EL CABALLERO DE RESPLANDECIENTE ARMADURA

Ásmita continuaba mirando a la espectro con ira y desprecio en sus ojos, mostrándole el enojo que sentía por haber intentado dañar a su familia.

_Tus pecados te condenan, espectro; desde el siglo XVIII has estado tomando vidas, y has continuado con ello aún en este tiempo. Además te has atrevido a tocar a los seres que son lo más preciado para mí en este mundo,y ¡no saldrás impune de haberlos lastimado! Ha llegado el momento de que pagues por tus crímenes; sólo así las almas de las personas inocentes que asesinaste en tu camino de búsqueda de venganza podrán descansar en paz_ . Banu lanzó una carcajada siniestra, luego de lo cual, encendió su cosmos y lanzó de improviso una de sus técnicas contra Ásmita,que a su vez, invocó su barrera protectora característica casi inquebrantable,Khān, para repeler la oleada inmensa de llamas violáceas dirigidas hacia él.

_¿Sabes por qué te he arrebatado a tu hijo y a esa chiquilla que tienes como tu amante, Virgo? No sólo tengo que cumplir con la misión que me encomendó mi Señor Hades de acabar con la amenaza que representa ese mocoso para que él pueda ganar la próxima Guerra Santa que se desarrollará en este siglo, sino también porque ¡tú me quitaste a mi maestro, Atavaka de Acala!!_ , exclamó Banu con rabia contenida desde hacía mucho tiempo, y que dejó salir al lanzar una vez más uno de sus ataques, consistente en una enorme bola de fuego color morado contra Ásmita, que se protegió utilizando nuevamente su técnica Khān.

Fue entonces que en ese momento comprendió tanto ensañamiento de la espectro para con su familia: en primer lugar, culpaba a Natalie de haberle arrebatado el amor de Degel y su belleza; segundo: tenía que eliminar al pequeño Alejandro, heredero de la armadura dorada de Virgo y pieza fundamental para desbaratar los planes de Hades para ganar la próxima Guerra Santa, y por último, lo que le acababa de revelar y que jamás Ásmita se había imaginado es que la mujer fuera discípula del espectro más cercano a un Dios en el Inframundo,a quien él había derrotado en el siglo XVIII,antes de que comenzara el conflicto bélico entre Atena y Hades de ese tiempo.

El caballero de Virgo esbozó una media sonrisa sarcástica, mientras se dirigió a Banu:

_ Así que Atavaka era tu maestro... No era más que un demente que creía haber alcanzado la iluminación y que solamente se alimentaba de las almas de los pobres muertos que llegaban al Inframundo... Él ha pagado por los pecados que ha cometido, y la rueda del Samsara se ha encargado de que su alma no vuelva a renacer jamás. Tú,como seguidora y discípula de ese monstruo devorador de almas, ¡también serás castigada! ¡Te enviaré a padecer en los seis infiernos! ¡Rikkudō Rinne!!_ , rugió Ásmita, y lanzó una esfera de luz hacia su oponente, luego de lo cual el espíritu de la espectro comenzó su pasaje a través de los infiernos de la doctrina Samsara, hasta ser torturado en Asura,el mundo de la Guerra, pero del cual pudo escapar casi milagrosamente,o mejor dicho, sospechosamente, puesto que el caballero de Virgo deseaba aplicar su técnica más poderosa para privar a la espectro de sus sentidos, uno a uno, y finalmente destruir su cuerpo y también su alma.

_Has experimentado el terror extremo en Asura, el mismo que les inflingiste a tus víctimas sin la menor consideración ni misericordia...Ahora vas a saber qué es lo que se siente al quedar despojado de todos tus sentidos, ¡Tesoro del Cielo!_ , y con un simple movimiento de su mano comenzó a quitar uno por uno los cinco sentidos de la espectro, la cual se encontraba inmovilizada y con su cuerpo en una posición totalmente antinatural,con el rostro transfigurado debido a los horrores que había visualizado mientras estaba bajo la técnica de Transmigración a los seis infiernos, y también producto de la privación de sentidos que ahora estaba experimentando.

Se retorcía de un lado a otro,adoptando posturas imposibles para un cuerpo humano; a pesar de haber perdido sus cinco sentidos, Banu continuaba teniendo su pensamiento, que Ásmita no le arrebató para que pudiera escuchar las últimas palabras que tenía para decirle telepáticamente, antes de que el alma de la espectro, fuera sellada, al igual que la de su maestro Atavaka, en la rueda del Samsara, que apareció frente a ella luego de que el caballero de Virgo adoptara la posición de loto y comenzara a recitar mantras.

_¿Lo ves, espectro? El Karma ha venido por ti, al igual que se ha encargado de hacer que tu maestro tenga su merecido, también se encargará de que tú recibas tu castigo... ¡Ya no volverás a renacer jamás como espectro, desaparece!!_ ,fue lo que Ásmita le dijo a Banu utilizando su telepatía, tras lo cual la mujer se esfumó en forma de un denso humo negruzco que fue absorbido por la rueda del Samsara.

Natalie sólo había observado el inicio de la batalla por unos escasos minutos, puesto que a pesar de sus heridas,se dirigió hacia donde se encontraba su bebé, a escasos metros de ella; luego de comprobar que el pequeño se encontraba ileso, lo cubrió con su cuerpo para evitar que fuera lastimado por algunas de esas llamas violáceas que la espectro lanzaba sin control.

Dentro de sí, rogaba que su adorado caballero dorado pudiera derrotar a esa malvada mujer, y que así los tres pudieran salir de ese lúgubre lugar y regresar a su hogar.

Una vez que el alma de la espectro quedó sellada, Ásmita rompió su postura de meditación y rápidamente fue en búsqueda de las personas que más amaba en el mundo.

Al ver a Natalie cubriendo a su hijo con su cuerpo,el caballero de Virgo colocó una de sus manos sobre la espalda de la joven, ofreciéndole comfort,mientras con la otra la ayudaba a incorporarse lentamente para no ocasionarle más dolor por sus heridas; miró con preocupación a su pequeño bebé y lo revisó rápidamente buscando si presentaba alguna herida, y al ver que se encontraba bien, depositó un tierno beso sobre la frente del niño, que observaba a su padre con sus ojos inocentes y alegres.

_Ya todo ha terminado, amor mío, esa espectro ha desaparecido de nuestras vidas para siempre...su alma ha sido sellada y no podrá renacer nuevamente, ya no debes temer por nuestro hijo, él estará a salvo _ , dijo Ásmita con dulzura mientras con uno de sus dedos elevaba la barbilla de Natalie para que lo mirara a los ojos. En ese momento, él pudo observar detenidamente las lesiones que ella tenía en su cabeza y en su rostro producto del ataque de aquella espectro, y su corazón se oprimió de dolor, ya que se sentía culpable de no haber llegado a tiempo para evitar que esa mujer se llevara a su familia y que lastimara de esa forma a un ser tan bondadoso y gentil como la joven que tenía frente a él; aquello lo llenó de rabia contra sí mismo y apretó uno de sus puños inconscientemente mientras cerraba sus ojos y en su rostro se dibujaba un rictus de preocupación y frustración.

Natalie,al observar su expresión, comprendió al instante lo que estaba pasando por la mente del caballero de Virgo, y con su mano acarició con delicadeza el rostro del mismo, tras lo cual habló antes de que él pudiera pronunciar palabra alguna:

_ Ásmita, no hay nada que perdonar; has venido por nosotros y derrotaste a esa espectro, además de asegurarte de que no volviera nuevamente a la vida para que así nuestro hijo pueda crecer en paz, eso es lo que importa... ¡Muchas gracias por habernos salvado!...Por haberme salvado una vez más... Te amo... Eres mi caballero de resplandeciente armadura dorada..._ .

Al escuchar las palabras de su amada, Ásmita abrió sus ojos azul turquesa y contempló con amor la mirada castaña cansada de la joven médica, al mismo tiempo que una media sonrisa divertida se dibujó en sus labios, tras lo cual exclamó alegre:

_ Veo que has aprendido a leer mis pensamientos, amor mío... Nuestro hijo y tú son el tesoro más grande que me ha dado la vida, y siempre voy a velar por su seguridad y bienestar, hasta mi último aliento... Los amo profundamente... Te amo, Natalie..._ , luego de estas palabras, el caballero de Virgo acarició con su pulgar el labio inferior de Natalie, y finalmente cubrió su boca con la suya, con un beso que reflejaba el anhelo luego de la forzosa separación y lo mucho que él había extrañado el sabor de sus labios.

Aprovechó el contacto con la joven para utilizar su cosmos y así aliviar lo más que podía, el dolor que ella sentía por las heridas que presentaba; cuando se separaron al escasear el oxígeno entre ambos, Ásmita tomó a su hijo en brazos y se lo entregó a su madre, para luego tomar en sus brazos a la joven y de esa manera alejarse los tres de ese lugar.

El caballero de Virgo hizo un leve movimiento con su cabeza ordenando mentalmente a su armadura que abandonara su cuerpo y regresara a su hogar, mientras él se dirigía con Natalie y su hijo rumbo al hospital para que ambos fueran examinados y que recibieran atención médica.

En la emergencia, el médico y los administrativos que los recibieron inmediatamente se dieron cuenta de que se trataba de la joven médica residente que siempre se había dirigido a ellos con respeto y amabilidad, y que cada día los saludaba cordialmente con una sonrisa en su rostro juvenil, por lo que se preocuparon enormemente de verla en las condiciones en que se encontraba, y más después de haberse enterado de su desaparición hace dos noches.

Rápidamente tanto Natalie como su hijo fueron ingresados en el departamento de emergencias, donde les realizaron todos los exámenes pertinentes, que arrojaron como resultado que el pequeño Alejandro se encontraba en perfectas condiciones de salud, mientras que la joven presentaba múltiples hematomas y excoriaciones en distintas partes del cuerpo, principalmente en su tórax y abdomen, y heridas cortantes en cuero cabelludo y parte superior de una de sus cejas, las que requirieron sutura; la placa de tórax informó que tenía dos costillas fracturadas y la ecografía abdominal no reportó alteraciones.

El médico de guardia dió aviso a los jefes de Natalie y a las autoridades, las cuales acudieron a tomar la declaración de la joven en vistas de que estaba desaparecida y que según testigos, había sido llevada contra su voluntad por una mujer morena, de la cual no se halló rastro alguno, pero que continuarían buscando, puesto que era sospechosa por el homicidio de las enfermeras del turno noche del servicio donde se desempeñaba Natalie.

Al enterarse de que la joven se encontraba hospitalizada en el servicio de Emergencias, sus jefes se hicieron presentes ante ella, y le dijeron que no se preocupara por otra cosa que no sea su salud, y que podía tomarse el tiempo que necesitara para recuperarse tanto física como psicológicamente de sus heridas y de haber vivido una situación tan traumática. Realmente habían sido muy comprensivos con ella, a diferencia de sus anteriores jefes, a quiénes no les había importado que ella trabajara enferma; daba gracias al cielo que ahora las cosas hubieran cambiado y se encontrara con personas que poseían humanidad. Por precaución, Natalie y su hijo debían permanecer en observación por 24 hs, para descartar cualquier eventualidad que se pudiera presentar; Ásmita no se separó de ellos en ningún momento, y veló por sus sueños durante la noche que tuvieron que pasar en ese centro de salud.

Cuando los primeros rayos de sol asomaron por la ventana de aquel cubículo de la sala de Emergencias, la joven médica abrió sus ojos y encontró, aún dormido a su lado, a su amado caballero dorado; le dedicó una dulce sonrisa mientras lo contemplaba dormir y acariciaba su mejilla y sus cabellos dorados, se veía tan tierno... Era otra de las cosas por las cuales tenía que dar gracias a Dios, el haber encontrado un hombre tan bueno y maravilloso, que le brindaba su protección y amor incondicional, y que era capaz de dar su vida por ella y su pequeño hijo si fuera necesario.

Lentamente, el caballero de Virgo abrió sus ojos y se incorporó para mirar a su amada.

_¿Cómo te sientes, Natalie?¿Te encuentras bien? Gracias a los dioses que tus exámenes han salido bien; me duele en el alma que hayas tenido que soportar los golpes de esa maldita espectro..._ , dijo Ásmita mientras estrechaba entre sus brazos con cuidado a la joven, la cual correspondió al gesto del caballero al instante.

_Estoy bien, Ásmita, sólo necesito descansar un poco hasta que mis costillas suelden y mis hematomas desaparezcan... No veo la hora de irme de aquí, quiero ir a casa..., exclamó la joven suplicante.

En ese momento, la enfermera que tomaba el turno de la mañana ingresó en el cubículo para controlar los signos vitales de Natalie y colocarle medicación, lo que Ásmita aprovechó para ir a ver a su pequeño bebé, que se encontraba descansando en las cunas de la guardia de Pediatría, luego de lo cual pasaría por el departamento para alistar las cosas y el lugar para cuando llegara allí con Natalie y el pequeño Alejandro. Debía apresurarse y dejar todo listo.

Varias horas más tarde, Ásmita regresó para llevarnos a casa a nuestro hijo y a mí; en el transcurso de la mañana volvieron a realizarnos exámenes médicos de rutina que gracias a Dios resultaron estar bien, por lo que los médicos del departamento de emergencias nos dieron el visto bueno para el alta.

Con una sonrisa en sus labios, me ayudó a incorporarme de la pequeña cama y a vestirme con mucho cuidado de no causarme dolor con algún tipo de movimiento brusco, cargó mi bolso con mis cosas y luego fuimos hacia los cuneros de Pediatría para retirar a Alejandro, que al igual que yo, se encontraba impaciente por irse de aquel sitio.

Antes de abandonar el hospital, saludamos a todas las personas que se habían acercado a preguntar por nuestro estado, y le dimos las gracias, al igual que a todo el personal médico y de enfermería; al salir a la acera, había un taxi esperándonos para llevarnos al departamento, por lo cual en un par de minutos habíamos llegado finalmente a nuestro hogar. Ásmita cargó a nuestro hijo en brazos y me ayudó a descender del vehículo, subimos en el ascensor hasta que llegamos a nuestro piso, y finalmente, estábamos frente a la puerta de nuestro departamento.

Ásmita abrió la puerta con lentitud, animándome a entrar, todo el ambiente se encontraba a oscuras; cerró la puerta y luego encendió la luz. Entonces observé con asombro cómo el lugar había sido arreglado: la mesa estaba dispuesta para que una cena se llevara a cabo, con un mantel blanco impoluto y delicado cual encaje, con servilletas haciendo juego ,copas de champagne , unos sencillos candelabros con velas, y un enorme ramo de rosas rojas.

Una sonrisa se dibujó inconscientemente en mi boca, y sentía mi corazón desbordar de amor por aquel hombre, que me miraba en ese momento con ternura, mientras sostenía en sus brazos aún a nuestro hijo.

Dió unos pasos hasta el moisés que se encontraba en el comedor y depositó allí al bebé, luego caminó en mi dirección hasta situarse frente a mí; me tomó de las manos y me miró a los ojos, transmitiéndome una paz infinita.

_Sé que éste quizás no es el mejor momento, pero no quiero que el tiempo siga pasando... Deseo que el lazo que une nuestras almas también nos una legalmente en este tiempo... Natalie, amor mío, quiero que seas mi esposa...Eres la mujer que me ha enseñado que en este mundo existe algo más que sólo dolor y sufrimiento; la única a la que quiero tomar de la mano para recorrer el camino de esta existencia... Mi alma y mi corazón te pertenecen desde el momento en que apareciste en mi vida...Te amo, amor mío..._ fueron las palabras que Ásmita me dijo, tras lo cual depositó un beso delicado sobre el dorso de una de mis manos, sacó del bolsillo una pequeña caja de terciopelo rojo y la abrió ante mis ojos, para revelar sin duda el anillo más bello y original que había visto jamás.

Estaba maravillada con la visión de esa preciosa sortija de compromiso, una flor de loto con un pequeño y delicado diamante; lágrimas de alegría comenzaron a asomar en mis ojos, mientras mi sonrisa se ensanchaba más y más de la alegría. Elevé mi rostro hacia él para mirarlo directamente a sus impactantes ojos azules y darle mi respuesta:

_ ¡Por supuesto que sí, sí quiero ser tu esposa Ásmita! ¿Cómo podría no aceptarte? Tú me has devuelto la confianza en mí misma y la fe en mi profesión, que ya creía perdida...literalmente me has devuelto la vida, y me has dado el regalo más valioso de todos cuando creía que ya no me quedaba nada en el mundo...¡Te amo, mi caballero dorado!_ .

Luego de escuchar mis palabras, Ásmita me dedicó la sonrisa más hermosa de todo el mundo, mientras tomaba el anillo y lo colocaba en el dedo anular de mi mano izquierda, luego de lo cual me atrajo con cuidado hacia él y me besó con un beso lento que poco a poco se fue profundizando, y que me demostraba todo el sentimiento que él guardaba en su interior, y del cual yo era la única dueña.

Los días fueron pasando , y se convirtieron en semanas, durante las cuales Ásmita se dedicó por completo a cuidar de Natalie y de su hijo; había pedido permiso en su trabajo para poder ocuparse de los cuidados de la casa y de su familia mientras se recuperaban del amargo episodio que por fortuna, ya había quedado atrás. La joven iba sanando sus heridas, cada día se sentía mejor, y había retomado las meditaciones con Ásmita tal como lo hacía tiempo atrás; eso parecía ayudarla a recuperarse más rápido aún, lo que Natalie aprovechó para organizar el matrimonio, puesto que aún no habían definido la fecha hasta que ella no estuviera completamente recuperada.

Habían acordado en realizar solamente la boda civil, y algo muy sencillo; aquí no tenían casi amigos, sólo conocidos y compañeros de trabajo con los que solamente compartían cosas vanas del momento. Sus verdaderos amigos se encontraban en el Santuario, en la Grecia del siglo XVIII...

A la joven le hubiera gustado tener cerca a todas aquellas personas que había conocido y que ocupaban un lugar en su corazón; quisiera tener a su amiga Agasha para que la ayudara con la preparación de la ceremonia civil, o que simplemente estuviera allí con ella para calmar su angustia. Echaba tanto de menos a todos... a esas personas tan bondadosas que la acogieron cuando su vida había dejado de tener sentido para ella y le brindaron su amistad, su confianza y su cariño. ¡Cómo le gustaría compartir con ellos este momento tan especial en su vida! El saberlos lejos y en otro tiempo entristecía un poco a Natalie, empañando la felicidad que estaba sintiendo, y Ásmita lo sabía pues lo había leído en sus pensamientos; eso lo tenía algo apenado, al no poder realizar el deseo que su futura esposa tenía guardado en lo más profundo de su subconsciente.

Estaba indecisa acerca de qué vestido debería llevar el día de la ceremonia civil, ya que no tenía idea de la moda del momento, llevaba años usando solamente ambos, sus uniformes de trabajo, por lo que estaba totalmente desconcertada. Quería algo formal y elegante, femenino y delicado, para sentirse bonita en el día más importante de su vida luego de su graduación de la facultad de Medicina.

Comenzó a buscar en Google algunos modelos de vestidos de novia para civil; tenía que tener en cuenta no sólo sus gustos, sino también el clima, ya que si bien todavía no había terminado del otoño, ya el ambiente se había tornado más fresco, anunciando la llegada del invierno, ya próximo a comenzar. Estuvo un largo rato mirando fotos de vestidos que ofrecían las boutiques, hasta que finalmente consiguió dar con el que estaba buscando, por lo que anotó la dirección de la tienda para ir en búsqueda del vestido.

Natalie había comenzado a trabajar nuevamente en el hospital una vez que se hubo mejorado un poco, puesto que no quería que sus jefes pensaran que estaba abusando de las licencias, y quería reservarlas para cuando tuviera una razón de fuerza mayor. Ásmita también había retomado las clases en el instituto de niños invidentes; también tenía el mismo sentido de responsabilidad que la joven que le había robado el corazón.

Estaba muy atareado entre preparar las clases, ocuparse de los trámites para el matrimonio en el registro civil, comprar un traje formal para la ceremonia, tanto para él como para su pequeño hijo... Por las noches, se quedaba meditando durante más tiempo que el que le llevaban las sesiones con Natalie, sólo retirándose a descansar después de bien entrada la medianoche. Si bien su estado de ánimo era formidable, había momentos en que se lo notaba preocupado, que él aseguraba que se debía al trabajo, y que por eso necesitaba más horas de meditación. Además, la boda se acercaba, y quería que fuera un día inolvidable para ambos, que plasmara en cada detalle el amor que sentía por ella, para que jamás olvidara lo mucho que la amaba.

Una mañana fresca y soleada,con la débil tibieza de los primeros rayos del sol entrando por la ventana, Natalie abrió sus ojos despacio y se removió en los brazos de Ásmita, lo que despertó al caballero, quien observó a la joven al mismo tiempo que le sonreía con ternura.

_Muy buenos días, amor mío... hoy es el día que tanto hemos esperado... , dijo Ásmita en voz baja, casi susurrando, tras lo cual sus labios se posaron sobre los de Natalie, comenzando una danza que casi termina por arrastrarlos en un torbellino de pasión, pero justo en el instante en que ambos estaban por ceder a sus impulsos, él se frenó ; se notaba que estaba haciendo acopio de una gran fuerza de voluntad para no tomar a la joven.

Una sonrisa seductora se dibujó en sus labios, mientras le susurraba al oído: _¿Sabes que estás tentándome, arrastrándome a cometer un pecado antes de la boda? Aún no es el momento, amor mío... Sólo aguarda un poco más, y entonces... ya no habrá poder alguno que me separe de ti... No puedo esperar para tenerte entre mis brazos..._ .

Aquellas palabras estremecieron a Natalie, su cuerpo reaccionó inmediatamente al aliento cálido del caballero de Virgo en su piel; inconscientemente pensó en que deseaba que la tomara allí mismo, que poco importaba ya la espera puesto que ya tenían un hijo. Entonces Ásmita la miró con diversión , soltando una suave carcajada al leer el pensamiento de la joven que una vez más la había traicionado, y negó con la cabeza.

Debían prepararse para todo lo que les esperaba ese día, su día. Decidieron levantarse temprano para poder arreglarse con tranquilidad; tenían cita para la ceremonia civil a las once de la mañana.

Ásmita tomó su baño al levantarse y luego se dedicó a cambiar y vestir al pequeño Alejandro; había elegido para él un diminuto trajecito de color azul marino con camisa blanca y zapatitos negros. Su cabello dorado había crecido, y un flequillo cubría completamente el bindi de su frente; se veía muy alegre y risueño, riendo a cada momento, siendo el reflejo de la alegría de sus padres.

Natalie después de ducharse, salió disparada hacia el salón de belleza que estaba situado a unas pocas cuadras del departamento, ya que había pedido cita para peinado y maquillaje. A pesar de todo, estaba nerviosa y quería que todo saliera perfecto ese día; quería arreglarse y lucir bonita para su adorado caballero. Le pidió a la estilista algo elegante pero a la vez sencillo con rizos en su cabello, y para el maquillaje también sencillez pero que resaltara sus ojos y sus largas pestañas.

Una vez que la mujer terminó su trabajo, la joven se sintió satisfecha con la imagen que veía en el espejo. Emprendió el regreso a su casa apurada; habían acordado con Ásmita que él llegaría primero al registro civil con Alejandro, y ella llegaría luego, ya que había insistido en que no quería que la viera con el vestido antes de la ceremonia.

Sólo unos pocos invitados asistieron al registro civil para la ceremonia, solamente un profesor compañero de Ásmita, y un par de enfermeras y médicos internos del servicio donde se desempeñaba Natalie.

La hora había llegado.

La joven médica se hizo presente en el lugar, y en el instante en que arribó, todos pusieron sus ojos sobre ella. Realmente lucía preciosa, con su rostro lozano y juvenil con un maquillaje suave que resaltaba sus ojos y largas pestañas; un vestido blanco corto, que le llegaba un poco más arriba de las rodillas, de mangas cortas y con un pequeño cuello estilo mao, levemente más ceñido en la cintura, realizado en tela revestida en encaje con rosas grabadas en el mismo, tan sutil y delicado que parecía fundirse con su piel; y su cabello había sido arreglado en una trenza estilo griego que caía hacia el costado sobre uno de sus hombros, su largo flequillo peinado en ondas con algunos mechones rebeldes rizados.

Al verla, Ásmita quedó maravillado, y pensó en que no podía verse más bella en ese momento, donde se reflejaba en sus ojos la felicidad y la alegría que estaba sintiendo su alma. El caballero de Virgo lucía terriblemente atractivo, con un traje de saco, chaleco y pantalón negro haciendo juego, y una camisa blanca impoluta para terminar el atuendo; su cabello dorado suelto, cayendo libremente por su espalda. Ni bien lo vió, Natalie pensó en lo magníficamente apuesto que se veía, y no pudo evitar que su mente divagara pensando en que deseaba que él teminara lo que había comenzado esa mañana.

Ásmita la miró divertido, y sonriendo con una naturalidad tal que revelaba la alegría de su alma por encontrarse allí con ella, lo que a Natalie le derritió el corazón literalmente.

Él la tomó de la mano y juntos ingresaron seguros y decididos del paso que iban a dar, a la sala donde los esperaba el juez de paz; por detrás suyo los siguieron el pequeño Alejandro, que iba en brazos de una de las enfermeras, los demás invitados y testigos.

El magistrado leyó las actas, realizó a los jóvenes las preguntas de rigor, y tras escuchar las palabras "Sí, acepto" pronunciadas por ambos, procedió a declararlos unidos en matrimonio, luego de lo cual Ásmita tomó una de los alianzas con la guarda griega labrada que se encontraban en una pequeña caja de terciopelo rojo que le alcanzó su compañero profesor, y la colocó en el anular izquierdo de Natalie, junto a su anillo de compromiso; la joven médica procedió a repetir la acción, deslizando lentamente la alianza en el anular izquierdo del caballero de Virgo.

Finalmente, firmaron las actas que los unían legalmente en este tiempo. Ambos sonrieron ampliamente y se fundieron en un tierno beso, presos de una felicidad que se merecían desde hacía mucho tiempo y que se les había negado, pero que ahora, sólo marcaba el comienzo de un camino colmado de alegrías y sonrisas.

CONTINUARÁ...

HOLA!!! SÓLO FALTA UN CAPÍTULO PARA QUE TERMINE ESTA HISTORIA, QUE ESCRIBÍ EN UN MOMENTO DE MI VIDA EN QUE NECESITABA QUE MI MENTE SE DESAHOGARA Y LIBERARA DE TODAS LAS COSAS TRISTES... REALMENTE ESCRIBIR ME AYUDÓ MUCHO A MEJORAR MI ÁNIMO, POR ESO NO ME HE DETENIDO EN HACERLO.OJALÁ SEA DE SU AGRADO LA ULTIMA PARTE DE ESTA HISTORIA, Y A LOS QUE ME HAN ACOMPAÑADO , OJALÁ LES GUSTEN LAS HISTORIAS QUE SE VIENEN! NOTARÁN QUE ESTÁN ENTRELAZADAS :-DMUCHAS GRACIAS NATALITA07 POR TUS COMENTARIOS!!!