Capítulo 34: Herida
Con dolor, _ abrió los ojos de golpe y, desde lo más profundo de su garganta, emitió un potente grito, que resonó en el lugar en el que se encontraba tirada, mientras se incorporaba hacia delante.
Agachada junto a ella, Sasha, con el rostro completamente pálido, le devolvió la mirada muy nerviosamente. La castaña previamente había cogido un par de vendas para tapar con mucha presión la herida de la pierna derecha de _, en un intento de que dejara de salir la sangre, lo cual, a causa del dolor, había provocado que la morena se despertara de su inconsciencia. Parecía que aquel deseo por contener el sangrado había supuesto fracaso ya que tanto las manos de la chica como las telas que tenía entre ellas se encontraban completamente empapadas.
-Lo-lo siento, _, pero no puedo hacer m-más…-Murmuró con un tono que destilaba miedo y ansiedad. Parecía que estaba sobrecogida por la presión y la inexperiencia-Si no, te desangrarás a este paso.
De manera repetitiva, la morena empezó a respirar aceleradamente. Entonces, con todas las fuerzas que pudo reunir, se arrastró entre gemidos de dolor un poco hacia atrás, apoyando su espalda en una caja.
-Sa-sha...¿Cuánto….cuánto tiempo ha pasado?-Preguntó casi sin aliento, empezando a ver puntitos de colores. Maldición.
-Casi-casi una hora. Tuvimos que salir corriendo de allí y ahora estamos en el almacén- Le contestó volviendo a coger otra venda para colocarla sobre las anteriores, sin dejar de hacer presión- Algunos están montando guardia por si nos vuelven a atacar y otros… bueno…
"Bien. Eso significa que todavía no ha pasado la "hora de oro"" pensó levemente aliviada la morena. Aún tenía esperanza de sobrevivir "Lo malo es que, teniendo en cuenta el estado de nerviosismo de Sasha y su completa inexperiencia, yo soy la única capaz de tratarme. Asique suministrarme un anestésico no es una buena idea, porque me impediría hacerlo correctamente" No tenía otra maldita opción.
Chasqueando la lengua, _ dirigió sus ojos grises, encogidos por el dolor, hacia la castaña que, con temblores y jadeos, intentaba por todos los medios que no saliera más sangre. Su cuerpo empezaba a cubrirse de un sudor muy frío.
-Sasha...Escúchame atentamente…-Murmuró con voz baja pues el dolor casi le estaba impidiendo hablar- Vas a tener que ayudarme a tratarme…¿v-vale?-Aunque la mirada de la castaña se encontraba completamente sumergida en el pánico, está sintió varias veces. Un suspiro de alivio surgió de los labios de _-Bien,lo primero ¿Has visto la..herida?- Recibió otro asentimiento por parte de Sasha-Necesito que...me digas… si tiene agujero de salida y de entrada… y su...profundidad.
-S-Sí...Pues….Por lo que yo recuerdo, no tiene un agujero, pero ni de entrada ni de salida...Es más como una rozadura, pero un poco profunda-Tartamudeó mirando hacia todos los lados.
Que no fuera un disparo de entrada y de salida o simplemente de entrada era muy buena señal, puesto que no era tan grave; de lo contrario, tendría que hurgar en la herida para sacar la bala y proceder a unir todo el tejido dañado. Además, dada la posición en la que se encontraba (en el lateral de su pantorrilla derecha un poco por encima de la rodilla), lo más seguro es que no hubiera dado a ninguna vena o arteria importante.
-Vale, pues...Sasha, ve y coge de mi cinturón… De dentro...tienes que sacar: vendas, tijeras, una aguja curvada, hilo…, pinzas y alcohol. Además, si puedes, trae agua. Date prisa, por favor- Le indicó entre jadeos, recibiendo otro asentimiento por parte de la castaña. Mientras Sasha se levantaba e iba en busca de aquello que le había mandado, _, a la vez presionaba ella sola las vendas, con su otra mano, dirigía el borde de su camisa todavía manchada de sangre ajena en dirección a su boca. Sin querer pensar en aquello, la morena con un tirón brusco, rasgó la parte limpia de esta y empezó a hacer una especie de churro de tela con sus dedos. Para cuando ya lo tenía listo, Sasha volvió a su lado, con todo lo pedido por la morena- Muchas...gracias. Ahora que...tengo todo, voy a coserme la herida…-Un jadeo de sorpresa se escapó de los labios de la castaña- Necesito que me quites la sangre y el sudor, para evitar que caiga sobre la herida, y que, cuando acabe, controles...mi temperatura. Normalmente...con las heridas de bala, siempre la primera vez hay fiebre por un par de horas...Por ello, tienes que hidratarme y controlar que no suba mucho…Tranquila, yo me suministraré lo oportuno para evitar que eso ocurra, pero nunca se sabe...Asique quiero que estés preparada…¿vale, Sasha?
Con el asentimiento de la castaña, la morena, se colocó el churro que había hecho a partir de su camisa en la boca, apretándolo con fuerza entre sus dientes, y _, cogiendo la botella de alcohol, vertió el líquido en sus propias manos, restregándosela por todos los lados para desinfectarlas, indicando con los ojos a su asistente temporal que hiciera lo mismo tanto con sus manos como los utensilios que había traído. Acto seguido, tras la completa esterilización, retiró con mucho cuidado las vendas empapadas para poder observar por ella misma la herida. Un poco impresionada, vio como la herida era larga (ya que recorría en diagonal cerca de la rodilla hasta casi el lateral completo de la pantorrilla derecha) y, sí, un poco profunda, pero por suerte, el haber sido presionada por tanto tiempo había causado que la sangre no saliera en abundancia.
Señalando con el dedo, le indicó a Sasha que diera la cantimplora de agua. Cuando tuvo el recipiente entre sus manos, vertió el líquido sobre la herida, limpiándola de cualquier suciedad o sangre. Mientras la castaña retiraba la humedad sobrante de esta, _ empezó a enhebrar la aguja, con sus manos temblorosas y de vez en cuando gruñendo de dolor por lo bajo.
-Vale...Ya está-Murmuró más para sí misma que para la castaña, con la voz distorsionada por la tela que tenía entre los dientes- Allá voy.
Cogiendo la aguja con la pinza, aproximó la parte punzante a su propia dermis. A solo unos pocos milímetros, se detuvo e inspiró y expiró profundamente, intentando reunir todo el valor y las fuerzas que pudiera. Aquello no iba a ser fácil. Pero bien sabía que no había otro modo posible. Entonces, con un nuevo coraje interno, la calvó. Con un gruñido de dolor, deslizó la aguja curvada a través de su piel hasta salir por la parte interna de la herida, viendo como de las dos incisiones surgía un pequeño hilo de sangre. Cuando consiguió atravesar su propia carne, tiró un poco de la aguja hacia arriba, para que el hilo pasara, dejando un poco a ambos lados de la punción. Sin darse cuenta de ello, Sasha se apresuró en limpiarle la frente, que al parecer se había perlado de sudor por el esfuerzo y el dolor. Dándose unos instantes de tregua, _ respiró agitadamente, intentando recuperar las fuerzas que se habían desvanecido. Cuando sintió que volvía a estar mejor, de nuevo, se concentró en la tarea, dirigiendo otra vez la aguja, pero esta vez en la parte contraria de la carne. Con una punción decidida, y emitiendo de nuevo un sonido de sufrimiento, volvió a atravesar su piel pero, ahora incidiendo desde el interior de la herida hacia fuera de esta, de manera ascendente. En el momento en que tuvo en las dos partes el hilo pasado entre medias, procedió a anudar el primer punto de muchos que le faltaban; para ello, cogió la parte del hilo más larga y la enrolló dos veces en torno a las pinzas. Acto seguido, cogió la parte más corta con las pinzas y, deslizando el instrumento a través de las vueltas, hizo que ambos lados de la carne separada se unieran mediante un nudo, apretándolas con firmeza a pesar de que aquello le hacía ver las estrellas. A continuación, sin querer parar, cogió el hilo largo, volvió a enrollarlo en las pinzas y de nuevo, cogió el corto para deslizarlo por en medio de la vuelta. Y por tercera vez, y queriendo asegurarse de que no se saltaría bajo ningún concepto, volvió a hacer de nuevo otro nudo. Finalizando el primer punto, cortó las partes sobrantes de los hilos, dejándose caer sobre la caja que había tras su espalda, respirando agitadamente.
Durante una muy lenta y eterna media hora, se dedicó a punzar, atravesar y anudar su propia piel, teniendo descansos cada poco porque a veces sentía que las fuerzas parecían abandonarla casi por completo. En total, realizó 10 puntos de sutura. Y para cuando terminó, ya casi apenas podía mantenerse consciente a sí misma. Deseaba dormir profundamente.
Sintiéndose completamente empapada de un sudor frío, se apoyó pesadamente sobre la caja que había tras de ella. Con jadeos, alzó la cabeza titubeantemente y miró de manera mareada a la persona que tenía junto a ella.
-Sasha…-Murmuró muy bajito, escupiendo a un lado la tela de su boca, obligando a la castaña a inclinarse hacia ella para poder escucharla- Dame el cinturón...y, por favor,... cura y venda la herida...Yo ya...Yo…
La castaña asintió con la cabeza con el rostro tenso y teñido de preocupación.
-Sí, tranquila, lo haré. No hables más y ten-Le tendió lo que le había pedido con la voz temblorosa y, mientras _ rebuscaba entre los botes el específico, esta echó alcohol en una venda y, cuando esta se empapó lo suficiente, la deslizó con suavidad y cuidado por la herida recién cosida, causando que de nuevo, la morena emitiera un grito de dolor y todo su cuerpo se encogiera por ello-¡Lo siento!
Encogiendo el gesto facial,_ negó la cabeza restándole importancia mientras padecía los efectos del desinfectado de la herida, casi como si un hierro al rojo vivo hubiera tocado el lugar. Con un gruñido de dolor, cogió el bote en específico y, con los dientes, lo destapó para después beberse un poco del contenido. Un líquido amargo bajó por toda su garganta, provocándole un ataque de tos que casi hizo que se atragantara. Los efectos del medicamento empezaron a adormecerla y, poco a poco, sin poder evitarlo, su cuerpo se fue deslizando por la superficie de madera de la caja hasta quedarse tumbada, entre las mantas que habían tenido debajo de ella. Y, al cabo de unos segundos, cayó en plena inconsciencia.
…
-Bienvenida de nuevo al show, maldita amante de la basura- La voz macabramente alegre de la última persona que querría ver en aquellos momentos causó que todo el vello corporal de la morena se erizada y el aire saliera de sus pulmones, emanando de su boca un jadeo de horror.
La ansiedad y el terror recorrieron el cuerpo amarrado a una silla de la morena mientras contemplaba a la persona que tenía delante, como si de un fantasma se tratara. Tenía que ser una maldita pesadilla, pensó _ agitadamente. Sí. Estaba segura que lo era, no había ninguna duda. Nada de aquello era real. Y, sin embargo, ver cara a cara a aquel hombre conseguía alterar completamente su mente como si se tratara de la realidad.
-Por tu cara, parece que no te alegras de verme. Me ofendes, Hamster Rabioso- Esbozando un fingido gesto de dolor, Erik alzó su mano, señalándole con un objeto. La mismísima pistola que había acabado con su vida- Pero tranquila, en esta fiesta no solo estoy yo.
Como si de magia se tratase, tras el hombre, de pronto aparecieron entre un humo gris dos personas muy conocidas para la morena: Gillian y Finn. Parados como si fueran muñecos, con el cuerpo relajado y la mirada perdida. La imagen de sus dos amigos provocó que el corazón de la morena empezará a latir con rapidez y, más aún cuando, con una sonrisa repleta de maldad, Erik apuntó en su dirección. Un mal presentimiento azotó a la morena.
-¡Basta, no!-Gritó desesperadamente mientras empezaba a retorcerse entre sus ataduras, con los ojos encogidos de miedo y llenándose de lágrimas impotentes. Debía ir. Debía salvarlos- ¡Ni se te ocurra hacerles daño, maldito bastardo!
Colocando la mano libre sobre el pecho, Erik hizo un gesto exagerado de ofensa. Sus pies empezaron a avanzar hacia el individuo de tez morena y, cuando estuvo junto a él, pasó sobre los fuertes hombros de Finn, el otro brazo.
-¿Oh?¿De verdad piensas eso de mí?- Le preguntó con un tono que destilaba sátira. Sobreactuando completamente, el hombre se cogió la barbilla y empezó a rascársela, fingiendo que se paraba a pensar- Pues es cierto.
Un disparo se escuchó en aquel lugar seguido de un grito de terror e impotencia de la morena. A través de sus lágrimas que empezaron a ser derramadas sin remedio por los laterales de su rostro, vio con dificultad como Erik había disparado a la rodilla de Finn; de la cual, en aquellos momentos, por el orificio que había causado el impacto de la bala, se derramaba su sangre, empapando y tiñendo de escarlata los pantalones de este, descendiendo hasta el suelo. A pesar de lo doloroso que se veía, el rostro del chico de tez morena ni se inmutó, continuo inexpresivo y con los ojos vacíos.
-¡Finn!¡Contéstame!-Volvió a gritar con una voz repleta de preocupación moviendo sus brazos, sin importarle que las cuerdas le rozaran con dureza la piel-¡Finn!
- Vamos, vamos, no hace falta ponerse tan dramática- Rió el chico con gusto, causando que la sangre de _ hirviera- Es solo un "niño topo", basura de la Ciudad Subterránea. Merece simplemente…-Para terror de _, cuando Erik se separo de Finn, apuntó de nuevo a este; pero esta vez, en la cabeza. Y entonces, antes de que pudiera decir algo, volvió a disparar- morir.
Entre un humo rojo, Finn desapareció frente a los ojos encogidos, temblorosos y repletos de lágrimas de la morena, que ni podía hablar de la impresión. Regodeándose en el estado de casi shock de _, Erik apoyando la pistola en su hombro, caminó a paso tranquilo hasta la otra persona que quedaba en el lugar.
-Que poca vergüenza tienes, Pequeña Gigante- Murmuró casi en un ronroneo el hombre, ironizando su mote. Entonces, agarrando de pronto la cintura de la pelirroja y, en un brusco movimiento, acercó el cuerpo de la chica a su costado. Con delicadeza, deslizó el cañón de la pistola por la mejilla y barbilla de Gillian, como si la estuviera de pronto acariciando. _ boqueó intentando que le surgiera la voz lanzándole una mirada de puro odio y pánico- ¿En serio pretendes pedirme favores a mí? ¿Qué no les haga daño, dices? Lo siento, pero te dije que las cosas no se quedarían así.
Cuando el hombre apoyó su rostro contra la cabeza de _ y apuntó súbitamente el arma en su barbilla, _ reaccionó.
-¡GIL- ¡BANG!
De pronto, de entre el humo rojo salió el hombre, riéndose a carcajada limpia al ver el rostro desencajado e humedecido de la morena, divirtiéndose a costa de su sufrimiento. "Finn...Gillian...Lo siento" pensaba una y otra vez, con los ojos casi saliéndose de sus órbitas. Con pesadez, dejó caer la cabeza hacia delante, sollozando con el rostro encogiéndose del dolor emocional que estaba recibiendo, completamente derrotada y arruinada. Deseaba volver a despertar. Deseaba hacerlo de inmediato. No podía continuar viendo aquello.
-No me hagas ese feo, pequeña zorra- De pronto, Erik se encontraba junto a ella, susurrando al oído como si una vil serpiente se tratara. Entonces, con un agarre violento y brusco, cogió entre sus manos los cabellos oscuros y rizados de _ y la obligó a alzar la cabeza, causando que la morena gimiera de dolor- No puedes despegar los ojos de la función; no ahora, aún falta el acto final.
Entre jadeos lastimosos, los ojos grises y llorosos de _ observaron como frente a ambos, el humo rojo de Gillian se empezaba disiparse, delineando una silueta entre su humareda. Para cuando desapareció completamente, la identidad de la otra persona fue revelada a los presentes.
De pie de la misma manera que Finn y Gillian, se encontraba el capitán Levi.
En cuanto la visión de su superior apareció frente a ella, el corazón de la morena se paralizó completamente.
A su lado, Erik se incorporó y empezó a caminar hasta el recién llegado, dando vueltas a la pistola en su dedo índice. Parándose junto a él, se agachó para ponerse a la altura del rostro del moreno y lo observó detenidamente, cogiéndose con la mano libre la barbilla.
-Con que este es el invencible Levi, el Soldado más Fuerte de la Humanidad…-Comentó con curiosidad Erik, deteniéndose a un lado del moreno- Bueno, eso no lo sabremos hasta que no lo comprobemos ¿cierto?- El sonido metálico de un arma apuntando taladró el cerebro de la morena.
-Detente.
De manera brusca y con una desconocida fuerza despedida, _ agarró firmemente los reposabrazos de la silla a la cual estaba atada y presionó hacia el exterior, escuchando como el mueble chirriaba protestando hasta que finalmente, se desprendieron completamente. Poniéndose de pie con rapidez, y sacudiéndose de los brazos los restos de los reposabrazos, corrió en esprit hacia los dos hombres. Al llegar junto a ellos, no perdió ni un mísero instante y, entonces, cogió con fuerza la muñeca de Erik, en cuya mano se encontraba la pistola pegada a la sien del moreno. Con una mirada afilada y temblorosa, dirigió su vista hacia su peor pesadilla.
-He dicho que te detengas.
A pesar de emplear todos sus esfuerzos en apartar el cañón de Levi, el brazo del otro chico parecía inamovible, provocando que la desesperación e impotencia sacudieran a la morena. No podía permitirlo. No iba a dejar que aquello ocurriera.
Una sonrisa maliciosa revoloteo en los labios de Erik.
-¡DETENTE!-Exclamó la morena con la voz teñida de horror mientras agarraba con fuerza la extremidad. Con brusquedad abrió los ojos y se incorporó de golpe.
Entre jadeos ahogados, se quedó completamente quieta, sintiendo como su cuerpo se encontraba empapado de un sudor procedente tanto de la febrícula como del terror vivido en sus sueños. Sí...Había sido un sueño. Un maldito y horrible sueño…
-Tsk. Mocosa, ¿es qué pretendes arrancarme el maldito brazo?- Gruñó una voz masculina a su lado, causando que diera un respingo.
Sorprendida, dirigió sus ojos húmedos grises hacia la dirección de la voz, encontrándose con uno de los protagonistas de su sueño. Levi, cuyo brazo tenía agarrado con tanta fuerza que alrededor de los dedos de _ se blanqueaba de manera preocupante la piel del hombre, le devolvía la mirada, completamente carente de cualquier emoción.
-L-Lo siento-Se disculpó soltando de golpe la extremidad del moreno, todavía alterada tanto por el sueño como porque el hombre se encontrara junto a ella.
Levi, volviendo a chasquear la lengua, dejó a un lado la lámpara de aceite que portaba en su otra mano en el suelo junto a él y, con esta ya liberada, se frotó la parte dolida.
-Debería haberte despertado antes de comprobar tu temperatura- Viendo como la morena empezaba a abrir la boca para preguntar, este se adelantó a ella - Sasha me lo ha pedido, ya que era su turno de vigilancia.
En silencio, _ asintió levemente, sumergiéndose de nuevo en sus recuerdos y pensamientos tempestuosos. Tanto los del sueño como los ocurridos hacía, figuraba, unas horas, ya que el lugar se encontraba sumido en la profunda oscuridad de la noche. Varios ronquidos leves se escuchaban en algún lugar del almacén llenando el silencio formado entre los dos. Aun casi ni se lo podía creer...Había...Había...Sintiéndose terriblemente sucia, su mirada descendió hacia sus manos, limpias pero igualmente manchadas. Cierto. Y ya nunca volverían a estarlo. Sin poder evitarlo, su gesto se encogió, bajo la mirada gris azulada del hombre que se encontraba agachado junto a ella.
-Has matado a alguien-Afirmó Levi de manera directa sin ningún tipo de delicadeza posible. A _ no le sorprendió que lo supiera, seguramente la habría visto siendo arrastrada por Jean.
Con los ojos picándole, la morena alzó su mano diestra, la cual temblaba ligeramente, y se restregó los párpados varias veces, en un gesto de ansiedad, antes de asentir.
-Su nombre...era...Erik-Habló con voz levemente ronca y cargada de culpa. Había matado a un ser humano, conscientemente. El horror de su pecado le ardía por dentro-Éramos… compañeros en el Distrito de Entrenamiento de Reclutas. Él..él… Cuando estaba en el suelo...me reconoció...e intentó dispararme...Yo...Yo...no podía moverme ni tampoco quería mo-morir. En cuanto me quise dar cuenta, en mis manos ...tenía la pistola...Y…-Sus palabras murieron en sus labios, incapaz de decirlo en voz alta.
-Y disparaste-Concluyó por ella, Levi. Entre temblores, _ asintió.
-Nunca...nunca nada volverá a ser… como antes ¿cierto?
-No- Con un suspiro pesado, _ deslizó sus manos de su rostro y, con los ojos húmedos, repletos de lágrimas, los dirigió hacia el hombre, que la miraba con un leve deje de comprensión- Pero debido a que te lanzaste contra ese hombre y apretaste el gatillo, hoy no hemos perdido a dos compañeros. Al igual que Armin, has protegido a un compañero y a ti misma de una muerte segura. Por lo que te estoy agradecido por ello. Gracias, _.
Sumergiéndose en aquellas orbes serias, _ se encontró a sí misma levemente aliviada. A pesar de que las palabras del hombre eran duras y demasiado realistas para una persona que acaba de matar a otra, la morena sentía que era lo que tenía que escuchar. Por lo menos por ahora. Necesitaban que le recordara por qué motivo había disparado y sus consecuencias, porque cargaría con ello por el resto de sus días.
Tras unos segundos mirándose el uno al otro, completamente en silencio, una extraña sensación azotó a la morena. Unas burbujeantes cosquillas atacaron su estómago provocando que _ con extrañeza se llevó la mano al lugar, despegando su vista del hombre que tenía delante, el cual captó ese movimiento.
Frunciendo el ceño, Levi chasqueó la lengua.
-Tsk. Debes tener hambre. No has comido nada en horas- Asumió viendo el gesto de la morena. Mostrando un gesto de leve molestia, entrecerró los ojos- Espera, te traeré alguna reserva militar, si es que esos malditos mocosos no se las han acabado ya.
-No, es…-Al ver al moreno hacer un amago por levantarse, _, apurándose, alzó su brazo y agarró con su mano el hombro derecho del hombre para detenerlo. Para su sorpresa, en cuanto sus dedos agarraron aquella parte del cuerpo este emitió un jadeo de dolor, causando que la chica lo soltara de golpe, como si el contacto le ardiera. De pronto, notó algo caliente en la palma y , al girar su mano para mostrarla, vio, para su sorpresa, que esta estaba manchada de un líquido rojo. Sangre. Con preocupación y urgencia, alzó el rostro hacia Levi, el cual volvió a chasquear la lengua mirando con mucha molestia como se había manchado su camiseta- Estás herido.
-Y también sucio- Gruñó con un tono malhumorado, lanzándole una mirada.
Ignorando ese comentario, _ se arrastró un poco más cerca del moreno.
-¿Por qué no me lo has dicho?
-Pues, básicamente, porque hasta hace literalmente un minuto estabas inconsciente- Ironizó Levi entrecerrando los ojos, como si se preguntara si realmente le acababa de hacer aquella pregunta tan estúpida.
Molesta, chasqueó la lengua.
-Ven. Deja que te cure- Le indicó con la mano mientras con la otra cogía su cinturón que Sasha había dejado junto a ella.
-Espera, espera. De nosotros dos, tú eres la que más estás herida, además es un arañazo sin más, no es necesario- Reacio a colaborar, el hombre de cabellos oscuros la miró como si de pronto le hubiera salido otra cabeza.
Empezando a impacientarse por la negativa de Levi, _ frunció el ceño.
-¿Perdona? Yo diré si es necesario o si es simplemente un arañazo, ya que por ello tengo conocimientos médicos- Gruñó con un tono de molestia- Así que deja de lloriquear y enséñame de una buena vez tus heridas, Levi.
De manera terca, ambos morenos se fulminaron con la mirada por un par de segundos, incapaces de dar su brazo a torcer. Los ojos grises de la morena brillaban en la oscuridad a través de la luz que desprendía la lámpara de aceite, completamente decididos. Viendo la extrema cabezonería de _, Levi, al cabo de unos instantes, desvió la mirada hacia un lado y, acto seguido, chasqueó la lengua con molestia. Frente a él, la morena esbozó una pequeña sonrisa, contenta de haber ganado aquel enfrentamiento silencioso.
-Maldita mocosa cabezona- La insultó con malhumor. A pesar de su actitud, el hombre se acercó a ella y se sentó a su lado, con las piernas cruzadas.
-Sí, sí, soy todo lo cabezona que tu digas-Asintió rodando los ojos- Ahora, muéstrame dónde tienes las heridas.
Lanzándole una última mirada de molestia, el hombre no tuvo más remedio que acceder a su petición. Sin que la morena se lo esperara, frente a ella, Levi cogió los bordes de la camiseta que portaba con ambas manos, sacándosela de pronto por la cabeza en un movimiento. Ante el paso de esta por la tela, provocó que sus cabellos azabaches se echarán hacia atrás, despejando su rostro por unos instantes, para después caer sobre su frente. Pilándola por sorpresa, la morena abrió levemente la boca y los ojos al ver la desnudez repentina del hombre. Nada había cambiado en el cuerpo de este desde la anterior vez; no obstante, por alguna razón desconocida para ella, el ver de nuevo el marcado torso desnudo de Levi le causaba cierto nerviosismo. Agradeciendo a la oscuridad, _ sintió como sus mejillas se empezaron a calentar y, para extrañeza de Levi, desvió su mirada de él.
-¿Se puede saber qué cojones estás haciendo?-Preguntó evitando a toda costa que se notara el ligero temblor en la voz "¿¡Y SE LO DICES A ÉL!?¿Qué estás haciendo tú? ¿POR QUÉ TE PONES ASÍ?" pensó con ansiedad sin comprender nada de lo que le estaba ocurriendo.
Sentado en el suelo, con la prenda entre las manos, el moreno alzó una ceja, sin tampoco entender nada.
-Pues enseñarte las heridas ¿no era lo que querías?
-Claro. ¿Y por qué te quitas completamente la camiseta?-Exigió saber, intentando recuperar la calma, forzándose a sí misma para volver a hacer contacto visual con el hombre.
Durante unos segundos, ambos mantuvieron la mirada del otro hasta que, de pronto, hincando su codo en su rodilla, Levi apoyó la cabeza en la mano derecha, dirigiendo de reojo sus ojos gris azulado.
-¿No me digas que, teniendo los amplios conocimientos médicos que tienes, te pone nerviosa?-La provocó descaradamente y sin ninguna reserva, cambiando su mirada seria a una que emanaba pequeños toques de malicia.
Aunque lo odiara, aquel duro golpe a su orgullo acertó tremendamente. Sin embargo, antes de entrar en pánico y mostrárselo a él, la morena disimuló con una habilidad digna de un premio de teatro, y, entonces, se incorporó en el sitio, alzando la barbilla mientras adoptaba una pose digna.
-Pues por supuesto que no- Negó alzando las cejas, mirándole de pronto con los ojos entrecerrados- Solo señalaba la inutilidad de tu acción- Sin que Levi añadiera nada más, se puso manos a la obra. Inclinándose un poco sobre el hombro, observó como estaba pegada de mala manera una venda, con una enorme mancha de sangre en medio "Tan limpio para unas cosas y tan desastre para otrasotras "pensó con exasperación mientras se limpiaba las manos y los instrumentos que fuera a utilizar con alcohol- Voy a retirarla, puede que te duela un poco- Le avisó antes de coger por las esquinas del apósito y tirar suavemente de ellas, despegándolo muy despacio. Bajo de esta, una raja un poco profunda recorría de casi punta a punta el hombro del moreno, con la carne separada y manchada de sangre fresca y seca. Con solo un vistazo, supo que necesitaría algunos puntos, pero, por suerte, no era nada grave- Es algo profunda, así que tendré que ponerte un par de puntos- Le informó mientras descendía la mirada hacia el cinturón, de donde sacó un bote, el cual contenía un líquido anestesiante- Ten, esto aliviará el dolor, pero te adormecerá.
-Entonces, no- Negó con la cabeza seriamente- Ahora después tengo turno de vigilancia. Debo mantenerme despierto.
-Pero te dolerá bastante-Le intentó advertir alzando los ojos hacia él. No obstante, la falta de respuesta por él ya le indicó lo poco que le importaba. Sin tener ninguna gana de lidiar con su cabezonería, _ rodó los ojos- Está bien, tú sabrás.
Tras haber limpiado previamente la herida con agua, retirando los restos de sangre seca y fresca, cogió con las pinzas la aguja curvada, ya enhebrada y esterilizada. Ante la primera punción, el hombre gruñó levemente y arrugó un poco la nariz, pero ni se movió ni un solo centímetro, facilitando a la morena el trabajo a lo largo del proceso. Poco a poco, y siguiendo el mismo procedimiento que había hecho con ella misma hacía unas horas, fue cosiendo y poniendo puntos a lo largo de la herida, cerrándola con firmeza para que no se volviera a soltar. Tras un rato, cortó el hilo sobrante del quinto punto, finalizando la tarea.
-Ya he terminado de ponerte los puntos- Le indicó incorporándose de nuevo para coger una venda empapada de alcohol. Con cuidado la pasó por la piel maltratada del hombre, ganándose un gruñido de dolor. Sintiéndose un poco mal por su padecimiento, _ empezó a soplar en esta, para aliviar la sensación ardiente. Cuando terminó de desinfectar esta, alargó la mano para coger otra venda, distinta a la anterior ya que tenía por los bordes adhesivos, y con suavidad, pego sobre la herida- Listo ¿Tienes alguna otra herida más?
-No- Mintió descaradamente.
-Se que tienes otra, la he visto antes- Le contradijo suspirando pesadamente, sintiendo que delante de ella tenía un gran niño grande- Muéstrame la frente.
Al quitarse la camiseta y echar el pelo hacia atrás, había visto en aquel lugar un pequeño corte. Seguramente el causante de que durante la persecución tuviera el rostro ensangrentado.
Maldiciendo por lo bajo, Levi, mostrando un gesto de completa molestia, alzó uno de sus brazos, causando que los músculos de este se movieran de manera deslizante por su piel, llamando la atención de la morena, que sin poder evitarlo, dirigió sus ojos grises hacia la extremidad del hombre. No obstante, el contacto visual duró poco, pues cuando, frente a ella, el moreno deslizó sus dedos entre sus hebras azabaches, retirándolos hacia atrás, y se quedó en aquella posición, causó que estos se desplazaran hacia el rostro de Levi. Ante aquella imagen, sintió de pronto la boca seca, provocando que _ tragara un poco duro, notando como las manos empezaban a temblarle ¿Qué cojones estaba pasando? Bajo la atenta mirada del hombre, la morena intentó disimular su estado y procedió a examinar la herida, acercándose aún más a Levi y quedando a unos centímetros del rostro de este. Procurando concentrarse todo lo que podía en esta, vio que no requería nada laborioso; simplemente una desinfección y venda. Por ello, despegando a regañadientes de la faz del hombre, bajó la mirada para coger y verter sobre una venda un poco de alcohol.
El silencio que se había formado entre ambos era tenso y, de alguna manera, expectante. La cercanía no ayudaba en nada a suavizar aquella asfixiante sensación. Pero lo peor era, sin ninguna duda, la inamovible mirada de Levi sobre el rostro de la morena, casi estudiando cada movimiento de ella. No sabía por qué, pero la estaba poniendo muy nerviosa. Deseaba con todas sus fuerzas que el lugar fuera lo suficientemente oscuro para que no le viera los colores de la cara.
Cuando vio que todo el trozo de tela se había empapado correctamente de aquel líquido, volvió a alzar los ojos y a dirigirlos hacia la herida del moreno. Con la mano temblando ligeramente, dio toquecitos en la herida con la venda llena de alcohol, volviendo de nuevo a escuchar unos pequeños gruñidos de dolor. De nuevo, se sentía un poco mal por el padecimiento de Levi, ya que era básicamente causado por ella, asique, apiadándose un poco de él, volvió a soplar en la herida de manera suave. Un suspiro de alivio la sorprendió, al sentir de pronto sobre su rostro, el aliento mentolado del otro individuo. Atraída, sus ojos se desviaron de la herida y cayeron sobre los irises gris azulado del hombre, que no habían dejado de verla ni por un mísero instante. Un chispazo. El contacto visual que hicieron consiguió que la morena se olvidara lo que estaba haciendo y se quedará completamente absorta, con la mano sujetando la venda en alto. Una sensación electrizante recorrió la columna de la chica conforme más tiempo miraba a Levi, seguida de nuevo de las molestas burbujas cosquilleantes en el estómago. Por otro lado, el moreno simplemente no despegaba la vista, sin ningún ceño fruncido ni ninguna expresión; con los ojos entrecerrados y completamente fijados. Ambos en silencio y sumergidos.
Ninguno se dio cuenta, pero, poco a poco, la distancia que separaba sus rostros se fue acortando, lenta y progresivamente.
Sumida en aquellas sensaciones, _ se dejó llevar sin notarlo ni pensarlo. El choque del aliento en su rostro y aquellos ojos de Levi la tenían casi hipnotizaba, forzándole a cerrar paulatinamente los suyos propios. El corazón de la morena latió con fuerza y emoción y sus manos empezaron a sudar.
De pronto, la puerta del almacén, más cercana a ellos, se abrió, iluminando la penumbra del lugar. Una silueta se formó contra la luz de la luna.
-¡Capitán, se me ha olvidado decirte que comprobaras la temperatura de _!- Un pequeño grito femenino hizo que ambos se separaran de golpe, sorprendiéndose tanto de la nueva aparición como de sus propias acciones.
_, se alejó bruscamente, golpeándose la espalda contra las cajas que habían tras de sí, con el rostro completamente enrojecido y el corazón casi saliéndose del pecho. Estupefacta, se tapó la boca, abriendo los ojos con tanta fuerza que casi parecía que se fueran a salir de sus cuencas. Su mente voló a toda velocidad, recuperando la plena voluntad de ella misma. Espera. Espera. Espera. Espera ¡ESPERA! ¿¡QUÉ COJONES ACABA DE PASAR!?¡MEJOR DICHO! ¿¡QUÉ COJONES IBA A PASAR!? Antes de que la morena pudiera siquiera asimilar nada o dirigir una mirada hacia el otro, Levi chasqueó la lengua sin disimular nada de nada su molestia y se levantó, dirigiéndose a zancadas hacia Sasha, la cual, no había visto nada debido al contraste de luz del interior al exterior.
-¿¡Qué soy yo, un puto niñero!?-Farfulló sin poder controlar el tono, causando que la castaña se para en el sitio, sin esperarse aquella reacción-¡Haz algo útil y encárgate tú!
