Te he buscado en un millón de auroras…
I
—Ya es tarde, papá —dijo con la misma decepción.
—Dale unos minutos más… —después de muchos años, aún tiene esperanzas.
Estaban sentados en la entrada de la casa que quedaba en la avenida Franklin. Casi toda la familia del padre de la chica estaba en otros Estados. Al final, la casa fue la herencia de él.
Pasaron más de veinte minutos, en total fueron unos cuarenta minutos. La hija era la que menos quería esperar o la que menos esperaba algo de esa persona.
—Vámonos, tendré que buscar cualquier excusa, eso me sale muy bien —lo dijo algo apenado.
—Lo que quieras —lo dijo enojada.
Ambos entraron a Vanzilla y tomaron ruta con dirección a una feria de literatura y arte.
—Pensé que si… si… la invitaba a esto… solo quizás, haría un esfuerzo inusual —ahora de lo enojada que se mostró, se tornó triste.
—No te culpes, Lupa —no despegaba su mirada del camino—. Tendré que hablar seriamente con ella… otra vez —no pudo evitar sentirse como su hija.
El camino era un poco largo, pero pasar tiempo con su hija era de las pocas cosas que le hacen tener un buen día.
II
Se podía apreciar que la sala estaba desordenada, el pasadizo hacia las habitaciones era un tumulto de muchas cosas que servían de adornos… se podría estar seguro de que eran antigüedades.
En una habitación en específico, se podía ver muchos papeles en un escritorio y muchos libros en el piso.
Pero en la cama de esa habitación, una persona que, con solo ver el desorden, uno pensaría que sería un estudiante universitario o un desempleado. No lo era.
Era una mujer la que estaba en la cama con unos papeles que le cubrían el rostro. También se podía escuchar algunos ronquidos.
Todo allí estaba cerrado, daba la sensación de que aún era de noche. La mujer al moverse hizo que unos papeles se cayeran al piso y se despertara lentamente por el ruido. Tomó con lentitud su celular para ver la hora.
Se resbaló con los papeles y libros del piso al querer ir al baño a tomar una ducha rápida.
—Oh, no… me va a odiar… más, suspiro —tenía un tono sombrío al hablar.
Mientras salía de su habitación respondía unos mensajes de unos tipos que querían comprar algunas de sus antigüedades. Y también los de su jefe del periódico.
Luego de eso, llamó a la persona, mejor dicho a la única persona, que le pasa todo y que, en cierta forma, la entiende.
—Lincoln, contesta… —decía en su mente.
No le atendía, sin pensarlo dos veces, fue a su habitación con rapidez y empezó a buscar el folleto que le dio su hija. No recordaba la dirección de esa feria.
III
—¡No!
—Lupa… es tu madre —no podía dejar el volante por la señal verde.
—Y por eso te lo quito, no le debes pasar todo —no tenía intenciones de darle su celular.
Lincoln se estacionó en la entrada de esa feria. Apagó el motor y miró a su hija.
—Lamentablemente, tienes razón. Pero de igual manera necesito mi celular —le estiró su mano para que se lo dé.
—Descuida, yo le escribo a tu jefe —lo decía con una sonrisa maliciosa.
—¡Lupa! —ahora se estaba enojando.
—Papá… no le des la mala costumbre de que se justifique —le daba lentamente su celular, pero con una mirada seria—. Por favor.
Lincoln tomó el celular y lo guardó en la guantera, bajó del auto junto a Lupa y la dejó en el sitio. Le dijo que pasaría después por ella.
Lupa se quedó molesta porque su papá estaba triste, sabía que no llamaría a su madre, pero si ella lo buscaba, seguro que la perdonaría.
Lincoln tuvo una ligera discusión con su jefe, y luego continuó con su trabajo de siempre.
IV
Había encontrado el folleto y su boleto, estaba en su coche conduciendo con rapidez para llegar sin tanta tardanza de la que ya tenía.
Llegó y entró con mucha prisa, se pasó buscando por distintas secciones de ese lugar. Dio más de tres vueltas y no podía encontrar a Lupa, hasta que la vio saliendo de los servicios higiénicos.
—¡Hija, pensé que no te encontraría! Ahora estoy tranquila, suspiro… —eso en verdad la dejó menos tensa.
—"Claro", "yo pensé encontrarte al terminar la presentación de este día" —su sarcasmo era palpable.
Lucy miraba a su hija con culpa, aunque Lupa no pudiera ver los ojos de su madre.
—Lo siento, hija… te prometo qu… —fue interrumpida.
—Ya me sé estos diálogos, luego hablamos de eso, quiero disfrutar del evento —se fue con dirección a una sección para ver los libros.
Lucy suspiró y la siguió en silencio, pero tenía planeado romper el silencio… luego de responder a los mensajes de unos compradores.
Lupa no dejaba de agarrar uno que otro libro y leer la sinopsis, no sabía que comprar en sí, pero eso no le imposibilitaría poder disfrutar de ese evento, por más que su madre la moleste con su sola presencia y, más que nada, su irresponsabilidad para con ella.
—¡Oh, una reedición de Vampiros de la melancolía! —lo tomó con una gran sonrisa—. Esto me trae buenos recuerdos, suspiro.
—Ojalá también te traiga los recuerdos de la puntualidad —no podía de ser sarcástica.
—Lupa… lo siento, en verdad… no sé cómo podría reparar años de irresponsabilidad… —dejó el libro y siguió a su hija.
La chica de cabello blanco solo miró con seriedad a su madre, pero se guardó algunas cosas. Ella sabía que su madre se equivocaba… solo en algo. Suspiró y ablandó su semblante para no dejar que se arruine su fin de semana.
Se sentó con su madre a tomar algo, Lucy pidió un café y Lupa solo agua. Miraban con curiosidad a su entorno, no creían que aún hubiera personas que gustaran de la literatura y el arte.
—Le mandaré un mensaje a papá para que ya no venga por mí, ya no quiero darle más problemas —lo decía algo apenada, su semblante serio cubría en su mayoría de veces esas muestras de otras expresiones.
—Siempre le estaré agradecida por todo lo que ha hecho por ti, suspiro… —miraba con una leve sonrisa a su hija.
—Agradecer… es poco, si te soy sincera, mamá —prefirió seguir mirando a las personas.
—Eso me lo dicen siempre tus tías y abuelos… —lo decía con una normalidad, pero no se dio cuenta que lo dijo como si no le importara.
Eso molestó a Lupa, se levantó y fue al cubículo para ver qué exposición de artes había.
Lucy se había dado cuenta de su error y solo… suspiró por ser una idiota. Pero en medio de ese suspiro, recordó un poco de lo que su hermano era en su vida.
V
Era el único, sin contar a Lynn, que la entendía más que los demás y el más cercano a ella. Quizás la primera muestra de eso fue cuando se atribuyó la culpa por arruinar el baño y el gusto por los ponis.
Lincoln siempre le guardaba un cariño especial a Lucy, aún después de salir de casa y dejarle el "manto" del hermano mayor, rol que cumpliría algo bien.
Cuando regresó no la encontró porque ella también tomó el rumbo universitario, pero cuando regresó… fue lo más esperado por ambos. Hablaron de todo, y sobre todo, sobre esa peculiar relación que tuvieron cuando el rayaba los diecisiete años.
El señor Lynn y Rita no esperaban que Lucy cambiara un poco de lo huraña que podía ser, más que nada eso se podía asumir por las conversaciones que mantenía siempre con su hermano y ese fuerte vínculo invisible que los unía. Se sentían orgullosos.
Pero un día como pueden sentir el más grande orgullo, también pueden sentir el extremo desprecio por lo que ellos cometieron. Aquello no fue sorpresa para la mayoría de hermanas.
Con el tiempo eso se logró de tolerar, pero comprender… tardaría un poco. Era mejor apoyarlos en lugar de reprocharles lo cometido.
Lucy, al principio, no sabía que sentir. Se preguntaba qué haría siendo tan joven y con una hija. Tener veintitrés años suponían dejar a un lado metas y sueños… todo eso le causó miedo.
Todo iba bien en el primer año, supieron mantener todo en secreto, pero algo que no pudieron… o mejor dicho: "Ella no pudo". Eso fue el terror a la responsabilidad.
Cuando Lupa cumplió dos años, Lucy tomaba de excusa cualquier cosa para salir, pero en realidad quería seguir con lo que planeó con firmeza al salir de la universidad.
Poco por poco lograría lo que tanto anhelaba, serían unos dos o casi tres años para tener algo relacionado a la escritura y a las antigüedades.
Lincoln comenzó a trabajar en cosas que no le resultaban agradables, pero que servían de ayuda para su bebé y casa de sus padres. Lo agradable era regresar y que lo recibieran Lily con Lupa en sus brazos. Pero lo que más anhelaba era que fuera Lucy la que también estuviera.
El sendero tomado por Lucy, que al principio parecía solo un medio de tomar un respiro, empezó a ser criticado por sus padres y hermanas. Lori no podía creer que su hermana ignorara a su hija y que su hermano lo permitiera. Ni que decir de Lynn y las demás.
Culpa, ese era el motivo por el que Lincoln dejaba que Lucy faltara a sus responsabilidades de madre. Sabía que un embarazo a alguien joven no era algo que se pudiera tomar a la ligera. Quizás algún anciano dijera lo contrario, pero es que en otras épocas era normal empezar una familia siendo joven. En esta época ya no era tan común.
Ella es su hermana menor, no podía haberle hecho eso. Pero la ama, y eso nadie se lo puede quitar. Nadie puede quitarle el amor que siente por Lucy M. Loud, y por amor él dejó que ella siga lo que casi le arruina.
Cuando Lupa cumplió cinco años, pudo escuchar cuando su madre le dijo a su padre que sería mejor que la crianza recayera en él por muchos motivos que respaldaban eso. Con el tiempo, la niña lograría soportar ese abandono, pero su padre…
Los abuelos le dejaron la casa a Lincoln como herencia y regalo, ni una hermana se opuso a ello, se lo había ganado y también lo necesitaba. Eso sí, si una de sus hermanas tuviera un problema o una necesidad, él tendría siempre las puertas abiertas.
VI
Escuchó la voz de su hija, eso siempre le daba tranquilidad. Lamentablemente no pudo escuchar palabra alguna de Lucy, suponía que debía estar ocupada en algo.
Salió cerca de las nueve de la noche, se tomó con paciencia para avanzar su trabajo, pero también había algo más.
Al salir, miró a varios lados, se suponía que ella estaría allí. La chica que esperaba, salió de una tienda que quedaba cerca de su trabajo.
—¡Rayos, Linc! ¡Tardas mucho! —se lo dijo en son de broma.
—Mira quien habla —le respondió de la misma forma.
—Tranquilo, no te alteres, sino te verás más adulto de lo que eres —lo dijo en son de broma, nuevamente.
—Lo sé, lo sé… no se puede luchar con el tiempo —respondió con tranquilidad.
—Oye, solo lo decía de broma —no quería ofenderlo.
—Lo sé, solo que… ahora que me veo —observaba su reflejo en la ventana de un auto estacionado—, el trabajo si te absorbe —lo decía con gracia.
Los años de esfuerzo no le fueron favorables, trabajar y muchas preocupaciones dieron pie a que se notara alguien mucho mayor de lo que era. A veces no parecía alguien que rodeaba la treintena.
—Somos jóvenes, quizás ya no como antes, pero nuestro espíritu se mantiene intacto —le decía Mollie tratando de que sonriera.
—Claro —le tomó su mano para ir caminando.
Caminaron hasta llegar a un restaurante donde le prometió invitarla. Mollie no dejaba de sonreír al estar a su lado, realmente no creía que su fantasía de la adolescencia fuera real.
Cenaron y charlaron de muchas cosas, ella lo notaba muy cansado. En verdad ella se dio cuenta que ese Lincoln optimista… se había ido, o por lo menos, se mantenía oculto.
—Sinceramente, pareciera que sales con tu papá o no sé qué —decía en son de broma.
—No digas eso —lo decía triste—. Somos de la misma edad, hablas como si a nosotras, las mujeres, nunca les pasara el tiempo.
—Lo siento —le tomó su mano—. Es que después de un mes que salimos, y últimamente olvido que es divertirse… perdóname los comentarios si los sientes desatinados.
—Está bien, Linky —tomó con sus dos manos las de él.
Hablaron sobre Lupa y Lucy. Le pareció un alivio que Lucy esté en esos momentos con su hija.
Mollie se enteró por medio de las habladurías de la relación que tenían Lincoln y su hermana, también del resultado de sus descuidos. Pero eso no le impidió mantener su amistad. Quizás ella pareciera una creída cuando en realidad era todo lo opuesto.
Terminaron la cena y salieron a caminar un rato más, no había prisa para llegar tan temprano a casa.
—¿Quieres que te lleve a casa? —preguntó con amabilidad.
—No —lo dijo con seriedad, Lincoln pensó que había dicho algo malo—. Quiero ir contigo, quiero ir a la avenida Franklin, me quedaré hasta mañana —lo dijo muy sonriente.
Eso alegró a Lincoln, pero por otro lado… en realidad no era nada. Eso cree.
VII
—Siempre es relajante venir aquí, suspiro… —expresó con una leve sonrisa.
—También porque es un lugar ordenado —eso sí fue una indirecta muy directa.
—Ya sé, no es necesario que me lo digas, suspiro… —lo tomó de buena manera, aunque siempre se le fuera por la otra oreja.
Habían cenado algo que compro Lucy junto a Lupa, le habían comprado algo a Lincoln también. Suena el ruido de un auto estacionándose.
Lucy se dio cuenta que eran Lincoln y Mollie los que se habían aparcado. La pelinegra se sentía algo incómoda cuando trataba con Mollie. Era algo similar a los celos.
Lincoln abrió la puerta, Lupa lo saludó de lejos, él ya estaba acostumbrado. Mollie saludó de manera normal a la madre y a la hija.
—Creo que… ¡Oh, ya es tarde! Me tengo que ir… —se despidió de Mollie y su hija y salió de la casa.
Lincoln ya sabía que tenía que hablar con ella, pero afuera de la casa. La noche se sentía joven. Lucy se sentó en el asiento del piloto de su coche, y Lincoln se sentó a su lado.
—Lincoln… en verdad, quiero pedirte… —le era difícil pedir disculpas por enésima vez.
—Ya no digas nada, Lucy —no estaba molesto—. Terminaste por pasar casi todo el día con tu hija, es suficiente.
Miró a su hermano a los ojos, en verdad ya tenía mucha vergüenza de hacer eso casi siempre. Pero ella no notaba lo feliz que hacía a Lincoln al estar un momento con él.
—En verdad quiero cambiar, pero… no sé con qué puedo comenzar realmente —hablaba con veracidad.
—Pues… podrías ordenar tus prioridades —notó que tenía puesta la mirada de su hermana—. No lo tomes a mal, pero por Lupa sé que te haces problemas con tus trabajos.
—Descuida… —le tomó su mano con cariño— y gracias, suspiro…
Lincoln la miró y trazó una sonrisa muy sincera. Salió del coche y movió la mano hasta que Lucy se perdió al doblar la esquina. Entró a su casa. Mollie y Lupa espiaron juntas lo que sucedía.
Lincoln se acostó muy cansado, Mollie no le iba a pedir algo indebido esta vez, lo notó muy agotado. Dormían en la habitación que fue de Lori y Leni.
—Espero que esta vez… Lucy si pueda cambiar, por lo menos, antes de que Lupa cumpla la mayoría de edad —lo dijo mirando a los ojos a Mollie.
—Linky… si tú lo esperas, no me queda más que mantenerme igual —le acarició su rostro.
Se dieron un beso, charlaron un rato más y se quedaron completamente dormidos. Lupa abrió la puerta con cautela, y los vio completamente yendo a los brazos de Morfeo.
La mirada de seriedad de Lupa, siempre se transformaba en una sonrisa al notar a su papá con algo de felicidad.
Ella tenía la fama de ser una chica con un sentido del humor con puntuación negativa, tenía pocos amigos por su actitud demasiado seria o enojona. Pero pocas personas sabían que eso, en su mayoría de veces, era una mascarada.
Mollie en un principio no le agradó, pero después de cuatro años, le tomó mucho afecto, casi tanto como el que le tiene a su madre. Pero lo que poco entiende es porque no ha tenido más avances con su padre.
Finalmente se fue a acostarse, pero no a dormir, todavía iba a leer uno de los libros que se compró en ese evento.
VIII
Lucy trató de hacer lo que Lincoln le dijo, algo que desde hace mucho debió haber hecho.
Ella vivía en el lugar donde era su tienda, tenía de socias a varias amigas que conoció en la universidad, pero la verdadera socia era Haiku.
Le pidió por favor el que tomara parte de los clientes porque necesitaba despejarse. Haiku no se haría problemas.
Después de unos días, tuvo tiempo para ver a Lupa, su hija no puso peros al pedido de su madre para pasar la tarde con ella. Le avisó a su padre que estaba con su madre por medio de un mensaje.
Mollie notó en los siguientes meses que Lincoln se notaba más vivo. Él le decía que sentía que el cambio llegaría antes de lo que creería. Lucy ahora trataba de pasar dos a tres días a la semana con Lupa.
IX
Los meses pasaban y un día normal, Lincoln recibió la llamada de Leni que iba a visitarlo a él y a su sobrina. Quedó en llegar un viernes en la tarde, él la recibiría junto a Mollie.
—Da igual —respondía la adolescente.
—Es Leni, no puedes decir eso —se lo decía mientras arreglaba la alacena.
—Lo que quieras —lo dijo con su tono serio de siempre.
En realidad, Leni era de las pocas personas que sabía como era ella en realidad. Ella alguna vez habló con ella sobre su madre cuando tenía ocho años. La consoló cuando más lo necesitaba.
Lupa le dijo a su mamá que su hermana llegaría el fin de semana, pero ese día Lucy estaba ocupada con algo importante. Unos extranjeros querían un muñeco anticuado llamado Robert que decían que estaba maldito, se estaban peleando por obtener ese artículo.
Mollie entró a la casa luego de hacer algunas compras en el supermercado, Lincoln la recibió con un beso. Ordenaron las compras en el frigorífico y la alacena, y partieron a recoger a Leni.
Lupa se quedó sentada en el sofá mirando las antiguas fotos de su padre, a veces no podía creer que su madre sea esa niña flacucha con un flequillo que no había desaparecido. Otras veces se pregunta cómo se llegó a enamorar su padre de su madre, por las historias que con los años recopiló, sería más probable que se hubiese enamorado de Lynn, Luan, Lola o Leni.
—¡Lincoln, Mollie! —dijo una mujer rubia con sus gafas puestas.
—Hola Leni —dijeron al mismo tiempo.
Leni abrazó con mucho cariño a su hermano y a su pareja. Charlaron mucho en Vanzilla, pero eso era ínfimo para la rubia. Tenía una semana libre que quiso aprovechar para darle una visita su hermanito. Quería saber cómo le iba en su vida, cómo estaba su sobrina y… su hermana Lucy.
—¡¿Dónde está mi sobrina favorita?! —dejó avergonzada a su sobrina.
—Tía… ya no soy niñita —no podía esconder su sonrojo.
Leni le dio un tierno abrazo que Lupa logró terminar, pero no evitó que Mollie y su padre rieran en voz baja.
La tarde fue de la tía Leni, no había momento donde ella no estuviera charlando, bromeando y siendo el centro de atención, algo que con los años mejoró. Pero su inocencia permanecía intacta, obviamente que había madurado. Sin embargo, a veces se notaba inocente o era algo lenta para entender una que otra cosa.
—Creo que es hora de irme —dijo con cansancio Mollie.
—Pero, ¿no quieres quedarte? —eso dejó sorprendido a Lincoln.
—No, Linc. Necesito arreglar algunas cosas en mi departamento —miró a Leni y a Lupa—. Ya vengó nuevamente el miércoles.
—Descuida, cuídate —Leni le dio un abrazo.
—Nos vemos —dijo Lupa con un rostro inexpresivo, pero terminó dibujando una pequeña sonrisa.
Mollie salió para tomar un taxi, pero Lincoln salió detrás de ella. Él la llevaría por lo menos.
—Tu hermana ha venido de tan lejos, necesitan privacidad familiar —abrió la puerta del asiento de copiloto.
—Tú también lo eres —lo dijo con algo de pena.
—Eso no lo dudo, sin embargo, a veces la familia necesita hablar cosas de… familia, obviamente —le dio un beso en la mejilla—. Vendré el miércoles, no me voy para siempre.
Suspiró y le dio un beso en los labios. La llevó con paciencia a su departamento. Subió con ella, pero bajó cuando ella ya estuviera acostada. Esa simple acción la enamoraba cada vez más a Mollie.
Al llegar a casa, notó que no había nadie en el primer nivel, subió y vio que su hermana e hija estaban en pijama. Leni cepillaba el cabello de su sobrina en la que fue su habitación. Lupa aceptó a regañadientes, aunque no negaba que le gustaba esas atenciones que le daba su tía.
Lincoln se cambió con su pijama para dormir en la habitación que fueron de Luna y Luan. Después de una hora aproximadamente, tocaron su puerta.
—Linky, vamos a mi habitación, Lupa ya se fue a dormir —lo dijo sonriente.
—Está bien —se levantó con algo de pereza.
Leni se sentó con las piernas cruzadas apoyada con el respaldar de la cama y Lincoln se sentó frente a ella.
—No, acuesta tu cabeza en mis piernas —le pidió con cariño.
—¿Qué es lo que quieres? —preguntó con curiosidad.
—Que te relajes, Linky —su tono de voz era muy cariñoso.
Lincoln acostó su cabeza en las piernas de Leni, ella comenzó a acariciar sus cabellos, necesitaba que dejara de estar tenso.
—Ahora dime… ¿cómo va tu relación con Lucy?
—Ella… ella está tratando de cambiar… aunque, estas últimas semanas solo ve a Lupa una vez por semana… sé que ella se hará más responsable.
Leni se dio cuenta de que Lincoln perdía algo de confianza en su tono de voz.
—¿Se lleva bien con Mollie?
—¿Lupa? Sí.
—Me refiero a Lucy.
—Yo creo que sí, nunca las he visto discutir.
—Pero, ¿han charlado alguna vez? Nadie dice que sean las mejores amigas.
Su hermano se quedó en silencio, Leni acarició su rostro. La rubia pudo sentir que sus facciones estaban más tensas.
—Relájate, hermanito —sintió que su hermano trataba—. ¿No se llevan bien, no?
—No puedo estar muy seguro. Puedo asegurarte que Mollie no tendría problemas en charlar con ella, pero Lucy… a veces no la entiendo, solo por unos pequeños momentos.
Ahora Leni sintió que su hermano estaba más sereno.
—Me he dado cuenta que Mollie te quiere mucho, hacen una hermosa pareja.
—Yo también, no sabes lo que ha hecho de mi vida estos cuatro años, la amo.
Notó unas palabras sinceras junto a una sonrisa de su hermano, pero había algo más.
—¿Y la amas más que Lucy?
Lincoln no sabía que decir exactamente. Así estaría hasta que se quedó dormido. Leni se acostó en la cama de Lori mirando a su hermano con algo de tristeza.
X
Eran las cero con cero horas, ya era el día domingo. Lucy estaba sentada en el recibidor de su tienda que estaba cerrada. Estaba terminando de escribir en su laptop una columna que la Gaceta de Royal Woods publicaría.
Al terminar, se mantuvo sentada. Se reprochaba no haber ido a ver a su hermana, pero era eso o perder una venta importante. Hasta ella últimamente se cuestionaba todo eso.
Pero en su mente siempre estaba su hermano e hija, también Mollie. Sinceramente envidiaba a Mollie, ella… ella tenía todo lo que había perdido. Pero eso era lo que ella siempre quiso… solo por unos momentos dudó de ello.
En estos meses, pudo ver que su hermano estaba, cómo decirlo, orgulloso. En verdad ella lo hacía bien, pero en estas semanas que pasaron, nuevamente comenzó a darle más importancia a sus cosas.
Su hermano, el chico que la entendía, el que se tomó el tiempo para saber todo sobre ella. Nunca olvidará sus días antes de que él se fuera o cuando el regreso de la universidad. Sentados desde la tarde hasta la noche en las escalinatas de la entrada de su casa. Escuchándolo más que nada a él, ella era feliz al lado de él.
Nada valía más que esos recuerdos, todos esos días donde ella dejaba de estar ensimismada en cualquier rincón de su hogar, para estar fuera de este y sentir que había más cosas importantes que la lectura o hablar de ella misma. Lincoln lo logró con ella, por lo menos en ese tiempo.
Se fue a su habitación, tuvo que recoger algunas cosas de allí porque era difícil pasar. Se detuvo un momento para mirar realmente como estaba. Realmente no parecía una adulta.
XI
Leni llevaba a su sobrina a la escuela, visitó a algunos conocidos. Almorzó con su hermano a la hora que a él le tocaba aquello. Realmente su hermano tenía todo controlado… o casi todo. Sin duda alguien muy responsable.
La rubia esperaba que su hermana fuera la que diera el primer paso para verla, pero para ella era como pedirle frutas al pasto… o algo así era la frase.
Lucy estaba atendiendo algunas llamadas mientras Haiku atendía a las personas que entraban a preguntar por algunas cosas.
—¿No vas a saludar a tu hermana? —lo dijo esperando una sonrisa.
Lucy salió del recibidor y le dio un abrazo a su hermana. Leni la apretujaba más, fuera de lo enojada que la dejaba por su actitud, la quería mucho.
—Discúlpame por no visitarte ese día, suspiro... —se sentía con vergüenza.
—Descuida —se dio cuenta que estaba Haiku—. Hola —lo dijo muy sonriente.
—Hola Leni —respondió con una pequeña sonrisa.
Leni miró a Lucy como quien espera algo, Lucy trataba de entender.
—¿Tendrás media hora? —se lo dijo con un rostro impasible.
—C-Claro —miró a Haiku—. Saldré un momento…
Leni le dijo para almorzar con ella a un restaurante cercano. Pidieron unas cosas ligeras, pero eso en realidad poco importaba.
—Me ha dicho Lincoln que ahora estás dando un paso para el cambio —lo decía mientras cogía con el tenedor su comida.
—Sí, ya era hora, aunque… —no tenía el valor para decirle.
—¿Aunque? No pienses que todo lo lograrás en poco tiempo —lo dijo sonriendo.
—Leni… ¿podré recuperar el tiempo perdido? —lo dijo muy apenada.
Su hermana se quedó mirándola con una mirada pensativa, la notó algo confundida.
—Claro, lo estás haciendo, tu hija vuelve a confiar en ti —bebió del agua que tenía en su vaso.
—Entonces… lo hago muy bien, suspiro… —sonrió levemente.
En realidad, Leni pensaba que Lucy trataría de decirle algo referente a Lincoln.
—Espero que el cambio siga, hermanita —le sonrió con sinceridad.
XII
—Fue muy agradable tenerte por una semana, Leni —Mollie le expresó con gratitud.
—Quisiera pasar más tiempo contigo, hermana —metía las maletas de Leni en los asientos traseros de Vanzilla.
—Cuando quieras puedes venir, tía —dijo Lupa con su típico tono serio.
—Fueron unos grandiosos días, chicos —abrió la puerta del copiloto—. Espero venir en otra ocasión, ojalá no pase tanto —entró al coche—. Adiós —movió su mano a Mollie y Lupa.
Ellas despidieron el coche hasta que se perdió al doblar la esquina, Mollie le agarraba los hombros a Lupa. La rubia le sonrió y entraron para charlar, como desde hace tres años lo hacen.
Lincoln había puesto música para hacer menos pesado el viaje al aeropuerto. Leni tenía que hablarle.
—¿Dejarías a Mollie si Lucy te pidiera tener una relación?
—No, no lo haría.
Notó que su hermano presionaba el manubrio con fuerza, lo notaba muy enojado, algo que rara vez sucedía.
—Sé que no es normal que te pregunten esto, pero necesito saber si tú superarás eso que sientes por nuestra hermana.
—Es fácil preguntar, y es fácil responder.
Ahora Lincoln se notaba muy apenado por lo que le dijo a Leni.
—Lo siento.
—Lincoln, todas y papá con mamá nos preguntamos si en verdad, superarás a Lucy. No es tan difícil para mí haberme dado cuenta que aún te sientes culpable por ella. Pero debes darte cuenta que ella ya es una mujer con más de treinta años.
—Leni… en realidad es difícil, por eso no hablo de eso, prefiero dejar ese tema de lado y seguir con mi vida.
—No, Lincoln. Por ella no puedes seguir con tu vida. Si fuera así, ¿por qué no te vas de Royal Woods?
Lincoln hizo un alto por la señal de rojo. Miró a su hermana con seriedad.
—Hermanito, debes salir de la ciudad, si quieres en verdad seguir adelante, si quieres olvidar a Lucy. A ella no le veo intenciones verdaderas de cambiar.
—Tú sabes que esto tarda.
—Linky, ella solo piensa que estar bien con Lupa es lo que importa.
—Ella es su hija, es su única responsabilidad —se notaba algo enojado.
—¿Y tú, qué me dices? ¿Acaso no te mereces algo por parte de ella? Lucy me da la impresión de que tú nunca importaste.
—Leni, Lucy ya no es mi pareja.
—Pero le perdonas todo, y no digas que no.
—¡Qué quieres que le diga si le arruiné su vida, si yo la amo!
Eso los dejó en silencio por unos segundos. Leni quería que su hermano sea sincero, por lo menos, con ella.
—Tú puedes amarla como nadie podrá entender, pero ella… ¿en verdad te ama?
—Eso me preguntó desde hace mucho. Cada vez que quiero preguntarle… no puedo, ya no puedo. Yo amo a Mollie.
—¿En verdad? Yo puedo preguntarle de nuevo a ella, y me dará la respuesta más sincera. Sus acciones han sustentado lo que le pregunté. Pero tú tratas de esconder tu sinceridad con lo que tienes ahora. Puedes amar ahora a Mollie, eso no lo niego… lo único que espero es que dejes de amar a Lucy, yo creo que ella no te ama, esa es mi conclusión.
Lincoln golpeó con fuerza el claxon. Leni solo suspiraba, entendía a su hermano.
Arribaron al aeropuerto, Leni notó a Lincoln con una expresión de cansancio, en realidad necesitaba meditar mucho.
—Linky, no es necesario que me acompañes al embarque. Solo prométeme algo: no te mientas, no lo hagas. Sé que Lupa importa más porque es menor y es la hija de los dos, pero yo creo que hasta ella querría que fueras tú el que recibiera parte del cambio de Lucy —abrazó con fuerza a su hermano, él hizo lo mismo—. Cuídate.
Leni vio como su hermano se mantenía estacionado aún, se fue pensando en positivo. Ella esperaba que su hermano en verdad fuera feliz, libre de toda culpa.
XIII
Tal como había previsto Leni, el cambio no sería tan real. Lucy nuevamente priorizaba otras cosas en lugar que su hija.
Lincoln después de tiempo, llamó a Lucy una noche para hablar sobre sus promesas a su hija. Le prometió ayudarla en muchas cosas, en pasar tiempo de madre e hija. Lucy decía que por ahora había cosas muy importantes en sus trabajos, cosas que ella pensaba lejanas. Esa sería la última vez que Lincoln le pasaría las cosas a Lucy.
Mollie notaba más estresado a su novio, no había momento donde le sugiriera salir o hablar. Lo bueno era que Lincoln lo hacía, pero llegaba un momento donde no era suficiente. La rubia tanteaba la opción por que tomara una cita con un psicólogo.
Lupa tenía una presentación por ser la presidenta de su club en la escuela, se lo había dicho a su madre con antelación de dos semanas. Su padre esta vez no podía tomarse un permiso para ello y Mollie estaba de viaje por su trabajo, es por eso que le pidió… no, le imploró para que fuera su invitada. Lucy no pensaba que eso sería importante.
El día llegó y Lupa estaba esperando a su mamá con desesperación. Se había vestido con un vestido negro que su tía Leni le obsequió. Ese día fue muy importante para ella, estaba inaugurando la remodelación e implementación de los clubes de la escuela. Nadie habría creído que Lupa Valerie Loud lo lograría.
Lupa dio el discurso soportando las lágrimas que le generó su madre al no llegar por lo menos con veinte minutos de tardanza, porque el evento se retrasó. No pudo contener por mucho sus lágrimas, se quebró al final del discurso. Los profesores, alumnos y padres de familia le aplaudían por el mérito que tuvo. Después de algunos minutos, algunos se dieron cuenta que la chica estaba sola.
Lucy estaba desde temprano en una exhibición de antigüedades en una feria que las había invitado. Ella se decía que ya iría, su amiga Haiku se lo recordó varias veces, pero ella al tener a personas con ganas de adquirir sus cosas… se dejó llevar por lo que eso significaba para su negocio.
Lincoln no recibió ni una llamada de Lupa, llamó al celular de algunos de los amigos de ella, pero le dijeron que una amiga la llevó a la casa en el coche de su padre.
Vio las luces prendidas, pero nadie salió a abrirle cuando tocó el timbre. Al abrir con su llave, notó que la cena estaba entre tibia y caliente. Subió lentamente para ver que sucedía con su hija. Entró a su habitación y la vio llorando, todo el maquillaje que se había puesto estaba derramado en su rostro.
—Ella no llegó… se lo había estado repitiendo desde hace… dos semanas —se sentó lentamente en su cama—. Ella tampoco me contesta.
Lincoln abrazó a su hija con ternura, pero esto ya era el colmo, no podía creer que Lucy le haya hecho a su hija en un día importante.
Se quedó en la habitación de Lupa, alguna vez le perteneció a su madre, hasta que se tranquilizara. Su hija no dejó de abrazarlo, se sentía muy desconsolada, como aquella vez que su mamá se fue de la avenida Franklin.
Eran las cero horas con veinte minutos, no había cenado porque se le fu el hambre. Salió del agarre de su hija, necesitaba hacer algo que debió haber hecho desde hace mucho. Lupa solo escuchó el sonido de Vanzilla al acelerar.
Lucy estaba exhausta y algo ebria, pero no tanto como para recordar donde vive o reconocer un rostro. A los pocos minutos la puerta comienza a ser tocada con fuerza, eso la sacó un poco de su embriaguez.
Entró sin pedir permiso y con fuerza, Lucy cerró la puerta de la impresión. Lincoln entró sin decirle nada a la parte que le servía como hogar. Notó mucho desorden.
—¡¿Esto es por lo que tú decidiste dejar a tu hija?! —lo dijo muy enojado.
Lucy en esos pocos segundos recordó el evento de su hija, recordó el hincapié que ella hacía en ello.
—¿Acaso te estás vengando de algo? ¿Es Lupa con quien te desquitas? ¿Ella en verdad fue un retraso en lo que quieres? —miraba a todo el entorno.
—No, en verdad yo… —fue interrumpida.
—¡Ya no! ¡Ya estoy harto! ¡No sé qué es lo que tienes conmigo, pero no te desquites con Lupa! —inhaló y exhaló con fuerza—. Si quieres ver a Lupa, avísame por mensaje a mí o a ella, pero yo no quiero verte la cara, ni hablar más contigo. Adiós.
Se fue de allí como vino, cerró con fuerza la puerta. Lucy estaba temblando, jamás había visto a Lincoln muy enojado. Las lágrimas en sus ojos lentamente brotaron al ver a todo su alrededor. Desorden, impuntualidad, irresponsabilidad, oportunidades efímeras, no parecía una mujer adulta, podía ser todo menos una mujer y madre.
XIV
Mollie no entendía la actitud que tomó Lincoln frente a su hermana. Pensaba que había sido muy duro con ella al decirle todo eso. Pero también comprendía lo que sentía al ver a su hija destrozada por la promesa rota de su madre.
La rubia fue intermediaria entre Lincoln y Lucy, y por un breve tiempo de Lupa. Fue en ese momento que Lucy se veía más con Mollie que con su hija y hermano. Charlaban a menudo cuando ella dejaba a Lupa.
—Lincoln es afortunado, suspiro… —dijo con veracidad.
—Por supuesto, tienen una maravillosa hija, tienen una enorme familia —lo dijo muy alegre.
—No, es porque él te tiene a ti… —lo dijo con una lágrima apenas perceptible.
Le ofreció ir por un café para que no se sienta así. Se levantaron de las escalinatas de la entrada y se fueron a caminar con rumbo a una cafetería. Se dio cuenta que Lupa era idéntica a ella, casi su fiel reflejo.
Se sentaron al lado de la luna que daba para la calle, se podía ver a las personas caminar sin ningún apuro. Lucy no se sentía nada bien en ese momento. Mollie esperaba que ella se tranquilizara.
—No, Lucy. En verdad yo soy afortunada de estar en la vida de ustedes —miraba por la luna a la gente pasar—. Jamás me había sentido importante, mi familia no es desunida, pero… no es lo mismo que recibir el cariño de Lincoln, Lupa y tu familia —sorbía su café.
Lucy la miraba con asombro, no pensó sentir sinceridad en una chica que al principio le daba mala espina.
—Gracias, muchas gracias —procuro no suspirar ni decir esa palabra.
Mollie solo le regaló una sonrisa amigable, no quería que hubiera ruptura en aquella familia a la que pertenecía desde hace años.
Regresó caminando con Lucy ya más tranquila. La despidió hasta que el coche se perdió al doblar la esquina. Mollie se sentó en las escalinatas, su sonrisa se tornaba una mueca de tristeza.
XV
Lincoln fue llevado de emergencia al hospital, Mollie y Lupa estaban esperando una respuesta del médico. Les dijo que era solo una descompensación, y mucho estrés.
Mollie les dio la noticia a sus cuñadas, a sus suegros y a Lucy. Se aliviaron de que no sea nada grave. Ella abrazaba a Lupa para que se tranquilizara.
Lucy se presentó en el hospital, abrazó a su hija y a Mollie, notó que ella estaba asustada, pero que lo dejaba de lado para que Lupa no se asustara.
En la mañana, Lincoln despertó y vio a Mollie y a Lupa acostadas en el sofá. Lucy estaba llegando al hospital, vio a la rubia sentada en el pasillo. Le dijo que Lincoln ya había despertado, no había nada grave. Charló un momento más, espero que su hija salga para saludarla y se fue. Lincoln no fue ajeno a la llegada de su hermana, pero no quería que ella parara con el cambio.
XVI
Navidad estaba a la vuelta de la esquina, todos comenzaron a ordenar sus casas. Mollie estaba siendo ayudada a adornar su departamento junto a Lupa y Lucy. Al terminar todo ello, tomaron chocolate caliente.
Lucy estaba triste porque había intentado hablar y verlo nuevamente con Lincoln, pero él no quería saber nada de ella. Eso también dejaba pensante a Mollie. Lupa también lo había intentado, pero su padre le había dejado en claro que no lo haría.
Luego fueron a adornar la tienda de Lucy, eso tardó más porque se necesitaba ordenar antes. Al final Lucy llevó a las dos a la avenida Franklin.
Lincoln observaba por la ventana a Mollie saliendo del coche con Lupa. Lucy se fue con paciencia de regreso a la tienda. Su celular suena.
—Tu hija quiere pasar Navidad contigo, ¿quieres que ella vaya contigo o quieres acompañarnos a Mollie y a mí junto a ella? —era lo que decía el mensaje.
Lucy llamó a su hija y le dijo que pasaría Navidad con ellos. Después de varios meses podría ver a Lincoln. Necesitaba decirle muchas cosas.
La Noche Buena llegó y todo estaba adornado de manera preciosa, eran las ocho de la noche y Lupa miraba por la ventana como llegaba el coche de Lucy. Ella entró saludando a Mollie y a Lupa, pero no estaba Lincoln.
—Está en la mesa —le dijo la rubia.
Lincoln estaba sentado dándole la espalda, estaba tomando el chocolate caliente de Mollie. La miró a Lucy cuando se sentó frente a él.
—En verdad yo no quería verte, pero Lupa y Mollie me dieron muchos argumentos para que vinieras, pero luego recordé que esta es tu casa como la de todas nuestras hermanas —dio otro sorbo a su taza—. Has visto a tu hija más de lo que usualmente la veías, te llevas bien con Mollie… creo que ya no tenemos por qué estar alejados… —no pudo evitar llorar.
Lucy se levantó de su asiento, él hizo lo mismo. Se dieron un abrazo muy fuerte, se notaba que ambos lo necesitaban desde hace tiempo… desde hace mucho. Lupa no pudo evitar sonreír, pero se dio cuenta que Mollie se fue a la cocina de manera repentina.
Cenaron temprano, pero se fueron a dormir un poco antes de las cero con cero horas. Lincoln y Mollie durmieron en la habitación de las mayores, Lucy durmió en su antigua habitación y Lupa optó por la de las gemelas.
Eran cerca de las dos de la mañana, Lupa se dirigía al baño y notó que Mollie estaba sentada en la entrada de la casa.
—¿No puedes dormir?
—No… bueno, sí. Es una Navidad algo extraña, pero creo que es lo mejor para tus padres y para ti.
Lupa pudo notar que Mollie estaba triste. No iba a evitar querer saber si le sucedía algo grave o si se sentía incómoda.
—¿Te sientes incómoda?
—No, sinceramente… no.
—¿Entonces?
—Creo que nunca voy a poder llenar un vacío.
Eso lo pudo entender muy bien la chica de cabellos blancos. Pero ella hace tiempo que quería hacerle una pregunta.
—Mollie, ¿tú quieres tener hijos?
Eso la sorprendió, eso se salía del tema de esos momentos, pero nada le impedía responder.
—Claro, me encantaría.
—¿Por qué tú y mi papá no tienen uno? ¿Acaso mi papá no quiere?
—No… es más complicado de lo que piensas.
—¿Qué tan complicado puede ser eso?
—Yo quisiera, pero n-no…
Mollie se quebró por esa pregunta, Lupa se sintió mal por querer saber más de lo que debía.
—Eres como mi hija, eso es suficiente para mí.
Ambas se levantaron, se secaron las lágrimas y se fueron a sus respectivas alcobas.
La mañana se iluminó, todas las familias bajaban a abrir los regalos y beber algo de chocolate o ponche. Mollie solo observaba con una sonrisa como Lupa abrazaba a su madre y a su padre.
XVII
Lincoln nota un poco más distante a Mollie, ya no suele ir a casa. Él y Lupa tienen que ir a verla, pero eso no les molesta en absoluto.
Mollie un día recibió la visita de Lupa, se había escapado de clases para saber cómo estaba ella. Estaba muy preocupada.
—Estoy bien, no pasa nada, Lupa.
—Te estás alejando de nosotros, ¿ya no quieres a mi papá? ¿ya no me quieres a mí? —eso la hizo llorar.
La rubia tuvo que consolarla por unos buenos minutos. No pensó que Lupa apareciera y reaccionara de ese modo.
Le dijo muchas cosas, fue muy abierta con la hija de su novio, tuvo que ser muy sincera con la niña a la que considera su hija.
Lupa no dejó de llorar hasta llegar a su casa, le prometió no decir nada hasta que el momento llegue.
Lucy visitó a Mollie, le sorprendió lo que Lincoln le contaba. En esos meses, consideró a Mollie una amiga y alguien muy cercana.
—No pasa nada, solo quiero que Lincoln se despeje.
—¿Por qué? —lo dijo dejando su tono sombrío de lado.
—En realidad… Lincoln es el que me preocupa… me preocupa mucho, pero yo sé que no solo yo me preocupo… sé que Lupa, tu familia, sus amigos… y tú velan por él.
Su intuición femenina de Lucy le decía algo, pero ella esperaba que fuera algo que no pasara.
XVIII
Lincoln no quería creer lo que escuchaba, no quería pensar que era verdad. No lo quería entender.
Mollie le dijo solo a él, nada más que a él, que se iba de Estados Unidos de América.
Lincoln había mandado a hacer un presente para Mollie, algo que ella se merecía. Pero Mollie le dijo que ya tenía fecha y que no iba a cambiarla. Estaban a dos semanas de San Valentín.
Mollie se vio con Lupa y Lucy con normalidad, pero ellas notaban una actitud extraña en su amiga. Parecía que les daba un adiós.
Llegó el día de la partida de Mollie. Lincoln la recogió en su departamento. EL camino se llenó de silencios. La acompañó hasta el embarque.
—¿Por qué te debes ir?
—Lincoln… yo te amo.
—¿Y por eso te vas?
—Lincoln… esto es lo mejor que hago por todos.
—¿Cómo puede serlo? Te vas, nos dejas… nos abandonas, ya eres parte de nosotros.
Mollie resistía las ganas de llorar.
—Y es por eso que debo irme… estoy en medio de algo.
Lincoln entendió a lo que se refería Mollie.
—Siempre fue así, pero yo quería creer que quizás… solo quizás… podría haberte ayudado. Pero en verdad la ayuda era para ella, y sin querer, también te ayudé.
—N-No digas eso.
—Lincoln… sé que tu amor hacia mí es inmenso, pero no se compara con el que le tienes a Lucy… Eso lo confirmé en la Navidad.
—No… no lo hagas.
—Lincoln… nunca podré llenar ese vacío que Lucy dejó… uno no puede reemplazar a otras personas… pero no voy a negar que yo también tengo mi espacio allí, en tu corazón.
Se hacía llamado para las personas de tal vuelo. Mollie ya debía abordar.
—Mollie… tienes que llevarte esto.
Lincoln le había mandado a hacer un collar con un corazón que, al abrirse, se mostraba la foto de ellos dos abrazados. Parecían unos jóvenes enamorados.
—Nunca te olvidaré… conejito.
Lincoln se lo colocó en el cuello. Ambos se dieron una mirada, en ella se podía predecir lo mucho que se echarían de menos.
Sin decir algo más, se dieron un último beso y abrazó. Lincoln tenía en su pecho a Mollie. Estaban llorando de manera desconsolada.
Movió su mano hasta que Mollie se perdió en la entrada al embarque y vio como el avión se perdía entre las nubes y la lejanía.
Ahora nadie ocuparía el lugar de Mollie, ella realmente dejó una marca irremplazable en Lincoln y muchas personas.
XIX
Unos días después, Lupa llegó al negocio de su madre. De un momento al otro se tiró a los brazos de ella. Lucy entendió lo que Mollie significó para la vida de ellos dos.
Fue a visitar a Lincoln, pero él no quería ver a nadie, solo quería estar solo, necesitaba pensar mucho.
Lupa le dijo que su padre tenía pensado viajar, quería buscar a Mollie, en verdad tenía pensado dejarla para ir por Mollie.
XX
Era el día de San Valentín, todas las calles desbordaban ese hermoso sentimiento. No había noticiero o programa que no haya hecho algo por ese día. Todo el maldito día te bombardeaban con ello.
Lupa vio que su padre estaba sentado en la escalinata de su hogar mirando un álbum de fotos y donde salía Mollie. Ella sabía la importancia de la que era como su segunda madre.
—Voy donde mi mamá, no tardo —le dijo con seriedad a su papá.
—No me iré, estaré aquí cuando vuelvas —lo dijo con tranquilidad.
Lupa subió al autobús con pena, sabía que su padre sufría por segunda vez. Él no se merecía eso, no era una mala persona.
Llegó donde su madre, pero encontró todo cerrado. Tocó la puerta y ella le abrió. Le dijo que ese día, las personas no suelen recurrir a la tienda, y es mejor cerrar.
—¿No vas a hacer nada?
—¿De qué hablas?
Se sorprendió de que su madre se quedara sola ese día, sin ni siquiera intentar algo.
—Hablo de papá.
—Lupa… tu padre está dolido… no puedo hacer nada.
—¡Ya es suficiente!
Lucy no creyó que su hija le gritara de ese modo, en lugar de castigarla o reprocharle eso, prefirió saber qué iba a decir.
—Papá te ama demasiado, y aún así lo dejas sufrir. Mollie se fue porque comprendió lo que eres para papá. Lincoln M. Loud nunca dejó de amarte, pero primero eres tú… ¡Eres una maldita egoísta!
—Piensas que es fácil porque eres joven, pero… —fue interrumpida.
—¿Pero, pero, pero? ¿No crees que ya pasó el tiempo suficiente? ¿Acaso no creces? Ya no eres una universitaria, ya no eres una jovencita, ¡Eres una maldita mujer hecha y derecha! Eres la mujer por la cual Mollie se fue… nos dejó —comenzó a llorar—. Es un día muy especial… es el día donde puedes reparar todo lo que hiciste estos años… no conmigo, sino con mi padre.
El coche de Lucy se aparcó frente a la que fue su casa alguna vez. Vio a Lincoln sentado en las escalinatas mirando al vacío. Ni se percató de ellas.
—Ya regresé, papá.
—Hola Lincoln, suspiro…
Les sonrió con algo de alegría, parte de esa alegría se había ido con la rubia.
Lucy entró con Lupa a la casa, pero antes de que subiera a la escalera. Ella hizo un alto.
—Ve… siéntate con él… Mollie en verdad dejó la valla muy alta… pero tú, tú eres la que él ama.
Lucy regresó a la escalinata y se sentó al lado de Lincoln. Lo miró con una pequeña sonrisa, Lincoln quería sonreír, pero le era imposible.
—Quizás no sea como ella, pero… esta vez no te voy a dejar.
—Ella dejó un lugar en mi corazón muy grande, pero… hasta ella sabía que mi corazón por más hoyos que tenga… siempre guardará el tuyo.
Ella solo se acercó más a él.
—Mollie se llevó parte de mí… eso es lo que siento, pero lo tuyo… ella ni nadie lo reemplazará.
La rubia sabía que un amor de tiempo, una hija y una familia siempre pesarían, pero lo que ella no sabía en ese momento fue que ella fue lo equivalente a ello, y nadie se hubiera molestado por esa comparación.
—Por ahora… solo puedo darte mi amistad —no puedo evitar llorar mientras miraba al cielo.
Lupa vio que sus padres charlaban como esos relatos de sus tías y abuelos. Sentados ellos solos, sin que nadie les dijera algo o interrumpiera. Juntó la puerta sin que el ruido los interrumpiera. Subió lentamente al segundo piso.
—G-Gracias Mollie… muchas gracias —fue lo que dijo en voz baja mientras se secaba las lágrimas.
Un viento pasó al lado de Lucy y Lincoln, con la poca fuerza que tenía, abrió la puerta y desde adentro hacia fuera se podía ver a unos muchachos enamorados.
Parecía un cuadro hecho para ese día. El marco de la puerta, la puerta abierta y una pareja reparando el amor dejado…
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Y aquí está el Shot creado por el 14 de febrero. Fecha especial para todos, y el que diga que no es porque le da depre de a mentis. En fin.
Sé que seguí el Lyracoln, pero esta fecha es especial y el shot fue hecho para esta ocasión especial como el Lynn x Lincoln 3.
Espero que lo hayan pasado al lado de su pareja y de manera romántica. Y si no tuvieron pareja… Ya saben que Manuelita Pajares es incondicional xD
