CI.

Al principio, todo fue caos.

Sentía la cabeza a punto de estallar mientras el mundo que la rodeaba iba lentamente penetrando en ella: los distintos olores y sonidos, los cambios de temperatura, las distintas sensaciones que la doblegaban. El mundo era un tornado que no dejaba de dar vueltas y ella se encontraba paralizada en su centro, incapaz de moverse o pedir ayuda, mientras todo se iba volviendo cada vez más y más caótico.

Entonces, vino la calma; una que venía acompañada de una dulce y cálida sensación, como si estuviera nadando entre nubes que la acunaban y protegían del mal de fuera; acompañado por una suave y tranquilizadora cadencia que no dejaba de murmurarle cosas aunque ella no entendiera las palabras.

Finalmente, el mundo se tranquilizó y poco a poco los sentidos de la muchacha fueron asentándose. Empezó a distinguir algunos sonidos como el canturreo de una de una mujer, la suave respiración de varias personas, las charlas tranquilas y en voz baja; la voz más maravillosa y cálida que había escuchado en su vida. También empezó a notar cuando le acariciaban el rostro, pasaban los dedos por encima de sus pómulos, por la frente. Incluso cuando alguien humedecía su cuerpo con ayuda de trapos. Alguien se sentaba por horas a su lado, la tocaba, la rodeaba con su cuerpo y le daba calidez. Otro no dejaba de murmurar cosas, le contaba cosas que ellas era incapaz de entender, pero el susurro la calmaba de buena manera.

Se sentía menos sola en la oscuridad.

En un momento, sin más, sintió un tirón en el estómago y los ruidos empezaron a ser más entendibles. Un fuego crepitaba cerca de ella. Un par de búhos ululaban en la distancia.

Y escuchaba respiraciones a su alrededor.

Sus ojos abrieron y lo único que encontró fue oscuridad.

El pánico se enroscó dentro de ella, dejándola sin respiración, y un gemido inaudible escapó de sus labios.

—Kagome— oyó el murmullo de una voz y unas manos la sostuvieron, unas que reconocería siempre.

InuYasha.

Yasha.

Las lágrimas se acumularon en sus ojos y Kagome tuvo el impulso de ir a él, pero…

—InuYa…sha— jadeó casi sin fuerza con el miedo cortándole la respiración— No puedo… no puedo moverme…

—Tranquila— él se acercó aún más y su cuerpo la rodeó, la acunó y la hizo sentirse menos perdida— Llevas mucho tiempo inconsciente, estás débil ahora mismo. Es normal.

¿Normal? Kagome sabía que si no tuviera la presencia junto a ella de InuYasha se habría puesto a chillar de terror porque la sensación era horrible. Las lágrimas descendieron por sus mejillas a causa del nudo de sentimientos que se habían apoderado de ella: miedo, alivio, alegría, dolor; e intentó centrarse en el familiar cuerpo del medio demonio, en lo segura y cálida que la hacía sentir.

—Todo pasó, pequeña, te lo prometo. Estás bien, todo pasó. Estamos juntos— susurraba él por encima de su cabello, acercándola a él todo lo que podía, incapaz de creerse todavía lo que estaba sucediendo.

Yasha…

Rápido y fugaz, fue escucharla decir su nombre y la fuerte presión que había estado sintiendo en su interior desde que empezó toda aquella locura estalló en mil pedazos, devastándolo por completo. Y cuando quiso darse cuenta él también estaba llorando, las lágrimas deslizándose por sus mejillas silenciosamente, mientras agradecía a cada ser que conocía por haberle dado una última oportunidad.

Juraba por su vida misma que jamás volvería fallarle.

El tiempo pasó, por supuesto, mientras aquellos dos seres se aferraban el uno al otro como si fuera lo único que les sostuviera a la vida. Las lágrimas fueron desvaneciéndose y sus almas poco a poco fueron cosiéndose con el solo sentir la tibieza del otro. Aún estaban maltrechas por todo el miedo y la angustia que habían pasado, pero ambos sabían que todo era cuestión de tiempo. El tiempo y la compañía mutua, el saber que estaba juntos y nada ni nadie los volvería a separar… aquel era el mejor remedio que podrían tener.

En algún momento, InuYasha tenía a una inconsciente Kagome en su regazo, quién, después del aluvión de emociones que le habían inundado de golpe, había caído rendida en los brazos de Morfeo. La separó de él lo justo para poder admirar su tranquilo y apacible rostro y delineó su rostro con uno de sus dedos antes de inclinarse hacia ella hasta posar sus labios en su cálida -y llena de vida- mejilla.

—Gracias… mamá, una vez más… te debo la vida— susurró y de él escapó una última lágrima.

Nadie respondió, por supuesto, pero realmente no lo necesitaba. Sabía en una parte de su mente que ella seguía velándoles desde donde fuera que estuviese, no importara el qué.

Yasha

No fue más que un susurro, un instante perdido en la inmensidad del momento y la noche, pero para InuYasha ese llamado fue como si hubiera vuelto a nacer. Se acostó a su lado saboreando cada respiración de ella, cada bombeo de su corazón, y se juró que jamás los tomaría en vano, que aprovecharía, atesoraría y amaría cada uno de ellos.

El cuerpo de ella se amoldó al de él, o el del medio demonio al de la joven, no lo sabía, no le importaban; en realidad, estaban hechos el uno para el otro. Ella lo complementaba como nunca nadie lo había hecho y él sabía que estaba en el mundo por y para ella. ¿Qué más daba todo?

La acunó en sus brazos y saboreó cada golpeteo de la respiración de la chica por encima de su piel, cada pum-pum de su corazón. Se perdió en su calidez y su aroma, en el cuerpo que consideraba su paz y su cordura.

Por primera vez en muchísimo tiempo, InuYasha se quedó dormido, con la imagen de una cabaña lejana, el gorgojeo feliz de una niña llamándola y la cálida sonrisa de una madre colmando sus sueños de felicidad y añoranza.

Palabras: 989


¡LO SIENTO MUCHÍSIMO! Siento mucho el retraso, de verdad, pero he salido a mi casa a las 7 de la mañana y hasta hace no más de una hora (9 y poco de la noche; hora España) no he llegado; he comido super rápido la cena para poder traeros el capítulo antes de media noche. Guest, no sé tú nombre, pero muchas gracias por preocuparte, jo. Si me atraso es por lo de siempre: vida universitaria que no tiene fin. Pero bueno, se acabó contaros mis penas. Aquí está el capítulo y a tiempo.

Ahora voy a responder dos preguntas que me habéis hecho:

La primera: ¿en qué mundo paralelo yo dejo de escribir sobre InuYasha? Hyuga Hikari, ¿no lo sabes ya? ¡Son mi fuente de inspiración! Juro que las veces en las que me pongo con otros proyecto termino volviendo a ellos porque les echo mucho de menos, así que sí: habemus otros proyectos. AUNQUE precisamente nuevo no es este. Ya lo había dicho, aunque no sé si por aquí, pero por ahora respecto a InuYasha mi intención es terminar -por fin- el epílogo, preparar las... sorpresitas (jeje) y... continuar con Eternity. Sep, esa que tengo pausada por ahí. Quiero revistar los capítulos ya publicados con muchas ideas para la historia, y creo que tengo la suficiente "madurez" para enfrentarme a un proyecto (o continuarlo, más bien) como ese. ¿Qué os parece la idea? Por supuesto, eso no cierra las puertas a nuevas cositas... aunque por ahora no hay nada concreto. ¿No queréis ver a nuestro medio demonio desenvolviéndose en la época moderna?

Y lo segundo: Lilibloom, reconozco que me ha hecho mucha gracia tu propuesta. Pero me has dado una idea. ¿Por qué no hacemos algo mejor? Os lo pondré fácil: cuando lleguemos a los 800 habrá actualización diaria. ¿Hm? No he pedido mucho, como veréis, creo que yo tengo la mismas ganas de lo leáis a que vosotros hacerlo jajajajaj

¡Vamos, vamos, os estaré leyendo!