Camilaski: A continuacion otra de las anecdotas de Jack con los animales, espero la disfrutes :3 me inspire en un monton de fics pero entre ellos tomé inspiracion en el Hielo de mi vida. Estoy muy segura de que se han cachado mutuamente en sus movidas las dos parejas de amigos e.e ... bueno cuando llevas siendo amigo de alguien por mucho tiempo esas cosas no importan, es mas hasta les ayudas a solaparlas. Saludos! y sigo esperando el epilogo de El Hielo de mi vida ehhhhhhhh OwO

Cristina: Dudo que veamos a Drac y a su esposa en un futuro, pero si volveremos ver a Jonavis. Estoy segura de que Jack pensará mejor sobre sus regalos a futuro. Saludos y cuidate mucho! :D

Mar Sant: Creo que responderemos a la mayoria de las preguntas en el proximo capitulo ;3 pero ntp todos estan excelentes :D Muchas gracias por tus palabras, me alientan mucho a seguir escribiendo, realmente no le hecharia ganas de no ser por gente como tu que me apoya :3 UN FUERTE ABRAZO.


Elsa se encontraba de rodillas dándolo todo de sí en aquel arduo y extenuante deber, después de todo nadie se le podía comparar en eso, ella era la mejor para ese tipo de trabajos y Jack lo sabía bien, por eso le había suplicado que a cambio de que él preparara la cena ella le hiciera ese favor.

–Ufff– Elsa se limpió el sudor de la frente al terminar de desempacar todo lo que había en una de las ultimas cajas.

Se puso de pie tomando entre sus brazos la caja vacía y arrumbándola junto a las otras que estaban en una esquina de la cocina, ahora solo tenía que ordenar en las gavetas de la cocina todos los artilugios que había sacado y para ello se necesitaba mucha paciencia y ser una persona muy práctica. Elsa se desgastó las neuronas pensando cual sería el lugar más conveniente para colocar las tazas y si era más conveniente ordenar los cucharones por oren alfabético o de acuerdo a su función... tal vez debía colocar los cuchillos cerca del cesto de basura por conveniencia o ponerlos en un lugar menos a la vista por seguridad.

Que decisión más difícil. Pensó ella y rogó al cielo porque Jack llegara pronto para preguntarle su opinión respecto a su dilema, aunque ella sabía bien que él solo arquearía una ceja y le diría que los pusiera por ahí.

Como si hubiera sido por obra de magia, Elsa pudo escuchar cómo se abría la puerta del apartamento y unos pasos apresurados por la sala.

–¿Jack?– preguntó la joven de 23 años –¿Eres tú?– obtuvo su confirmación al escuchar el característico sonido de las llaves de Jack golpeando la superficie de la mesa de la sala de estar, ella odiaba que él hiciera eso, ¿Por qué dejarlas ahí cuando en la entrada había un cuenco especial para eso?.

–Si amor– asomó su cabeza de forma extraña por la puerta de la cocina –Escucha, voy a salir un segundo a dar una vuelta, volveré... pronto– ella se extrañó al verlo actuar de forma errática, como si estuviera forcejeando con algo tras de él.

–¿Esta todo bien?– intentó acercarse a él pero la detuvo.

–¡No!– sonrió nervioso –Quiero decir, si...– se aclaró la garganta –Todo está bien. Me voy... te amo– corrió lejos de ella.

Para cuando menos lo esperaba el sonido de la puerta volviéndose a abrir y cerrar la dejó boquiabierta.

–¿Qué mosca le pico ahora?– dijo sin soltar el cucharon de madera que llevaba en la mano desde hace un rato.

Su boca volvió a abrirse de par en par al ver a un Golden Retriever, cuyo pelaje blanco se veía completamente opacado por la mugre, sentado sobre su sillón nuevo babeando al jadear.

El animal de tamaño considerable comenzó a mover la cola de manera alegre al ver a Elsa sosteniendo el objeto de madera, confundiéndolo con un juguete, dejó escapar un ladrido y saltó del sillón para correr a donde estaba Elsa.

La chica dejó escapar un grito de terror al creer que el can le haría daño, lanzó la cuchara lejos y afortunadamente el perro fue tras ella, pero no sin derrumbar los muebles que acababa de ordenar.

Tomó sus llaves y salió hecha una furia.

–¡Jackson!– los ojos del peliblanco se abrieron con pánico al ver a su casi prometida caminando con sus pequeños piesitos a gran velocidad por el pasillo.

–¡Ah!– se metió dentro del acensor y comenzó a presionar sin cesar el botón para que se cerrara.

–¡Jack!– Elsa detuvo las puertas que se cerraban con su pie derecho.

–¡Lo lamento!–

–¡Nos acabamos de mudar!–

–¡Lo encontré buscando en la basura!, ¿ya viste lo flaco que esta?, de seguro no ha comido en días–

–Dijimos que nada de niños ni mascotas– protesto ella más decepcionada que enojada.

–Pero su carita...–

–Ensució nuestro sillón y tumbo nuestra mesita de té–

–Solo necesita un baño y lo amaras–

–¿Y si queremos salir de viaje?–

–Pregunté y no hay ninguna norma que prohíba animales en el departamento–

–Es una gran responsabilidad y necesitamos dinero para mantenerlo bien–

–Vamos Els, Olaf es un amor, yo sé que terminaras amándolo–

–Jack...– hizo un puchero como los que Anna solía hacer –¿Ya le pusiste nombre?, ¿Por qué?–

–Dame este fin de semana y te prometo que terminaras por amarlo, si no le conseguiré un hogar–

Elsa suspiró para nada feliz con la idea, pero no quería verse como una desalmada, porque no lo era, sentía lastima por el pobre perro, lo único que sucedía es que a ella le parecía muy pronto para tener un compromiso tan grande como ese, acababan de mudarse y ella esperaba pasar más tiempo a solas con Jack.

Se masajeó las cienes al sentir como le punzaban –Bien, tienes hasta el lunes por la mañana–

Jack sonrió ampliamente y salió del elevador para tomarla por la cintura y cargarla –No te arrepentirás, lo prometo–

–Cocinaras la cena por un mes– le dio un golpecito en la frente para después besarla.

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–Ta dah– Jack abrió la puerta del apartamento haciendo manos de jazz sobre la cabeza de un Olaf recién salido de la estética.

Elsa le dio una media sonrisa al ver que incluso le habían puesto una pañoleta naranja al can alrededor del cuello, se veía adorable, pero debía mantenerse fuerte.

–Bien, está limpio, puede entrar, ¿pero cómo lograras que no siga rompiendo nuestros muebles?–

–Lo entrenaré, lo juro–

–¿Lo sacaras tu a pasear todas las tardes después del trabajo?, ¿tienes tiempo suficiente para eso?– Elsa hizo cuentas respecto al tiempo, después de terminar la universidad ella aceptó trabajar con Jack en la editorial de su padre y en los libros infantiles, pero para crecer más tuvieron que mudarse a la Gran manzana. La vida era muy apresurada y el trafico terrible, había menos tiempo para todo.

–Sí, no te preocupes por ello– él la miró con seguridad.

–¿Y si quiere ir al baño?– cruzó los brazos.

–Lo llevaré a la terraza y limpiaré– El apartamento que tenían era de dos pisos y tenía una terraza muy bonita y de tamaño generoso sin ser exagerada.

Elsa suspiró derrotada –Oh mi querido Jack, ¿Qué haré contigo?– se dejó caer en el sillón sin descruzar los brazos.

–Oh...– el se sentó seductoramente a su lado –yo tengo un par de sugerencias– la tomó de la cintura atrayéndola a su regazo.

–¿A si?– comenzó a jugar con su mentón trazando una línea con su dedo sobre este –¿Cómo que?– susurró.

Antes de que sus labios pudieran colisionar en un beso Olaf se adelantó interponiéndose entre ellos y lamiendo los rostros de ambos.

–¡Olaf!– ella se limpió la saliva mal oliente se su rostro.

–Lo siento– Jack rio con nerviosismo.

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Esa noche cuando dormían, en medio de sus sueños, sintió la necesidad de sentir el abrazo protector de su amado, así que sin abrir los ojos se giró tratando de alcanzar su torso. Abrió los ojos al sentir que lo que rodeaba con sus brazos era algo mucho más peludo que Jack.

No le quedó de otra más que encender la lámpara de noche para ver a su novio durmiendo abrazando a Olaf. No pudo evitar sentirse celosa.

–¿Ahora me robas sus brazos?– preguntó con tristeza y se resignó a dormir con frio esa noche.

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El domingo a medio día Elsa llegó de la tienda de comestibles con varias cosas que necesitaban en casa y que habían olvidado comprar. Al llegar se dio cuenta de que el apartamento estaba solo. En la mesita de noche había una nota.

Salí a comprarle juguetes y una correa a Olaf, lo dejaré en el apartamento.

Ella puso los ojos en blanco y se resignó a perder contra un perro por el amor de Jack, así que se dedicó a acomodar las cosas que había comprado y a lavar los trastes sucios que se habían acumulado en el lavaplatos.

Tarareó mientras se dirigía a su habitación a buscar la ropa sucia para ir a la lavandería a lavarla. Frenó en seco al notar que la puerta principal estaba abierta.

–¡Olaf!– el corazón se le detuvo, comenzó a llamar al perro por todo el apartamento pero no logró encontrarlo, seguro había escapado al ver la puerta abierta.

Corrió por todo el piso dando vueltas, llamó de puerta en puerta a sus vecinos preguntando si alguno lo tenía, alguien debería de tenerlo porque un perro no puede usar un elevador, ¿o sí?. Tal vez alguien de otro piso lo tenía resguardado.

Las siguientes dos horas se dedicó a buscar a Olaf por todo el edificio, Jack la mataría si algo le sucedía a ese perro.

No logró encontrar nada, solo quedaba una opción, el lobby.

–¿Disculpe?, busco a mi perro, es un Golden Retriever blanco, dejé la puerta abierta por accidente y lo he estado buscando por todo el edificio, ¿lo han visto ustedes?– le preguntó ella a la joven recepcionista del edificio, Raya.

–Oh, sí, lo trajo una inclina– le hizo una seña para que la siguiera, al abrir una de las puertas la guardia de seguridad, Sisu, se encontraba sentada frente a los monitores de las cámaras de seguridad abrazando al perro.

–¡Olaf!– Elsa corrió a abrazarlo –Creí que te había perdido–

La chica de cabellos coloridos rio –¿Perdido?, claro que no, jamás lo hubiéramos dejado salir de aquí–

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Jack silbaba alegremente por los pasillos, hacía mucho tiempo no se sentía con tanta energía. Él siempre había querido tener un perro, pero a su madre era alérgica y a Pitch Black no le gustaban los animales, pero ahora que era un adulto podía cumplir su anhelo... aunque debía tomar en cuenta los deseos de Elsa, si ella decía que no, se le rompería su corazón, pero tenía que respetar que ella también vivía en ese apartamento y su palabra valía tanto como la de él, así que si no lograba llegar a un acuerdo tendría que dar en adopción a Olaf por el bien de su convivencia con Elsa.

Sonrió de oreja a oreja al ver a Elsa tendida en el sillón dormida abrazada de Olaf.

Tal vez no sería necesario dejarlo ir.

Se sentó a su lado abrazándolos a ambos.

–Jack– Elsa abrió los ojos –¿Podemos quedarnos con él?– preguntó adormilada.

–Me parece bien– besó su frente –Vuelve a dormir amor–

Elsa volvió a acurrucarse contra Olaf.

Jack se sintió celoso.

–¿Me vas a robar sus brazos?–