Capítulo 78 "Nueva York con ella"
Ella lo entendía, lo cuidaba y además lo ayudaba a distraerse del motivo de sus tristezas. Si no estaba ocupado con su trabajo, estaba con Xiao Lian Ji. Ambos pasaban mucho tiempo juntos, ella incluso tenía su propia habitación en el departamento de Yibo, habitación que usaba cuando se le hacía tan tarde que prefería pasar la noche ahí.
Ante el mundo eran una pareja ejemplar, se veían hermosos juntos, tal para cual. Y sí, lo eran, de no ser por el hecho de que el corazón de Wang Yibo ya tenía un nombre tatuado en él.
—¿Qué haces? —se tensó aún más cuando sintió que de pronto su novia le masajeaba los hombros por encima de la camisa de vestir que portaba. Ambos venían llegando de un evento de gala. Yibo había ganado un par de premios, y Xiao Zhan también, pero este último no había asistido.
—Es solo un masaje, ¿no quieres? Estás muy tenso.
El aludido suspiró con pesadez y asintió. Sí, necesitaba un masaje.
—Te vestiste más elegante de lo normal.
Él de nuevo asintió.
—Incluso te pusiste… —olfateó su cuello—… Bleu de Chanel.
Yibo no respondió.
—Pensaste que él estaría ahí, ¿verdad?
—Pero no fue así.
Sí. Yibo se había esmerado de más en su apariencia porque sabía que Xiao Zhan era uno de los invitados principales. Grande fue su decepción al ver que no asistió.
—Ven aquí —dejó de masajearlo y lo invitó a ponerse de pie al verlo tan desanimado.
Yibo solo le dedicó una expresión de fastidio y pereza. Estaba cansado y sus pies dolían por los incómodos zapatos de gala.
—No.
—No seas amargado —puso música desde su celular y comenzó a bailar en la sala, pero su novio la ignoró, estaba enojado con Xiao Zhan, enojado consigo mismo por depender emocionalmente de otra persona. ¡¿Por qué no podía dejar de amarlo?! ¿¡Por qué le envió aquel mensaje a través de la canción!?
Habían pasado meses desde esa presentación y él aún no podía superarlo. Pudo haberle respondido de cualquier forma, pero no lo hizo, al contrario, hizo más público su noviazgo al brindarle a los paparazis material de primera: él y Lian Ji caminando de la mano, yendo juntos de un lugar a otro, pasando un día en la playa, andando en patineta y hasta disfrutando de paseos en moto.
Sí, eran la pareja del momento.
Entonces la canción que ella bailaba terminó y comenzó otra: "Pick me, pick me".
—Oh no, quita eso —se quejó.
—Báilala para mí, Bo Bo, hazlo para mí.
Yibo frunció labios y ceño, aguantando el nudo en su garganta antes de dar media vuelta e irse a su habitación sin decir nada más.
Xiao Lian Ji quitó la música y se quedó pensando en qué había hecho mal. Últimamente su novio andaba de un humor más oscuro que de costumbre, y creía entender el motivo. Cualquier cosa que le recordara a Xiao Zhan lo hacía enojarse. Antes reaccionaba de otra forma, entristecía y se iba a llorar en la soledad de su habitación. Pero no ahora. Ahora se enfurecía.
Decidió darle su espacio por un rato, pero no se fue del departamento. Ya era tarde y prefería pasar la noche ahí, además, ambos sabían que algunos reporteros los habían seguido y hasta los habían fotografiado. Estaban seguros de que en cualquier momento habría fotos de ambos en internet, esparciendo rumores.
—Maldición —espetó Yibo, furioso y tumbado bocarriba en su cama. Se cubrió el rostro con ambas manos y quiso llorar, pero no pudo. Ya estaba seco. No había más lágrimas en él desde hace algunos meses, su único escape era enojarse por todo. Ya ni siquiera Wen Pei lo aguantaba.
¿Qué podía hacer? ¿Cómo borrarse un amor como el de Xiao Zhan? Había sido el amor de su vida, no podía simplemente eliminarlo de su memoria, aunque quisiera.
Estaba seguro de su orientación sexual desde hace mucho tiempo, pero justo ahora se lamentaba por ello. Junto a él tenía a una mujer que era… ¡Increíble! Hermosa, sexy, divertida, amable, sarcástica, y compartía tantas características con ella que era fácil catalogarlos como una pareja perfecta. Pero no podía, lo tenía todo frente a él y no podía tomarlo.
—¿Por qué no? —se preguntaba a sí mismo.
Había mucho enojo en su interior, sus latidos le taladraban las sienes. Sentía enojo hacia sí mismo por ser como era.
Quizás solo tenía que probar, intentar y darle una oportunidad.
Con ese gran conflicto en su interior decidió que lo mejor era controlarse y seguir como hasta ahora. Tenía sueño, pero no podía dormir debido a todos los pensamientos que lo abrumaban.
Entonces escuchó que la puerta de su habitación se abría un poco.
—Yibo —susurró y entró en silencio.
Él permaneció en su posición bocarriba, con un brazo sobre sus ojos e inmóvil.
—Hey… ¿Qué sucede? —se sentó a su lado en la cama al notar que su pecho subía y bajaba con rapidez. Iba a tocarlo, pero él se le adelantó. No supo en qué momento Yibo la aprisionó entre su cuerpo y el colchón—. ¿Qué…? —ni siquiera pudo articular una oración. Tenía sobre ella a Wang Yibo, acorralándola con su peso encima, podía sentir su respiración y la tibieza de su cuerpo.
Él no dijo nada, extendió una mano hacia su rostro y lo acarició con sumo cuidado. Su mente trabajaba a mil por segundo, pero su expresión se mantenía serena.
¿En serio lo haría?
Sí.
¿Por qué no?
La última vez que intentó estar con una chica era aún un adolescente, y ni siquiera tuvo sexo con ella, no pasó de un… faje. Pero ahora era muy diferente, él tenía experiencia sexual, quizá no con chicas, pero al menos sabía algo.
¿Y si le terminaba gustando más? ¿Y si al fin lograba superar su sentir?
Entonces puso un freno a sus pensamientos y se dispuso a actuar. Acortó la distancia entre ambos y besó sus labios.
Ella se sintió en el cielo. Se besaban con regularidad estando en púbico, pero nunca en privado. Su relación no era más que un show muy bien montado. Entonces… ¿Por qué la estaba besando? Ella no lo entendía, pero sí lo estaba disfrutando mucho. Rodeó la nuca de su novio con ambos brazos y profundizó la caricia, degustando esa boca por primera vez con tanta devoción.
Pero para Yibo no fue así. Esos labios no sabían como él quería, no se sentían igual. El labio inferior no era tan carnoso, y el de arriba no era lo suficientemente delgado. Y esos pequeños dientes no le proporcionaban el mismo placer cuando lo mordían.
Nada era igual, nada sabía igual, nada le estaba gustando.
—Concéntrate —se decía mentalmente a sí mismo, una y otra vez.
Entonces comenzó a acariciar su cuerpo.
Vaya error.
Comenzó en su delgada cintura y fue descendiendo poco a poco hasta sentir esa curva en su cadera. De inmediato cambió el sentido de su recorrido y comenzó a subir, pero entonces se encontró con un camino más curvo y blando. Terminó poniendo su mano en su cintura, solo ahí.
—Puedes tocar lo que quieras —suspiró en un tono íntimo y casi cuidadoso, como si temiera romper esa pequeña y frágil burbuja en la que se encontraban, sacándolo de su hechizo y haciéndolo huir.
—Lo siento —recapacitó por un momento—. No debo hacer esto.
—Eres mi novio, ¿por qué no?
—Porque no te amo.
Se esperaba una respuesta directa, pero no tanto.
—No tienes que amarme para que hagamos esto, ¿sabías?
El corazón de Yibo latió casi de forma irregular, acelerado y luego más lento. Su mente ya era un caos, y eso no ayudaba.
—¿Me estás ofreciendo tu cuerpo?
—Necesitas desahogar un poco de frustración, lo sé muy bien.
—Sí, pero no contigo —pensó, pero sus pensamientos se fueron al caño cuando, coqueta, ella flexionó su rodilla lo suficiente para rozarla con la entrepierna de Yibo. Este soltó un jadeo extraño.
—Lo sabía —esbozó una sonrisa triunfal—. No te sientas mal y déjate llevar —lo apretó contra su cuerpo y comenzó a acariciarlo debajo de la camisa de vestir.
¡Su piel era condenadamente suave y cálida! No lo pensó dos veces y dirigió una mano a su vientre, deleitándose con sus abdominales. Llevó la otra mano a su trasero y lo apretó.
—Dios, Yibo… —jadeó—. Tu cuerpo es… ah… perfecto.
El aludido tenía los ojos cerrados, y al escuchar su voz solo frunció más el ceño. Estaba aceptando las caricias, pero esas pequeñas y ajenas manos solo lo hacían sentir extraño. No dejaban un calor abrasador a su paso, pero… quizás ayudarían a desahogar un poco su frustración sexual.
¿Y si él también era bisexual?
Entonces ella se incorporó lo suficiente para quitarse el vestido y quedar solo en ropa interior. Yibo la miraba, en silencio, en un incómodo y largo silencio. Tenía unos pechos más prominentes que la mayoría de las chicas. Eran lindos, en especial debajo de ese ajustado sostén negro de encaje, a juego con sus pantaletas del mismo material.
—Ven aquí —lo jaló del cuello de la camisa y se lo echó encima, pues él no parecía dar un paso más.
Ella acarició y besó la piel que tuvo al alcance, le quitó la camisa y el pantalón con ayuda de él, así ambos terminaron en ropa interior, o al menos hasta que ella misma se retiró las últimas prendas que le quedaban.
Yibo parpadeó un par de veces antes de que sus mejillas adquirieran un tono rosado bastante tierno ante los ojos de Xiao Lian Ji. Le avergonzaba verla desnuda.
—Pareciera que nunca has visto a una mujer desnuda —se acostó sobre la espalda y abrió las piernas de par en par, invitándolo a acomodarse entre ellas.
Tuvo muchos sentimientos contradictorios. Sentía curiosidad, sí, mucha curiosidad, pero también sentía que algo no estaba bien.
Terminó acomodándose sobre ella, sintiendo cómo enroscaba las piernas alrededor de su cintura, dejándolo sin escapatoria y alzando sus caderas para frotarse con su entrepierna aún cubierta por su ropa interior. Eso encendió un poco el deseo de Yibo, quien, curioso extendió una mano hacia uno de sus senos y lo apretó con tierna curiosidad. Ella sonrió y terminó suspirando cuando sintió que tomaba ambos pechos con sus manos y los acariciaba suavemente. Pegó más sus caderas hacia él, frotándose una y otra vez en busca de más contacto.
—Dame tu mano —pidió ella y él obedeció. Entonces Lian Ji se llevó la mano de Yibo a su entrepierna—. Acaríciame.
Al pobre casi le salió humo por los oídos. Con más curiosidad que deseo, aceptó acariciarla. Comenzó a hacerlo con cuidado, no tenía idea de lo que estaba tocando y mucho menos sabía dónde acariciar para causarle placer. Estuvo perdido por unos momentos, usando sus dedos en esa zona tan cálida, suave y tremendamente húmeda. Pero entonces rozó cierta parte endurecida y respingada, era como un pequeño botón oculto entre un par de pliegues. Fue ahí cuando la espalda de su novia se arqueó con fuerza, gimiendo su nombre.
No tenía idea de qué rayos había hecho, pero tal parecía que fue algo correcto. Acarició donde mismo con insistencia, pero delicado, haciéndola disfrutar.
—¡Alto, espera! No quiero terminar así… —jadeó—…quítatelo —comenzó a jalarle la ropa interior—. Amor... ¿Tienes algún preservativo?
Yibo negó. No tenía condones desde hace varios años. No los necesitaba.
—Demonios, bueno, no importa. Solo trata de no terminar den… —le había bajado al fin el bóxer, dándose cuenta de algo—. Oh…
Ella era la única que estaba verdaderamente excitada.
Ante sus ojos tenía al grueso miembro de Wang Yibo, quien se dejaba observar sin ningún tipo de pudor, a pesar de que no había presencia de alguna erección.
—Podría ayudarte —extendió su mano para tocarlo, pero él no lo permitió y se volvió a acomodar la ropa interior.
—No es necesario.
Ya había comprobado algo muy importante, algo que necesitaba saber para estar tranquilo. Había probado aquello que Xiao Zhan tanto le insistía que probara, y ni siquiera así la prefería encima de él. La había tocado íntimamente mientras ella lo besaba y lo acariciaba, había sentido sus curvas, amasado sus pechos y besado sus labios, pero nada de eso conseguía encenderlo como Xiao Zhan lo hacía.
"Tener una experiencia sexual con una mujer" podía ser tachado de la lista.
No necesitaba culminar esa experiencia para estar seguro de algo: No le atraían las mujeres.
Necesitaba un desahogo sexual, pero con ella no le serviría, y quizás con nadie más que con Xiao Zhan. Había atado su alma, corazón y algo más a ese hombre.
—Lo siento, fui yo quien inició esto en primer lugar —se acomodó el bóxer y buscó una camiseta para ponerse encima—. No debí hacerlo.
Ella cubrió su desnudez con la sábana, algo desilusionada.
—Está bien, no te disculpes.
Él pudo ofrecerse a darle algo de placer. Si bien no había logrado una erección, podría al menos terminar lo que empezó con sus dedos. Pero no pudo. Había un desorden emocional severo en su interior, y lo único que necesitaba era estar solo.
Ella lo entendió.
Se vistió con rapidez y se despidió de él.
—No tienes que irte, ya es muy tarde, es peligroso.
—No quiero incomodarte más.
—No lo haces, solo… —suspiró—…ve y duerme en tu habitación, ¿sí? Estamos cansados, luego hablaremos de esto.
—Bien —en otras circunstancias se habría acercado para darle un beso en la mejilla, pero no ahora—. Descansa, Yibo.
Él se metió bajo sus cobijas y se cubrió hasta la cabeza, se puso sus audífonos y reprodujo en su celular por millonésima vez la presentación de Xiao Zhan cantando "Running after you with all I have".
Ya se sabía de memoria cada gesto y movimiento de Xiao Zhan. Todo su lenguaje corporal decía: ¡Soy tuyo! Y su hermosa voz también.
Entonces se sintió escoria. Había intentado olvidarlo usando a Lian Ji. No era justo para ella, tampoco para Xiao Zhan.
Se quedó dormido bajo sus sábanas, con un vacío en el corazón y un nudo en la garganta.
Después de esa noche no volvieron a tocar el tema sobre lo sucedido, pero tampoco se creó una atmósfera incómoda entre ellos, ambos… simplemente lo olvidaron.
Los meses pasaron, las fiestas navideñas se acercaban y la relación de amistad entre Yibo y su novia no iba nada mal. A veces olvidaban que eran novios y simplemente se la pasaban bien. Los dos comenzaron a viajar a otras partes del mundo, uno de sus destinos fue Nueva York, donde planeaban pasar navidad y año nuevo, lejos de China, lejos de los padres de Lian Ji, quienes insistían en conocer al novio de su hija. Ellos no sabían que era una farsa, a diferencia de los padres de Yibo.
Estos últimos habían hablado seriamente con él, advirtiéndole que lo que estaba haciendo no era bueno para nadie. Y para sorpresa de Yibo, su padre fue el primero en preguntar por Xiao Zhan.
—¿Él sabe sobre esto?
Asombrado por el interés que demostró, tardó en responder.
—No… no sabe que es una farsa.
—¿Estás seguro de querer hacerlo público? No habrá vuelta atrás y… quizás el daño que ocasiones con esto sea irreversible.
Yibo se mordió el labio con fuerza. Ya se odiaba lo suficiente por lo que estaba por hacer.
—Tengo que hacerlo.
El señor Wang suspiró pesadamente.
—Ma, ¿tú qué opinas? No has dicho nada.
—Estoy segura de que ya sabes lo que pienso.
Yibo se encogió sobre sí mismo al escuchar el tono severo.
—Zhan Zhan sufrirá con esto, pero tú… será insoportable para ti, cariño.
—Al menos la chica está de acuerdo con la farsa —dijo de pronto el señor Wang—. Pero eso no quita el hecho de que debes ser sumamente cuidadoso.
—Es de confianza, papá.
—No confíes en nadie —sentenció y su esposa asintió—. Esta situación solo me hace pensar en potenciales demandas. Ten mucho cuidado, no cometas una estupidez, de preferencia ni si quiera te acuestes con ella.
—¡Papá!
—Tu padre tiene razón. Imagina que la dejes embarazada. Bueno… pensándolo bien, sería lindo y…
Fue interrumpida por ambos hombres.
—¡Por supuesto que no! Yibo no la ama, solo habría demanda tras demanda hasta terminar con la carrera de nuestro hijo. No lo acepto.
Tenía toda la razón.
—Gracias papá —suspiró.
Luego de esa videollamada, Wang Yibo y Xiao Lian Ji hicieron pública su relación, y luego de tantos meses él seguía sufriendo la misma agonía silenciosa que el primer día.
Sin embargo, descubrió que viajar con ella no era tan malo, era casi lo mismo que viajar con uno de sus mejores amigos. Ambos solían pedir habitaciones separadas, pero pasaban todo el día juntos haciendo recorridos por las ciudades a las que viajaban.
Ella era amable y sumamente atenta con él, pero sin llegar a ser fastidiosa.
Era tan buena que, a veces, Yibo sentía remordimiento por tenerla a su lado sin ofrecerle nada a cambio. Él jamás podría amarla, y ella a pesar de saberlo no se fue, al contrario, permaneció a su lado más fiel que nunca.
Y aunque no la amaba de forma romántica, disfrutaba mucho viendo cómo sonreía o cómo su rostro se iluminaba cuando él la tomaba de la mano sin que ella lo pidiera. También ocurría cuando él tenía algún tipo de atención fuera de lo común tal como prestarle su chaqueta y ponérsela sobre los hombros, abrirle la puerta del auto, o cualquier tipo de caballerosidad que él jamás tenía hacía las chicas.
Pero lo que hizo volar la cabeza de Lian Ji, fue cierto día mientras caminaban por Central Park, tomados de la mano y mirando la nieve que lentamente caía sobre ambos.
Ella miraba embelesada todo a su alrededor, Yibo la tomaba de la mano y la observaba de reojo sin que ella lo notara. Entonces, y sin previo aviso, besó su suave mejilla. Fue un beso pequeño y muy corto, pero eso bastó para que el corazón de Lian Ji enloqueciera y casi dejara de funcionar.
—Estás helada, volvamos al hotel —fue lo único que dijo antes de apresurar el paso.
Ella mentiría si dijera que Yibo no era cariñoso, lo era, a su manera, pero lo era. Siempre procuraba que estuviera cómoda y que nada le faltara mientras estuviese con él.
Amaba eso en él, lo amaba por completo.
Pero en ese viaje podía sentir algo diferente. Yibo la observaba mucho, ella se daba cuenta a pesar de que él intentaba ser disimulado. Xiao Lian Ji se sentiría emocionada por ello de no ser por el atisbo de lastima que notaba cuando la miraba.
¿Estaba sintiendo culpa? ¿Remordimiento?
No quería eso.
Y entonces ocurrió algo inesperado para los dos.
Ella se levantó temprano y se alistó para salir y tener otro día lleno de aventuras y turismo.
Usualmente Yibo terminaba de arreglarse y se dirigía a la habitación de su novia para esperar a que estuviera lista, pero ahora no fue así, pues se quedó dormido luego de no haber pasado muy buena noche.
Ella fue a buscarlo al ver que no llegaba, pero cuando entró…
—Lo siento, me quedé dormido. Pasa, no tardaré en estar listo.
—Sí… —lo miró de pies a cabeza y sus glándulas salivales comenzaron a trabajar en exceso. ¿Y cómo no?
El hombre traía solo una toalla rodeando sus caderas. De su cabello peinado hacía atrás y con unos mechones rebeldes en la frente caían gotas de agua que resbalaban por la piel de su cuello, descansaban en sus clavículas y seguían deslizándose por todo su torso hasta perderse en esa uve perfecta que se formaba por la unión de sus caderas.
Exquisito.
Esa era la mejor palabra para describirlo en esos momentos.
—Linda chamarra —le dijo él al observarla mientras se vestía sin pudor alguno frente a ella.
Lian Ji estaba absorta en su belleza y sensualidad. Su piel se le antojaba terriblemente, era tan pálida y suave. Sus dedos aún cosquilleaban al recordar la sensación de esa piel contra la punta de sus dedos.
—Me gusta el color —continuó él, pero su novia seguía perdida en sus movimientos, en especial cuando vio que estaba quitándose la toalla de las caderas sin vergüenza alguna.
Su pulso se aceleró, hasta que descubrió que debajo de la toalla traía su ropa interior simple, holgada y nada reveladora.
Lian Ji suspiró insatisfecha, pero volvió a la realidad cuando Yibo seguía hablándole de su chamarra rosa fosforescente. Él siempre alababa su buen gusto en moda, y esa chamarra no era la excepción.
—Te la prestaría, pero…
Yibo rio y negó con la cabeza. A pesar de que ella era varios años mayor, era mucho más pequeña que él en complexión.
—Pero quiero una como esa —insistió, mientras se vestía ante la atenta mirada de su novia.
—Te conseguiré una, ¿de acuerdo? —sonrió, sacudiéndose esos pensamientos pecaminosos que asaltaban su mete cada vez que veía más piel de Yibo de la que debía.
—Bien —terminó de vestirse y la miró a los ojos—. ¿Qué ocurre?
—¿Disculpa?
Tal parecía que no había logrado "sacudirse" esos pensamientos, pues seguía comiéndoselo con la mirada y no había escuchado que le hablaba.
—Te estás comportando extraño.
—Alucinas —le restó importancia, pero su corazón se aceleró cuando Yibo le tocó el rostro para comprobar su temperatura.
—¿Te estás sonrojando o tienes fiebre? —se burló.
Ella también quería saberlo. Se sentía algo febril, pero no precisamente porque estuviese enferma.
Pudo golpearlo como de costumbre y seguirle la broma, pero esta vez no fue así. Lo miró a los ojos por largos segundos que lograron desconcertarlo.
—¿Lian Ji?
Ella no respondió, solo dio un par de pasos hacia él y lo rodeó con sus brazos por el cuello para atraerlo a un inesperado y… profundo beso.
Yibo no se movió de su lugar, no la tocó, ni si quiera parpadeó. Lo había tomado desprevenido por completo.
Al sentir que besaba a una piedra, Lian Ji se separó y lo miró con tristeza.
—Lo siento. Fue un impulso muy estúpido —sonrió de lado, con el corazón roto.
Yibo no dijo nada, analizó su expresión y se sintió muy mal por ella. No era justo lo que le hacía, pero Lian Ji insistía en seguir ahí a pesar de todo.
—Te dije que no haría este tipo de cosas… lo siento —silenció al sentir que él la tomaba por las mejillas y la miraba de una forma profunda a los ojos.
Pensamientos acelerados atravesaban la mente de Wang Yibo, uno tras otro. ¿Y si se daba una oportunidad? Definitivamente no la amaba, pero ella ya lo sabía, incluso sabía que él nunca la amaría.
Si no era con Lian Ji, no podría ser con otra mujer. No creía poder encontrar a alguien que decidiera quedarse a pesar de sus términos y condiciones.
¿Y si…? ¿Y si al menos lo intentaba?
Sin decir palabra alguna, tomó el mentón de su novia y lo alzó lo suficiente para inclinarse sobre ella y besar sus labios con una suavidad que se convirtió en un beso húmedo y profundo.
Era la primera vez que era besada así por él. Estaba atónita. Y para cuando logró reaccionar, Yibo ya estaba sujetándola por la cintura, pegándola a su cuerpo.
¿Qué estaba sucediendo?
Ella no entendía, pero tampoco se detendría.
De pronto se halló entre los brazos de Yibo, este la estaba acariciando por debajo de la blusa. Sintió su mano grande y suave reptando por el costado de su cintura hasta posarse sobre uno de sus pechos, por encima del sostén. Comenzó apretando con cuidado, tanteando ese terreno prácticamente nuevo para él.
Lian Ji ni siquiera quiso emitir ruido alguno por temor a romper ese momento mágico. Menos todavía cuando de pronto sintió que él comenzaba a desvestirla.
¡¿En verdad estaba sucediendo?!
Dejó que le bajara el pantalón, se quitó los zapatos. Yibo apretó su trasero y ella pudo notar cierto tono de… ¿inconformidad? en su suspiro. Pero eso no la distrajo de los besos que comenzó a repartir en el cuello de Yibo, algunos de ellos dejaban marcas de succión sobre su piel, pero eso había logrado arrancarle pequeños suspiros que ella identificó como una respuesta ante el placer. O al menos eso esperaba.
—Yibo… —no quería interrumpir el momento, pero tuvo que asegurarse de algo—. ¿En verdad quieres hacerlo?
Por primera vez en un rato, Yibo abrió los ojos y la miró. Ella pudo notar cierta tristeza y decepción en ellos.
—Sí.
—Pero…
—Déjame intentarlo —apretó sus mejillas, tratando de convencerla. Aún recordaba la última vez que intentaron hacerlo. Él estaba algo ebrio y bastante triste luego de ver a Xiao Zhan en la premiación. Hoy no era así, quería probar una vez más y… quién sabe, quizás algo bueno podría salir de eso.
Ella terminó aceptando con un suave asentimiento de cabeza.
Yibo continuó besando y acariciando todo a su alcance. Ella se dejó hacer y buscó la manera de hacerle sentir, aunque fuese el más mínimo placer.
Buscó de muchas formas, pero la única manera en la que logró arrancarle un gemido fue cuando mordió su cuello y rasguñó su espalda por debajo de la camiseta.
Lo hizo de nuevo, mordiendo después sus labios y empezando un juego de besos y mordidas más fuertes de lo normal.
Al parecer a Yibo le gustaba hacerlo rudo, y ella sabía muy bien cómo jugar ese juego.
Supo que lo estaba haciendo bien cuando de pronto él la alzó lo suficiente para que ella enredara las piernas alrededor de su cintura.
Y como si Lian Ji no pesara, la cargó hasta empotrarla contra el muro más cercano que resultó ser el ventanal cubierto solamente con una blanca cortina sedosa y traslúcida.
Lian Ji soltó una risa divertida al sentir el frío del vidrio contra su trasero casi desnudo.
Pero su risa se desvaneció cuando sintió aquella combinación tan excitante de los besos de Yibo sobre su cuello y de las caderas de él empujándose sin pudor alguno contra las de ella.
Sus fuertes brazos la mantenían en vilo junto con el vidrio detrás de ella.
Perdida en el placer de sus atenciones, soltaba gemido tras gemido, suaves, casi silenciosos.
Él en verdad lo estaba intentando, lo hacía, pero…
Excitada, y sintiendo que la humedad entre sus piernas aumentaba, rodeó a Yibo con las piernas todo lo que pudo, logrando que sus sexos terminaran juntos. Pero fue ahí cuando ella se dio cuenta de algo: no había nada erecto en sus pantalones.
Él suspiró.
—Lo siento.
—No, está bien, sigamos intentando. Déjame ayudarte.
Yibo negó con la cabeza, y algo avergonzado la ayudó a ponerse de pie como era debido.
—Yibo —acarició sus mejillas—. Mírame —insistió, pues él no despegaba la mirada del suelo—. Está bien, no te sientas mal. Lo lograremos, poco a poco lo conseguiremos.
Él asintió, pero por dentro solo sintió una preocupación aún mayor al escucharla decir eso.
Se maldijo a sí mismo.
Cada mañana despertaba con una erección a tope, pero cuando intentaba estar con su novia no lograba nada, absolutamente nada.
Su frustración sexual solo iba en aumento.
—Lo siento —repitió.
—Está bien, ¿de acuerdo? Está bien —besó su frente de la forma más dulce y adorable posible—. ¿Vamos a patinar?
Se dio por bien servida cuando Yibo esbozó una sonrisa, fue pequeñísima, pero había sido una sonrisa.
—Vamos —aceptó él.
Una de las cosas que adoraba de ella, era que podía seguir como si nada hubiese pasado a pesar de que… bueno, la había dejado con unas inmensas ganas.
Ella se vistió y así ambos salieron del hotel, tomados de las manos.
Yibo sabía bien lo que era estar frustrado sexualmente. Deseaba a Xiao Zhan con locura, pero no podía estar con él. Y Lian Ji lo deseaba a él, pero él no podía darle lo que quería y necesitaba.
—Ji Ji —la llamó con cariño mientras caminaban por las calles de Nueva York, rumbo a la pista de hielo del Rockefeller.
—¿Si?
—Quiero que sepas que puedes estar con quien tú quieras.
Ella alzó una ceja, no entendiendo.
—Me refiero a que no voy a ser yo quien te detenga y te pida fidelidad. Puedes estar con otras personas si así lo deseas, con alguien que pueda darte lo que yo no.
—Pero soy tu novia.
—Y seguirás siendo mi novia mientras así lo desees. Podemos ser novios y puedes estar con alguien más. No te voy a detener.
Sí, él sabía que la frustración sexual era terrible. Y no era la primera vez que la dejaba con las ganas.
Lian Ji sonrió ampliamente antes de rodearlo por la nuca y atraerlo a un corto beso.
—Gracias, pero no es necesario —tomó su mano y apresuró el paso a la pista de hielo.
Al llegar fueron directamente a rentar sus patines. Ambos eran buenos patinando. Yibo había mejorado desde la última vez que Xiao Zhan le enseñó en Aspen, así que se desenvolvió con facilidad en el hielo.
—Anda, ve —lo animó su novia al ver que se moría por tomar más velocidad.
Él asintió y se dirigió a la zona de alta velocidad, donde comenzó a patinar con soltura y sin molestarse por ir muy rápido.
Lian Ji lo observaba y solo podía sorprenderse por la inmensa cantidad de energía que tenía acumulada. Pues no se cansaba.
Luego de media hora intensa de patinaje, Yibo finalmente se detuvo.
—Iré a descansar un poco, te estaré mirando desde afuera de la pista —besó su mejilla y salió.
Lian Ji siguió disfrutando del clima y el ambiente tan navideño que se respiraba en el lugar. Yibo se quitó los patines y la esperó afuera, recargado en el muro que separaba la pista del resto del lugar, mirándola ir y venir. Lian Ji era muy bonita y tenía mucha gracia al patinar.
Pero entonces una silueta muy conocida llamó su atención, unos metros más atrás, entre la multitud.
Alto, esbelto y con un porte de envidia. Gracias a su altura sobresalía un poco entre la gente. Pero por más que lo intentaba, no lograba ver su rostro.
Y a pesar de que solo lo miraba desde atrás, algo dentro de sí le decía a gritos que esa angosta cintura y ese cabello oscuro eran de alguien especial.
Vestía casual, casi elegante con ese precioso abrigo negro y su camiseta de cuello de tortuga, casi del mismo tono negro que el abrigo.
Yibo estaba casi babeando mirando a ese hombre. Pero cuando aquella persona se dio media vuelta…
…el mundo de Wang Yibo se puso de cabeza.
Xiao Zhan estaba a unos metros frente a él, patinando con una soltura y elegancia propias de él. Era tan hermoso, perfecto y tan atractivo que no podía despegar sus ojos de él, ni siquiera cuando Lian Ji apareció en su campo de visión para darle un beso en la mejilla antes de ir a dar otra vuelta.
Su corazón casi se le salía, y no precisamente por el beso de su novia.
Sentía el impulso de ir y abalanzarse sobre él, pero en vez de eso se quedó ahí, aferrado a la barra con tanta fuerza como si su vida dependiese de ello.
Lo observó por largos minutos que le parecieron segundos. Entonces descubrió que no era el único maravillado con su majestuosidad.
La gente a su alrededor lo miraba, porque Xiao Zhan era una persona de luz, y resplandecía entre las tinieblas de un mundo tan oscuro. Sus movimientos gráciles y en ocasiones torpes solo lograban enternecer a los que llevaban rato mirándolo.
Iba solo, o eso parecía.
No se molestaba en dedicarle una que otra sonrisa a las personas que descubría observándolo. Pero no era su sonrisa genuina, no, era solo una amable.
Quienes lo miraban no lo había reconocido. Nadie sabía quién era él en realidad, y a pesar de ello no podían apartar sus ojos de él.
Sí, era el efecto que comúnmente Xiao Zhan causaba en los demás.
Luego de andar de un lado a otro sin parar, se detuvo en medio de la pista para tomar un respiro, echó un vistazo discreto a su alrededor, y casi se cae al hielo al reconocer un par de ojos a la distancia. Esos poderosos ojos tan pesados y profundos, debajo de ese par de cejas tan hermosas y oscuras.
Sus miradas se conectaron de una forma íntimamente intensa. Después de tanto tiempo sin verse no sabían cómo reaccionaría el otro. Yibo tuvo miedo, pero este se esfumó cuando Xiao Zhan le dedicó una sonrisa tan dulce, bonita y sincera; tan diferente a las sonrisas amables que les daba a los demás. Sus ojos le sonreían también.
Su corazón comenzó a latir con una locura increíble. Quiso brincar la barda e ir corriendo tras él. Lo necesitaba, tanto como un náufrago necesitaba agua dulce en medio de un inmenso mar.
Sus ojos se mantuvieron fijos en el otro, observándose con detenimiento.
La sonrisa cálida de Xiao Zhan no desaparecía. Yibo quería hacer algo, o al menos reaccionar y dedicarle una sonrisa, pero no pudo. Estaba en shock todavía, hasta que Xiao Zhan asintió suavemente en su dirección, saludándolo.
Una vez más, Yibo sintió que el corazón se le saldría.
Iba a hacerle un gesto con la mano para que lo esperara ahí. Era la oportunidad perfecta para intercambiar al menos una palabra con él sin morir en el intento. Pero…
—¡Hola de nuevo!
Había terminado de dar otra vuelta, y tal como en la pasada, fue hacia su novio y lo besó en los labios, pero esta vez no se fue de inmediato. Se quedó ahí, aferrada a su brazo.
Yibo se hizo a un lado y miró por encima del hombro de su novia.
La sonrisa de Xiao Zhan se había esfumado al instante. El pobre había sentido un sabor amargo subiendo por su garganta al ver al amor de su vida besándose con su nueva novia. Fue en ese momento cuando decidió que lo mejor sería irse.
Se dio media vuelta y deslizó sus cuchillas hacía el lado opuesto, buscando la salida más lejana a Wang Yibo.
Mientras tanto, este último intentaba hacer a un lado a su novia. Nervioso, se la quitó de encima para que dejara de obstruir su campo de visión. Buscó a su amado con desesperación, pero lo único que alcanzó a ver, fue su espalda alejándose hacía la salida.
—Me iré por un momento. Regresaré al hotel más tarde, no me esperes —le dijo, sin apartar la mirada de Xiao Zhan. Había tanta gente que temía perderlo de vista.
—¿Está todo bien? —se angustió.
—Sí —y sin decir más, se fue corriendo por el costado de la pista.
Xiao Zhan había sido rápido. De un momento a otro ya estaba caminando lejos del edificio Rockefeller. Afortunadamente Yibo también era rápido, y logró alcanzarlo antes de perderlo de vista, sin embargo, no se acercó a él. Temía espantarlo y alejarlo más, lo quería eso, así que guardó su distancia y lo siguió hasta su hotel.
Notó cómo de vez en cuando Xiao Zhan miraba por sobre su hombro y a su alrededor, como si esperara verlo a él, persiguiéndolo. Supo que era así cuando notó cierta decepción en su rostro al no encontrarlo con su mirada.
Continuará…
¡Hola, pastelitos!
Cuánto tiempo sin escribirles una actualización. Me disculpo por ello y prometo entregar la nueva actualización lo antes posible, no las puedo dejar con la duda de lo que pasará ahora que al fin se vieron cara a cara. ¿Se dieron cuenta de que ya pasaron varios capítulos en los que no tienen ni la más mínima interacción? ¡Ni un diálogo compartido!
¿Se dieron cuenta de que Yibo ya fue a la playa? Y fue sin su Zhan Zhan. El pobre obviamente tuvo que enterarse, y a pesar de todo le dedicó esa linda sonrisa en medio de la pista, entre la multitud, solo para él.
Aprovechen este espacio para hacerme cualquier pregunta que tengan respecto al fic.
Espero que les haya gustado el capítulo.
¡Las quiero tres millones!
09/03/2021
9:30 p.m.
