70. Revelaciones y castigos
Edward le clavó la mirada encima mientras Alice y Lillian aparecían por el otro lado del pasillo.
—¿Fuiste tú?
Rose enmudeció.
—En realidad, no necesitas decirme nada —continuó el rubio—. Todo lo que ha pasado encaja con tu perfil.
Ella sintió un miedo repentino y se escondió detrás de la espalda de su padre, quien tuvo que hacer un esfuerzo por controlar sus emociones.
—Edward, justo ahora íbamos a sentarnos a hablar.
—¿Y por qué no iba a estar yo presente? —intervino él con seriedad—. ¿Alguien me lo explica?
—Si estás preparado para guardar la calma mientras tu hermana nos cuenta todo, vamos a la sala de comedor.
Edward la repasó con la mirada e hizo un leve asentimiento.
—Lo intentaré, pero tú trata de evitar recordarme cualquier vínculo de parentesco que tenga con ella.
Tal vez su madre podía tolerar el puñal de sus palabras, pero no el resto, y el matiz de frialdad con que lo dijo heló a los cuatro presentes, incluso a la misma Rosalie.
Carlisle siguió con el resto al comedor e inclusive posición en la que se sentaron fue clave. Él cogió la punta de la mesa; Lillian se sentó en la fila de la derecha, junto a Rose y Alice, mientras que Edward se sentaba en la fila de la izquierda frente a su madrastra.
Los cuatro se giraron cuando Carlisle carraspeó.
—Esta situación es una en la que no hubiese imaginado encontrarme jamás —declaró con certeza—. Y creo que a ningún padre tampoco le gustaría experimentarla.
Los demás hicieron silencio mientras él se tomaba un segundo para volver a continuar.
—Rosalie, de verdad quiero creer que todo esto lo hiciste en un estado catatónico de inmadurez o que tienes una condición depresiva o similar que no te ha dejado racionalizar con claridad.
—Inmadurez no ha sido —negó Edward—. La mentalidad que yo tuve a su edad no fue ni la mitad de retorcida de la que ella tiene.
—Solo he dicho la verdad, ¿vale? —argumentó Rose en su defensa—. ¿Edward responde siempre a la imagen de perfecto? Bueno, alguien aquí tenía que demostrar que no lo es.
—¿Se puede saber de qué hablas? —cuestionó Carlisle.
—¿Acaso no te das cuenta? —exclamó su hija—. Edward es el favorito de la clase, el que saca buenas notas, el buen amigo, el buen hijo... ¡Y no es así! Maldita sea, él también tiene fallos. ¡Pero todo el mundo, incluso mamá y tú, lo tratáis como si no los tuviera! ¡Y si no fuera por la caridad en acogerlo jamás fuera el que es ahora!
—Creo que todos hemos notado la envidia que emanas —intervino Edward, hablando en dirección a la rubia—. Rosalie, todo es tan simple como que te faltó darte un golpe en la cabeza para que tus neuronas reaccionasen y reparasen en que tienes una hermana melliza que nunca te deja sola, que tienes a tus dos padres juntos, gozas una estabilidad económica y social excelente, además de obtener todo el cariño de quienes te rodean, sin que jamás en la vida hayas tenido que experimentar lo que es una pérdida.
La pequeña hizo un leve quejido de protesta.
—Mi vida solo sería tan buena como la pintas si no te hubieses mudado a esta casa.
—Lo mismo digo. —Cuando Edward soltó esas palabras, ella abrió los ojos—. ¿Te recuerdo que cuando llegué yo era el único que estaba fuera de lugar? Yo era un preadolescente y esta era la familia de mi padre junto a su esposa, no la mía, pero me tuve que mudar porque tenía una enorme herida emocional. Así que me prometí a mí mismo romperme el pescuezo para nunca dar motivos para que me echasen o se decepcionaran de haberse hecho cargo de mí. —Decirlo le trajo el dolor que le provocó en su momento—. Tal y como tú dices, yo también sentí que me acogió por lástima y que tenía una deuda pendiente con él.
Carlisle hizo amago de hablar, pero él levantó una mano para que no le interrumpiese.
—Es por eso, Rosalie, que guardé silencio por todas las mil y una travesuras que me hiciste desde mi primer día aquí —señaló con dureza—. Nunca dije nada, ya que si algo me enseñaron mi verdadera madre y el internado fue a aguantar los golpes que tratasen de darte por todas partes. Y además de vivir el infierno que querías hacerme vivir, tenía que hacerme a la idea de llorar por mi madre todas las noches porque es lo que cualquier niño hace cuando lo apartan de ella a la fuerza. —Edward sintió una punzada de dolor al acordarse—. Algo por lo que tú no has pasado ni tendrás que pasar.
Rose tragó con fuerza y se sintió pequeña, pero pronto Edward continuó, forzándola a subir la vista.
—El haber pasado por un colegio público me ayudó a lidiar con niños verdaderamente crueles —relató con los labios fruncidos—. Y por eso pude soportarte a ti y a todos aquellos que se metieron conmigo en el primer colegio de ricos que pisé. Al menos, aquellos niños en el fondo eran mimados e infantiles. Se portaban así por esa razón, no por maldad, ya que vivían en su propia burbuja y ya está. después de aquella experiencia y los pocos golpes, pero chocantes, que había vivido, aprendí a desconfiar. A hacer amistad a un nivel meramente superficial con otros niños, imitar su comportamiento y sin exponer demasiado quien era porque era muy vulnerable a que me hirieran. —Encogió los hombros—. Si en el internado con los niños era base de subsistir a base de intereses y de bromas, con las niñas y con los padres era a base de comportamiento y buenas notas.
—Edward, si tú no sacases buenas notas te querríamos igual —alegó Carlisle—. Te impulsaríamos a mejorar por tu bien, pero no nos debes nada porque yo soy tu padre. Tienes tanto derecho a mi manutención y cuidado como mis otras dos hijas.
Lillian le dio la razón.
—Y tú sabes que aunque yo no sea tu madre, siempre os he tratado a los tres por igual.
El rubio asintió antes de volverse a enfocar en Rosalie.
—Gracias al cariño que recibí por parte de tus padres y de los amigos que recién estaba haciendo en el nuevo colegio, pude seguir esforzándome cada vez con más ímpetu —prosiguió con un tono más seguro—. Pero tú nunca has tenido esa presión encima, Rose. Tú te has criado en un ambiente de amor y confort donde nunca has tenido que pasar por sacrificios. Tienes todo lo que podrías desear, sin tener que dar nada a cambio.
—Eso ya lo sé, pero...
—Y si mi presencia es lo único que te ha molestado en todo este tiempo, lo siento. Has tenido que adaptarte a la familia que te ha tocado igual que yo, con la única diferencia de que yo no he tratado de hacerte la vida imposible porque me venía en gana, pero tú sí —la acusó, para acto seguido rememorar su esfuerzo a lo largo de los años—. Ser el chico que describes no me ha sido fácil, ¿sabes? Recién me he dado cuenta de cuánto he renunciado, cuánto me he encerrado a mí mismo por querer seguir un camino de perfección sin margen de error... Y no conocí a esa persona con quien decidí arriesgarme a compartir mis miedos, mis defectos, y con quién dejarme llevar de verdad hasta Bella —acabó por nombrar—, a quien también se lo hiciste pasar mal por acercarse a mí al comienzo de todo.
Rose tomó una respiración honda... sintiendo un peso en los hombros por el impacto de las palabras cargadas de emociones.
—¿Por qué te digo todo esto? Porque ya me da igual que busques mis debilidades para atacarme —se sinceró, mirándola a los ojos—. Has expuesto una de las partes más dolorosas de mi vida, y si eso te llena como ser humano, felicidades, te informo que te has convertido en una maldita enferma desquiciada o en una persona aberrante sin siquiera haber dejado de ser una cría.
Edward se levantó muy bien pagado de sí y se dirigió a las escaleras. Rose se quedó con sus dos padres y su hermana en silencio frente a ella. No se dio cuenta de que temblaba hasta entonces, una vez las palabras de Edward ya no sonaban en el ambiente, pero se clavaban una y otra vez en pequeños flashes en su cabeza. Entonces intentó levantarse y su padre la miró.
—Tú todavía no vas a ninguna parte.
Ella hizo un mohín dirigido a Carlisle.
—Pero si Edward ya se ha ido...
—Igual, sigo necesitando aclarar muchas cosas más contigo. —Carlisle apoyó las manos en la mesa—. Tal y como ha dicho Edward, tus argumentos han sido simples niñerías, pero han afectado a terceros y han causado mayor problema del que crees.
—Esme y Tyler decidieron hacer lo que hicieron de manera voluntaria.
—Y tú, como difusora de todo, no te quedas atrás —soltó con rabia—. ¿Cómo llegaste hasta el vídeo?
Rose jugó con el mechón de su pelo.
—Fue el investigador privado.
—¿Y se puede saber cómo te has costeado...?
Ella siguió sin mirarlo.
—Con parte de mis ahorros.
Carlisle se llevó la mano al entrecejo.
—Rose, tienes casi catorce años —comenzó—. ¡Aún eres una cría! Y con un material al que ni siquiera deberías acceder a tu edad, has hecho daño intencionalmente a tu hermano y a una mujer que no te ha hecho nada malo.
—Medio hermano, querrás decir.
—¿Llamas medio hermano a quién ha crecido contigo desde que apenas sabías hablar bien?
Ella se encogió de hombros.
—Los hechos son los hechos.
Su padre pareció estar a punto de gritar, a lo que Lillian decidió ponerle una mano encima para que guardase la compostura.
—¿Y cómo solucionas lo de Esme? —gruñó él con desespero—. ¿Me lo explicas?
—¿Qué tiene? —preguntó Rose sin entender.
—¿Tú sabes con el peligro que se encontrará ahora si los que llevaban en este negocio salen a la luz? —La rubia frunció el ceño—. Por supuesto que no lo sabes. ¡Cómo vas a pensar en eso si nunca en tu vida te has metido con criminales!
—Carlisle, modula tu tono.
—¡No, Lillian, no! —exclamó levantándose de un salto—. Es hora de que enfrente las consecuencias de sus actos. Si ha sido tan mayorcita para pasar ese contenido por las redes, ¡Que sea igual de mayor para saber en qué cosas se involucra! Porque son gente muy peligrosa, Rosalie.
Las palabras de su padre la estaban asustando en serio, pero hizo todo lo posible para ocultarlo. Ni de broma iba a parecer una cobarde.
—Es su problema por haberse metido en eso.
—¡Y tú te acabas de meter en el mismo berenjenal y vas a arrastrar a toda tu familia en él! —exclamó ya rojo del enfado.
—¿De qué hablas?
—¡Trabajo para gente adinerada e importante de este país! —insistió—. Mi trabajo se rige por confianza y el de tu madre igual. ¿Cuánto crees que nos pueda perjudicar el simple hecho de que se corra la voz?
Una sensación de frío la recorrió.
—Lo siento...
—Y eso no es lo peor, ¿Tú crees que si se enteran que ella está emparentada con un abogado de mi reputación, abusadores y explotadores sexuales irán tras ella?
Rose entonces cerró la boca.
—Ya. Lo suponía —añadió Carlisle—. No solo yo estoy en riesgo, sino también mis clientes. ¡Has expuesto la seguridad de ellos también! No entiendo como has podido llegar tan lejos... no entiendo.
—¿Pero por qué debe haber criminales o gente peligrosa y todo eso? Tal vez es solo una empresa...
—¡Rosalie, no seas inconsciente! —refutó—. ¡Yo sé con qué clase de personas y lugares se mezclaba! ¡Ella trabajaba dándose bruces entre el terreno legal e ilegal! ¡¿Eso no te lo ha contado tu investigador privado, verdad?!
Rose tragó duro y Carlisle se volvió a sentar en la silla, recomponiéndose.
—¿Cuál es la charla que os dio la coordinadora de secundaria la primera hora después del patio, Alice?
—Pasó por las clases diciendo que difundir el vídeo podía comportar la expulsión de la persona —le respondió a su padre—. Y aunque mencionó que lo mejor era borrarlo porque también podía tener repercusiones graves, hay muchos que han seguido guardándolo para sí mismos.
Carlisle mantuvo una expresión seria.
—Llamaré a comisaría para comunicar que mi propia hija fue la encargada de distribuir el vídeo —mencionó él—. Y después llamaré al director a informarle que quiero que Rosalie haga un anuncio sobre su culpabilidad y la de Tyler en todo este lío.
—¿Un anuncio?
—Delante de todo el mundo, y también unas disculpas. No me opondré a la penalización que te impongan, ya sea una mancha en tu expediente para el resto de tus años escolares o la expulsión directa del centro.
Rose empezó a llorar y Lillian la arropó entre sus brazos.
—Papá...
—Ese es tu castigo por la vía escolar —dejó en claro—. En lo que respecta al de casa, serás tratada como has querido, una adulta. Así que desde ahora te vas a hacer responsable de ti misma para preparar tus tres comidas diarias, hacer la colada, secar y ordenar tu ropa, además de limpiar una área de la casa a diario.
—Sé hacer todo menos una de esas cosas...
—Aprenderás —le aseguró—. Y a un ritmo constante, a diferencia del que sueles emplear. Tendrás tiempo porque desde mañana te sacamos de tus extraescolares y del gimnasio. Incluso de francés, ya que aprender un idioma también es un privilegio. —Ella estaba roja de las lágrimas que había derramado, con ganas de protestar, pero él volvió a interrumpirla—. Vas a empezar a tener un trabajo con horario flexible en la firma, haciendo lo más básico que puedas hacer. Sacar fotocopias, hacer café y organizar carpetas.
—¿Por cuánto tiempo?
—El que yo decida.
Rose volvió a sollozar.
—Y... lo más importante... —subrayó él—. Alice va a tener su fiesta de cumpleaños en abril, pero tú no vas.
—No lo dirás en serio...
—Creo que está claro que sí lo hago.
Él vio como Lillian se levantaba con ella mientras trataba de colocar correctamente las sillas.
—Todavía no puede irse.
—La traigo en cuanto se calme —le pidió—. Por favor.
Carlisle la dejó marchar en un baño de lágrimas junto a su madre mientras Alice se quedaba en frente de la mesa con él. Se quedaron en silencio, escuchando como otras dos integrantes de la casa subían las escaleras. Luego todo se quedó en silencio.
—En parte yo soy la culpable —La pelinegra agachó la cabeza—. Ella siempre me cuenta sus planes y yo la guío para que no llegue a cometer grandes locuras, pero me peleé con ella desde que comencé a salir con Jackson y no quise detenerla, lo sient...
—No tienes de qué disculparte. —Carlisle no la dejó acabar—. Tienes derecho a hacer tu vida, Alice. Rose tiene que empezar a entender que no siempre vas a estar ahí para evitar sus posibles desastres y tiene que empezar a hacerse responsable de sus actos —remarcó—. Aunque sea afrontando hasta las más graves consecuencias.
Alice se quedó viéndolo detenidamente.
—¿Tan malo es?
Su padre tomó una bocanada de aire.
—Ni yo mismo sé hasta qué punto.
💎Por aquí hay demasiados sentimientos entremezclados. ❤️ Edward cargaba con todo eso encima, sí. Y por otra parte, sabremos un poco más del pasado de Lillian y de su papel como madre, con sus matices en los siguientes capítulos.
💎Me acabé demorando un día más de lo previsto (aún así he actualizado justo en una semana, eh), pero hoy vengo con sorpresa así que... quien quiera puede seguir leyendo el siguiente capítulo de esta doble actualización sorpresa. 😁✨ La venía debiendo (y es mucho más larga que cualquiera que haya hecho antes 😎), así que... ¡Disfrutad de la lectura! 😉
💎P.S: Advierto que se van a mencionar temas delicados y fuertes (relacionados también con lo que está sucediendo en la trama).
Kisses! 😘😘😘
