Todos los créditos a sus autoras Misuki e Igarashi.

CON TODA EL ALMA.

CAPÍTULO 42.

DOS EN UNO

Pero Patty… Francia está en guerra… no es prudente que viajes

estando la situación tan crítica.

Soy la menos entusiasmada para ir… pero no hay quien vaya con mi abuela Martha… y si no lo hago ella se irá sola pues papá y mamá tampoco están dispuestos a ir, y ya sabes como es – alzando sus hombros – cuando decide algo no hay poder humano que la detenga…

¿y cuando salen? – le preguntó Candy con preocupación.

La próxima semana – tomó a Candy de las manos tratando de darle una seguridad que ni ella sentía – todo estará bien Candy… la verdad no me siento asustada.

Al menos permíteme hablar con Albert… alguien tiene que acompañarlas… no es seguro viajar.

No es necesario Candy… papá ha dispuesto personal para que nos acompañe…

¿segura?

Por supuesto que si tonta… además solo serán unos días… no es como que me voy a quedar a vivir allá – le dijo sonriendo.

Prométeme que te cuidarás y regresarás.

Lo único que puedo asegurarte es que estaremos bien… y realmente estaremos más tiempo en altamar que en el país… extraño un poco estar allá… ya sabes siento que necesito cerrar con todo – posando su mano en el pecho.

Te entiendo Patty… es solo que no quiero – se pasó las manos alisando sus cabellos - ¡por Dios! De repente me he vuelto tan obsesiva con la seguridad… el médico que me atendía en Escocia me decía que debía de tranquilizarme si no quería que me volviera paranoica – Patty comenzó a reír – es un término que utilizan los médicos cuando tienes esa sensación de que te estén persiguiendo… supongo que haber vivido todo aquello me pone en estado de alerta – la tomó de las manos – perdóname Patty estoy segura que tus padres no dejarán que les pase nada – y se dieron un abrazo prolongado.

CINCO SEMANAS DESPUÉS

LAKEWOOD.

Amor… ¿podríamos ir hoy al hogar de Pony?... la hermana María y la señorita Pony están ansiosas por que lleve a Anthony – él la miró con un gesto de ternura.

¿solo ellas están ansiosas?

Bueno… no – jugando con los listones de su vestido – yo también quiero estar con ellas… no he ido al hogar de Pony desde hace mucho tiempo.

Amor… puedo mandar por ellas si quieres…

No es eso Albert… quiero ir al hogar – él rodó sobre la cama y puso su cabeza en el regazo de ella.

Con tal de ver esa sonrisa – le rozó los labios con sus dedos – te llevaré las veces que tu quieras.

Gracias – se agachó hasta donde su vientre le permitía para besarlo – Albert… no te alcanzo – él comenzó a reír y se sentó atrayendo a su cuerpo el de Candy.

¿Cómo se ha portado nuestro bebé?

Muy bien… aunque hay días en los que siento que se pelea con mis tripas – él se sentó y abrió las piernas para que Candy estuviera entre las de él y le levantó el vestido descubriendo su vientre.

Oye amor…

¿Mmmm?

Tu vientre está mucho más hinchado – le dijo acariciándoselo.

¿verdad que si? – posando sus pequeñas manos sobre las de él – es lo mismo que le dije a Margareth… con Anthony fue… fue un milagro que Anthony viviera apenas acababa de cumplir 7 meses… soy tan afortunada de tenerlo… de tenerte – apretando más las manos de su esposo – ¿sabes?

¿Qué amor?

Siento que va a ser niña – con la ilusión dibujada en su cara.

Mmmm no creo…

¿Por qué crees que no? – volteándolo a ver –Tú pasaste las nauseas con Anthony y con éste bebé a mi me tocó pasar todos los malestares – Albert sonreía al escuchar las conclusiones de Candy.

Todo lo que deseo es que venga con salud y que tú estés bien.

Albert… quisiera que estuvieras conmigo… necesito de ti,,,

Estaremos juntos mi amor – ella asintió y él entrelazó sus dedos aferrándose a los de ella besando suavemente su cuello – Candy… Anthony es un niño sano… y nosotros somos felices de tenerlo… todo aquello ya pasó – ella asintió y volteó a verlo – ¿deseas dar un paseo conmigo?

Mi amor… eso no se pregunta ¡claro que deseo estar contigo!

Entonces… – se levantó ayudándola a que se pusiera sobre sus pies – vamos – besándola en los labios – porque mañana nos espera un largo viaje a Pony – ella abrió más grandes sus ojos abrazándole por el cuello y besando su rostro.

Te amo Albert… gracias por hacerme tan feliz…

¿recuerdas lo que te prometí en tu cumpleaños?

Si… me prometiste algo pero no me dijiste que – haciendo que Albert riera.

¿de verdad? Estoy seguro que te lo dije… Bien Sra. Andley – la tomó de la mano – acompáñeme.

Bajaron las escaleras tomados de la mano y se encaminaron a la entrada cuando la voz imperiosa de Elroy Andley los detuvo.

¿A dónde creen que van?

¿tía?

William… por si no te haz dado cuenta el embarazo de Candy está ya muy avanzado y no creo que sea prudente que salgan de la mansión – Candy se entristeció – hija… – se acercó a ella rosando su mejilla con una mano – es mi deber cuidar de ustedes… no pongas esa carita.

Tía no tiene de que preocuparse… estaremos en el jardín de las rosas y te aviso de una vez que mañana no vamos al hogar de Pony – Elroy iba a decir algo pero Albert la contuvo – no hay razón para preocuparse tía… he pedido a Maurice que acondicione uno de los autos para que Candy vaya cómoda.

¡Dios! Con ustedes dos no se puede ¿Quién irá con ustedes?

Margareth… Alice y nuestro hijo

Llévense a Hellen – ambos la miraron extrañados – es para que cuide de Anthony y lo mejor es que halla alguien extra que esté al pendiente.

Gracias tía – dijeron ambos.

Antes de llegar al jardín Albert le pidió a Candy que se detuvieran, el aroma de las rosas la envolvió aspirando el perfume que llenaba sus pulmones.

Cierra los ojos amor…

Pero – besó sus párpados haciendo que ella los cerrara la abrazó por la cintura y caminaron traspasando el portal de las rosas, caminaron un buen trecho cuando él la ayudó a sentarse en una banca.

Ya puedes abrir tus ojos hermosa – ella los abrió y pestañeo varias veces todo el rosedal estaban en flor.

Albert… esto es hermoso… son todas dulce Candy – lo miró con los ojos llorosos – Dios Albert – se paró alargando sus manos para poder acariciarlas – Anthony… – lo dijo en un susurro sintiendo los fuertes brazos de su esposo abrazándola desde atrás.

Le pedí al señor Whitman que lo hiciera para ti ¿te gusta?

Si… si mi amor… Anthony tenía razón…

¿en que amor?

Mientras lo recordemos el seguirá viviendo en nuestros corazones… los extraño tanto… cada día que pasa es un constante recordatorio de lo mucho que los necesito – se dio la vuelta abrazando a Albert – gracias mi amor son tan hermosas ¿Crees que podamos llevar algunas a casa… en Escocia?

No lo sé amor… pero le preguntaré al Sr. Whitman… pensé que querrías quedarte aquí.

Sabes que amo estar aquí… pero extraño tanto la comida – Albert sonrió.

Mi amor – acunó su rostro entre sus manos – estaremos pronto allá mi vida.

El día pintó de lo más maravilloso… todo lo que había a su alrededor la atraía como un imán, sentía que cada momento vivido valía la pena con tal de estar a lado del hombre que amaba… toda ella se sentía plena… completa y muy feliz ¿Qué más podía pedir? Y haber recordado todo lo que pasó aquel día ya muy lejano cuando estaban celebrando su compromiso, le hizo contemplar con nuevos ojos lo que había logrado… porque después de todo y pese a todo estaba con él y muy dentro de su corazón no quería tener que volver a tocar ese tema.

¿Qué te ha gustado más de éste día?

Todo… creo que ya estás listo para envejecer conmigo – lo hizo reír con sus ocurrencias.

¡válgame! Ahora si haz despertado mi curiosidad – Candy frunció el ceño – esperaré y disfrutaré cada momento que me sea posible para que ese día llegue.

No te arrepentirás – le dijo con una amplia sonrisa.

Cuando llegaron al hogar de Pony sus madres la esperaban con todo el amor contenido por todo el tiempo que no pudieron verla, cuando fue la boda de Archie y Annie apenas y pudieron saludarse y cruzar algunas palabras pues la premura de regresar al hogar les era una prioridad y más cuando los niños quedaron al cuidado de Jimmy. La vieron bajar del auto y sus corazones se llenaron de amor, verla tan plena… tan feliz les hizo pensar en que su trabajo ya había concluido, llegaron hasta donde ella estaba y los abrazos y algunas lágrimas de felicidad simplemente se desbordaron.

Pasen por favor… Sr. Andley.

Por favor hermana si Candy es su hija considérenme de igual manera.

Por supuesto sr. Andley – él las miró haciendo que se ruborizaran.

Hermana María… hemos traído algunas cosas para los niños – Maurice se acercó a las mujeres

Disculpe hermana donde dejo esto – la hermana María lo guió hasta un pequeño salón donde guardaban todas las donaciones no antes de percatarse que algunos comestibles fueran dejadas en la cocina, cuando regresó con los invitados al recibidor Margareth y Anthony se habían sumado a la reunión.

¡Dios mío! ¡que niño tan bello! – Anthony con sus casi dos años se bajó de las piernas de Margareth y se acercó a ella alzando sus brazos – todos rieron, la hermana María lo estrecho entre sus brazos haciendo que el niño le correspondiera de la misma manera.

Espero que traigan hambre… les hemos preparado un banquete

Srita. Pony no era necesario – les dijo Candy.

Hija… en tu estado todo es necesario – Albert y Candy la iban siguiendo.

Durante su estancia que fueron tres días Candy caminaba por el verde prado que circundaba el hogar que bajo la mirada y cuidados de su esposo la hacía sentir más segura, un día antes de irse Albert y Candy subieron hasta la colina no sin antes de que Albert le riñera.

Amor…

Caminar nos hará bien – Él sonrió y negó con la cabeza – no me separaré de tu lado.

Y como todas las despedidas hubieron promesas, más abrazos y más lágrimas.

Cuídate Candy… si Dios lo permite estaremos en dos semanas con ustedes… Albert… – había emoción en su voz

No se preocupe hermana… Candy estará bien… hemos decidido estar una semana en la cabaña y después nos prepararemos para recibir a nuestro hijo.

O hija amor – mirándolo algo ceñuda, unos gritos de felicidad los hizo voltearse el pequeño Anthony llegó con otros niños corriendo llegando hasta donde estaba la hermana María, ella lo cargó llenando de besos sus mejillas.

Hasta pronto mi niño… no veremos en dos semanas – Anthony rodeo con sus bracitos el cuello de la hermana María y cuando Margareth quiso cargarlo el niño se aferro a ella.

Quiero quedarme – decía el niño

No mi amor tienes que ir con papá y mamá – el niño se apartó un poco de ella y le puso sus manitas en las mejillas de la hermana.

¿puedo llevarme a los niños a jugar a Lake? – la hermana María se conmovió con la petición del niño… en sus ojitos azules vió la ilusión, muchos de los niños los rodearon esperando que las hermanas respondieran… ella buscó en la mirada de Albert un poco de ayuda y el rubio se acercó para cargarlo.

Ven hijo – el niño se lanzó a sus brazos – Anthony… te prometo que te traeremos pronto… pero hoy debemos regresar – al niño se le llenaron sus ojitos de lágrimas y en silencio comenzó a sollozar escondiendo su cabecita en el cuello de su padre – gracias hermana María… Srita. Pony… las recibiremos con gusto en Lakewood.

Que les vaya bien hijo… cuídense – Anthony levantó su cabecita y les dijo adiós a los niños mientras Hellen y Alice ayudaban a Candy a subir.

Albert… ¿estás seguro? – le preguntó Margareth recibiendo al niño entre sus brazos.

Estaremos bien nana… solo serán unos días... ¿podrías entregarle esto a tía Elroy? – entregándole un sobre.

Por supuesto

Joseph… por favor lleva a mi familia a la mansión – Margareth le sonrió acariciando su mejilla y él le tomó la mano para depositar un beso en su dorso.

Les haré llegar provisiones todos los días… y por favor haznos saber como están – él asintió y subiéndose al auto manejó de vuelta hasta la cabaña mientras el otro auto iba destino a la mansión de Lakewood.

UN DÍA DESPUES DE LLEGAR A LA CABAÑA

Llegar de nueva cuenta a la cascada confrontó a Albert al recuerdo de que precisamente en ese lugar estuvo a punto de perder a Candy, caminaron tomados de la mano, Él tendió un edredón sobre el pasto y la ayudó a sentarse.

¿quieres recostarte? – ella asintió y él sacó aceite de oliva de la canasta – tienes los pies hinchados – tomó uno de sus pies y comenzó a hacerle masajes ella gimió sintiendo alivio en las manos de su esposo.

Aaaaah por Dios ¿podrías hacerlo más seguido? Tus manos están haciendo magia conmigo – de cuando en cuando él besaba sus pies – cuando terminó se acostó junto a Candy sintiendo la brisa fresca que llegaba hasta ellos entregándose al sueño que sentían, 45 minutos después ambos estaba dentro del lago disfrutando del agua y hundidos como estaban parecían dos chiquillos disfrutando de su día de campo.

Amor… ya es hora de salir – ella se alejó de él nadando y negando con la cabeza y cuando se alejó de él dio la vuelta y se dio cuenta que ya lo tenía frente a ella, Candy hizo un puchero que hizo sonreír a Albert – anda amor… que si nos quedamos más tiempo en el agua saldremos hechos unos ancianos y acuérdate que tenemos un acuerdo – besando sus labios.

Tú te lo pierdes – levantando el ruedo de su bata, él la siguió sonriendo y cuando llegaron a la sombra del árbol ambos se quitaron las ropas y mutuamente se secaron, Él se apartó un poco de ella admirando la vida que representaba su esposa al llevar a su hijo en su vientre y la estrechó suavemente sin soltarla por varios minutos cuando sintió que una tibia humedad mojaba sus pies y Candy soltó un gemido de dolor.

¡Albert! – le dijo asustada – ¡Dios!

Respira mi amor – ayudándola a ponerse ropa seca, sentía que sus manos temblaban ¡Dios! Margareth ¿Qué hago? Pensó, Candy apretaba los labios conteniendo sus gritos y un dolor más fuerte atravesó sus caderas haciéndola quedar en cuclillas instintivamente… Albert quiso levantarla pero Candy negó con la cabeza – amor… te cargaré para llevarte al auto.

¡NO! Dios mío Albert ya viene – y respiró profundamente tratando de relajarse – Albert… ayúdame – cuando otro dolor la hizo sentarse y abrir las piernas – Albert pasó sus manos por su rostro y cabellos y se agachó frente a ella.

Dime que hacer amor – poniendo sus manos sobre sus rodillas.

agua… trae agua – cerró con fuerza sus hermosos ojos verdes.

¿do… donde? – de repente se sintió tan inútil.

Saca las frutas del cubo y trae agua del lago… ¡apúrate Albert! – sumamente nervioso vació el traste y fue corriendo regresando con el agua – ella como pudo se recostó en el tronco del árbol – saca las mantas de la canasta – él hacía todo lo que ella le decía.

Amor – habían lágrimas en sus ojos y le tomó de la mano acariciándosela… ella aspiraba y sacaba el aire de sus pulmones – déjame llevarte a la cabaña – ella negó una vez más.

No aguantaré – cuando un dolor más fuerte que el anterior la hizo inclinarse hacia adelante pujando con fuerza – Albert… tendrás que recibir al bebé – él se sentía asustado asintiendo involuntariamente, Candy se tocó y sintió que la cabecita de su bebé coronaba – va… va a salir su cabeza y tendrás que jalarla con mucho cuidado – aparte de la humedad de haberse bañado momentos atrás en el lago su rostro sudaba copiosamente, él la observaba sintiendo que sus oídos se tapaban escuchando solo zumbidos – ¡ALBERT! – y enseguida volvió en si.

Si amor… pero Candy… le puedo arrancar su cabecita.

¡POR DIOS ALBERT!

Si amor… lo que tu digas…

Dios Albert voy a pujar de nuevo – y así lo hizo con fuerza.

Candy… me estoy mareando – le dijo Albert ya muy pálido.

¡NI SE TE OCURRA WILLIAM ALBERT ANDLEY! – le dijo en un grito – Albert por favor – él respiró y se sintió un poco culpable.

Lo haré amor – y cuando vió que la mitad del cuerpecito estaba fuera lo jaló con cuidado hasta sacarlo y lo pegó a su cuerpo – amor… es un niño y ambos lloraron de felicidad.

Dámelo… hay que aspirar su nariz para sacarle los fluidos – Se sentía débil y feliz al mismo tiempo – trae el cubo hay que lavar su cuerpecito – no pudo hacerlo porque otro dolor igual de intenso la hizo pujar pensando que estaba expulsando la placenta – Albert toma al bebé – tomó aire y pujó nuevamente… nada la había preparado para eso cuando sintió que otra cabecita asomaba por su vagina… sus piernas le temblaban por el esfuerzo pero aún así reunió todo el valor que tenía y se asistió así misma y cuando todo terminó se la colocó en su pecho – son dos… hay… hay que bañarlos.

si amor… pero antes hay que enterrar la placenta – y cavó con sus manos un hoyo algo profundo al pie del árbol y enterró lo que por nueve meses mantuvo con vida a sus pequeños hijos y regresó a ella – toma – poniendo en sus brazos al niño – iremos los cuatro al lago para que pueda lavarte a ti.

Cuando Llegaron a la cabaña el bajó del auto y fue corriendo a abrir la puerta, regresó y la cargó a ella junto con sus hijos hasta llevarla a la recámara… volvió a bajar y para sorpresa de él Margareth iba llegando con una canasta de comida y cuando la vió corrió hacia ella abrazándola.

Nana…

¿Qué te ha pasado Albert?... tu camisa – tapándose la boca con las manos.

Ven – quitándole la canasta de las manos y poniéndola sobre la mesa subiendo casi corriendo las escaleras y cuando llegaron a la puerta tres hermosos ángeles dormían plácidamente.

pero… ¿cómo? – y Albert le contó todo – hijo prende la chimenea hay que calentar la espalda y vientre de Candy – Albert la miro extrañado – haz lo que te digo y pon éstos trapos a calentarlos … Candy no debe agarrar aire – e hizo lo que se le pidió y Margareth se acercó a ella – Candy – y comprendió que estaba sumamente cansada para abrir los ojos siquiera, le descubrió el vientre y con los trapos doblados le calentó el vientre, en esos momentos uno de los bebés comenzó a llorar y en automático Candy se despertó encontrándose con la mirada amorosa de Margareth – ya es hora de que los alimentes – tomó a uno de los bebés y le ayudó a que los alimentara.

¡ya eres abuela de nueva cuenta! Te presento a Pauna, ahora entiendo tanto jaleo que sentí – riendo ambas… Albert apareció después y se recostó al otro extremo tomando en brazos a su hijo.

Mi pequeño William – se levantó y se sentó junto a Candy besando su frente – mi pequeña Pauna.

hola chicas… un nuevo capítulo para ustedes… gracias por sus mensajes… las sigo leyendo.

saryfan.

Krillu

Mía8111

sayuri1707

bea03

Salgaby

elbroche

Hellen Alvarado.