Disclaimer: Los personajes son de Rumiko Takahashi. La trama me pertenece en entereza, aunque a ustedes no les parezca.
Capítulo 63.
—Esa herida, ¿cómo te la hiciste?
—Pues, yo…
Nunca en la vida pensó que una pequeña mentira a los médicos iba a perseguirla ahí, hasta el maldito interrogatorio. Se mordió el labio, sin poder responder. Estaba viendo fijamente a Takemaru y pensaba en cómo salir de ahí lo más rápido que pudiera. ¿Por qué nadie le hablaba de la maldita cámara? Ahí debería verse claramente que fue un accidente y que, además, él quería matarla, en un principio.
—¿Te la hizo alguien? —Encaró una ceja y parecía estar disfrutando de la situación. Después de tanto tiempo, aquella imbécil por fin había vuelto.
Kōga había sido el mejor amigo del juez que estaba a cargo de la resolución del caso, así que debía sí o sí apresarla, para ganarse el respeto de todos. Además de que el juez Ginta Wolf, se lo había pedido de forma especial.
Esta vez no tendría salida.
—No… —ya rendida, confesó mentiras—. Me la hice, fue un accidente.
—Oh, entonces tienes conductas agresivas y autodestructivas. —Inquirió suspicaz, con una sonrisa.
—N-no se trata de eso —agachó la vista, intentado darle coherencia a la tontería que acababa de soltar—, yo…
—El auto del señor Ikeda se encontró con las puertas abiertas a pocas cuadras de tu departamento, Taishō —la ignoró, porque sabía que estaba mintiendo—, ¿cómo es que el único vehículo que encontramos en la locación del siniestro fue el tuyo?
Ella rio, sarcástica.
—¿Cree que yo lo até y lo llevé a esa pocilga? —Se echó para atrás en la silla, sin soltar los brazos y mirando hacia cualquier lado—. Qué estupidez.
—Responde. —Arrastró cada letra, harto y muy mal humorado.
—Ya se lo dije —le sostuvo la mirada, decidida. Ya no sabía si ella de verdad había sonreído al matarlo, pero a cada momento sentía que se lo había merecido. Aún después de muerto seguía jodiéndole la vida—. Él frenó delante de mí, casi nos chocamos, caminó hasta mi auto, me drogó usando unos extraños guantes y cuando desperté, ya estaba en esa maldita habitación.
—¿Tú no lo citaste? —Insistió, mirando de soslayo a los agentes que estaban fuera de la habitación—. Hay muchas inconsistencias. ¿Cómo sabía el señor Ikeda a dónde ibas o a qué hora saldrías si no fuera por una cita previa?
—No tengo idea, con lo acosador que era, seguro me estaba persiguiendo. —Lo dijo molesta, porque empezaba a sentirse humillada.
—Eso no tiene sentido, Taishō: Kōga fue visto por última vez alrededor de las dieciocho horas, saliendo del departamento de su prima Kikyō Hishā. Es imposible que te estuviera siguiendo… —Se acercó a ella, poniendo las manos sobre la mesa que los separaba— y tú fuiste vista por última vez saliendo de tu departamento a la hora aproximada a la que ocurrió el supuesto secuestro… No tienes una coartada. —Le dijo burlón, mientras negaba lentamente.
—Ya le dije que él apareció de la nada. ¡Estoy diciendo la verdad! —Estaba a punto de llorar. Aquel tono amenazante y esa mirada que le decían que sería juzgada solo lograban ponerla nerviosa.
—Uy, eres una chica agresiva. —Sonrió, sin separarse ni un centímetro. La vio respirar con dificultad por el odio y eso lo hizo sonreír más—. Taishō, tú y yo sabemos que una vez intentaste matar a Kōga, tienes antecedentes.
—No fueron mis palabras las que me sacaron de este maldito lugar —chocó su debo índice contra la mesa, infringiendo énfasis en sus palabras— sino las de Kōga, declarando que fue él quien se drogó. Él sabía de drogas, no sé por qué dudan de que lo haya hecho conmigo esta vez.
Takemaru volvió lentamente a su posición, viendo por el rabillo del ojo a sus superiores.
—Veamos si el jurado piensa lo mismo cuando vayas a ser juzgada.
—¿En dónde está la maldita cámara? —Ella no iba a ceder, estaba segura de que no sería juzgada por un crimen que no cometió, y, de haberlo hecho, sería siempre en defensa propia—. ¿Qué esperan para ver el maldito vídeo en dónde se muestra cómo me golpeó —se señaló la mejilla aún morada y medio hinchada—, me ultrajó, intentó violarme y, como cereza del pastel, quiso clavarme aquel cuchillo en el pecho?
El aludido paró en seco su andar hacia la puerta. Los agentes fuera de la sala, quienes escuchaban el interrogatorio, pusieron especial atención a lo que había dicho la joven.
—¿Cámara?
—No te hagas tonto, ¿están escondiendo evidencia? —Se levantó de su silla, mirándolo con una especie de desesperación. No… si no tenía ese vídeo estaba perdida. Nadie más sabía de eso, no tenía un solo testigo…
—No había nada en la escena del crimen.
—No, no puede ser… ¡Exijo que investiguen! —Corrió hasta la salida, pero llegó justo después de que el maldito oficial le cerrara la puerta en la cara. Estaba asustada, muy asustada.
Necesitaba ya un abogado si quería salir de esa situación. Además, era esencial que le hicieran un examen de toxicología para que pudieran comprobar que sí había sido drogada.
—Espera a tu abogado, Taishō.
Veían a InuYasha dar vueltas como un perro enjaulado. Estaba gruñendo maldiciones por lo bajo y no paraba de caminar. Ya se estaban sintiendo incómodos, pero no sabían cómo decirle que parara de moverse como si no hubiera un mañana.
Ambos padres estaban desconcertados y Midoriko no cabía de los nervios. El día por fin había llegado, sabía que algún día llegaría, pero jamás pensó que de esa manera. Era por esa culpa que no había dejado de llorar. Ahora su única hija estaba ahí, siendo interrogada como una vulgar criminal.
—Lo lamento mucho, pero Taishō tiene todas las pruebas en su contra.
—¡Deje de decir tonterías, mi hermana no mató a ese infeliz!
Tōga se vio obligado a tomar a su hijo de los brazos y sacudirlo con fuerza, mientras le decía algo entre dientes. La señora de Taishō se sentó de golpe, con el corazón en la mano, sin saber qué hacer. La única persona que habría podido llevar esa situación era Sango, nadie más que ella conocía de verdad todo lo que había pasado, pero… entendía que simplemente no podía ser.
—Contrólese, señor Taishō, o… ¿desea acompañar a su hermana? —Con aquel molestoso tonito burlón que caracterizaba al oficial, la familia debió tragarse las palabras ante su amenaza.
InuYasha soltó un gruñido, cual perro. Lo miraba con el infierno reflejado en sus ojos dorados y los brazos de su padre no le permitían partirle la cara a ese infeliz. Ya se conocían desde la vez anterior que Kagome había sido presa injustamente.
—Oficial… mi hija…
—Tiene derecho a un abogado, señor, por supuesto, pero por ahora no puede ser puesta en libertad. Sus cargos son por homicidio, el grado es demasiado alto. —No podía evitar querer sonreír. Sabía que las leyes estaban de su lado y que sería muy difícil que apoyaran a esa mujerzuela. Tranquilamente podría conseguir una orden de captura para toda la familia, ya que el juez estaba de su parte—. Y desde ya, les aviso que no hay opción a fianzas.
Todos lo miraron atónitos, entendiendo por dónde iba la cosa. Deberían pelear duro, de lo contrario, no podrían sacar a Kagome de ese lugar y eso… eso no iban a perdonárselo.
—¿Podemos al menos verla antes de irnos? —Su tono fue de súplica, pero su mirada demostraba decisión.
—Sí, señora, pueden despedirse de su hija antes de que pase a su celda.
Le preocupaba que Sango aún no despertara. Después del traslado a la clínica privada, Bankotsu le explicó que algo similar había pasado con InuYasha, así que era incierto saber si despertaría al día siguiente o después de una semana. Todo dependía de qué tanto quisieran evitar las consecuencias.
Supuso que tardaría.
Tuvo que dejarla por algunas horas, ya que InuYasha había pedido que consiguiera un abogado de confianza, uno en el que pudieran confiar tantas cosas, ya que se trataba de un caso delicado. Debían justificar que todo eso había surgido por la relación incestuosa de esos hermanos. O bueno, medios hermanos.
Y aunque Midoriko no fuera la madre de InuYasha, sí que seguía corriendo la sangre Taishō por las venas de Kagome.
Había conseguido al candidato perfecto de entre los contactos de Sango: el abogado Suikotsu Sebun. Era un hombre amable y muy profesional, el mentor de Sango. Estaba seguro de que él podría ayudarlos.
Así que lo citó para ir al templo Taishō en un par de horas. Ya faltaba poco, así que iría a buscarlo a la estación de trenes. Hacia poco había llamado a InuYasha para decirle que ya era hora de hablar con el abogado.
Lo oyó muerto de ira, pero al menos estaba seguro de que por fin debían empezar con el proceso.
Se había enterado por los chismes que corrían, que Kōga fue el mejor amigo del juez que estaba a cargo de ese caso, así que estaba seguro de que harían lo que fuera para vengar la muerte de su querido amigo. Solo pensar en aquella injusticia, se le erizaba la piel.
Buscó por todos lados, hizo de ese departamento un fiasco, pero por fin lo había encontrado.
Había una carpeta entre las cosas de su oficina que decía «material audiovisual», que contenía unas notas y un dispositivo USB pegado con cinta sobre el papel. Cuando puso el pendrive en su laptop, se encontraban ahí tres vídeos y un archivo de audio que la dejó sorprendida. Recordó lo que él le había dicho cuando fue esa noche a encararlo y entonces todo tomó sentido.
—Ella realmente lo hizo…
El rostro de Kikyō se oscureció después de dibujar una sonrisa malévola en su demacrado rostro.
Tenía cosas que ir a hacer al departamento de policía.
La introducción había estado bien, según Miroku. Aunque InuYasha no hacía más que mover sus pies y sus manos, levantarse y sentarse, estuvo todo tranquilo. El abogado se había presentado y de manera breve, habían hablado de sus honorarios y de la naturaleza del caso.
—Por lo que me cuentan, el occiso intentó violar a la señorita Taishō en repetidas ocasiones, ¿no es así? También dicen que la grababa —tomó apuntes en su libreta. Aunque hablaría pronto con la acusada, era necesario conocer lo más posible la información—, ¿tienen algún vídeo?
Todos se quedaron en silencio. Por su puesto que tenían videos, eso estaba muy claro, sin embargo, se trataba de eso… Midoriko empezaba a volverse loca, en cualquier momento iba a decir algo de lo que se arrepentiría para siempre.
—En este momento no.
Tōga mintió y eso les caló hondo a quienes sabían la verdad. Aún en esa situación iban a seguir mintiendo. El abogado se dio cuenta de eso y advirtió que necesitaba toda la verdad.
—¿Hay algún motivo en especial por el que el occiso estuviera tan obsesionado con la señorita Taishō?
InuYasha respiraba hondo, no soportando esa situación un momento más. Era increíble cómo se esas alturas, aún tenía que dudar sobre si decir aquello o no. De todas formas, Suikotsu no estaba ahí para juzgar.
Una gota de sudor derramó por la sien de Midoriko mientras Miroku observaba al abogado. Estaba muy avergonzado por todo eso, pero suponía que era difícil para ellos decir la verdad.
—Él estaba enamorado de mi hija —asumió el asunto el padre, alzando el mentón, tragándose la vergüenza— pe-pero ella ,—hizo una pausa corta, tomando aire. Todos empezaron a ponerse muy nerviosos— ella… está enamorada de…
No podía decirlo, no podía hacerlo.
—No era correspondido, al parecer. —Terminó la oración Suikotsu, sin entender por qué tanto misterio.
—Papá, Kikyō estará ahí y es seguro que va a declarar que…
—¡Basta ya, InuYasha! —Se alteró y todos lo miraron asombrados. Parecía casi asustado y se notaba ofuscado.
—Papá, el abogado necesita saber la verdad para seguir con el caso. —InuYasha encaró a su padre, como si no tuviera miedo a la muerte.
—InuYasha, por favor. —Midoriko intentó calmarse, sentía que la paciencia se le estaba acabando—. Estamos haciendo un show.
Miroku y Suikotsu Sebun habían pasado a segundo plano, ya que observaban todo en silencio, sin saber qué decir o hacer.
—¡No puedo exponer así a mi hija! —Su tono de voz subió y ya estaba gritando, como si no entendiera la situación. El corazón le latía desenfrenado y estaba a punto de perder la razón. Cómo era posible que el mundo debía enterarse que sus hijos tenían una relación amorosa, eso era imposible, aberrante.
—Tōga…
—¡Es mi pequeña, Midoriko, ¿comprendes?!
—¡Basta ya de estupideces, Taishō! ¡Le diremos todo al abogado, de todas maneras, lo sabrá por Kagome! —Lo enfrentó y no esperó reclamos. No quería ser provocada un segundo más. Se trataba de su niña Kagome y nadie iba a hacerle daño, nadie iba a encerrarla en una maldita pocilga por defenderse. Su hija no era ninguna criminal.
—¡Pues Kagome es mi hija y yo digo que no! —Le sostuvo la mirada todo el tiempo, sin titubear.
—¡Pues ese es el problema, Tōga, que Kagome no es tu hija!
Midoriko giró despacio sobre sus pies, dirigiéndose al abogado. Todos se quedaron en un silencio total, sin moverse, sin respirar, siquiera.
—En-en verdad es adecuado que-que prosiga… —Habló nervioso Suikotsu, con el ceño fruncido. Toda esa discusión había sido incómoda para él, estaba pensando seriamente en reconsiderar el caso.
—Nadie va a meter presa a mi hija. —Susurró Midoriko, sin arrepentirse de haber descargado toda esa maldita culpa, de liberarlo. Atrás, Miroku, Tōga e InuYasha, la observaban sin parpadear, con la mandíbula desencajada, shockeados—. Vamos a proseguir. —Miró a Sebun.
—De acuerdo.
Continuará…
Algunos, esto, ya lo sabían. Todos, creo, solo faltaba la confirmación y quería que fuera épica, porque ustedes pueden saber, pero los personajes no e,e
Inoue995: tus reviews siempre me dejan así :0 HAHAHAHA ya poco a poco se resuelven las dudas, pronto sabrán qué pasó. Muchas gracias por leer, hermosa.
Laurita Herrera: mi preciosa, qué linda eres, lo siento si este capítulo fue triste, era muy necesario un sacudón emocional entre amigos. Yo sé que vas a odiar a Kikyō XD
Elyk91: preciosa, estos días he estado muy ocupada pare prometo volver a hablar por redes. Eres un sol, ahora que suba el capítulo te respondo el Review por privado.
Iseul: DIOSAAAAAAA, GRACIAS POR EL FIC QUE ME HAS REGALADO, NOOO.
AIROT TAISHO: Mi preciosa, amé todo tu Review, qué bueno que te puedo responder por privado. Gracias por leer, también te llevo en mi corazón.
Lis-Sama: ¿Qué puedo decir? Mis respetos totales, eres una genio, una diosa. Muy pronto me tendrás molestándote en tu perfil, maravillosa autora. Es un honor tenerte acá.
Por el resto... ¡ISEUL LE HIZO UN FIC A NOTA, POR FAVOR, ES CANON, DEBEN LEERLO YA! En mi perfil están los links correspondientes. Es un arte por completo, es maravilloso y está ligado directamente con este fic, lo que nunca se contó de Nota antes de la separación de ellos durante esos 5 años.
A quienes conocen este fic pero no el de Iseul: vayan, vayan ya y de paso descubren todo su arte porque es una escritora maravillosa.
A quienes han venido aquí después de leer su fic: bienvenidos y gracias por darle una oportunidad.
En el próximo capítulo:
«—Perdóname, Kagome… —susurró, sin dejar de empapar la almohada. Tenía que vivir el dolor, necesitaba vivirlo— pero no puedo pensar más en ti ahora.
[…]
—El día en que nació Kagome, yo casi me desmayo. —Confesó de repente el papá, haciendo sobresaltar a InuYasha, que observaba fijamente a la carretera mientras conducía—. Estaba muy feliz porque al fin había nacido mi primera hija.
[…]
—Te pido que quites tu incestuosa mano de ahí, Taishō —soltó con frialdad, sintiendo otro escalofrío de odio recorrerla entera— me causa náuseas tu tacto.
[…]
—Q-Qué sucede… —se tocó la mejilla, sintiendo ya la piel caliente. Kagome estaba llorando y eso lo asustó.»
