Habían pasado 59 años desde que Quynh se había ido. No que estuviera necesariamente llevando la cuenta, pero siempre había algo que la hacía relacionar y recordar el tiempo que había pasado.
Durante esos 59 años pasaron muchas cosas.
Dentro de las más importantes, una fue que Nile se reencontró con su familia. Con la ayuda de todos los inmortales, su familia pudo comprender la inmortalidad y no resentirla. De esa manera, Nile pudo estar con ellos hasta el final.
También estuvieron las pérdidas de Copley y de David.
La pérdida de Copley fue difícil porque todos habían aprendido a respetar a ese hombre y hasta se habían hecho amigos en algún punto. En cuanto al trabajo que Copley hacía, el hermano de Nile lo reemplazó por un tiempo. En el presente no tenían nadie que se ocupara de hacer ese trabajo, así que eran ellos mismos quienes se dedicaban a borrar las huellas que dejaban en las escenas.
La pérdida de David también fue difícil, sobre todo para Andy y Booker. Para Andy fue complicado porque se habían hecho grandes amigos. Y para Booker fue doloroso porque habían logrado recomponer su relación. Booker lo había amado hasta el último momento.
Pero la vida, para ellos que eran inmortales, seguía.
A los diez años de que Quynh se había ido, Andy recibió la primera postal. Quynh comenzó a enviarle postales de diferentes partes del mundo, contándole sobre el trabajo humanitario que iba haciendo en cada lugar. Ella le enviaba una postal por año por lo menos.
Andy recibió postales de diferentes países de Asia, África, América Central y América del Sur. Y con el pasar de los años, cada vez podía notar a aquella mujer más feliz y en paz en sus escritos. La última vez que había recibido una postal de ella era de Malawi.
Y ahora, ellos, el equipo de inmortales, estaban a punto de ir hacia una nueva guerra.
— ¿Hay cosas que los mortales nunca van a aprender, no? — Preguntó Nile, algo frustrada.
— No. — Respondió Andy. — Bienvenida a nuestra vida. — Dijo.
La nueva guerra era por el acceso al agua. Estados Unidos y La Unión Europea se habían unido en una alianza contra América Latina. Las grandes potencias querían apoderarse y controlar los recursos del tercer mundo, ya que eran la región más rica del mundo en recursos naturales y en fuentes de agua limpia. Por supuesto, América Latina no aceptó esas imposiciones y eso desató la guerra.
Ellos iban para pelear del lado de América Latina, aunque comprendían que probablemente iban a ser el lado perdedor. Estados Unidos y los países de la Unión Europea eran ricos, avanzados en tecnología y en trabajo militar. América Latina era desigual, vivía atravesando crisis económicas que afectaban la calidad de vida de sus poblaciones y sus ejércitos militares eran casi nulos. Pero a ellos no les importaba cuál era el lado perdedor y/o ganador, les importaba estar del lado que creían justo.
— Odio las bombas. — Comentó Joe, luego de un día de enfrentamientos intensos que tuvieron en Venezuela.
— Yo también. — Dijo Andy, dejándose caer a su lado para descansar.
— Ya van cinco años de guerra. — Dijo Nile frustrada. — ¿Nunca va a terminar? — Preguntó.
— Creo que esto viene para largo. — Respondió Booker.
— Las guerras suelen ser largas. — Coincidió Nicky.
— Pero, ¿no se dan cuenta que están destruyendo lo que quieren conseguir tener en su poder? — Pidió saber Nile, sin entender el sentido de tanto bombardeo y destrucción.
— Esa es una de las tristes paradojas de las guerras, los mortales siempre destruyen lo que quieren. — Dijo Andy, sintiendo el peso de todas las guerras que había vivido. — Creo que pronto deberíamos partir para Nicaragua, dicen que las cosas están peor allí. — Propuso.
Al día siguiente partieron a Nicaragua. Los bombardeos allí estaban siendo catastróficos y solo dejaban destrucción en las distintas ciudades y pueblos. Ellos ayudaron en lo que pudieron.
— ¿Cómo haces eso? — Le preguntó Nile con curiosidad.
— ¿Qué cosa? — Preguntó ella confundida.
— Hablar los distintos dialectos del español de cada país como si fuera simple. — Respondió Nile.
— Y no te olvides del portugués, y los idiomas de los pueblos originarios — Agregó Booker, de una forma algo bromista.
— Es que cada país tiene sus dialectos, modismos y acentos, por más que hablen el mismo idioma. — Explicó ella a Nile, ignorando a Booker.
— Si, ya lo sé. — Asintió Nile. — Pero, ¿Cómo haces para entenderlo? — Preguntó, haciendo reír a la otra.
— Es sencillo, tienes que ir a la raíz de las palabras y de ahí deducir el significado. — Respondió ella.
— No le hagas caso, ella es la única persona que sabe hacer eso. — Protestó Booker.
— Eso es porque es vieja. — Comentó Joe divertido, generando que Andy le revoleara una piedra.
— Y porque estuvo presente cuando crearon el primer idioma. — Les recordó Nicky, devolviendo el piedrazo a Andy en honor de su esposo.
— ¿Cuál fue el primer idioma que aprendiste? — Preguntó Nile, mirando como Andy atajaba la piedra.
— Sumerio. — Respondió ella.
— Les dije. — Festejó Booker haber estado en lo cierto.
El siguiente año continuó así. Fueron de país en país, ayudando a retener los efectos de los bombardeos y estando al frente de cada batalla que podían.
Estaban en Bolivia, protegiendo un sector de la selva amazónica, cuando fueron atacados inesperadamente. Fue inesperado porque los encargados en emboscarlos fueron los mismos latinoamericanos. Ellos los entregaron a un escuadrón del ejército europeo. Fueron llevados a una base y encerrados en una especie de celda. Los mantuvieron esposados a unos caños que había, para evitar que se movieran libremente por el pequeño espacio e intentarán escapar.
— Déjenme hablar a mi cuando vengan. — Pidió ella, aunque sonó más como una orden.
— Pero… — Comenzó a protestar Nile.
— Acá hay algo raro, que nos hayan entregado cuando estamos de su lado. — La interrumpió ella. — Tenemos que averiguar el motivo. — Agregó.
Después de un par de horas, entraron tres soldados a la celda. Los miraron unos minutos, con cierto detenimiento y curiosidad, y comenzaron a hablar entre ellos. La única que pudo entender la conversación fue Andy, ya que reconoció el idioma: lituano.
La conversación giró en torno a entender por qué personas que no eran latinoamericanas estaban allí, peleando en favor de Latinoamérica. Y en cómo había funcionado el chip que habían insertado en los soldados latinoamericanos, para que hicieran lo que ellos querían.
— ¿Qué chip? — Preguntó ella, llamando la atención de ellos al usar su idioma.
— ¿Entendes nuestra conversación? — Preguntó uno de ellos, acercándose a ella y apuntando en su cabeza con su pistola.
— Si, sé hablar lituano. — Afirmó ella. — ¿Te sorprende? — Preguntó desafiante.
De esa manera logró que la lleven a ella a otra celda para interrogarla. La golpearon un largo rato, le hicieron un par de cortes con cuchillos y quemaduras con cigarrillos. Y en esa sesión de tortura, si se podía llamar así, se dio cuenta que su mortalidad había regresado porque no se estaba curando. No le importó. Ella mantuvo la atención centrada en ella. Era mejor así, y más si lo del chip era cierto.
En algún momento quedó inconsciente. Cuando despertó estaba devuelta en la celda con su equipo.
— ¿Estás bien? — Preguntó Joe, preocupado de que a la otra le haya costado tanto recuperar su estado consciente.
— Me duele todo. — Admitió ella. — Pero bien. — Agregó, para no preocuparlos.
— Tus heridas no están sanando. — Dijo Nicky, observándola detalladamente.
— Si, también me di cuenta de eso. — Asintió ella.
— La próxima vez que vengan, deja que la atención esté en nosotros. — Dijo Nile.
— No, no puedo hacer eso. — Negó ella.
— Andy este no es momento de que seas sobreprotectora como siempre. — Dijo Booker frustrado. — Eres mortal y esto puede terminar mal para vos. — Advirtió.
— Pero peor si descubren su inmortalidad. — Les recordó ella. — Hacen chips con los que pueden controlar a las personas, por eso los soldados latinoamericanos nos entregaron, porque ellos los estaban controlando. — Informó para argumentar su postura.
— ¿Es eso posible? ¿Qué te controlen con un chip? — Cuestionó Nile, sorprendida y horrorizada a la vez.
— Al parecer si. — Asintió ella. — Imaginen el desastre que sería que los controlen a ustedes. Tenemos que evitar eso más que nunca. — Dijo preocupada.
Y así fue como, durante los siguientes días, Andy mantuvo la atención centrada en ella. En verdad le fue muy simple hacerlo, todo porque era mujer y conocía el idioma que los otros hablaban. Los soldados no prestaban atención a su equipo, eso le daba paz y satisfacción. Aunque probablemente su cuerpo no sentía lo mismo, le dolía todo.
Lo único que Andy sabía era que tenían que encontrar una escapatoria de allí, antes de que fueran los compañeros de quienes los tenían capturados a traer los chips para probarlos en ellos.
Sorprendentemente, alguien llegó para salvarlos. Quynh.
— Andromache. — La llamó Quynh, observando que las heridas de la otra no se estaban curando.
— Quynh. — Dijo ella, iluminada con una sonrisa.
Quynh los liberó de sus esposas y les repartió un par de armas que tenía en su poder.
— Tenemos que irnos. — Dijo Quynh.
— ¿Andy? — Preguntó Nicky, llamando su nombre porque su estado era bastante desastroso.
— No creo que pueda caminar mucho. — Admitió ella. Uno de sus pies tenía un par de cortes bastante profundos y parecía estar descolocado, por lo cual le dolía cuando ella pisaba.
— Hay solución para eso. — Dijo Joe. — Sube. — Indicó, ofreciendo su espalda.
Joe llevó a Andy a caballito para que no tuviera que caminar. Entre todos lograron salir de la base, cubriendo a Andy para que no saliera más lastimada de lo que ya estaba. Se dirigieron a Ecuador y se instalaron en un pueblo en el que ya habían estado. Andy fue atendida perfectamente allí ya que los reconocieron como parte de quienes habían ayudado a salvar al pueblo.
Un mes después, Andy ya estaba casi totalmente recuperada.
— Tenemos que encontrar el escuadrón que hace los chips y destruirlos. — Dijo ella a su equipo, mientras cenaban.
— Andy… — Comenzó a protestar Nile.
— Vamos, saben que tengo razón. — Insistió ella, interrumpiendo a la otra. — Esos chips solo van a servir para desastres, y su existencia es peligrosa para nosotros y el mundo. — Justificó.
— Tenés razón. — Concordó Joe.
— Pero primero tenemos que averiguar todo sobre ellos. — Agregó Nicky.
Comenzaron a investigar y lograron averiguar que la base militar que se encargaba de realizar esos chips era una ubicada en Guatemala. Viajaron allí y se dedicaron a observar la base por varios días, hasta sentirse a gusto como para infiltrarse en ella y destruirla.
Consiguieron uniformes de los soldados del otro bando y de esa manera pasaron desapercibidos para entrar en la base. Se dividieron y comenzaron a destruir todo a su paso.
Andy se encargó de destruir la parte donde construían los chips. Los rompió uno por uno, hasta no dejar ninguno. Luego, esperó a que su equipo le diera la señal de que ya era seguro para ella salir. Pero la señal nunca llegó y se cansó de esperar. Así que fue a averiguar qué sucedía.
Recorrió el espacio hasta que encontró que Joe y Nile estaban en problemas. Ellos estaban arrodillados, con las manos esposadas en sus espaldas. Había unos varios soldados rodeándolos, todos apuntando sus armas a ellos.
— ¿Saben qué es esto que tengo aquí? — Preguntó uno de los soldados, mostrando lo que tenía en su mano. — El último chip, y voy a disfrutar de usarlo en alguno de ustedes. — Dijo amenazadoramente.
El soldado estaba hablando en español, porque aparentemente sabía que el idioma de él no era uno que los otros pudieran entender. ¿Estos soldados serían lituanos también o de otra nacionalidad?
Eso no importaba. Lo que importaba era que tenía que sacarlos de esa situación. Pero, ¿Cómo? Miró los alrededores, y comprobó que Booker, Nicky y Quynh no estaban para ayudarla. ¿Dónde estaban cuando los necesitaban?
Los soldados eligieron a Nile porque era mujer y era la más joven de los dos. Joe comenzó a pelear, para evitar que agarraran a Nile. Pero no había mucho que pudiera hacer al estar atado. Sin embargo, Joe logró enfurecer a uno de los soldados al morderle la mano, haciendo que de ella saliera sangre.
El soldado lo agarró y lo empujó contra un costado, apartándolo de Nile, y lo apuntó con su pistola.
Iba a matarlo, y al hacerlo iba a descubrir que era inmortal. Que todos ellos eran inmortales. Y que descubrieran eso, era lo más peligroso que podía ocurrir en la mente de Andy.
Así que fue avanzando sigilosamente en la escena, y en el momento adecuado disparó al hombre que iba a matar a Joe. Ella lo mató antes que él pudiera matar a su hermano. Al hacerlo llamó la atención sobre ella, y como lo había esperado recibió varios disparos como respuesta.
— ¿Qué demonios? — Preguntó uno de los soldados, sorprendido ante la interrupción de ella.
Andy cayó al piso, una de las balas había pegado en su hombro izquierdo, muy cerca de su corazón. La invadió un fuerte dolor, pero se sintió a gusto con su intervención. Proteger a su equipo lo valía todo para ella.
Mientras Andy caía al piso pudo ver como Booker, Nicky y Quynh llegaron a la escena y el caos se empezó a desatar alrededor de ellos. Quynh se fue haciendo paso hacia ella estratégicamente, y cuando estuvo a su alcance se dejó caer de rodillas a su lado.
— Andy, no debiste. — Dijo Quynh, mientras derramaba varias lágrimas y dejaba un par de besos en una de sus manos.
— Era la única manera. — Argumentó ella.
Quynh agarró la pistola que Andy tenía con ella y comenzó a disparar para ayudar al resto del equipo a terminar con los soldados.
A los minutos, los diez soldados estaban muertos... Y Andy, también.
— Tenemos que irnos. — Dijo Quynh, cuando ya no tenía más lágrimas para llorar.
— No, hay que esperar. — Negó Nile.
— ¿Esperar qué? — Preguntó Quynh confundida.
— A que Andy vuelva a la vida, la otra vez le llevó un par de horas revivir. — Les recordó Nile.
Nadie sabía si Nile tenía razón o no, pero estaban dispuestos a considerarlo. Así que esperaron.
Efectivamente, una hora más tarde, todos soñaron con la muerte de Andy. Y ella regresó a la vida, escupiendo las balas que tenía dentro de su cuerpo. Todos la recibieron con grandes abrazos, aliviados y felices de tenerla devuelta con ellos.
Se fueron de la base militar y se dirigieron a un refugio seguro. Durante la cena intercambiaron teorías sobre la inmortalidad. Ninguno tenía respuestas a las preguntas que tenían. El hecho de que Andy hubiera obtenido la mortalidad dos veces y que las dos veces que había muerto hubiera regresado a la vida y recuperado su mortalidad, continuaba siendo un hecho fantástico que los perseguía. Era realmente un misterio.
Todos consideraban que ella era especial porque era la primera inmortal. A Andy no le gustaba la idea de ser especial, pero no tenía ningún argumento para demostrar que no lo fuera.
Más tarde, cuando ya estaban todos dormidos, Andy se encontró sin poder hacerlo. Todavía se sentía ansiosa por todos los temas relacionados a la inmortalidad que habían conversado. Así que salió un rato a fumar, mirar las estrellas y la luna. Eso siempre le daba paz.
— ¿Te molesta si te acompaño? — Preguntó Quynh, apareciendo de repente.
— Para nada. — Respondió ella y palmeó el pasto a su costado en señal de que se sentará.
— ¿Tienes fuego? — Pidió saber Quynh.
— Si. — Afirmó ella.
Andy sacó el encendedor de su bolsillo e hizo la llama para que Quynh pudiera encender su cigarrillo. La miró fumar su cigarrillo en silencio. Encontraba totalmente sexy ese hecho, ver a la mujer que amaba haciendo algo tan simple como fumar.
— Me alegra que hayas venido a nuestro encuentro y rescate. — Confesó ella, rompiendo el silencio
— Ya era hora, me sentía lista. — Admitió Quynh. — Además, sino habría venido las cosas podrían haber resultado mucho peor. — Agregó.
— ¿Cómo supiste dónde buscarnos? — Preguntó ella con curiosidad.
— Ustedes siempre están donde está lo peor de la humanidad, y las guerras cuentan como eso. — Respondió Quynh inteligentemente. — Y la verdad, desde hace tiempo les sigo el rastro. Quería volver antes, pero esta guerra me hizo retrasar, no me sentía lista para afrontarla. — Explicó con calma.
— Pero viniste. — Apreció ella.
— Claro que vine, no bien supe que estaban en problemas graves vine. — Le dejo saber Quynh.
— Nunca te habría obligado a venir antes de que estuvieras lista para hacerlo. — Dijo ella con sinceridad.
— Lo sé. — Asintió Quynh. — Por eso te amo. — Argumentó.
— ¿Me amas? — Preguntó ella, con una sonrisa que demostraba que ya sabía la respuesta.
— Si, te amo. — Afirmó Quynh.
— Y yo te amo a vos. — Dijo ella felizmente.
Ambas compartieron una sonrisa y luego unieron sus labios en un beso. Se besaron con ternura y pasión, demostrándose todo el amor que se tenían. Un amor infinito. Un amor capaz de superar todo obstáculo. Un amor tan grande y tan fuerte, que seguía intacto a pesar de los miles de años que tenían.
— ¿Y ahora? ¿Qué hacemos? — Preguntó Quynh, necesitando aferrarse a algo que le diera certezas de que tenían un futuro posible por delante.
— Creo que es buen momento para tomarnos unas vacaciones. — Respondió ella.
— ¿Y después? — Continuó preguntando Quynh, porque la incertidumbre del futuro la ponía un poco ansiosa.
— Después. — Repitió ella y la otra asintió con su cabeza. — Seguimos intentando salvar al mundo. — Dijo con seguridad.
— Y somos felices juntas, y con nuestra familia. — Agregó Quynh.
— Eso siempre. — Prometió ella.
Y así volvieron a unir sus labios en un beso lleno de amor.
Al otro día Andy propuso a su equipo tomarse unas vacaciones y todos estuvieron de acuerdo.
La guerra no duró mucho más, a los seis meses que habían dejado Latinoamérica se enteraron de su fin.
El equipo viajó por varios lugares del mundo. Se fueron intercalando la elección de los destinos, para que todos pudieran y tuvieran la posibilidad de elegir un lugar que quisieran visitar.
Después de un año volvieron a realizar misiones, manteniendo el propósito que los movía y hacía que sus largas vidas tuvieran sentido: ayudar.
Fin.
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+BONUS:
El equipo estaba regresando de una compleja misión. Estaban todos durmiendo tranquilamente en el avión, cuando de pronto se despertaron bruscamente.
Habían soñado con un nuevo inmortal. Uno que al parecer había muerto al ser enterrado vivo, porque en el sueño lo vieron salir de la tierra. Todos sintieron algo raro, como si ya lo conocieran.
— ¿Eso fue lo que creo que fue? — Preguntó Nile, esa era la primera vez que experimentaba el soñar con un nuevo inmortal.
— Si. — Afirmó Booker.
— Un nuevo inmortal. — Agregó Joe, agarrando un cuaderno de su mochila para comenzar a dibujar.
— ¿Qué es lo que vieron? — Pidió saber Nicky.
En eso, Andy y Quynh intercambiaron una mirada de entendimiento, una hizo que la atención del equipo se focalizará en ellas. De a poco una gran sonrisa de dibujo en la cara de las dos mujeres.
— Lykon. — Dijeron ambas al mismo tiempo.
Lykon había regresado a la vida.
