Kazuma era un hombre honesto. Una persona responsable y habilidosa. El peligro en su trabajo era algo que a él le encantaba retar y superar. Sus hazañas no tenían igual, y su fama iba mucho más allá de en algún momento pensó que alcanzaría.

Él era un feliz padre de familia. Tenía una linda esposa a la cual adoraba con su alma. Tenía una hija bellísima y carismática. Y por último, pero no menos importante. Estaba su segundo hijo. Un hombre que al igual que él, le encantaba el peligro y la exploración a lugares sospechosos. Era junto con Akari, su mayor orgullo.

Llego a pensar que ese chico de apenas 14 años, lograría hazañas igual o mejor que las suyas. Tiempo después lo comprobó con sus propios ojos. Y eso estaba bien para él.

El tiempo paso. Y aquel joven llego a casa presentando a su novia Kotori. Él la miro. Y la acepto. Más algo le decía que eso no duraría demasiado. Quizá era por que ambos se seguían tratando como amigos. Quizá era por que no había palabras románticas o citas. Pensándolo bien. Ambos jóvenes solo se engañaban así mismos. Pero él, como padre debía dejar aprender a su hijo.

Un tiempo más paso. Y después casi de la nada. Aquella chica volvió al papel que le tocaba. Ser amiga. Y eso para él estuvo bien. Su hijo aprendió. Más algo había mal. Pues se perdía mucho al mirar las estrellas. ¿Por qué?

Al observar aquellas bellas joyas lo noto. Esa mirada era de un enamorado. Y uno que había caído perdidamente. Pregunto en su momento sobre aquello. Más el chico le daba respuestas a medias o comenzaba a divagar. Él como padre. Comprendió que debía esperar la resolución de su muchacho. Y así lo hizo. Fue paciente y perseverante.

Un par de años más pasaron. Ya aquel pequeño hombre ahora comenzaba a mostrar signos de madurez. Adolescencia era la palabra correcta para ubicar a su hijo. Ya había dado un ligero estirón y una mejora en su masa muscular. No demasiado pues seguía manteniendo esa apariencia delicada y delgada. Más eso no impidió que se embarcara a un sin fin de aventuras con lo que el suponía era solo su amigo. Ese ser que debía ser leyenda. Astral. El salvador del Mundo Astral.

Para Kazuma eso estaba bien. Pues ahora su hijo era feliz. Mucho de hecho. No había día que no relatara algo nuevo de aquel ser misterioso. Él lo dejo pasar. Su esposa también. Más aquellas historias en lugar de disminuir parecían aumentar. Cada día el menor parecía dar un discurso del porque aquel ser era maravilloso, inteligente y audaz. Su esposa y él ahora podían relatar alguna anécdota sin saltarse ni un solo detalle.

Y eso estaba bien. Pues veían luz en aquella mirada rubí. Así que suspirando fue que le dejo en paz. A su hijo y sus aventuras con aquel ser. Tiempo después noto algo extraño. Pues aunque buscará en toda la casa, aquel chico no daba ni una señal de pronto aparecer.

La primera vez llamo a casi todos sus conocidos esperando una respuesta. Aquella tarde fue terriblemente angustiante hasta que por arte de magia su hijo apareció en su habitación. Cansado pero muy feliz. Quiso regañarlo. Pero lo único que pudo hacer fue decirle que avisara antes de irse si iba a salir. Aquel chico se disculpo y lo prometió al ver la angustia en sus ojos. Su madre por otro lado solo le interrogo. Ligeramente enojada por hacer pasar todo un mártir a su padre. Akari le apoyo. Y aquel adolescente termino con un leve castigo (Cosa que él ignoro).

Fue entonces que aquella ausencia pareció multiplicarse. Una vez a la semana paso a casi seis días sin estar en casa desde la mañana hasta entrada la noche. Kazuma entonces comenzó a sospechar. Su bella esposa también. Esa era una de las primeras señales.

La segunda fue encontrar un montón de notas regadas en un idioma que habían aprendido a medias. Palabras como "Lindo, Amor, Cariño, Bello, Hermoso" se volvieron habituales para el matrimonio. Akari solo atinaba a lanzarlas a la basura, ajena a lo escrito ahí. Sin siquiera llegar a sospechar nada de lo que pasaba.

La tercera señal que Kazuma noto, fue que al llegar su hijo de aquellas escapadas, siempre era con una sonrisa radiante y bella. Su vitalidad era contagiadora. Ya no contaba tan seguido sus anécdotas. Parecía que escondía algo. Su bella esposa comenzó a sospechar. Él debía tener más pruebas.

La cuarta señal fue la más contundente. Pues una vez su hijo llego de alguno de sus viajes, quedo dormido sobre la mesa de la cocina. Sumergido en un sueño lindo y placentero, pues un hilo de saliva que bajaba por la comisura de su boca se lo hacía ver. Él como buen padre lo llevo a su habitación, y dejándolo suavemente sobre la cama, fue que sin querer miro su cuello. Encontrando algo que no espero ni en sueños notar.

Una marca ligeramente rojiza. Apenas visible. Le gritaba que ahí estaba. No necesitaba indagar más como para saber como fue hecha. Pues recorriendo su mirada apenas un poco más abajo fue que alcanzo a ver la marca de una mordida. Sintió un ligero estremecimiento en su cuerpo. Aquello había hecho sonar sus alarmas. Y como padre eso era inaudito.

Recuerda bien que salió de la habitación y fue de inmediato con su esposa. La cual se sorprendió igual que él. Ambos discutieron aquello hasta que llego la mañana. Llegando con grandes ojeras a su conclusión. Yuma tenía novio... O novia. No. De seguro era novio. Pero, ¿Quien?

Días de observación le ayudaron a llegar al más probable y sospechoso. Ese ser que debía estar muerto de ser humano. Astral era quién ganaba en su lista. Su mujer estuvo de acuerdo con ello. Y entonces. Él comenzó a soñar.

No era que le espantara todo aquello. Para nada. Su esposa opinaba lo mismo. Sin embargo aun debían digerirlo. Poco a poco y con la cabeza fría. Aquella relación que su hijo sostenía bien podía llegar a tener muchos finales. La mayoría catastróficos. Eso les preocupo. Hasta que recordaron quien era Yuma. Su hijo. Su bello chico era un héroe. Uno grande. Pues no solo liberó a un mundo. Si no que pudo salvar a tres. El Mundo Astral, el Mundo Varian y el Planeta Tierra.

Sí. Aquel chico ya había vivido tanto y pasado por demasiadas experiencias como para saber en que se metía... Sobre todo con quien. Él entonces como un buen padre. Le dejo. Su mujer hizo lo mismo. Ambos confiando plenamente en su hijo. Su bello Yuma.

Tiempo más paso. Y fue entonces que algo extraño sucedió. Pues ahora su hijo despertaba a la mitad de la noche corriendo al baño. El refrigerador era asaltado por la madrugada. Y por las mañanas Yuma no salía de su habitación hasta que tarde era. Siempre yendo a la escuela con cinco minutos de retraso. Algo no andaba bien. Lo pudo sentir en su corazón. Más no era algo malo. No. Solo era. Algo nuevo. Exótico. Su mujer entonces en una noche le dijo sus sospechas. Argumentando con pruebas y hechos sus palabras.

Kazuma entonces no supo que decir. Lo negó por varios días, hasta que en un cierto momento recordó algo. Su hijo era alguien milagroso. Alguien que conseguía alcanzar metas y sueños solo con proponérselos. Y ese chico que avanzaba hacía delante con valentía, ahora podía hacer más que solo aquello.

Un embarazo sonaba a locos. Más si el hombre era quién portaba a la criatura. Sin embargo estaban hablando de su hijo. No de cualquier persona. Y con solo pensar aquello. Fue que después de mirarlo. Lo acepto. Con orgullo y admiración. No dejaba de lado que su hijo aun era un adolescente. No. De hecho le hubiese gustado que lo tuviese más adelante. Pero a veces los milagros pasan cuando uno menos lo espera. Así que apoyándolo en las sombras. Fue que sonrió ante aquello. Su esposa le seguía muy de cerca. Tejiendo en secreto muchos suéteres y pantalones de lana.

Ser abuelo. No sonaba nada mal a esas alturas. Aunque debía admitir que esperaba más eso de Akari, no de Yuma. Pero bueno, la vida va y viene con cosas impredecibles. Así que entonces se dispuso a esperar. Paciente a que su hijo le dijera la verdad.

El tiempo siguió su curso. Y cuando menos lo espero. Un día su muchacho llego acompañado de otro. Uno de cabello blanco y mirada dorada. Un porte elegante y fuerte. No le costo trabajo saber quien era a los cinco minutos después de verlo. Pues Yuma le tomaba de la mano discretamente detrás de su espalda. Eso le recordó a sus épocas de estudiante y noviazgo, pues él hacía lo mismo con Mira cuando la traía a casa con sus padres. Así que descubriendo todo lo que pasaba. Sonrió.

Y eso le traía a esta bella escena. Pues ahora la familia completa estaba sentada en aquella sala. Yuma y Astral estaban en el sillón de dos piezas tomándose de la mano, a la vez que trataban de alejarse de Akari. A quien tuvieron que amordazar un momento. Su bella esposa estaba a su lado, seguida de su madre. Ellos ocupando el sillón de tres piezas. Akari ocupando el de una pieza.

El ambiente a sus ojos era tranquilo. Ameno. Y eso era pauta para que su bella esposa hablara emocionada.

-¡Cuéntenme todo! ¡Quiero saber cada detalle al respecto! No se atrevan a dejarme con la duda. Vamos, Vamos. Que esperando no me hago más joven-Menciono a la pareja que solo atinaba a sonrojarse.

Yuma quería desaparecer ahí mismo. Mientras Astral, aclarando su garganta con una tos falsa, fue que tomo la palabra.

-Bu-Bueno... Debemos admitir que no tenemos mucho de saberlo. Ana, la Curandera Real, nos lo hizo saber apenas hace aproximadamente poco más de un mes...-Menciono de manera tímida. Viendo de reojo a su amado. El cual solo coloco sus manos en su cara. Avergonzado.

-¡No puede ser! ¡Es fantástico! ¡Kazuma escuchaste eso!-Exclamo Mira a su esposo. El cual sonreía al igual que ella.

-¡Sí! ¡Es una de las cosas más buenas que me han contado!-Acordó Kazuma a su mujer. Tomándola de la mano.

- Kufufu~ mi nieto va a tener a un niño antes de irme... Esto definitivamente es bueno. Muy bueno-Menciono Haru a aquel muchacho avergonzado. Quien ahora era abrazado por el peliblanco.

-¡¿Cómo si quiera es posible?! ¡¿Mamá cómo puedes estar de acuerdo con esto?! ¡Papá diles algo!-Grito Akari dejando su mordaza de lado.

-Por supuesto que lo hare-Anuncio la bella Dama. Parándose para ir en dirección a su hijo. El cual apenas y dejaba ver su rostro. Mira observo a Astral. Asintiéndole le hizo saber sus intenciones. Y ahora viendo al menor hablo-Cariño...-Llamó con suavidad- Cariño mírame...-Pido dulcemente.

Yuma no quería hacerlo. Temía ver la reacción de su madre. Más sintiendo aquellas suaves manos que alguna vez le consolaron, y le acunaron de niño. Fue que dejo su rostro ser visto. Mira sonrió al encontrándose con un sonrojado y lloroso Yuma. El cual la miraba con leve desconfianza.

-Oh Yuma... ¿Por que lloras amor?... Sí esta es la mejor noticia que nos han dado hasta ahora... No pasa anda cariño...-Menciono casi en susurro. Apartando al menor del peliblanco, el cual solo le observaba agradecido. Aunque con ligera alerta.

-Mamá... ¿Estas bien con esto?... Digo. ¿No te he decepcionado?...-Cuestiono con tristeza aquel bello chico. Su madre le sonrió y limpiando sus lágrimas con suavidad. Le respondió.

-¡Por supuesto que no Yuma! ¿De donde sacas esas ideas cariño? Al contrario. Soy consiente de que aun eres joven. Apenas vas cruzando tu adolescencia. Pero eso no lo hace menos cautivador. Estoy orgullosa de ti cariño...-Menciono tomando con gentileza las manos de su hijo, mirándole con calidez- El tener una vida creciendo y cuidándola dentro de ti. Eso es lo más bello que experimentaras... Será difícil, tengo que admitirlo. Pero... No estas solo cariño. Mamá esta aquí... Tu padre y tu abuela también estarán para ti para cuando lo necesites...

Yuma dejo salir un par de lágrimas más. Para después sonreír con brillantes. Un peso y un miedo habían abandonado sus hombros y corazón. Y abrazando a aquella Dama. Supo entonces que lo más difícil para él había pasado.

-¡Mamá! ¿Cómo puedes estar de acuerdo con esto? Yuma... Yuma... No debería ser posible... Digo, ¿Es en serio?

-Akari-Menciono su padre a manera de advertencia- Será mejor que no pases de esa línea jovencita...-Akari le miro escéptica. Más sabiendo que de alguna manera era algo demasiado importante. Solo se limitó a buscar respuestas.

-...Comprendo... Pero... Por favor alguien explíqueme ¿Qué esta pasando?-Cuestiono mirando al peliblanco de mala manera. Astral supo que aquella pregunta iba dirigida a él.

-...Supongo no tengo opción... Esta bien...-Menciono parándose de aquel sillón acercándose a una inmovilizada Akari- ¿Por donde sería bueno comenzar?

-¿Qué tal por el principio alienígena?-Cuestiono con rudeza. El peliblanco solo rio con ligero orgullo.

-Bien. En ese caso... Veamos... Hace poco más de un mes Yuma estaba en mi mundo ayudándome con cierto asunto que debía ser atendido con urgencia. Mi pueblo exigía respuestas prontas para un par de proyectos que beneficiarían a millones de vidas Astralianas... Yuma era la imagen publica de aquellos proyectos. Ya que para iniciar fue idea de él-Informo, combinando la verdad con una mentira. Pues no iba a decir que él fue el responsable de hacer desaparecer a Yuma por más de dos semanas solo por que quiso... Y por que su bebé lo requería.

Akari le miro, tratando de descubrir algo malicioso, falso en sus palabras. Más se decepciono cuando no encontró nada. Astral vio esto como pauta para continuar.

-Entonces Yuma se sintió mal antes de dar a conocer los resultados de aquel proyecto... Fue entonces que lo lleve ante Ana. La cual, amablemente nos ayudo... Ella le reviso de pies a cabeza buscado el porqué, hasta que lo encontró...-Su sonrisa se ensancho más de la cuenta, y sus ojos mostraron felicidad ante lo que estaba a punto de decir. Akari le observo. Casi incrédula-Yuma... De alguna manera, logro hacerme el hombre más feliz del mundo. Pues Ana en ese momento nos dijo lo que escuchas ahora... Oportunamente logro lo imposible... Yuma esta en cinta... Espera a mi hijo... Mi primogénito o primogénita... ¿No es eso lo más bello que te han dicho? Serás tía muy pronto Akari-san...

Akari entonces le miro. Estupefacta. Su mente no daba para más. Y sintiendo su mundo volverse oscuro, fue que se dejo caer en aquel sillón. Ante la burlesca y satisfecha mirada del peliblanco. El cual solo rio con suavidad. Disfrutando aquel escenario.

Kazuma noto el desvanecimiento de su hija. Más al ver al peliblanco quitándole aquellas cuerdas y tomándola en brazos para llevarla a su habitación fue que sonrió con alegría y confianza.

-Que bueno que ya se llevan bien...-Menciono alegre. Mientras su madre asentía. Feliz de ver a Yuma sonriendo una vez más.

El menor entonces se volvió el centro de atención. Su madre no paraba de hacerle preguntas, mientras su padre solo soltaba uno que otro comentario. Haru apoyaba con sus recuerdos del embarazo de Mira.

-¿Entonces cuanto tiempo tienes cariño?-Cuestiono aquella Bella Dama.

-Bueno... No lo sé con exactitud. La última vez que revisamos eran ya 14 semanas... Aunque debo admitir que ya deben ser más...-Menciono el menor sonrojado. Feliz de por fin poder expresar aquello que tanto anhelaba. La existencia y crecimiento de su hijo.

-Ya debe ser muy fuerte-Soltó su abuela. Sonriéndole con alegría.

-Por supuesto-Respondió casi de inmediato el embarazado-Astral y yo lo cuidamos mucho... Consumo lo que necesito. Frutas, verduras, omega tres, carne, proteínas, minerales... Bebo al menos un litro de agua diario. Y hago ligeros ejercicios para que ayuden al bebé a desarrollarse bien... Además de recibir energía casi a diario por parte de su padre...

Los presentes le miraron con cariño y orgullo. Ese era un buen padre preocupado por su hijo. Aunque, suponían dadas las circunstancias. Debían llamarlo... "Mamá"

Mira entonces volvió a abrazar a su hijo. Y tomándolo en brazos fue que se lo llevo con rapidez a su habitación. Donde tenía los conjuntos de ropa hecha para su nieto o nieta. Yuma solo sonrió ante este hecho. Agradeciendo profundamente el que todo saliera bien (Aunque aun faltaba Akari). Más alejando un poco su mente de su hermana fue que se enfoco en el discurso que su madre le dedicaba.

-Mira este es de un color rojo rubí como tus ojos. Puede ser perfecto para cuando sea primavera-Mostro aquel trajecito, a la vez que tomaba otro- Y este de aquí es de un bello azul marino. Apuesto a que se vera bien con el puesto. Es abrigado y recubre muy bien las zonas difíciles de tapar. Oh, Oh. Mira este cariño-Ahora mostraba otro traje color verde agua-Este le quedara en verano. De seguro que lo adora... Oh, Oh no nos olvidemos de este de acá...

Yuma seguía sentado en aquella cama mientras su madre le pasaba aquellos trajecitos. Los cuales él doblaba y acomodaba. Asintiendo a la Bella Dama que con ojos brillantes mostraba sus obras de arte. Kazuma y Haru les observaban en el marco de la puerta. Felices por ver aquella escena. Olvidándose momentáneamente del peliblanco. El cual hacía de las suyas en el cuarto de Akari.

Astral con sutileza había dejado un dulce recordatorio en las notas de Akari. Mientras terminaba de utilizar aquel plumón de aceite en la cara de su cuñada. Y sonriendo por ver su venganza cumplida, fue que salió del lugar con una sonrisa digna de Dark Mist. Y dirigiéndose a la sala, fue que se detuvo al escuchar a su suegra hablar animadamente de algo que el ignoraba. Cambiando su semblante a uno inocente entonces redirigió sus pasos. Encontrándose a la familia reunida en el cuarto del matrimonio.

Kazuma le saludó. Y dándole palmadas en su espalda, le hizo saber que feliz estaba por aquella noticia. Mientras Haru apoyaba todo ello con una sonrisa. Astral entonces sonrió. Agradecido, mientras veía a su amado ser envuelto por su madre una vez más. Mientras seguía hablándole de la pequeña ropita que estaba en la cama.

La vida era buena. Muy buena si la hacías así.

-.-.-.-

Akari despertó cuando un rayo de luz le dio en la cara. Movió su mano tratando de quitar ese molesto rayo. Más una vez abrió sus ojos. Fue que despertó de golpe. Sentándose en su cama. Comenzó a tentarla. ¿Acaso fue todo un sueño? No. Definitivamente no. Pues aún tenía sus ropas puestas.

De pronto un Deja Vu le vino a su psique. Eso ya le había pasado. Y entonces con velocidad salió de su habitación. En dirección a la cocina. Buscando aquel responsable de su inconsciencia.

Al llegar pudo ver a su madre feliz, cocinando algo que ella ignoraba. Mientras su padre leía el periódico. Soltando un comentario satírico o sarcástico. Mientras su abuela tejía con empeño una manta de color azul cielo. Con pequeñas estrellas de color dorado. Su mirada entonces paso a la pareja, la cual sonreía a un nuevo mañana.

-¿Por qué...?-No pudo evitar preguntar que estaba pasando. Aún estaba confundida.

-Oh. Hola cariño-Saludo Mira mientras se limpiaba sus manos con un trapo cerca de ella- Veo que dormiste bien... Me alegra mucho, pero ayer te perdiste de la demostración de mis trajes de lana...-Menciono acercándose a ella.

-...-Akari le miro dudosa y preguntando fue que le hizo saber sus duda- ¿Trajes de lana? ¿Qué paso ayer?

-¿No lo recuerdas cariño?-Cuestiono ahora su padre, quien le miraba de manera alegre- ¡Yuma esta en cinta! Serás tía muy pronto...

Y de nuevo. Otra bomba le caía. Miro entonces a la pareja. La cual al verle solo atinaron a aguantar su risa. Akari veía incrédula aquello. Más encontrando la fuerza para mantenerse de pie. Fue que se acerco a su hermanito.

-Yuma...-Llamo con ligera exigencia-...¿Es eso cierto?-Cuestiono con urgencia. Si debía creerle a alguien. Le creería a su lindo hermano. El mencionado solo le miro. Y sonriéndole fue que extendió su mano.

Akari le miro. Después miro al peliblanco el cual le miraba feliz. Y regresando su vista al menor, fue que tomo con desconfianza aquella mano extendida.

Yuma entonces le jalo con suavidad. Y acercándola aquella zona. Fue que poso la mano de su hermana en su vientre. Akari dio un ligero salto ante la sorpresa. Pero maravillándose por un momento, fue que exploro aquella zona que Yuma le dejaba tocar. Tentó hasta que sus dudas fueron disipadas. Y comprobando que lo que Yuma mencionaba era cierto. Fue entonces que se dio la oportunidad de sonreír.

Era duro. Muy duro aceptar que su bello hermano tenía que irse. Pero justo ahora llegaba una maravillosa noticia. Una que le extrañaba. Pero que ahora podía abrazar con más facilidad que la noche anterior.

-...Ya veo...-Miro la menor, separándose- ...Yuma... Se que no soy la mejor para expresarme ni para tomar tan abiertamente todo esto... Pero... Felicidades. Estoy... Feliz de que seas feliz. Y más que... Bueno. Pronto me des a un sobrino... Por más loco que suene... Joder debo procesarlo todavía...-Menciono colocando una de sus manos en su cara. Para alivio del menor pues se le escapo una carcajada.

La familia entonces rio bajo ante lo que veían. Pues Akari tenía varios símbolos grabados en su rostro. Y apenas conteniéndose fue que voltearon a otro lado. Mientras Mira daba aviso a su hija.

-Akari... Ve a lavarte la cara cariño... Acabas de despertar...- Akari le miro entonces extrañada. Más asintiendo fue que salió de la cocina, dirigiéndose al baño.

La familia no espero mucho hasta que pudo escuchar a la chica gritar alterada.

-¡¿Quién?! ¡¿Por qué?! ¡Yuma, Astral! ¡Van a pagarme esto!

La pareja se miro en complicidad, más sonriéndose mutuamente. Solo decidieron dejar aquel asunto de lado. Justo ahora tenían algo importante que hacer. Y eso era mimar a su bebé no nato.

Mira entonces acercándose a su marido, fue que deposito un suave beso en la mejilla del mismo. De esta manera haciéndole saber lo feliz y emocionada que se sentía. Kazuma correspondió con un beso rápido a los labios de su esposa. Mientras Haru solo atinaba a apurar aquella cobijita a su bisnieto o bisnieta. Era realmente emocionante tener pronto a un Tsukumo más en la familia.

La vida es bella. Disfruta de esos momentos...