Yamato bostezó, haciendo el esfuerzo de intentar llevarse la mano a la boca sin conseguirlo a tiempo ya que el bostezo no lo dejó. Aquella noche habia dormido de maravilla pero se había despertado con más sueño de la cuenta para ser él. Por eso mismo no fue capaz de sentir los pasos que se acercaban a él pinchándolo en los costados desde atrás provocando que diera un salto.
- Buenos días maravilla rubia – dijo Mai antes de echarse a reír por la reacción de él.
Se punzó el puente de la nariz, habiéndose quedado con la mano en la cara tras haber intentado frotarse los ojos cuando ella lo había atacado, intentando ganar unos segundos para reponerse antes de entreabrirlos muy lentamente y lanzarle la peor de las miradas.
- No me mires así, cochino, que estoy casada y tengo dos niñas… ¿No te da vergüenza?
- ¿No tienes nada mejor qué hacer?
- No – amplió más su sonrisa antes de echar a andar a su lado por el pasillo-. ¿Te han dado la noche?
- No, creo que hoy simplemente estoy algo más vago de la cuenta – giró la cabeza hacia ella-. ¿Dónde vas?
- Pues supongo que donde tú, ¿no tienes también reunión? – esperó a verlo asentir-. Pues eso mismo… Aunque bueno, creo que es algo de lo del evento.
- Sí, algo me dijo Hideki ayer – se quedó pensativo, continuando con su camino y mirando de reojo un par de veces hacia la piloto.
Habían tenido unos cuantos días de no parar y no había tenido tiempo de quedarse solo con ella hasta entonces a pesar de haberlo intentado. Había hecho por esperar a la salida del trabajo incluso pero por una cosa o por otra tampoco había cuadrado la cosa. Arrugó ligeramente el gesto antes de mirar hacia el reloj viendo que tenían todavía un rato.
- Oye – reclamó así su atención para que se detuviera a su vez-. ¿Podemos hablar un momento?
- ¿Pasa algo? – confusa, lo observó con un ligero toque de preocupación.
- No, no… - negó con la cabeza-. Lo que pasa es que llevo unos días queriendo hablar contigo y no tenido oportunidad.
- ¿No has tenido oportunidad?
- No, porque quería pillarte sola.
- ¿Tengo que repetirte que estoy casada? – bromeó antes de sonreír y apoyarse en la pared, quedándose así a la espera de que él siguiera hablando.
- No soy tan valiente como para querer ser el relevo de Arata, muchas gracias – sonrió antes de guardar silencio unos segundos.
Cualquiera que lo conociera debería de saber a aquellas alturas que era malo en lo de hacer las cosas con algo de tacto o en el no soltar nada de repente, pero, no se le ocurría ninguna forma de entrar en el tema sin que ella fuera a adivinar sus intenciones rápidamente.
- ¿Seguro que no pasa nada? Porque estás poniendo la cara de no saber por dónde empezar a soltarlo… Y me preocupas.
- No, es nada malo – no pudo evitar revolverse el pelo antes de cruzar los brazos.
- Estás nervioso – le dijo, conociendo más que de sobra ese gesto de él-. Si estás nervioso es que es algo gordo. ¿Seguro que no pasa nada?
- Que no pasa nada malo, ¿quieres dejarme hablar de una vez y entonces así igual te lo cuento?
- ¡Es que no haces más que dar vueltas y estás poniéndome nerviosa tú a mí!
- Mira, cállate y déjame hablar. Solo intente decirte que he estado hablando con Sora y que queremos que seas la madrina del niño, pesada.
La piloto abrió los ojos en un gesto de sorpresa, dejando también los labios ligeramente entreabiertos. Seguramente debería de ser una noticia que no debería de parecerle extraña a esas alturas de la vida y de la relación entre ambos, pero tampoco era algo que hubiera esperado escuchar así de repente a esa hora de la mañana. Solo necesitó unos segundos más para terminar de procesar la idea antes de soltar una especie de sonido agudo, reaccionando por fin y cruzando rápidamente el pasillo para quedarse abrazada al rubio prácticamente tras dar un salto. Movimiento que pilló completamente por sorpresa a Yamato, el cual tuvo que hacer un verdadero esfuerzo para no caerse al suelo, retrocediendo y dando gracias de acabar por tropezar con la pared.
- Madre mía, Mai, solo te he pedido que seas la madrina del niño no te he ascendido a…
- Cállate – aflojó un poco el agarre, lo justo para poder observarlo-. Lo prefiero, que lo sepas.
Acabó por quitar la cara de susto tras la reacción de ella, riéndose finalmente y no dejándola apartarse para ser él quien le devolviera el abrazo en condiciones. A pesar del susto que le había dado y estar a punto de caerse al suelo los dos, entendía por qué había reaccionado así.
- Todos estos años aguatándome y todavía no habías perdido la esperanza conmigo, de alguna forma tenía que terminar de darte alguna prueba más real de todo – bromeó cuando por fin la soltó-. Pero, no me has dicho todavía si aceptas o no.
- Espero que haya sido yo tu primera opción porque sino voy a perseguirte el resto de los días de tu vida. Claro que acepto, zoquete. Acepto más que encantada deberías de saberlo.
- La verdad… - se encogió de hombros-. Iba a jugármela con Sora a dar más posibles opciones por parte de ella, pero no me dejó ni empezar a hablar. Ya me dijo que si iba a fingir que no tenía decidido que te quería a ti para esto…
- Chica lista – sonrió la piloto.
- Lo suyo hubiera sido que te lo dijéramos los dos – desvió la mirada, no pudiendo evitar como algo más de calor se concentraba en sus mejillas-. Pero también los dos sabíamos que no me iba a poder aguantar hasta tener la oportunidad.
Amplió más su sonrisa con las palabras de él. Hacía ya mucho tiempo que se conocían, demasiado. Y habían pasado también por muchas cosas. Posiblemente otro hubiera decidido pasar de Yamato y darlo por perdido, pero ella había tenido… seguramente la desgracia, de verlo en alguno de sus malos momentos, donde se le olvidaba ir mordiendo a todo lo que lo rodeaba y había podido ir conociéndolo mejor. Había muchas cosas del pasado que podría recriminarle y echarle en cara, pero… siempre había sabido que podía contar con él para lo que fuera. Con o sin el cambio radical que había dado él. Simplemente había que aprender a ver más allá del cascarón de rubio cascarrabias y te encontrabas al que se negaba a irse hasta que le dijeran que estaba perfectamente tras el último problema que habían tenido aterrizando a pesar de saber que estaban esperando fuera por él.
- ¿Quién es el padrino? - le preguntó, intentando volver a entrar con un hilo de pensamientos más tranquilo.
- Jou, ¿nuestro amigo médico?
- Sí… Me suena haberlo visto alguna vez.
- Se lo dijimos el otro día y estaba también encantado con la noticia. La verdad es que ha estado muy pendiente de Sora todo este tiempo. Bueno, no, desde siempre y… digamos que conmigo tampoco quiso darme por caso perdido al igual que otra cabezota que me sé.
- Será que es más listo, como yo, y ha aprendido también a traducir ladridos – le dijo divertida-. Te gusta mucho hacerte el serio y el borde, pero no engañas a nadie. A ti lo que te pasa es que eres la cosa más tímida que conozco y que te cuesta abrirte a la gente.
Negó con la cabeza a sabiendas de que no podía hacer más que darle la razón, peor no iba a hacerlo en voz alta. A aquellas alturas de su vida tampoco se hacía el borde. Y nunca se lo había hecho. Simplemente le costaba tanto abrirse que se ponía a la defensiva con más facilidad de lo que debería.
- Anda – le dijo él-. Vamos que todavía llegaremos tarde y nos va a tirar Hideki una carpeta a la cabeza…
- No pasa nada, ya entro yo gritándole lo que me acaba de pedir…
- No creo que si te pones a gritarle histérica como siempre te vayas a librar del carpetazo.
- No, no os vais a librar del carpetazo ninguno de los dos – dijo la voz del aludido llegando hasta donde ellos estaban, provocando que los dos se sorprendieran-. ¿Se puede saber qué os pasa? Se os escucha casi que desde recepción – giró hacia la piloto-. Sobretodo a ti…
Mai sonrió de oreja a oreja quedándose mirando hacia él. Quizás debería de importarle que se la hubiera escuchado pegar voces por el edificio, ya que el motivo había merecido la pena. Tardó unos segundos en volver a hablar haciéndose algo más la interesante.
- Me acaba de pedir que sea la madrina del nene chiquitín – usó ella también las palabras que le había escuchado a Aiko-. Aquí, el cactus este, todo nervioso ha venido a pedírmelo…
- ¿En serio? ¿No tenías más gente en Tokio que la piloto loca a la que darle semejante responsabilidad?
- No te aproveches de que eres un superior mío por dos frentes… - entrecerró los ojos-. Además, eso seguro que es que tienes envidia…
Yamato negó con la cabeza, entretenido por las palabras de Mai. No lo dijo, no considerando que fuera necesario, pero lo cierto era que el nombre de Hideki sí que se le había pasado por la cabeza. Tanto él como el de su esposa, los dos se habían portado demasiado bien con él y con Sora. Pero, aquello hubiera sido inclinar más la balanza hacia su lado y había preferido hacer las cosas de otra forma.
- Si ya me la jugó ella a mí con Tami, no es que me pudiera librar mucho de ella.
- Y no te la lié con Nyoko porque mi cuñado hubiera dejado de hablar lo que me queda de vida, así que no te quejes tanto…
- Pues yo no os dejo que os relacionéis con las mías, que luego me las traumatizáis… - echó a andar por el pasillo en dirección hacia la sala de reuniones.
- A los tuyos no quieres que nos acerquemos porque tienen las hormonas revolucionadas y lo mismo nos encontramos con la mayor suspirando por los rincones aquí si se cruza con la maravilla rubia.
- No le digas eso que se nos pone rojo y luego bipolariza porque el que tiene una niña en casa creciendo es él. Yo ya… Mira, que haga lo que quiera, que estoy en minoría en casa con ellas y si protesto mucho me mandan a dormir al sofá con el perro… - se encogió de hombros llegando a la sala de reuniones y abriendo para dejarlos pasar a ellos primero.
- Oye, ¿y yo qué he hecho para que os estéis metiendo los dos conmigo? – acabó por protestar el rubio, dejando pasar a la piloto delante.
- Ser el que se pica con más facilidad – le dijo ella-. Oye, por cierto, ¿cuándo puedo pasarme y ver a Sora para darle también las gracias a ella?
- Cuando te venga en gana. Ya me he cansado de decirte que no entiendo tan siquiera cómo andas dando vueltas muchos días y no viniendo a comer a casa con nosotros o conmigo…
- No seas pesado, no quiero molestaros.
- Mai… Voy a tener que decírtelo yo, pero dudo mucho que precisamente a Yamato le vayas a molestar una barbaridad y ya me da hasta pena a mí verte comiendo sola la mitad de los días cuando llego algo antes.
- Bueno pero tampoco me muero por hacerlo, me entretengo con el teléfono…
- Si hasta él se tiene quedado muchos días en vez de ir a casa solo por hacerte compañía – señaló a Yamato con la cabeza mientras que se sentaba-. Vamos a ver… Que hasta yo me he fijado.
- Cierto – admitió él, encogiéndose de hombros y mirando hacia Mai-. Pero mira, ven cuando quieras o avísanos y quedamos en algún sitio ahora que hace bueno y así se juntan también Aiko, Nyoko y Tami. Al pobre Arata puedes llevarlo también, pero lo no aterrorices mucho ¿eh?
Hideki estuvo a punto de decir algo, acabando por carraspear para cortar la conversación de ambos antes de volver a ponerse en pie para poder saludar a aquellos que acababan de llegar para poder dar comienzo con la reunión.
