua. Zeke inhala profundamente mientras se pasa una mano por el rostro, su expresión pasa de una de muda sorpresa a una molesta.

- ¿Qué no ves? – señala todo el papel a su alrededor – Tratando de desentrañar la mierda que armaste.

- Es simple – Eren encoge sus hombros – No hay titanes. No hay poderes. No existe Paradis.

- Joder, Eren. – expresa Zeke – Es más que eso. ¿Acaso sabes lo que todo ello implico con los eldianos de Marley? La guerra continua. Los eldianos siguen siendo la población indefensa, menospreciada y abusada. ¿Sabes cómo este pequeño milagro cambio el destino de ellos? No lo hizo. Siguen siendo la carne de cañón. Ahora con una guerra más sangrienta.

- ¿Y viniste a qué? ¿A buscar tu propio milagro para ti y tu desdichada gente? – pregunta Eren con indiferencia.

Zeke parece mirarlo con espanto antes de soltar una carcajada sin humor.

- Recuerdo que me reclamaste que no tomaba en cuenta la seguridad de tu isla. – Zeke asiente para sí - Después de todo tenemos cosas en común.

- Córtalo, Zeke – Eren rueda sus ojos – El milagro que buscas no existe. Que tu gente aprenda a sobrevivir en esta nueva realidad. Como lo está haciendo la mía.

Zeke tan solo vuelve a tomar asiento y lo observa con gesto pensativo.

- Sé que crees que hiciste la elección correcta. – Zeke une la punta de sus dedos en actitud metódica – Sin embargo, creo que a estas alturas ya te has dado cuenta de las fugas en esta pacifica burbuja de seguridad que creaste. Te las puedo mencionar una por una. El desprecio del mundo aún está presente hacia la población eldiana ¿Cuánto crees que tardaran en hacer las conexiones de esta isla con los eldianos? Además, ¿crees que naciones superiores como Marley dejaran pasar la mina de recursos que ofrece esta isla? Eso sin tomar en cuenta que desconocen la existencia de que esta isla produce un único e inigualable mineral. ¿Qué pasara cuando los Tybur descubran el destino de su familiar? Ellos, solo son los primeros en llegar a la isla.

- ¿Por qué se enterarían los Tybur del final de Lara? – no había forma de que se enteraran.

- Por un rumor llegaron acá – Zeke encoge sus hombros – Otro rumor puede unir los cabos sueltos.

- Qué maldito. - lo comprende ahora Eren - Es por ti que ellos están acá.

- Verás, Eren. A pesar de que no soy más el Titan Bestia, la poderosa arma mortal. Sigo siendo el Jefe de Guerra, líder de los guerreros de Eldia. Mi posición, influencia y poder siguen intactos, entre las líneas militares de Marley. Por otro lado, sigo siendo el cabecilla de los Voluntarios Anti-Marleyanos con decenas de seguidores bajo mi mando, un grupo rebelde que pretende buscar justicia para los eldianos. Si fui capaz de hacer que Willy Tybur se embarcara en un viaje en busca de un mito. Solo las palabras correctas harán que Marley siga los mismos pasos.

Sí. La nueva situación de los eldianos en Marley era una que Eren había supuesto a ras de las conversaciones que tuvo con Falco, y lo que él mismo había rellenado con lógica era que los eldianos seguían igual de condenados que antes. Sin saber si la situación actual era mejor o peor. El pueblo de Eldia seguía marginado y considerados una raza aparte, baja, inferior. Eren había borrado la existencia de los titanes, pero no el odio ni los prejuicios que tenían sobre los eldianos. Ahora eran demonios, no por ser descendientes de Ymir, sino por cargar por años y años de odio. Y como toda clase obrera que era, los eldianos seguían siendo la carne de cañón en la guerra, solo que ahora no contaban con la protección de los titanes. Es decir, ahora eran más vulnerables para el enemigo y para su propio reino que disponía de ellos.

Un mal desenlace para ellos, no lo podía negar Eren. Pero siendo sincero consigo mismo había logrado lo que se había prometido: librarse a sí mismo y a sus amigos de la condenación. Y eso era todo lo que importaba.

- ¿Entonces por qué no los has traído? – el tono de Eren es sombrío ahora. Esta dispuesto a proteger la burbuja de seguridad que menciono Zeke. A cualquier precio.

Zeke parece dedicarle una mirada entre el desagrado y la consternación, antes de girarse y empezar a caminar hacia el centro del claro.

- Recuerdo que hay un mito de como la primera fundadora, Ymir, adquirió el poder de los titanes. – ahora el tono de Zeke era aleccionador - Ymir, en estado de abandono, dolor y agonía vago por los bosques, entre las montañas, sin parar hasta que el agotamiento hizo ceder sus piernas. Intentando hallar las fuerzas que no le permitieran morir en aquel estado lamentable logro incorporarse de nuevo pero el suelo cedió bajo ella. Cayó. Y en medio de la oscuridad y del abismo, como si sus ruegos y plegarias fueran oídas, el poder se presentó ante ella. Y ella se aferró a él. – Zeke llega hasta el centro del claro donde el gran roble se elevaba. Él apoyo su palma en este.

- Tiene todo el detalle de surrealismo sobrenatural de todo mito – comenta Eren, le incomodaba que Zeke pareciera tan absorto por el roble.

- ¿No vivíamos en una realidad de monstruos gigantes y poderes sobrenaturales? – Zeke suelta con ironía, mientras finalmente se gira para encararlo - ¿No crees que es curiosa la existencia de un roble que debe tener, a juzgar por su altura, un siglo de edad cuando en nuestro previo encuentro este era un claro llano?

- ¿Qué? ¿No me digas que crees que ese insignificante pedazo de árbol te concederá algún poder? – expresa con incredulidad Eren, pero la incertidumbre teñía su voz. Que él recordara el roble estaba el doble de grande de cuando Eren lo vio por primera vez.

- Valdría la pena intentarlo, ¿no crees? – dice con soltura Zeke mientras dirige su mano al bolsillo de su gran abrigo.

Por más que Eren quisiera atribuirle algún delirio desesperado de Zeke a lo que insinuaba, no podía negar que había algo místico en el roble. Su sola repentina presencia era antinatural. Por eso cuando Zeke hizo ese deliberado movimiento, las manos de Eren se dirigieron a las empuñaduras de sus cuchillas en reacción. Sin embargo, se congelo a mitad de desenvainarlas cuando vio que Zeke solo sacaba una cajetilla de cigarrillos del bolsillo y no ningún arma potencialmente peligrosa.

Zeke solo alzo una ceja curiosa al advertir su reacción mientras sacaba un cigarro de la cajetilla y lo encendía con un mechero de bolsillo.

- Sería muy fácil para mi quitar hoja por hoja, rama por rama y corteza por corteza de este árbol, hermanito – confiesa Zeke después de una bocanada.

- ¿Crees que incluso tendrías la oportunidad de poner un solo dedo en él? – Eren desenvaina completamente.

- Paz, hermano. Como dije sería muy fácil, pero no lo haré. – Zeke hace el retorno a su banco y empieza a reunir sus papeles en un solo montón – Sé que crees que tuviste suerte al poder hacer el trato con Ymir. Que ella tuvo compasión de ti y de los tuyos. Que en su infinita misericordia extendió su poder más allá de los límites permitidos para concederte lo imposible. Si es así ¿por qué dejar mi mente integra? ¿Por qué dejar esos huecos en la historia? ¿Por qué dejar la incertidumbre plantada en la mente de todos? Si ella fuera en verdad caritativa y compasiva ¿Por qué no ayudo a Karl Fritz en todo su poder cuando cumplió su pedido? Dejo cabos sueltos: los Ackerman. Con los que después él tuvo que enfrentarse. ¿Fue una falla de su poder? ¿Y ahora resulta que si pudo modificar sus memorias cuando en un pasado no lo logró? Patrañas. – termina él de empacar todo en una mochila.

Cierto. Aquellos no eran cuestionamientos lanzados al azar en un arranque de cólera o un intento de engaño. Internamente Eren se preguntaba el por qué Ymir no había cumplido su deseo tal como lo había pedido. La amnesia no debió de afectar a las personas de la isla, pero lo hizo. Debió extinguir todo rastro de poderes y titanes, pero aún así Eren tuvo una visión hace unos meses. Debió esfumar todo rastro que vinculara a externos con la isla, y aun así Willy había llegado allí. Zeke estaba allí. Y lo más importante, Eren debía quedarse en Los Caminos por la eternidad, y estaba allí.

- Entonces, dime qué es lo que piensas hacer. – demando Eren con voz sombría.

- No haré nada – Zeke se incorpora mientras se cuelga la abultada mochila en un hombro y le daba una nueva bocanada al cigarrillo – Siento lastima por ti, Eren. Por ti y los condenados habitantes de esta isla. Hasta por el imbécil enano de mierda de tu capitán. Dejare que veas por tu propia cuenta como tu burbuja de falsa seguridad estalla. Y ahí es cuando te darás cuenta de que yo no estaba errado. La Eutanasia era la salvación de todos. – expreso con condescendencia mientras le daba la espalda y se alejaba del claro – Cuando eso ocurra, vendrás a mí. Contáctame a través de Yelena entonces, ingenuo y tonto hermano.

Eren solo pudo ver como Zeke se marchaba hasta desaparecer entre el follaje con la mandíbula apretada y la respiración agitada. De nuevo, corto su palma para asegurarse de que ningún poder habitaba en su cuerpo. Aunque esta vez ver la sangre fluir no lo calmo como en anteriores veces.

- Ymir. – hace mucho había dejado de dirigirse a ella – No juegues conmigo de esta manera. – sonó más como una súplica que una advertencia.

Envaino sus cuchillas y le pareció ver por el rabillo del ojo la figura pequeña de Ymir al pie del roble, pero cuando dirigió su vista allí no estaba. Lo que si estaba era una rajadura vertical que recorría el roble. Una grieta.

No es nada. Todo estará bien, intento calmarse Eren para no caer en la paranoia mientras se alejaba a grandes pasos del claro.


Este capitulo lo considero como el preludio a la tormenta. Adelanto que el próximo capitulo va a haber algo en especifico que no les va a gustar. Para mi fue difícil incluirlo pero es necesario para los propósitos de esta historia. A pesar que les he dicho que he tenido dudas de como se desarrolla la historia, estoy muy segura de como va a terminar. De nuevo, que bonito es leer sus reviews y saber que hay gente tomándose unos minutos para leer el fic. Nos leemos.