125. Mantención

Heero revisó su gundam como si fuese a despegar pronto, por puro afán de mantención y rellenó combustible. Era un procedimiento tan de rutina que su mente estaba perdida en cavilaciones de menos importancia.

Debía encontrar una forma de regresar a su ciclo de sueño normal. Estaba incumpliendo su entrenamiento: dormir lo mínimo necesario si la misión lo ameritaba, pero descansar toda la noche si estaba libre. De esa forma garantizaba que su cuerpo estuviese en las mejores condiciones para soportar la carga misiones venideras, incluso si eran días y días luchando.

Sin embargo, estaba lejos de sentirse descansado. Los pacifistas y la niña seguían apareciendo en su mente, bañados en sangre. Eso cada vez que intentaba conciliar el sueño.

Reconocía en sí mismo cierta ansiedad por volver a batalla, a estar activo y probar que podía ser digno de conseguir la paz que él mismo había matado antes de que naciera.

Las culpas que arrastraba por sus brutales errores las resolvería en el camino. Desde hace varios días atrás, había aceptado la idea de Duo de visitar a la familia del mariscal Noventa y disculparse. No podía hacer menos, pero en su situación, realmente esa era una medida que tendría que esperar.

A corto plazo, había abandonado la otra idea del trenzado que sí le permitía descansar. Agotarse físicamente para poder dormir era una opción práctica, pero se volvería inútil cuando fuera llamado a servicio otra vez.

Definitivamente, tenía que hallar una solución por su cuenta. Duo llevaba cinco días fuera y cada día que pasaba era más improbable su regreso.