Bueno, bueno, bueno, ¿qué tenemos aquí? A la autora que aparece después de tantas semanas jaja y a los lectores que se pasan por la historia sin comentar, nuestro batalla será legendaria xD

No quería decir nada más que voy a dejar por acá 2 episodios porque me tardé demasiado en postear el anterior :) y espero ver sus comentarios esta vez jaja espero disfruten de los episodios, así como yo cuando los escribí, cuídense y no olviden lavar sus manitos o usar alcohol desinfectante. Hasta pronto ;)


Disclaimer: Aclaro que ninguno de los personajes usados en esta historia son míos, excepto los que yo cree. En todo caso se dará debida nota. Copyright a Riot Games.


Nota: No al plagio por favor, copiar una historia que no es tuya y ponerla en otro sitio bajo tu nombre es plagio. Si ven mis obras en algún lado sin mi permiso ni mi nombre... avisen y/o denuncien al autor, gracias ^^


Entre La Sangre Y La Luz

Por Clarisce

Capítulo 63 – Lo Que Lux Dejó Atrás


Una semana ha pasado desde el incidente en la casa Crownguard, Jarvan permanece dormido, Tianna se enfrenta a graves cargos de traición y está encerrada, el consejo todavía piensa en su castigo, la casa Crownguard ha quedado temporalmente a cargo del consejo de la ciudad, tanto sus sirvientes como guardias han sido aprendidos. Todos menos 3 que aún no han sido encontrados pero que todavía están en la ciudad.

Quizás era mejor que siguieran escondidos en la misma casa con el hechizo que el mago había lanzado, esperaban que Garen llegara pronto, necesitaban que él estuviera presente, él sabría que hacer en este momento, la solución que Tianna propuso era como una algodón de azúcar consumiéndose en agua, y si Jarvan no despertaba…

No, nadie debía pensar así, él despertaría. Zád creía que era verdad, su poder mágico le indicaba que la maldición se desvanecía pero al haber invadido su cerebro, quedaban remanentes, era complicado, una limpieza con poder mágico como el suyo. Si tan sólo él fuera bueno, pensó mientras arrullaba al bebé, éste había crecido suficiente para ya no parecer una pequeña patata, le miraba los ojos azules y recordaba a la señora que casi sacrifica su propio ser para salvarlo.

Siempre había creído que alguien tan noble como ella, no daría un céntimo por él, al final era valioso, por sus habilidades, pero valioso.

De inmediato reaccionó ante una especie de golpe, turbando sus agitados pensamientos, miró a través de la ventana y notó como un caballero de alto rango entraba, lucía sucio pero era grande y tenía una caballera castaña como el pequeño que sostenía entre sus manos.

— Llegó alguien, ¿lo conocen? —preguntó el mago.

Tanto Khan como Geraldine se acercaron de inmediato a la ventana, sus rostros entristecidos esbozaron una sonrisa, era el alivio provocado por el maestro de la casa Crownguard, Garen.

— Abre la barrera, es el joven maestro, volvió… —dijo Khan ilusionado.

A la sola palabra notó como ambos sirvientes fueron a recibir al amo de esa gran casa, mientras él cerraba la barrera en aquella habitación para cuidar al niño que le encomendaron.

Se sintió extraño ver desde fuera este recibimiento, las explicaciones y luego el actuar de aquel gran hombre al acercarse ruidosamente hasta donde su pequeño sobrino estaba. Abrió la barrera al sólo notar su sombra y se sintió intimidado por su violento acercamiento, incluso cerró los ojos, hasta que volvió a abrirlos, notando a aquel grandote al punto de las lágrimas, ¿por qué? Se preguntó, quizás en su ignorancia, ¿cómo podía él saber de las travesías de Luxanne Crownguard? ¿Cómo podía si quiera entender la victoria de tener a aquel bebé sano y salvo en la casa donde pertenece?

Era sólo un espectador.

— Se-Señor —se pronunció viendo lo incómodo de Garen con los dedos un poco extendidos hacia él.

— Permíteme —dijo y tomó al bebé de los brazos del mago.

Lo acogió como si fuera algo completamente natural, aquel bebé ni si quiera lloró una vez al cambio, es más, abrió los ojos completamente con mirada seria, era su sobrino, su pequeño sobrino…

Garen se giró hacia una pared con el bebé en brazos, hablando con ternura a su propia sangre, ¿de dónde había surgido todo este cariño tan paternal? Era quizás producto de todo lo que sabía hasta ese momento, su primer sobrino, era tan feliz de si quiera verlo…

— ¡Oh Dios! —se dio cuenta Garen, giró y se encontró con los sirvientes de la casa— mi hermana no sabe que este bebé vive —dijo y tanto Geraldine como Khan pusieron sus rostros sombríos nuevamente.

— ¿Cómo la joven ama no sabe? Ella… ¿está realmente bien? —preguntó preocupado aquel anciano.

— Ustedes han sido parte de la familia por mucho tiempo y creo que es necesario decirlo —aclaró su garganta— no voy a guardar esto como un secreto y menos para salvar a Jarvan —repitió con algo de enojo su nombre.

Y ahí pudieron conversar e intercambiar noticias, tanto el problema con Jarvan como su enfrentamiento, como el secuestro de Lux y negligencia para con su salud mental. Esto fue un momento revelador para ambas partes pero aún más para aquel anciano que no podía creer nada de lo que estaba pasando.

— ¿La señorita se recuperará? —dijo casi como si el corazón se le fuese a partir, aquel anciano se veía doblemente frágil.

— Los médicos que la atendieron dicen que quedarán secuelas. Jarvan… Jarvan no sólo mató a su esposo sino le llevó su cabeza cercenada para mostrársela, sigo sin creer por qué actuó tan cruelmente, además dejó que la encerraran con el hermano de su esposo mientras agonizaba en una celda anti-mágica.

El joven Zád ahí sintió un escalofrío recorrerle, su familia había tenido experiencias similares en los vagones antimagia donde los transportaban, si uno moría ahí a nadie le interesaba y nadie lo sabría. No había forma de que el sonido de sus gritos pudiera llegar a donde la justicia prevalecía.

Khan se sintió algo mareado, estaba completamente… realmente… sin palabras.

— ¿Estás bien? —preguntó Geraldine.

Garen desvió su mirada para atender a la criatura en sus brazos, comenzaba a gimotear como si quisiera llamarle.

— S-Sí —respondió el anciano.

No estaba bien.

— ¿Dónde está mi tía? —preguntó al mago.

— Mi buen señor, su tía me contrató para cuidar al bebé pero… sucedieron cosas.

— Es cierto —levantó la mirada—. Los demás sirvientes parecen haber desaparecido, no había nadie en el portón —se quedó pensativo.

— Un enfrentamiento sucedió, yo- es decir, la señora fue llevada al palacio, el Rey fue herido y creo que el concejo quiere condenarla.

— Uhm.

Hizo un breve ruido con la boca cerrada, la nada volvía a reclamarle atención, giró hacia una ventana y desde el resplandor del día sintió llenarse de fuerza, había hecho un viaje terriblemente arduo desde la frontera freljordiana, sentía que sus huesos tiritaban y sus músculos cansados yacían sin fuerzas pero ahí estaba, volviendo en sí para cumplir sus deberes.

— Cuéntame con detalle lo que pasó. Geraldine, Khan, pueden marcharse, quiero que atiendan a las personas que vinieron conmigo, están fuera de la mansión.

— Así será, señor —dijo Geraldine y llevó al mayordomo con ella.

Parecía que algo andaba mal, ¿sería su corazón? Pensó la mujer viendo de reojo a su acompañante.

— Ve a descansar —dijo ya fuera de la habitación— me haré cargo, te ves muy mal —dijo y lo abandonó en medio de aquel pasillo.

Cuando era joven, era un simple muchacho con aspiraciones de aventura, la misma nunca llegó y si hubiera llegado, él no estaría ahí. Su naturaleza era valiente pero su corazón siempre fue débil, no tenía la estructura física requerida para ser si quiera un soldado demaciano, se conformó sirviendo, aunque podría decir que fue realmente afortunado.

Los Crownguard eran la familia más notable del reino, servirles era un honor implícito, incluso si renunciaba, podría encontrar un empleo en cualquier parte de aquella nación, la referencia de si quiera haber pisado la mansión…

¡Ja!

Él nunca estuvo con ellos por cualquiera que fuera la razón que la gente imaginaría. Era un hombre débil e insignificante, lo suficiente para ser atacado y morir en el acto.

Flashback

Risas de niños acompañan ese caluroso verano, él lleva una bandeja de limonada vacía, parecía haber salido de la oficina del amo de la casa. No había pasado nada relevante, sólo una cabellera rubia girando en una esquina.

¡No puedes atraparme! —gritó la pequeña.

¡Lux, devuélveme eso! —le seguía una voz de un niño.

Antes de si quiera poder advertir algo, sintió chocar contra él a ese bólido al que llamaba "ama", la pequeña cayó al piso dejando resbalar la espada de madera que había robado de su hermano, así mismo la jarra de cristal de aquella limonada cayó al piso dejando que los cristales estuvieran peligrosamente cerca de la pequeña.

En cuanto cayó al piso se echó a llorar, los demás sirvientes vendrían, pero Khan, dejando de lado aquella bandeja, la soltó de inmediato, sin importarle nada más.

¡No puede ser! Joven ama, ¿está bien? —le dijo arrodillado ante ella.

Ahhhh… ahhhh… —señaló la pequeña sus manos, tenía una cortada quizás por un cristal que rebotó hasta donde estaba.

La sangre comenzó a fluir y antes de que pudiera decir nada, la levantó del piso y la llevó al salón donde sabía que Geraldine estaría, le pediría algo para curar su herida o para ayudarla, no sabía por qué pero el desconsuelo de su joven ama le estaba llevando a la locura de llorar también, tenía el arrebato de sentirse temeroso por expresar sus emociones.

En su mente esto había sido plenamente su culpa, quizás si se hubiera quitado del camino o si hubiera sostenido con más fuerza a Lux para que no rebotara.

Geraldine trajo de inmediato un kit de emergencias, que tenía todo lo necesario para curar sus heridas. Notó los humedecidos ojos de Khan y apretando los labios por la molestia, siguió haciendo su trabajo, intentando consolar a la pequeña Lux mientras mantenía la compostura.

Está listo, pequeña ama, no llore más, todo está bien —dijo dulcemente Geraldine.

Pero me duele… —se quejó con los labios torcidos hacia abajo, como si se preparara para un puchero.

Sanará, crea en mi —le dijo levantando su mano derecha.

¿Khan? —preguntó y volteó a ver al asistente de la casa Crownguard.

L-Lo siento, joven ama —se disculpó al ver los hinchados ojos de la dulce niña.

Lux, quien nunca había visto a un adulto llorar, se sintió extrañada de que él fuera quien se disculpara, bajó la mirada por un instante y pensó en el asunto, ahora que había vuelto en sí, luego de haber sentido el dolor, estaba pensativa.

Fue hacia él y le sonrió a pesar de haber llorado minutos atrás.

Todo está bien, mira —le mostró sus manos, sólo tenía un par de cortadas curadas.

Ama Lux —dijo Geraldine y vio a Garen en la puerta del salón, éste se acercó y Lux sonrió mientras le mostraba sus heridas— todo está bien, puede volver a jugar si es lo que desea —dijo y la dulce rubia asintió marchándose.

De pronto al estar solos en aquel salón, la mujer se acercó al asistente con ojos fríos, como si quisiera matarlo. Eso había sido tan insolente, tan poco profesional.

Nunca serás un mayordomo si lloras por todo lo que les pasa a los señores de la casa. Tu deber es entrenar y convertirte en un sucesor del puesto más importante que hay entre la servidumbre y tú… lloras. Eres un estúpido —dijo sin la menor delicadeza.

Le recriminaba con razón. Él no era a quien debían consolar cuando algo salía mal, él no era quien debía ser ayudado y fortalecido en sus debilidades. Los señores de esa noble casa necesitaban de alguien fuerte y él no lo era, no era fuerte ni física ni mentalmente.

Fue mi culpa —confesó.

Los señores son los únicos quienes deciden si fue o no nuestra culpa, nosotros no tenemos el derecho a juzgar. Mira lo ridículo que eres, haciendo que la joven ama te consuele, ¿no sientes vergüenza? Al menos finge que eres digno del puesto al que aspiras.

El padre de Geraldine se iba a jubilar, trajeron a ese hombre y lo entrenaron para convertirse en un sucesor, porque claro, una mujer no podía ser un mayordomo, ella iba a ser jefa de las mucamas pero no un MAYORDOMO.

Odiaba a ese hombre, lo odiaba tanto por tener lo que ella quería y ser tan débil como para no merecerlo.

Sigo pensado en lo que vio mi padre para decir que eras apto para el puesto. Idiota.

La joven mucama se marchó de ahí para dejar al aprendiz de mayordomo solo con sus pensamientos, hasta que éste se puso de pie y se fue. Quizás para limpiar el desastre que dejó en el pasillo tras el pequeño accidente, más tarde probablemente sería regañado por el mayordomo o peor, el señor de la casa.

Se preparaba mentalmente.

Ah… —suspiró arrodillado en el piso, descansando por un segundo mientras barría el último vestigio de cristales rotos.

Pronto unos pequeños pies se detuvieron junto a él.

¿Khan? —preguntó de nuevo con su agraciada voz.

Joven ama —se levantó de inmediato e hizo una reverencia.

Khan —pensó de nuevo y se quedó viéndolo con aquellos inquisitivos ojos azules— ¿estás bien?

S-Sí, señorita, ¿por qué no estaría bien?

Estabas llorando —dijo Lux.

Es-Estoy bien, no… es sólo que…

Perdón, Khan —se disculpó con las manos tras ella y con mirada culpable.

¡No se disculpe, ama! —respondió en grito al instante, sorprendiendo a la pequeña Lux— eh… lo siento —dijo en voz suave al notar su actitud.

¿Por qué lloró? —preguntó en su inocencia, la pequeña.

Porque usted estaba sufriendo —dijo al darse cuenta.

No es algo que pudiste evitar.

Yo…

Mi tía dice que nosotros somos quienes protegemos el reino y que por eso… ahm… debemos ser fuertes, yo soy fuerte, por favor no llores de nuevo, Khan…

Somos fuertes porque tenemos alguien que nos hace fuertes —reflexionó el hombre— gracias señorita, por su comprensión.

Khan… —dijo su nombre pero sonaba como un eco.

Fin del Flashback

— Soy fuerte —dijo el mayordomo sosteniéndose de una pared— soy fuerte, soy… fuerte.

Las nubes grises en el cielo se hicieron más constantes, Garen, quien tomó algo de tiempo para ir con un par de hombres al palacio fue recibido hostilmente por aquellos quienes habían reconocido su gran poder antes de este incidente.

Era como si fueran a ser encarcelados, Jarvan parecía estar ausente o al menos en un estado de inconsciencia en el que no era capaz de articular palabras correctamente, la magia que había chocado con su consciencia, la semilla de oscuridad que estaba siendo escrutada en su cerebro se desvanecía, dejando sólo algunos vacíos.

El consejo había guiado al pueblo de Demacia durante ese tiempo, siendo también quienes impusieron el castigo para la casa Crownguard. Este ejemplar castigo debía ser algo que todos los nobles pudiesen saber.

El palacio estaba lleno de soldados y así también de anuncios en paredes y puertas. Así fue como se enteró del aviso de ejecución que pusieron para su familia, ¿cómo se libraría de eso?

Mandar a su tía a lidiar con los problemas de la casa no era apropiado, si la realeza le pidiera darle su espada, ella mansamente lo haría, Garen guardó arrepentimiento por su decisión, repentinamente una doncella interrumpió sus pensamientos, avisándole que su Rey había despertado.

¿No era muy pronto para esto? Dijo algo perdido en la situación, un soldado se acercó a él y haciendo el debido saludo, le dio el mensaje de su Majestad.

— ¿…quiere verme? —preguntó como si aquél intercambio de palabras fuera un amable pedido. Si se trataba de su Alteza, era una ORDEN.


Fin de Episodio 63