124. Niño
Su plan perfecto de infiltrarse en el caos provocado y robar información que ellos, por seguridad, no subieron a la red, se vio interrumpido en pleno escape por un niño que le apuntaba.
—Detente, te juro que no pienso dañarte —dijo levantando ambas manos, el fusil que portaba apuntando hacia el cielo.
Era un niño demasiado pequeño para estar allí, apenas siete u ocho años. Debía ser un hijo de algún soldado. La pistola estaba temblando en sus manos, claramente jamás nadie le había enseñado a empuñar una.
—No hay curas aquí —moduló con dificultad—. Eres un intruso.
Parecía a punto de echarse a llorar. Duo lamentó no haberse puesto el uniforme enemigo, así el niño no hubiera sospechado de él, pero había cronometrado tan bien el segundo ataque, que había estimado que no era necesario camuflarse.
No quería matarlo, pero no era su edad lo único que lo había paralizado como para gastar tiempo que no tenía en convencerlo de no disparar. Lo hizo porque se parecía demasiado a Solo, a su amigo rubio de la infancia. Fue casi como ver su fantasma empuñando un arma en su dirección.
Pero aun así el pequeño disparó. La bala quemó en su brazo, haciéndolo sisear. Entonces todo empeoró, un grupo fuertemente armado de alrededor de trece hombres lo rodearon, apuntándole.
Había perdido un tiempo precioso y ahora iba a pagarlo caro.
