Agradecimientos a Akira de Maxwell, VirInu Aensaland y DarkCryonic por acompañarme en esta travesía comentando y, en especial, a Reperfumen por regalarme el exquisito vino que permitió que me destrabara del punto en que estuve atascada medio mes. ¡En serio, mil gracias!


121. Natal

Heero abrió los ojos en la oscuridad. No necesitaba mirar la hora para saber que todo lo que había batallado para quedarse dormido no sirvió de mucho. Apenas logró perder la conciencia por veinte o treinta minutos.

Se levantó con movimientos lentos, extrajo su computadora de su escondite y se sentó en el escritorio. Pasó el resto de la noche revisando los movimientos enemigos, pero no había nada fuera de lo esperado. Por supuesto, no tenía asignaciones.

Justo cuando comenzó a amanecer, recordó el ensayo de Duo. Se lo había hecho llegar con un "Cúbreme esta vez, ¿quieres?". De inmediato le hizo recordar lo resentido que se mostró la vez anterior. ¿Debería ceder y realizar ese favor?

Antes de darse cuenta, comenzó a leerlo. No era la gran cosa, se notaba que había sido redactado con prisa y nulo rigor académico. Comparaba la vida en la Tierra con la vida en las colonias espaciales.

Establecía que no cambiaría por nada su colonia natal, por más artificial que les pareciera la vida a los terrícolas. A su pesar, sonrió con el detalle en que decía que lo único de la Tierra que era mejor que la vida en el espacio, era cómo se veía la luna desde ella.

Lo imprimió y se preparó para ir a clases.

Media hora después estaba entregándolo a la profesora.