Abriéndose paso entre la inesperada multitud que contenía tanto humanos y semi-humanos por igual, el equipo Adamantita Blue Rose pudo colocarse en un sitio cómodo, accesible a un espacio abierto por si se realizaba un ataque inesperado y, con buena vista al palco para poder escuchar a la perfección el decreto que el Rey Hechicero va hacer en menos de media hora.

—... ¿Por qué estamos aquí Lakyus? ¿no fue suficiente la información que recibimos de la anciana?

—Lo fue pero... quiero verlos. —Notando la mirada confundida que le daba Evileye y Gagaran se aclaró la garganta mientras esquivaba sus miradas, sus ojos color cielo se enfocaron en sus dos compañeras restantes que aguardaban en silencio sin dejar de observar su alrededor— Es decir, son veintiséis seres muy poderosos que acaban de llegar. ¿Acaso no tienen curiosidad por saber cómo se ven?

—Apuesto a que todos son monstruos horribles con máscaras de buenos para engañar a la gente y así no sospechen sobre sus atroces planes. —Fue la fría respuesta de la más pequeña y poderosa integrante.

No fue de inmediato, pero todas se dieron cuenta de las miradas que recibían en respuesta a las palabras de Evileye. La mayoría eran de semi-humanos y enanos, cada uno demostrando una expresión desaprobatoria a su manera.

Intentando aligerar el ambiente, Gagaran agitó la mano para restarle importancia al asunto. Varios que las rodeaban se alejaron unos pasos como si ellas fueran alguna peste mortal.

—Oi enana, cálmate un poco. Estamos en el Reino Hechicero, no puedes hablar de esa manera, muestra algo de respeto.

—¿Y por qué debería, cerebro de músculos?

—Para empezar hay muchos no-muertos que se consideran legendarios y hasta de leyenda apostados en toda la ciudad como simples guardias o patrulleros. Uno solo nos daría batalla pero muchos significaría muerte asegurada.

Sin dar tiempo a responder, Tina le recordó lo que pasó en el ingreso al Reino Hechicero.

—Hicimos una promesa al naga de la entrada asegurándole que no causaríamos alboroto. Y nosotras no faltamos la palabra bajo ningún concepto.

—La líder malvada tiene razón. —Apoyó Tia después de su hermana— Tengo curiosidad por saber más sobre estos seres, especialmente el de apariencia ninja que apareció en el Palacio de Versalles.

—Además —Incluyó Gagaran lo que sería su carta de triunfo— Momon se presentará también ya que es la espada del Rey Hechicero. ¿No dijiste hace días que querías verlo a como fuera lugar?

—¡E-eso no... ! ¡Cállate! —Ellas sonrieron por su repentina reacción; su rostro frío se sintió caliente por unos momentos aunque solo fue su imaginación— Está bien, ustedes ganan. Escucharemos este decreto y luego nos iremos Lakyus, sabes que no es... bueno estar aquí. Prácticamente estamos rodeadas de seres poderosos y aunque Momon-sama está aquí para defender la paz sería complicado incluso para él.

—No hay que ser tan exagerada Evileye. Estoy segura de que todo estará calmado y seguro, tal y como ha sido desde su fundación como Reino. Confío en el Rey Hechicero, sé que no dejará la alzada de ataques enemigos y tampoco de sus propios subordinados.

—... ¿Qué es lo que te ha hecho? —Le preguntó en respuesta, las demás miembros de su equipo miraban en silencio.

—¿A qué te refieres?

—Has cambiado Lakyus, desde que acompañaste al Rey Ramposa y al Príncipe Zanac en ese encuentro frente a la Capital has tenido un pensamiento más suavizado sobre el Rey Hechicero y sus dichosos amigos que acaban de venir... ¿Qué fue lo que dijo allí? ¿por qué no nos dices? ¿acaso no somos un equipo? ¿no confías en nosotras?

Una sonrisa tímida se formó en su mente, ahora había descubierto por fin el significado de las miradas que sus amigas le daban cada que defendía al Rey Hechicero, sus ideales y decisiones.

—No... No Evileye, no es nada eso. Yo confío mi vida en ustedes, son mi familia.

—¿Entonces?

—Hice una promesa a Su Majestad y puse mi honor de aventurera y noble como medio. La información, su ideología que nos dio en aquél momento fue impactante, me hizo ver que el mundo no es como creíamos, que no siempre los monstruos son los malos y que los humanos o divino son buenos.

La discusión entre Evileye y Lakyus se alargó pero nunca llegaron a alzar la voz o faltarse el respeto. Tanto Gagaran como las gemelas intentaron calmarlas y hacer que guarden silencio sin éxito. Por la cantidad de ciudadanos que ahora rondaban se dieron cuenta de que pronto el Rey Hechicero junto a sus subordinados saldrían por el palco y darían inicio.

Un hombre lagarto de piel verde clara que les daba la espalda y conversaba de vez en cuando casualmente con un compañero suyo se detuvo para mirarlas con el ceño fruncido.

—Señoritas ¿podrían guardar silencio por favor? Pronto Su Majestad dirá su decreto y no podremos escuchar correctamente si siguen discutiendo.

—... L-lo lamento señor. —Se disculpó Lakyus con un sonrojo de vergüenza cubriendo su rostro— Tiene razón.

—Siempre y cuando entiendan que temas acalorados necesitan ser atendidos en privacidad está bien. —Le contestó sin reproche, la paternidad se sentía en su aura— Aunque me sorprende que la niña en capucha sepa contrarrestar en una discusión sobre ideologías.

La princesa vampiro tuvo un tic de ojo debajo de su máscara e ignorando la advertencia de su propia mente le contestó al hombre lagarto con fuerza, casi señalando con un dedo.

—¿A quién le llamas niña? Soy Evileye, miembro del equipo adamantita Blue Rose y antigua miembro de los Trece Héroes, Landfall. Demuestra más respeto.

El semi-humano se veía sorprendido, pudo inclinarse y disculparse pero su compañero con quien estaba hablando antes se unió a la conversación con una extraña sonrisa en su rostro deteniendo cualquier acción. Sus amigas de Blue Rose solo la miraron.

—¿Jo? Por lo que sé los Trece Héroes existieron hace doscientos años y varios perecieron en su batalla contra los Dioses Demonios. ¿Me estás diciendo entonces que eres algún heteromorfo y que por eso no has envejecido absolutamente nada? De otra manera no podré creen en lo que dices, incluso con un hechizo como el de Fluder Paradyne no te salvaría de la vejez.

—Lo que digo es cierto, mi compañera Rigrit Bers Caurau que también fue una héroe puede apelar por mi nombre. Además, soy una hechicera elemental en nivel cinco.

—Y yo repito que no creo en lo que dices. Lo siento pero no soy como un humano al que le puedan convencer fácilmente con rumores e historias para niños... ¿Sabes? Creo que podrías ser un tipo de no-muerto, no huelo nada de ti como en otras criaturas.

Sin soportar más la situación Evileye desapareció con su hechizo de teletrasporte. No fue demasiado lejos, estaba en la cima de una casona con vista a sus amigas en caso de que la necesiten. Ellas se mostraban confundidas por su repentina desaparición.

Lakyus, saliendo de su shock contestó al hombre-lagarto que también buscaba con la mirada a su compañera.

—Disculpa pero has sido un poco irrespetuoso con nuestra compañera. Para confirmar sus declaraciones pongo mi palabra de honor; ella realmente fue un miembro de los Trece Héroes, su compañera y antigua miembro fundadora de Blue Rose, Rigrit Bers Caurau, fue la que nos presentó y unió.

—Oh, uhm, ya veo... —Sonaba avergonzado, a su lado su amigo lo miraba con reproche— Mis disculpas, fue mi error. Solo quería aligerar el ambiente pero no resultó en absoluto.

Como si se tratara de una ayuda del cielo, la melodiosa y seductora voz de una mujer se escuchó con claridad en toda la Capital del Reino Hechicero. Era la Primera Ministro quien pedía atención.

—Se agradece la presencia de todos los que pudieron asistir. Soy la Primera Ministro Albedo. —Sin perder su encantadora sonrisa dio una leve reverencia y luego se movió para presentar a su compañero. Evileye quien miraba desde lejos abrió grandes los ojos al ver la vestimenta del hombre sapo— A mi lado se encuentra Demiurge, el Ministro de Defensas Internas del Reino.

Este ser dio un asentimiento en reconocimiento, no parecía demasiado inteligente con esa apariencia tonta. Sin embargo, si su Rey le había dado ese puesto fue por algo, en su poco tiempo gobernando los ciudadanos se dieron cuenta de su gran sabiduría al resolver todos los problemas que sufrieron a manos del antiguo Rey y Alcalde.

La belleza alada en blanco puro que era la mano derecha del Rey Hechicero estiró un brazo y señaló la cima de una casa grande, allí dos pequeños estaban sentados con las piernas colgando al aire, casi como si se fueran a caer.

—La Ministro de Defensas Externas y encargada de la vigilancia, Aura Bella Fiora. Al lado, su hermano Mare Bello Fiore, encargado de la reconstrucción de edificios y reforestación. —Notando las miradas dudosas a pesar del alegre saludo que Aura les daba, Albedo agregó unas palabras— Que sus apariencias no los engañen, amos son Elfos Oscuros y la lealtad que vienen profesando a Su Majestad es de hace mucho tiempo.

Albedo esperó a que la información ingrese en sus diminutas cabezas. Incluso para eso eran lentos, otro rasgo despreciable que encontró, terminó quejándose de los humanos sin cambiar su expresión.

—Ahora, presentando a Su Majestad el Rey Hechicero Ainz Ooal Gown-sama.

Apareciendo sin hacer una entrada por su tan conocido portal oscuro, Ainz caminó a pasos lentos pero seguros hasta la orilla del palco, miró a sus ciudadanos y tras lo que parecía ser un silencio observador habló.

—... En el pasado, cuando solo existía oscuridad y un sin fin de estrellas, cuando los mundos sin habitantes orbitaban en silencio hubo una luz que cubrió todo. De aquella luz nacieron seres de diferentes apariencias y tamaños, pero todos sin poder alguno. Ellos exploraron los Mundos y lucharon entre si, se reprodujeron, y conquistaron diversos lugares. Yo nací en esos primeros tiempo de la vida, y al igual que los demás me tomó años conseguir el poder que poseo ahora.

Sacando un ítem de grabación de su inventario ante la vista de todos los espectadores, Ainz activó la proyección inmensa de muchos mundos con sus habitantes y continuó su relato inventado previamente con sus amigos.

—No pasó mucho cuando en una de mis exploraciones principales un grupo de estos seres me dieron caza y lograron acorralarme. Para aclarar las cosas, estos seres son parientes de los que ustedes ahora llaman Seis Dioses. Allí se los conocía como Seres Mayores.

El holograma ahora mostraba la escena, una en la cual Ainz estaba recostado con trapos hapientos y siendo rodeado de varias figuras humanas vestidas con armaduras.

—Esta era algo habitual, después de todo, los heteromórfos eran seres despreciables en cualquier mundo que habitaras. Esperé mi muerte como muchas otras veces pero nunca llegó y eso se debía a la presencia de un nuevo ser que acabó con mis enemigos de un solo golpe.

Los cuerpos se disolvieron y allí apareció Touch-me con su armadura plateada, símbolo de ser un Campeón del mundo. Le tendió la mano y esperó a que la tomara sin hacer su típica frase de héroe.

—Me sentí confundido, alguien me había salvado sin siquiera saber quién soy. Ni confié al inicio, le hice preguntas y las respondió todas sin intentar mentir. Me hice su amigo y juntos comenzamos nuestras primeras aventuras.

Pequeños flashback se miraban rápidamente pero sin ser confusos. Hubo muchas peleas y otras veces en las cuales solo caminaban o conversaban. Se unieron más personas y su pequeño grupo de dos ahora era de nueve.

—Conocimos a más que también se volvieron amigos, forjamos una amistad ardiente e imposible de romper. No importaba si era pequeño o grande, nos ayudamos entre todos si teníamos problemas y dudas. Crecimos más y pronto fue tiempo de crearnos un lugar para que sea nuestra Base. Elegimos un Mundo y tomamos un área solo para nosotros.

En una habitación grande habían varias sillas varias estaban ocupadas por seres que a la vista no querrías molestar. Ellos conversaron y llegaron a un acuerdo luego con guía de uno de ellos que parecía un ninja fueron a cierto pantano.

—Conquistamos un lugar y lo volvimos nuestro; creamos defensas y trampas de alto nivel en todos los pisos pero nos falta algo importante para terminar. Los Guardianes.

Se pudo ver un bosque frondoso, un río de lava, una caverna húmeda, una colina de nieve y tumbas, muchas tumbas. Los heteromórfos que acompañaban a Su Majestad unieron materiales desconocidos y tras un largo proceso se vio vida siendo creada desde cero.

—La Gran Tumba Subterránea de Nazarick, ese es el nombre de nuestros hogar, y ellos —Señalando a Demiurge, Albedo, Aura y Mare, dijo— son las creaciones de mis amigos. Son sus hijos y los míos, porque cuando pensábamos que todo estaría bien luego de la invasión fallida que nos dieron, aparecieron los Enemigos Mundiales, seres que destruyeron Mundos enteros por capricho y solo los más fuertes pudieron hacerles frente.

Monstruos gigantes y horribles, Ángeles lleno de luz pero matando y destruyendo todo, Seres de Energía extrayendo la vida y controlando a otros. Era un caos y entre ellos siempre se vio al Rey Hechicero y sus cuarenta amigos derrotando a cada uno de ellos.

—Nuestras victorias constantes contra todo tipo de enemigos nos dio un nuevo poder con el título de Ser Supremo. Gracias a eso y a la ayuda de los Seres Mayores que dejaron su odio para salvar su vida logramos derrotar a todos excepto un Enemigo Mundial.

La imagen ahora se concentraba en un Salón del Trono, era hermoso, brillante pero a la oscuro, tan espacioso que todos los presentes podían haber sin problemas. Y al final de todo, sentado en un trono se encontraba el Rey Hechicero hablando acaloradamente con sus amigos, nadie pudo escuchar lo que decían.

—... Tuvimos una discusión y con ello una despedida. Mis amigos se fueron a enfrentar al último de los Enemigos Mundiales y yo al contrario de mi voluntad me quedé en nuestro hogar para cuidar y proteger a sus habitantes.

Lo que siguió fue triste, siempre se vio al Rey Hechicero caminado solo por los largos pasillos, sus subordinados parecían estar estacionados con órdenes de no hacer otra cosa más que sus deberes pero Ainz siempre les dedicaba algunas palabras de aliento. De vez en cuando el Overlord salía de la tumba y traía oro, joyas, Ítems y demás que luego lo almacenaba en un lugar apartado y muy poco luminoso.

—Pasaron años desde la última vez que vi a uno de ellos, pero cuando mi amigo Herohero llegó a darme la buena noticia tuve que irse de nuevo porque lo llamaban para algo inesperado. Fuimos transportados a otro Mundo, uno al cual había visitado antes y nos quedamos varados allí. Sellé mi hogar y esperé sus llegadas. Hace un poco más de dos años decidí salir y explorar este Mundo, fue un poco complicado adaptarme ya que estuve aislado.

Se mostró la aldea Carne siendo salvada por Ainz y Albedo, los duendes que habían venido a ver por orden de su General Enri se mostraron asombrados por lo que veían y sintieron un profundo respeto al Rey.

—... Recién casi una semana atrás uno de mis amigos logró contactarse conmigo y pudieron venir un grupo sin problemas.

El holograma se detuvo y una puerta en su lugar fue abierta, de el salieron los seres que habían visto hace tan sólo unos momentos. Un paladín de plata pura, un hombre-pájaro con destellos dorados, un ninja de ropajes oscuros, una slime rosada, un demonio con cabeza de cabra, un hombre-pulpo (Devorador de Cerebros) y muchos otros más haciendo un total de veintiséis.

—¡Ellos son mis camaradas de antaño, miembros de nuestro Gremio y mi familia!

No había palabras para lo que veían, nisiquiera los Aventureros, Blue Rose o Evileye se movieron de su lugar ante semejantes seres poderosos que irradiaban una fuerza desbordante. Tan sólo solos Guardianes y Ainz sonrieron sinceros llenos de felicidad, a excepción de Albedo.