¡Hola a todos! ¿Qué tal vamos? Por aquí vengo yo con otro capítulo con el que robaros unos minutitos de vuestro sábado. Y como estoy inspirada, os dejo sin decir nada más que aún se me escaparán las ideas.

¡A pasar buena semana!


Capítulo 131: Novedades

Más de uno observó con resignación el "nuevo" hangar. En un tiempo récord que se sospechaba había sido obra de Timy, Jeremy se había dedicado a trabajar digizoid de todos los colores, dándoles forma al tiempo que esquivaba la furia de Lunamon. Como resultado, en poco más de dos días la estructura había vuelto a ser alzada hasta tomar un aspecto similar al que todos recordaban.

—Vale, Einstein —suspiró Ulrich —. ¿Te has inspirado en Kimeramon o algo?

—No, ¿por qué lo dices?

—Evidentemente porque hay un trozo de un color y al lado uno más pequeño de otro.

—Es meramente cuestión práctica de...

—Digamos que es la obra más chapucera del tío Gao —declaró Ace, acercándose a una pared y olfateándola.

—¡Eh! He estado bastante ocupado con más cosas...

—Algo que no deberías haber estado haciendo —recalcó Lunamon, provocándole un leve escalofrío al chico —. Pero bueno, por esta vez se lo dejaré pasar porque accedió a pedirles ayuda a los adultos.

—¡EL FIN DEL MUNDO! —chilló más de uno.

—¡No tiene gracia, chicos! —exclamó avergonzado el informático.

Los pitidos en el ordenador principal hicieron que varias cabezas se voltearan para dar la bienvenida a Izzy. Por un largo minuto, con un grupo aún picando a Jeremy, el adulto se quedó observando la construcción.

—¿Qué opinas, tío Izzy? —preguntó Teruo.

—Teniendo en cuenta las características de cada pieza, supongo que no habrá problemas de derrumbe si vuelven a atacar. Aunque está claro que lo mejor sería que nadie ataque directamente a las construcciones —respondió.

—Si no se lo carga Kimeramon, se ocupará Grey-chu —sonrió Timy.

—¡No me metas a mí en el asunto! —protestó Takuya.

—Nadie se lo cargará —dijo Jeremy, intentando escapar de quienes aún le picaban —. Si a alguien se le ocurre intentar tirar abajo a puños la estructura, se encontrará con una pequeña sorpresa.

—¿Hablas de las cuchillas negras escondidas en negro? —preguntó Ace. El gato plateado había trepado hasta lo más alto con la vista fija en el negro.

—¡Exactamente!

—¡Baja de ahí que te vas a romper el cuello! —gritó Zoe.

—Zoe, es un gato, caerá de pie —señaló Kouji.

—Pero...

—Papá permitiendo al peque hacer lo que quiera... Mami va a resultar la mala de la peli —señaló Koichi. Junto a él, Timy intentó ocultar la risa.

—Al contrario que otro gato que yo me sé, que ni trepa ni cae de pie, casi tengo más fe en Ace —declaró el de la luz. Timy ya no pudo ocultar más las ganas de reír.

—Bueno, al menos se han utilizado las piezas de forma coherente —comentó Lopmon intentando que nadie iniciara ninguna discusión.

—¿Por qué no has usado el material del traje de Kouji? —preguntó Arya.

—Las cualidades de ese digizoid potencian la velocidad. El edificio no se mueve —dijo Jeremy.

—Jeremy diciendo algo que se entiende... ¡EL FIN DEL MUNDO! —volvió a chillar Odd.

—¡Que pares con esa broma! —protestó el rubio —. ¿Qué tal si hablamos de otros asuntos?

—¿Como por ejemplo? —preguntó JP.

—Para eso estoy yo —alzó la mano Izzy —. Sentémonos a la sombra, que va para largo...

Con algún comentario bajito de duda, el grupo entró al salón y empezó a tomar asiento mientras Izzy sacaba de su mochila el portátil. A algunos no les pasó por alto la mirada seria de Lunamon ante aquel objeto puesto cuidadosamente en la mesa, ni el resoplido ante la velocidad a la que tecleaba el adulto.

—Vale, aquí está —sonrió dando la vuelta al portátil y permitiendo que todos observasen —. Dejad que os presente parte del nuevo armamento que vais a tener a vuestra disposición.

—¿Nuevo armamento? —preguntó más de uno.

—Como Lunamon no me ha permitido hacer varios trabajos a la vez, tuve que pedirle ayuda a Izzy en la creación de todo esto —suspiró Jeremy.

—Pero ¿más armas? —preguntó Odd.

—Son más bien unas armas en concreto —puntualizó Izzy —. Con la adquisición del chrome digizoid, las opciones a mejor equipamiento crecen notablemente —dijo antes de volver a girarlo para buscar un par de cosas que no tardó en mostrar.

—Eh, eso me suena —señaló Dracomon.

—Se parecen a las katanas de Ulrich —dijo Kitsumon.

—Eso otro parecen mis abanicos —señaló Yumi.

—Y también está la espada de Will —apuntó JP.

—Y es lo que son —aseguró Jeremy —. Solo que mejoradas.

—¿En qué sentido? —preguntó el Samurai.

—Ha quedado comprobado que tus armas no han podido hacer gran cosa en vuestros actuales rivales aunque haya servido para descolocarles —explicó Izzy —. Nos es imposible mejorar el armamento que carga cada digimon en cada una de sus digievoluciones porque no es algo físico que permanece una vez dejáis atrás esa evolución. Pero en el caso de ellos, por ejemplo, la cosa es más sencilla.

—Porque todo cuanto tenemos fue creado por Jeremy y se mantiene dentro del dispositivo una vez dejamos atrás la digievolución —dijo William mirando su dispositivo.

—Exactamente —asintió Izzy —. En vosotros, el trabajo es simplemente introducir los datos en vuestro dispositivo digital y ya está.

—¿Y para los demás? —preguntó Takuya.

—Ya os lo hemos dicho, los que son digimons no pueden ser modificados tan simplemente —remugó Jeremy.

—Pero no es imposible —insistió el de fuego.

—A ver, Takuya...

—Cambiar algo en alguna de tus evoluciones sería como tocar tu ADN y eso afectaría en absolutamente todo tu ser —interrumpió Koichi —. Quizás en la digievolución que quieras podrás tener algo en concreto, pero al volver atrás, posiblemente ese dato extra te haga cambiar en la etapa previa con consecuencias negativas.

—¿Por qué las explicaciones de Aelita o Koichi, aun siendo tan técnicas, se entienden más que las de Jeremy? —preguntó demasiado alto Katsuharu.

—Lo que dice Koichi es cierto —intervino Izzy mientras algunos reían —. Es peligroso jugar con los datos de un digimon. Pero por eso también hemos creado esto —declaró pulsando otra vez en el teclado —. Armamento extra.

—¿Qué son? —preguntó Neila.

—Básicamente, escudos y pistolas —respondió Jeremy —. Este es principalmente el armamento marino.

—¿Escudos y pistolas bajo el agua? —preguntó Chiaki.

—Está claro que quien desactive torres no puede ir sin protección y que, en algunas ocasiones, es imposible estar cubriéndole —declaró Izzy —. Así que hemos creado un modelo base que fácilmente puede Jeremy adaptar al usuario.

—Más trabajo para Jeremy —resopló Lunamon.

—Es solo introducir un par de datos y el escáner hace su misión, Lunamon —intentó calmarla Aelita —. En realidad, puede hacerlo cualquiera. Pero como la idea seguro ha sido de Jeremy...

—Vale, entendido —aceptó la conejita.

—¿Y esa otra ventana? —señaló Tommy.

—Ah, bueno, una petición especial de Jeremy —declaró dándole la vuelta a la pantalla para abrirla mejor.

Todos se echaron más hacia delante para ver el diseño de un traje de combate en rojo y dorado, así como las dos pistolas a juego. Más de una cabeza se ladeó y algún par de ojos se posó en Takuya, que enseguida agitó las manos negativamente.

—Me gustaría que todos diesen su opinión sobre el traje de la nueva integrante de los Guardianes de esta época —pidió con orgullo Jeremy.

—¿La nueva integrante? —preguntó Teppei.

—¿Ignitemon? —preguntó Dracomon mirando al otro digimon.

—¡Que soy un chico! —chilló el digimon.

—Ya, pero es que... Tú no eres un Guardián...

—¡Tampoco lo son Timy y Ace!

—Es cierto en parte —declaró el gato plateado —. Quienes nos conocían, nos llamaban "los hijos de los Guardianes", pero nada de sus discípulos o nuevos integrantes...

—Pero era evidente que hubiésemos seguido sus pasos si no nos hubiese dicho tío Wise que nos quedásemos ocultos. Podría decirse que somos los primeros Guardianes de la segunda generación —declaró Timy. Varios segundos después, se volteó hacia los dos informáticos —. ¿Es para la mamá de Ulrich? Se enfrentó a Lotusmon.

—No la enfrentó, la calmó —negó Floramon.

—A mi padre le da algo como digáis que sí —rió el chico.

—No, no es para la madre de Ulrich ni tampoco para ningún padre de nadie —negó Izzy.

—Es para Arya.

A la mención de su nombre, la chica abrió más los ojos, pasando la mirada de ambos humanos a la pantalla. Por más de dos minutos, nadie dijo nada. Todos esperaron hasta que la chica al fin logró encontrar la voz para hablar.

—¿Por qué es rojo y dorado?

—Pensé que son los más adecuados para ti actualmente —respondió Jeremy.

—Ambos digizoids tienen gran dureza. Contando con que no tienes experiencia en combate, es mejor que vayas lo mejor protegida posible —dijo Izzy.

—Bueno, ¿qué opinas?

—Realmente... ¿es para mí? Quiero decir... ¿estáis invitándome al grupo de los Guardianes? Pero... No soy ningún digimon ni nada de eso...

—Yo hace tiempo que te considero del equipo aunque no golpees a nadie —alzó la mano Aelita.

—Yo debo admitir que hasta ahora no te he considerado como nada dentro de los Guardianes, al contrario que tus primas, que pueden pelear por ellas mismas —declaró Chiaki —. Pero ahora tengo otra opinión. Déjame decir que eres buena bajo el agua.

—Entonces...

—¡Ya no somos los únicos Guardianes novatos! —le saltaron encima ambos Crossedmons.