CAYENDO A PEDAZOS

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Decidido a saber quien es el nuevo contacto, antes que nada, primero debe atender un llamado de Runeard, quien desde el mismísimo correo le indico que urgentemente lo quería ver.

Al llegar a su mansión ese mismo día en que fue al teatro a cumplirles un trabajo a Harry White y Hans Christian, decide ir a ver al pelirrojo.

Todo comienza una vez que llega y ve a Runeard hablando solo consigo mismo. Aparentemente escribiendo una carta – ¡Ja, ja! Sí, soy Runeard T. Arendelle. 'T' de total… Total confianza. Estupendo– exclama una vez que termina la carta que estaba escribiendo y se levanta de su escritorio.

Al verse mutuamente ambos, tanto Vik como Runeard, es este primero quien le pregunta – Bueno, ¿a quién le escribías?– guardando la carta en un sobre y anonadado ante la pregunta, Runeard le dice – Ah, amigo, solo le escribía al contador; nos va a cargar más por conseguir más dinero–.

No creyéndole en lo más mínimo, Vik se sienta en el escritorio y con los brazos cruzados, en tanto Runeard se retira de su escritorio para conversar con el trigueño de frente – ¿Llamaste al contador?– le pregunta Vik con una ceja inclinada.

– Sí... Vamos por un buen rollo. – le responde Runeard al trigueño mientras se muestra algo incómodo.

Mirándolo como si fuera una mujer, Vik se levanta del escritorio y se dirige al ventanal, en tanto le dice – Eh, lo que tú digas–.

No dándole importancia y pasando por alto lo que el trigueño dijo, Runeard le informa repentinamente algo nuevo – Da igual. Tenemos cosas importantes de las que preocuparnos. Alguien ha estado metiendo mano en la mercancía... Pitch Black y Weselton están que se inmolan en fuego. Les he dicho que nos encarguemos de ello–.

Ante la noticia que Vik considera no tan alarmante, este le dice dándose la vuelta para mirarlo – Es lo último que nos faltaba, encima de todo lo demás–.

Luego de quedársele viendo Runeard a Vik, este último le dice – Por cierto, Runeard, ¿Sucede algo?–.

Negándose a confesarle lo que aparentemente sucede, el pelirrojo le dice con un suspiro pesado – Joder, es Helenita. Pensaba que lo de ustedes iba en serio, pero Rita dice que ustedes ya ni se ven–.

Con el nombramiento de la joven, Vik rueda los ojos y luego le informa con mal gusto – Sí, bueno. Mi relación con Helena es amena y creo que puede ser jodida. Créeme, lo sé. Uh... Oh, oh... Sii... Ahora vamos, tenemos que encargarnos de ese trabajo–.

Pasando delante de él pelirrojo, Vik se encamina a la salida de la oficina de Runeard, mientras esté lo sigue por detrás y exclama – ¡Sí!–.

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Se retiran de la mansión ambos y luego se dirigen a la costa cercana del pueblo, donde Runeard tiene algo para Vik.

Dentro de uno de depósitos, en los muelles cercanos, Vik queda boquiabierto al ver a un dragón furia nocturna, único en su clase.

– ¡Dios, tiene que ser una broma!– exclama Vik al ver al susodicho ser alado y completamente de tono oscuro.

Sorprendido, cambia de postura al dirigirle la mirada a Runeard, volviendo a su clásico carácter fuerte – Y bien, ¿Quién ha estado mangoneando la mercancía?– le pregunta al instante a Runeard, dirigiéndole en ese instante una mirada sería.

Distraído con la criatura, Runeard responde después de quedarse medio perplejo – ¿Qué...? Ah, sí, han sido... Los piratas de Portugal–.

Inseguro ante su declaración, Vik lo cuestiona – ¿Seguro?–.

– Claro que estoy seguro– le responde Runeard, guiñándole un ojo a Vik.

Presenciando su inseguridad, Vik se levanta en hombros y luego le dice sabiendo la verdadera sensación que siente el pelirrojo – No lo pareces–.

– Bueno, supongo que tendré que demostrártelo– le contesta mientras se trepa al lomo del dragón y le da la mano a Vik para que también se suba.

– Bien, tú vuelas y yo los vuelo, ¡ja,ja!– le dice mientras prepara una ballesta para el posterior ataque que se suscitara.

– ¡Venga, vamos a darles!– grita Runeard, en tanto el dragón con señales como si fuera un caballo, empieza a tomar vuelo.

Durante el largo viaje en aire, Vik le dice con miedo a Runeard – ¡Odio las alturas!–.

Al llegar a la posición donde está la mercancía, al instante, Runeard no duda en atacar.

– Veo a un puñado de esos capullos de mierda ahí abajo. Acercarte más. Voy a reventar unas cuantas cabezas– le informa con antelación a Vik, en tanto este último hace que el dragón se incliné para acabar con los enemigos.

De manera repentina y sin que los piratas logren defenderse, Runeard los empieza a atacar en tanto también, Vik y el dragón se suman al ataque en pleno vuelo.

Con el ataque, logran matar sin piedad a varios enemigos; atravesándolos con flechas e incinerándolos con el aliento destructivo y acalorado del dragón.

Observando que los enemigos se retiran cobardemente ante el ataque, Runeard les grita en los aires – ¡Eso es! ¡Corran, Mariquitas!– agrega mientras mata a más enemigos que intentan huir a pie o a caballo – ¡Chúpenmela! ¡Soy tan bueno que doy miedo!–.

Creyendo que han cantado victoria, se dirigen hacia un hotel en construcción y desde ahí continúan matando enemigos.

– ¡Traguen plomo!– grita de manera malandra Runeard, mientras se divierte y se cree invencible.

Pasando por un tejado, Vik le dice muy concentrado en el control del inquietante animal escamoso – ¡Hay más en ese tejado!– señalándole al instante varios enemigos arriba de uno de los tejados.

Mientras intentan matar a varios enemigos, pasando por el tejado, uno de los piratas con un cañón logra herir de gravedad al destructivo animal, el cual al ser herido, no soporta el dolor y se levanta como si fuera un caballo, mientras deja caer a Vik y a Runeard de una altura de cas metros de altura.

Asustados ambos hombres, Runeard grita mientras cae arriba de un tejado en construcción del mencionado hotel – ¡Nos han dado!– agrega al estampar su cuerpo contra el concreto – ¡Ayyyy! ¡Mierdaaaaa!–.

Vik por otro lado, grita el nombre de Runeard mientras cae contra una base de madera y luego se estampa contra el suelo – ¡Runnnneeeard!–.

Mientras se reincorporan ambos en las posiciones en las que cayeron, Vik algo asustado ante la osada forma en que cayeron del dragón, empieza a gritar y a llamar a su compañero – Runeard... ¿Estás ahí?–.

Cubriéndose en contra de los piratas, escucha la voz de Runeard, responderle – ¡Eh Vik!–.

Al escuchar la traviesa voz del pelirrojo, Vik suspira aliviado y le dice – ¡estas vivo! pensé que te habías dañado–.

– Qué va. Me he encontrado con unos idiotas, aquí arriba. Y tengo caballo nuevo. ¡Si!– dice mientras le muestra a su nuevo corcel.

– Y a mí qué. ¿Dónde esta la mercancía robada?– exclama Vik después de haber rodado los ojos y haber visto al corcel de raza turcomano.

Distraídos con los piratas, logran matar a varios y después de deshacerse de muchos de estos apabullantes enemigos, nuevamente se reúnen para descansar.

– La mercancía... Sí... Probablemente ya la habrán vendido... Los muy cabrones– le informa Runeard ante la cuestión de parte del trigueño y estando arriba de su nuevo corcel, en tanto da unos pasos hacia adelante.

– ¡Bueno, nos vemos, amigo!– agrega sin más y dándole la orden al caballo de avanzar, y retirándose del lugar y dejando solo a Vik, quien dice alzándose únicamente en hombros mientras lo ve irse – A veces, no se por qué me preocupo–.

Sin siquiera poder despedirse, Vik ve sus alrededores completamente llenos e infestados de hombres y caballos muertos.

Cansado del duro ataque que orquesto con Runeard, decide regresar a su mansión para descansar.

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Al llegar a casa, sumamente molesto, decide pasar a ver la correspondencia, como suele ser.

Al abrir el buzón, se encuentra con muchos mensajes de contacto y relacionados con su llamativa mansión.

Inspeccionando cada uno de los mensajes, se topa con uno muy particular, siendo este mensaje de Pitch Black y Weselton, el cual dice "Pitch – Weselton: No nos quieras joder, Vik... Sabemos lo que ha pasado por ahí. Resuelve esta situación."

Inquieto después de leer el mensaje, Vik niega sutilmente y ya sin más que hacer, se dirige a su mansión en tanto suspira por el cansancio.

Terminando así este capítulo.

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