—Solo te cuento esto porque me preocupo por ti. La ex mujer de Christian me contó algo que deberías saber. —hace otra pausa y comienzo a ponerme nerviosa. Esto es un dato que no conocía.
Sabía que Christian había tenido otra relación antes de mí, pero no sabía que había estado casado.
—No sé si tiene que ver con sus pesadillas o si sucedió algo en el pasado, pero Christian no duerme con nadie.
—Ya me he percatado de eso. —le digo en voz baja. Eso no es nada nuevo, eso ya lo sabía. Aunque no creo que ella esté al tanto sobre su pasado BDSM. Eso mejor no se lo cuento. —Christian me contó porque no lo hace.
—¿Lo hizo? Eso es nuevo, no le gusta hablar de su pasado, de hecho, nunca ha querido contarme que sucedió.
—Me dijo que después del accidente empeoraron las pesadillas. Pero el que me lo haya contado no ayuda mucho. Christian sigue teniendo problemas y necesita hablar con alguien para intentar resolverlos. Si es que quiere tener una relación normal.
—¿Un psicólogo? Buena suerte logrando que vaya a uno. Su ex esposa no lo logró. Se que estuvo viendo uno cuando practicaba el deporte y durante un tiempo después del accidente. Pero llegó un momento en que dejó de hacerlo. Al parecer se cansó de no obtener resultados.
Al menos me estoy enterando de algunas cosas de su pasado, cosas que, si le preguntase, no sé si me contestaría. Entonces, por lo que me cuenta Elena su ex esposa intento que fuera a terapia y no lo logró, creo que esto es un avance. Un avance positivo en nuestra relación. Un avance que espero sea para bien.
—De hecho, tenemos una cita concertada para mañana. —le contesto a Elena mientras doy un sorbo a mi copa de vino.
—¿De veras? —me mira atónita. — Nunca imaginé que el volviera a ir a terapia.
—Cuando se lo pedí pensé que me diría que no.
—Y yo que pensaba darte un sermón de hermana mayor sobre que mi hermano es peligroso y que no te convenía.
Ambas reímos mientras le doy otro sorbo a mi copa. Imaginé que para eso quería conversar.
—Me cuentas que tal la terapia. —me dice con una sonrisa mientras yo me le quedo mirándo por un momento y no sé si debería hacerle la pregunta que ronda mi mente.
—¿Puedo preguntarte algo?
Elena me mira mientras rellena su copa.
—Mientras no sea nada de su pasado.
—¿Christian es adoptado?
—Creo que eso lo sabe todo el mundo. —yo no lo sabía, no hasta que me he percatado que ellos no se parecen y que el utiliza el apellido de su madre biológica. ¿Quizás debería haber investigado más en internet?
—¿Qué les sucedió a sus padres?
—Esa historia no me corresponde a mi contártela, porque ni siquiera yo la conozco completa. Solo sé que mamá lo trajo a vivir con nosotros cuando tenía 4 años. Pero no sé mucho más. Cada vez que le he preguntado a Christian, el cambia de tema. Y mamá tampoco me ha contado nada, dice que es cosa del pasado de Christian y que lo mejor es no revolver el pasado y dejarlo atrás.
Pero sé por experiencia propia, que a veces el pasado te puede alcanzar y ponerse al día.
—¿Qué tanto charlan ustedes dos ahí? —Christian nos interrumpe. —La cena está lista. —anuncia mientras se me queda mirando.
—Los dejaré solos he iré poniendo la mesa. —Elena se levanta dejándome a solas con Christian que me tiende la mano.
Y me le quedo mirando por un momento. Su mirada de un azul profundo penetra en la mía y siento como si el pudiese descifrarme completamente. Y yo apenas conozco nada de él. Y quiero conocer absolutamente todo. ¿Acaso si le preguntara por su pasado me contestaría?
—Christian, yo…
—Ven, ayúdame a llevar las cosas hacia la mesa. —me dice interrumpiendo mis pensamientos.
Y decido que más tarde le preguntaré o quizás en otra ocasión. Tomo su mano y mientras el me seduce con su sonrisa, me dejo llevar hacia la cocina.
—Gracias por la cena, me la debías. —Le dice Elena a su hermano mientras caminamos hacia la puerta pare despedirla.
Christian tiene una mano enredada en mi cintura, no quiere apartarse de mí.
—Cuando quieras. —le responde a su hermana y después lo veo ponerse serio. —O mejor no.
Elena sonríe mientras abre la puerta.
—Espera.
Christian se separa de mí y va rápidamente a la cocina. Regresa con una bolsa con algo envuelto dentro.
—Llévale a mamá, dile que pasaré a verla mañana. Dale un beso de mi parte.
—Lo haré.
Elena coje la bolsa que Christian le tiende y se inclina hacia él para darle un beso en la mejilla. Definitivamente están relacionados.
—Me cuentas que tal va todo mañana. —me dice Elena despidiéndose de mí.
Le sonrío. ¡Mierda! He olvidado que mañana es la entrevista y la sesión de fotos.
—Ya estamos solos. —el sonido de su voz me regresa a la realidad.
Lo miro fijamente y después miro la puerta abierta que el aún sostiene.
—¿Te quedarás esta noche?
—Aún tenemos que conversar. —le contesto.
Christian entrecierra los ojos eh inclina la cabeza hacia un costado.
—Eso no es una respuesta.
—Mientras respondas mis preguntas, me quedaré.
—Eso, parece más una respuesta. —me dice sonriendo mientras cierra la puerta. —Ven conmigo.
Toma mi mano y me conduce hacia la cocina. Abre la nevera y saca un bote de Half Baked de Ben Jerry's que pone en mis manos. Me tiende una cuchara y solo entonces yo alzo la mirada y me quedo mirándolo fijamente.
—¿Cómo lo supiste? —y sé la respuesta sin que el me lo diga.
—Kate lo mencionó.
—Creo que estoy en desventaja, conoces más de mi que yo de ti.
—Responderé a todas tus preguntas, pero necesito entrenar un poco antes. —me da un fugaz beso en los labios y se marcha imagino rumbo al gimnasio.
Lo observo desaparecer y regreso mi mirada hacia el bote de helado en mis manos. Es mi sabor preferido, pero imagino que el desconoce por qué. Sonrío con nostalgia mientras destapo el bote, tomo un poco y llevo la cuchara hacia mi boca. Delicioso. Camino con el bote sin siquiera pensar hacia donde voy y termino en el gimnasio. Christian está de espalda a mí, calentando. Se ha sacado la camisa y trae puesto un short corto que le cuelga sensualmente de las caderas. Veo sus músculos flexionarse y eso solo hace que un hormigueo comience a recorrer mi cuerpo. Pero lo ignoro, por el momento. Entro silenciosamente y me siento en un banco de pesas a comer mi delicioso helado mientras lo observo.
Cuando se percata de mi presencia me sonríe.
—¿Me acompañas?
—No. Estoy disfrutando de mis postres favoritos.
—¿Mis?
—Verte entrenar y comer mi helado favorito parece una buena combinación.
—Si tú lo dices.
Lo observo ponerse las vendas antes de comenzar a golpear el saco con movimientos coordinados lentos y sensuales. Un golpe tras otro mientras me deleito con la vista de su torso desnudo que comienza a perlarse de sudor.
—Uff, que calor. —digo en voz baja mientras me llevo otra cucharada más a la boca.
Christian me mira y me sonríe, pero no se detiene hasta que está satisfecho con esta parte del entrenamiento. Se saca los guantes y lo observo caminar en mi dirección. Sigo cada uno de sus movimientos hasta que se detiene frente a mí.
—Necesito usar esto. —me dice en tono sensual con su mirada fija en la mía.
—Hum. —contesto incoherentemente, hipnotizada por su ardiente mirada.
—El banco de pesas, necesito usarlo.
—Ah, claro. —digo mientras me levanto rápidamente y me siento en otro que está junto a este.
Christian no pierde la concentración en ningún momento. Y yo tampoco. Estoy muy concentrada en lograr que no se me termine el helado hasta que el no haya terminado de entrenar. Cada cucharada que llevo a mi boca lo hago lentamente y saboreándola en su totalidad. Ver a Christian golpear el saco es excitante, pero verlo levantando pesas es aún mejor.
—Está buenísimo.
—¿Dijiste algo? —me pregunta mientras mira en mi dirección.
—El helado, está buenísimo. —le digo mostrándole otra cucharada que rápidamente llevo a mi boca para saborearla.
El vuelve a concentrarse en lo que está haciendo. Mientras levanta pesas, los músculos de sus brazos se marcan aún más que cuando golpea el saco. Levanta las enormes pesas como si no pesaran nada y lo hace con increíble coordinación. Casi pareciera que no hace esfuerzo alguno para levantarlas. El estruendo de las pesas cuando las deja sobre el soporte y se sienta en el banco hace que lo mire fijamente. Él me sonríe mientras se levanta del banco y se detiene junto a mí.
—¿Necesitas usar este? —inquiero con curiosidad porque estoy sentada en un banco para hacer ejercicios de piernas.
—Necesito usarlo. —me dice con una picara sonrisa.
Me levanto del banco, aún me queda un poco de helado. Pero Christian me toma de la mano evitando que me marche hacia otro lugar.
—Ven, porque no me ayudas. —me dice mientras se sienta en el banco.
Lo miro entrecerrando los ojos.
—¿Qué necesitas?
—A ti.
Sus palabras hacen que el bote de helado casi se me caiga de las manos.
—Ven aquí. —me dice mientras se palmea sobre las piernas.
Me siento a horcajadas sobre él mientras me sostiene por la cintura.
—Creo que hoy va a ser diferente. —me dice con una sonrisa. —Necesito que me distraigas.
—Se supone que cuando haces ejercicios no debes distraerte, porque podrías herirte un músculo.
—Necesito que me distraigas para no pensar en el dolor.
¡Dolor! Había olvidado lo de su pierna. ¿Acaso el tiene permitido levantar peso con ella?
—¿Esto es necesario?
—Es parte de mi rehabilitación, si es que quiero estar al cien por ciento. O al menos a un noventa y cinco por ciento de mi capacidad.
—¿Pero no te hará mas daño en la pierna?
—No es tanto peso. —me dice con una sonrisa. —Ahora, porque no me das a probar el helado.
Meto la cuchara en el bote y después la llevo a su boca. Siento como sus piernas se mueven debajo de mi y veo como tensa la mandíbula. Mi mano se congela a medio camino de su boca.
—Estoy esperando mi helado. —me dice sonriéndome.
Acerco la cuchara a sus labios y la deslizo por ellos antes de introducirla en su boca.
—Mmm. —gime y no sé si es por el helado o es que se queja de dolor. —Más.
Vuelvo a repetir lo mismo. Deslizo la cuchara por sus labios antes de que el la devore. En la próxima cucharada cae un poco de helado sobre su pecho.
—Lo siento. —le digo mientras acerco mi boca y deslizo la lengua por su pecho para recoger el helado.
—Esto si que es una distracción. —me dice en un susurro.
Me incorporo de repente. Ni siquiera me he percatado de lo que he hecho hasta que lo hice.
—No te detengas.
No me queda mucho helado, pero no pienso desperdiciarlo. Vuelvo a coger helado y mientras vierto poco a poco sobre su pecho y después lo limpio con mi lengua, siento sus piernas moverse. No se queja. Gime de placer mientras yo succiono todo el helado que vierto sobre su cuerpo. Debajo de mí, puedo sentir como una parte de su cuerpo cobra vida y se endurece poco a poco ante mis caricias.
La última cucharada que vierto la limpio y subo dando besos hasta unir sus labios con los míos. Gimo contra ellos. Yo también estoy excitada y caliente y necesito que Christian se encargue de enfriar mi cuerpo muy, muy lentamente. Sus manos se desplazan desde mi cintura hasta el botón de mis jeans y lo deshacen antes de introducir una mano dentro.
—Estás mojada. —gime contra mis labios antes de introducir la lengua muy lentamente en mi boca.
Y así de lento también, comienza mover el pulgar sobre mi clítoris haciéndome enloquecer. ¡Dios! Lo necesito. Necesito sentirlo en mi interior.
—¡Te necesito! —le suplico con voz temblorosa mientras me muevo contra su mano.
—Y yo te necesito a ti. Pero no aquí. ¡Vamos!
Christian detiene el movimiento de su mano y me levanto de encima de él. Me quita el bote de helado de la mano y lo deja sobre el banco antes de entrelazar una de sus manos con la mía. Tira de mi rumbo a la salida.
—Y yo que pensaba que me ibas a tomar sobre el banco.
Mi comentario hace que se detenga abruptamente en medio del gimnasio.
—¿Eso es lo que quieres? —me pregunta alzando una ceja y apartando un mechón de pelo de mi frente.
—Te quiero a ti, como sea y donde sea. Pero sin que tengas que planificarlo.
—Ana, ya hablamos de esto. No pienso perder el control nuevamente contigo.
—¿Quién dijo algo de perder el control?
—Solo puedo hacer esto si planifico todo con antelación. No puedo dejarme llevar por el deseo y mis instintos primitivos. No quiero hacerte daño nuevamente.
—Tu no puedes dejarte llevar por tus instintos, pero yo sí. —y sin siquiera pensarlo acerco mis labios a los suyos y tomo su boca.
Christian me devuelve el beso sin oponer resistencia. Enredo mis manos en su cuello y acaricio su cabello mientras introduzco la lengua en su boca que aún sabe a helado. Christian gime, yo también. Y lo conduzco hasta el banco donde hace un rato él estaba levantando pesas.
Me separo levemente de él y lo miro con picardía, se exactamente lo que deseo de él.
—No puedes perder el control… —le digo mientras deslizo mis manos por su pecho fuerte y voy bajando hacia sus abdominales definidos y duros. —…porque en estos momentos no lo tienes.
Me detengo cuando llego a la cinturilla del short que lleva. Los deshizo lentamente por sus piernas mientras me voy agachando hasta que este cae al suelo junto a sus boxers. Mi mirada que queda justo frente a su potente y dura erección. Alzo la mirada hacia Christian y sé exactamente lo que está pasando por su mente. Pero no pienso darle esa satisfacción. Aunque si podría torturarlo un poco.
Acerco mi boca a su erección y sin preámbulos la introduzco dentro de mi boca y succiono fuertemente antes de apartarme y ponerme de pie. El me mira desconcertado por lo que he hecho.
—Pensaba que ibas…
—Oh no Sr. Grey, usted no da las ordenas aquí hoy. —lo empujo por el pecho hasta que queda sentado en el banco.
Deslizo mis manos por mi cuerpo sensualmente y las dirijo hacia mis jeans desabrochados. Introduzco los dedos por los costados y los bajo lentamente por mis piernas junto a mi ropa interior. Christian no aparta la mirada de mi en ningún momento. Me mira hipnotizado. Salgo de los jeans y camino hacia Christian sentándome a horcajadas sobre él.
—¿Estás listo para mí? —le pregunto colocando mis manos en sus hombros y restregándome contra su erección.
—Siempre estoy listo para ti.
Uno mis labios con los suyos y aprovecho su distracción para empujarlo por el pecho haciendo que quede acostado completamente. Me apoyo con una mano sobre su pecho, me levanto un poco y con la otra mano cojo su miembro y lo introduzco en mí. Me deslizo sobre su miembro lentamente hasta quedar completamente sentada sobre él. Cierro los ojos ante el delicioso placer que estoy sintiendo.
—Estás disfrutando esto, ¿cierto?
—Lo voy a disfrutar ciertamente. Manos arriba. —le digo y el obedece. —Yo tu me sostengo de esos hierros muy, muy fuerte.
Christian hace lo que le he pedido. En ningún momento aparta sus manos para tocarme y yo comienzo a moverme sobre él. Primero lentamente y después más fuerte. A medida que crece mi excitación, aumenta la intensidad de mis movimientos. Desde donde estoy puedo ver el rostro de Christian descomponerse de placer. Me siento poderosa siendo yo la que lleva el mando, el control. De esta forma el no tiene que preocuparse por perder el control, ya de eso me ocupo yo, de perder el control completamente sobre su cuerpo. De esta forma, el no puede hacerme daño.
