CAPÍTULO 34
—Te lo advertí, —Le consoló Emmet palmeando su hombro para reconfortarle— Mi hermana está herida, debes comprenderla.
Isabella había salido corriendo hacia su dormitorio ante un atónito Edward, que no terminaba de creerse su reacción.
Daba por supuesto que el verle vivo la impactaría, pero pasado el momento inicial, suponía que se alegraría no que le abofetease y huyese de él. Puede que toda la situación le estuviese afectando, pero nunca imaginó una reacción así.
—Ve a hablar con ella, hijo. —Aconsejó Carlisle—. Han sido semanas muy duras para todos, sobre todo para ella. En cuanto asimile lo ocurrido y que estás vivo, correrá de nuevo a tus brazos.
—Eso espero. ¿Está todo controlado? —Preguntó antes de marcharse observando todo el caos que reinaba a su alrededor.
—Sí, —Intervino Jacob—. Los hombres de James que han quedado vivos están en la mazmorra, Jasper y Newton se están encargando de... Trasladar su cuerpo para darle sepultura. Nosotros nos ocuparemos de todo así, tú y el resto de los hombres que han estado prisioneros incluyendo a Swan, podréis comer algo en condiciones, asearos y descansad.
Edward observó el cuerpo inerte de James tirado en el suelo, había matado a su propio hermano, y aunque las razones eran legítimas, tendría que aprender a vivir con ese peso en su conciencia para toda la vida.
—Padre, ¿de verdad estáis bien? —Preguntó al escucharle toser.
—Sí, es solo la humedad de esas malditas celdas, en unos días estaré repuesto. Yo mismo iré en persona a informarle a Aro de lo ocurrido.
—Padre, no creo que debáis hacer un viaje ahora mismo. Solucionaré las cosas con Isabella y me encargaré de...
—No, James era mi hijo, debo ser yo quien le informe y asuma las consecuencias de sus actos. Además, tu esposa acaba de recuperarte, y ya ves cual ha sido su recibimiento, no creo que le haga mucha gracia que te alejes tan pronto de ella.
—Intenta entender a mi hija, —Habló Charles—. Ella, cuando le comuniqué tu muerte quedó destrozada y no quiero ni pensar lo que ha podido hacer o decirle ese... —Contuvo el insulto que pugna a por salir de su boca en consideración ellos, pues no dejaba de ser su hermano y su hijo.
—Está bien, hacedlo como deseéis, yo... Iré a hablar con Isabella.
—Suerte, cuñado. La vas a necesitar. —Le animó Emmet.
—¿En qué lugar debemos enterrar a James? —Preguntó Jasper mirando a Edward y Carlisle, siendo este último quien se animó a hablar.
—Hacedlo fuera de nuestras tierras. Aunque me duela, es un traidor que ha intentado acabar con nosotros y aunque lleve mi sangre, eso no podré perdonárselo en la vida.
Edward subió hasta sus aposentos y sin golpear la puerta entró despacio.
Isabella estaba abrazada a si misma mirando por la ventana. Sus hombros subían y bajaban reflejando la angustia de su llanto.
Edward avanzó, aunque tuvo que detenerse pues la enorme mancha de sangre que había en el suelo llamó su atención. ¿qué diablos había pasado allí? ¿De quien era esa sangre?
—Bella…—Susurró sin acercarse. Se moría por tocarla, pero debía ser cauto. Ella tenía derecho a estar enfadada, pero debía comprender que todo lo que hizo fue por protegerla.
—Déjame, Edward...
—Mi amor, tenemos que hablar.
Isabella se giró y con sus ojos brillantes por el llanto y las mejillas anegadas de lágrimas le fulminó con la mirada.
—¡¿Hablar?! ¡¿De qué quieres hablar?! ¡¿De cómo me engañaste?! ¡¿De cómo me hiciste creer que te había perdido para siempre?! ¡¿De eso quieres hablar?!
—Bella, entiendo que estés enfadada, pero lo hice por tu bien, tenía que protegerte a ti y a mi padre… ¡Era la única manera de hacerlo!
—¿Enfadada? ¿Enfadada? ¡Estaba muerta en vida! ¡Mi corazón se rompió en mil pedazos cuando vi tu anillo! ¡Desee morir en el instante que mi padre pronunció esas palabras!
—¡Lo sé y lo siento! De verdad, ¡Esto es lo más doloroso que he hecho en mi vida, pero si quería volver a ti y mantener tu seguridad debía hacerlo así! —Edward acortó la distancia que les separaba y tomó su rostro entre las manos—. Perdóname mi vida, pero no tuve otra opción.
—¡Déjame! ¡Te odio! ¡Te odio! —Empezó a golpear su pecho dejando salir toda la rabia y el dolor acumulado durante estos días.
Edward la abrazó y juntos se dejaron caer al suelo hasta quedar sentados, él con la espalda apoyada en la fría pared y con ella sentada en su regazo aun llorando.
—¡Dime que eres real, que no estoy soñando! Dime... ¡Que no voy a despertar y vas a desaparecer de nuevo, que no me dejarás!
—Soy real, mi amor. —Repitió acariciando su rostro— No voy a irme a ningún lado, no me moveré de aquí.
—¡Prométemelo, Edward! ¡Prométeme que seremos felices, que envejeceremos juntos! ¡Prométeme que nos escaparemos a ese claro del bosque, que tendemos muchos hijos y moriremos viejos y arrugados!
—Te lo prometo. Te lo juro por mi vida. Seremos felices porque voy a dedicarme a ello, tendremos un montón de niños a los que tú malcriarás y harás que yo me enfade por ello. Te haré el amor cada noche, incluso en ese claro en el bosque. Me volveré un viejo cascarrabias y pasaremos las tardes tumbados en el suelo, bajo la copa de un árbol, con mi cabeza apoyada en tu regazo y tus manso enredándose entre mi melena canosa.
—Suena maravilloso, ¡Ojalá se haga realidad!
—Se hará mi vida. Bella, mírame...
Isabella se incorporó y se arrodilló frente a él acariciando su rostro.
—Te he extrañado tanto, creí que no volvería a tocarte. —Susurró acariciando su nariz para después perfilar sus labios—. A besarte...
—Pues bésame, bésame amor mío.
Isabella se lanzó a sus labios que se abrieron sedientos para recibirla. Sus lenguas se enredaron, sus bocas bebían los jadeos del otro, sus manos acariciaron sus cuerpos para reconocerse...
Cuando necesitaron tomar aire, se separaron, pero manteniéndose unidos juntando sus frentes.
—Bésame así siempre y seré inmortal. —Susurró Edward provocando la sonrisa de Isabella—. Mi amor...
—Dime
—Esa sangre….
—Es de Tanya, James la mató. Ella... ella le ayudaba, aunque me juró que no conocía sus intenciones de...
—Matarme. —Acabó la frase por ella.
—Lo siento, era tu hermano. No me quiero ni imaginar como debes sentirte. —Susurró apenada por él.
—Me siento como un monstruo, he matado a hombres en el campo de batalla, pero nunca he quitado una vida sin razón y menso la de alguien de mi propia sangre. Nos criamos juntos, crecí viviendo día a día a su lado….
—Y ahora tampoco lo has hecho, James se buscó su propia muerte, él iba a matarte: a ti, a tu padre, a mi... Eras tú o él.
—Debí haberlo visto, sospechado algo…No entiendo como…
—La avaricia corrompe a la gente… El James que volvió no era el mismo con quien te criaste. Eras tú o él, Edward. Era…cuestión de superveniencia.
—Lo sé, pero creo que deberá pasar un tiempo para asimilar todo lo ocurrido.
—Mi amor, él... ¿Él te tocó? —Se atrevió a preguntar intentando hacerse fuerte por si la respuesta era afirmativa.
—Íntimamente no. Solo... Solo me golpeó
Edward apretó los puños para contener su rabia.
—¡Ojalá arda en el infierno!
—No pensemos más en él. Que su alma descanse donde pueda. No merece que le dediquemos un minuto de nuestros pensamientos.
—Créeme, mi cabeza ahora mismo solo puede pensar en ti. En mi pequeño tesoro. —Susurró besando de nuevo su frente.
—No soy tu tesoro, soy el Tesoro de Swan.
—Te equivocas, pasantes a ser mi tesoro desde el momento en el que te vi por primera vez corriendo descalza y tirada en el suelo.
—¡Menudo tesoro! Una loca inconsciente e irrespetuosa.
—El tesoro más preciado para mí, una mujer inigualable y que ha sabido penetrar y ganarse mi corazón. La mujer con quien pienso pasar el resto de mi vida.
Y allí, sentados en el suelo, abrazados el uno al otro, volvieron a respirar, a sentir como sus corazones latían al sentirse mutuamente, a vivir la vida que aquél indeseable les intentó robar.
FIN.
¡Se acabó! ¿Qué os ha aprecido? Al final y después de todo tuvieron su final feliz, ahora solo nos queda el epílogo.
Espero que disfrutéis de él.
Muchas gracias por todos los favs, follows y reviews.
Os leo en los comentarios y nos vemos, el martes en Facebook en el grupo de Elite Fanfictio y su iniciativa Martes de adelantos y el viernes en el epílogo.
Saludos.
Nos seguimos leyendo.
