Capítulo 46

Un buen rato después, tras darse un paseo por los alrededores abrigada con la piel de Sasuke, que olía a él, Sakura decidió regresar a la casa, donde Tritón salió a saludarla.

Al entrar en el salón, miró en dirección a la chimenea. Ver aquello que Sasuke había hecho para recordar a su mujer le revolvió el estómago. Mientras él viviera rodeado de todas aquellas cosas, nunca podría continuar su camino.

Durante un rato se calentó ante el fuego de la chimenea y, cuando sintió que sus nervios por fin se templaban, tras ver al perrillo dormido decidió subir a la habitación. Seguramente Sasuke ya estaría durmiendo.

Sin embargo, se sorprendió al abrir la puerta y verlo metido en la bañera.

Como era de esperar, los ojos de ambos se encontraron y Sakura se quedó parada en la puerta. Se miraron unos segundos en silencio y luego él extendió la mano y dijo:

—Te estaba esperando.

Su voz...

Su gesto...

La joven ya lo iba conociendo, y sabía que en ese instante él estaba sosegado y tranquilo. Como ella.

Aun así, no se movió de donde estaba, y Sasuke, atormentado por lo mal que hacía las cosas, se levantó desnudo de la bañera y salió de ella. A continuación, tras coger un cubo de agua que se calentaba en la chimenea, lo echó en la bañera y, en cuanto lo dejó en el suelo, insistió:

—Vamos..., ven.

Esta vez ella no se resistió. El magnetismo que el vikingo desprendía la hizo caminar hacia él. Una vez a su lado, levantó la cabeza para mirarlo y él, sorprendiéndola, susurró:

—Lo siento, Sakura.

Oír eso le erizó el vello de todo el cuerpo. Que Sasuke comenzara a darse cuenta de que quizá erraba en ciertas cosas era algo bueno para todos, pero especialmente para él, y, acerándose, lo besó.

Con mimo, lentitud y deseo se besaron durante unos segundos mientras ella dejaba caer la piel que llevaba al suelo. Sin tiempo que perder, Sasuke le quitó entonces la camisola y, cuando estuvo desnuda como él, la cogió en sus brazos y se metió en la bañera.

Al sentarse, Sakura recostó la espalda en su pecho. Permanecieron así unos instantes en silencio hasta que de pronto él dijo:

—Sé que no soy de trato fácil, y menos cuando se trata de Ingrid. Pero nunca te he mentido. Siempre he sido sincero contigo en lo referente a ese tema.

Sakura asintió. Y, sin mirarlo, solo notando sus manos en su cuerpo, respondió:

—Lo sé...

De nuevo, el silencio entre ambos se hizo eterno, y él susurró entonces bajando la boca hasta su oído:

—Poséeme.

A la joven le gustó su petición. No quería otra cosa más que poseerlo, sentirlo suyo, solo suyo, y, dándose la vuelta en la bañera, lo miró a los ojos y, poniendo sus húmedas manos sobre el rostro de él, sonrió.

Sasuke se volvió loco al verla. Nadie, absolutamente nadie más, tenía aquella sonrisa. Pensó en decírselo, en hacerle saber que para él era bonita, preciosa, maravillosa, pero las palabras no le salían; entonces ella acercó sus labios a los de él y lo besó.

Un beso...

Dos...

Lo que Sakura lo hacía sentir cuando lo besaba, lo tocaba, lo miraba, era tremendamente especial. Deseaba poseerla, besarla, amarla. Lo deseaba todo de ella, pero no sabía por qué aún era incapaz de hacerlo con tranquilidad.

La intensidad del momento subía por segundos cuando el vikingo hizo un gesto para darle a entender que él dirigiría lo que iba a ocurrir. No obstante, ella se sentó de pronto a horcajadas sobre él y musitó:

—Me has pedido que te posea y eso quiero hacer.

Él sonrió y ella, gustosa por ver aquella sonrisa tan bonita, susurró:

—Tontito...

La sonrisa de Sasuke se extendió más aún.

Más besos...

Más caricias...

Más jadeos...

Sentada sobre él mientras lo miraba a los ojos, Sakura se introdujo su miembro y, agarrándose a su cuello, comenzó a mover las caderas con decisión. Sasuke se estremeció, aquello lo volvía loco.

—Cierra los ojos y disfruta, mi amor..., disfruta —la oyó decir.

Sin dudarlo, el vikingo le hizo caso mientras temblaba como una hoja.

La intensidad de los movimientos de Sakura se incrementó, y más cuando comenzó a morderle con delicia la oreja. Sabía que a él eso le gustaba mucho. El agua de la bañera se derramaba por los bordes a causa de los movimientos de la joven, pero a ninguno de los dos les importaba. Lo único que contaba era el momento, el disfrute, el desahogo.

Excitada por lo mucho que gozaba con lo que hacía, Sakura se dejó llevar. Sasuke era suyo. En aquel instante, en aquel momento, era suyo, no de Ingrid, y deseosa de hacérselo saber, lo poseyó con decisión.

Durante un rato, el placer, la locura y el éxtasis se apoderaron de ambos, hasta que la joven sintió cómo las manos de él se anclaban con fuerza a su cintura. Apartando la boca de su oreja, Sakura lo miró y el vello de todo su cuerpo se erizó cuando este, tomando las riendas de la situación, susurró incinerándola con su mirada oscura:

—Ahora cierra tú los ojos y disfruta..., mi amor. Disfruta.

Oír ese «mi amor» erizó de nuevo el vello de la joven. Era la primera vez que él le decía algo parecido y, sin poder evitarlo, cerró los ojos y sonrió.

Ella disfrutaba...

Él disfrutaba...

Ella jadeaba...

Él jadeaba...

La conexión que había entre ambos, y no solo en el sexo, era maravillosa. Y cuando alcanzaron el clímax y sus cuerpos se estremecieron al unísono, al quedar abrazados en la bañera, Sasuke, satisfecho, susurró besando el cuello mojado de la joven:

—Me vuelves loco, Sakura. Loco.

Ella sonrió. No solo se habían hecho el amor con gusto y deleite, sino que en esa ocasión él la había llamado «mi amor». Por ello, mirándolo como se suele mirar a alguien a quien quieres más que a tu vida, Sakura Haruno declaró incapaz de callar:

—Te amo...

Según oyó eso, a Sasuke se le paró el corazón. ¿Lo había oído bien?

Sakura, sabedora de lo que había dicho y del gesto de desconcierto de aquel, susurró intentando bromear:

—Igual que nunca prometo lo que no sé si seré capaz de hacer, cuando tengo algo que decir, o lo digo o reviento. Y, sí, Sasuke. Te amo. Me he enamorado de ti. Pero, tranquilo, sé lo que me ofreces y no te voy a exigir nada.

Boquiabierto por aquella revelación, que no esperaba, el vikingo contestó como pudo:

—No... no sé qué decir.

Suspirando por lo bocazas que era, Sakura asintió. ¿Por qué no aprendía a controlar sus palabras? Y, consciente de que ya no podía desdecirse, añadió:

—Hay un corazón entre tú y yo y eso siempre será así. No te pido nada. No te exijo nada. Pero, Sasuke, yo no soy como tú. Yo vivo el presente, y el mañana... ya se verá. Tras poseerte y sentirme poseída por ti, he necesitado decirte lo que siento. Y, aunque nuestro tiempo de estar juntos se agota, quiero que sepas que estos días contigo en tu casa, con los niños y Tritón, serán el tesoro más bonito que guardaré en mi corazón para el resto de mi vida.

El vikingo asintió conmovido. No esperaba ni que la joven se enamorara de él ni tampoco aquella franqueza por su parte. Él sentía algo por ella, algo que todavía le resultaba difícil definir, y musitó:

—Sakura, yo...

—No. No digas nada.

—¿Por qué?

Con cariño, ella le retiró el pelo mojado del rostro.

—Porque será lo mejor.

Y, sin dejar que dijera nada más, lo besó con deseo y, segundos después, le hizo de nuevo el amor.