CVII.
El mundo de la pareja se había reducido a esas paredes de piedra, a ese espacio perdido, mientras en el exterior los truenos parecían librar una batalla.
InuYasha lideraba su propio conflicto interior mientras se obligaba a retener el impulso que le ordenaba que la pusiera sobre sus piernas y se introdujera en ella lo más pronto posible. Que se inclinara sobre ella y mordiera la piel más cercana. Que la marcase como algo suyo finalmente. No. No podía convertirse en un animal, no cuando Kagome le estaba dando parte de sí misma sin dudar ni un instante. Confiando en él y su fuerza. Sabiendo que él jamás sería brusco ni que le haría daño.
Antes se cortaría un brazo gustosamente que causarle el más mínimo dolor de su pequeña.
—InuYasha— susurró ella por encima de sus labios antes de echar la cabeza hacia atrás. Las fuerzas parecían haber abandonado su cuerpo y si no fuera por los brazos que la sostenían por la cintura habría caído al suelo— Me duele.
—¿Qué? — rápidamente se separó con la alarma plasmada en su expresión.
Kagome luchó contra el rubor que cubrió sus mejillas, aunque fue una batalla inútil.
—Me siento… me siento rara, me duele… ahí… necesito…— jadeó entre dientes, cerrando los ojos.
El alivio que sintió el medio demonio fue inefable, quien tuvo que contener una ligera risa.
—Kagome…— murmuró antes de apoderarse de su boca. Kagome gimió y se dejó hacer.
Pronto la ropa de él se volvió molesta y tuvieron que separarse lo justo para dejar caer el kosode de él que cubría los hombros de la joven al suelo y los pantalones del medio demonio.
—Espera— le pidió, apartándola un momento. Mientras él amontonaba toda la ropa en el suelo intentando hacer una cama lo más mullida y cómoda posible, Kagome se rodeó el cuerpo con sus brazos por el frío repentino que le mordió la piel— Lo siento, esto no es lo que esperaba para el momento pero…
—Calla— lo cortó ella, cayendo de rodilla delante de él. Aunque la oscuridad del lugar le impedía ver con claridad el cuerpo de él, también jugaba a su favor haciéndola sentir menos expuesta por su desnudez— Esto es perfecto. No necesito nada más mientras tú estés conmigo.
Él la atrajo a sus labios y la besó con desesperación, devoción y ternura, una mezcla que hizo que su cabeza diera vueltas.
—Siempre me tendrás.
—Entonces, no tienes que preocuparte por nada— jadeó. Lo sintió sonreír suavemente contra sus labios.
¿Él no tenía que preocuparse?
—Joder… Ven aquí— murmuró, cogiéndola en volandas y dejándola en la cama improvisada— ¿Estás bien?
—Sí— respondió besándole con decisión— Ahora sí— sonrió él soltó una mezcla entre gruñido y gemido y sintió su cuerpo cubrirla por completo.
Se dejaron llevar el uno por el otro, hundiéndose en las maravillosas sensaciones que estaban sintiendo, adorando la forma en la que sus cuerpos parecían moverse con una armonía pasmosa. Era como si, después de todo, se concieran sin preguntar y sabían perfectamente lo que el otro necesitaba. Conocían los deseos y los anhelos de su compañero, qué querían y cómo debían hacerlo.
El cuerpo de Kagome se había convertido en un charquito en el suelo cuando, con la respiración y el corazón a mil por hora, sintió el de InuYasha acomodarse encima de ella. Toda ella temblaba -de buena manera- pero también los nervios parecían estar comiéndosela viva. Necesitaba a InuYasha, necesitaba sentirlo y culminar con esto pero…
—Pequeña…— jadeó a duras penas con los últimos resquicios de conciencia en él. Su parte animal pulsaba, lo empujaba, molesto por tanto juego previo. Necesitaba estar en ella YA—¿Estás segura? Puedo…
La mirada de Kagome se cruzó con la ónice de él y todo el aire que no sabía que había estado conteniendo fue expulsado con una exhalación. No respondió verbalmente; en su lugar, cogió la cabeza de él y lo instó a acortar la distancia que los separaba. Se dejó llevar por su sabor y textura, por su calor y suavidad.
Un rugido de orgullo nació desde lo más profundo del medio demonio cuando escuchó el quejido bajo que profirió ella. La parte sensata, humana, de él se veía como un maldito bastardo por sentirse tan bien a costa de dolor que ella estaba sintiendo por su culpa, pero el saber que Kagome era suya, que ya no había vuelta atrás… Jamás se había sentido tan vivo y poderoso como en ese momento.
Sin embargo, haciendo acopio del último resquicio de serenidad y calma que podía haber en él, InuYasha, con el pecho trabajando forzosamente, obligó a su cuerpo a detenerse y dejar que fuera ella quieran marcara las pautas. Su cabeza daba vueltas, los colmillos hacían tiempo que habían escapado y la boca no hacía más que salivar, deseoso, ansioso por probarla.
Cuando el cuerpo de ella lentamente dejó de estar tan agarrotado, sintió tal chute de energía que tuvo que clavar las garras en el suelo, a ambos lados de su cabeza, mientras la notaba empezar a contonearse debajo suyo.
—InuYasha…—suplicó entrecortada.
InuYasha se dejó llevar y por un momento creyó estar en el cielo. Las emociones que lo inundaban eran sublimes e inexplicables y él no solo quería más, y más, y más de ella.
—Es… el momento— dijo con voz gutural, y cuando la vio alzar la cabeza, dejándole el cuello libre y expuesto, InuYasha se situó en el borde del precipicio.
—InuYasha… Te quiero…— murmuró ella, incapaz de pensar con claridad por el éxtasis que estaba viviendo.
—Mi pequeña…
Kagome gimió cuando sintió los labios de él acariciarle la piel de su hombro, ascendiendo lentamente, sinuosamente, hasta llegar al cuello, como un cazador que no deja de acechar a su presa. Lo escuchó gruñir, jadear; lo sintió aumentar de velocidad, llevándola aún más a la locura.
Cuando los colmillos de él traspasaron la piel, su mundo estalló en mil pedazos.
Palabras: 989
¡Me alegro mucho que os esté gustando tanto! Como sabéis, no me siento muy cómoda escribiendo este tipo de cosas porque siento que no me salen bien, pero me pone muy feliz saber que mis esfuerzos han valido la pena. ¡Lamento mucho el retraso!
Ahora: decir que quedan dos capítulos + Epílogo para terminar la historia (no me lo creo) y como habéis asumido NO se verá la batalla contra Naraku. Como muy bien ha dijo Megami Akane, hay cientos de historias hablando sobre ellos y, en realidad, sería repetir el anime porque lo "importante" entre ellos ya ha sucedido. Ha sido una ardua lucha desde que se encontraron (o InuYasha la encontró, más bien) hasta llegar a dónde están y a mi ver, los pocos cambios que se daría en esta nueva realidad de Kagome e InuYasha siendo compañeros no compensa relatar la derrota de Naraku, algo que, en mayor o menor medida, sabemos como es. Concebí Ikigai como un relato centrado solamente en la relación de InuYasha y Kagome, en la evolución de ellos, donde me apoyaba en la historia canon para darle un par de vueltas a las tuercas así traeros algo nuevo, así que... bueno, como digo, la gente odiaba cuando me volvía redundante y pesada con la historia canon, por lo que creo que no es plan volver a eso. Sin embargo, toda esta parrafada no quiere decir que no tenga más cosillas por ahí escondidas. Si me conocéis bien... sabéis que me encanta jugar con vosotros, así que... ¡os queda esperar! jejeje
En fin, que no me explayo más, que me vuelvo muy pesada. ¡Espero que os guste este nuevo capítulo!
