Disclaimer: nada de esto me pertenece, los personajes le pertenecen a Stephenie Meyer y la historia a Rochelle Allison, yo solo la traduzco.
APPEASE
Capítulo veintitrés – Flor
El sábado tengo la sensación de los viejos tiempos.
"Los viejos tiempos" son el verano. Alice y yo llevamos a los gemelos a una matiné en el centro y luego a Central Park, donde se montan en el carrusel y juegan en uno de los parques.
Recibo otro mensaje de Edward, que se lamenta de no estar con nosotros. En su lugar, está encerrado con su padre en la oficina, hablando sobre el mercado de valores y las asignaturas del año.
―No entiendo porqué no han podido reunirse durante la semana ―comenta Alice, mirando mi teléfono. Edward lleva ya un rato enviándome mensajes, así que ella lo ha descubierto rápido―. Tampoco es que tenga otras cosas. No ha estado haciendo nada más que esperar a que empiece el curso.
Haciendo nada, de hecho. Me sonrojo y entrecierro los ojos por la luz del sol. Los niños se han convertido en sombras danzantes que corren entre los árboles y las estructuras del parque.
―¿Le has visto? ―presiona Alice.
Suspirando, me giro para mirarla.
―Serías una buena abogada, ¿sabes? Haces preguntas de las que ya sabes la respuesta.
Ella sonríe satisfecha, mirándose las uñas.
―La verdad es que ya me lo habían dicho. Pero no me interesa el derecho. ―Levanta la mirada―. No igual que las relaciones.
Sacudo un poco la cabeza, sonriendo.
―Sí, hemos pasado tiempo juntos esta semana.
―¿Mucho?
Asiento.
―No me extraña que últimamente esté tan relajado ―murmura, tumbándose en la manta―. Desde que consiguió su primer carné falso, no ha hecho más que ir a clubes y a bares, pero... no últimamente.
Quiero decir que es porque está demasiado cansado, porque nos pasamos la noche al teléfono o en conversaciones online... desnudándonos a primera hora de la mañana... y comiendo, hablando, enrollándonos y teniendo sexo hasta que me voy a recoger a los niños. Estoy dolorida y no solo entre las piernas. Siento la boca en carne viva por las... formas tan creativas en que nos besamos. Tengo una sensación de arenilla en los ojos por la falta de sueño. Los muslos me duelen de... bueno.
―Debería ir a yoga ―digo de forma aleatoria. Mi boca ha retomado el hilo de pensamientos de mi cerebro.
Alice se empieza a reír, rodando hasta tumbarse boca abajo.
―Por favor, dime que ese comentario no ha tenido nada que ver con Edward. ―Gime cuando me quedo en silencio―. Oh Dios mío, sí que tenía que ver. Bella Poppins y un cuerno.
―Calla, Alice. Eres peor que él. E Irina. Juntos.
―Pero, ¿eres feliz?
―Sí ―susurro.
―Bien. Me alegro de que te esté tratando bien. ―Se sienta, cruzando las piernas―. Me alegro de haberme equivocado.
―Yo también.
Entonces me mira seria.
―Pero, entiendes porqué te advertí, ¿verdad? ¿Y por qué le advertí a él?
―Por supuesto que sí ―digo, mirándola a los ojos―. Pero hay cosas demasiado poderosas como para ignorarlas. Créeme, he intentado evitarlo. De verdad que sí. ―Frunzo el ceño, tragando―. Pero, después de un tiempo, me sentí cansada de pelear. Y ahora estoy demasiado colada. No podría dejarle ni aunque lo intentara.
―¿Le has dicho cómo te sientes? ―pregunta dulcemente.
Asintiendo, me recojo el pelo en un moño despeinado en la nuca.
―Tengo que admitir que no imaginaba a Edward sentando la cabeza tan pronto. Aunque me alegro.
―¿Sentar la cabeza? ―Suelto una risita―. Eres como tu hermana. Estoy saliendo con Edward, no me voy a casar con él.
―Acabas de decir que no podrías dejarle aunque lo intentaras ―señala Alice―. ¿Qué significa eso? Las dos sabemos que ha dejado de ir de flor en flor para estar contigo... así que a mí me parece bastante serio. Por ambas partes.
Por supuesto, tiene toda la razón. Me pone enferma de nervios y viva de entusiasmo al mismo tiempo.
―Ha pasado muy rápido ―digo―. Casi demasiado rápido.
―Creo que el amor verdadero suele hacerlo ―dice Alice―. Y antes de que repliques nada, sí, bajo esta fachada peleona, soy una romántica empedernida. ¿Quién crees que enganchó a Irina a los cuentos de hadas? No fue su madre, eso seguro. ―Sonríe ampliamente y mira hacia el parque, donde Irina cuelga cabeza abajo, con la camiseta metida en los pantalones cortos de color rosa. Un niño de su edad pasa por delante y ella se baja para mirarle. De repente, él vuelve atrás y empiezan a discutir.
Me levanto, limpiándome la hierba de los vaqueros, lista para intervenir si este niñato rubio se mete con mi chica. Pero ella simplemente le empuja, gritando "¡Bésame el culo, Brandon!" antes de largarse entre una nube de lazos y polvo.
Alice resopla con una risa e incluso yo tengo que admitir que ha sido bastante divertido.
Pobre niña. Debería decirle a Irina que apartar a Brandon solo hará que vaya más detrás de ella.
* . *
―Así que... los Señores han salido a cenar.
―Lo sé. ―Edward suspira de forma audible incluso a través del teléfono―. Mi padre lo mencionó al irse antes. Que asco.
―Lo sé ―digo―. A lo mejor... ¿mañana?
Habíamos hecho unos vacilantes planes de cenar tarde en alguna parte cuando terminase de trabajar, pero ahora estoy atrapada en el ático. Al menos puedo pasar tiempo con Alistair e Irina. Es increíble lo rápido que estos dos se han introducido en mi vida. Solo hace una semana que han vuelto al colegio y ya siento que mi vida es completamente diferente.
Aunque tampoco es que pasar tiempo con su hermano mayor haya estado mal.
―Sí, intentémoslo. ¿Vas a sacar a los gemelos?
―Puedo hacerlo si quieres... La verdad es que no lo había pensado.
―Tráelos a casa de mi madre, déjales nadar antes de que empiece a hacer frío.
―Vale ―acepto―. Ir a nadar suena bien. Sería genial ahora mismo.
―No me provoques ―dice―. Tendré que masturbarme en la ducha.
―Tendrás que hacerlo igualmente.
―Tienes razón, como siempre.
―Y, ¿qué vas a hacer? ―pregunto, levantándome para poder mirar por la ventana. Esta noche hay luna llena; el cielo está claro.
―¿Ahora? No sé...
―¿No vas a salir?
Se queda un momento en silencio.
―No pensaba hacerlo. ¿Por qué?
―Solo me lo preguntaba.
―Bella, tú nunca "solo preguntas".
―Es solo que desearía poder estar contigo ahora ―admito con un poco de timidez.
―Yo también ―dice él―. Más de lo que imaginas.
* . *
Tras un brunch el domingo por la mañana con el Sr. y la Sra. Masen, me llevo a los niños. Eleazar está ocupado y no confío o conozco bien a ninguno de los otros chóferes, así que los gemelos y yo cogemos un taxi hasta la casa de Esme.
Alice no puede venir, pero Edward llega poco después que nosotros. Es la primera vez que veo a Esme desde que Edward y yo hemos dejado de jugar, y ella está obviamente encantada con nuestros intentos de estar juntos en "público". Además de en el loft de Edward, la verdad es que no hemos intentado "estar" en ningún otro sitio.
―Espera ―dice Edward, haciéndole un gesto a su madre para que se lleve a los gemelos fuera.
Le miro inquisitivamente.
―¿Estás bien?
―Sí, sí. ―Se pasa las manos por el pelo―. No te enfades, ¿vale?
Mi corazón da un pequeño salto.
―¿Por qué? ¿Qué pasa?
―He hecho planes para tu cumpleaños ―dice―. ¿Puedes pedir esa noche libre? Y, ¿también el día siguiente?
―Seguro que sí ―digo, asintiendo―. ¿Por qué iba a enfadarme por eso?
―No sé. No parece que te gusten las sorpresas... o cuando hago cosas por ti.
―Eso no es cierto ―digo, dándole un juguetón golpecito en el pecho―. Es solo que no quiero que intentes comprar mi afecto.
Él asiente, sonriendo satisfecho.
―Lo pillo.
―Vale... ―Me vuelvo hacia las puertas―. ¿Eso era todo?
―Eso era todo. ―Me ha picado la curiosidad y lo sabe. Ahora, lo único en lo que podré pensar durante las próximas dos semanas será en mi cumpleaños.
En cuanto al ahora mismo, sin embargo, el día es perfecto. Pasamos horas en la pequeña piscina, jugando y absorbiendo el sol. Edward me hace cosas poco apropiadas bajo el agua y yo me tomo la revancha cuando puedo, intentando que sea para todos los públicos sobre la superficie.
Él me arrincona en la habitación de invitados justo antes de que nos marchemos.
―¿Alguna vez has visto mi habitación? ―pregunta, besándome el cuello.
―Uh, sí. Varias veces.
―Esa no, la que está en el piso de arriba.
―No...
―Deberíamos hacer algo sucio ahí.
―Estoy segura de que tú ya lo has hecho ―susurro con una risita, sujetándole la cara para poder besarle como es debido.
―Alice va a cuidar la casa el mes que viene. A lo mejor entonces.
―A lo mejor entonces...
De vuelta en el edificio Dakota, todo está tranquilo. Ninguno de los Masen está en casa y tampoco la Sra. Cope. Ni Alistair ni Irina parecen decepcionados o incluso sorprendidos y eso me entristece. Significa que pasa a menudo y me pregunto cómo es que se han convertido en algo tan secundario en las vidas de sus padres. Si es que siempre lo han sido.
* . *
Estoy de lunes. Estoy muy, muy mal.
Medio dormida y nada motivada, intento con todas mis fuerzas no arrastrarme mientras hago mi ritual de la mañana. Es un asco saber que no veré a Edward tras dejar hoy a los niños. Lo que sí tengo por delante es un día muy cargado de clases. De hecho, si no fuera porque tengo que recoger a los niños, seguramente también estaría en clase en este momento, pero he creado mi horario a su alrededor.
A las once ya estoy de mejor humor. Estoy demasiado ocupada como para sentirme mal, y estoy viendo a viejos amigos y antiguos compañeros de clase por todas partes. Incluso tengo una clase con un profesor del año pasado que me encantaba.
Edward y yo nos mandamos mensajes a lo largo del día, mensajes tontos sobre cosas estúpidas. Finalmente le llamo cuando Eleazar me recoge.
―¿Estás de camino a Dwight? ―pregunta.
―Sí, acabo de subirme en el coche.
―Que suerte. Yo estaré ocupado todo el día.
―Yo también estoy ocupada todo el día ―digo, riendo―. Solo que no de la misma forma que tú. Esta noche la pasaré haciendo deberes con los gemelos.
―Sí, es cierto ―dice―. Bueno... tengo que irme. Solo quería escuchar tu voz.
―Oh, vale. Supongo... ¿te veré más tarde?
―Definitivamente.
Cuando lo decimos, es en serio, pero la semana es una locura. Tal cual están las cosas, no veo a Edward hasta el viernes por la noche, cuando los dos estamos agotados. Él se queda dormido durante la película, y yo tengo que despertarle cuando termina y la gente empieza a salir del cine.
―Mierda ―dice con un bostezo―. ¿Qué me he perdido?
―No mucho. Ha sido un poco aburrida.
―Lo siento ―dice, estremeciéndose―. Estaba tan cansado... ¿quieres que te lleve a casa?
―Sí ―digo, apretándole la mano.
Su expresión cae, pero asiente.
Acerco mi boca a su oído, obligándole a detenerse en el pasillo.
―Pero quiero que me lleves a tu casa.
―Y esta es la razón por la que creo que te quiero ―bromea, tirando de mí.
Mi pecho se encoge. Él mira atrás, frunciendo el ceño y deteniéndose otra vez.
―No debería haber dicho eso.
―No, yo... ―tartamudeo, sacudiendo la cabeza, pero él toma mi cara entre sus manos.
―Me refiero a que no debería de haberlo dicho así. Pero de verdad creo que lo hago, Sra. Poppins.
¡Hola!
¿A quién más estos dos les parecen monisimos? Creo que esta es una de las declaraciones más dulces de todos los fics que he leído y mi favorita de todas es de otro fic de esta misma autora, Air, que también tengo traducido y que, si no lo habéis leído, deberíais ir a hacerlo yaaaa...
Bueno, después de esta autopromoción, os dejo hasta mañana. Espero que hayáis disfrutado de este capitulo, estoy deseando leer vuestras opiniones.
Gracias por estar ahí.
-Bells :)
