119. Directrices

A juzgar por la prisa con que Duo se movió por la habitación, cambiándose la ropa de escuela por sus habituales vestimentas negras, se le hizo obvio que tenía otra misión.

Heero empezó a teclear en su computadora para averiguar los detalles. ¿Por qué a él no le llegaba ninguna orden desde que había destruido el portaaviones? ¿La organización al fin lo había reconocido como un agente no confiable tras su mortal error con los pacifistas?

—No te molestes en revisar, de seguro me enviaron esto solo a mí.

Duo se lo dijo desde la puerta, a punto de traspasarla, y ante su mirada molesta, suspiró profundamente y agregó de forma animada:

—No me mires así, te mandaré las directrices de mi misión en el camino, ¿de acuerdo? Para que sacies tu curiosidad.

No esperó respuesta para marcharse. Efectivamente, unos minutos después recibió la información. Era cierto que no era nada en lo que necesitara intervenir. Cerró los ojos y solo entonces se dio cuenta que sentía calor y tenía el pulso alterado. El corazón le latía con fuerza como si hubiese hecho un gran esfuerzo físico.

Respiró hondo para calmarse.

—¿Qué estoy haciendo? —se preguntó a sí mismo.