Dedicado a KiKaLioncourty un gran agradecimiento por su ayuda.

Una mención para LuzAlvz y su sitio en Facebook "Wolvesilver para llevar" y un saludo muy especial a Luna.

XXXIV

A Charles y a Erik les costó separarse de su hijo recién nacido pero el Duque tenía sus obligaciones y debían viajar a la Corte. Además la reunión con Su Majestad implicaría una ayuda indispensable para los mutantes y Magneto la veía como una de sus más importantes misiones. Diez días antes de partir, Charles le escribió al Rey para solicitarle una audiencia privada y estaba convencido de que para cuando llegase a Inglaterra, tendría la respuesta afirmativa del monarca.

Decidieron que David quedara al cuidado de Sharon, que se encargaría de supervisar a Gwen y a las matronas. Charles se consolaba a sí mismo al dejarlo, aduciendo que estaba visitando la Corte en nombre de su hijo y que buscaría protección para él y para su Casa.

La mañana estipulada para el viaje, decidieron partir temprano después del desayuno. Se prepararon dos carruajes, uno para la pareja y otro para su equipaje. Charles y Erik salieron al patio, seguidos por Sharon, Logan, Peter y Laura. Peter se despidió con un abrazo que englobó a sus dos padres. Aunque había crecido alejado por períodos prolongados de Erik, esta era la primera vez que se distanciaban en todo un año. Con las experiencias que habían vivido, el muchacho sintió que esta ausencia le dolería más que las del pasado y su padre también, ya que lo apretó con mucha fuerza.

Logan le dijo adiós a su amigo con un apretón de manos y le prometió que cuidaría de la casa. Laura exclamó que lo ayudaría. Charles sonrió a la niña y tras un último beso a David que dormía ajeno a todo en los brazos de su abuela, subió al carruaje y detrás subió Erik.

La pareja se sentó enfrentada pero cuando el coche se puso en movimiento, Erik se mudó junto a su amante en el mismo asiento. Estaban solos y al principio se tomaron de la mano con ternura. Después se besaron y pronto comenzaron a sentir que la pasión les ganaba. Entre los chasquidos, Magneto intentó desabrocharle el chaleco. Entonces Charles lo detuvo atajándole la mano. Se miraron expectantes y el Duque corrió el cortinaje de la ventanilla. Erik sonrió complacido y se lanzó encima de él para amarlo.

Los cocheros dirigieron los carruajes hacia una aldea cercana a Edimburgo para el almuerzo porque el Duque había dado órdenes de evitar la ciudad por precaución por el general y la patrulla. También, durante los días siguientes, en cada parada a lo largo del viaje, utilizó su mutación para camuflar a Erik de la mirada de los extraños y protegerlo. Con este sistema viajaron sin contratiempos hasta la capital de Inglaterra.

Lord Worthington esperaba a Magneto en su mansión en las afueras de Londres. Lo recibió como a un huésped con toda clase de honores e invitó a Charles a compartir el almuerzo antes de que el Duque se marchara a la casa, propiedad de un primo de su madre, también en la zona campestre. Se reunieron los tres en el fastuoso comedor de invitados. Al igual que Charles y otros nobles, Worthington estaba acostumbrado a brindar fiestas y ese espacio era el destinado a las cenas. Se sentaron en una de las cabeceras de la larga mesa rectangular. El dueño de casa en la cabecera, el Duque a su derecha y Erik a la izquierda.

─Mi esposa viajó con mi hijo a la ciudad y pasará la noche en la casa de su hermana ─ aclaró Warren para explicar la ausencia del resto de su familia.

Erik asintió. Después de saber lo que había significado ese muchacho para el pasado de Peter, prefería no cruzárselo. Charles, más formal, le pidió a Worthington que les entregara a ambos saludos de su parte. La servidumbre llegó con los platos y después de que el dueño de casa los dispensara para retirarse, comenzaron los tres a hablar de la visita a la Corte. El Duque tenía pensado ser sincero con el rey. Dialogarían en privado y sin enseñarle su propio poder, le explicaría la situación de marginalidad que vivían los mutantes. Apelaría al corazón del monarca, a la confianza mutua que se tenían, y le demostraría lo popular que se volvería para los mutantes si los ayudaba.

A Worthington le pareció un plan adecuado. Sabía que Charles tenía muy buenas relaciones con el soberano y podrían platicar abiertamente. Erik estaba convencido de que siendo telépata, su amante podría convencer al Rey y si había peligro, él mismo se encontraría en la Corte, cerca de él, dispuesto a ayudarlo.

Terminado el almuerzo, Warren los condujo a una salita privada para que la pareja se despidiera allí. No se verían por varios días hasta reencontrarse en la Corte, pero en ese sitio tendrían que ser discretos y no dar a entender que se conocían. La pareja se despidió. Se besaron con dulzura y se prometieron que se verían pronto. Los días previos ya habían conversado y se habían preparado para esta separación. Apenas un año atrás, cada uno había vivido viajando y ocupándose de sus funciones, pero ahora se habían solidificado como pareja y costaba decirse adiós aunque fuera por algunos días.

Finalmente el Duque partió rumbo a la casa de su tío. Se trataba de una mansión de estilo rural inglesa, que se encontraba deshabitada la mayor parte del año, ya que el primo de Sharon prefería pasar el tiempo en la ciudad, y se la prestaba a su sobrino cuando este visitaba la Corte. Cuando Charles entró en el vestíbulo, mientras la servidumbre se ocupaba de su equipaje, el mayordomo le entregó una carta con el sello y los blasones de la Casa Real. El Duque se encerró en una salita privada a leerla. El Rey George ansiaba reencontrarse con él después de un año entero y lo autorizaba a que se reunieron en un par de días en un encuentro privado en la residencia real, en el castillo de Windsor. Esto era justo lo que el Duque estaba deseando.

Charles terminó de leer y se echó la cabeza hacia atrás en el asiento. Suspiró con alivio. Si todo marchaba según su plan, podrían cambiar el destino de los mutantes y habría ayudado a la causa de Erik sin recurrir a la violencia. Él pensaba que podía haber una salida pacífica para todo conflicto y estaba convencido de que así sería esta vez.

…..

Había transcurrido una semana desde que su hijo partiera y Sharon se encontraba escribiendo correspondencia en su sala privada. Logan, Peter y Laura habían aprovechado la mañana soleada para cabalgar y regresarían puntualmente al mediodía para el almuerzo. Gwen acababa de informarle que David estaba alimentado y limpio, y dormía en su cuna. Fue entonces cuando la dama vio desde el ventanal de su saloncito, un carruaje que se detenía. Dedujo que seguramente Logan había cabalgado hacia el lago y por eso no notó su entrada en Westchester. Sharon guardó los papeles y salió de la sala privada para recibir al recién llegado. Dos pajes se le unieron por el camino hacia el pórtico.

Mientras la dama bajaba los escalones de la entrada, la puerta del coche se abrió y Richard MacTaggert bajó quitándose el sombrero.

Lady Xavier sintió una desagradable sensación en el estómago pero se recompuso rápidamente y salió al encuentro del invitado. Le extendió su mano, que el general besó con respeto.

─Bienvenido, Richard ─ lo saludó con una mezcla de cortesía y familiaridad ─. Charles no se encuentra en casa para recibirte así que deja que yo haga los honores.

─Querida, Sharon ─ le sonrió ─. Es un placer verte en tan buen estado y me siento gratificado de que me recibas tú.

Los dos entraron en la casa, mientras la servidumbre se apuraba en acondicionar una sala. Una vez que estuvieron ambos instalados en una y un aperitivo se sirvió, Richard se levantó del asiento para admirar los cuadros paisajistas que había colgados en las paredes de la habitación.

─Recuerdo que a Brian le encantaba pintar, ¿cierto? ─ comentó el militar. Haciendo referencia a su difunto amigo y esposo de su anfitriona, trataba de crear un ambiente distendido.

─Solía pintar algunos cuadros para distraerse ─ recordó Sharon, desde su asiento ─. Los conservo en el piso superior. Pero lo que más adoraba eran los libros y nuestra nutrida biblioteca da fe de ello.

─Sí, recuerdo su pasión por la lectura ─ respondió MacTaggert y se acercó para sentarse junto a la dama. Se sirvió uno de los bocadillos de la mesa y bebió unos sorbos de coñac ─. Charles la heredó, si no me equivoco.

─Charles es un lector asiduo cuando sus funciones se lo permiten ─ contestó Lady Xavier escuetamente. Se dio cuenta de que hábilmente, el general había desviado la conversación hacia su hijo.

─ ¿Charles está de viaje prolongado o solo visitó hoy Edimburgo?

─Salió hacia Londres hace una semana.

Londres. ¿Podría haber partido hacia la Corte para reunirse con el rey? Fue la rápida pregunta que se hizo MacTaggert mentalmente.

─Es una pena, Sharon. Quería platicar con él.

─Si hubieras avisado, no habrías venido en vano.

─Sí, fue tonto de mi parte.

Sharon sonrió con diplomacia y añadió.

─Aunque tus visitas siempre son bienvenidas, Richard. ¿Cómo has estado?

El militar bebió unos sorbos más mientras pensaba en la respuesta. Había viajado para encontrarse con Charles porque tenía sentimientos encontrados. Ni Stryker ni Shaw habían regresado de Irlanda todavía con ninguno de los hombres. Su plan secreto para asaltar a posibles mutantes que se refugiaran en la propiedad del Duque había fracasado y su paradero era un enigma. No tenía pruebas para acusar al Duque, pero tampoco respuestas de su plan. Por otra parte, Charles era el hijo de su mejor amigo, fallecido ya, y lo había conocido desde que naciera. Le tenía cariño así como a su madre, y hasta el año pasado su propia hija había estaba a punto de comprometerse con él.

Sharon disimulaba su ansiedad pero no pudo callar ante el silencio de su invitado.

─ ¿Está todo bien, Richard? ─ preguntó cordialmente para transmitirle confianza.

El general sacudió la cabeza.

─Mira, Sharon. Vine para comunicarle a Charles un tema que me preocupa y no quiero consternarte a ti.

─Ya lo has hecho ─ respondió la dama con seriedad ─. Mi hijo no se encuentra y soy yo quien me hago cargo de los asuntos de la casa cuando él está ausente. Puedes decírmelo.

─Se trata justamente de una casa ─ comenzó con prudencia ─. No de esta sino de otra propiedad.

Sharon estaba guardando la compostura pero su propia ansiedad le ganó y murmuró "Genosha." Desafortunadamente el general la escuchó.

─Sí, es esa propiedad justamente ─ respondió con suspicacia.

Ella comprendió que había cometido una injerencia.

─Es la segunda propiedad más importante que tenemos ─ contestó a modo de excusa ─. Si no hay un problema con Westchester, tiene que tratarse de Genosha.

El general desvió el tema:

─Hace un año tuvimos informes de que Magneto, el temible mutante, merodeaba cerca de Edimburgo, y después le perdimos el rastro.

Sharon asintió demostrando molestia:

─Lo sé, Richard. También que asesinó al doctor Trask porque el coronel Stryker tuvo el poco tacto de enseñarme una carta ensangrentada una vez que visité a tu hija.

─Lo sé y lo siento ─ se disculpó ─. El coronel quedó muy afectado después de haberte hecho eso. Me lo confesó y me dijo que vino a Westchester para pedirte perdón por medio de Charles.

─ ¿Qué tiene que ver Magneto en todo esto? ─ ahora la dama tomó la iniciativa para preguntar ─. ¿Temes que haya regresado? ¿Qué tiene que ver con nuestra propiedad?

─Nada ─ replicó evasivo ─. Perdón. Quería platicar con Charles y no está en casa.

─Richard, me dejas preocupada ─ insistió.

─ ¿Qué piensas de los mutantes?

─Lo que se sabe: que son gente con poderes asombrosos, y peligrosa.

─Lo más preocupante es que son capaces de convivir con nosotros, conmigo o contigo, y no lo sabríamos porque muchos de ellos pueden ocultar esos poderes asombrosos ─ añadió MacTaggert.

Sharon replicó con rapidez:

─Pero para eso existe la patrulla anti mutante que tú, aquí en Escocia, diriges, Richard.

─Pongo con el coronel Stryker mi mejor empeño ─ admitió el general con falsa modestia. Se levantó de cuenta nueva para seguir observando los cuadros. Con esta actitud distraída, comentó ─. ¿Alguna vez conociste a algún mutante, Sharon?

─ ¿Personalmente?

─Sí, me refiero a si estableciste conversación con alguno alguna vez.

─No que yo lo haya sabido.

Mientras ellos platicaban, Logan volvía con Peter y Laura de cabalgar. Aunque faltaba un par de horas para el mediodía, habían decidido regresar. Mientras galopaban hacia las caballerizas, el lobo distinguió el carruaje desconocido y aceleró el trote para que dejaran los corceles y entraran cuanto antes en la casa.

─ ¿Quién llegó? ─ preguntó a la primera doncella que se les acercó cuando subían las escaleras del pórtico.

─El general MacTaggert está reunido con la señora en una de las salas de visita.

Howlett se volvió hacia Peter.

─Ve con Laura a la biblioteca, que no te vea, Peter.

El muchacho asintió, preocupado, y tomó la mano de la niña para ir juntos a la biblioteca. Logan esperó a que se alejaran y se dirigió a la sala donde generalmente Sharon llevaba a las visitas. Antes de abrir la puerta, percibió el aroma de MacTaggert: olía a ansiedad, lo que le demostró que no había venido a Westchester en actitud relajada. Bajó el picaporte y empujó la puerta rápido para presentarse enseguida.

El militar estaba observando uno de los cuadros, volteó al oír el ruido y se asombró al ver al canadiense. Sharon giró desde su asiento y se alivió.

─Señor Howlett ─ saludó el general y se acercó para estrecharle la mano ─. No sabía que estaba residiendo en Westchester.

─El Duque viajó y me deja con confianza el cuidado de su madre y de su casa ─ explicó Logan, correcto pero distante. Intercambiaron un apretón de manos y el lobo le hizo un gesto para que MacTaggert regresara a su asiento.

Pero este se excusó:

─Lo siento, debo irme porque mi hija me espera para almorzar.

La dama se puso de pie.

─En ese caso, te acompañaré hasta tu coche, Richard.

El general notó que a diferencia de otras veces en que su diplomática anfitriona se deshacía en atenciones para que prolongara su visita, en esta ni siquiera lo invitó a almorzar. Era cierto que él acababa de argumentar que Moira lo esperaba, pero la dama podría haber insistido por educación.

Logan buscaba quitárselo de encima cuánto antes, y le abrió la puerta de la sala para que saliera pronto y acelerara su partida. Con Sharon lo acompañaron hasta el carruaje y permanecieron en el patio agitando su mano a modo de despedida hasta que el coche se perdió en la distancia. Voltearon para volver a la casa, cuando Laura emergió de la entrada y bajó la escalera con desesperación.

─ ¡Hay que llamar al doctor McCoy! ¡Peter se desmayó!

Logan y Sharon intercambiaron miradas de preocupación y se apuraron para entrar.

….

MacTaggert llegó a su casa pasada la hora del almuerzo y se encontró con Moira atendiendo a Stryker en el salón de visitas. Su hija se puso de pie cuando él entró y se retiró para dejarlos solos. El coronel también se levantó en señal de respeto hacia su superior. Al quedarse solos, el general lo dispensó para que volviera a sentarse y él ocupó la silla en la que anteriormente había estado Moira.

─Y, ¿bien, coronel? Después de varios meses al fin puedo escuchar el informe de sus labios.

Stryker perdió su postura militar y puso una expresión confundida.

─Señor, quería pedirle que me tuviera paciencia y me ayudase porque mi memoria ─ se rascó la nuca ─. Verá, hace unos meses, con varios de mis mejores hombres, desperté, no sé si desperté o caí en la cuenta de que me encontraba en una propiedad desconocida en medio del campo, que resultó ser una casa suya en Irlanda ─ MacTaggert se echó hacia adelante para escucharlo con más atención, con una mezcla de miedo y sorpresa ─. El invierno crudo nos retuvo allí durante semanas hasta que pudimos partir y buscar algún pueblo. Llegamos a uno pequeño a pocas millas pero una nevada intensa nos dejó varados allí durante un mes. Todo esto con la incertidumbre de no saber qué estábamos haciendo allí, ni cómo ni por qué llegamos.

─ ¿Me estás diciendo que olvidaste por completo la misión, William? ─ el general lo tuteó, olvidando la compostura y el trato formal.

─No sé de qué misión me está hablando, señor ─ replicó Stryker con sinceridad.

MacTaggert abandonó su asiento. Estaba enojado pero también maravillado. Pensó en su visita a Westchester, en la actitud distante de la otrora cálida Sharon, y en Howlett que se apuró en acompañarlo para que partiera. ¿Podían los Xavier con ese canadiense estar ocultando algo?

Stryker también se puso de pie. Ahora estaba más confundido que antes porque durante todos estos meses, había ansiado encontrarse con su superior para que este le quitara las dudas y ahora lo veía tan confundido como lo estaban él y sus hombres.

El general recordó a su yerno.

─ ¿Dónde está el doctor Shaw?

─No lo sé, señor ─ replicó Stryker confundido.

─ ¿No estaba contigo en Irlanda?

─ ¿Tenía que haber estado, señor?

MacTaggert sintió que la sangre se le subía a la cabeza. Así que su espía y aliado se encontraba con paradero desconocido. Esa misión secreta, a la que había considerado de un éxito seguro, ahora se convertía en un enigma. Lo único que parecía demostrarse ahora era que Shaw había tenido razón desde un principio y Charles Xavier, mutante o no, escondía un lazo secreto con esa gente. O, ¿qué otra explicación podía haber para el fracaso inexplicable que habían tenido? Para aumentar sus males, como no había sido una misión legítima, no podía reclamar ni pruebas ni papeles para abrir una investigación. Lo único con lo que contaba era el testimonio de su subalterno y de los oficiales que habían viajado con él:

─Quiero que redactes un informe exhaustivo con tu testimonio y el de los guardias sobre todo lo que recuerdan de su estadía en Irlanda, en mi propiedad, en los pueblos, caminos y sitios donde hayan estado. Escríbelo conservando un orden cronológico lo más fidedigno y objetivo posible. No escatimes en detalles, descripciones y hechos menores. Preséntamelo lo más pronto posible.

─Sí, señor ─ respondió Stryker, que continuaba sin entender qué había ocurrido y estaba desesperado por la falta de respuestas, pero su educación militar lo ayudaba a conservar la calma.

El general lo autorizó a retirarse y lo acompañó hacia la salida. Cuando el coronel se hubo marchado, Moira llegó al vestíbulo donde se encontraba su padre.

─ ¿Te dijo algo de él? ─ preguntó esperanzada ─. Cuando llegaste, el coronel recién se había instalado en la sala así que dialogamos poco y nada. No tuve tiempo de preguntarle por Sebastian.

─ ¿Por qué podría saber algo de él? ─ preguntó MacTaggert con recelo. Después de todo, su hija no debía contar con información para unir a Stryker con Shaw.

Moira entendió que si respondía que sabía que ambos habían estado en Irlanda, revelaría su visita secreta al coronel semanas atrás cuando acudió a su casa para que la ayudase. Por eso contestó vagamente:

─Es que ya no sé dónde más buscarlo ─ sollozó y, ya sin poder contenerse, lloró.

A Richard se le partía el alma el verla así y la abrazó. Se sentía culpable por haber enviado a Shaw en esa misión, que ahora le provocaba tanta angustia a su hija. Quiso consolarla pidiéndole que siguiera teniendo paciencia pero ya no se atrevía a mentirle y obligarla a guardar esperanza. Lo que le quedaba claro era que algo misterioso y dañino les había ocurrido a Shaw, Stryker y sus oficiales en Irlanda, y todo apuntaba a un encuentro con mutantes.

…..

Peter se había desvanecido sentando en una silla junto a la larga mesa de la biblioteca. Por encontrarse en esa posición, no se había caído ni lastimado, solo perdió el conocimiento. Para cuando Laura regresó con su padre y con Sharon, el joven acababa de despertar y se encontraba atontado, ladeando la cabeza.

Lady Xavier ordenó a la niña que pidiera paños, agua, una jofaina y líquido para beber. Luego se acercó al muchacho. Logan ya estaba arrodillado a su lado, tomándole el pulso con una mano y dándole golpecitos suaves en la mejilla para que se despabilara. Sharon le pasó su pañuelo por la frente.

Peter hizo un gesto porque necesitaba aire y entre los dos tan cerca, lo estaban sofocando. La dama se distanció unos centímetros y Logan le quitó la mano del rostro pero no se levantó.

Llegó una doncella con algunos de los elementos solicitados y Laura con los demás. Su llegada fue premonitoria porque Peter sintió un malestar en el estómago y la jofaina le sirvió para escupir.

Sharon le lanzó a Logan una mirada elocuente y después se volvió hacia la doncella:

─Muchas gracias, Ellie. Ahora envía a alguien a Edimburgo a buscar al doctor McCoy.

La muchacha obedeció. Laura estaba asustada y se acercó a su padre que seguía arrodillado junto a Peter, ayudándolo a escupir.

─Está muy pálido ─ comentó bajito.

Sharon la tomó de los hombros.

─No le ocurre nada malo, solo es un malestar ─ explicó con serenidad. Laura parpadeó pero su tranquilidad le transmitió confianza ─. Ahora necesito que te retires para que con tu padre lo podamos atender tranquilos.

─ ¿Se pondrá bien? ─ preguntó la niña con miedo.

─Claro que sí ─ le aseguró la dama afectuosamente.

La niña miró a Peter, que ahora se frotaba los ojos mientras que Logan le limpiaba la cara con el paño humedecido. Suspiró y se marchó, cerrando la puerta de la biblioteca en silencio.

Peter respiraba profundo, tomando y exhalando el aire despacio. Se estaba relajando y recomponiendo. Miró a Sharon que le sostuvo el vaso para que bebiera unos sorbos, después a Logan, que había dejado de pasarle el paño y ahora le apretaba la mano. Enseguida recordó cuando más de un año atrás, sufrió una recaída similar en la casa donde había estado mientras su padre viajaba. En ese momento no se había dado cuenta de lo que significaba pero ahora sí. Quiso hablar y balbuceó un poco al principio porque sentía que las palabras le salían pastosas hasta que recuperó la voz:

─Sé lo que me está pasando ─ anunció y volvió a restregarse los ojos porque estaba emocionado.

Sharon le sonrió con complicidad, recordando los mismos síntomas en su hijo, y Logan riendo y llorando lo abrazó.

Al igual que la vez un año atrás, cuando el jovencito había llegado gravemente enfermo con su padre, debieron aguardar a Hank durante seis horas. Sin embargo, en esta ocasión la espera fue diferente porque Peter no corría peligro y al contrario, los dos estaban felices, esperanzados y con una alegría apabullante. Cuando el joven pudo ponerse de pie, Howlet lo ayudó a subir hasta su recámara. Sharon se encargó de que le preparasen un caldo y comida liviana para almorzar.

Horas más tarde, Hank les confirmó lo que ya sospechaban. Ordenó que el muchacho guardara reposo hasta el día siguiente y le recomendó una dieta y la misma medicación que a Charles para las náuseas.

Logan no se apartó de su mocoso. Una vez que el médico se hubo marchado, Sharon acompañó a Laura hasta la habitación del joven. Su padre le dio la noticia.

─ ¿De veras? ─ gritó más que preguntar la niña y corrió a lanzarse sobre Peter, que estaba sentado en su lecho con cojines para reposar la espalda.

─Cuidado, lobita ─ pidió Logan entre risas, y se apartó hasta un rincón para observar la escena: las dos personas que más adoraba, estaban tan felices como él, fundidas en un abrazo. Peter llevaba en su vientre a su segundo hijo, tenían la familia perfecta.

Hola. Disculpen la espera pero aquí está el nuevo capítulo. Espero que les haya gustado.

Midhiel