Créditos y personajes le pertenecen a Misuki e Igarachi

CON TODA EL ALMA

CAPÍTULO 40

NUNCA ES TARDE

No todo lo que se quiere o desea sale como se planea y 4 meses después de haber atentado contra su vida Sarah Leegan fue consiente de ello y cuando despertó se sintió prisionera de esa cama donde la tenían amarrada, en ese momento supo que era inminente que había una deuda que pagar.

4 meses antes

La enfermera Freud corría por los pasillos del hospital hasta que encontró al doctor de guardia.

Dr – tomó un poco de aire tratando de controlar su respiración – por favor… la Sra. Leegan – y ambos corrieron de regreso a la fría habitación.

Enfermera… traiga material de sutura y vendajes – ambos trabajaron lo más rápido que pudieron para salvarle la vida y Anne no se despegó de ella hasta que vió como habría sus ojos, cada poco cambiaba los vendajes tratando de evitar que se le infectara, solo salía para asearse o tomar un pequeño refrigerio, le permitieron cuidar de ella a falta de disposición de otras enfermeras… no entendía sus proceder pero tampoco se le podía obligar a nadie cuidar de ella, en el poco tiempo que llevaba atendiéndola dos cicatrices daban cuenta de su carácter pero aún así no dio un paso atrás, cada semana llegaba un guardia de la policía a verificar su estado de salud y conforme pasaba el tiempo se daba cuenta del deterioro que presentaba toda ella.

Enfermera Freud ¿podría decirme como se encuentra la Sra. Leegan?

Esa información se la podrá dar el médico que la atiende… pero estamos tratando en lo posible por mantenerla saludable.

Bien… es probable que se le traslade.

¿Cómo?

La Sra Leegan está acusada por intento de asesinato… ¿no cree usted que lo justo es que pague por el delito que cometió?

¿y no cree usted que ya es suficiente con que la señora halla perdido la pierna? – le contestó muy molesta

No Srita… no cuando en su haber hay otros delitos… pero eso es algo que no tengo que discutir con usted.

Sr. Montgomery… ella necesita cuidados – tratando de apaciguar la situación y su molestia.

Entregaré mi reporte y mi superior será quien tome la decisión correspondiente.

Posterior a esa visita Sarah Leegan fue trasladada a un centro de enfermos mentales… por consejo de los médicos que la atendían ella estaba perdiendo el juicio, pocas veces era consiente de su situación y en los momentos de lucidez preguntaba por sus hijos, ellos fueron avisados pero sobre todo Neal se negó rotundamente siquiera a visitarla… cuando Eliza recibió la carta de su madre no pudo evitar sentirse asustada y cuando James la encontró en la biblioteca encerrada, la vió sentada en el piso abrazada a sus piernas y temblado.

¿Elizabeth? – no obtuvo respuesta y se acercó a ella – Elizabeth… mi amor ¿Qué pasa? – y ella se lanzó a sus brazos aferrándose a él haciendo que con su peso el cayera sentado – cálmate mi amor… dime que pasa – y quedó así hasta que logró que su llanto fueran solo sollozos.

Mamá… está detenida – y su llanto volvió más fuerte, él la tomó de su rostro y con los pulgares limpiaba los rastros de sus lágrimas – ella quiere que vaya – mostrándole la carta.

¿quieres ir? – Eliza se levantó alejándose de James.

No sé… esto me está sobrepasando pero si decido no hacerlo no quiero arrepentirme de haber tomado esa decisión – James se acercó a ella tomándola de la mano.

Cualquiera que sea tu decisión yo estaré a tu lado – ambos caminaron hacia la ventana y mirando el infinito la acercó a su cuerpo fundiéndose en un abrazo el cual fue interrumpido por unos golpes en la puerta.

Adelante – la puerta de la biblioteca se abrió… era Bertha.

Hijo… el sr. Johnson te busca.

Hazlo pasar por favor – Eliza se separó de él dispuesta a retirarse – no Elizabeth no te vayas – y ambos esperaron y la figura espigada de George se presentó ante ellos.

James buenos días… Srita Eliza – su saludo fue impersonal –que bueno que la encuentro… precisamente venía a buscarla.

Mes y medio después se encontraba en el hospital donde tenían recluida a su madre… aunque era un lugar limpio se notaba la pesadez y un abandono en el ambiente, sus manos frías se sumaban a la típica temperatura de Escocia, se las frotaba tratando de darse un poco de calor pero aún así no lo conseguía, miraba de un lado para otro tratando de seguirle el paso al médico que la guiaba.

Por aquí señorita – dándole el paso, entró a una sala amplia e iluminada con una sola cama y al fondo de la misma la vió sentada viendo a través de la ventana… su mirada estaba fija a un solo punto… ya no era la mujer que por 20 años la llamó madre, su espalda encorvada le daba un aire de derrota… de fracaso – antes de que usted entre debo decirle que habrá personal en caso de que la señora Leegan pierda los estribos – Eliza se sentía ensordecida – Srita. Leegan – ella dio un pequeño brinco al escuchar la voz.

Que… ¿Qué le pasó? ¿Por qué está así?

Como ya le expliqué a su llegada su madre fue trasladada a éste recinto… ella ha perdido todo juicio de la realidad y por el bien de su persona se le mantiene vigilada las 24 horas del día… ella pregunta por sus hijos en algunos momentos de lucidez ¿quiere acercarse a ella? – Eliza solo asintió cuando llegaron hasta donde Sarah se encontraba el rostro de su madre se volteó para verla, inclinó su cabeza a un lado mirándola fijamente… pero no la reconoció… los ojos de Eliza se humedecieron a causa de las lágrimas que derramaba, se acercó a ella en silencio y se hincó poniendo su cabeza en el regazo de su madre, enmudecida en todos sus sentidos y sin ningún tipo de emoción en su marchito rostro las manos de Sarah acariciaron el suave cabello de su hija… bajó la vista y la observó por un rato, un poco más tranquila levantó su rostro sintiendo las manos de su madre que acunaban sus mejillas y por un momento… solo por un momento vió como una fracción de calidez se disolvía por una mirada de furia… las manos de Sarah se enredaron violentamente entre sus cabellos jalándolos con fuerza.

¡Mamá! – trataba de soltarse pero no lo lograba - ¡suéltame me estás lastimando! – pero Sarah más jalaba con fuerza, un par de enfermeras trataban de separarla de su madre sin lograrlo mientras el médico de guardia entraba en ese momento para aplicarle un calmante… cuando Eliza sintió que sus cabellos se liberaban de su agarre la abrazó con fuerza haciendo que Sarah cayera desmadejada sobre ella.

Retírese Srita…

No… por favor… déjenme tenerla un momento entre mis brazos – las enfermeras la ayudaron a que quedara en su regazo y así abrazada como la tenía la acunaba entre sus brazos sintiendo el calor que por mucho tiempo deseó tener en un abrazo… no supo cuanto tiempo pasó pero sintió el frío al ya no sentirla cerca de ella y al levantar su rostro vió a James parado en el umbral de la puerta, trató de levantarse cuando él llegó a ella solícito para ser su apoyo – James… ella – y su voz se perdió en su llanto, se quedó junto a ella consolándola, acompañándola y asegurándose de que nada le pasara.

Tenemos que salir de aquí – le dijo James.

No… no quiero dejarla… ella está muy mal – y sus ojos volvieron a aguarse – quisiera poder sacarla de aquí… ella – aferrándose a la barandilla de la camilla viendo como las enfermeras la acomodaban y ataban sus manos a los costados – James – volteándolo a ver - ¿crees que sea posible? – él negó con la cabeza y ella solo asintió resignada abrazándola por los hombros llevándola afuera de esa habitación – gracias… gracias por estar conmigo.

Fuera del hospital y calentando su angustia con una taza de té estaban George, James y Eliza.

Por favor George… se que lo que hice estuvo muy mal pero solo quiero suplicar su perdón… yo… yo no quiero – y comenzó a llorar de nueva cuenta.

Cálmese Srita Eliza… hablaré con el Sr. William… pero no le aseguro que quieran recibirla – ella alargó su brazo sobre la mesa para tomar la mano del inglés.

Por favor – el hombre la observaba detenidamente buscando en su rostro algún ápice de engaño y en lo único que pudo darse cuenta es que esa joven estaba desesperada por expiar sus culpas… por liberarse de esa carga que llevaba a cuestas en su conciencia, le regresó el gesto poniendo su mano sobre la de ella.

Haré lo posible… por el momento les he encontrado alojo en un hostal que está cercano al castillo Andley… es lo único que puedo ofrecerle… en caso de que los señores Andley decidan recibirla les haré llegar un mensaje.

UNA SEMANA DESPUÉS EN EL CASTILLO ANDLEY

¡por Dios Candy! Se más sensata y piensa bien las cosas – dándole la espalda.

Albert… precisamente porque lo he pensado bien es que quiero hacerlo… ya no quiero seguir viviendo resentida con los que alguna vez me hicieron daño ¿Por qué tiene que ser diferente con Eliza? ¿acaso no merece tener la oportunidad de redimirse así como lo hizo Neal?

Mi amor… solo estoy tratando de protegerte… ¡intentó matarte! – mirándola de reojo.

Albert… ella ha vivido solo para complacer a su madre y por lo que nos comentó George Eliza ya no es la misma.

¿y que con eso? Ahora que ella sabe de la condición de Sarah ¿crees tú que ella no querrá hacerte daño por lo que su madre está pasando? – volteó a verla y el rostro de Candy estaba más que entristecido, él fue hacia ella queriendo abrazarla, no soportaba verla llorar pero Candy se dio la vuelta para ir a sus aposentos corriendo – ¡Candy! – y fue tras de ella para cerciorarse que no le pasara nada malo y cuando llegó a la puerta ella se la cerró en su cara – amor… abre la puerta – Le dijo con paciencia y la única respuesta que obtuvo fue el silencio.

Dentro de la recámara Candy lidiaba con su propia batalla entre perdonar o seguir con el consejo de su esposo y no entendía como Albert podía ser tan irracional, caminaba de un extremo a otro, sentía que sus decisiones no eran tomadas en cuenta y por un momento pensó plantarse ante su esposo y hacerle saber que ella no era niña y mucho menos un articulo de decoración solo para lucirlo pero por otro lado recordó todo los que pasaron en los dos últimos años ¿pero que podía perdonarle? Y pensó que él solo estaba cuidándola… protegiéndola, un escalofrío la hizo estremecerse al recordar a Sarah golpeándola… sus brazos vacíos… su bebé – ¡Anthony! – y corrió hacia la puerta encontrándolo a él parado apoyando su espalda sobre la pared, sus hermosos ojos verdes aún se ahogaban en lágrimas y se refugió en el único lugar en donde siempre su corazón y alma encontraría paz y el lugar perfecto para resguardarse en todo su amor y ese lugar eran sus brazos – Albert – apenas lo dijo en un susurro.

Tranquila mi amor… no llores – y la cargó entre sus brazos llevándola de nuevo a la recámara y sentándose junto con ella en uno de los asientos que habían frente a la chimenea – Candy… amor – acariciaba la redondez de su pequeño vientre – mi amor… no era mi intención hacerte llorar… pero

Lo sé Albert – lo interrumpió ella – ti… tienes razón – le decía con gran sentimiento.

Amor… no se trata de tener la razón o no – le decía con paciencia – amo tu forma de ser Candy… tu bondad… tu inocencia… pero mi vida las cosas y las personas no siempre son como uno piensa – ella solo asentía – ¿quieres hablar con ella?

Si.

Lo haremos juntos

Pero Albert…

Seremos los dos… sea lo que sea que quiera Eliza no te dejaré… no después de todo lo que hemos pasado ¿de acuerdo? – y ella solo se abrazó más fuerte al cuerpo de su esposo.

Gracias…

No lo hago para darte gusto mi amor – y ella se removió encima de sus piernas – mírame Candy – y sus ojazos verdes buscaron el cielo de sus ojos – lo hago porque entiendo las razones por las que quieres hacerlo… no las comparto pero te entiendo… ¿te parece si mañana la citamos? – ella asintió – bien…

Albert…

Dime amor…

No… no quiero que te enojes conmigo ¿y si de verdad está arrepentida? – Albert iba a hablar pero ella colocó los dedos sobre sus labios – Eliza es una persona a la que fácilmente se le pueden leer sus intenciones… aunque ella me hizo daño en el pasado… ambos sabemos que finalmente fue Sarah quien ejecutó, planeó y pagó por todo lo que tuvimos que pasar.

Le daremos el beneficio de la duda… pero y aún sabiendo que ella es tan responsable como su madre no permitiré que te contamines de su presencia y solo quiero que me prometas una cosa.

Lo que quieras.

Dejaremos todo atrás… aún y aunque Eliza demuestre arrepentimiento es mi deber mantener distancia – Candy quería protestar – lo haremos por el bien de nuestra familia ¿de acuerdo? – ella asintió

Albert…

¿Qué pasa amor? –Sintiéndola un poco fría.

De repente me siento cansada.

Amor – besándole la frente – eso pasa porque subiste corriendo las escaleras… mi amor… no puedes seguir teniendo esos arrebatos – la cargó y la recostó sobre la cama - descansa y luego subiré tu comida ¿de acuerdo?

Si – arropándola con una frazada

Descansa mi amor… vuelvo en seguida – besando sus labios.

Se despertó muy temprano sintiéndose nerviosa y Albert la abrazó por la cintura.

Tranquila amor – besándole el cuello – si quieres podemos negamos a recibirla – ella se volteó quedando frente a él y negó con la cabeza.

No… terminemos con eso de una vez… no quiero pasar más tiempo temiendo por la reacción que pueda tener… después de todo ella terminó siendo una marioneta más de su madre… no la justifico… pero vivir tanto tiempo bajo la influencia de Sarah… a cualquiera corrompe.

Candy…

¿recuerdas que tía Elroy en algún tiempo cayó en el juego de ellas?

amor…

Eso ha quedado atrás… ahora sé que tía Elroy me ama como yo la amo… y aunque le cuesta un poco – sonrió al recordar una de sus travesuras – ella es la madre que el destino puso en mi camino – Candy se sentó sobre las caderas de él subiéndose el camisón, Albert acariciaba con ternura su vientre tomando con sus labios sus pechos llenos, todo en ella era perfecto

Te amo – besándole los labios y regalándose una vez más el sentirse llena y atada a él, para Albert era como tener su propio paraíso del cual no quería dejar de vivir jamás hasta que el astro sol iluminó sus cuerpos temblorosos a causa del frenesí de su pasión refrendando la promesa de estar juntos en las buenas y las malas.

EN LA BIBLIOTECA

En un momento les traen el servicio de té – decía Margareth mientras colocaba una charola con aperitivos – Candy… dame al niño lo llevaré a su recámara.

Nana…

Se lo que vas a decir Albert – volteando a verlo – no puedes cambiar las cosas de la noche a la mañana… no trates de mitigar el deseo que tengo de querer cuidar de tus hijos – el fue hacia ella y suspiró acariciando su cabello entrecano.

Jamás… jamás te negaría ese derecho – besándole la frente para después verla como cargaba al niño con ternura y se retiraba – ¿lista amor?

Si – tomándolo de las manos… no tardaron mucho esperándolos pues 20 minutos después Eliza estaba parada frente a ellos…

Tío – carraspeó sintiendo que su garganta se cerraba – buenos días tío William.

Siéntate por favor – sin contestar al saludo

Tío William…

¿a que haz venido? – la expresión que tenía en el rostro era de un enojo apenas contenido por la presencia de Candy, aunque quisiera ser compasivo simplemente no podía… Candy era su vida y saberla en peligro en manos de los Leegan no cabía siquiera ningún tipo de consideración.

Yo… yo… vine a pedirle…

¿pedirme? – volteando a ver a Candy.

A ambos… Candy – caminó hacia ella cuando Albert le cerró el paso para evitar que se acercara más.

Quédate donde estás y no te acerques a mi familia.

Tío William… Candy… perdónenme… perdóname Candy… perdóname por todo el daño que causé en ti.

¿crees que venir a pedir disculpas arreglará todo lo que hiciste?

Tío William – trataba de controlar el nudo que sentía en la garganta – yo… estoy arrepentida por todo… por favor – y sin que ellos pudieran evitarlo Eliza se puso de rodillas haciendo que un recuerdo se colara en la memoria de Candy… se vió así misma pidiendo perdón por algo que no había hecho y como una ráfaga recordó que fueron precisamente esas acciones que la llevaron a estar entre los Andley… y desde ese día su vida cambió y de alguna manera se sintió parte de ellos… de los Andley… de su príncipe de la colina.

Eliza – apartó a Albert y él un poco contrariado observó como su esposa no solo avanzaba hacia la pelirroja sino que se hincó quedando frente a ella y la tomó de las manos – yo… yo no te guardo rencor… no quiero hacerlo… más sin embargo y dada las circunstancias mi confianza no la tienes… pero eso no quiere decir que no podamos tratarnos con respeto… desearía que nada de lo que pasó hubiera sucedido pero también estoy segura que no todo está perdido… te perdono porque quiero y necesito mantener lo que hasta ahora tengo… ser feliz y estar con mi familia… y de verdad deseo que también tu encuentres esa paz que te permita sentirte plena – con la cabeza agachada Eliza asentía sin poder evitar que las lágrimas se liberaran de esa angustia que la tenían presa en su conciencia, levantó su rostro buscando el de Albert.

Mi familia es lo más importante que tengo Eliza… y por tu bien espero que en lo sucesivo evites siquiera pensar en hacerles daño… porque una más y te aseguro que la piedad que mi esposa ha mostrado hacia ti será un recuerdo constante en tu memoria para que te arrepientas cada día de tu vida por las decisiones que en un futuro llegaras a tomar… con respecto a mi tomo como un hecho la palabra de mi esposa su tranquilidad y felicidad son mi prioridad ¿quedó claro? – Eliza asintió…

Gracias tío William… gracias Candy – y ambas mujeres se levantaron con ayuda de Albert – tío William… con respecto a mi madre…

Tus padres están donde deberían de estar y sobre ellos así Candy me pidiera reconsiderar su situación no cederé un ápice.

¿Entiendo? – una hora después salió del castillo sintiéndose diferente… más ligera y extrañamente feliz de haber hecho lo correcto… después de todo y pese a ese pasado la vida le estaba dando la oportunidad de tener un futuro y se vió así misma en sus pensamiento junto a James.

ANNIE Y ARCHIE

La felicidad que en ese momento sentían era la suma de todo lo que esperaron por años para que se volviera una realidad, Annie lloraba emocionada y feliz al ver como Archie delante de sus padres se comprometía a convertirla en su esposa.

Señor y señora Britter… les pido disculpas por la manera en la que he procedido – Klara se levantó escandalizada pues esperaba que ese evento fuera como alguna vez lo soñó.

¿estas consiente que no es la manera en la que estás procediendo verdad? Mi hija…

Klara… por favor – levantándose y poniéndose junto a ella tomándola del codo – siéntate por favor y deja que Archivald termine por de decir a lo que ha venido.

¿pero no te das cuenta?

Sra. Britter – poniéndose de pie y tomando de la mano a Annie – yo amo a su hija y por ese amor que siento por ella es que he venido para que ustedes antes que nadie tengan a cuenta que no hay un interés social o económico en lo que a mis sentimientos respecta… la amo de verdad y quiero que ante Dios y la ley de los hombres sea mi esposa… mi madre personalmente se ha encargado para que en un mes exactamente se celebre la fiesta de compromiso y que a través de ésta se cumplan con todas y cada una de las peticiones que ustedes tengan – la cara de la Sra. Britter se relajó.

Y supongo que al planearlo sin consultarlo tienes fecha para el enlace ¿no es así? – Archie sonrió.

La boda será como usted, Annie y mi madre lo dispongan – Annie al escucharlo sentía que su corazón no podría aguantar más el cúmulo de emociones que su corazón albergaba.

Mamá – le suplicaba con los ojos – yo lo amo

¿Cuándo crees que pueda platicar con tu madre?

Ella estará dispuesta el tiempo que usted disponga – Klara caminó hacia su hija acunando sus mejillas entre sus manos.

¡Dios mío Annie! Mi niña – y la emoción le ganó abrazándola con ternura su esposo se acercó hacia ellas pidiendo al servicio les proporcionaran copas y champagne y brindaron ante la inminente celebración que se acercaba.

Tomada del brazo de su esposo caminaba durante la procesión hacia el altar, su hermoso vestido de seda caía y se ondeaba mientras caminaba, su prominente vientre de 6 meses la hacía parecer como la más bella de las apariciones, sonreía y viéndose de cuando en cuando Albert y Candy una vez más serían testigos de una de las uniones más esperadas, cada uno de los miembros de la familia Andley se hizo presente que a diferencia de la boda del patriarca ésta era ostentosa, lujosa y elegante como lo eran Annie y Archie, los ojos de Elroy Andley estaban nublados por las lágrimas y alzando la vista buscaba la imagen de quienes ya no estaban, oraba en su corazón porque la felicidad fuera una constante en su familia y acompañada por George la acompañó a su lugar para que tomara asiento, unos pasos atrás caminaban Patty y Tom.

Momentos después la marcha nupcial avisaba que la novia ya se encontraba caminando del brazo de su padre hacia el hombre que por tantos años aguardó la ilusión de que la convirtiera en su esposa, el rostro de Archie era de la más absoluta felicidad y cuando llegó a él tomó su mano depositando un beso en ella… durante la ceremonia el sacerdote enalteció el valor de la fidelidad y la perseverancia, hizo referencia al poder del amor a través del tiempo a la incorruptibilidad de ser de ahora en adelante una sola carne con el único propósito de legar una herencia de amor – porque no todas las parejas a las que he casado lo hacen con ese propósito… y éste una vez más me place celebrarlo con bienaventuranza… Señoras y señores ante ustedes y la presencia de Dios les presento al Sr y la Sra. Cornwell.

Hola chicas… una vez más les presento un nuevo capítulo… espero sea del agrado de cada una de ustedes GRACIAS por sus mensajes y si Dios lo permite nos vemos hasta la próxima.

saryfan

sayuri1707

Hellen Alvarado

Guets1

Matty78

Carol Aragón

elbroche

Mía8111

Ana Martínez

Guets2

Krilu…. MIL GRACIAS