¡HOLA MIS BELLAS!

Aquí estoy, un día antes de lo esperado.

Realmente quería haber subido el capi el jueves o el viernes, pero hice unos cambios que no me gustaban, y eso me ha retrasado un poquito.

Este capi, viene más entretenido y completo. Ya os dije que el anterior, aunque sonó un poco repetitivo, era necesario, y daba paso a este... y el próximo, llega con cambios importantes.


HOY CONTESTO SOLO A UNOS DETERMINADOS MENSAJES, ¿OK?

INVITADO: (Siento que no tengas nombre para poder dirigirme a ti) Siento mucho que la historia te caiga "pesada". Ya avisé en el capítulo anterior que repetía el patrón de huida de Bella. Pero que era el último. Que volvía a haber acción y el fic cambiaba.

Andre22-twi: Has acertado de pleno con los sentimientos de Bella: "Culpabilidad" Y Edward está un "poquito" enfadado... Ahí lo dejo.

alicecarolina11: ¡Go Emmet! ¡Brutal! Jajajajajaja.

Invitado "Frances": Te digo lo mismo que a la otra invitada. Siento mucho que te aburra.

AL RESTO DE COMENTARISTAS: Estáis divididas. Unas sois "Go Emmet" apoyando lo que hizo, otras lo odiáis. Unas entendéis a Bella otras no aceptáis lo que hace separando a Edythe y Edward. Todas estáis de acuerdo en que Rosalie es una perra "roba hijos"... ¡jajaja! Muchas estáis emocionadas porque haya conseguido escapar de ellos, otra vez. Otras, queréis matarme por ello.

ESTOY VIENDO NUEVAS COMENTARISTAS, ¡BIENVENIDAS Y GRACIAS! Y FALTAS DE OTRAS QUE COMENTABAN CON REGULARIDAD. ESPERO QUE SI ES POR FALTA DE ENTUSIASMO, VOLVÁIS A "ENGANCHAROS" CON EL FIC.

QUIERO DEJAR UNAS PALABRAS: Esta es mi manera de escribir. Me gusta explicar las cosas, los sentimientos, los personajes... y odio ser cortante con los capítulos. Puedo resultar un poco pesada, que embarullo las situaciones, que me alargo demasiado... Pero, repito: Es mi manera de escribir.

Por ejemplo yo, personalmente, odio los capítulos cortitos. Los que te cuentan una cosa y ¡zas! se acabó el capi (y eso que sigo a alguna lectora que lo hace así). Las que en cada capitulo pasan días o semanas... Y en cuestión de 15 capítulos, acabaron el fic. O sea, hacen una entrada del fic y se centran en dar acción en cada capi, (que deben ser como unas 7 páginas de Word) y llegan al final. Claro que así, completen fics en dos o tres meses... (Este capi, son casi 18 páginas de Word)

CON ESTO, QUIERO DECIR, QUE SIENTO A LA QUE NO LE GUSTE. NO SE PUEDE ESCRIBIR A GUSTO DE TODO EL MUNDO, ¿NO? ;-)

ESPERO QUE OS GUSTE ESTE CAPI. A MI, PERSONALMENTE, ME HA ENCANTADO.


CAPÍTULO 45

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Dos meses después.

15 de Mayo de 2020

·

- Edythe… ¿Encontraste tu bolsito? - Le pregunté, mientras colocaba unas flores en el nuevo jarrón que habíamos comprado en le mercadillo. Teníamos el apartamento lleno de flores.

- Si. Estaba en una caja en tu habitación. - Respondió llegando a la cocina mostrándome el bolsito y sonriendo encantada hacía el nuevo ramo de flores. Le apasionaban.

- Me gusta mucho este apartamento - Me sonrió, mirándome con determinación. - Ojalá nos pudiéramos quedar más tiempo - frunció la boca, haciendo un gesto de resignación.

Me agaché hasta su altura, ahora ya me llegaba a mitad de muslo, y le di una suave caricia en la nariz.

- Cariño, ya te he explicado porqué debemos cambiar de apartamento y de zona - la miré con dulzura, pero de forma seria. - Tus cambios de crecimiento son muy llamativos, y por suerte o desgracia, eres una niña muy hermosa - Sonreí ampliamente - y no lo digo porque sea tu madre y no sea objetiva. - alcé las cejas y Edythe negó, mientras soltaba una carcajada. - En serio nena, eres una niña de anuncio, como dijo aquella madre en el parque - Suspiré, sintiendo el mismo escalofrío que sentí cuando me lo dijo la mamá mientras miraba a Edythe fascinada. Volví a suspirar, muy profundo - Eres igual que tu padre… Una copia exacta - sonreí y ella copio mi gesto.

Le encantaba que le dijera que se parecía a Edward.

- Alargaremos la estancia aquí todo lo que podamos, ¿vale? - Asintió conforme - Entonces… ¿ya podemos salir? - Ella asintió muy solemne, con una gran sonrisa en su rostro.

·

Vivíamos justo enfrente al embarcadero, en la Marina Bulevar. Las ventanas de nuestro dormitorio, al igual que su cuarto de juegos, daban a la bahía, y veníamos los barcos de recreo entrar y salir.

A Edythe le encantaba mirarlos; se quedaba hipnotizada contemplando el vaivén de los barcos en el muelle durante largos ratos.

A mí lo que me producían eran jaquecas y ansiedad; ya que cada vez que veía un velero, los recuerdos de la cita "marinera" que habíamos tenido Edward y yo, se me agolpaban en el cerebro y en el corazón.

Los primeros días, conseguí disimular delante de Edythe, pero su don era cada día más fuerte, nada exagerado, pero su forma de captar, entender y transmitir los sentimientos eran asombrosos.

Así que el día que concedí dar un paseo en barco, tras varios días de inhumana insistencia por su parte, Edythe fue plenamente consciente del por qué de mi "intolerancia" a los barcos.

Se me quedó mirando de una forma muy intensa, igual que hacía su padre, y tras unos segundos, sus ojos se dulcificaron; me tomó de la mano y me habló:

- Mamá… No hace falta que subamos. Tus sentimientos son… - gesticuló con los ojos - muy intensos… - se mordió el labio, eso era una manía mía, callándose algo.

- No nena… Me hará mucha ilusión subir contigo. - Suspiré - Los recuerdos que me evocan los barcos, aunque me pongan triste, son… bonitos. - le sonreí sincera. Mi hija me devolvió una sonrisa pesarosa, llena de empatía.

- Mamá… tus sentimientos, no son tristes. Yo dije que eran intensos - Me miró alzando una ceja. - Hay sentimientos y palabras que aun no comprendo, pero lo que desprendes, al ver y pensar en los barcos, es algo muy bonito. - No pude más que suspirar, y apartar mi mano de la suya con suavidad.

Ese día hicimos un trato:

Ella no insistiría en subir a los barcos a cada minuto, y yo a cambio, volvería a subir, otro día, más adelante.

·

Esa era la tercera vez que nos mudábamos. En el primer apartamento solo estuvimos una semana, ya que no estaba segura de lo cerca que estuvieran los Cullen.

Pero tras dos meses sin ninguna señal de ellos, ni mensajes de alerta de Emmet o incluso de Jacob, me relajé, alargando la estancia en el segundo apartamento.

El crecimiento de Edythe y sus cambios, eran lo que nos obligarían a cambiar cada pocas semanas. Hasta ahora, seguía un patrón bastante exacto: Cuando cumplía un mes más, cambiaba tanto física como intelectualmente.

Con tan solo dos semanas, ya decía palabras como un bebé de año y medio. Con tres, se le entendía perfectamente y al cumplir un mes, formulaba frases como un niño de 8 años, razonando perfectamente lo que decía.

A parte era su aspecto físico: Parecía una niña de tres años. Con 1´00 cm de altura, el pelo largo hasta los omoplatos, con mi mismo tono de color (castaño oscuro) pero sus "mechas" no eran cobrizas como las mías, si no más claras, muy parecidas a las de Edward; pestañas largas, cejas formadas, pómulos ligeramente angulosos y labios rellenos. Y todo ello, acompañaban a sus preciosos y extraordinarios ojos verdes. Un verde que nunca había visto. Igual al mar de las playas paradisiacas del caribe; igual de hipnótico, de profundo y de hermoso.

Todo eso, hacía de Edythe un niña que no pasaba desapercibida en ningún sitio, por lo que complicaba bastante, el llevar una vida discreta.

Edythe podía relacionarse con humanos perfectamente, y era tremendamente social y extrovertida, como yo; pero su extraordinaria hermosura, nos ocasionaba problemas para relacionarnos, porque nos hacían fácilmente reconocibles.

Y no era normal, que pasando solo unas semanas, reconocieran a Edythe, pero siendo mayor; como si hubiese pasado un año.

Por lo que llevábamos una vida sencilla, intentando llevar un perfil bajo.

Eso, dicho más sencillo significaba que pasábamos bastante tiempo en casa. Aunque teníamos muchos entretenimientos.

Había contratado un canal de pago donde teníamos gran variedad de géneros para pasar largos ratos frente a la tv. Y era una forma en la que Edythe aprendía.

Todos los días, veíamos un documental distinto, y así nos culturizábamos las dos.

Aunque varias veces por semana salíamos y hacíamos actividades juntas. Siempre con el cuidado de no repetir las mismas zonas.

Por lo que algunos días, hacíamos excursiones de todo el día, ya que nos íbamos a la otra punta de San Francisco, y pasábamos el día.

Aprovechaba a llevar a Edythe a sitios con niños, para que se relacionase y jugara; eso levantaba su humor notablemente, y yo me sentía pletórica de verla feliz.

Entre las dos, construimos unas reglas de comportamiento en la calle, que Edythe, para lo pequeña que era, seguía a raja tabla. Su intachable comportamiento facilitaba el salir y relacionarnos, aunque fuese un poco, con otras personas.

·

"Si estuviéramos con los Cullen, estoy segura de que prohibirían estas salidas. Tendrían a Edythe escondida, y aislada hasta que fuese más mayor… Y por supuesto mi decisión, no contaría para nada"

No podía evitar que ese pensamiento la hiciera enfurecer.

"Si hubiese alguna manera de entendernos… No quiero seguir escondida, como criminales. Y quiero sacarme estos remordimientos por apartar a Edythe de Edward, pero él no entrará en razones. Y… ¿Qué sería vivir entre vampiros?"

Esos pensamientos no ayudaban a su sensación de tristeza constante; al contrario.

·

Ese día se iban, tomando el tranvía, cosa que les encantaba a ambas, a un mercado callejero. Algo había en esos puestos urbanos, que les fascinaban.

También era una forma de airearse, de poder hacer cosas, hablar con gente, sin crear lazos.

- Mira mamá - Edythe tiró de la mano de Bella, emocionada - ¿Podemos parar y mirar esas pulseras? - Bella sonrió a la niña con gracia, asintiendo.

Según se giró, el corazón le dio un vuelco tan fuerte, que llegó a pensar que se desmayaría allí mismo.

Era un puesto muy parecido, por no decir que igual, al que encontraron ella y Edward en Quinault, el día que hicieron la excursión en barco: Un puesto de pulseras y dijes.

Edythe frunció el ceño al ver como su madre se había quedado lívida.

- ¿Mamá? - Le preguntó asustada. Bella pestañeó para salir del shock.

- ¿Quieres mirar una pulsera? - Le sonrió, cambiando rápidamente su rictus.

- Pero… - Edythe suspiró, sintiéndose mal.
- Tranquila, no pasa nada. Ven, vamos… Te regalo uno. Elije el que más te guste. - Edythe no abandonaba su cara de sospecha, por lo que Bella se explicó un poco más. - Me ha recordado algo, nada más. Son cosas….

- De mayores - Soltó la niña con tono fatigoso. Bella asintió, mirándola con gran comprensión.

Bella tiró de Edythe para ponerla enfrente de las pulseras y así, se distrajera del momento un tanto tenso que había vivido al recordar aquel día con Edward.

- Son todos muy bonitos… No se cual elegir. - Edythe miraba todos los dijes con atención.

Hasta que uno, llamó su atención.

- ¡Este! - Señaló uno, y Bella al verlo, sufrió otro micro infarto.

"No puede ser… Entre todos, ha elegido el mismo"

Alas de Ángel. El mismo que Edward había escogido para ella.

- ¿Sabes lo que significa? - Le preguntó curiosa. Bella asintió, notando como su corazón bombeaba frenético.

- Son Alas de Ángel. Significan la fuerza y la belleza, que unidas, representan la perfección. Los ángeles son la culminación de la perfección que Dios hizo. - Explicó mientras Edythe ni pestañeaba, sumamente atenta a la narración de su madre. - Creo que para ti, son idóneas. Porque tu, eres perfecta. - Ambas se miraron con veneración.

Bella le puso la pulsera con el dije a Edythe en la muñeca. La niña movió la mano, observando los destellos de luz que salían del pequeño dije, con una sonrisa infantil.

- Es precioso, mamá… - Edythe se quedó mirando hacía su madre muy atenta. Al tocarse, pudo distinguir perfectamente de donde venía esa tristeza de su madre - Esto… te lo regaló a ti papá, ¿verdad? - A Bella se le atoró el aire en los pulmones.

- Si. El mismo dije. Él me decía que yo representaba las alas de ángel… Bella y fuerte.

- Y tenía razón. Eres hermosa y muy fuerte. La mejor. - Declaró la niña.

Ambas se abrazaron con gran amor, y Bella tuvo que hacer grandes esfuerzos por no lanzarse a llorar.

Edythe aprovechó ese contacto, para intentar extraer los reales, y sinceros, sentimientos de su madre. Ya que su don le permitía tener una idea cercana al porque de cada cambio en los sentimientos.

- ¿Qué tal si vamos a comprar un helado? - Bella cambió radical de tema, tentando a la niña, ya que le encantaban los helados, para evitar que Edythe comenzara a indagar más sobre la historia del regalo de Edward, y no era por no contarle, si no por el daño que le hacía a ella misma evocar aquellos recuerdos; recuerdos felices y llenos de amor.

·

Actos como esos se fueron sucediendo durante los siguientes días.

Momentos de debilidad, como Bella los había bautizado en su yo interno, pensando en Edward. Recordando sus días juntos:

La cita del barco. La escena de celos, y el que casi los pillan haciéndolo.

Cuando escogió el dije de las Alas para ella.

El día que le dijo que la amaba.

Su primera vez en el coche; la noche que engendraron a Edythe.

El día que se conocieron, en la casa Cullen, y ella se enamoró de él al instante...

… …

Los recuerdos la bombardeaban sin compasión, en el momento menos esperado, sumiéndola en un estado de tristeza inmenso. Incluso llegando a llorar, por pura necesidad.

Y Edythe, sentía, analizaba y comprendía, cada día más, esos sentimientos provenientes de su madre. Intentaba reconfortarla, pero su don o no era suficientemente fuerte aun, o una característica no era modificarlos. Ella podía mandar un pequeña "sensación" de cualquier sentimiento, pero el cambio era algo momentáneo.

Su don crecía y se desarrollaba día a día; no eran progresos espectaculares, pero lo suficiente como para hacerla consciente de ellos.

Si, ellos. Dos.

Cuando cumplió los dos meses, comenzó a sentir algo raro cuando estaba cerca de su madre; era difícil de explicar con palabras, pero tras unos días de investigación por su parte, se dio cuenta de tenía otro don:

"Conseguía potenciar el don de su madre"

No sabía si solo era con ella, por su vínculo sanguíneo, o si podría hacerlo con el don de alguien más.

Entonces, unos comentarios de su madre, a los que no le había encontrado sentido antes, invadieron su mente:

"Alice"

Su tía Alice. Por lo poco que su madre le había hablado de ella, sabía que tenía el don de la precognición; conseguía ver el futuro.

Por eso, alguna vez su madre había dicho:

"- No consigo entender como Alice, no nos ha visto… He planeado mil cosas, pero parece que ella sigue sin poder verme."

Bella creía que su escudo había crecido debido al embarazo y a los mordiscos que le había dado Edythe para salvarla cuando dio a luz, pero eso era lo más lejos de la realidad.

Edythe decidió no decirle nada a su madre, por ahora. Odiaba tener un secreto con ella, pero por alguna causa que todavía no conseguía ver, decidió no revelarlo. Algo, dentro de su alma, le decía que lo ocultara.

Pero de lo que si estaba segura, es que debía hacer algo por su madre. Sus sentimientos, desde hacía días, eran tristes; muy tristes. Eran de añoranza; y sabía perfectamente a quién extrañaba su madre:

A Edward. A su padre.

Tema a parte, era que ella misma, añoraba conocerlo. A él y a toda su familia vampira. Pero tendría tiempo, ahora lo importante era encontrar el modo de que su madre saliera de esa tristeza.

Tenía que pensar algo para ayudarla y sabía que la forma era que su padre las encontrara, pero… ¿Cómo?

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25 de mayo de 2020

Habían pasado 10 días, y Bella seguía triste. Intentaba disimular con Edythe, pero no podía, ni quería, dejar de tocar a su hija. Acariciarla, abrazarla, besarla.

Cuando sus sentimientos de pesar eran muy fuertes, Edythe miraba a su madre con gran aprensión, sin saber qué decir o hacer, y eso la frustraba, al igual que le pasaba a su padre. Eso, era un claro rasgo heredado.

Ya que su don, enviaba un sentimiento "agradable" a su madre, pero era algo pasajero; ya que al poco tiempo, podía sentir a su madre igual.

- Mamá… No puedes seguir así de triste. Acabarás enfermando. - La voz de su hija iba cargada de compasión y preocupación.

- No te preocupes, nena. Solo es un poco de… - Bella apretaba los labios, no queriendo decirlo en voz alta, porque era una forma de reconocer lo mucho que extrañaba a Edward, de lo mucho que seguía amándolo.

- Deberíamos… - Edythe miró a su madre con cuidado.

- ¡No! Estamos bien así. Solas. - Bella siempre reaccionaba mal cuando Edythe, simplemente, insinuaba el llamar a los Cullen. Respiró profundo, intentando serenarse - Se que te lo prometí, pero… por favor… - Suplicaba - dame un poco más de tiempo. - Cerró los ojos, dándose cuenta de lo repetitiva que sonaba y que su hija, necesitaba una explicación - Cariño, se que las cosas no se hacen así, que no es justo que te separe de tu padre y de tu familia, pero... En cuanto estemos con los Cullen, todo girará en torno a ellos, a sus preferencias, a sus ideas… Yo… - Bajo la mirada al suelo, abatida - dejaré de tener decisión sobre ti, sobre… todo. - Murmuró con aprensión.

- Tranquila mamá… No quiero que te agobies por mí. Quiero conocer a mi padre y al resto de mi familia, pero no a costa de estar tu mal. - Asintió con gran determinación. - De alguna forma, voy dándome cuenta de lo que dices, y de que las cosas cambiaran, y por mucho que quiera conocerlo, lo que no quiero es que nuestra vida cambie. - De pronto, sonrió divertida - No es tan malo cambiar de apartamento cada poco… Es… divertido - Bella sonrió, contagiada por su hija. Aunque en el fondo, sabía que decía esas cosas por ella; por no hacerla sentir más triste y más culpable.

No era la primera vez que su madre le decía eso de sus familiares vampiros. Al principio creyó que era una excusa, pero al ver con la emoción que su madre se lo volvía a repetir ahora, más detalladamente, consideró que pudiera ser más verdad de lo que creyó.

Pero ahora Bella no iba a tener que enfrentarlos sola. Estaba ella, y ella era su igual, o casi; así que tendrían que escucharlas y respetarlas.

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Entre las dos prepararon pasta para cenar, olvidando la conversación intensa que habían mantenido, e intentando recobrar espíritu positivo.

- ¿Qué te parece si bajo a por una tarrina gigante de helado? - Sugirió Bella, con una cara cargada de entusiasmo, la cual contagió a su hija.

- ¡Si! - Edythe se levantó de la mesa y comenzó a dar saltitos.

"Ahora mismo, podría decir que es hija de Alice" Pensó con una sonrisa melancólica en la cara.

- Voy a ponerme el abrigo y las botas y bajó en un santiamén. Está a punto de llover, y tu estás en pijama - Recitaba mientras iba a su dormitorio a por el abrigo. - Entre que te vistes, ya habré subido yo.

- Vale. Voy sacando las cucharas y recojo los platos de la cena.

Pero la tormenta llegó antes de lo que Bella previno y la pilló de pleno, empapándola de inmediato al poco de salir de casa. Pero no solo fue agua lo que trajo la tormenta, si no un descenso de la temperatura inaudito.

Para cuando regresó estaba muerta de frío, tiritando como una hoja.

- ¡Mamá! - Exclamó Edythe, llegando a ella a una velocidad poco humana. - ¡Estás empapada y congelada! - Exclamó preocupada.

La ayudó a desnudarse, ya que Bella no era capaz a mover sus manos. Estaba entumecida.

- Según · empezó a · llover · comenzó a · hacer · un frío · terrible - tartamudeó, mientras seguía tiritando.

- Ven, te prepararé la bañera calentita. - Edythe ayudó a su madre a llegar al baño.

Mientras Bella se desentumecía dentro de la bañera, conectó la calefacción, para que la casa adquiriera calor, y evitar que su madre se enfermara. Aunque era un hecho que Bella estaría un par de días acatarrada.

A la mañana siguiente, Bella no estaba simplemente acatarrada. Tenía casi 40 grados de fiebre, y no dejaba de temblar y quejarse de un dolor fortísimo en el pecho.

Edythe, con indicaciones de Bella, fue suministrándole paracetamol, pero no le hacía nada.

El bajar a la farmacia no se podía considerar, ya que la niña aparentaba, en estatura, como máximo 3 años, por lo que no sería normal que fuese ella sola. Y el llamar a urgencias, estaba también descartado por orden expresa de Bella.

Por la noche, Bella cayó inconsciente, tras estar casi una hora delirando, con 41 grados de fiebre.

- Edward… Edward… lo siento… Te quiero. Te quiero y, te odio… No puedo… Eres superior a mí… Nuestra hija, es… Verla, es verte a ti… Perdóname… Eres un vampiro… Me engañaste… Nuestra hija... - Las frases de Bella eran eso, frases sueltas, algunas sin sentido, pero todas estaban dichas con gran intensidad.

·

Edythe entró en pánico al ver a su madre quedarse quieta, como muerta, al desvanecerse. Entonces, tomó una decisión y la ejecutó:

Tomó la muñeca de su madre, donde siempre la mordía para "cenar", y clavó sus dientes, pero en vez de beber, dejó salir su saliva, su veneno, empujándolo con su lengua hacía el torrente sanguíneo de su madre.

Tenía completamente prohibido hacer eso cuando se alimentaba; Bella se lo recordaba cada poco, que controlara su "saliva", pero ese día, sabía que necesitaba medidas urgentes.

Al no observar una reacción por parte de Bella, Edythe volvió a hacer lo mismo.

Un total de tres veces la "mordió" en el transcurso de la noche. Hasta que su madre comenzó a reaccionar.

La siguiente posibilidad era avisar a "su" familia, pero no tenía medios para ello. El antiguo móvil de su madre, donde tenía guardados los contactos de los Cullen, estaba asegurado con contraseña, la cual Edythe no sabía.

Al tercer mordisco, Bella comenzó a fruncir el ceño, y a murmurar algo de que le dolía la cabeza, que sentía un calor extraño en ella.

Fueron solo unos minutos, para pasar a quedarse muy quieta. Entonces Edythe pudo comprobar ciertos cambios físicos en su madre, que la dejaron perpleja:

Su tez estaba un poco más clara, sus rasgos faciales más finos y su pelo comenzó a brillar, lustroso. Fue igual que si le hubiesen aplicado un filtro de Photoshop.

El sudor de su cara se esfumó como por arte de magia, lanzó un suspiró profundo y abrió los ojos, pestañeando. Pero no porque la luz la molestase, si no porque necesitó hacerse a su mejorada manera de ver. Sus ojos, habían dejado ese marrón oscuro, para volverse de un marrón claro, con matices oscuros. Un tono parecido a la miel. Eran preciosos

- ¿Mamá? - Le preguntó Edythe en un susurro temeroso. El pecho de Bella comenzó a subir y a bajar, agitado.

- Nena… ¿Qué…? ¿Qué ha pasado? - preguntó sintiéndose desorientada.

- Mamá… Lo siento… Lo siento mucho. - Edythe tenía los ojos llenos de lágrimas. - Pero, he tenido que hacerlo.

- Edythe… ¿Qué es lo que has echo? - Le preguntó mostrando un pánico más que palpable, ya que estaba bastante segura de lo que su hija había echo.

- Lo siento… Yo… Te he mordido. - Sintió como su madre jadeaba, ya que entendió a lo que se refería con "mordido" - He, dejado entrar mi saliva en ti - Bella abrió los ojos como platos. - Sé que me lo habías prohibido; siempre me decías que tuviera cuidado en eso. Que el tío Charlie te explicó que la saliva de vampiro era lo que convertía a los humanos.. Pero… ¡Te morías! - Exclamó, casi enfadada, soltándolo todo de un tirón - No iba a dejar que murieras. Ni pensarlo. - sacudió su cabeza, enérgica - Eres lo más importante de este mundo para mi. - Le declaró. Bella suavizó su gesto facial, mirando a su hija conmovida. Era igual, exactamente igual de terca, de pasional y sentida que su padre.

- Lo se mi amor… - Bella apretó un segundo los ojos; necesitaba aclararse. - Y… en el fondo te lo agradezco, pero… ¿en que se supone que me has convertido? - Preguntó confusa y asustada. Edythe se mordió el labio, e inclinó los hombros, sin saber qué contestar a eso.

- He comprobado que mi saliva no tiene suficiente veneno - Frunció el ceño molesta - Te he mordido tres veces, y a penas as sufrido unos pequeños cambios físicos. Pero - alzó la cabeza, orgullosa - te he curado. - Bella le sonrió a su hija, pero en el fondo de su alma, se sentía perdida y bastante asustada.

"¿En que clase de… mezcla, me he convertido?" Pensó, intentando que su aflicción, no fuera visible para Edythe.

·

Bella no se había convertido en vampira, ni mucho menos, era una especie de híbrida.

Su parte humana seguía siendo predominante sobre los atributos vampíricos que le había otorgado Edythe.

Sus músculos estaban más definidos y fuertes, su rostro se había embellecido, como si llevara un maquillaje elaborado, y sus sentidos estaban más desarrollados.

Seguía respirando, pero pronto comprobó que no se ahogaba como antes al hacer un esfuerzo físico. Sus pulsaciones cardíacas siempre estaban bajas; su corazón parecía latir a menos revoluciones de las que debería.

Y algo que le preocupaba tremendamente a Bella: Su alimentación. Esa tampoco cambió, ya que seguía disfrutando de la comida como antes. Pero… si, había un pero, y es que sentía que no estaba satisfecha por completo cuando se alimentaba; no porque necesitase más cantidad, si no, igual a alguien quien se pone a dieta, eliminando, por ejemplo el azúcar y siempre siente que le falta "algo".

Tenía sed.

No era una necesidad vital. No le influía para acercarse a otros humanos… Pero, sabía lo que pasaba y eso, no ayudó a que su estado triste, mejorará. Al contrario, solo lo potenció. Devastándola.

·

Entonces, decidió que por mucho que no le apeteciera aun, debía ir planificando como reunirse con los Cullen… con Edward, y aparte de presentarles a Edythe, exponer en lo que su hija la había convertido.

"Tanto aborrecer a Edward… A todos. Tanto proteger mi humanidad, y ahora soy una mezcla extraña. Esto es un castigo por separar a Edythe de Edward. Un castigo divino"

Aunque había comprobado que no era peligrosa para nadie, a Bella dejó de apetecerle bajar a la calle y relacionarse con gente.

Estaba tan disgustada, tan triste, tan… ¡mal!

Todas las actividades divertidas que hacían, se vieron reducidas a la nada. Y eso, hacía que Bella se sintiera aún peor, al ver a Edythe sufrir por ella.

- Cariño, no quiero que estés mal. Te agradezco muchísimo lo que has echo por mí. Me has salvado la vida, otra vez. - Le dedicó una sonrisa amorosa a su niña. - Cuando pasen unos días y me haga a… - se señaló a si misma - Bueno… a mí, estaré mejor. En serio. - Mentía. Tenía la idea de que sería capaz de mentir y superar el don empático de su hija. La cual sonreía y asentía, para hacer sentir mejor a su madre.

Pero Edythe era extraordinariamente inteligente. Mucho más de lo que Bella imaginaba, y sabía perfectamente que su madre no mejoraría; al contrario. Esto cada vez iría a más.

- Claro mamá - Le seguía el juego - Solo hace una semana… Tienes que hacerte a tus mejoras. - Le guiñaba el ojo. Bella asintió con entusiasmo.

Le tomó las manos a su madre, reconfortándola con toda su fuerza. Pero no era capaz a aliviar el sufrimiento de su madre; era mil veces más intenso que su don.

Cuanto más se esforzaba Bella en mantener un humor positivo, más se notaba que mentía.

Entonces fue cuando Edythe tomó una determinación. Una que marcaría su vida y que esperaba su madre, entendiera. Pero no podía dejar que Bella siguiera sufriendo así.

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FOKS.

1 de junio de 2020

La visita a Alaska se alargó bastante más de lo programado inicialmente; ya que iban para un par de semanas, y al final se quedaron mes y medio.

Todos estaban derrumbados por lo acontecido con Bella, y Edythe, y el estar acompañados y entretenidos con sus primos, les hizo bien. Mucho mejor de lo que esperaban.

La compañía de Nícolas, pese a lo que creyeron en un principio, fue un bálsamo para todos; incluso para Edward. Ya que pudo comprobar que un niño como él, como su hija, no tenían problemas para relacionarse con humanos, como el temía.

Solo esperaba que estas semanas de dejar de buscarla, ella se sintiera más libre, menos presionada y recapacitara.

Era consciente que una vez contactara con ellos, Bella no podría seguir oculta, ya que tanto él como el resto de la familia, querrían un contacto constante con Edythe. Atosigarían a Bella hasta convencerla de vivir todos juntos, y de esa forma, la privacidad e independencia de ella, desaparecería para no volver jamás.

Y algo le decía, y estaba seguro en no equivocarse, que ella había pensado exactamente lo mismo.

·

- Bueno… ya estamos en casa - El suspiro que salió de los labios de Alice, sonó a cansancio. Sonó a agradecer el descanso y la paz de su casa.

Todos parecían sentirse igual, por lo que se tiraron en los sofás, sin soltar una sola palabra.

De pronto, el timbre de la casa sonó, alertándolos. Ya que estaban tan apáticos, que parecían tener sus sentidos desconectados.

- ¿Quién podrá ser? - Preguntó Carlisle completamente pasmado.

A varios de ellos, se le iluminaron los ojos, con un brote de esperanza.

- No es ella. - Murmuró Edward. Aunque intentó poner un tono serio y duro, no pudo ocultar su tristeza.

- Es… el cartero - Alice, que fue la que se acercó, lo anunció asombrada.

- Déjame - Carlisle fue el que tomó el rol de patriarca. - Voy yo.

- Hola… Doctor Cullen - lo saludó el hombre encargado de la oficina postal.

- Hola - Carlisle leyó rápidamente el nombre del funcionario de correos, sin que él se percatara - Sr. Smith. ¿Qué desea?

- Han intentado entregarle esto - alzó un gran sobre, certificado - a su hijo Edward. - El nombrado frunció el ceño, extrañado, desde el salón - Pero al no encontrar a nadie en casa durante semanas, lo han dejado en la oficina. - Explicó. - Y me comentaron que habían vuelto esta mañana, así que antes de que se me volvieran a escapar… - Sonrió y Carlisle le imitó el gesto. - Está certificado, y puede ser importante, por eso mi visita.

- Claro… Se lo agradezco mucho. - Carlisle se giró - Edward, tienes un certificado.

Se despidieron de forma agradable, y con gran curiosidad, Edward comprobó el sobre:

J. Jenkins.

Seattle.

- Es de Jenkins - Anunció Edward, mientras abría el sobre, del tamaño de un folio.

Nada más abrirlo, a sus manos, comenzaron a caer documentos. Varias páginas, con direcciones y datos.

Tomó el primero de todos, que era una nota escrita por Jenkins y leyó en voz alta:

He intentado contactar con usted, pero he tenido un accidente con mi móvil, y he perdido muchos números. Lo siento muchísimo.

En la ficha que tengo de Jasper, tenía apuntado otro número que me dice que no existe a día de hoy.

Por todo esto, y sin saber cómo contactarles, lo he mandado a la única dirección que tengo de ustedes.

Espero que aunque más tarde de lo debido, les sirva todo lo que he podido averiguar de la chica. De Isabella Swan.

Está muy bien escondida. No hay ningún dato rastreable de ella. Ese nombre, sigue en el registro, por lo que sigue vive, pero lleva más de dos meses sin usarlo para nada. Movimientos bancarios, tarjetas de móvil, transporte… ¡nada!

La única pista, la cual le comenté a Jasper, era las concordancias en los vuelos, y tras poder revisar las listas de viajeros, una vez el FBI las comprueba y las deja sin vigilancia, he conseguido una coincidencia.

Lo he comprobado y es ella. Pero ahora, se llama Emma Wallas.

A continuación le dejo un dosier con todas las coincidencias en vuelos, alquiler de vehículos, hoteles y arrendamientos de apartamentos.

He trabajado hasta ahí, pero sería muy fácil dar con ella ahora. Notifíqueme si quiere que continúe la investigación.

Atentamente,

J. Jenkins

·

La sala se quedó en un silencio sepulcral. Nadie sabía qué decir.

- ¿De cuándo está fechado? - Preguntó Jasper, rompiendo el silencio.

- El 20 de Marzo; hace mas de dos meses - Respondió Edward. Su voz sonó tal cual él se sentía: Perplejo.

- Entonces… - Esme no sabía como continuar; su mirada estaba nerviosa, mirando hacía su hijo.

- Sí. La hemos encontrado - Edward no miró a su madre al responderle. No podía. Realmente, no sabía ni como sentirse.

- Y… ¿Qué vamos a hacer? - Preguntó Rose - Mira los registros que te ha dado Jenkins. - Increpó. Ella debía ser la única que sonreía en ese momento.

Edward se quedó con los documentos en la mano, casi como si temiese leerlos.

- ¿Edward? - Carlisle se acercó a él, e hicieron contacto visual.

- No se… No se si quiero verlos. - Murmuró abatido.

- Ahora que la tenemos, la verdad es que produce dudas… morales. - Contestó Jasper con tono cuidadoso, y mirada perdida en sus meditaciones.- Porque, la hemos localizado… a nuestra manera, no porque ella quiera dejarse encontrar.

- ¿Cómo que no sabes? - Alzó la voz Rosalie, omitiendo descaradamente el comentario de Jasper. - No te pongas sentimental ahora. La tienes. Mira esos documentos y ve a por tu hija de una vez. - Gruñó.

Edward suspiró, cerrando los ojos. Abrió el sobre, con lentitud.

- ¡Basta! - alzó la voz Emmet, levantándose del sofá. - Ella no quiere que la encontremos, y lo hemos hecho con artimañas, recurriendo a un tipejo sin escrúpulos como Jenkins. - El enfado de Emmet era más que notorio.

Toda la sala se giró hacía él, mirándolo con asombro.

- ¡Emmet! - Exclamó asombrada Rosalie. - Pero… ¿Qué es lo que te pasa? - Su esposo ni la miró.

Hubo un segundo, incluso no llegó a ese tiempo, de silencio, hasta que a Edward le entraron unos pensamientos procedentes de Emmet:

Él fue el que había avisado a Bella de que iban a su encuentro; que la habían localizado.

- ¿Tú? - Preguntó Edward, con los ojos completamente abiertos; perplejo, enfadado y herido. - ¿Cómo… Cómo pudiste? - le recrimino soltando veneno en cada palabra.

- No quiere que la encuentres. - Le respondió lleno de ira. - ¿No te das cuenta? Se que es tu hija, que es un caso extremadamente milagroso, y que Bella te está privando de conocerla. Se que no está bien, pero lo que nosotros queremos hacer, está aun peor. - Sentenció rotundo. - En cuanto se deje localizar, todos… - lanzó una rápida mirada al salón - por un motivo u otro, monopolizaremos su vida, sin darle opción a decisión. Siempre con la frase de "Es por tu bien" - Apuntilló en el aire, usando un tono burlesco.

Edward pestañeaba no sabiendo como sentirse. Herido y traicionado, destacaban sobre manera.

- Puedo entender lo que dices, Emmet - Contestó, aguantando la rabia, tras respirar para serenarse un poco. - Pero has tardado dos meses en decirlo. - Gruñó - Debiste decirlo en el momento, o al día siguiente… pero no tardar dos meses - Gritó encolerizado. - Me has visto sufrir, desesperado, y no has abierto la boca - Edward se llevó las manos la pelo, frustrado.

Ambos estaban tremendamente enfadados el uno con el otro, y solo mirando sus rostros y sus portes, quedaba más que claro.

La familia, que ya había deducido lo que Emmet había hecho, estaba anonadada.

Justo cuando ambos, iban a comenzar a gritarse otra vez, Alice se quedó como ida: Estaba teniendo una visión. Una muy fuerte.

- ¿Qué ocurre Alice? ¿Qué has visto? - Le preguntó Jasper, rodeándola con los brazos como hacía siempre que tenía una visión.

Alice pestañeó maravillada, dejando ver una tremenda sonrisa, acompañada de un rostro repleto de asombro.

- No hace falta que mires esos documentos - se dirigió a Edward, el cual frunció el ceño, confundido. - Está en San Francisco.

- ¿La has visto? ¿Se ha dejado ver? - Preguntó Emmet, sorprendido.

- ¿Te ha desbloqueado… así, sin más? - Preguntó Carlisle. Alice negaba a ambos.

- No ha sido ella. - Edward abrió los ojos, al punto de no dar más de si. - Ha sido la niña. Me ha mostrado el puente de San Francisco, la zona donde está su apartamento, las vistas que tiene desde la ventana, un reflejo de si misma en el espejo - Sonrió tierna - Y… - apretó los labios, mostrando una gesto preocupado. Edward gesticuló, apremiando a su hermana. - A Bella… Algo le pasa. Edythe no me ha dejado ver mucho, ni me ha mostrado algo que aclarase el qué, pero si me ha dado una pista de que algo le ocurre. Que necesita ayuda.

Edward se giró hacía Emmet.

- ¿Ahora te parece moral y correcto ir? - Preguntó con sarcasmo. Emmet rodó los ojos.

- Si mi sobrina ha hecho algo así, es porque nos necesita. Bella, nos necesita. - Sentenció.

Todos subieron a sus cuartos a hacer una pequeña bolsa de viaje, y sin más pérdida de tiempo, tomaron rumbo a Seattle; desde allí´, salía un vuelo directo a San Francisco.

En unas horas, se reunirían con Bella y, por fin, con Edythe.

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Vaya... Vaya...

Bella, una híbrida.

Edythe tiene dos dones. A cual más interesante. Y es una belleza, como su padre.

Y, viendo que su madre está tan mal... ella ha sido la que ha "contactado" con su tía Alice.

Justo, cuando recibieron el informe de Jenkins.

El próximo capi, que ya tengo casi listo, os lo subiré en unos días, ¿ok? Si no me pasa nada, que no consiga terminarlo, a mediados de semana, lo tendréis.

¡MIL BESOSSSSS!