Capitulo 49 – Elsa – Asuntos pendientes.
"¿Crees que estén bien?"
Levantó la mirada de su escritorio, en el estudio que tenían en casa, y observó a la pelirroja, la cual estaba acostada en el sofá frente a ella, observando unos cuadros mientras jugueteaba con una pelota anti estrés.
Se veía concentrada en su mero juego.
Soltó un suspiro y se sacó los lentes, masajeando sus sienes.
"No lo sé, espero que sí."
Anna perdió el interés en la pelota y se acomodó con sus brazos tras su cabeza, se veía relajada, pero tenía incertidumbre en su mirada.
"¿Qué le dijiste a Diana? ¿Le diste algún consejo?"
Se levantó del asiento, estirándose, y caminó donde la pelirroja. El sofá parecía lo más cómodo del mundo luego de estar dos horas enteras sentada en una silla. La menor de inmediato recogió sus piernas dándole un espacio libre para poder acomodarse.
Se levantó de hombros y se relajó en su lugar. Era sin duda mucho más cómodo.
"Le dije que mantuviese la calma y dejara que la situación se diera, que siguiera su curso."
Anna se acomodó, mirándola, sus ojos llenos de curiosidad.
"Ya, ¿Y qué más?"
La miró, sin entender.
"¿Qué más? ¿A qué te refieres?"
La menor levantó una de sus cejas. Ambas estaban confundidas.
"¿Qué más le dijiste? ¿Qué otro consejo?"
Pestañeo un par de veces, sin saber que más decir. Solo negó.
"Nada más, solo eso."
De acuerdo, hace mucho tiempo que no veía esa expresión de horror puro en el rostro de la pelirroja.
"¿Qué? ¿Estas bromeando? ¿Dejaste que nuestra pequeña hermana fuese de aventura con su novia para tener su primera experiencia sexual inolvidable y le diste ese consejo horroroso?"
Y si, lo de horroroso realmente la indignó e incluso se sintió algo molesta.
"¿Horroroso? ¿Perdón? ¿Qué tiene de malo mi consejo?"
Anna parecía impresionada con su reacción, y podía notar en su rostro que no quería ocasionar una discusión más grande, así que tomó mucho aire, y sus turquesas la miraron fijamente, y bueno, olvidó que estaba enojada.
"Mira, Elsa, estoy segura de que lo que Diana necesitaba eran consejos, ya sabes, más prácticos. Donde tocar, que hacer, que decir. Tu consejo es inútil."
Frunció el ceño, a lo que su hermana continuó, levantando sus manos como si estuviese calmando a un enemigo.
Si las miradas mataran.
Se cruzó de brazos, indignada. No creía que fuese un mal consejo, y bueno, Diana tampoco le dijo que era un mal consejo para intentar decirle alguna otra cosa. Aunque en ese momento estaban ambas tan avergonzadas que no pudo haber dicho ninguna cosa. Soltó un suspiro. Si, probablemente era un muy mal consejo, muy…general.
Ella misma tuvo muchos problemas, y le habría agradado que alguien le diese detalles o algo realmente útil. Estuvo perdida durante mucho tiempo. Estar con personas nunca fue algo relevante en su vida, y su padre se encargó de que no lo fuese durante toda su niñez. Estar lejos de la gente, desconfiar de ellos, permanecer al margen. Esa era su vida. Nunca se le pasó por la mente siquiera que tendría que intimar con alguien llegado a un momento.
Tal vez si no fuese por Anna, nunca en su vida siquiera se habría abierto lo suficiente para entablar una conversación, una relación, con cualquier persona. Ni siquiera con Weiss o Diana.
Confiaba en la chica, sabía que podía haber salido adelante sin importar la situación, pero hay momentos en los que, si uno no está preparado, puede ocasionarte un trauma tremendo, y era lo que menos quería para la menor. Debía cuidarla.
"Espero que Diana no haya sufrido mucho."
Pudo sentir las manos de Anna en las suyas, los pulgares acariciando sus nudillos. Esta soltó una risa, las manos apretándola ligeramente.
"Bueno, instruí detalladamente a Akko, estuvimos un día entero hablando de esas cosas."
Así que por eso la menor había pedido el día libre.
"¿Podemos confiar en que Akko manejase bien las cosas?"
No la conocía mucho, pero como que tenía un poco de aire en el cerebro, sin ser mala persona, pero eso era lo que la misma Diana le contó.
La menor se rascó la nuca, soltando una risa nerviosa. Eso claramente no le daba seguridad, ya empezaba a creer que terminaría juntándose con una rubia toda deprimida o asustada o quien sabe. No quería que fuese así. No quería siquiera pensar que la situación se dio mal y su relación se cortó en algún momento.
"De acuerdo, no entremos en pánico, ellas están bien, hice que esa idiota tomase notas sobre lo que le decía y le hice preguntas. Estoy segura de que todo salió bien, puede que algo turbulento, pero bien. Hay que ser positivas. Las primeras veces son un fiasco, pero se quieren mucho, les tengo fe."
Anna parecía confiada, así que solo le quedaba confiar.
Ya podía ver en su cabeza como Diana la enfrentaba diciéndole que todo salió mal por el consejo…'horroroso' que le dio.
"Cambiando de tema, ¿No crees que deberíamos ir de vacaciones o algo?"
No supo por qué, pero tuvo la sensación de que ya habían discutido eso en otra oportunidad, obviamente era una especie de técnica. La estaba probando, esperando el momento perfecto para intentar huir de sus responsabilidades. No le molestaría unas vacaciones, pero no era el momento indicado para ello.
"¿No tienes trabajo que hacer?"
La pelirroja sacó nuevamente la pelota de quien sabe dónde y la tiró hacia una de las paredes, rebotando y cayendo nuevamente en su mano.
"Nop. No trabajo los fines de semana. No me pagan suficiente para hacerlo."
Se cruzó de brazos, una vez más, y la miró fijamente. Esta poco a poco empezó a perder la confianza que tenía en su comportamiento, y luego de unos minutos de batalla, dejó caer la pelota y se levantó del sofá, caminando al escritorio mientras arrastraba sonoramente sus zapatos.
"Se lo que dirás, somos las jefas, trabajamos 24/7."
La vio sentarse en el lugar que estaba ocupando ella misma hace solo unos momentos, estirando sus brazos. Al parecer era su relevo.
Se quedó ahí, revisando su teléfono, mientras la pelirroja seguía con algunos pendientes. Cheques que firmar, fechas que notificar, proyectos que analizar, todas las cosas que no pudieron ser revisadas en la semana y eran de mayor importancia y urgencia. Tal vez era cosa de solo tres días, pero había muchas situaciones desagradables que podían surgir en muy poco tiempo, y era mejor evitarse todo eso.
Antes, cuando manejaba la empresa en solitario, pasaba mucho tiempo trabajando. Siempre se resguardó en el trabajo, y su cuerpo se desgastaba con mucha facilidad. Al menos ahora tenía un par de manos que la ayudaban y, de hecho, desde que Anna empezó a ser su mano derecha, desde que ambas empezaron a tomar el control, eran muy pocas las veces que enfermaba. Quizás por eso Weiss se sorprendió tanto cuando cayó en cama.
Estaba acostumbrada a trabajar cuando enfermaba, porque en aquel entonces, no tenía a nadie que pudiese hacer su trabajo, y no porque fuese imposible encontrar un reemplazo, sino porque no confiaba en nadie para que lo hiciese. Y si, le costó confiar en Anna, pero siempre le ha demostrado que es capaz de hacerlo.
Anna es capaz de todo.
Incluso de dar buenos consejos.
Aprovechó de tomarle una foto con su teléfono.
Había algo muy atrayente de ella cuando trabajaba. Sus ojos turquesa inspeccionando los documentos, sus manos haciendo firmas por doquier, la concentración en su expresión. En momento así, Anna parecía mayor, dejando de lado esa actitud infantil y temeraria que tenía a diario.
A veces se preguntaba que habría sido de la empresa si quien se hubiese quedado a cargo fuese Anna y no ella. Era algo casi imposible de imaginar. Negó. Anna habría abandonado todo, o tal vez habría dejado a alguien a cargo, a alguien que podía no ser como la chica imaginaría. Era ingenua y confiaba en todos, eso era algo que le desesperaba sin duda. Pensar en un extraño tomando liderazgo de la empresa de sus padres era algo demasiado doloroso.
Sobre todo, alguien como Hans.
Oh dios, eso hubiese sido terrible. Anna se habría casado con él a penas se dejó ver.
Negó con el rostro, ya había pasado esa etapa, ya se había dicho que dejaría de pensar en el pasado, en los tal vez, en los quizás.
La vida era ahora.
Se levantó, acercándose a la menor, está demasiado ensimismada en su trabajo que no prestó atención a sus movimientos. Se puso tras de ella, y la abrazó por el cuello, siendo esta una acción que la pelirroja hacía a menudo en el trabajo.
Quería probar.
Anna de inmediato dejó de hacer lo que estaba haciendo y levantó los brazos, abrazándola de vuelta de una manera muy extraña e incómoda, pero esta parecía feliz.
"¿A qué se debe la ocasión?"
Soltó una risa al oír aquellas palabras. No había ninguna ocasión. Solo quería ser por una vez quien abrazaba a la otra en un momento de trabajo. Aunque seguían estando en su casa, y tal vez no tendría el impulso para hacer aquello en la empresa, pero era un primer paso.
Aunque aún se recriminaba el haber tenido sexo en la oficina, en serio no entendía como había hecho eso. Las cosas habían cambiado mucho en el último tiempo, y si bien había cosas de las que se arrepentía, seguían siendo cosas buenas.
Las malas iba a olvidarlas para siempre.
"Gracias, Anna."
Le dijo. No sabía en realidad porque le agradecía, pero tenía mil cosas que por las que podría querer agradecerle. Sin Anna no sería la persona en la que se había convertido, en la que seguía creciendo día a día.
Anna rio, de buen humor.
"De nada, este trabajo es de ambas."
Negó con el rostro.
"No por el trabajo que estás haciendo, si no por todo. Me has ayudado mucho, has ayudado a muchas personas. Eres sin duda la mejor."
Anna rio nuevamente, esta vez con nerviosismo.
"Pues es un placer, creo."
Estuvieron un silencio ahí, inmóviles. Anna volvió a moverse, a trabajar en el papeleo y ella por su parte, siguió ahí, aferrada a la menor, disfrutando de la cercanía. Entendía porque la pelirroja podía estar horas tras su espalda mientras trabajaba, podía ver lo que hacía casi en primera persona y estar mimándose al mismo tiempo.
"A todo esto, ¿Qué quieres para tu cumpleaños?"
Se quedó unos momentos analizando la pregunta. Pensando. No tenía que darle muchas vueltas, sabía lo que quería.
No.
Sabía claramente lo que necesitaba. Había avanzado mucho en ese último tiempo, pero había cosas que había pospuesto. Por debilidad, por miedo, por cobardía.
"Que visitemos a nuestros padres."
Anna se puso rígida bajo su agarre y dejó sus manos quietas, abandonando el trabajo. Giró la silla en un movimiento rápido con el objetivo de que quedasen ambas frente a frente, así que tuvo que soltarla para que lo lograse sin contratiempos.
Se miraron unos segundos.
El rostro de incredulidad de Anna era impresionante.
"¿Qué?"
Se abrazó a sí misma, su confianza cayendo un poco ante aquella mirada tan intensa.
"Eso. Lo que dije."
Anna se levantó de golpe y la abrazó tan fuerte que sintió que partes de su cuerpo tronaron sin misericordia. Incluso le arrebató el aire por completo.
"¡Estoy muy orgullosa de ti, Elsa!"
Se quedó ahí, siendo abrazada, inmóvil, disfrutándolo.
No había querido ver a sus padres desde que se enteró que Anna era su hermana biológica. Los culpaba. Los culpaba de toda la infelicidad que tuvo en su infancia, y probablemente los culparía por siempre. Pero debía ser fuerte. Dejarlos ir. No podía seguir teniendo rencor hacia ellos, eran humanos y cometían errores.
Ella misma era humana y cometía errores.
Anna la tomó de las mejillas, y vio en su rostro reflejado el propio.
Calma.
Compasión.
Confianza.
Debía perdonarlos, perdonarse a sí misma. Iba a visitarlos al lugar que los rememora, y haría las paces. Eso era lo único que le quedaba para vivir su vida en paz. Para convertirse en la persona que ansiaba ser.
Quería ser feliz con Anna, y ese era el último paso para conseguirlo.
Capitulo #chill. Hay que empezar a cerrar ciclos en esta historia, así que esperen tensiones. Estoy muy feliz de como terminó esta historia así que espero ustedes disfruten también de este ultimo arco. Se vienen muchas sorpresas y dramas, wait for it. La tensioooooon.
Capitulo siguiente: Weiss – Amenaza.
Nos leemos pronto.
