Harry Potter pertenece a JK Rowling.

Tokyo Ghoul pertenece a Sui Ishida.

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Este es un Fic con una Fem-Harry (llamada Artemisa, en esta versión), podríamos decir que es como otra versión del Fic "La Chica del Rayo".

Aquí Artemisa será un Ghoul (Estilo Tokyo Ghoul).

Aquí los padres de Artemisa, están vivos, y tiene dos hermanos menores.

Harem: Hermione Granger, Padma Patil, Daphne Greengrass, Susan Bones, Tōka Kirishima, Lily Potter y Stephanie (su hermana menor OC).

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Artemisa: The History of The Queen Ghoul

57: Mortífagos y el demente plan de Lily.

Por quince años, la vida de Draco Malfoy, fue la de un chico malcriado, estilo Dudley Dursley (sumando a la ecuación, el hecho de que poseía magia, y tenía una idea de intolerancia y xenofobia, de la cual Hitler hubiera estado orgulloso...)

Por quince años, creyó firmemente, que algún día, Inglaterra solo pertenecería a los Magos, y —una de dos— o expulsarían a los Muggles y Sangre Sucia; o los esclavizarían.

Pero su vida se puso de cabeza, luego del infortunio, de la misión que su padre, Lucius Malfoy, comandaría en el Ministerio, cuando intentó adquirir la Profecía que hablaba sobre su jefe y Artemisa Potter. Solo para acabar en una trampa, donde vio caer, bajo los dientes y garras de esa chica, a todos sus compañeros y él acabara siendo desmembrado, y encarcelado en Azkaban.

Su padre y el mismísimo Señor Oscuro, fueron superados por la astucia y planificación de una chica de su propia generación, logrando esta chica, sus novias, sus hermanos y amigo, poner en jaque, al mismísimo Señor Oscuro, quien había perdido a sus mejores hombres.

Y ahora, el Ministerio de Magia, estaba realizando toda clase de redadas, y dando con los Mortífagos, antes de enviarlos a vaya a saber uno, a qué Campo de Concentración. Pues enviarlos a Azkaban, estaba fuera de discusión, debido a que, aparentemente, los Dementores se unirían a la causa de...

Tom Sorvolo Ryddle.

Draco apretó los puños.

¿Era correcto?

No pensaba en sí, si era correcta la causa, sino... En seguir al hijo de un Muggle y de una Squib.

Al parecer, los remanentes de Mortífagos, que aún seguía en pie de lucha, y a favor del hombre calvo y pálido, olvidaban selectivamente, partes de la historia.

Pero, sin lugar a dudas, todos (o al menos, los tres o cuatro Mortífagos que aún quedaban allí) lo notaban.

La causa había cambiado completamente.

Y el estilo de pelear esa guerra también cambió.

Quizás cambió tanto, que ya poco o absolutamente nada, tendría que ver, con la idea original que siguieron, al tomar la marca del cráneo y la serpiente.

Sea como fuera, ahora mismo él, Draco Malfoy, estaba escribiendo una carta para Artemisa Potter, una chica a la cual él le debía la vida, pues dos veces se la había salvado: La primera, del Hipogrifo ese, en tercer año. Y la segundo, en quinto, cuando evitó que él dijera algo despectivo sobre Voldemort, la silenciarlo. Eso podría haberlo enviado de cabeza, contra los demás seguidores del Señor Oscuro.

Y ahora él, estaba escribiéndole una especie de pequeño diario, a Artemisa Potter, sobre lo que podía enterarse, entre susurros de los Magos Oscuros, que ahora estaban en aquella casa, y donde él también tenía que estar, obligadamente.

Ahogó un quejido, al ver a un hombre ser arrastrado, hacía las mazmorras de la casa Ryddle, mientras estaba esposado, tenía una bolsa de tela negra en la cabeza, y era llevado/levantado, por los brazos, sin que dejara de patear. Cuando se giró, retrocedió asustado, por tener a Voldemort delante suyo, pero este no le dijo nada, ni intentó hacerle nada, le enseñó una sonrisa, que aterró aún más al heredero Malfoy.

―No pasa nada, Draco. ―Dijo... Tom Ryddle, sonriéndole al adolescente. ―Deja que sea yo, quien tenga unas palabras, con nuestro invitado, luego puedes hacerlo tú... si quieres ―y vio al hombre, descender por las escaleras del sótano.

―La madera es de... de Ébano. Pero ignoro, el núcleo, él nunca me lo contó. ―Dijo finalmente Ollivander, luego de ser torturado con el Cruciatus, por más de dos horas.

― ¿A qué te refieres, con que nunca te lo contó? ―preguntó Voldemort, acercándose a su rostro peligrosamente.

―Yo... en mi taller, solo manejo dos núcleos: Pelo de Unicornio y Fibra de Corazón de Dragón, y muy raramente, llego a utilizar la Pluma de Fénix. ―Explicó el anciano. ―Pero ninguno de los tres, funcionó para Artemisa Potter. Así que... le dije que... ―pensó en guardar silencio, pero Voldemort se dio cuenta de eso, y comenzó a atacarlo, con algo similar al Cruciatus, pero no era la maldición de tortura... ¿o quizás sí lo era?, ¿y si la maldición se sentía distinta, al ser desactivada y luego volver a ser usada, en la persona? ―Le dije que... fuera... a.… donde... otro... ¡CREADOR DE VARITAS! ―el anciano cayó de costado.

―Otro creador, para un núcleo que se adecuara.

―Y él, jamás me lo dijo ―mintió, mientras reforzaba sus escudos de Oclumancia, tanto como podía, en aquellos segundos de descanso.

―Bien. Creeré en tu palabra, Ollivander, pero más te vale, no estar ocultándome nada, o sentirás mi ira y mi poder, una vez más ―advirtió Voldemort.

Al mismo tiempo, en el primer piso, Draco Malfoy hizo que su rostro se viera, lo más estoico posible, antes de ir al segundo piso. Quería pedir ayuda, quería alertar a alguien, sobre que Ollivander, estaba en la Casa de Verano de los Malfoy, ¿pero a quien podría acudir? Era el hijo de un Mortífago, actualmente encarcelado, e inservible para cualquiera de los lados, y desconocía, a donde se había ido Artemisa Potter, de vacaciones. ―Seguramente, estará fuera del país, reuniendo más conocimientos, más hechizos, encantamientos y maldiciones, para hacerle frente a Voldemort.

Y aquel, no era solo su pensamiento.

Era el pensamiento de cientos de brujas y magos de a pie.

De aquellos que se consideraban a sí mismos, nada más que civiles, o que temían demasiado a Voldemort, como para tratar de atacarle.

Pero aquellos que sí eran capaces de contraatacar, y eran valientes, estaban en dos grupos: uno llamado Aurores y otro llamado Orden del Fénix.

Entonces, se le ocurrió, enviarlo al único miembro de La Orden del Fénix, que conocía, y sabía dónde vivían.

Recopiló toda la información de espionaje, (y no tan espionaje, si es que te tienes que sentar en la mesa del almuerzo, a escuchar esas cosas) y la duplicó, una copia para Sirius Black y para los Aurores, y la otra copia, ya se la entregaría a Artemisa, con eso hecho, se acercó al Flu. ― "#12 de Grimmauld Place" ―susurró, antes de arrojar el folio de hojas a las llamas verdes, y verlas desaparecer, sin dejar ceniza alguna. Suspiró y apagó el fuego tan rápidamente como pudo.

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Kaneki, vio al Investigador Amon, hablando por teléfono con alguien y corriendo hacía el lugar, que le decían por teléfono. Pero él no vio a Kaneki, por estar el mestizo Ghōul en un paso elevado.

Pero... si era un Ghōul... si una persona, estaba en peligro, entonces no podía permitirle a Amon ir al lugar, que le habían pedido acercarse, por celular.

Sacó su máscara y se la colocó, antes de aparecer frente al Investigador, cortándole el paso.

― ¿Qué estás tramando...? ―preguntó el humano.

―Os vi. A ti a varios de tus amigos, tratando de matar a una madre. ―Dijo Kaneki. ―Lo harás nuevamente, ¿verdad?, ¿nuevamente, matarás a un padre o madre, o ahora es a un niño? No te dejaré pasar.

―Estás en mi camino... ―dijo Amon, solo para tener que esquivar el ataque de un Ukaku, pero Kaneki, no por nada era el hijo de un Investigador Ghōul, y Amon desconocía, que Kaneki conociera el estilo de combate de la CCG, aún mejor de lo que otros Ghōuls, podrían aspirar a conocerlo, en algún momento, y todos los ataques de plumas/cristales de Izuku, estuvieron todo el tiempo, dirigidos al Quinque de Amon. ― ¿Atacas mi Quinque? ―preguntó, al descubrir lo que hacía su oponente, el cual volvió su mirada, hacía el maletín, solo para sentir a su rival, quien le agarró de la mano derecha, y le derribó, al hacer un derribo, tomándole del brazo, curvando su espalda, y hacerlo volar por encima de su cabeza, logrando que Amon estrellara su espalda, contra el suelo.

―Mierda. Me distraje ―dijo Kaneki, quien no parecía preocupado, al ver como su oponente, activaba el Quinque, el cual tenía una forma, similar a una maza de guerra, pero gran parte del arma era un cilindro alargado.

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― "Imperius" ―susurró Lily Potter, mientras que la mujer, una investigadora Ghōul, se ponía bajo sus órdenes. ―Cuéntame: ¿Cómo son creados los Quinques?

―Se arranca el Kagune, y luego es almacenado en un portafolios, que cuenta con un sistema eléctrico en su interior, al ser presionado un botón, este estimula eléctricamente, los centros nerviosos del Kagune, activando el Quinque. ―Explicó la investigadora, con una voz muerta. ―Una forma de hacer los Quinques mejores y más eficaces es crearlos, con uno o más modos, ya sea de ataque o de trampa, esto permite a los investigadores atacar por sorpresa a los Ghōuls con sus modos trampa o cambiar de forma o diseño de ataque del Quinque para tener mayores oportunidades contra un Ghōul.

― ¿Qué hace falta, para crear uno?

―Fundir el Kakohō, en una capa de acero Quinque, y colocarlo en un maletín, con un diseño predeterminado, para que el Quinque se libere.

―Llévame, a los laboratorios de desarrollo. Enséñame, como son creados. Enséñame todo el proceso de creación previo... ―ordenó Lily, haciendo girar su varita, y amplificando el Imperius, mientras era guiada, por la Investigadora. Se colocó la Capa de Invisibilidad encima. ―Y si alguien trata de impedírnoslo... asesínalo.

Lily podía llegar a ser tan perversa y maquiavélica, cuando se trataba de proteger a su hija. Hija que quería, auxiliar a una de sus novias, en una guerra, en la cual ambas estaban inmiscuidas.

Una de ellas por haber nacido como una Ghoul.

Y otra, por los órganos de Ghouls, que le fueron trasplantados.

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Ante Tōka e Hikari, apareció Mado. También conocido como el Quinque-Maniaco.

―Esta es la primera vez verdad... que me encuentro con la hija de Feuguchi... ―dijo Mado. ― ¿Yamaguchi...? Mentira, ese es un seudónimo. Entonces, ¿Cómo debería llamarte...? ―Entonces, vio algo especial e importante, colgando del teléfono celular de la chica de cabellos violetas. ―Conejo... ―siguió avanzando hacía la niña y hacía la adolescente. ―En ese momento... no sé por qué la alarma no reaccionó contra aquel chico, o contra tu amiguita Misa. Sin embargo, al final conseguí entender... oh, ¿pero ¿qué tenemos aquí? La hija de Feuguchi. Primero la hija, y luego... ¡iré por la madre! ―rugió, mientras abría el portafolios, liberando el Quinque, con forma de un cuerpo de ciempiés, siendo esquivado por Tōka. ―

¡Ahora mismo, el destino de ustedes dos es morir, al menos que los del Distrito 20, o esa chica vengan a salvarlos! ―Tōka se agachó, y el Quinque le pasó por encima, se lanzó hacía su izquierda, esquivando el golpe contra el suelo, del Quinque, antes de avanzar hacia Mado, logró agarrarle de la cabeza y estrellar su rodilla, contra la nariz de su rival, fracturándosela y haciendo, que respirar fuera difícil para él. Soltó una mano, apoyó la otra en el hombro de su rival y lo tiró hacía atrás, haciéndolo caer al suelo, antes de dislocarle el hombro, al pisárselo. Luego, pateó el Quinque, haciéndolo volar en el aire, y lo destruyó de una patada. Pero Mado comenzó a reírse, al tiempo que se ponía de pie y sacaba otro Quinque, el cual resultó haber sido creado, a partir del Kagune de la madre, de Hinami.

¿Cuando? ―se preguntó Tōka, incrédula. ― ¿Cómo es posible?

― "Mamá..." "mamá" ―susurró Hinami, antes de correr hacía Mado.

―Tú... ―gruñó Tōka, tras lograr recuperarse. ― ¡MALDITA BASURA! ―Se arrojó contra el investigador, a gran velocidad, pero Mado se protegió, con el modo escudo del ataque de su enemiga.

―Aun no has aprendido, conejo ―dijo Mado. ―Y por tu impulsividad, morirás. ―El Quinque se ató, alrededor del tobillo de Tōka, y la arrojó, contra una pared. ― ¡SERÁS UN BUEN MATERIAL!

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Lily, mientras observaba el proceso de creación del Quinque, y escuchaba la voz monótona, de su nueva esclava, escaneó el cuerpo de la mujer, con algunos hechizos de sanación. Los humanos poseían lo necesario para crear un Kokahō, pero eran muy pequeño, al no tener la necesidad de almacenar algo. Observó el proceso, no queriendo perderse nada. ―Necesitaré, al menos... treinta cadáveres, para extraer los Kokahō... no. Son del tamaño de la cabeza de un alfiler... cincuenta... ciento cincuenta... quizás sean más que suficientes, para crear un Quinque desde cero.