103. Guiño
Heero observó sin gran interés cómo el trenzado era sermoneado por no cumplir con la entrega del ensayo, a pesar de que recordaba haberlo visto la noche anterior, antes y después de su salida a la cancha, sentarse en el escritorio en lo que creyó eran sus momentos de atender los deberes de la escuela.
Pero inexplicablemente había llegado sin nada. ¿En qué tanto había perdido el tiempo?
Lo vio disculparse con la profesora, a punta de bromas y de sobarse la nuca como si estuviese muy avergonzado. Tal vez con algo de coquetería, porque lo vio cerrar el ojo en dirección a un grupo de chicas que estallaron en júbilo e intercedieron por él para que le dieran más plazo para presentar el ensayo.
Conseguido su objetivo, también le envió un guiño a él. Fue tan inesperado que un extraño calor pareció subir hacia su cara y giró el rostro para ignorarlo.
El resto de la jornada escolar siguió más o menos la misma tónica, excepto que Duo no dejó de mirarlo en clases.
