Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer.
Capítulo cuarenta y uno
― No te acerques ―advierte Jenks apuntando con su arma.
Phil levanta los brazos en señal de rendición para después batir la cabeza, me está mirando y la angustia es notable en sus ojos.
― No le haré daño, lo juro ―susurra con voz temblorosa sin dejar de mirarme― Bella, estoy aquí porque quiero advertirte lo que la loca de Renee y el tipo Carlisle están planeando contra ti.
Mi corazón se agita con violencia. No conozco lo suficiente a Phil, nuestro trato solo fue superficial sin ir más allá de un saludo. En cambio no sé qué pensar que haya viajado hasta Nueva York tan solo para hablar conmigo, no confío.
Esme me abraza rodeando mi cintura para envolverme entre sus brazos, sé que no me dejará acercarme a Phil, así como Jenks tampoco permitirá que ese hombre se acerque.
― ¡Ellos están aquí! ―exclama Phil sin bajar sus brazos― sé la ubicación, la tengo en mi bolsillo.
Jenks me mira de reojo, está en la espera de que hable, pero mi boca está completamente seca así que ni siquiera puedo articular sonido alguno.
― ¿Quién te dijo que aquí estaba Bella? ―cuestiona Jenks en el mismo tono agresivo con el cual lo recibió― ¿cómo supiste la dirección?
― Yo la anoté ―responde rápidamente― lo hice cuando Renee hablaba con Carlisle. Ese hombre sabe cada paso que das, te ha seguido desde hace tiempo, ¡por Dios!, ¿por qué nadie me cree?
― Renee sigue hablando con él… ―ni siquiera es una pregunta que hago en voz alta, sino una maldita confirmación el saber que mi madre sigue relacionándose con ese hombre. ¿Qué clase de mujer me dio la vida? Es tan…
― ¿Qué te hizo venir a buscar a Bella? ―pregunta Esme mientras mi celular empieza a sonar.
Phil nos mira a ambas.
― No quiero perder a mis hijos. Mi alexa es muy pequeña ―sonríe― y tus demás hermanos yo los quiero, no importa que no lleven mi sangre para mi son míos también.
Entonces lo supe por el brillo en su mirada. Phil no estaba mintiendo porque conocía ese brillo y la ilusión en la voz ante la mención de los hijos. La había descubierto en Edward al hablar de Pat con tanto orgullo y ahora con nuestro bebé seguía viéndose exactamente igual. Es amor de padre.
Un padre que es capaz de enfrentarse a todos para salvaguardar a sus hijos.
― Él no está mintiendo ―digo, ganándome las miradas inquisitivas de Jenks y Esme. Suspiro al seguir escuchando mi móvil con tanta insistencia―. Dame la dirección dónde están.
Phil nervioso porque Jenks no deja de apuntarle inclina su cabeza buscando entre sus bolsillos el pantalón tendiendo a mi mano un papel arrugado. Nos explica que Renee solo se está dejando manipular por interés ya que Carlisle le prometió una buena cantidad de dinero a cambio de planear cómo llevarme con él a Marruecos.
Media hora después no es necesario seguir apuntando a Phil. Jenks ha llamado a la policía dando la ubicación de Carlisle.
― Isabella... ―el suspiro que exhala Edward a través de la línea de teléfono es de absoluta relajación― mi amor, ¿segura estás bien? El vuelo se retrasó y… maldita sea, quiero estar contigo. Prométeme que no saldrás sola, cariño.
Camino al ventanal y me quedo mirando la ciudad.
― Estoy bien ―respondo― no saldré a ningún lado, amor. Estaré esperando tu llegada ―prometo al finalizar la llamada.
― Bella, si necesitas desahogarte, hazlo ―insta Esme abrazandome, su rostro luce tan triste― te he sentido distante y no es bueno. Debes sacar lo que tienes, déjalo ir.
Honestamente no sé cómo reaccionar. Estoy tan desilusionada de mis padres; quizá ya nada me puede sorprender de sus acciones, ya casi olvido que mi padre no quiso asistir a mi boda porque Sue no estaba de acuerdo. Y que ahora Renee haya ayudado a Carlisle para sacarme del país a sabiendas del daño que puede hacerme y sin importar que estoy embarazada, tal vez, solo tal vez tengo adormecido el corazón hacia ellos.
― ¿Cómo estás tú? ―pregunto.
Sus ojos se llenan de lágrimas.
― A mí me duele mucho.
Esta vez son mis brazos los que le permiten un poco de consuelo. Esme recarga su cabeza en mi hombro mientras comienza a sollozar con tanto desazón.
Ella está mal, muy mal.
Luego de lo que parecen pasar días enteros cuando en realidad son algunas horas podemos respirar tranquilamente al lado de Jenks tras recibir una llamada.
― Lo han atrapado ―anuncia.
Esme se echa a llorar de nuevo en mis brazos, está totalmente devastada. Y yo sinceramente no puedo sentir esa sensación de alivio.
― ¿Puedo irme? ―pregunta Phil distrayendo mis pensamientos―. Es que debo volver a Arizona, dejé a mis hijos bajo el cuidado de la vecina y esa mujer me cobrará por hora ―observa su muñeca donde trae su reloj de pulso― me saldrá muy caro.
Se pone de pie para acercarse conmigo.
― Suerte con tu hijo o hija ―dice con una media sonrisa extendiendo su mano a mí, acepto su saludo y le doy un apretón―. Ojalá, algún día puedas retomar el papel de hermana mayor. Este es mi número ―me da una tarjeta que dice que es reparador de aires acondicionados― para ustedes el servicio es gratis.
― Gracias por todo, Phil. ―Lo abrazo― dale recuerdos a mis hermanos, dile que los veré pronto.
Una vez que Phil abandona la estancia Jenks debe irse por una nueva llamada donde debe estar en representación de Edward. Esme continúa deshecha que mi única opción es acompañarla a su habitación hasta que se queda dormida sosteniendo mi mano.
Con dolor de cabeza intento por quinta vez comunicarme con Edward, pero su celular vuelve a mandarme a buzón. Vuelvo a mi habitación y esta vez empiezo a trabajar tratando de distraerme y quitar la angustia de mi pecho. Después de la hora sigo en la mesa de trabajo sin haber logrado hacer nada hasta que el timbre me hace dar un respingo y a la vez sonreír porque sé que Edward ha llegado.
Corro a la estancia y mi sonrisa se borra sintiendo caer mi sangre de golpe a mis pies al verlo bajo el umbral de la puerta. Intento cerrarla de forma torpe, pero es en vano cuando Carlisle logra adentrarse con facilidad.
Mis piernas se sienten pesadas; dar un paso es como si hubiera vertido concreto sobre ellas, así que atino por quedarme de pie en la entrada y me apoyo en la pared, mirándolo.
Carlisle me observa con mucha atención fijando su vista en mi vientre. Mis manos por instinto protegen mi abultada barriga.
― ¿Quién se atrevió a dañarte? ―pregunta lleno de conmoción en su voz, que lo único que hago es parpadear después de sacudir la cabeza. Él se aproxima en segundos y me encarcela entre sus brazos haciendo que mis pulsaciones se eleven de miedo, no quiero ver sus ojos―. Debí protegerte princesa ―dice, abrazándome para arrullar mi cuerpo de pie y dejándome sin reaccionar― ya todo estará bien. Estoy aquí… contigo.
Me aclaro la garganta. Necesito gritar, pedir ayuda, en cambio mi voz parece haberse marchado.
―Tengo la casa que me pediste ―continúa diciendo sin dejar de arrullarme― al fin estaremos en nuestro hogar como una verdadera familia, juntos por siempre.
― No me hagas daño ―balbuceo entre lágrimas.
― ¿Daño? Nunca podré dañarte ―se aleja― no lo hice ninguna de las veces que te seguí por todo Chicago, de las veces que corrías en el parque, cuando salías sola a la tienda que está a la vuelta de tus apartamentos o, de las veces que te vi trabajando hasta altas horas de la noche en el despacho, de tus salidas al cine con tus amigos. Nunca me acerqué ―mueve su cuello de forma extraña hasta que se escucha un tronido― ni cuando te entregaste por primera vez en un maldito monte a otro hombre que no era yo.
Mi corazón se acelera. Él sabe… él lo sabe.
― ¿Te extraña que lo sepa? ―inquiere― ¿quieres qué te enumere las veces que te miré teniendo sexo con él?
Mi estómago se revuelve.
― Sé que prefieres el sexo en la camioneta ―mueve sus dedos delante de mí― más de diez veces estuviste ahí, aprovechando la soledad de parques y carreteras sin importar que fuera de día y que otros pudieran ver.
Corro al cesto de basura que hay en la cocina y vómito violentamente. Es un enfermo.
Viene tras de mí justo cuando estoy enjuagando mi boca con agua del grifo, no quiero que se acerque y encojo mis hombros antes de que lo haga.
― Tranquila ―deja su mano en alto sin atreverse a tocarme― no te haré daño porque simplemente no sé puede dañar lo que se ama y tú... estás aquí ―con su palma golpea de manera continua su cabeza― no puedo dejar de pensarte un solo minuto. Seremos muy felices juntos, Isabella Marie.
Me sostiene en sus brazos haciéndome temblar.
― Déjame ir.
― ¿Qué haces aquí? ―susurra ignorando mi petición.
Está mirando a la entrada y parece debatirse entre acercarse y no. Voltea a verme y luego hace lo mismo con la puerta, sus brazos parecen ceder alrededor mío.
― Tú no eres real ―pronuncia tan bajo y andando hacia ahí. Es como si estuviese hablando con alguien, pero es solo la puerta, me abrazo y por alguna razón sé que estaré bien―. ¿Escuchas? ―sigue hablando solo― es nuestra bella melodía ―ríe quedamente y comienza a bailar; un balanceo suave y después repara en vueltas alrededor de la estancia―. ¿Sabes? ―lo escucho decir mientras sigue girando de una manera tan elegante― Con tu sonrisa construiste un mundo destruyendo el mío. Eres todo lo que no buscaba, una tormenta en mi calma y un sol en mi oscuridad ―sus risas se han convertido en débiles lágrimas y sollozos mientras sigue bailando.
Me estremezco y es por el fuerte golpe que produce la puerta al caer. Hombres del equipo Swat han irrumpido en el penthouse, en cuestión de segundos uno de ellos me escolta sacándome del lugar y sé que están haciendo lo mismo con Esme porque la escucho gritar de forma desgarradora.
Aún no logro asimilar lo que pasó cuando los brazos de Edward me reciben con tanta fuerza al llegar a la parte baja; acuna mi rostro entre sus manos y me escudriña con su mirada.
― Mi amor ―verbaliza nerviosamente, sus ojos salvajes lucen tan meditabundos― ¿te hizo daño?
Muevo mi cabeza de un lado a otro, negando. Dejando que me vuelva a envolver entre sus brazos con protección.
― No me permitieron entrar al edificio ―murmura― creí que me volvería loco si no sabía de ti. Isabella, tuve tanto miedo que estaba a punto de ingresar sin importar que me arrestaran ―escondo mi rostro en su pecho, estoy en mi lugar favorito y a salvo. Estoy conmocionada pero bien―. Te amo tanto.
― Edward… ―dice Esme entre sollozos uniéndose a nuestro abrazo cuando llega con nosotros―. Tu padre ha perdido la razón, se ha vuelto loco. ¿A dónde lo llevarán?
― Algo de cuerdo debe tener para haber escapado de dónde lo tenían acorralado ―pronuncia Edward con enfado―. Por mí que se pudra en el mismísimo infierno si es necesario.
.
Renee sonríe ampliamente al abrir su puerta y verme bajo el umbral.
― ¡Bella, me alegro que hayas podido venir! ―sujeta mi mano obligándome a entrar a su casa. Me distraigo observando con calma cada detalle; es una casa preciosa de buen decorado, lujosa, espaciosa y de doble piso, inclusive por el ventanal del comedor se mira la enorme piscina que hay en el patio trasero―. Mira, estos son los documentos que no entiendo ―pone sobre mis manos unos documentos que no leeré― en ellos dice que Phil pidió la custodia de mis hijos, no comprendo, cielo. Explícame.
La miro. Sus ojos tan azules brillantes no muestran ni una pizca de vergüenza o arrepentimiento.
Es increíble la desfachatez que tiene al haberse contactado conmigo a causa de que Phil la haya abandonado. Edward tiene razón, no debí venir, sin embargo aquí estoy porque lo necesito tanto. Quiero ver sus ojos por última vez y decirle todo lo que siento por ella.
Y desde luego guardarme para mí los planes de Phil.
― Es muy bonita tu casa ―logro decir sin que se corte mi voz― ojalá seas muy feliz aquí ―sintiéndose orgullosa mira maravillada toda la estancia y levanta sus brazos presentándola para mí―. Es lo que te dejó Carlisle.
Su sonrisa se borra cuando restriego mis lágrimas.
― Cielo, ya te pedí perdón. Ya lo hablamos, ese hombre estaba loco y solo tome ventaja. No hice nada malo. Dígamos que solo lo estaba distrayendo a mi conveniencia. La vida es así, Bella. Debemos aprovechar siempre las oportunidades que se nos aparecen en el camino ―da unas palmaditas a mi brazo para que lea lo que ella quiere―. Pero, no hablemos de eso, mejor explícame ¿por qué Phil quiere a mis hijos? Él no es el padre de todos, ¿puede hacerlo?
Imito una sonrisa mientras sigo escuchando sus supuestas preocupaciones.
― No tengo idea de lo que dicen estos papeles ―miento, poniéndolos de nuevo en sus manos―. No vuelvas a llamarme porque no quiero saber nada de ti ―doy media vuelta.
Ella me sigue.
― No comprendo, soy tu madre. ¿Por qué no quieres saber de mí? ¿te volviste loca?
― Espero que cada despertar puedas disfrutar de tu casa. De verdad ―simulo una sonrisa― deseo con todo mi corazón que cada pared, mueble, que hay aquí, te recuerde que me cambiaste por esto. Entonces cada que necesites mi ayuda te abstengas de buscarme porque bien puedes hablarlo con toda la casa.
― Isabella, soy yo quién debería estar ofendida. Te casaste y no me invitaste a tu boda, ahora tienes una barriga ¿quién crees que te ayudará a cuidar de este hijo?
Rio ante su cinismo.
― Buena vida, Renee. Qué seas muy feliz en tu preciosa casa.
Su orgullo no le permite seguirme, solo se queda detenida en su puerta mirándome subir a la camioneta. Ella piensa que volverá a enredarme como siempre lo hace. Sigue creyendo que estaré a su disposición.
― ¿Estás lista? ―dice Edward― abróchate el cinturón porque nos quedan muchas horas de viaje.
Entrelazo mi mano con la suya y sonrío.
― Estoy lista.
¡Hola! Así fue cómo la obsesión de Carlisle se convirtió en locura y las malas decisiones de Renee la dejaron sola. Ellos ya están fuera de las vidas de Edward y Bella, solo nos falta saber cuál será su destino final y por supuesto el de todos.
*Nos leemos el viernes con el final de la historia.
A quienes comentaron todo mi agradecimiento especial: NaNYs SANZ, ALBANIDIA, Moni, Patty, Flor Mcarty, Torrespera172, Dulce Carolina, Daniela, Alex, Leah De Call, Lu40, ClaryFlynn98, Andre22-twi, Diannita Robles, Jessy Amador, Jade HSos, cocoa blizzard, Lili Cullen-Swan, Lore562, Andrea, Vivi19, Pameva, joabruno, Antonella Masen, Jane Bells, Lidia, mrs puff, Lily, Claudia, Maris Portena, Cinhyavillalobo, Pepita GY, Isis Janet, Vero Morales, EmilyChase, Ana, Ximena, Adriu, rociolujan, Bell Cullen Hall y comentarios Guest.
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