CAPÍTULO 34 – CONQUISTA

Aún no había amanecido cuando Kagome dejó la cabaña de Kaede atrás. Llevaba consigo una mochila con comida, medicinas y el arco del monte Azusa. Había aprendido a dominar la técnica a la perfección, controlando su tiro y fusionándolo con un potente poder espiritual que resultaba infalible para la mayoría de los enemigos. Llevaba semanas planeando su escapada, e incluso había conseguido un atuendo de exterminadora de la aldea de Sango y Kohaku, con unos ligeros protectores de brazos y de piernas. Hizo recuento de todos los enseres con el fin de no olvidarse nada y por último, escribió una nota a sus amigos para que no se preocupasen por ella.

Decidió no mirar atrás, para no arrepentirse de su decisión. Ya no tenía la ayuda de Inuyasha ni de los demás. Ahora solo se bastaba por sí misma con las habilidades que había adquirido durante el tiempo.

Salió de la aldea a la espera de un aliado que le había estado ayudando recientemente con su plan. Habían quedado al amanecer, con los primeros rayos del sol. Su aliado se encontraba a lomos de Kirara, esperándola tal y como habían acordado.

—¡Shippo! —exclamó Kagome al ver a su pequeño amigo que la estaba ayudando a escapar.

—Nunca te entenderé, Kagome —contestó resignado pero fiel a su vieja amiga.

El pequeño demonio-zorro no había crecido mucho en todos aquellos años, y prácticamente conservaba la misma apariencia de entonces. Ya hacía un tiempo que había regresado de la aldea "kitsune" después de haber llegado al séptimo rango en su examen anual, y ahora se dedicaba a ayudar a sus amigos con frecuencia, posicionándose al lado de los humanos a pesar de ser un Yokai completo. Shippo tenía una relación muy especial con Kirara, por lo que no le resultó complicado que ésta le siguiera.

—Y tú nunca cambiarás —sonrió ella, ligeramente.

—Estás un poco rara vestida así. Te pareces a Sango. Te van a confundir con una exterminadora. Además, el pelo recogido con coleta alta te favorece.

—Gracias, Shippo. De eso se trata. Con un poco de suerte, con este disfraz, algunos demonios huirán de nosotros.

Se subieron a lomos de Kirara, dispuestos a emprender el viaje que les llevaría al Palacio de la Luna y en consecuencia, encontrarse cara a cara con Sesshomaru.

—¿Y no te da un poco de miedo, Kagome? Se oyen cosas muy malas acerca de él.

—La verdad es que me muero de miedo, pero necesito obtener respuestas.

—Los humanos sois realmente complicados.

La primera complicación del viaje era conocer el paradero del Palacio de la Luna, el cual se rumoreaba que nunca se ubicaba en el mismo lugar. Se trataba de un castillo flotante ubicado en medio del cielo de las tierras del Oeste, siendo la primera pista para encontrar al Daiyokai. Si los rumores eran ciertos, Irasue y Kirinmaru aguardaban para contraer matrimonio en el Palacio del Este mientras su hijo custodiaba las tropas del Oeste en aquel palacio celestial. El mundo humano se encontraba tremendamente intranquilo a la expectativa de celebrarse la boda. La unión de la Diosa con el Lord del Este llevaría a una terrible guerra que sometería a toda la humanidad. Además se desconocía cómo reaccionarían los Daiyokais de las Tierras del Norte y del Sur. Si unían sus ejércitos, serían invencibles.

¿Qué ganaba Sesshomaru con todo aquello? El Lord del Oeste era un rebelde que jamás había sido sometido por nada ni nadie. A Kagome le resultaba demasiado extraño su comportamiento, y más el haberse unido a su madre en contra de la humanidad. Recordó las palabras de Sara y Rin cuando le defendían alegando que Sesshomaru hacía las cosas por algún motivo digno, y se aferró a esa esperanza para no resultarle todo más doloroso de lo que su corazón era capaz de soportar.

—¿Cómo lograremos encontrar el palacio, Kagome? —el pequeño zorro se mostraba inquieto ante la incertidumbre del plan, pero la joven sacerdotisa había sido previsora.

—La pulga Myoga me dio la ruta donde suele estar, por lo que solo tendremos que seguirla. Además, podré sentir una gran actividad Yokai alrededor de su órbita. Con un poco de suerte, lograremos llegar sanos y salvos.

—No estoy muy seguro yo de eso…

—¡No seas tan pesimista, Shippo!


EN ALGÚN LUGAR DEL ESTE

El sol se escondió entre las montañas, dando paso a una noche cubierta por un manto de estrellas. Inuyasha y Kyoko pararon a descansar en una posada justo al lado de las Tierras del Este. Llevaban una semana viajando con el propósito de conseguir una audiencia con Kirinmaru, quien ahora mismo se encontraba ocupado con los preparativos de su inminente boda. Sería complicado intentar cualquier acercamiento teniendo en cuenta de que Irasue permanecía a su lado, expectante, con el propósito de conseguir una alianza. A Kyoko no le había sentado nada bien la noticia del casamiento.

—¿Todavía sigues con eso? —preguntó Inuyasha al sentarse en una mesa mientras tomaban una cerveza artesana de las tierras del Este—¡Pero si es un matrimonio acordado! No hay nada de amor en esta estupidez.

Kyoko apoyaba la barbilla con su mano, pensando en cómo lograría conseguir que la recordara para intentar evitar la tragedia que se avecinaba.

El posadero les sirvió dos cervezas bien frías, mientras ambos pensaban en un plan decente para intentar acercarse al Daiyokai.

—Creo que este viaje me está afectando a la cabeza —suspiró la karateka.

—Más bien es la cerveza lo que te está afectando.

—¿Y tú, Inuyasha? Hoy no me has hablado de Kagome. ¿Estás enfermo?

El Hanyo la miró con indignación.

—¡Oye! Que mi vida no gira en torno a ella.

—Cada vez menos, por lo que veo —contestó sonriente. —Quizás podrías intentar volver a ser amigos.

—Eso ya son palabras mayores… —refunfuñó mientras seguía bebiendo.

Al cabo de una hora ya se habían tomado varias cervezas, provocándoles un grado considerable de embriaguez.

—Kyoko… ¿desshde cuándo llevashh dosh coletash en el pelo?

—¿Y tú? Tienesh cuatro orejash… ¿No creesh que eshtamosh bebiendo demashiado?

—¡A la mierda todo! ¡A la mierda Kagomeh y todoh el mundoh!

—¿Qué has dicho, medio demonio? —interrumpió un aldeano con cara de malas pulgas.

El posadero se acercó a ellos.

—Déjelos, señor. Solamente están borrachos.

—¡Pero nos ha insultado! —insistió el aldeano —¿No ves que es un Hanyo? Seguro que ha venido a alistarse en el ejército de Lord Kirinmaru. Los Yokais son nuestros enemigos.

—¡A la mierdah Kirinmaruh! —exclamó Kyoko al escuchar su nombre.

El aldeano hizo una seña y se levantaron varios hombres de las mesas, rodeándolos con diferentes armas.

—Eshto se pone más feo que todosh vosotrosh juntosh — murmuró Inuyasha.

Kyoko soltó una carcajada, provocando que los aldeanos se enojaran más.

—Nosh están mirando raroh —dijo Kyoko con gesto divertido.

Los aldeanos se abalanzaron sobre ellos. A pesar de su embriaguez, ambos lograron esquivarlos con facilidad. Comenzaron una lucha en la que cada uno se encargó de tres hombres, dejándolos enseguida noqueados en el suelo. El resto de comensales que había alrededor empezaron a lanzarles objetos punzantes, además de platos y demás enseres que se hallaban en las mesas. Huyeron a toda prisa al percatarse que la gran mayoría de los allí presentes se habían vuelto en su contra, saltando alegremente a plena carcajada sin ser conscientes de las ofensas de los aldeanos.

Siguieron corriendo por el bosque para despistarlos, mientras se reían a pleno pulmón bajo la luz de las estrellas. Al cabo de un largo rato cayeron exhaustos en la hierba.

—¿Sabes qué es lo peor de todo? —dijo Kyoko, aún perjudicada por el alcohol.

—Que estás muy loca —contestó su amigo.

—Calla, idiota. No me refería a eso. Llevo tiempo pensando en algo un poco bochornoso.

—¿Más bochornoso que el numerito que acabamos de montar? Por dios, Kyoko… nos van a poner en busca y captura en todas las posadas del lugar. Dime algo más vergonzoso que eso.

—Que no tengo ni idea de si soy virgen o no —confesó Kyoko.

—¿Quéee? —Inuyasha empezó a ruborizarse. No estaba acostumbrado a mantener conversaciones de aquella índole con mujeres.

—No he recuperado la totalidad de mis recuerdos, y desde que Kirin desapareció de mi vida, no he vuelto a tener novio.

—Pero eso es muy patético… no recordar tu primera vez.

Kyoko rompió en una carcajada.

—¡Es muy patético! —exclamó con tono divertido —¿Y tú, Inuyasha? ¿Eres virgen?

—¡No me gusta hablar de eso! —contestó con rubor e indignación.

—Eso significa que sí, ¿eh? ¿Cuántos años tienes? ¿Doscientos?

Volvió a reírse a carcajadas al ver la cara de enojo de su amigo, y casi sin darse cuenta, Inuyasha se lanzó encima suyo, dejándola con las manos inutilizadas y sorprendida de su reacción.

—Repite eso —dijo él, amenazante.

—No eres capaz —contestó ella, desafiándole con la mirada.

Inuyasha la observó, aún ebrio, sin poder pensar con claridad, y de un arrebato la besó con toda la furia contenida que llevaba arrastrando en los últimos meses. Kyoko respondió al beso, agarrándolo por el cuello sin saber bien lo que sentía en aquel momento.

El alcohol les estaba jugando una mala pasada.


PALACIO DEL ESTE

—¿Vuelves a tener dolor de cabeza? —preguntó la diosa Irasue a Kirinmaru en los aposentos del gran palacio del Este.

—Estás disfrutando de esto, ¿verdad? —dijo él, recostado en un gran lecho con una de las manos posada en su frente —Apaga las velas. No lo soporto.

—No seas tan directo, mi Lord. Sé que me odias, pero sabes lo necesario que es nuestro matrimonio.

Kirinmaru detestaba escuchar aquella palabra de su boca, pero la necesitaba para poder expandir su ejército, sometiendo a la humanidad y evitar que los Yokais desapareciesen en el futuro. Pero lo más importante del trato estaba relacionado con su terrible enfermedad. Irasue sabía cómo encontrar a la sacerdotisa que le sanaría y le haría recuperar sus recuerdos. ¿Se trataría de la misma mujer que se hacía llamar Kyoko y que le había aparecido en sueños? Por alguna extraña razón había dejado de sentirla. Quizás fue una alucinación fruto de su enfermedad, después de todo. No se encontraba en buen estado para poder meditarlo.

—¿Por qué eres tan fría siempre?

—Nadie ha merecido nunca mi atención para no serlo. Pero te haré un favor y apagaré las velas. Me debes una.

La Diosa sopló los candelabros y abandonó elegantemente los aposentos, dejando al Lord del Este solo, sumido en un dolor indescriptible.

"Kyoko…" pensó. "¿Existes solo en mi cabeza?"


EN ALGÚN LUGAR DEL OESTE

Habían transcurrido tres días desde que Kagome abandonó la aldea. En aquellos tres días habían batallado contra diferentes Yokais y combatido con éxito. Viajaba con Shippo a lomos de Kirara

—Si no me equivoco, llegaremos al palacio en poco tiempo —afirmó Kagome, segura de sí misma. —¿No sientes la presencia de múltiples auras demoníacas?

Shippo asintió.

—Están rodeando el castillo para protegerlo —prosiguió Kagome —Debería lanzar una flecha que los distraiga y así poder entrar en la órbita.

—Pero son muchos.

—Lo sé. Por eso la lanzaré lo más lejos que pueda para que acudan a investigar. Aprovecharemos su distracción para colarnos.

Kagome empuñó el arco de Azusa, apuntando hacia un pequeño monte que sobrevolaban. La flecha celestial se llenó de una luz blanquecina al caer en la cima, provocando que varios demonios bajaran del cielo a curiosear.

Kirara voló veloz entre las nubes hasta alcanzar una altura considerable. A lo lejos, en medio de la nada y rodeado de una capa blanquecina se podía vislumbrar el majestuoso castillo de la Luna, centro de las fuerzas del Este y residencia actual de Sesshomaru.

Una infinidad de guardias armados con lanzas de media luna rodeaban el palacio, y un gran trono vacío de color carmesí se hallaba justo en el centro. A su lado se encontraban las escaleras que subían al palacio, pero era imposible acceder a ellas debido a las barreras de guardianes que las custodiaban.

—¿Qué hacemos ahora, Kagome? —preguntó Shippo, algo desesperanzado. —No sé si el truco de las flechas celestiales funcionará otra vez.

—Seremos directos. Preguntaré por él, a ver si se digna a recibirme.

—¿Has perdido la cabeza?

—La cabeza la perdí el día que me reencontré con él en aquella maldita fiesta universitaria.


—¿Quiénes sois vosotros? —preguntó un guardia de palacio al ver a la enorme nekomata aterrizar delante de ellos —¿Sois exterminadores?

El atuendo de Kagome incitaba a la confusión.

—He venido a ver a nuestro Lord. Necesito una audiencia urgente con él —dijo Kagome, en tono firme.

—Lo siento, señora, pero Lord Sesshomaru no recibe visitas de nadie —contestó otro de los guardias.

—Decidle que Kagome ha venido a verle.

El guardia entró dentro y esperaron varios minutos hasta que volvió a salir.

—Como le hemos dicho antes, señora, nuestro Lord no atiende a nadie.

A Kagome le dio un vuelco en el corazón. Sin duda el guardia había entrado dentro del palacio a preguntar, y ni aún así, Sesshomaru se dignaba a recibirla.

—¡Decidle a vuestro Lord que es un estúpido cobarde! —gritó, ante la sorpresa de todos los allí presentes.

Los guardias empuñaron sus lanzas, apuntándoles a ellos por haber faltado el respeto de su Señor.

—Rogamos abandone el palacio, señora, si no quiere que sea el propio Lord quien tome cartas en el asunto.

—Eso es lo que quiero.

—Créame que eso no es lo que quiere —respondió el guardia con temblor en la voz. —Si no abandona el palacio, sufriremos las consecuencias.

Kagome volvió a subirse a lomos de Kirara, donde le esperaba Shippo. Su indignación crecía con el rechazo.

—Deberíamos regresar a casa, Kagome —dijo el pequeño zorro —Es lo más sensato.

—Simularemos que nos damos la vuelta y entonces daremos paso al plan B.

—¿En serio no te rindes después de que no te permite la entrada?

—Algo raro está pasando con él. Y pienso averiguarlo. Esperaremos al atardecer para ponernos en marcha.


—¿Qué hace esa humana aquí? — preguntó Sesshomaru a uno de sus guardias —¡Echadla ahora mismo del palacio y que no regrese jamás!

Un halo de furia podía distinguirse en su fría mirada. Observó la escena a través de la ventana, apuntando su vista hacia la sacerdotisa, que intentaba entrar para tener una audiencia con él.

Sus cabellos plateados le habían crecido considerablemente en los cuatro meses que llevaba viviendo en la era feudal, recuperando su antiguo kimono y la armadura que solía usar antes de emprender el viaje hacia el futuro. La silueta de la joven sacerdotisa, a lo lejos, le hizo recordar el momento en el que regresó y recuperó la totalidad de sus poderes. Al volver al Palacio de la Luna en busca de Irasue, recibió la noticia de que se encontraba en las Tierras del Este después de haber sido capturada por Kirinmaru.

Su mente regresó a aquel mismo instante…

ERA FEUDAL – UNA SEMANA DESPUÉS DE HABER ATRAVESADO EL PORTAL DEL TIEMPO

El ejército del Oeste irrumpió en el castillo, tras una cruenta batalla liderada por Sesshomaru.

El Daiyokai se sorprendió al distinguir a su madre, la Diosa Irasue, a lo lejos, presenciando la lucha de forma impasible. Su aspecto no era el de una rehén. Más bien parecía el de señora de las tierras.

Los soldados cesaron la lucha al ver a su ama, sana y salva, que invitó a su hijo a entrar dentro del castillo.

—¿Qué es esto, madre? Kirinmaru es nuestro enemigo. ¿Por qué te ha dejado escapar?

La Diosa le hizo un gesto para que lo siguiese a través de los largos pasadizos.

—Bienvenido, hijo mío. Las cosas han cambiado desde que marchaste.

Lo invitó a entrar en una sala para tener algo de privacidad.

—¿Qué pretendes, eh? —La paciencia de Sesshomaru se estaba agotando.

—Veo que no estás muy contenta de ver a tu madre. Bueno… algún día me agradecerás el haber construido un imperio para ti.

—No me interesan tus imperios.

Irasue sonrió.

—Lo sé, hijo mío. Sé que lo único que te interesa ahora es mantener con vida a esa estúpida humana. Me decepcionas…..

El rostro de Sesshomaru se transformó.

—Tampoco me interesan los humanos.

—A mí no me engañas, querido. Sé por lo que estás pasando. Pensabas que te olvidarías de ella al recuperar tus poderes, ¿verdad? Fuiste un iluso.

—No he venido a que me eches sermones, madre.

—Permíteme que te aclare que todo lo que sientas una vez transformado, no se elimina. Se intensifica. Cuando te conviertes en Yokai, tus sentidos se agudizan extremadamente, y la sensibilidad te quema por dentro. Pensabas que transformarte te serviría para huir de estos terribles sentimientos… tan humanos. Pero no, porque se multiplican. Tu amor por esa humana no se ha esfumado, como pensabas, ¿verdad?. Se ha multiplicado por diez.

Sesshomaru la observó con mirada gélida.

—No digas tonterías, madre. Si no tienes nada mejor que decirme, iré a derrotar a Kirinmaru.

Irasue se rió al ver a su hijo en estado de negación.

—Es tan típico de ti ocultar lo que sientes… pero a mí no me vas a engañar. Soy tu madre y te conozco perfectamente.

Se acercó a él. Sesshomaru apartó la mirada.

—Escúchame, hijo. Si eres tan testarudo, no voy a tener más remedio que usar mis trucos para convencerte de que te quedes a mi lado luchando. He llegado a un acuerdo con Kirinmaru. Nos uniremos en matrimonio para crear un único ejército y conquistaremos a los humanos. Seremos invencibles.

—¿Tanto han cambiado las cosas, madre? Detestabas a Kirinmaru y querías acabar con su vida. Ya veo que el ansia de poder te corroe por dentro. No te compadezco. Tú te lo has buscado.

—Te unirás a mí, aunque no quieras.

Sesshomaru se dio la vuelta para abandonar la sala, pero Irasue le frenó con sus palabras.

—La vida de la mujer a la que amas está en mis manos. Ha regresado del futuro con Inuyasha y su pandilla de inútiles. El otro día, mientras peleaba contra un Yokai, no se percató de que una de mis brujas del Oeste se encontraba cerca.

El Daiyokai, en un repentino ataque de furia, se abalanzó sobre ella, agarrándola por el cuello para escañarla.

—¿¡Qué le has hecho a Kagome?! —preguntó con su mirada inyectada en sangre.

—Si me ahogas a mí, la ahogarás a ella.

Sesshomaru la soltó rápidamente al escuchar sus palabras. La Diosa tosió levemente ante el ataque de su hijo.

—Mi bruja le hizo un hechizo de vinculación, querido. Su vida está atada a la mía. Si yo muero, ella muere. Pensaba que no me ibas a mostrar tus sentimientos. Pero con este arrebato que acabas de tener, ya me lo has dicho todo.

Irasue miró a su hijo a la cara.

—Las cosas no han de salir mal. Únete a nosotros. Conquista la humanidad con nosotros y tu querida humana no sufrirá daño alguno.

Sesshomaru cerró los puños.

—Vete al infierno, madre.

Irasue sacó una daga de su vestido.

—Yo soy casi inmortal, querido. Si me lastimo el cuello con esta daga, sobreviviré sin problemas. Me pregunto qué ocurrirá con la muchacha, que tiene un cuerpo mucho más frágil que el mío. Después de todo es un cuerpo humano.

Acercó su daga al cuello y cuando se disponía a cortarse con ella, Sesshomaru la frenó.

—¿Ves? No estaba equivocada. Sé lo mucho que te importa esa chica. Si quieres que siga con vida, deberás obedecerme. Sé mi aliado. Lucha conmigo y juntos conquistaremos el mundo. Quiero que vuelva mi poderoso hijo.

Sesshomaru cerró los ojos, preso de la rabia por el ruin chantaje de su madre. Pero no tenía más remedio que acceder a su petición si quería mantener a Kagome con vida.

—Prométeme una cosa, madre. Si accedo a tu petición, una vez conquistemos el Norte y el Sur, dejarás a Kagome en paz.

Irasue sonrió satisfecha al ver que su plan estaba funcionando.

—Ahora que estamos en el mismo equipo, voy a seguir contándote mi objetivo. He estado manteniendo conversaciones con Lord Ryukotsu, el Daiyokai de las Tierras del Norte. Tiene una hija, Hanna, con la que te desposarás lo antes posible. Anunciaremos tu compromiso una vez haya contraído matrimonio con Kirinmaru. De esta forma los ejércitos del Norte, Este y Oeste se unirán para ser invencibles. Por eso, querido, es esencial que no estés en contacto con la humana. Te prometo que la dejaré en paz una vez logremos unir nuestros ejércitos con la condición de que te olvides de ella. No quiero que mantengas ningún tipo de contacto, ya que sería una ofensa para Lord Ryukotsu. Es un Daiyokai extremadamente orgulloso y no sé lo que haría si traicionaras a su hija.

Sesshomaru accedió a las peticiones de su madre. Visitar a Kagome no entraba dentro de sus planes a corto plazo. Necesitaba olvidarla y la condición de Irasue le ayudaría en el proceso. Antes de aquella conversación, ya había decidido intentar olvidarla y no interferir entre ella e Inuyasha. Después de todo él era un demonio malvado que no debía pensar en otra cosa que volverse más fuerte. Con su hermano estaría más a salvo que con él.

Lo que no había previsto es que con la recuperación de sus poderes, sus sentimientos hacia ella se habían multiplicado por diez.

Hola, queridos/as lectores/as: El capítulo pasado sé que fue un poco duro, y por eso veréis que este episodio es algo más cómico de lo habitual :)

Espero que lo hayáis disfrutado.

¿Qué os parece la dinámica de Kyoko con Inuyasha? El personaje de Kyoko está inspirado en Akane Tendo (de Ranma), pero con más madurez ya que no tiene 16 años como el personaje original. Físicamente también me la imagino muy similar, pero con el pelo largo (parecido a los primeros episodios del manga y del anime).

¿Os gusta la conexión que tienen Kyoko y Kirinmaru? Ya me diréis si os parece interesante este arco argumental.

Por fin ha aparecido Shippo. Es como la calma después de la tempestad :). ¿Os ha gustado su aparición?

La relación de Kagome y Sesshomaru se ha complicado bastante por los planes de conquista de Irasue. ¿Os ha parecido interesante?

Si os gusta la historia, agradecería que la difundierais por las redes para darle visibilidad. Que me apoyéis con likes, comentarios y reviews. Después de todo, es el único premio que recibimos los escritores/as de fanfics :)

Paso a comentar algunas reviews:

Marijo García: Gracias por tus ánimos. Por suerte ya estoy mejor. La historia de Inuyasha y Kagome pasó a mejor vida, jeje. Ahora hay otros obstáculos que incluso pueden ser peores.

Faby Sama: ¡Ay, amiga! En este capítulo se resuelven bastante tus preguntas. Espero haberme redimido un poco después de haberte dejado tan angustiada. Lo siento... :) El capítulo pasado también fue necesario para ordenar la historia, que al ser semanal, luego se olvidan algunos detalles. A mí me pasa.

Mayloren: Gracias por tu review. Por suerte ya estoy bien de salud. :)

Chechy14: Sí. Ha pasado solo una semana pero han ocurrido tantas cosas que se ha hecho eterna, jeje. Un abrazo!

Selenekou13: Gracias por la review. La verdad es que fue un duro golpe para Sesshomaru.

Yami96: Gracias por la review. De momento la pelea entre Sesshomaru y Kirinmaru tiene que esperar ;)

Yolotzin Taisho: Muchas gracias. Me alegro que te encante tanto. Eso me enorgullece mucho, de veras.

Nos leemos en el próximo. Dadle mucho amor con comentarios y reviews, porfa! :)