LXXXVIII.

—¡¿Qué?!

—Nadie ha hablado, InuYasha— comentó Miroku con una sonrisa no muy bien disimulada.

—¡Mentira! ¡Me estáis mirando fijamente! ¡Queréis decir algo! ¡Pensáis muy alto!

Kagome contuvo el impulso de poner los ojos en blanco, aunque la sonrisa sí se plasmó en su rostro, y lo cogió del brazo para tirar de él y atraer la atención de él. El ceño lo tenía fruncido cuando las orbes doradas del medio demonio se dirigieron a la muchacha.

—Malditos sean— refunfuñó—, me ponen de los nervios. Se creen que no los noto mirándome como malditos pájaros carroñeros, ¡pero sí lo hago!

La chica no pudo evitarlo y se rio, aunque la carcajada rápidamente murió por la mirada de furia que el medio demonio le dedicó. Esta vez sí, poniendo los ojos en blanco, se acercó a él y un cosquilleó se asentó en su estómago cuando los brazos de él automáticamente le rodearon la cintura para pagarla a él.

—Olvídate de ellos, solo lo hacen para molestarte y lo sabes— le sonrió por encima de sus labios, los cuales formaron una mueca de fastidio.

—¡Eres muy tonto, InuYasha, te enfadas por nada! — se carcajeó Shippo desde el hombro de la exterminadora, quién sacudía la cabeza divertida con Kirara en sus brazos como silenciosa espectadora.

—¡Maldito niñ-

Sus palabras fueron abruptamente calladas por unos labios e InuYasha gimió cuando sintió la suavidad y dulzura de la boca de ella. El mundo desapareció para él y, gruñendo, la acercó a él para saborearla gustosamente. Llevaba muchísimo tiempo sediento de ella; horas…

—¡Pero bueno, que hay niños delante! — exclamó Miroku no sin sorpresa. Aunque Kagome e InuYasha sí solían ser muy cercanos, jamás habían demostrado tanta… pasión con gente pudiéndolos ver.

—Miroku, ¡suéltame! ¡Que ya no soy un niño! — forcejeó Shippo porque lo soltara.

Antes de lo que a InuYasha le hubiera gustado, Kagome se alejó y el medio demonio sintió un fuego quemarle el pecho cuando observó sus ojos brillantes, sus mejillas sonrosadas y la hermosa y tímida sonrisa que estaba brindándole. La voz oscura de su cabeza, esa que estaba procurando esconder para no asustar a su pequeña, le ordenó que la cogiera en volandas y se marcharan lejos, muy lejos de allí… para estar solos… y….

—¿A qué ha venido eso? — decidió enfocarse en la realidad por miedo de cumplir las fantasías que lo avasallaban.

Si Kagome le había pedido tiempo, él le daría todo lo que necesitase y más. Solo esperaba que ella no le hiciera sufrir mucho.

—Nada— se encogió de hombros con inocencia e InuYasha la encontró preciosa, dulce y malditamente atractiva.

Mierda. Desde que su parte demoníaca sabía que ella estaba dispuesta a ser su hembra, le costaba muchísimo más controlarla.

—¿Estás más tranquilo ya?

«¿Contigo cerca? Imposible», retuvo el impulso de espetar. En su lugar, exhaló todo el aire de sus pulmones y la atrajo hacia él para que la cabeza de ella estuviera escondida en el hueco de su pecho. Sentir las manos de ella en su espalda, aferrándose a la parte de atrás de su vestimenta, lo tranquilizó y enloqueció a partes iguales.

Sí, iba a ser muy duro.

—Cuando queráis proseguimos el camino, ¿eh? — se burló Miroku desde la distancia— ¡Auch! ¡Pero Sango…!— se quejó, instantes después llevándose una mano a la cabeza, en el lugar donde la chica lo había golpeado con su arma.

—Cállese, excelencia, y deje de molestar— lo fulminó con la mirada.

—Pero Sango, querida, ellos saben que lo digo de brom- ¡Ay!

—¡Esa mano quieta y dónde puedo verla! — le increpó la exterminadora furiosa.

—¡No! ¡Soy inocente! ¡Ayuda!

—Te metiste tú solito en el lío…— murmuró un divertido Shippo, quién observaba desde lejos junto a Kirara.

Kagome escuchó el gruñido frustrado que soltó su medio demonio y rio suavemente. Más de una vez le había soltado cuando estaban a solas que echaba de menos la época en la que eran ellos dos, aun cuando había habido una parte en la que él no la "recordaba", y no había dudado al decir lo mucho que daría por volver a esa época. Y aunque Kagome, en parte, no podía evitar a veces sentir lo mismo; sabía que, en realidad, ninguno de los dos jamás cambiaría la divertida y variopinta familia que se había formado con el pasar de los años.

Solo… solo había una cosa por lo que daría cualquier cosa para treaerla de vuelta a su vida.

Una persona.

—¿Kagome? — murmuró InuYasha, inquieto, al sentir una leve alteración en ella.

—Echo de menos a mamá— dijo ella antes de haber pensado hablar.

Sintió el cuerpo de InuYasha tensarse y inspirar con fuerzas cuando inclinó la cabeza para esconder su rostro en el cabello de ella. Ninguno de los dos se movió.

—Yo también, pequeña.

Kagome cerró los ojos y evocó su recuerdo: su dulce sonrisa, su hermosa voz recordándole lo mucho que la quería o cantándole por las noches, su ceño fruncido cuando era incapaz de enfadarse con ellos… Recordó los momentos del pasado junto a una Izayoi entusiasmada y un InuYasha refunfuñón por las muestras de cariño de su madre… los abrazos de tres cuando la mujer los arrastraba a sus brazos… las risas y risas en casa, en el bosque, en el riachuelo…

Y rezó, elevó una plegara al cielo, mientras se sostenía en el cuerpo de su medio demonio, porque si hubiera una vida al otro lado, fueran capaces de reencontrarse con ellas. Al menos una última vez antes de que ella desapareciera en el cielo de los ángeles, lo que era ella.

—¡Sango, que lo vas a matar!

—¡Yo no quería, lo juro!

—¡La próxima vez te cortaré la mano maldita y se acabarán tus problemas, monje libidinoso!

Kagome se alejó de InuYasha con los ojos humedecidos pero con una bonita sonrisa. Ellos son nuestra familia ahora, decía su mirada.

InuYasha acunó su rostro, con el grito de los demás al fondo, y no pudo más que besarla.

Palabras: 992


¡Siento muchísimo el retraso! Sé que debería haber actualizado ayer, pero tuve (por fin) mi último examen y cuando salí de él no quería saber nada de ordenadores al menos en lo que quedaba de día. Necesitaba desconectarme un poco y que me diera un poco el aire.

Pero no podía ser tan mala y nada más he tenido un ratito libre, he aprovechad para traeros el capítulo (InuYasha, llevame a mí al bosque, que yo me dejo grr). Y, bueno, por la falla y porque en realidad no puedo evitar mimaros, si la gente se me anima, puede que este finde haya doble actualización. ¿Qué os parece? Yo lo dejo caer...