Capítulo 22
SASUKE
―¿Y las catacumbas? ―Llevaba veinticuatro horas seguidas buscando a Obito. No había dormido, apenas había comido y me había bebido toda la cafeína que había podido encontrar. Mantenía un aire de indiferencia ante Bones y Botón, pero la verdad era que estaba totalmente acojonado.
Tenía que encontrarlo.
Obito me resultaba un fastidio casi todo el tiempo, y conseguía tocarme la moral como nadie. Siempre tenía que arreglar sus desaguisados y le había hecho mucho daño a mi mujer, de un modo imperdonable. Pero todo aquello no cambiaba los sentimientos innatos del fondo de mi pecho.
Quería mucho a mi hermano.
Bones era un hombre de palabra, y si decía que iba a matar a Obito, lo haría. Si Botón hubiera sido cualquier otra persona, se la habría dado en un santiamén. Pero ella estaba fuera de toda cuestión. En mi corazón, sabía que Obito lo entendería. Entendería que tenía que proteger a mi esposa ante todo, porque ahora formaba parte de la familia Uchiha.
Por lo menos, esperaba que lo entendiera.
Uno de mis hombres respondió:
―Despejadas.
―¿Y Roma? ―pregunté―. ¿Alguno de sus centros?
―Están todos despejados ―contestó el hombre―. Hemos mirado por todas partes, Sasuke. Esté donde esté, está por debajo de la superficie. No me llega ningún tipo de lectura. Ninguna firma. Nada.
―¿Y rastrear la llamada? ―Bones volvería a llamar mañana.
―Podemos intentarlo―contestó―. Pero dudo que nos sirva de algo. Estoy seguro de que Bones ha cubierto sus huellas por completo.
¿Cómo había logrado capturar a Obito, en primer lugar?
¿Qué había estado haciendo Obito?
―¿Cuándo fue la última vez que viste a mi hermano?
―Hace diez días ―contestó él―. Estuvo en el trabajo como siempre y luego se fue a casa.
―¿Te mencionó que fuera a ir a alguna parte?―pregunté―. ¿Florencia? ¿Roma? ¿O sólo a casa?
―No lo dijo ―contestó él, encogiéndose de hombros―. Obito no habla mucho de su vida privada.
Continuaba llegando a un callejón sin salida tras otro.
―Mierda. ―Me froté la nuca y sentí cómo la ansiedad se apoderaba de mí. Siempre conservaba la calma delante de mis hombres y de Botón, pero estaba empezando a perder la resolución. La falta de sueño y el miedo estaban empezando a afectarme.
―Lo siento, señor.
―No, lo siento yo. ―No lograría encontrar a Obito a tiempo, y yo lo sabía. Si no hubiera estado de luna de miel, es probable que hubiera advertido antes su ausencia, y podría haber hecho algo al respecto. Pero ahora ya era demasiado tarde.
Obito iba a morir.
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EN CUANTO LLEGUÉ A CASA, Botón empezó a atosigarme.
―¿Has descubierto algo? ¿Tienes alguna pista?
Me arranqué la camisa mientras entraba en el dormitorio, sintiendo que el tejido me asfixiaba.
―No. ―Dejé caer la cabeza, avergonzado. Después de todo lo que había aprendido con mi trabajo, mis habilidades no me habían servido para nada cuando más lo necesitaba. Bones había matado a mis padres, a Naori, y ahora estaba a punto de llevarse a Obito. Aquel hombre me lo había arrancado todo en la vida, y yo era incapaz de detenerlo. Me senté en la cama y dejé caer la cabeza, sintiéndome un fracasado.
Botón acudió a mi lado.
―Tiene que haber algo que podamos hacer.
―Si lo hubiera, ya lo habría encontrado. ―Apreté la mandíbula, intentando no tomarla con ella. Sólo estaba intentando ayudar, pero sus constantes preguntas no hacían más que recordarme mi impotencia.
―¿No le puedes ofrecer dinero?
―No lo aceptará.
―Pero deberías intentarlo.
―Le ofrecí veinte millones por ti, y también los rechazó —salté―. No entiendes cómo funciona este tío.
Entrecerró los ojos, mirándome.
―¿Perdona?
Era estúpido decir aquello, y yo lo sabía.
―No quería decir eso. ―Me froté la nuca, sin querer discutir.
Discutiendo no conseguiríamos nada.
―¿Qué estás diciéndome? ¿Que no podemos hacer nada? ¿Que nos rindamos?
Miré al suelo, intentando ignorar su hostilidad.
―¿Sasuke?
―¿Hmm?
―Por favor, no me digas que no vamos a hacer nada.
―Botón... no sé qué hacer. Me he quedado sin opciones.
―Acepta el intercambio.
Mis palabras salieron en forma de rugido.
―No te voy a cambiar. Y punto.
Retrocedió ante mi agresividad.
―Si quisieras dejarme terminar, te diría que deberíamos aceptar el intercambio y después intentar rescatar a Obito sin terminar de hacerlo.
Sacudí la cabeza.
―Demasiado arriesgado.
―Estamos hablando de tu hermano. Da igual que sea arriesgado.
―No. Eso quiere decir que tengo que llevarte conmigo y permitir que te vea. No cooperará si no te ve.
―Pues entonces, llévame.
―No. ―Empecé a rechinar los dientes―. Nos está tendiendo una trampa. Sé cómo es. Va a matar a Obito de todas formas. Nunca haría un intercambio justo. Cuando intentamos recuperar a Naori, se quedó con nuestro dinero y la mató de todas formas. No puedo confiar en él.
Se le hundieron los hombros por el peso de la pena.
―Sasuke... tenemos que pensar en algo.
Me levanté de la cama porque quería alejarme de ella.
―Botón, si pudiera hacer algo, lo haría. Si pudiera cambiar mi propia vida para salvar la suya, lo haría. Pero ninguna de esas opciones es válida. No puedo continuar con el intercambio, porque me la jugaría. Sé cómo es. ―Me pasé las manos por la cara porque tenía los ojos resecos y agotados. Llevaba tanto tiempo sin dormir que no podía ni pensar―. Yo sólo... Déjame en paz. ―Me metí en la ducha y abrí el agua caliente, dejando que la suciedad de la tarde se desvaneciera. Cada vez que cerraba los ojos, veía el rostro de mi hermano. Tenía frío, estaba solo y se desangraba. A esas imágenes le sucedieron imágenes de nuestra niñez, y me entraron ganas de llorar. Me odiaba por haber permitido que aquello sucediera, pero el odio no haría que las cosas cambiaran.
Me sequé y me acerqué a la cama. Dejé el móvil sobre la mesilla y aparté las mantas. Estaba demasiado cansado para hablar con Botón o para hacer el amor. Todo lo que deseaba era unas cuantas horas de sueño para poder volver a pensar con claridad. Quizá cuando mi cerebro hubiera tenido un descanso, daría con un plan en condiciones.
Botón no estaba en el dormitorio. Cabreada, se había marchado, y probablemente había salido fuera para alejarse de mí. Me disculparía con ella cuando me despertara. Puse la alarma del teléfono y me quedé frito en cuanto mi cabeza tocó la almohada.
Ni siquiera soñé.
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LA ALARMA NO ME DESPERTÓ.
Tenía que haberse activado a las dos horas, pero el irritante pitido nunca sonó. Abrí los ojos y advertí que fuera había oscurecido. En vez de echar una siesta corta, había dormido durante casi todo el día. Alargué la mano hacia el teléfono para ver qué hora era, pero no lo encontré sobre la mesilla de noche. Continué manoteando a tientas en la oscuridad, pero no conseguí encontrarlo. Irritado, encendí la lamparilla.
Mi teléfono no se veía por ninguna parte. En su lugar, había una nota.
Y la alianza de Botón.
Salí casi de un salto de la cama para coger la nota y leer las palabras que había escrito con su bella letra.
SASUKE:
Lo siento. Es la única familia que tienes en el mundo y no puedo permitir que suceda esto. Sé que ahora mismo me odias, pero por favor, entiende que he hecho esto por ti.
Siempre te querré,
Botón
ME TEMBLÓ la mano al leer la nota y un fuerte grito salió de mi garganta. Agarré la mesilla de noche y la lancé al otro extremo de la habitación, donde se estrelló contra la pared. Su anillo de boda cayó en el suelo con un claro tintineo. Con aquello no aplaqué mi rabia, así que destruí todo lo que había en el dormitorio, todo lo que era suyo y mío.
No podía creérmelo.
No podía.
