Hola, queridos lector s, espero que no hayáis olvidado esta historia, he vuelto para una nueva actualización. Espero que os siga gustando y gracias por los reviews ^^
Capítulo 64
La interminable arena del desierto se acabó al igual que se había terminado la manzana de la que habían disfrutado padre e hija gracias a Hashirama. La frontera natural entre ambas naciones era la linde del bosque del País del Fuego. Para cuando Mara se dio cuenta, y para sorpresa de los tres hombres que iban con ella, se arrancó a correr para refugiarse a la sombra de los primeros árboles con energías renovadas.
-¡Al fin! –Exclamó elevando los brazos al cielo y volviéndose a encarar a los tres. -Podemos caminar a la sombra. Ni siquiera me importaría que nos perdiésemos en el bosque.
-¿Te gusta el bosque? –Preguntó Hashirama al ver el entusiasmo.
-Estaría a punto de darle un beso a ese árbol si no fuese porque está cubierto de hormigas, -respondió para hacer énfasis es su desesperación. Por respuesta al comentario la risa de Hashirama se escuchó en todo el bosque.
-Sigue andando, Mara, -dijo Madara cuando llegó hasta donde ella esperaba. Sin esperar una nueva orden, Mara se giró y siguió caminando junto a su padre.
-Tu amigo es… -Empezó buscando la palabra exacta.
-Idiota, -completó Madara haciendo que, al oírlo, Hashirama hundiese su ánimo en un aura depresiva de nuevo.
-En realidad iba a decir... –Respondió Mara mirándo al Senju depresivo que le miraba con ojos tristes. –Peculiar.
De inmediato, el aura triste y depresiva se esfumó.
-Aún no me puedo creer que sean hermanos, -comentó echándoles una mirada rápida. -¿Tú también eras tan distinto de tu hermano?
Mara se lo quedó mirando, sabía que esas preguntas se movían en terreno peligroso. No le gustaba demasiado hablar de su pasado por algún motivo, sin embargo, ella trataba de indagar en él cada vez que tenía ocasión. Por suerte para ella, esa vez, Madara respondió:
-Izuna y yo éramos muy distintos en nuestra forma de ser, pero muy parecidos en aspecto, -y añadió para sorpresa de la joven: -Tú eres muy parecida a mí, pero te comportas como él en muchas ocasiones.
Mara sólo pudo abrir la boca, embobada por la respuesta tan clara y precisa que le había dado Madara y eso, en parte, era todo un cambio para ella.
-¿Y eso es bueno? –Preguntó más su subconsciente que ella misma.
-Ya veremos, -respondió esta vez más críptico.
Mara no estaba dispuesta a que la conversación se acabase, así que decidió volver al tema de los Senju. La fascinaban de alguna manera. Nunca se los había imaginado así. Y, a pesar de que los rostros de piedra de Konoha eran detallados, sin duda no les hacían justicia a ninguno.
-¿Puedo preguntarte algo? –Tanteó. La mirada de soslayo de Madara no la intimidó lo suficiente y no llegó una negativa verbal directa por lo que continuó. -¿Cómo terminaste siendo amigo de él?
-¡Oh! ¡A esa puedo responderte yo! –Dijo la voz de Hashirama a sus espaldas. Se acercó a ellos hasta situarse junto a Mara quedando en medio entre Madara, Hashirama y Tobirama cubriendo la retaguardia, atento a la conversación. –Verás, cuando éramos unos críos, nuestros clanes estaban en una lucha contínua. Éramos enemigos, ¿entiendes? Un día, me escapé del campamento donde se asentaba mi clan y me dirigí al cauce del río para practicar mi puntería. Cuando llegué, tu padre, mucho más joven de lo que es ahora, ya estaba allí. Y siempre que podíamos nos veíamos en la orilla de ese río que, además, es el que pasa por Konoha. Así que, así fue como pude hacerme amigo del gruñón de tu padre, ¿crees que podríamos ser amigos nosotros?
La pregunta cogío a la muchacha con la guardia baja. No supo qué responder. Miró a Madara en busca de una posible respuesta, pero éste seguía con la vista fija en el camino, aunque prestaba atención a la conversación.
-Bueno… No sé… -Empezó a decir para tratar de ganar tiempo. –Supongo que podríamos ir al río y practicar la puntería y quizá, quién sabe, podríamos intentarlo.
-¡Oh, Madara! ¿Has oído eso? –Dijo Hashirama con un tono emocionado en su voz. –He empezado las negociaciones, los Senju y los Uchiha volveremos a ser amigos incluso a través de las generaciones.
-¡Eh! ¡No he dicho eso! –Protestó Mara mirando a Madara por si las elucubraciones de ese Senju le habían molestado. –Sólo he dicho que podríamos tener, algo así, como un pacto de no agresión, -y añadió. –Por el momento.
-Eso ya suena más propio de los Uchiha, hermano, -intervino Tobirama a sus espaldas tras escuchar el último comentario.
-¿Pero qué pasa contigo? –Preguntó Mara crispada volviéndose hacia él.
-Los Uchiha nunca fuisteis de fiar, -respondió mordaz. –Y mucho menos él, -dijo haciendo un movimiento con la cabeza en dirección a Madara.
-Retira eso, -dijo Mara con los dientes apretados por el enfado que las palabras de Tobirama estaban encendiendo en ella. –No tienes ni idea.
-Creo que eres tú, la que no tiene ni idea. Tu querido padre comenzó traicionando a su propio clan cuando empezó las negociaciones de paz con mi hermano a espaldas del consejo de ancianos, -comenzó Tobirama acercándose peligrosamente a la joven. –Luego abandonó el clan y la aldea poco tiempo después de que mi hermano se convirtiera en Hokage y, no contento con abandonarla, luego volvió con intención de destruirla no sólo una, sino dos veces incluso recurriendo a un Bijū. Y ahora, probablemente, nos lleve a algún macabro plan para terminar lo que empezó y que tanto trabajo y esfuerzo nos costó a Hashirama y a mí.
Cuando terminó su discurso estaba a un palmo de distancia de Mara. Tenía el rostro desencajado, los puños apretados y su sharingan clavado en la mirada carmesí del Senju frente a ella. Hashirama estaba dispuesto a intervenir si la conversación se salía del cauce. Sabía que su hermano era vehemente cuando de los Uchiha se trataba y la joven tenía el mismo espíritu de lealtad al clan que Madara: grande, fuerte y arraigado en sus creencias. Se lo había inculcado bien. Madara por su parte, la miraba calibrando la rección a las palabras de Tobirama que no dejaban de ser verdad de principio a fin. Durante unos segundos el bosque enmudeció.
-Todos esos errores, nos guste o no, le han llevado… -Paró de hablar. Cogió aire y empezó de nuevo: -Todos esos hechos, nos gusten o no, nos han llevado a todos nosotros hasta dónde estamos ahora. Puede que el Madara que tú conociste hiciese todo aquello, apuesto a que incluso fueron cosas peores, -llegados a este punto, Madara se encogió por un instante, -pero el que yo conozco nada tiene que ver con ese y eso me basta, -cogió aire de nuevo y apuntó con su dedo sobre el peto de armadura azul de Tobirama. –En cuanto a ti, me da igual a cuántos Uchihas mataras, no les concocía a ninguno de ellos, y no eran nada para mí, pero te conozco ahora a ti y lo que hagas a partir de ahora es lo que cuenta.
-Hump.
Fue toda respuesta que dio Tobirama. Antes de que pudiera retirarse el dedo que apuntaba se convirtió en una garra que le sujetaba en su sitio por el borde del cuello de la armadura.
-Una cosa más, -dijo cuando estuvo de nuevo a su altura y sin perder el contacto visual. –Si le pones un dedo encima, -amenazó haciendo un leve cabeceo hacia el lado donde estaba Madara para indicar que se refería a él, -date por muerto, otra vez.
Tras esas palabras, lo alejó de ella y soltó su agarre de la armadura. Empezó a andar desactivando su sharingan, aún a la vista, y al pasar junto a Madara, preguntó:
-¿Continuamos?
Madara dejó que se tomara unos metros de ventaja antes de responder. Conforme y sorprendido por el corto pero clarificador discurso. Le dedicó una mirada rápida a los dos hermanos que miraban cómo se alejaba.
-Claro, -respondió enfilando el camino con media sonrisa en su boca. Parecía que, a fin de cuentas, no lo estaba haciendo tan mal.
Atrás quedaron los dos Senju. Tobirama se recolocó la armadura que se había movido después del fuerte agarre de Mara y miró con ojos interrogantes a su hermano que sonría divertido.
-Bueno, puede que tú tengas que pasar algo más que un par de tardes en el río practicando la puntería para tener un pacto de no agresión, -dijo Hashirama en un tono bromista. –Vamos, hermano, veremos a dónde lleva todo esto y qué papel jugaremos nosotros. Mientras tanto, intenta disfrutar un poco, aunque sea gracias a la invocación de Madara.
-No quiero ser amigo de ningún Uchiha ni de ninguno de sus retoños, -respondió cortante.
-¿Estás molesto por el parecido carácter con Izuna? –Preguntó Hashirama comenzando a andar. –Oh, sí, yo lo sabía. Sabía que te veías a escondidas con ese Uchiha mientras nos vigilábais a Madara y a mí. Lástima que todo acabara de aquella manera.
-Aquello no se volverá a repetir, Hashirama, -afirmó poniéndose a la altura de su hermano mayor.
