Emmett podría haber vivido sin saberlo, le hubiera encantado haber seguido su vida y envejecer en la oscuridad de la ignorancia, ajeno a la verdad de lo que había estado pasando ante sus propias narices en los últimos días. Temía pensar en cuánto tiempo había estado sucediendo y para ser francos, no estaba seguro si quería averiguar más al respecto, pero lo que más lo irritaba era que Rosalie no le había contado nada sobre ello, se lo había ocultado a propósito. Entrecerró los ojos a su reflejo en el espejo mientras terminaba de afeitarse la barba. Era eso o quizás ella ni siquiera lo sabía… ¿Y si Irina se lo estaba ocultando a los dos?
Se aclaró la garganta, limpiando su rostro con la toalla y dejando el rastrillo en su lugar, no sin antes dar una mirada larga a la pequeña caja que se burlaba de él en el cajón de las medicinas. Suspiró, saliendo del baño directo a la planta baja. En la cocina, Rosalie preparaba el desayuno mientras escuchaba alegremente la conversión de Ian. Su hijo hablaba del viaje al zoológico con la clase muy entusiasmado. Kate estaba sumergida en el teléfono mientras hundía la cuchara en el tazón de cereal y los dedos fulminaban la pantalla del aparato sin prestar mucha atención a su alrededor. Irina también estaba allí, abrazando a su hermano menor mientras éste trataba de sacudirse de los besos molestos. Él miró la escena desde el umbral de la puerta sin evitar la sonrisa que se dibujó en su rostro.
-¡Irina no seas molesta!- gruñó Kate cuando su hermana pasó el ataque de cariños a ella. Él se aclaró la garganta para anunciar su presencia, lo que hizo que todos en la habitación se detuvieran y se volvieran para mirarlo.
-¡Amor!- Rosalie sonrió, dejando los huevos revueltos para envolver sus brazos alrededor de él cuando se acercó, besando sus labios suavemente -¡buenos días y feliz día del padre!.
-Buenos días a ti también- trató de sonreírle y fingir que todo estaba normal, pero pudo ver por la expresión de su rostro que ella ya se había dado cuenta de que algo estaba pasando. Lo conocía demasiado bien para que él pudiera ocultarle cosas. Habían estado juntos casi ocho años y sabían todo el uno del otro. Bueno, al menos Emmett pensó que así era, pensó que su esposa le contaba todo, pero aparentemente ese no fue el caso esta vez. Ciertamente ella no le había dicho nada sobre lo que le estaba atormentando la mente y el corazón desde que se despertó esa mañana.
-Buenos días, papi. ¡Feliz día!- sonrió Irina mientras tomaba el lugar de Rose en la estufa para continuar con los huevos.
-Íbamos a llevarte el desayuno a la cama como sorpresa- sonrió Ian, saltando del taburete para abrazarse a su pierna. Él le acarició el cabello desordenado, agradeciendo las atenciones y recibiendo también el abrazo casi estrangulante que le dio Kate un segundo después. Había olvidado qué día era. ¿Cómo diablos se suponía que debía abordar este tema hoy? Probablemente Rose había planeado algo, siempre lo hacía, todos los años, con la ayuda de los niños. Lo despertaban siempre con algo que hacer o algún lugar adonde ir, se había convertido en una especie de tradición.
-Gracias a todos- asintió hacia el plato que le ofreció su hija mayor, tomando asiento en la barra del desayuno y comiendo lo que le habían preparado en silencio.
-¿Qué está pasando?- Rose le susurró, acercándose por detrás y envolviendo sus brazos alrededor de él con la barbilla apoyada en su hombro. Los chicos habían continuado con su plática y desayuno sin prestarles demasiada atención a su momento de cariños matutinos.
-Nada, solo estoy disfrutando mi magnífico desayuno.- Ella entrecerró los ojos y negó con la cabeza.
-No, hay algo más, lo sé.- él sabía que no se iba a rendir hasta sacarle información. Girandose en el taburete la apretó en un abrazo, besando su sien.
-Quizás sí, pero ahora no es un buen momento para hablar de ello- dejó saber, dándole un intento de sonrisa mientras le acariciaba la espalda. Ella asintió, dándole un beso en los labios.
-Hmm, bueno, ¿qué tal si disfrutas del desayuno mientras yo me preparo y luego puedes subir y contarmelo antes de irnos?- él rodó los ojos, resoplando resignado.
-Está bien.- asintió, hundiendo el tenedor en sus huevos antes de mirar hacia arriba para ver a Irina trabajando en la máquina de café. Rose se había escabullido arriba junto con Ian para terminar de vestirlo y él se aclaró la garganta, llamando la atención de la rubia ya que Kate continuaba ignorándolos metida en el teléfono. Los adolescentes y la tecnología eran una epidemia. -Entonces, ¿qué actividades tienen planeadas para el día de hoy?
-Tendrás que esperar para verlo.- dijo Irina, entregándole la taza humeante de café -Es mi último año antes de irme a la universidad y tiene que ser especial como… - Emmett se atragantó con el líquido caliente, casi había olvidado que su niña los dejaba para irse a la Universidad en menos de dos meses. Lo invadió la nostalgia en ese instante, se sentía como si ayer fuera un bebé, ciertamente ya no lo era.
-¿¡Papá estás bien!?- Kate se acercó, frotando su espalda en consuelo mientras él tosía sin parar.
-Sí- jadeó, tomando el vaso de jugo de naranja que supuso era de Rose y bebiendo un sorbo, -sólo me va a tomar un tiempo acostumbrarme al hecho de que tu hermana se va a ir- respondió a Kate con una sonrisa agridulce -va a ser extraño no tenerte aquí.- culminó, mirando a la rubia con ojos tristes.
-¿No se alegrarán tú y Rose de tener una niña llena de hormonas menos en casa?- ella se encogió de hombros, tratando de quitarle un poco de drama a la situación -Quiero decir que ahora tendrán alguien menos de quien preocuparse.- susurró, volviéndose para tomar su café de la máquina. Emmett sintió como si le apuñalaran el corazón.
-El hecho de que te vayas no quiere decir que vamos a dejar de preocuparnos por ti, mi vida- le dejó saber -Estoy seguro de que tanto Rosalie como yo no dejaremos de hacer nunca. Los dos te queremos tanto- controló las lágrimas que amenazaban por salir de sus ojos, no se iba a emocionar todavía. Aún tenían el resto del verano antes de que ella se fuera a la Universidad y no era como si nunca volviera a casa, sólo estaría en Stanford. A unas cuantas horas de allí.
-¿Cómo crees que mamá va a manejar el hecho de que me iré?- Emmett sonrió al escucharla llamar a Rosalie "mamá" . Era una palabra que se había ganado a pulso con ellas y que luego de que las niñas lo hablaron con Tania y de estar seguras de que su madre no estaría celosa por ello habían comenzado a usarla en casa como algo habitual. Ella sonrió mientras se deslizaba en el taburete de la barra junto a él.
-Ella está feliz por ti, pero te va a extrañar como una loca y no es la única. De todos modos, no hablemos de eso ahora, quiero escuchar esos planes que tienen para hoy.- decidió cambiar de tema. Enroscando el brazo encima de los hombros de Kate y encerrandola en un abrazo. Ella se quejó, pero luego se acurrucó allí, como buena niña de papá.
-Bueno, estaba pensando en cómo tú y Rose se hicieron los tatuajes en Italia este año...
-No- pronunció rotundamente, haciendo reír a las chicas.
-¡No me dejaste terminar!- se quejó la rubia, sacudiendo la cabeza divertida.
-No te vas a hacer un tatuaje Irina McCarthy. Eso no está sucediendo, jovencita.- su voz era autoritaria pero suave, jamás en la vida las niñas lo tomarían en serio con esa manera de hacerse el duro.
-Eso no era lo que iba a decir- Irina puso los ojos en blanco.
-Soy todo oídos, entonces.- pronunció, sorbiendo de su café de manera ostentosa. Kate dejó el teléfono de lado por primera vez en todo lo que iba de mañana, estaba más interesante la conversación en la cocina que los chismes de sus amigas.
-Bueno, Rose me habló de lo que significan sus tatuajes...
-Ya veo.- aún tenía el recuerdo de la noche en Florencia donde llevados por la locura loca bajo el cielo italiano y después de mucho vino corrieron al primer puesto de tatuajes que consiguieron para cumplir esa loca fantasía adolescente que ambos tenían.
-¿Quieres una pluma?- bromeó Kate al espiar el diseño que tenía su padre en el pulso derecho. -¿Qué tiene de especial?- Emmett sonrió ante la curiosidad de su hija.
-Rosalie solía estar obsesionada con ellas, decía que eran de buena suerte.- comentó -Además de que desde que la conocí siempre la he visto como un ángel en mi vida y los Ángeles tienen alas y las alas tienen plumas.- Irina sonrió al recordar esas mismas palabras que le había dicho Rose cuando le preguntó el significado de dicho tatuaje. Ellos estaban locamente enamorados. - ¿Entonces, quieres una pluma?- cuestionó Emmett, mirándola con ojos entrecerrados.
-Solo una pequeña- sonrió ella -no tiene porqué ser grande, papá y ahora tengo la edad suficiente para hacerme un tatuaje.- eso era completamente cierto. Por más que quisiera negarse, su hija ya tenía la edad suficiente para tomar sus propias decisiones. Estaba contento de que ella estuviera pidiendo su opinión y sabía que nunca haría algo a sus espaldas. Aunque para ser honesto, nunca pensó que su esposa haría algo a sus espaldas y ahora estaba pasando exactamente eso.
-Pensé que habías dicho que no era eso lo que me estabas pidiendo- levantó una ceja. Kate se rió fuerte, su querido padre aún no se daba cuenta que ellas hacían con él lo que quisieran con sólo mover las pestañas.
-Sí, bueno, pensé que mientras paseamos hoy podríamos detenernos en un estudio a ver diseños ¿sabes?- se encogió de hombros. -Y antes de que preguntes ya hablé con mamá Tania y dijo que sonaba como una buena idea.
-Bueno, está bien, entonces, sí tu madre dijo que sonaba como una buena idea- dijo Emmett con sarcasmo, poniendo los ojos en blanco mientras se levantaba de la isla de la cocina. Tenía que llamar a Tania en algún momento de la mañana para discutir este asunto del cual lo estaban excluyendo.
-Papi, ¿entonces es un si?
-Aún no he decidido. Tengo que hablarlo con tus madres primero- respondió mientras salía de la cocina y subía las escaleras, directo al baño donde su esposa tarareaba. Ni siquiera llamó, sólo empujó la puerta para abrirla y comenzó a caminar por las baldosas. El canturreo de Rose se detuvo cuando cerró el agua y alcanzó su toalla guindada en el vidrio de la ducha.
-Emm, ¿qué estás ...?
-¿Le dijiste que podía hacerse un tatuaje?- preguntó, mirándola mientras ella pasaba frente a él enrollandose en la toalla.
-No exactamente- negó con la cabeza -dije que tanto Tania como yo teníamos que hablar de ello contigo.
-Bueno, ella me dijo que ya su madre dijo que sonaba como una buena idea.- Rose puso los ojos en blanco, sintiendo un dejavu inundarla como la nube de vapor que la rodeaba. Emmett siendo paranoico con la idea del tatuaje justo como lo había sido en su momento con la depilación y los vellos de su hija.
-Emmett, cálmate- se rió entre dientes -Tienes que llamar a Tania y discutirlo con ella, además no es como si acabara de decirte que está embarazada- se rió de él, mirándose al espejo y pasando sus dedos por la cara -¿me están saliendo arrugas?
-No, deja de evitar la pregunta Rosalie Lilian Hale, esto es serio.
-Emmett…
-¿Qué hay de las pastillas anticonceptivas? ¿Lo sabías?- Rose alzó las cejas a su reflejo ante esa pregunta, sus ojos dirigiéndose inmediatamente al cajón de las medicinas donde la caja de pastillas brillaba como un faro. Se golpeó mentalmente. Era obvio que Emmett iba a atar cabos al descubrirla, ella no se cuidaba con pastillas y no tendrían porqué estar en casa a menos que fuesen de alguien más. Decidió seguir en la demencia, tocando las pequeñas líneas de expresión por la sonrisa que se formaban.
-OH sí, Creo que esto es una arruga, mira, aquí mismo- señaló el costado de sus ojos. Emmett se pasó los dedos por el cabello con frustración, sabía lo que estaba haciendo, estaba tratando de evitar el tema y eso significaba que ciertamente lo sabía.
-Lo sabías, ¡yo sabía que lo sabías.!- Rose puso los ojos en blanco nuevamente.
-Si, lo sabía, está bien, no te lo dije porque sabía que así sería como reaccionarías.
-¿Cómo estoy reaccionando?- casi gruñó.
-¿Cómo reaccionan probablemente la mayoría de los padres?- sonrió ella. Emmett sintió que el piso se le movía y la sangre abandonaba todo su sistema. Tuvo que sentarse en el borde de la bañera porque las piernas le temblaron.
-Entonces, ella y Liam ... tienen... ya sabes …
-¿Relaciones?- su esposa le lanzó una mirada enternecida por su balbuceo que lo hizo entrecerrara los ojos.
-Si, eso.- Él iba a matar a Liam, lo iba a descuartizar completamente la próxima vez que lo tuviera en frente de su cara por tocar a su niña, por quitarle su virtud y pureza, si, definitivamente iba a matarlo.
-No, no lo están- dijo Rose -sólo es una precaución que quise que tuviera en caso de que las necesitara, pero no Amor, no está teniendo relaciones.
-Está decidido, ella no está yendo a la universidad- sentenció, sintiéndose un poco más aliviado al saber que lo que más temía aún no estaba pasando pero igual de ansioso por el tema de su pequeña dejando el nido. Rose caminó hasta estar parada entre sus piernas, alzandole el rostro para ver esos ojos de padre torturado.
-Emmett, ya no es un bebé, no podemos envolverla en algodón toda la vida. Sólo tenemos que darle el mejor consejo y ayudarla en todo lo que podamos y confiar en que tomará decisiones sensatas.- ella le acarició la cara, presionando un beso en su frente -Personalmente, creo que el hecho de que nuestra hija me abordara para hablar del tema demuestra lo madura que es en realidad, ¿no lo crees así?- él sopesó la pregunta, sin saber del todo si estaba de acuerdo o no.
-¿En su momento hablaste con tu mamá sobre anticonceptivos?
-No- se rió -Eran otros tiempos. Supe que era un tampón sólo luego de tener mi primer período.- ella se estremeció ante el recuerdo. Definitivamente agradecía ser madre en esta época donde el mundo estaba lleno de información por doquier. -Jasper fue el primero en mostrarme un preservativo. ¡Fue vergonzoso!- Ella vio la diversión presente temporalmente en su rostro para luego caer de nuevo en una cara triste. Suspiró -Sé que estás preocupado porque vaya a la universidad, pero estará bien- murmuró mientras envolvía sus brazos alrededor de él.
-No me preocupa, solo me inquieta.
-Estoy bastante segura de que son sinónimos.- se rió, apoyando la cabeza contra la suya.
-Aún no se ha ido y ya la extraño. Quiero decir, se está mudando a cientos de millas de distancia y no la vamos a ver todos los días. Apenas lo aguantamos cuando se van a Francia con su madre ¡y son sólo dos meses!.
-Es cierto- susurró mirando hacia abajo. -Estoy tratando de no pensar en eso, todavía no quiero, solo quiero disfrutar el tiempo que nos queda con ella aquí.
Emmett asintió con la cabeza, buscando sus labios para robarle un beso. Ella tenía razón y él lo sabía, pero no podía sacarse de la cabeza el que su pequeña niña los iba a dejar.
-Tienes razón, también creo que fue sensato de tu parte llevarla al ginecologo y de la suya hablarlo contigo, aunque ni siquiera quiero pensar en que la toquen.
Rose se rió entre dientes y negó con la cabeza,
-Éramos más jóvenes que ella cuando lo hicimos por primera vez- le recordó, -¿Cómo crees que se sintió mi padre cuando un motorizado me llevó a casa la primera vez?
-Oh Dios, ¿tu padre seguro quería matarlo?
-Si, practicamente vivia castigada.- sonrió al recuerdo presionando sus labios contra los de él -Pero eso es el pasado. Ahora te tengo a tí y mis papas te aman más que a mi misma.
-Yo también los quiero pero no más que a ti.- dijo, pasando un pulgar por su mejilla.
-Más te vale. Ya bastante tengo con que te preparen galletas y a mi me den un mísero jugo de uva cuando los visitamos -sonrió ella, alzando las cejas en broma.
-No me culpes por ser irresistible- se rió, apretándola juguetonamente.
-Lo eres- soltó una risita, repartiendo besos por su cara antes de detenerse y mirarlo a los ojos, -Te amo.
-También te amo- suspiró, besándola de nuevo -Y por las arrugas no te preocupes, sigues tan hermosa como el día que nos conocimos.
-Y tú sigues siendo tan encantador- suspiró ella, sus dedos rozando la parte posterior de su cuello mientras los de él buscaban un poco de piel expuesta bajo la toalla.
-Mamá, papá, cuando hayan dejado de jugar en el baño, ¿podemos irnos?- Kate llamó desde la plata baja, haciéndolos reir. Rose se mordió el labio, pescando las manos que se habían perdido en sus muslos.
-Tengo que vestirme.- Emmett hizo un puchero pero la dejó ir de mala gana.
-¿Puedo conducir?- Irina gritó desde su habitación cuando siguió a Rose fuera del baño. Un coro de "Nos" se escuchó desde cada rincón de la casa, seguido de carcajadas por parte de todos. No era que ella condujera mal pero preferían ahorrarse el estrés de tenerla al volante un día tan especial como hoy. -¡Kate, mira este diseño!
-Ella quiere ese tatuaje- gruñó Emmett al escuchar a sus hijas cuchichear en el pasillo.
-Es tu decisión- se rió Rose, empujando la puerta del closet para abrirla con Emmett siguiendola -Personalmente, no veo el daño en que tenga uno, siempre y cuando sea pequeño
Emmett pescó la primera camisa que tocó y salió del closet, topándose con Irina mirándolo allí, en el marco de su puerta con las cejas levantadas y los brazos cruzados.
-Te pareces demasiado a Tania cuando haces eso.- comentó, negando con la cabeza.
-¡Papá! Vamos, realmente lo quiero y te prometo que no me arrepentiré de haberlo hecho, ¡realmente no lo haré!.- él respiró hondo, sabiendo que se arrepentiría de lo que estaba por decir.
-Es mejor que no, señorita.
-Espera, ¿eso significa que puedo?- los ojos de Irina destellaron.
-Tiene que ser pequeño- sonrió mientras su hija lo rodeaba con sus brazos, abrazándolo con fuerza.
-¡Gracias papá! ¡Será tan genial! ¡Tengo que avisarle a mamá que dijiste que sí! -Ella chilló mientras se apresuraba a bajar las escaleras. Emmett respiró hondo mientras regresaba al armario donde Rose estaba terminando de abrocharse los zapatos.
-Parece que nuestra hija tendrá un tatuaje- comentó, recostandose en la pared más cercana mientras la miraba nostálgico. Rose se rió entre dientes, terminando con las trenzas y caminando hacia él, sus dedos deslizándose en las presillas de su cinturón, tirándolo más cerca de ella.
-Y apoyaremos esa decisión, así como apoyamos todas las decisiones sensatas que ellos tomen.
-Supongo que lo haremos- tarareo, apoyando su frente contra la de ella, sabiendo que cualquier cosa que sus hijos hicieran con sus vidas ellos estarían detrás de ellos, amándolos con todo lo que eran. Escucharon el galope de unos zapatos correr por las escaleras y ambos cerraron los ojos, conociendo ya lo que vendría.
-¡Papi, yo también quiero un...!
-No te vas a hacer un tatuaje Kate McCarthy. ¡Eso no está sucediendo, jovencita.!
Espero que la vida los esté tratando bien :) ¡un abrazo grande!
ALANA
